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30 jun 2021

Theodor Kallifatides. "Madres e hijos"

28 comentarios:

✔«No intento demostrar la continuidad de la tradición griega, sino la fuerza del mito. Continúa vivo, a pesar de que todo alrededor ha cambiado. Convive con nosotros y convivimos con él. Es el gran río que arrastra nuestro destino.»
✔«Grecia le ha dado a la humanidad cincuenta y dos mil palabras, leí en el aeropuerto de Atenas. Suecia le ha dado el rodamiento, la cremallera y la llave inglesa que, pese a su nombre, es un invento sueco.»

Theodor Kallifatides, "Madres e hijos", editorial Galaxia Gutemberg
Mi muy buena amiga Isabel me recomendó la lectura de este libro de Theodor Kallifatides. No me atrevo a calificarlo de novela porque en mi opinión no lo es, sino más bien unas memorias familiares, un recorrido por el territorio vital de los Kallifatides, en especial de la rama iniciada por Dimitrios Kallifatides, padre de Theodor. 
Pero no quiero desestructurar la reseña. Tras la explicación de por qué llegué hasta el autor griego residente en Suecia conviene decir algo sobre él para luego entrar de lleno en el relato. Allá voy. 

El autor
Nació en Molaoi, Grecia,  el 12 de marzo de 1938. Es un escritor sueco de origen griego. Se trasladó con sus padres a Atenas en 1956 y emigró a Suecia en 1964 en busca de trabajo. Allí se adaptó y dominó rápidamente el sueco, lo que le permitió retomar sus estudios. Se matriculó en la Universidad de Estocolmo en filosofía. Licenciado, trabajó en la dicha universidad como profesor entre 1969 y 1972.​ Inició su carrera de escritor en 1969 con un libro de poesía, pero el reconocimiento lo obtuvo principalmente gracias a sus novelas. Ha publicado novelas, recopilaciones de poesía, libros de viajes y obras de teatro. También ha escrito guiones cinematográficos y ha dirigido una película. Ha recibido muchos premios por su trabajo tanto en Grecia como en Suecia.


«Madres e hijos»
Sinopsis proporcionada por la propia editorial)
A los sesenta y ocho años, Theodor Kallifatides, exiliado en Suecia desde hace más de cuatro décadas, visita a su madre de noventa y dos, que sigue residiendo en Atenas. Ambos saben que puede ser uno de sus últimos encuentros. Durante la semana que pasan juntos, recuerdan lo que ha sido lo más importante en sus vidas con una presencia decisiva del padre, de quien Theodor está leyendo el recuento escrito que este le ha dejado de lo que ha sido su difícil existencia, desde sus orígenes como exiliado griego en Turquía, pasando por sus meses en una prisión de los nazis y su pasión por el oficio de maestro. Se desvelan así los orígenes de una familia que atraviesa el siglo xx. 

Opinión
"Madres e hijos" (publicado originalmente en 2007. En España en 2020) es un libro de autoficción en el que su autor Theodor Kallifatides presenta de manera narrativa la memoria de su propia familia. El escritor retorna con 68 años a  su país, Grecia, para visitar a su madre de 92. Vive en Suecia desde 1964. Tras una exitosa vida tanto en el plano laboral  como en el personal -casado y con un hijo- nada ha escrito que tenga por centro a su madre. Desea hacerlo aunque no sabe si a ella la satisfará. Su avanzada edad le hace pensar que quizás no alcance a leer la obra que piensa escribir tras la visita de una semana que hace a la casa familiar en Atenas.

Según leemos "Madres e hijos" nos enteramos de las vicisitudes vividas por la familia, en especial por su padre, auténtico eje sobre el que pivota todo el escrito. Resulta que Dimitrios Kallifatides, que así se llamaba el padre, escribió en 1972 a la edad de 82 años un texto sobre su vida a petición del propio Theodor ausente de Grecia desde 1964; Theodor se lo pidió porque no quería que la memoria familiar cayese en el olvido. Durante el viaje y la estancia en Atenas releerá este escrito de su padre, que entra a formar parte del relato de autoficción que tenemos entre las manos.  A lo largo de las cerca de 160 páginas que "Madres e hijos" tiene de extensión se entremezclan tres planos narrativos: la biografía escrita por el  padre; los comentarios, recuerdos infantiles y adolescentes vividos en la casa familiar que le suscitan la lectura del texto paterno; y el presente de los siete días del viaje desde Estocolmo a Atenas donde revive con su madre y su hermano Stelios la cultura que le pertenece pero de la que se ha visto alejado por múltiples circunstancias políticas y personales. 

Muchas cosas interesantes contiene este libro. Una de ellas, y no menor, es la mostración de las deportaciones o emigraciones forzadas de unos lugares a otros por motivos políticos. La familia Kallifatides es originaria de Trebisonda, ciudad creada por colonos griegos en el VIII a.C. La historia de esta importante colonia es movidita; lo importante de ella es que en época antiquísima, -cuando los griegos apoyaron a Ciro el Joven en su lucha contra el heredero del trono de Persia, su hermano mayor Artajerjes, al regreso hacia Grecia tras la campaña-, muchos griegos se establecieron en la colonia que comenzó a florecer especialmente con el Imperio Romano dada su ubicación estratégica en el Mar Negro y dentro de la Ruta de la Seda. A la caída del Imperio Romano, Trebisonda quedó dentro del Imperio Bizantino hasta que el mismo en el siglo XV cayó en manos de los otomanos. La colonia griega permaneció viva y activa con sus escuelas, su actividad comercial, su lengua propia, etc., hasta  que «tuvo lugar la Revolución de los Jóvenes Turcos, en 1908-1909, que promulgó la Constitución y abolió el absolutismo de los sultanes. La Constitución trajo la aniquilación y finalmente el exterminio del elemento griego en Turquía». Pero es en 1923, a raíz del final de la Primera Guerra Mundial y la posterior Guerra de independencia turca, cuando se produjo un acuerdo -el Tratado de Lausana- por el que Trebisonda queda definitivamente integrada en la Turquía de Ataturk y se produce un acuerdo entre Grecia y Turquía por que que habrá un intercambio forzoso de población. Por este acuerdo más de un millón y medio de 'griegos pónticos' (así eran denominados los que desde tiempo inmemorial habitaban esta zona) hubieron de migrar a Grecia. 
Independencia turca, Fin del Imperio Otomano

Esta emigración forzada, tras haber participado en la Primera Guerra Mundial en la que llegó a alcanzar la Cruz de Hierro por su valor, la vivió en primera persona Dimitrios Kallifatides, el padre de Theodor, que es quien a grandes rasgos lo cuenta en el texto que a su muerte dejó escrito para su hijo.

De grandísimo interés para mí ha sido ver la inmensa vocación de Dimitrios Kallifatides por la enseñanza. El relato que leemos es un auténtico canto a la profesión de maestro ejercida por Dimitrios en circunstancias difíciles pero siempre con una disposición a prueba de bombas. También Theodor confiesa su devoción y aprecio por los educadores. Gracias a ellos, los que tuvo en Grecia y los que tuvo en Suecia, confiesa, él pudo llegar a donde ha llegado:
[en Grecia]
  • «el maestro, el inolvidable señor Pablo, estuvo siempre conmigo. Con frecuencia me pregunto cómo se habría desarrollado mi vida sin aquellos maestros
  • «Yannis Raisis, profesor de Griego Clásico y Latín que, como castigo por hacer novillos, me obligó a leer los poemas de Catulo y de ese modo descubrí la gran poesía. El profesor de Historia, el señor Ilías Georgiu, me pidió que lo ayudara en sus investigaciones

 [en Suecia]

  • «también en Suecia algunos maestros fueron mi salvación. El lector Ake Löfgren y el profesor Harald Ofstad, que impartían Filosofía Práctica en la Universidad de Estocolmo, y que vieron en mí algo más que mi deficiente y patoso sueco. Así como el profesor Marc Wogau, en la Universidad de Uppsala, que aceptó examinarme de Filosofía Teórica»

Para concluir con una pregunta que muchos nos hacemos continuamente: 
«¿Por qué en nuestros días no se estima a los buenos maestros?»

