“Una temporada para silbar” es una
agradable historia en la que no pasa nada más allá de lo normal en cualquier
vida: hombre viudo [Oliver Milliron], para más inri agricultor, con tres niños
a su cargo [Paul. Damon y Toby] toma a su servicio una ama de llaves [Rose Llewellyn]
también viuda, quien en su solicitud de empleo explicitaba que no sabía cocinar,
justamente lo que más necesitaría la familia que decide tomarla.
Rose llega a la pequeña localidad de Montana (Marías Coulee]
acompañada por su hermano Morris Morgan quien, cuando la maestra del pueblo [Srta.
Trend] se fugue con el predicador, se hará cargo de la escuela unitaria. Morris
es un sabelotodo que encandila a los niños y también a los mayores. Entre las
muchas cosas que les enseña está la astronomía, pues no en balde estamos en
1910 y el cometa Halley está a punto de llegar. Con tal motivo prepararán “la
noche del Cometa”, una jornada en la que homenajearán a tan ilustre visitante.
La actuación “armónica” (concierto a base de armónicas) tendrá lugar ante los
ojos del inspector educativo que emitirá un informe favorable sobre la escuela,
el maestro y especialmente sobre Paul, un niño de altas capacidades.
Todo discurre plácidamente durante ese curso de 1909-1910: Paul,
el narrador del relato, -y ahora en 1957 inspector escolar encargado de dar la noticia
de la supresión de las escuelas unitarias-, recibe clases particulares de latín
fuera del horario escolar; su hermano Damon es un fan de los deportes y
colecciona recortes de noticias deportivas; el
menor de la familia, Toby, es un niño que adora a Rose; George y Rae son
vecinos y cuñados de Oliver; etc. Y así hasta que surge el amor entre Rose y
Oliver, quienes deciden casarse. Paul descubrirá que Rose esconde un secreto
que no ha confesado a nadie, el de que su fallecido marido Llewellyn no era
otro que el boxeador Ciclón Morgan muerto en extrañas circunstancias tras un
más que sospechoso amaño de un combate en el que se movían grandes cantidades
de dinero. Morris es, pues, no hermano de Rose sino cuñado y fue él quien urdió
junto a su hermano el fraudulento combate.
Todos (Paul, Morris y Rose) deciden guardar silencio para que
la felicidad entre Oliver y Rose pueda mantenerse. Sólo Morris, cuñado de Rose,
abandonará Marías Coulee. Y Rose por fin
entrará en la cocina.
Como se ve, todos han de renunciar a algo: Morris a Rose con la que tuvo más que amor
fraterno, Rose a su independencia culinaria y Paul a lo que su condición de
hijo hasta ahora le había exigido respecto a su padre: no ocultarle nada.
La novela en sí remitiéndonos exclusivamente al ámbito
literario es un homenaje al escritor norteamericano Mark Twain quien nació con el Cometa y murió
74 años después con la siguiente venida de Halley en 1910.
Valor más alto: Se lee muy bien, con facilidad. Es más crónica costumbrista
que otra cosa al mostrar la vida rural de la América profunda a inicios del
siglo XX.
Defecto mayor: La única complicación de la trama se resuelve en apenas 20
páginas de las 345 que forman el volumen.
Juan Carlos
Juan Carlos