30 mar 2022
Películas que me han gustado + ó - (A pares XXVII)
23 mar 2022
Sandro Veronesi. "El colibrí"
«Y al final llegó. Llegó la llamada de teléfono que todos los padres temen como temen el infierno, porque esa llamada es el infierno, es la puerta del infierno, que por suerte les llega a pocos, aterroriza a todos pero solo les llega a unos pocos padres desgraciados, predestinados, marcados, les llega sólo a unos pocos desventuradísimos padres abandonados de Dios, pero todos la temen, la temen sobre todo cuando llega en mitad de la noche» (Cap. “Shakul & Co.” [2021])
De Sandro Veronesi (Florencia, 1959), autor de "El colibrí", se dice en la propia edición de la novela cosas de interés como que hizo estudios de Arquitectura aunque nunca llegó a ejercer la profesión pues desde 1988 su dedicación exclusiva ha sido la escritura convirtiéndose en uno de los mejores novelistas italianos de su generación así como en un reconocido ensayista.
Con "El colibrí", aparecido en Italia el año 2019 y un año después publicado en España por Anagrama en traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona, ganó el más prestigioso premio literario italiano, el Premio Strega. Este galardón ya lo había alcanzado Veronesi catorce años antes con "Caos Calmo", novela suya también publicada por Anagrama en traducción de Xavier González Rovira. Como curiosidad, para nada menor sino en mi opinión muy significativa, decir que "El colibrí" ha sido distinguida en Francia con el Premio Fémina.
El colibrí
Sinopsis (proporcionada por la propia editorial Anagrama)
Mi comentario
[El barrio de Trieste de Roma] «Es un barrio que siempre ha oscilado entre la elegancia y la decadencia, el lujo y la mediocridad, el privilegio y la vulgaridad, y de momento no digamos más: de nada sirve seguir describiéndolo, porque hacerlo al principio de la historia podría resultar aburrido, incluso contraproducente.»
O sea, pura metaliteratura. Sí, de esto hay mucho en esta novela que, aunque se presenta como un desordenado puzzle de 46 piezas al ir seguido el título de cada una con el año en que lo que vamos a leer se produjo, se lee muy bien sin correr el lector ningún riesgo de perderse en lo que a la vista del índice pareciera un laberinto imposible. Pues no, no es imposible y tampoco es un laberinto. Lo que sucede es que Veronesi ha ideado un sistema quebrado y discontinuo para darnos las informaciones precisas. A veces anuncia que, bueno, que sí, que esto ahora no lo cuento, pero ya lo veréis un poco más adelante, ahora me basta con anunciarlo como de pasada:
««hay que contar cómo se conocieron Marco y Marina, y se enamoraron, se juntaron y se casaron, solo que conviene no encariñarse con el relato, porque a partir de cierto momento dejará de serlo. [...]» (en pág. 81)
Tras estos anuncios, estas incompletas anticipaciones, según vamos leyendo ansiamos alcanzar las páginas en que las tales notificaciones se expliciten Así nos atrapa Sandro Veronesi en la lectura de su novela. Tan es así esto que a veces -al menos a mí tal cosa me ha ocurrido- un hecho o un personaje se nos antoja perdido u olvidado por el autor dado que su deriva narrativa está incompleta para el lector. Así me ha sucedido con uno relevante, Duccio Chilleri, amigo de la infancia de Marco al que el resto de compañeros de colegio consideraban portador de la mala suerte («aquellos jóvenes de finales de los años setenta del siglo XX creían realmente que Duccio Chilleri era gafe») y por eso lo evitaban. Pasan las páginas y el personaje tras haber sido importante durante la adolescencia y primera juventud de Marco parece que no vuelve a aparecer. Pero no, Sandro Veronesi no lo ha olvidado y su recuperación a pocas páginas del final conformará un momento ciertamente importante en la evolución de Marco Carrera.
Quizás lo que acabo de decir se explique porque el novelista construye la novela lanzando una serie de cabos que afectan a unos u otros personajes que, aunque siempre en relación con Marco, al ir alternando los tiempos pareciera que quedan como suspendidos en éste sin concluir completamente su participación en la historia. Sin embargo según pasan las páginas se va comprobando que todo se va cerrando debidamente, aunque, claro, siempre habrá alguno que quedará para el final como sucede con la peripecia del gafe Duccio Chilleri.