La pervivencia del mito en la vida cotidiana es otro aspecto que ha llamado mucho mi atención durante la lectura de este relato de autoficción. Resulta que el escritor-narrador ve especialmente en la lengua («Si hay algo absolutamente auténtico en el interior del hombre, eso es su lengua, el primer mito») y en la manera de vivir de su madre la personificación de no pocos relatos míticos. 
«Un ejemplo más de que mi madre vive en el mito griego, creyendo que vive su propia realidad. De nuevo veo que el mito de la muerte es más fuerte que la propia muerte. De nuevo me doy cuenta de que mi madre es mi verdadera patria. Si yo fuera una fruta, ella sería mi árbol. Si yo fuera un árbol, ella sería la tierra. Si yo fuera la tierra, ella sería mi cielo»
Para un hombre mayor que ha vivido más de cuarenta años en un país nórdico europeo el choque cultural Grecia-Suecia es muy perceptible. Para Theodor, un griego que junto a su familia vivió muchas privaciones en sus años de adolescente, llegar al aeropuerto de Estocolmo con la maleta llena de comestibles hechos por su madre es la representación misma del estigma de la pobreza («¿Por qué me comportaba yo así? Hay ciertas situaciones que no soporto. Supongamos que me abren la maleta en el aeropuerto. ¿Qué van a pensar cuando vean los kurabiés? ¿Qué gitano es este? En pocas palabras, cargo conmigo el estigma de la pobreza.»). Por contra Gunilla, su mujer, no arrastra esa baja autoestima; según Theodor Kallifatides porque «mi mujer no sabe lo que es la pobreza. Lo que le dan, para ella es un regalo. Para mí, una limosna».

Al igual que existe un fuerte contraste entre la manera de sentir un mismo hecho en Suecia o en Grecia, también el autor-narrador marca en este relato de autoficción el enorme salto entre generaciones. Markos, el hijo de Theodor, o los hijos de su hermano Stelios no sienten ni se comportan como en el pasado hicieron sus padres y mucho menos con la entrega y desprendimiento del abuelo Dimitrios. Al respecto el novelista evoca la figura de Yorgos, el medio hermano mayor, que durante la guerra civil se negó a maltratar a dos guerrilleras que había capturado su compañía, por lo que fue condenado a muerte; afortunadamente cambiaron las tornas del conflicto armado y se salvó. Cuando Theodor le preguntó, después de la guerra, por qué lo hizo, ¿cómo se atrevió a decir no? respondió: «¿Qué habría dicho papá?»

Al hilo de este comportamiento Kallifatides reflexiona sobre cómo este respeto a los mayores, este sentido del deber, de observancia de lo aprendido de padres y educadores no es práctica habitual en la actualidad y por eso lo resalta 
«Eso es tener un padre. Eso es tener un hermano mayor. Ya no vive. Una mañana se levantó, se hizo su café, se sentó en el sofá a tomárselo, y no se levantó más. Se le reventó la aorta y ya no pudo siquiera probar su último café.»

 Los jóvenes de hoy, prosigue en su reflexión, han perdido en gran medida el sentido del valor de lo colectivo y lo ejemplifica de esta manera:

«En Suecia, con excepción de los impuestos, las obligaciones comunes poco a poco han ido remitiendo, dejando cada vez más espacio a la libertad individual. La obligación que tienen los alumnos en una escuela de mantener cierto silencio en las clases se ha visto sustituida por el derecho a llamar desde sus teléfonos móviles dentro del aula.»

Novela de autoficción
Pero sin duda es este libro un canto a la maternidad y la paternidad. Al titularse la obra "Madres e hijos" podría pensarse que el alcance de la misma se reduce a la figura materna, que sólo es un homenaje sentido hacia esa mujer de 92 años que lo quiere como si siguiera siendo un chiquillo. Así es, en efecto, pero no sólo. La madre es esencial, pero lo es también por la enorme figura del padre con el que convivió durante más de cuarenta años. Theodor Kallifatides en la obra vuelve a agradecer a su padre todo lo que hizo por su familia. Digo que "vuelve a agradecer a su padre" porque sobre él ya había escrito el autor dos obras, una precisamente cuando éste falleció en 1972. 

Lo que la pareja de progenitores ha representado para él lo sintetiza en una frase: «mi madre es el ayer, mi padre es el futuro». Más tarde esta frase la explicita con claridad meridiana
«Mi padre hizo de mí un ser humano, y mi madre, un escritor. En el mundo de mi padre existía el trabajo, el deber, la perseverancia, el contener las lágrimas hasta que se hubieran terminado todas las sonrisas. El mundo de mi madre era distinto. En él existían los lazos sentimentales y la preocupación, que es la consecuencia de estos.»

Son estos lazos sentimentales los que quizás por última vez el escritor ha ido a estrechar y abrazar.  La despedida última en que ella, la madre, no sale a la puerta de casa para despedirlo confirmará al escritor lo que había pensado la noche anterior, acostado en el sillón donde dormía, que «no podía olvidar "el agujero". Ese miedo congénito por el abismo que acompaña al hombre desde el primer día. El peligro de caerte de la tierra como te caes de un caballo desbocado».

Las referencias sobre la propia construcción de la novela son continuas. Dado que Theodor Kallifatides cuenta de manera entrecortada, mezclando a todo lo largo del relato los tres niveles narrativos ya señalados, y que en ocasiones se pierde en reflexiones algo alejadas del hilo principal, a veces se ve impelido a disculparse ante el lector («Que me perdone el lector por estas constantes interrupciones, pero no podía continuar.»).

Respecto a la figura materna sobre la que se propone escribir, lo que más le preocupa es caer en la falsedad. No quiere convertirla en modelo como hacen los pintores porque, piensa, eso la haría comportarse de manera irreal. Por otra parte, reflexiona, que quizás haya «Poca gente tan incapaz como los escritores para describir la realidad». De ahí que lo que haga sea mostrar la relación madre-hijo mantenida durante esos siete días que duró la fugaz visita del exitoso escritor. Vemos a una auténtica madre preocupada fundamentalmente por satisfacer el paladar del hijo pródigo a quien endulza la vida con los lukumás, taramás, kurabiés..., todos alimentos típicos de Grecia que en Suecia no se verán ni por soñación. ¡Hay algo más auténtico que una madre haciendo esto!

El autor aprovecha la visita para completar la visión que tiene del padre extraída esencialmente del texto que este escribió para él; por ello indaga cuidadosamente sobre cómo fue la relación amorosa entre sus padres dado que entre ambos existía una diferencia de 24 años de edad y que Dimitrios llegó al matrimonio viudo y con un hijo. O sea, que el matrimonio había sido concertado. A tan íntima pregunta la madre le responde que sí, que así fue, pero que «con los años aprendí a respetarlo, a avenirme a él, a amarlo». Y tras decir esto ella salió del balcón donde estaba hablando con su hijo. Es este el momento en que el propio narrador-autor-personaje aprovecha para realizar una digresión reflexiva sobre qué cosa será el amor; consecuencia de esta reflexión es un listado que, mientras ella está en la cocina trajinando, él hace de las formas en las que nos enamoramos. Esta divagación es de las más extensas del relato y marca claramente el proceso mental que un narrador seguramente seguirá cuando decide presentar un enamoramiento de un tipo o de otro. En mi opinión esto es metaliteratura en estado puro.

27 jun 2021

Lorenzo Silva. "Castellano". Buscando una identidad

27 comentarios:

«Un relato de hechos que no excluye la conjetura, ni siquiera la elaboración literaria de los personajes, pero trata de ceñirse a lo que la historiografía ha averiguado de sus acciones y su carácter, a lo que de ellos está documentado —a menudo, en sus propias palabras—, sin renunciar a trasladar al lector la complejidad, en algún caso prolija, de lo que se ventiló en Castilla —y sobre Castilla, y contra ella— en los dos años que transcurrieron entre la primavera de 1520 y la de 1522.» (pág. 240)


Lorenzo Silva, Historia novelada, No ficción, Castilla, España de las Autonomías
“Castellano” de Lorenzo Silva es una búsqueda de la propia identidad, de lo castellano, de aquello que a los aquí nacidos nos hace distintivos y enraizados en ese lugar. El autor, partiendo del hoy, busca en el ayer de la revuelta comunera sofocada por las tropas del emperador Carlos I el 23 de abril de 1521 la propia idiosincrasia castellana. ¿Existe tal identidad? ¿Ha sido una operación decididamente calculada cuartear Castilla en un sinnúmero de comunidades menores: Castilla-La Mancha, Castilla y León, Madrid, La Rioja, Cantabria… a fin de cercenar ese posible impulso identitario? ¿En qué reside lo propiamente castellano?... Un sinfín de preguntas a las que quiere dar respuesta le sobrevienen al escritor. Lo hace de una manera narrativa a partir de documentos conservados de la época y de autorizadas interpretaciones históricas. No estamos ante una novela histórica, ni ante una mera recopilación de documentos históricos. El mismo Lorenzo Silva no sabe situar el libro dentro de un género determinado («Quizá se la pueda llamar novela. O quizá no. Decídalo quien la lea»); en algún momento arriesga que la obra pueda ser, dice, un ensayo histórico, pero se inclina –y yo con él- por el de la novelización de un momento histórico.

