J. K. Rowling lleva vendidos con la saga del aprendiz
de mago Harry Potter más de 450 millones de ejemplares en todo el mundo. Las
aventuras del adolescente Harry han colmado la necesidad de fantasía de los niños
de medio mundo que iban cumpliendo años al ritmo de su héroe novelesco. Pero
todo tiene un límite, el tiempo no perdona, y los lectores -luego también
espectadores de las adaptaciones cinematográficas- alcanzaron otra edad, la
adulta. Cual si del ficticio Harry Potter se tratase la escritora y sus
editores decidieron dar un golpe con la varita mágica pues pensaron que ese
jugoso mercado de lectores no debía perderse. Lo malo es que -y Harry Potter
sabe de eso un montón- no siempre la magia produce los efectos deseados. Este
es el caso de la novela "Una vacante imprevista" que
salió al mercado el 27 de septiembre de 2012 con
el eslogan de 'la primera novela para adultos escrita por J. K. Rowling'.
Para adultos, sí, especialmente para los convencidos, aquellos que a su autora
favorita le perdonan todo pues recuerdan con gusto cómo crecieron con su héroe
gafitas.
Pero dejando a un lado las
consideraciones anteriores plenamente mercantilistas, la novela, desde mi
modesta opinión no resiste un mínimo análisis. El relato cuenta, en
síntesis, la convulsión que en una pequeña localidad de Inglaterra llamada
Pagford ocasiona la repentina muerte de un representante del consejo
parroquial. La plácida vida del diminuto pueblo se altera al tener que cubrir
esta imprevista vacante, lo que revelará que bajo su apacible aspecto todos los
habitantes del lugar escondían secretos y deseos no siempre confesables.
De partida el asunto no está mal. Lo que
en mi opinión falla es que el relato está claramente descompensado. De sus 608
páginas, la escritora dedica el 80% a presentarnos acciones cotidianas y
normales en cualquier comunidad de seres humanos: adolescentes rebeldes (el
adoptado Fats y su amigo Andrew) que se rebelan contra la autoridad paterna;
adolescentes que se minusvaloran (Sukhvinder Jawanda) pero que luego tendrán
comportamientos heroicos, y otros que minusvalorados por los demás se
sobreponen y luchan a su manera por cambiar el contexto familiar y/o social que
les ha tocado en suerte (Krystal Weedon); esposas (Shirley y Samantha, suegra y
nuera) oscurecidas por las figuras de sus maridos pero que aguantan porque son
más las ventajas que los inconvenientes; hombres inmaduros (Gavin, Colin Wall);
hombres autoritarios (Simon Price y Howard Mollison); hombres deseados (Vikram
Jawanda y el mismo Barry Fairbrother); mujeres que se entregan profundamente
por amor (Kai Bawdan o Mary Fairbrother); mujeres que se sacrifican por los
demás (Tessa Wall protegiendo al débil Colin y al acomplejado y
conflictivo hijo suyo Stuart [Fats], o Parminder Jawanda defendiendo a los
menos favorecidos de la localidad frente a los instalados en su confort); y
algunos otros más también muy característicos.
En conclusión, al leer esas más de
cuatrocientas páginas en las que suceden obviedades como las señaladas
anteriormente se tiene la impresión de pérdida de tiempo y de que Rowling tiene
poco asunto que ofrecer por lo que demora su resolución hasta esas 100 últimas
páginas en las que sucede por fin algo. La pena es que ese 'algo' se mueve por
lo trillado y convencional pretendiendo ofrecer un mensaje moralizante, válido sí, pero nada novedoso. Porque que en muchas ocasiones los despreciados e
insultados se demuestren más fuertes que aquellos que los vejan y menosprecian,
¿a quién sorprende?, o que las personas de "orden" oculten vergüenzas
sólo tenidas por tales por ellos mismos (los Mollison con su hija Patricia o
los extraños deseos de Colin Wall) ¿no es más bien propio de la caduca novela
folletinesca de finales del XIX? Y esto sin aludir al patético final en el
hospital de Pagford donde el obeso poderoso Howard Mollison se recupera de su
nuevo y costoso infarto mientras dos plantas más abajo, en el tanatorio, sobre
una fría losa de mármol, yacen los cuerpos sin vida de Krystal y de Robbie, su
inocente hermano. Maniqueísmo puro y duro.