En general la mayoría de los personajes -y son muchos- están bien caracterizados. Tenemos para todos los gustos: una madre y esposa de Marco peculiar y algo desequilibrada: Marina; una hermana, Irene, cuyo trágico final condiciona la vida de todo el grupo familiar y muy especialmente la del protagonista; Probo y Letizia, padres de Marco, cuyo matrimonio se tambaleará precisamente por discrepancias sobre cómo abordar el lento desarrollo de Marco; Luisa Latte, el amor imposible de Marco; Giacomo, el hermano enfadado con Marco desde que ambos se enamoraron de la misma chica durante su adolescencia; un psicoanalista que por ayudar a Marco se juega su carrera, Daniele Carradori; etc. De todos ellos es Giacomo el personaje que resulta más desvaído dada su voluntaria mudez, su falta de interacción a pesar de los múltiples requerimientos de que es objeto por parte de su hermano Marco.
¿Qué es en realidad "El colibrí"? Esta es una buena pregunta, sí señor. En primer lugar diré que el título si bien se dice provenir de la manera cariñosa como Letizia llamaba a su hijo por los problemas que en su crecimiento corporal sufrió éste durante un tiempo, esconde otros dos sentidos en mi opinión importantes para la comprensión de la novela. Uno viene dado por la leyenda azteca que Luisa en una de las cartas que envía a Marco le cuenta a propósito de lo que para esta antigua cultura significaba ser un colibrí: «la mayor recompensa que recibían quienes morían en combate era convertirse en colibrí»; Luisa, con la que en ese momento hace ya cuatro años que no habla se lo dice para animarle en la lucha que él está llevando atendiendo a sus progenitores gravemente enfermos de cáncer. El otro sentido escondido que veo en el título trasciende la propia anécdota del crecimiento y/o la lucha heroica contra las adversidades que Marco afronta y quedaría referido más a la estructura o composición decidida por el autor para presentarnos la historia. Igual que el colibrí pájaro es capaz de permanecer inmóvil en el espacio volando hacia atrás incluso, este relato se ha construido con idéntica técnica: Marco está inmóvil, se ha quedado parado en el mundo en un momento del tiempo y a su alrededor gira todo que él, inmóvil, observa y asume. La misma Luisa en una de sus cartas finales se lo dice para de paso también explicarse a sí misma:«Y así he comprendido (por eso te escribo de pronto, aunque no sé si me responderás) que eres realmente un colibrí. [...] Pero no por las razones por las que te pusieron este apodo: eres un colibrí porque, como el colibrí, pones toda tu energía en quedarte quieto. Setenta aleteos por segundo para quedarte donde estás. En eso eres formidable. Consigues quedarte parado en el mundo y en el tiempo, consigues parar el mundo y el tiempo a tu alrededor, a veces incluso consigues remontar y recuperar el tiempo perdido, igual que el colibrí es capaz de volar hacia atrás. Por eso da tanto gusto estar a tu lado.»
En mi opinión esta novela es también un variado muestrario de distintas manifestaciones de amor y amistad. Tenemos desde el absoluto y recíproco amor paternofilial existente entre Marco y su hija Adele a otro más conflictivo sufrido por los tres hijos de Probo y Letizia; amor quebradizo es el establecido entre Adele y Marina, su madre. Por medio tenemos uno grande, magnífico, extraordinario más por extraño que por otra cosa: el que mantienen Luisa Latte y Marco Carrera. Es éste un amor platónico, ideal, que niega el mutuo contacto físico a pesar de anhelarlo; es un amor contradictorio cuyo final [cuando leáis la novela veréis en qué para el mismo. No quiero destripar nada, amigos] se irá intuyendo en el discurrir de las comunicaciones postales que se cruzan los dos amantes. Una comunicación que, claro, como es propio del género epistolar utiliza la primera persona en los relatos o exposiciones que cada uno de ellos, Marco y/o Luisa, intercambia con el otro.