 Me ha gustado el libro, aunque a veces me haya resultado un poquitín -muy poquito, la verdad- tedioso [o prolijo, como gusta decir el escritor], dado el deseo de fidelidad del autor a lo auténticamente acaecido. No quiere el creador de Chamorro y Bevilacqua ser tildado de urdidor de patrañas, de presentar actores de la Historia sin base suficiente, y para ello ha de ser fiel y abandonar en algunos momentos la narratividad en pro de la Verdad que está presentando. Pero Lorenzo Silva sabe solventar esos momentos de pura historicidad documental con referencias a la propia actualidad del viaje que en contrapunto con lo investigado está realizando por tierras de Castilla donde sabe encontrar vestigios del pasado y auténticas muestras de castellanismo. Es un viaje en un doble sentido, externo e interno («esto es el relato de un viaje: de cómo, contra todo pronóstico, alguien que nunca tuvo noción de ser nada, en términos de adscripción colectiva, y que podría no ser quien lo narra, acaba siendo y sintiéndose algo.»). El autor se pasea por Covarrubias, por Villalar, por Alcalá de Henares, por Toledo…, por tantos y tantos espacios que en sus palacios, murallas, e iglesias guardan memoria, restos, recuerdos del pasado vibrante de este pueblo brioso. En el análisis y búsqueda de la identidad castellana Silva tiene en cuenta muchos razonamientos de autores importantes. Muy significativas son las opiniones de los intelectuales del 98 quienes en su pesimismo por la decadencia de España vuelven su mirada hacia Castilla a la que proponen como el rescoldo que hay que atizar dado que, en su opinión, contiene la esencia de lo español. Mucho mal ha hecho esta consideración a Castilla al identificarla con España cuando España está formada por la suma de muchas otras zonas e identidades. Al tiempo, los Machado, Unamuno, Valle y otros reniegan de esa Castilla que desprecia cuanto ignora. Y así Lorenzo Silva pasa revista a otra serie de autores (Ganivet, Azaña, José Mª Maravall, Miguel Delibes, Fernando Martínez Gil…) que le sirven para ir construyendo –más bien buscando- la posible identidad castellana.

El viaje físico, real, que por tierras castellanas realiza el escritor se fecha entre abril de 2020 y febrero de 2021. En 2020 el escritor pasea por el campo próximo a su domicilio en Illescas donde reside desde hace unos años. Illescas, Toledo, abril y el 23 de ese mes en que se conmemora la derrota en Villalar de los Comuneros de Castilla le lleva a evocar los sucesos y las personas que en esos dos años de hace 500 -de 1520 a 1522- se levantaron contra el poderosísimo emperador, el César de Roma, en defensa de su libertad. En este viaje el novelista recorrerá los lugares principales de la gesta que encabezaron Padilla, Bravo y Maldonado hasta llegar a Villalar donde sus cabezas serían separadas de sus cuerpos y mostradas en picas como advertencia para aquellos que pudieran sentirse tentados a seguir sus pasos
«Antes de venir hasta aquí he estado haciendo la ruta de sus correrías y las de sus enemigos. He ido desde Medina de Rioseco hasta Tordesillas, por Castromonte y Torrelobatón, y desde Torrelobatón hasta Villalar, pasando por Vega de Valdetronco, donde Padilla quiso dar al adversario la batalla que sus soldados, por indisciplina o porque no le oyeron, prefirieron eludir para caer más adelante como moscas bajo las lanzas imperiales
Busca luego los enterramientos de los líderes del movimiento. Los de Bravo en Segovia y Maldonado en Salamanca está documentado que se realizaron en sus respectivas ciudades; el de Padilla sin embargo no se encuentra en Toledo al haber quedado la ciudad imperial, rebelde, en manos de su esposa María Pacheco quien se negó durante unos breves meses a entregarla a los imperiales. Buscando, pues, el posible emplazamiento de los restos del comunero toledano el escritor llega un «mediodía de febrero de 2021  ante los restos del monasterio jerónimo de la Mejorada, cerca de Olmedo, en Valladolid. Aquí, bajo jurisdicción y custodia real y a cargo de los monjes jerónimos, María Pacheco y el prior de San Juan, en nombre de los virreyes, acordaron en octubre de 1521 que descansarían los restos de Juan de Padilla en espera de ir a Toledo.». Hoy, lo que fuera el Monasterio de Santa María de la Mejorada, próximo a Olmedo en la provincia de Valladolid, es una Bodega de excelentes caldos extraídos de los viñedos de la zona. El edificio fue realizado por Rafael Moneo quien lo restauró e integró con la fábrica moderna que exige una bodega en la actualidad los restos arquitectónicos del derruido monasterio. 

Lo anterior viene un poco a resaltar una de las características del carácter castellano: el descuido por lo propio, nuestra secular incuria. Lorenzo Silva vuelve este defecto -grave defecto en mi opinión- del revés y lo convierte en hecho diferencial:
«Este proverbial descuido, esta indiferencia hacia sí mismos y sus símbolos tan característica de los castellanos, que ninguna otra nación se permitiría y que a muchas llegaría a escandalizar, tiene un reverso saludable y liberador. Vive el castellano exonerado de la pesadez y la prosopopeya del homenaje a los emblemas y los figurones patrios. Se puede ser castellano sin necesidad de andarlo proclamando con aire solemne ni de ponerse en pie con la mano en el pecho cuando suena un himno, sin sentir siquiera la necesidad de rendirle pleitesía a una heroína nacional antes que a un ficticio niño hechicero.»

Cantar de Mío Cid, Comunidades de Castilla, Villalar, Derrota de los comuneros, 23 de abril
Antes de concluir con esta afirmación, Silva relaciona el movimiento de libertad de las Comunidades con la creación de la propia Castilla. Esta,  según se desprende del Poema de Fernán González, se desgajó del Reino de León que la tenía asfixiada. También el Poema de Mio Cid, -buen caballero si oviera buen señor-, muestra una acción heroica de alguien que en ejercicio de su propia libertad engrandecerá al rey a pesar de lo mal que éste lo ha tratado. Abundan estas dos obras en la idea de que es la Libertad -así con mayúscula- y la lucha contra la injusticia lo que alberga el alma de los castellanos. Un alma que encuentra su más alta plasmación en el idioma que usaban quienes conquistaron un Nuevo Mundo y que hoy hablan más de 500 millones de personas. Es este idioma en el que escribió Cervantes El Quijote, obra donde el ilustre alcalaíno señaló en negro sobre blanco el inmenso valor que tiene la libertad, «ese don con el que "no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre" y por el que "se puede y debe aventurar la vida", mientras que el cautiverio es "el mayor mal que puede venir a los hombres"».

Una lengua que, paradójicamente, es hoy la de aquellos países que en ejercicio del carácter que hasta esas nuevas tierras llevaron los castellanos decidieron continuar la aventura por su cuenta sin abandonar el idioma en el que hicieron sus proclamas y siguieron creando sus escritos. Habla especialmente con cariño el autor del tagalo José Rizal, amante de la cultura legada por España, en especial su lengua, en la que escribió no pocas cosas y con la que luchó para que la metrópoli fuese receptiva a las peticiones de las Islas Filipinas: «El país no piensa separarse de la madre patria, no pide más que un poco de libertad, de justicia y de amor; aún espera, cree y sólo se levantará cuando haya perdido la paciencia», decía quien a su pesar fue convertido en mártir de la independencia filipina al ser fusilado de espaldas por traidor a la patria por las tropas que comandaba el General español Camilo García de Polavieja.

Como cierre de la reseña quisiera poner en valor lo bien que Lorenzo Silva narra los acontecimientos históricos y presenta a los diversos protagonistas de los mismos. Aparecen éstos muy bien retratados acercándonoslos a nuestra actualidad. Los Laso de la Vega y su choque con los Girón es vívido, la genealogía de los Maldonado salmantinos y de los Bravo segovianos me ha parecido interesante por demás, los distintos nobles de uno y otro lado (el Almirante de Castilla, don Fadrique Enríquez; el condestable de Castilla, don Íñigo Fernández de Velasco; el padre de Maria Pacheco, don Iñigo López de Mendoza; el regente holandés, Cardenal Adriano, que luego se vería elevado al papado como Adriano VI; la reina Juana; etc.) aparecen bien caracterizados y se hacen reconocibles para nuestra sensibilidad actual.