Y por si esto fuera poco nada en el relato logra sorprendernos, todo en él es previsible, con lo que no ha lugar a suspense alguno. Ni siquiera la estructura deja un resquicio que sirva para salvar la obra. Como sucede con los relatos cinematográficos más tradicionales asistimos a los sucedidos en orden secuencial y predecible sin dejar la autora lugar a duda alguna pues todo se nos aclara, a veces hasta el extremo hurtándonos incluso la posibilidad de equivocarnos en nuestra apreciación:
"-¡Los Mollison! ¡Precisamente!- dijo Colin cuando volvió a la sala con una taza de té. No le había ofrecido una a Tessa; su egoismo se revelaba a menudo en esos detalles, vivía demasiado enfrascado en sus propias preocupaciones para fijarse en los demás." (pág. 278).
Por último una consideración más. Como
digo al inicio de este comentario, la novela se publicitó con el mantra de 'la primera novela para adultos de
J. K. Rowling'. Yo no veo por parte alguna nada que justifique esa
calificación, a no ser que la edad adulta se reduzca a utilizar -y leer, claro-
de vez en cuando unas cuantas expresiones gruesas que la novelista va sembrando
por el relato y que en ocasiones llegan a sorprender pues ya se sabe que no hay
nada peor que una expresión gruesa o escatológica colocada fuera del lugar que
le es natural:
"Pedaleó con furia hasta la esquina para desaparecer. No quería ver a Fats saliendo de la iglesia con un afligido Cuby, vestido con el traje barato y la corbata que le había descrito con cómica repugnancia en la clase de lengua el día anterior. Habría sido como interrumpir a su amigo cuando cagaba" (sic, pág. 194).
Aunque en ocasiones el contexto favorezca el empleo de estas
expresiones, sin embargo parece que la autora es consciente de su 'audacia',
sin percatarse de que lo que hace provocaría sorpresa a los lectores de la
novela naturalista decimonónica, pero ¿hoy?:
"-Si gritas, te rajo, zorra.
La penetró, y le hizo daño. Krystal lo oía gruñir, y oía su débil quejido: un sonido cobarde y tenue del que se avergonzaba.
Obbo se corrió y se apartó de ella. Inmediatamnte Krystal se subió los pantalones y [...]" (pág. 391).
Ignoro si bajo el seudónimo con el que
la Rowling se ha presentado ahora, el de Robert
Galbraith, se pretende ocultar una nueva manera de novelar o si simplemente
ha sido una añagaza más de la industria editorial para disparar las ventas del
título “El canto del cuco” [en España
sale a la venta el próximo 14 de noviembre], como ha ocurrido en otros
países una vez que ‘sorprendentemente’ se haya desvelado la verdadera autoría
de esta novela policíaca.
A mí, personalmente, me da lo mismo lo que se haga para
vender una obra siempre que ésta tenga calidad; pero sí me molesta, y mucho,
que pretendan darme gato por liebre, como en mi opinión me ha sucedido con la novela que he comentado.
Nota: En la página de este mismo blog "Música que me gusta escuchar" he colocado algunos temas musicales que tienen en común el tema del dinero, asunto que -siempre según mi opinión, claro es- subyace en el giro copernicano realizado por esta novelista.
Nota: En la página de este mismo blog "Música que me gusta escuchar" he colocado algunos temas musicales que tienen en común el tema del dinero, asunto que -siempre según mi opinión, claro es- subyace en el giro copernicano realizado por esta novelista.