Es "El colibrí" una narración que cubre un período temporal muy extenso, setenta años, el tiempo medio de la vida de un hombre, que va desde la década de los años 60 del siglo pasado hasta el futuro año 2030. Durante estos años el mundo -Europa al menos- ha conocido un sinfín de transformaciones que de una u otra forma se tocan en el relato: la liberación de la mujer, la liberalidad en las costumbres, el auge de los divorcios, el consumo cada vez mayor del psicoanálisis y de la psiquiatría en un mundo cada vez más incierto y menos sólido, las diversas formas de constituir familias, etc. Dentro de estas transformaciones, de estos cambios, se hace hincapié en los aspectos culturales, en especial la música. En infinidad de ocasiones se producen referencias a temas musicales que Marco Carrera escuchaba en esos años que lo marcaron, esos años en los que como un colibrí ha quedado inmóvil, aleteando pero sin avanzar, sin moverse un ápice. Son temas que también sirven para observar el paso del tiempo. Como conocía muchos y son de mi gusto me he permitido confeccionar una playlist con ellos que espero que os agrade
Quizás lo que menos me ha gustado de esta entretenida y adictiva novela hayan sido las concesiones al pensamiento woke que parece hoy día generalizado y que por lo que veo en películas y leo en novelas actuales es "de obligado cumplimiento". Me refiero a las cuotas más o menos "obligatorias" de personajes diversos que actualmente las ficciones deben incorporar: cuota de negritud o de diversidad racial (Mariejin, la hija que Adele ha tenido por su propia cuenta, presenta rasgos que la acercan a la raza negra y también oriental), cuota de homosexualidad (el enfermero Rodrigo), cuota de feminismo (Adele y su hija Mariejin son muy distintas a por ejemplo Luisa Latte y a Marina), cuota de solidaridad y entrega desinteresada a los demás (Daniele Carradori infringe por pura amistad el secreto profesional. Carradori, además, viaja a Brasil en 2016 para colaborar con los habitantes de una pequeña localidad contaminada por un vertido tóxico), y así. Junto a estos cupos, sorprendentemente, al final del relato me topo con el tópico más tópico de lo español cuando refiriéndose a Rodrigo, enfermero que cuida a Marco leemos «Rodrigo, que ha venido de Málaga a propósito. Su historia es de locos: un padre ciego, una madre gitana que fue cantante, bailaora, artista callejera y —parece ser— amante de Enrique Iglesias». Y por si esto no fuera suficiente pareciera que Sandro Veronesi cae en la cuenta de que la novela se le va acabando y no ha cumplido con una de las cuotas woke cuando añade que Rodrigo tiene «un novio que es campeón de pelota vasca».
Para finalizar
La novela, podría decir que me ha agradado y me ha disgustado a partes iguales. Se lee con mucho agrado y es muy realista, aunque quizás el cúmulo de penas y desgracias que el personaje central debe afrontar en algún momento me haya parecido algo excesivo. Es cierto que el amor y la entrega amistosa desinteresada se muestra en los momentos duros, pero el pobre oftalmólogo Marco Carrera parece haberse hecho acreedor de todas las penalidades.
«un vía crucis, nunca mejor dicho, con sus estaciones correspondientes, que a menudo son muchas más de catorce: descubrimiento del mal, biopsia, resultado de la biopsia, consulta de especialistas, duda entre operar o tratar, decisión de operar o tratar, resultado alentador de la operación o de los primeros ciclos del tratamiento, descubrimiento de que, aunque se decidió operar, en cierto momento es necesario tratar, efectos secundarios del tratamiento, cambio del protocolo de tratamiento, descubrimiento de que, aunque se decidió tratar, en cierto momento es necesario operar, y así.»
Es tal el grado de melodramatismo que Sandro Veronesi insufla en "El colibrí" en esos momentos que he llegado a pensar que el escritor busca premeditadamente conmover lacrimosamente al lector y que por eso no rehúye para nada la crudeza con que presenta en el relato el dolor, el sufrimiento provocado por la enfermedad en el paciente oncológico y en quienes lo rodean. Es de un realismo -al principio hablé de neorrealismo italiano- que paraliza, que conmueve, que emociona, que traspasa al más pintado de manera quasi literal. Quizás, ya lo he dicho antes, algo excesivo en mi opinión. A su favor añadiré que estos momentos no son excesivos ni ocupan mucho espacio.