Final
Como tantas veces ocurre en la vida, la chispa que dio origen a esta novelización de la Historia surgió estando escuchando el autor, en uno de sus viajes en coche camino de uno de los centros de secundaria adonde es invitado a hablar a los adolescentes de su obra literaria, el poema épico de Luis López Álvarez Los comuneros, en su correspondiente versión musical de Nuevo Mester de Juglaría


Este canto esperanzador sobre Castilla lanzado con entusiasmo por el poeta Luis López Álvarez, musicado y cantado de manera magistral por los integrantes del grupo artístico provocó que un 23 de abril del año 2017 durante la fiesta anual que se realiza ese día en Villalar de los Comuneros en memoria de esa derrota Lorenzo Silva se preguntase qué constituye o dónde reside la esencia de lo Castellano, precisamente el título que da al libro. Creo que la lectura de "Castellano" da varias claves muy interesantes sobre este asunto.

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19 jun 2021

"Diez Negritos" de Agatha Christie, la dama del crimen

25 comentarios:

«estoy convencido que mister Owen, por darle el nombre que él ha escogido, se encuentra en la isla, lo juraría por mi vida. Este hombre ha decidido castigar a ciertos individuos por faltas cometidas que escapan a la ley. No dispone de otros medios para su plan que el juntarse con sus invitados. Creo que mister Owen es uno de nosotros.» (pág. 100)

Como tenía el Reto "Nos gustan los clásicos" un poquito abandonado decidí darle un empujoncito. Leyendo blogs literarios que habitualmente visito vi que alguno reseñaba con frecuencia novelas de Agatha Christie. A mí la escritora inglesa siempre me ha gustado si bien la había dejado un poquito de lado como demuestra que en los diez años de existencia de "El blog de Juan Carlos" sólo haya reseñado uno de sus libros, "La muerte visita al dentista", y eso animado por la lectura de "El club de los martes" de Mario Escobar. ¿Querría esto decir que había renegado de la creadora de Miss Marple y de Hercules Poirot? No, por cierto, sólo que su lectura, quizás en mi fuero interno, se me debía de antojar algo infantil o adolescente dado que teniendo yo catorce o quince años leí algunos de sus muchos títulos ("Diez negritos", "Asesinato en el Orient Express", "Poirot en Egipto", "Un cadáver en la biblioteca", "Muerte en la vicaría", "Cinco cerditos"...) que junto a otros de Miguel Delibes lograron aficionarme a la lectura. Por esto estoy contento, porque gracias al Reto propuesto por Francisco de "Un lector indiscreto" y el empujón que me dio ver en el blog de Patricia Ayuste (Entre suspiros y un café) una reseña de "Diez negritos" me entraron unas ganas inmensas de volver a leer ese título que recordaba con gusto aunque no en su detalle.

La relectura de esta narración de la denominada Dama del Crimen me ha resultado de lo más agradable. Hay que ver qué bien construía las tramas esta Reina de la novela policíaca y detectivesca. Cómo se divertía haciendo referencias metaliterarias precisamente de la tendencia a la que pertenece la novela que tenemos en nuestras manos («Eso solamente ocurre en las novelas policíacas, que las gentes guardan su revólver hasta para dormir», le dice el comandante Blove al doctor Armstrong a propósito de la pistola que otro de los invitados a la isla del Negro, el aventurero Lombard lleva siempre consigo). Quizás -sólo por poner un levísimo "pero" a la gran autora- yo hubiera suprimido la un poco demasiado extensa aclaración final en la que la novelista no deja cabo suelto alguno. A mí -y creo que coinciden conmigo otros muchos lectores actuales- me gusta poder imaginar posibilidades variadas. Pero Agatha Christie no deja hacerlo. Pese a esto, le doy un diez a esta obra que, dentro de su estilo y desde su momento de publicación, el año 1939, es todo un clásico contemporáneo.

El asunto es bastante conocido por cualquier amante de la literatura de suspense y detectivesca. Diez personas sin relación entre sí reciben de un tal U.N. Owen misivas personalizadas en las que se les invita a pasar unos días de descanso en la isla del Negro. Tal isla es la versión ficticia de la real isla de Burgh, en el condado de Devon, al sudoeste de Inglaterra. El condado de Devon es al que pertenece la localidad de Torquay donde la escritora nació en septiembre de 1890. Todas las misivas tienen un algo de extrañeza pero el glamour que emana de ser invitados por los supuestos millonarios que han adquirido el islote y las referencias que en las cartas se hacen individualizadamente a personas o asuntos que los receptores reconocen les llevan a aceptar la invitación. 

Novela policíaca, novela detectivesca, novela inglesa de misterio
Todo es extraño desde el inicio pero va ganando enteros según que pasan las páginas. En Devon les espera un tal Fred Narracott que ha sido encargado por mister Owen para trasladar a los invitados a la isla. Una vez en ella son recibidos por los Rogers, matrimonio contratado para atender a los recién llegados. La enorme sorpresa sobreviene cuando éstos les dicen que los Owen no están en la isla y que ni siquiera ellos los conocen pues han sido contratados en su nombre por una agencia de empleo. Algunos de los allí reunidos -los ocho invitados más el matrimonio Rogers- empiezan a cavilar y les sorprende que ninguno de ellos conociese personalmente al anfitrión. el señor U.N. Owen, juego de palabras que fonéticamente suena como el término 'unknow' ("desconocido"). El misterio sube en grados cuando en todas las lujosas habitaciones de cada uno de los huéspedes hay un cuadro que contiene la canción de cuna inglesa titulada "Diez negritos". Es una canción que hoy sería considerada políticamente incorrecta dado el racismo subyacente a la misma. En la tonadilla utilizada en su momento -¡imagino!- para adormecer a los niños van desapareciendo los negritos mortalmente (ahogado. ahorcado, muerto mientras dormía, cortado por un hacha, picado por una abeja, etc.) hasta no quedar ninguno («y no quedó ¡ninguno!») que son las palabras con que finaliza la canción.

Es algo misterioso que según pasan las horas y los días vayan muriendo los personajes siguiendo el orden de los procedimientos señalados en el texto:
«Diez negritos se fueron a cenar. Uno se ahogó y quedaron: Nueve.
Nueve negritos trasnocharon mucho. Uno no se despertó y quedaron: Ocho.
Ocho negritos viajaron por Devon. Uno se escapó y quedaron: Siete.
Siete negritos cortaron leña con un hacha. Uno se cortó en dos y quedaron: Seis.
Seis negritos jugaron con una colmena. A uno de ellos le picó una abeja y quedaron: Cinco.
Cinco negritos estudiaron derecho. Uno de ellos se doctoró y quedaron: Cuatro.
Cuatro negritos se hicieron a la mar. Un arenque rojo se tragó a uno y quedaron: Tres.
Tres negritos se pasearon por el zoo. Un oso los atacó y quedaron: Dos.
Dos negritos estaban sentados en el sol. Uno de ellos se quemó y quedó: Uno.
Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!
»
Se añade a esto el que una colección de 10 figuritas de negros vaya perdiendo integrantes según que las muertes se van produciendo. ¿Quién es el asesino? ¿Cómo realiza los crímenes y elimina las figuritas? Hay suspense hasta el final, un final que sorprende por su originalidad y por -como suele ser marca de fábrica en la escritora inglesa- romper todas y cada una de las expectativas que  los lectores hayan podido ir teniendo según han ido apareciendo cadáver aquellos en los que habían depositado sus sospechas.

Es la típica novela de suspense detectivesca desarrollada en un espacio cerrado (huis-clos) con lo que los candidatos al crimen son muy reducidos. La maestría de la autora es grande pues con estos escasos mimbres construye una historia en la que el perspectivismo de unos y de otros es esencial para ir avanzando en la indagación. Todo se complica cuando de los diez presentes en la isla, como dice la canción y llegó a titularse la primera edición aparecida en los Estados Unidos, «no quedó ¡ninguno!» (And Then There Were None). Quizás en USA se cambió el título para evitar la connotación racista contenida en la expresión 'negrito'; de hecho allí algunas de las ediciones sucesivas se titularon "Diez indiecitos" para evitar la palabra 'niggers', si bien con el tiempo se impuso la neutra y nada conflictiva expresión And Then There Were None.

Como curiosidad hay que decir que si bien la canción original en lengua inglesa contenía la expresión "little nigger" la misma se encuentra ya sustituida en las versiones infantiles actuales por la de "little soldier boys" a fin de no herir susceptibilidades; tampoco la expresión "little indians" ha soportado la presión de lo políticamente correcto quedando pronto fuera de uso como demuestra que sólo apareciese en la primera edición americana de la novela y no en las siguientes. 

