Ayer, 1 de abril de 2011, se estrenó la película danesa “Haevnen” traducida al español con el nombre de “En un mundo mejor”, que ganó este año el Oscar a la mejor película extranjera desbancando a nuestra también magnífica “También la lluvia” de Iciar Bollain. Tras ver el film de la directora Susanne Bier se entiende que la española no obtuviese el galardón.
Según comentaba Carlos Boyero en “El Pais” el día de su estreno en España, Susanne Bier se fogueó en la corriente del “Dogma” de Lars von Trier y en España se dio a conocer con una nada ‘dogmática’ y sí muy interesante y emotiva película de título “Cosas que perdimos en el fuego” con Halle Berry y Benicio del Toro. Por contra en esta última los actores pertenecen al ámbito danés, desconocidos por tanto en nuestro país pero con un poder comunicativo enorme.
“En un mundo mejor” presenta el tema de la violencia en dos contextos muy distintos: Un campo de refugiados, que huyen de la guerra que asola su país africano sometido a las caprichosas crueldades de los señores de la guerra tribales, en el que trabaja un médico danés dentro de una ONG; y la vida en teoría apacible y sin complicaciones de una ciudad de provincias danesa en la que dos niños pre-adolescentes traban una intensa amistad que les llevará a internarse en un peligroso camino, el de la violencia como método de supervivencia y de marcar el territorio.
A través de la estructura del film la directora va alternando los dos mundos de forma muy expresiva lo que unido al desarrollo de la trama nos lleva a la conclusión de que los ideales de los ilustrados fundadores de este mundo en que nos movemos también tienen sus fallas, una de las cuales nos muestra esta película: y que podríamos sintetizar en la frase goyesca “el sueño de la razón produce monstruos”. Aquí, en efecto, aparecen dos –uno sobre todo- pequeños monstruitos que de no andar todos listos acabarán convertidos en auténticos sicópatas llevándose por delante lo que sus anormales cerebros encuentren. La reflexión es obvia: Algo estaremos haciendo mal los adultos para que seres tan encantadores como los niños civilizados de “Haevnen” acaben haciendo lo que hacen.
Desde luego una película muy, pero que muy, recomendable.