No quisiera que estas impresiones finales fuesen las que predominasen en mi valoración general. Por encima de ellas está la excelente estructura utilizada, el simbolismo del colibrí, el optimismo y buena disposición con que hay que afrontar las malas rachas de la vida, el levantarse cuando nos caemos, la elección libre en esta vida de nuestro destino siempre que nos sea posible, luchar por los demás, el amor y la amistad por encima de cualquier cosa... Y una cosa más que he dejado para el final que viene a enlazar con la cita que encabeza esta reseña y es la carencia en ciertos idiomas entre ellos el nuestro de un término para designar la orfandad de un padre o una madre cuando pierden a un hijo: 'Shakul & Co.' En fin, amigos, que merece la pena leer a Sandro Veronesi y su novela "El colibrí", os lo aseguro.
20 mar 2022
Día de la Poesía 21 de marzo de 2022
uno lo empieza a comprender más tarde
—como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
—envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
«Versillos del Monte de Perfección»
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.
Cuando reparas en algo
dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer.
Cuando ya no lo quería,
Téngolo todo sin querer.
Cuanto más tenerlo quise,
Con tanto menos me hallo.
Cuanto más buscarlo quise,
Con tanto menos me hallo.
Cuanto menos lo quería,
Téngolo todo sin querer.
Ya por aquí no hay camino,
Porque para el justo no hay ley;
Él para sí se es ley.
16 mar 2022
Emmanuel Carrère en la hora de Rusia y de Ucrania
«AL ESCRITOR EMMANUEL CARRÈRE LA GUERRA LE PILLÓ EN MOSCÚ. Y ALLÍ YA NADA SERÁ IGUAL
Miedo a estar en manos de un loco, miedo a que te espíen, miedo a quedarse atrapado. Los encuentros del cronista francés con sus amigos moscovitas destilan miedo. Y vergüenza porque estén lanzando bombas sobre Ucrania en su nombre» (EPS, domingo 12 de marzo)
«Esta no-ficción se centra en esos años tumultuosos durante los que un sistema político y económico de 70 años de existencia se transmuta en el opuesto de una manera salvaje y sin control. Al respecto no diré más, pero sí mostraré una cita extraída de esta novela que considero muy significativa:
- "De los sesenta y cinco años de esperanza de vida en 1987, el ruso varón pasó a cincuenta y ocho en 1993." (pág. 225)»
- “Una novela rusa”: Novela de No ficción de Emmanuel Carrère (julio de 2015)
- La Novela de No-ficción o Nuevo Periodismo (septiembre de 2015)
- Emmanuel Carrère: "El Reino", una exégesis (diciembre de 2015)
- "Limónov" de Emmanuel Carrère (abril de 2016)
13 mar 2022
Josep María Panadés López: Irreal como la vida misma 2: Relatos breves para despertar la imaginación
«Cuando una experiencia novedosa, a la que teníamos miedo a enfrentarnos, ha resultado finalmente satisfactoria, solemos querer repetirla, siempre, claro está, que ello sea posible, bien porque no dependa de terceros, bien porque estemos en condiciones para ello» (de la ‘Presentación’de la antología)
Muchas cosas me gustan de estos relatos que he devorado en dos días. Una de ellas es la de los frecuentes giros finales con los que Panadés nos quiebra el espinazo y nos dibuja una sonrisa en los labios al constatar que de nuevo nos ha vuelto a sorprender. En pocas ocasiones he podido predecir los derroteros que seguiría la trama. A veces la sorpresa es de campeonato como la que experimenté en Custodia compartida leyendo la agria disputa mantenida por la pareja matrimonial durante los trámites de su divorcio por ver quién se queda con la custodia de Bertita y Blanquita; lo mismo me sucedió durante la lectura de El patio de vecinos.