También como curiosidad hay que señalar el enorme éxito de la historia que ha sido llevada a las pantallas de Cine y TV en muchas ocasiones desde la  película dirigida por René Clair en 1945 hasta la última, en 2015, la miniserie de tres capítulos que la cadena inglesa BBC One rodó con el título And Then There Were None para conmemorar el 125º aniversario del nacimiento de la exitosa escritora. 

Igualmente la obra ha subido a las tablas en muchas ocasiones. Comenzó su ascenso bien pronto, ya en 1943, siendo ella misma quien realizaría la adaptación teatral. En esta el final mortal de los personajes lo sustituyó por un final más amable. El último de los vivos en vez de morir se casará. Quizás la narradora echó unas risas sobre el matrimonio que a ella misma no le fue demasiado bien dada la infidelidad de su primer marido que ocasionaría el divorcio del matrimonio. Pese a esto Agatha mantuvo el apellido de casada y eso que en 1930, dos años después de haberse divorciado, volvería a casarse, matrimonio feliz durante muchos años. En todo el mundo ha habido muchas representaciones de la obra teatral de la novelista reconvertida en dramaturga. Aquí, en España, ya en 1958 se representó con enorme éxito en versión y dirección de José Luis Alonso. Y últimamente, en 2001 y en 2014, volvió a los teatros dirigida en ambas ocasiones por Ricard Reguant. Éxito inmenso siempre, no tanto como el de "La ratonera", claro, que lleva representándose en Londres desde el año de 1952. Tan sólo "La ratonera" (The Mousetrap) ha dejado de representarse a partir de marzo de 2020 por culpa de la pandemia del Coronavirus, pero es seguro que pronto volverá a las tablas.

Final
He leído la novela en la mítica colección de la editorial Molino que tantos recuerdos me trae de mi lejana adolescencia. Me envicié con la lectura -¡bendito vicio, ¡vive dios!- gracias en parte, como ya he dicho antes, a las novelas de Agatha Christie de esta editorial que leía cuando me las regalaban o cuando iba a la biblioteca de la Caja de Ahorros de mi ciudad y las sacaba para leerlas en casa. Disfrutaba muchísimo entonces y ahora he vuelto a disfrutar mucho releyéndola y recordando esos dichosos años de vacaciones inmensas e inacabables.

Nota
Como ya he señalado en esta entrada, "Diez negritos" de Agatha Christie es la cuarta novela que leo para ir avanzando en la realización del Reto "Nos gustan los clásicos, Vª edición" propuesto por el blog de Francisco, 'Un lector indiscreto'.

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13 jun 2021

Julián Ibáñez: "Sindy, la colegiala". Genuino representante del hard boiled español

14 comentarios:

«Baja la correa y apunta a la chica con el dedo.
—¡Eres mi mujer, tú! ¡Y hago contigo lo que me da la gana! ¡Te voy a moler a palos! ¡Porque quiero! ¡Porque yo quiero! ¡Vas a aprender, tú!»
(pág. 64)

La miel y el cuchillo, Serie Bellón, Julián Ibáñez García
Hay ocasiones en que se me acumulan lecturas de las que no he realizado reseña. Ese ha sido el caso en esta ocasión. El motivo creo que ha venido dado por mi deseo de avanzar con rapidez en el "Reto Autores de la A a la Z". Es un reto divertido que consiste en completar el abecedario con las iniciales por las que son conocidos los escritores. El problema aparece cuando hay una inicial difícil de cumplimentar porque autores con esa inicial o no están en mis planes de lectura o simplemente no conozco ninguno con ese nombre y me veo obligado a tirar de catálogo y escoger más o menos al azar alguno de ellos.  Es lo que en esta ocasión me ha ocurrido con Julián Ibáñez, autor que conocía sólo de nombre [en la lejana fecha de abril de 2014 citaba su nombre en una entrada que se puede leer aquí], pero del que nada suyo había leído. La I inicial de su apellido me venía al dedillo; así que cuando vi su nombre en una lista de españoles de noir me pareció una buena opción, como así ha sido en efecto.


Julián Ibáñez: "Sindy la colegiala" (#Bellón 2)

El escritor
Nació en Santander en 1940. Estudió interno en el Seminario de jesuitas de Carrión de los Condes. Que un niño estudiase en un Seminario religioso no era inhabitual en la España franquista. Los hijos de labradores y, como en el caso, de Julián, de perdedores como sus padres de la reciente guerra civil que se las veían canutas para poder dar de comer a sus hijos al haber sido apartados de los puestos que ocupaban durante la República. Los padres de Julián Ibáñez eran maestros republicanos y el franquismo laminó a ese gremio, y entregó la enseñanza a las congregaciones religiosas. Pese a esta formación en el seno de los jesuitas, el autor de "Sindy la colegiala" siempre se ha confesado ateo.

Su formación universitaria lo fue en el campo de las Ciencias en la Universidad de Valladolid. Ya en Madrid se formó en la Escuela de Cine en escritura de guiones cinematográficos.
Antes de asentarse en la capital de España trabajando profesionalmente en la industria del Cine como meritorio, ayudante de dirección, y escribiendo guiones, dice de sí mismo cuando es preguntado que se pasó 12 años viajando y viviendo por Europa, ocupado en los más diversos oficios: de vendimiador en Francia, trabajando con visones en Suecia, recolector de patatas en Inglaterra, friegaplatos, etc... 

Empezó a escribir novela negra a partir de 1980. Se engloba dentro de la generación de autores que renovaron el género en España a la muerte de Franco. Sería, pues, compañero de Manuel Vázquez Montalbán, Francisco González Ledesma, Juan Madrid o Andreu Martín


Sinopsis de la novela (proporcionada por la propia editorial)
Bellón está atrapado. Una misteriosa mujer de aspecto aniñado tiene una información que puede condenarle a dormir sobre jergón una larga temporada. Nadie pronuncia la palabra chantaje cuando la mujer niña se limita a hacerle un encargo aparentemente sencillo: que entregue un abultado sobre a una camarera de El Elefante Blanco... Bellón quiere conocer el contenido del sobre. Lo abre y se encuentra. con la Bomba Atómica.
Cuando Bellón está a punto de ser atrapado, la mujer niña le abre la puerta por donde puede escapar. Pero mejor la hubiera dejado cerrada...

Dos sensaciones he tenido según leía esta novela de Julián Ibáñez. La primera, que es deudora del policíaco español de los cincuenta y sesenta del siglo pasado que con tanto éxito de público se difundía en kioskos en esas ediciones características de bolsillo de la editorial Bruguera; la segunda, que en ella es patente el realismo sucio de un Raymond Carver y la denuncia social de por ejemplo Chester Himes, perfectamente combinados con las características de la genuina novela negra norteamericana tipo Raymond Chandler y/o Dashiell Hammett. La novela negra clásica norteamericana tuvo enorme difusión en España a partir de los años 40 con versiones cinematográficas de sus novelas a través de películas como "El sueño eterno" de Howard Hanks.
 
Es una novela cuyo protagonista es claramente un antihéroe. Se trata de un delincuente, de un marginado, de un matasiete, que igual actúa de sicario que chulea mujeres. Nada más comenzar el relato lo vemos acabando de realizar un encargo con resultado de muerte que le habían hecho; a continuación actúa de viajante trasladando mujeres angoleñas desde Portugal hasta Madrid donde las deposita en una pensión para después llevarlas al puticlub El elefante blanco en el que a partir de la noche trabajarán de camareras y de lo que se tercie. Estas mujeres a veces -casi siempre, la verdad sea dicha- son objeto de subasta entre los proxenetas de la zona. Él mismo se encapricha de una que le pide que la compre y ahí, al carecer de suficiente dinero con que pagar, comienzan buena parte de sus problemas. Sea como fuere el caso es que este ser marginal va saliendo con suerte de los aprietos en que se va encontrando.

Una novela de suspense como ésta no admite contar mucho de ella a no ser que se quiera destrozarla y estropear el placer de leerla por uno mismo. Yo no lo haré, por supuesto. Sólo diré que en el relato se hace realidad el dicho bíblico ''No hagas a otro lo que no quieras que te suceda a ti''. Bellón, trapacero y maestro de la doblez y el engaño, sufrirá en sus propias carnes aquello mismo que él, con arte, practica. El sexo que Irene, la bella mujer con aspecto aniñado, le ofrece más el dinero con que lo engatusa harán que su mente no muy clara de habitual dada su adicción a las cervezas de alta graduación y la necesidad que siempre tiene de dinero para quemarlo en las máquinas tragaperras o en el giley (juego antiguo de naipes) en el que de habitual se juega los cuartos este hombre, serán los elementos dinamizadores de la trama.