El escritor entrevistado por Ana Pascual (www,ganasdevivir.es [18/1/2017]) |
Formato: Versión Kindle Idioma: CASTELLANO ASIN: B09TJMVB4C Año de edición: 2022 Tamaño del archivo: 726 KB Longitud de impresión: 267 páginas Precio: 3€ Comprar libro
Formato: Versión Papel
ASIN : B09TMT5R2R Editorial: Autopublicado Fecha:(26/2/22) Idioma : Español Tapa blanda : 194 páginas ISBN-13 : 979-8408868360 Precio: 13€ Comprar libro |
8 mar 2022
Casi nunca. Daniel Sada. Premio Herralde de Novela 2008
«Yo no quisiera vivir con tu madre. ¡Vaya!, había que machacar que se trataba de una circunstancia tan eventual como ese viaje. De hecho, cuadremos la escena como si la viéramos a media altura y a través de una lente: vivaz profesor Demetrio (a fuerzas) ante una alumna a la que debía repetirle varias veces mesmedades tan simples como determinantes» (pág. 116)
«El sexo, como pretexto válido para romper con la monotonía: el sexo-motor; el sexo-ansiedad; la costumbre del sexo, como un hartazgo cualquiera que se volverá lastre; el sexo colosal, incontenible, frenético, ambiguo como un juego que confunde y luego aclara y vuelve a confundir; el sexo-simulacro, el sexo-obviedad. El placer, al fin, como un encomio que vaya justo en sentido inverso a lo que se vive.»
Así comienza esta novela del mexicano Daniel Sada (Mexicali, 1953 – Ciudad de México, 2011) con la que ganó el XXVI Premio Herralde de Novela en 2008 por unanimidad del jurado. Un jurado ciertamente exigente, como lo es esta narración, que estaba integrado por Salvador Clotas, Juan Cueto, Luis Magrinyà, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge Herralde. Ya sólo ver entre sus miembros a Vila-Mata e incluso a Magrinyà me avisaba de que la novela que comenzaba a leer no iba a ser precisamente facilona.
La historia que presenta Daniel Sada es una historia bastante frecuente: un hombre busca dar sentido a su existencia. El sexo puede ser una vía para ello. Es un sexo con profesionales; en este caso más bien habría que puntualizar que lo practica con una prostituta concreta de la que Demetrio se ha quedado colgado debido a la pericia que Mireya, nombre de guerra de esta mujer, demuestra en el oficio. Todo le va bien a Demetrio: por las mañanas trabaja en las fincas y por la tarde acude al burdel donde durante una o dos horas disfruta con Mireya que empieza a ver en él una posible solución a su arrastrada vida.
Demetrio oculta a Mireya su vida privada. No le dice que vive de pensión en la casa de huéspedes que tiene Rolanda, señora conservadora donde las haya; tampoco que su madre, Dª Telma, vive en Parras (Coahuila) al norte del país. Por eso cuando con su madre acude a la boda de un familiar en Sacramento, pequeña localidad de ese estado no se lo comunica a Mireya. Y tampoco que durante su breve estancia en ese pueblo del México profundo Demetrio ha quedado prendado por -y prendido en- la tremenda hermosura de Renata, bellísima mujer con la que todos sus familiares (su madre Telma y también su tía Zulema que vive en el mismo Sacramento), y hasta incluso él mismo, instan a que se case.
Como se ve estamos ante un triángulo amoroso-sexual. Demetrio, fiel a sus costumbres y cumplidor de sus propósitos, demanda sexo. Pero Renata es una mujer tradicional, vigilante ella y muy vigilada por su madre Dª Luisa, que mantiene a raya al futurible. Sólo habrá sexo cuando se casen e incluso hasta entonces besos y toqueteos ninguno. Pobre Demetrio, él está que no puede aguantar. Sólo la profesionalidad y grandes habilidades de Mireya a la que vuelve a frecuentar cuando regresa a Oaxaca lo reintegran a su, para él, satisfactoria cotidianeidad. Pero Mireya es una mujer que piensa y ha decidido pedirle que la saque del prostíbulo pues -le miente- está embarazada de él. De nuevo, ¡pobre Demetrio!