Erotismo en la novela negra, hard boiled, realismo sucio
"Sindy la colegiala"
de Julián Ibáñez es la primera novela que leo de la serie Bellón escrita por este escritor santanderino de 81 años. Es un genuino representante del hard boiled español. De éste mi primer contacto con él he salido reconciliado con el género, que emerge de su pluma con todas las características del mismo: corrupción policial, bajos fondos de la sociedad, garitos, bares de carretera, puticlubs, pensiones donde no se pregunta, prostitución de calle, chaperos, tráfico de mujeres, sexo, alcohol, juego, erotismo.... Quizás sea el erotismo característica importante en la novela; un erotismo callejero y de clubes de alterne, barriobajero, de menores, hetero y homosexual. Es este erotismo movilizador esencial de los comportamientos de los personajes, en especial del de Florín Bellón.

La novela se lee muy bien y rápido. A veces da la sensación de estar escrita también de manera muy rápida. Es seguro que leeré alguna más de la serie o al menos del autor para ratificarme o no en esta impresión inicial. Es una clara muestra de la evolución experimentada por esas novelas de kiosko de los años 40 y 50 escritas por españoles que firmaban Edward Goodman o Eddy Thorny (Eduardo de Guzmán), Mark Halloran (Jordi Gubern), Peter Debry (Pedro Debrigode), P. Duke (Fidel Prado Duque), Siver Kane (Francisco González Ledesma) o Lou Carrigan (Antonio Vera) por eso de que entre nosotros lo foráneo siempre ha gozado de más prestigio que lo nacional. Al menos así fue hasta los años 70 en que parece que los escritores se quitaron esa pesada carga, ese complejo de inferioridad, que les oprimía. Lo definitivo, al decir de Manuel Blanco Chivite, fue que estos escritores «prácticamente, no descubrieron a los grandes del género hasta después de la muerte de Franco, cuando las traducciones nos [los] volvieron a traer». Se refería Blanco Chivite, naturalmente, a Chandler y Hammett.

La novela se publicó en 2003 con el título de La miel y el cuchillo aunque la edición que yo he manejado -la edición de kindle- aparece con el de Sindy, la colegiala, quizás por, en opinión del editor, tener mayor tirón que el otro. Es la segunda o tercera que tiene por protagonista a Florín Bellón. La serie se compone por ahora de los siguientes títulos: Entre trago y trago (2001); La miel y el cuchillo (2003); El soplón (2000); El viejo muere, la niña vive (2014); Todas las mujeres son peligrosas (2015); Gatas Salvajes (2015); Canino (2016); El matón al que engañaban las mujeres (2017); La catequista (2018); Violentamente pelirroja (2018); Yo fui mercader de mujeres (2019); y La noche se llenó de sirenas (2020).
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7 jun 2021

El señor Nakano y las mujeres. Hiromi Kawakami

26 comentarios:

«Cuando eres joven, no eres consciente de que la gente muere. Pero cuando alcanzas cierta edad, los demás mueren con una facilidad pasmosa. De repente tienen accidentes, sufren enfermedades o se suicidan. Mueren en contra de su voluntad o por causas naturales con mucha más facilidad que cuando eres joven.» (Masayo en el cap. El vestido)

La autora
Hiromi Kawakami (Tokio, 1958) inició su trayectoria literaria a mediados de los años noventa, tras haber estudiado ciencias naturales e impartido clases de biología. Así, con la publicación de su debut, Kamisama, en 1994, Kawakami se ha convertido en una de las autoras japonesas más populares del mundo. Admirada por público y crítica, ha recibido varios galardones, como el Premio Tanizaki (2001) o el Premio de Literatura de Asia (2012). Entre sus libros más destacados se cuentan Abandonarse a la pasión (1999), El cielo es azul, la tierra blanca (2001), Algo que brilla como el mar (2003) y El señor Nakano y las mujeres (2005).

 
Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)
Cuando Hitomi empieza a trabajar en la tienda de segunda mano («Esto no es un anticuario», remarca su propietario), entra en un mundo muy particular. Allí habitan el señor Nakano, un enigmático hombre con varias exmujeres; Masayo, su hermana, una artista que nunca se ha casado, y Takeo, el otro empleado del establecimiento, un chico joven, tímido pero encantador.
Cada día, clientes del vecindario entran y salen del mismo modo que los objetos, cada uno con su historia única, se compran y venden. Así, la historia entre Hitomi y Takeo se mezcla y confunde con muchas otras.

Mi comentario
Los personajes se llevan bien, se enamoran, tienen momentos de ternura... Todo esto en un contexto real, quiero decir, nada exagerado, impostado, o falseado. La narradora es Hitomi, una chica joven que se siente atraída por Takeo, su compañero de trabajo en la Prendería Nakano. Nakano es el comerciante dueño de esta tienda de objetos de segunda mano. Es un hombre que tiene feeling para con las mujeres. Ha tenido múltiples relaciones. Es habitual en él decir a sus empleados algunas tardes que tiene que ir al banco, un banco peculiar pues es un eufemismo bajo el que esconde sus citas amorosas. En este momento está en relaciones con Kikomi, que tiene una tienda de antigüedades. Nakano pone mucho énfasis en diferenciar su tienda de la de una de antigüedades. Hay un quinto personaje muy importante en el relato; se trata de Masayo, hermana de Nakano, una mujer de más de cincuenta años que es amante de Maruyama. En su relación con ella Nakano se interesa mucho por cómo le va la relación con Maruyama. Y para sonsacarla utiliza a Hitomi que se hace la encontradiza o la visita en su casa para trasladarle a Nakano la situación emocional de Masayo. Como se ve es una novela de relaciones en la que cada uno de los cinco personajes principales desarrolla, pivotando siempre alrededor de la tienda, otra serie de relaciones de lo más naturales todas ellas.

La Prendería Nakano es un negocio de otro tiempo y sus métodos comerciales -acudir a vaciar pisos por cuyo contenido Nakano ofrece una cantidad no muy elevada para luego vender los objetos en el negocio a los clientes- también están ya algo caducos. En el relato vemos como Haruo Nakano va haciendo uso cada vez más de la página web de subastas de Tokizo, a quien ha conocido a través de Kikomi, para vender piezas subastándolas al mejor postor. También su manera de relacionarse con las mujeres es algo antigua pues siendo él muy liberal en sus hábitos amorosos sin embargo no admite que las mujeres también puedan serlo y no entiende que una mujer pueda ser autora de un relato erótico. Cuando conoce tal cosa de Kikomi su concepción de la femineidad se le viene abajo, aunque tal cosa le hará evolucionar en sus arcaicos planteamientos. 

La autora utiliza la figura de Haruo Nakano para presentarnos comportamientos femeninos distintos a los tradicionales en los que este hombre parece haberse quedado varado. Vemos a estas tres mujeres -Hitomi, Masayo y Kikomi- actuar desde sí y por ellas mismas. Hitomi se siente atraída por Takeo e ideará fórmulas para estar con él, es decir, es sujeto activo en la relación. Masayo es una artista dedicada a la confección de muñecas que llega a exponer de manera exitosa; en su relación con Mayurama se la ve independiente pero muy enamorada de este hombre. Y Kikomi será quien, como ya he dicho, hará evolucionar a Nakano y sacarlo de sus posiciones ultraconservadoras. 

La novela está formada por doce capítulos que a mí en muchas ocasiones me han dado la sensación de ser relatos independientes unidos en esta narración por estos personajes presentes en todos ellos y por esa sensación de mundo rutinario que es la vida de las personas normales como ellos. Esta impresión la he visto incrementada al leer en ocasiones frases prácticamente idénticas repetidas en varios de los capítulos. Así me ha sucedido con la frase «cuando Masayo estaba detrás del mostrador los clientes compraban más, como si ejerciera un poderoso influjo sobre su voluntad.» repetida en tres o cuatro ocasiones a lo largo del libro dándonos una información desconocida y pertinente la primera vez  pero totalmente prescindible por redundante en los siguientes casos. 

En el terreno narrativo según leía la novela en varios momentos he sido consciente de que Hiromi Kawakami hace uso del recurso -¡tan cervantino!- de las historias intercaladas. Así la narradora en primera persona que es Hitomi tras hablarnos de algún nuevo personaje en ocasiones introduce una historia ajena al discurrir fundamental del relato. Un ejemplo aparece en el capítulo El cuenco cuando un joven cliente lleva a la tienda un cuenco diciendo que no quiere que lo vendan, sólo que lo expongan. Ante tan insólita petición Masayo le dice al joven que seguro que el objeto tiene una historia detrás y le invita a contarla («Nos gustaría escucharla»). Y la narradora Hitomi da paso a la historia con estas palabras: «Así fue como el joven nos contó, despacio y titubeando, la historia del cuenco» comenzando a continuación dicha historia contada, naturalmente, en tercera persona.

Marina Bornas Montaña (traductora)
La traducción la hace Marina Bornas Montaña (Tarrasa, 1983). En general hace una traducción muy aceptable logrando transmitir la delicadeza de la cultura japonesa representada especialmente en los personajes de más edad frente a la que existe en mucha menor proporción en las generaciones representadas por Hitomi y Takeo. Muy bien la traslación al castellano en general, aunque me ha chirriado un poco -bastante, si soy sincero- que una o dos veces escriba "los más buenos" en vez del correcto "los mejores". No logro explicarme la razón de tal error. No sé si quizás el hecho de que Marina sea la traductora de Kawasaki al catalán haya podido influir. Pero tampoco lo creo pues en catalán existe "els millors". ¿Entonces? Bueno, sea la razón que sea lo que hay que procurar siempre es utilizar el idioma con corrección y no valen disculpas en literatura. 

Final
Poco más puede decirse de "El señor Nakano y las mujeres" para cerrar esta breve reseña. Sólo quisiera resaltar que es un libro amable, delicado, en el que lo que se muestra es la vida ordinaria en el Japón de hoy. En mi opinión es una muestra de literatura feelgood y como la mayor parte de las obras de esta tendencia la novela de Hiromi Kawasaki se lee con muchísimo gusto, si bien con el paso del tiempo obras como ésta no se recuerdan tanto como las que relatan sucesos más impactantes.

1 jun 2021

Patricia Benito. "Primero de poeta"

26 comentarios:

«Primero de poeta es una nana para uno mismo: los sueños de la imaginación producen niños, niñas mejor; y Patricia ha dibujado su camino con tizas de colores que se difuminan al primer beso, aquí aprendí a bailar yo, te dice, y se encoge de hombros ante ningún hombre mientras de la regadera saca una sonrisa que se enreda en tirabuzones y salpica, coges aire, y pasas a la siguiente poesía» (Escandar Algeet, prólogo al poemario)

Apunté en mi lista de libros pendientes a Patricia Benito, "Primero de poeta", ahora mismo no recuerdo cuándo ni viniendo de quién. No conocía a la escritora pero la referencia a ella que acababa de leer en un blog me pareció interesante. No sé si ya mientras leía esa entrada o quizás como consecuencia del tiempo transcurrido, el caso fue que mi cabeza, equivocadamente, insistía en decirme que era una novela. Con esta idea me acerqué a mi biblioteca municipal y me entretuve buscando la signatura N BEN pri que como es lógico no encontré a pesar de saber que estaba en los fondos del centro. Consulté al bibliotecario, quien amablemente me dirigió a la sección de Poesía. Como se ve, llegué a la autora y a su obra por pura casualidad y completamente desorientado. Pero me alegro del hallazgo.

Patricia Benito
De sí misma dice en su web y en la solapa de la sobrecubierta lo siguiente:
Nací en una isla y no sé nadar. He vivido en tres ciudades, nueve hogares y alguna casa. Me he enamorado una vez. He bajado corriendo de un tren en llamas y he visto explotar una bomba. No creo en las cosas que duran para siempre. O sí, no lo sé. Las fresas, con leche condensada. Cada cierto tiempo necesito cambiar cosas de sitio, ya sean muebles, personas o toda mi vida. Si no viajo, no puedo respirar. Tengo incontinencia sentiverbal. Me pierdo en cualquier atardecer, a ser posible con mar. Prequiero demasiado rápido y desquiero demasiado lento. No recuerdo la última vez que me dormí pronto. Mido el tiempo en medias cervezas y no hago planes a más de cerveza y media. Lloro en las manifestaciones cuando oigo a Labordeta. Te necesito cerca, pero no encima. Siempre voy con el más débil. No imagino un mundo sin queso, ni sin chocolate. Casi siempre es mejor dar que recibir, y no estoy hablando de sexo; no solo de sexo. La reina de mi casa es una gata coja que no para de ronronear. La empatía debería mover el mundo, no solo el mío.


Y en la contraportada de la edición realizada por Aguilar en la colección Verso&Cuento sobre la obra que tenemos en nuestras manos aparece a modo de resumen o síntesis:

Patricia Benito, Primero de poeta, Poesía pop
Primero de poeta
son todos los papeles que rellené y quemé, todos los pasos que no di, las vidas que perdí. Todas las declaraciones de amor que callé, los sueños que rompí, los miedos de los que aprendí. Es mi impaciencia, mis ganas de sentir y el pánico. Es descubrir que mis miedos siempre ganan la partida. Es empujarte a que te vayas por si te acercas demasiado. Es querer que te acerques demasiado. Primero de poeta son todos mis errores. Y mi cura.


Con estos preavisos abrí el libro que está bellamente editado, con una estética muy cuidada, elegida por la propia autora. No hay que olvidar que los 67 poemas que componen el volumen salieron a la luz por vez primera autoeditados por ella misma con la única finalidad en principio de regalarlo a familiares y amigos más allegados. El resto de los 300 ejemplares que realizó los ofreció al público a través de Amazon con la equivocada seguridad de que apenas vendería alguno y que ahí acabaría todo. Pero no fue así... Os recomiendo, si queréis conocer la aventura física de Primero de poeta, que paséis por "Lecturàpolis", el blog de mi amiga Marisa G., y leáis la excelente entrevista que en las fechas de publicación del poemario por Random House/Aguilar realizó a la escritora [os dejo aquí el enlace].

Mis impresiones
He leído las cerca de setenta composiciones que componen el libro con fruición, con gusto, con emoción, con mucha emoción a veces, con simpatía siempre, con admiración, con reconocimiento de situaciones, con empatía, con una enorme satisfacción. Me ha parecido un poemario sincero, fresco, auténtico, en el que el yo lírico de Patricia se desnuda ante los lectores y para sí misma -que en principio iba a ser su única lectora-. Me parece que ha sido muy valiente al mostrar sin doblez sus inseguridades, sus más recónditos deseos, sus errores, sus malas decisiones, sus aciertos -pocos, pero también hay alguno especialmente en las poesías finales-. Y fuera de lo estrictamente personal me ha satisfecho mucho leer, poéticamente expresadas, reflexiones sobre aspectos variados (el trabajo, la política, la sociedad...). 

Además de por los asuntos, me gusta la manera de presentarlos, y más teniendo en cuenta la bisoñez de la autora, su juventud, no siendo ella -le dice a Marisa G. en la entrevista de 'Lecturápolis'- lectora de poesía en la época inmediatamente anterior a la composición del libro. Muchos de los poemas es evidente que están en deuda con la cultura popular contemporánea. La socialización en los bares, el tiempo pasado en ellos medido en cervezas consumidas, los chupitos de la noche, las canciones populares, la música pop..., todo esto aparece citado directa o indirectamente en varias composiciones. Al menos cuatro claras referencias musicales recuerdo ahora: Sabina, Serrat, Marwan y Ella Baila Sola.


El inconfundible ritmo sabiniano a base de repeticiones anafóricas es claramente perceptible en varios de los poemas. También en muchos de los asuntos se vislumbra al «tito Joaquín» («Y empieza a sonar Peor para el sol // A veces se nos olvidan las lecciones / que nos da el tito Joaquín», en el poema 'margaritas'). Y lo mismo sucede con los temas Amores de barra de Ella Baila Sola (poema 'historias de barra'),  Mediterráneo de Joan Manuel Serrat (poema 'nació en el Mediterráneo'). Es este último poema uno de los que más me han impactado; todo en él me ha tocado la fibra: el asunto, el tono empleado, la música subyacente en el mismo del hispano-palestino Marwan, a quien personalmente yo no conocía hasta ahora, y a quien Patricia homenajea incluyéndo el título de su canción "Mi columpio" en uno de los versos («El columpio de Marwan»). 