No diré más sobre el desarrollo de la trama para no chafar el disfrute de la novela que rompe más de una expectativa del lector, ¡vaya si las rompe! Hay que culminar la lectura de las cinco partes que componen el relato para conocer en qué para el embrollo en el que el pobre Demetrio se ha metido él solito. Como se ve hay humor en esta narración, si bien es un humor no chistoso sino tragicómico. Demetrio que vive en la gran ciudad de Oaxaca se va a ver constreñido en su desarrollo vital por culpa de la moral ñoña, estricta y sin duda arcaica de Renata y Dª Luisa, la madre de le beldad. La religiosidad castrante del villorrio se impondrá sobre la libertad gozosa de la gran ciudad. He aquí la tragicomedia que protagoniza este ser solitario, buen trabajador, regular hijo, mentiroso obligado para escapar de las trampas que las mujeres de su alrededor le tienden, a quien el sexo le tiene ocupada la cabeza. Él como tantos y tantos hombres, y más en el momento en que se sitúa el relato -de 1946 a finales de 1949-, la mejor y más cómoda manera de satisfacer el deseo sexual era el matrimonio. Casarse con una mujer preferiblemente decente como Renata que se entregará a él completamente una vez pasase por la iglesia, naturalmente:
«—¿Y cuándo nos casemos me prometes que me besarás mucho?
—Será hasta entonces, pero antes no... Quiero que todo esto sea de veras muy bonito.
—Entonces, ¿cuándo nos casemos me prometes que haremos cosas bien degeneradas?»
«Quería juntarse lo más pronto posible con gente metida en la política, para poder robar (bien bonito) con todas las de la ley, y se dijo a sí mismo: Sí, quiero ser corrupto, pero adinerado, muy adinerado a la postre. Quiero que me respeten mis congéneres»
- «¿Cuál excitación? Sí el busto: aunque: ningún escote llamativo»
- «Un leve arrastre, ay; atisbo de peligro: sí: como se dijo quedando todavía el brete de polvareda: ¿amago o inminencia?, más bien lo segundo: lo que por desgracia sucedió: esa levantada del suelo por culpa de las ruedas: trasunto rústico el hecho de llegar como payasos al pueblo (polvo hasta en las axilas)»
- «dejemos jugando a los anómalos enamorados para trasladarnos deprisa a Sacramento».
- «Bueno, ¿y por qué no el viaje en la cabina? Fácil: porque no cabía tal armatoste o porque no tenía fuerzas para mantener cabeza y tórax derechos. La conjetura, por cuanto determinación de los sombrerudos, fue trasera, o es mía o de usted. En realidad la ventaja para Demetrio fue que no hubo, ni habría, plática.»
Es un narrador que realiza elisiones, anticipaciones como cuando estando en el tren camino de Monterrey ya lo vemos hablando con su madre en Parras. ¿Verdad? ¿Mentira? ¿Pura ensoñación? Al leer momentos como este los lectores intuimos lo que pueda haber sucedido. La elisión, sí, es un rasgo estilístico importante en la novela.«Luego el acuerdo entre madre e hijo: no se irían en la camioneta, mejor como siempre en el tren. Orden, más que sugerencia de ella. Aquí también elija usted la razón que se le antoje para endilgársela a doña Telma. Una, que nosotros proponemos, es la seguridad del viaje. Total que ya podemos ver a estos sentados y desplazándose.»
Todas estas referencias metaliterarias contribuyen a que veamos, -casi casi que penetremos en-, el propio acto de escritura. La verdad es que en "Casi nunca" estamos ante una novela haciéndose. He aquí, entre muchos, unos cuantos ejemplos:«Dos acciones que si se vieran aquí bien pudieran ser dos raptos de felicidad; dos apuros risueños, pero como no se ven, sino que nomás se leen, ¡que iluminación queda! Nerviosismo feliz ¿en blanco y negro? ¡Valga! Por ende pongamos a uno y otro a la mesa. Nosotros estaremos a 3 metros de distancia: ¿juega?: eso sería fantástico...»
- «De una vez veamos la escena que, de suyo, es merecedora de un párrafo aparte. [...] Bueno retomemos algo de la vociferación de doña Telma: [...]» (págs 165 y ss)
- «Es más, adelantémonos de una vez a los augurios fantasmales de la prole de por acá para revelar -acaso vulnerando el decurso lógico de una trama- que para diciembre de 1946 de un día para otro el clima dio un vuelco tremendo.» (pág. 188)
- «estamos valorando un salto en el tiempo [...] Para ello es oportuno buscar un contrapunto temporal» (pág. 199)