Utiliza recursos en algunos de los 67 poemas que me parecen relevantes y que hablan muy bien de las cualidades poéticas casi innatas de la autora:
  • Juegos fonéticos y ortográficos creando ambivalencias significativas muy interesantes: «siempre acabas contando ve(i)nte» (poema ‘parchís‘).
  • Variaciones sobre frases tomadas de la cultura pop. En el poema 'piedra, papel o te quedas', por ejemplo. 
  • Volver el lenguaje del revés, dislocarlo, sorprender la lógica: «Abrazos de despegue a trompicones / y aterrizaje sin motor» (poema 'reencuentros'). 
  • Violencias morfológicas: «O que cambiemos los debos por los quieros / y los miedos por los puedos» (poema 'dificil'). «Contigo, sí / Portigo, no.» (poema 'hoy').
  • Juegos morfo-sintácticos: «Quiero verte joder. Quiero verte, joder» (poema 'ahora')
  • Uso frecuente del oxímoron, de la antítesis, en sintonía -aun sin saberlo de modo consciente-con las declaraciones amorosas de los místicos:  «Madrid, me mata tan dulcemente que siempre quiero volver» (poema ‘año nuevo') 
Contiene la obra algunos poemas en prosa ('año nuevo', 'historias de barra', 'donde se ordena todo' e incluso 'gracias', al final del poemario, donde de forma indudablemente poética expresa agradecimientos mil a cuantos personal o profesionalmente la han ayudado a sacar adelante el proyecto). Tanto este "poema-epílogo" suyo como el que firmado por el poeta Escandar Algeet abre el libro -"poema-introducción", podría denominarse- sirven para dejar los 67 que constituyen el cuerpo de la obra perfectísimamente enmarcados. 

Poesía amorosa actual, poesía feminista
Por muchas razones, merece la pena pararse en la introducción firmada por el poeta hispano-sirio Escandar Algeet. La primera es la de enterarnos que la vocación poética se manifestó en Benito, cual caída de Saulo del caballo camino de Damasco, tras asistir en Logroño a un recital de poesía de este autor. Lo que decía Algeet en sus poesías, su personalidad, la manera de utilizar el idioma, la fuerza de las palabras y de las frases que formaban sus versos, le descubrieron y despertaron dentro de sí la necesidad de volcar su interior en este formato literario que hasta entonces no había utilizado. Ella -confiesa- siempre había sido muy cerrada para hablar de sentimientos, pero esta experiencia le supuso una epifanía que al cabo del tiempo quedó plasmada en este "Primero de poeta". 

Personalmente nada he leído de Escandar Algeet, pero, simplemente leyendo el prólogo que le escribe a Patricia, reconozco el atractivo de su literatura. Para empezar el título es hermoso por demás, «los sueños de la imaginación producen niñas que bailan», y luego, a lo largo de las tres páginas del mismo dice cosas muy hermosas sobre la poesía contenida en el libro: 
«Imaginar tiene mucho que ver con jugar. Recordar con vivir. Y vivir, sólo se siente en presente y se anhela en futuro. Imaginar un recuerdo es de primero de locura. Que un recuerdo imaginado no te cierre los ojos sino al revés: te los abra. Es de primero de utopía. Crecer tiene mucho que ver con caminar. Y el camino parte de, pero sólo tiene sentido con un hacia a. Reconocer que los ojos están en los ojos que la miran es de primero de poesía
Ha sabido Algeet captar la esencia de la poesía de Benito, asumirla e integrarla en su propia expresión, de manera que leyéndolo no sabemos en verdad en qué dirección, deliciosamente confusa, circulan las influencias. Escandar Algeet posee un bar en Madrid, Aleatorio, en el que se realizan muchas actividades culturales y recitales de poesía. Mirando en wikipedia aprendo que este poeta de madre española y padre sirio, nacido en Palencia en1984, tiene a día de hoy nada más y nada menos que seis poemarios en el mercado: Alas de mar y prosa, 2009; Un invierno sin Sol, 2013; Ojalá joder, 2015; Y toda esa mierda, 2015; La risa fértil, 2017; y Hogares, 2021. ¡Y yo sin conocer ninguno de ellos! Habrá que ponerle remedio.

Destacan en la poesía de Patricia Benito una serie de lugares poéticos ('topos', se dice con tecnicismo literario) que aparecen con insistencia: 'mariposas' («mientras piensas que puede, tal vez, quizás / le dejarías abrir la jaula de las mariposas»); los 'bares'; el 'tiempo': medido en consumiciones («Dos cervezas más allá», «Un cubata y unas patatas más allá», «Una cerveza y media más tarde»…), o en su sentido más amplio («A mi yo del pasado, por tropezar hasta aquí / A mi yo del presente, por ser feliz / A mi yo del futuro.  Ay.»); y muy importante el 'carpe diem' en una doble dimensión: la personal, tantas veces contradictoria («Yo, / que no me quito el Carpe diem / de la boca cuando es la teoría, / qué mal se me da la práctica a veces.», poema 'Primero de poeta'), y la que predica a los demás e intenta ella misma aplicarse sin lograrlo siempre («Vive, joder. Vive. / Y si algo no te gusta, cámbialo. / Y si algo te da miedo, supéralo. / Y si alguien te enamora, cúidalo.», del poema 'vive, joder. Vive'). 

Como anécdota, relatada por la propia autora, decir que los dos primeros versos de este poema fueron utilizados duraante un tiempo por la empresa 'Natura' en su página de Facebook. Cuando Patricia Benito se enteró se puso en contacto con ellos a través de esa red social y les envió un ejemplar del libro para agradecérselo;  ellos la animaron a vender el libro en sus tiendas. Fue esto el inicio del éxito de la obra. 

Es Patricia una mujer muy de frases, algo que en algunos momentos me ha llevado a ver su libro como un mero manual de autoayuda. No quiero que esto sea interpretado como negativo, pero es verdad que mucho de lo que hay en este libro primerizo que llega a emocionar por su sinceridad y espontaneidad se queda en esas frases tan habituales en las redes y que los usuarios de las mismas rebotan y rebotan hasta el infinito. En concreto, la citada de "Vive, joder, Vive" ha trascendido el mundo poético para ser objeto de merchandising en camisetas, bolsos, libretas... que se pueden adquirir en la página web de la mismísima Patricia [por si alguien tuviera interés aquí dejo el enlace]. Yo, debo reconocerlo, soy antiguo para esto y como que no aplaudo este mercantilismo, si bien entiendo que hay que vivir y que la ocasión la pintan calva. 
Tiendas Natura, Arte y merchandising, mercantilización de la cultura
No me extraña en exceso esta deriva hacia el consumismo de Patricia, a pesar de haber colaborado activamente con sectores socio-políticos que -dicen- luchan contra ello. Todos tenemos contradicciones. Y hay que admitir el derecho que cada quién tiene de elegir esto o aquello. Digo que no me extraña, entre otras razones, dado el gran aprecio que la autora muestra por Charles Bukowski -novelista creador de muchas frases exitosas-, escritor del 'dirty realism' norteamericano cuya actividad pública aparte de la literatura buscaba por encima de todo el beneficio económico. Es así el mundo que nos hemos dado, y todos transitamos por las paradojas.

Para finalizar
Todo el poemario está bajo una de las afortunadas frases de Charles Bukowski referida en esta ocasión a la relación interpersonal. Una frase preciosa y magnífica. Otras dos citas incluye en el libro la autora: una de la fotógrafa Emilia Galindo en forma de foto-relato; y otra cita más en esta ocasión sacada de un poema de su valedor Escandar Algeet. Estas citas, junto a una serie de páginas de color negro que incluyen el título del tema que tocan los poemas que siguen, sirven para estructurar el poemario en partes bien diferenciadas. 

El libro, bellamente presentado con los títulos de los poemas en vertical en las páginas impares y horizontal en las pares, se completa con unas muy buenas fotografías realizadas por la propia escritora, por Emilia Galindo la de su foto-relato, y por Sol Salama la que a doble página antecede a la última parte del poemario. Los poemas de esta última parte del poemario muestran ya a una mujer que ha madurado, ha superado sus inseguridades, y que parece pisar ya tierra firme. Ha llegado a la estoica conclusión, muy en línea -¡hay que ver cómo se cruzan unas lecturas con otras!- con lo que preconizaba Emerson con su "huerto" [leer aquí la reseña que sobre "El huerto de Emerson" de Luis Landero tengo publicada en este blog], de que «el secreto de la felicidad / debe ser algo así como / QUERER LO QUE TIENES.». 

En Primero de poeta se ve a una mujer que crece a lo largo de sus poemas a base de caídas, de errores e incertezas. Una mujer que recuerda al inicio sus errores («Y no, / no fue tonto pensar en ir. / Fue tonto no ir.») y que en la última parte del poemario ha agarrado el toro por los cuernos y -usando una expresión muy de hoy aunque ya algo sobada- se ha empoderado. Es ahora cuando su Feminismo se hace patente. Estamos leyendo poesía feminista. La Pat del principio se ha trasmutado en una mujer que se siente y se quiere libre de tutelas. Es ahora una mujer que toma decisiones y se pone el mundo por montera sin estridencias, como debe ser: «Tú tan de hielo, / yo me derrito de ganas. / Tú con tus miedos, / Yo con la cara marcada. / Tú tan princeso / y yo tan republicana» (poema ‘sin perdices', pag. 104).

Patricia Benito. "Primero de poeta"