«Uno cuando joven no sabe nada de la vida y no se imagina que las cosas que uno hace pueden caerle encima en el futuro. Uno cuando joven cree que siempre va a ser joven y alegre. Uno cuando joven es tonto, después uno es menos tonto, pero ya no es joven»
Ni siquiera conocía el nombre de este escritor chileno. Mi llegada hasta él ha sido puro azar y como ya me ha ocurrido en otras ocasiones, la oportunidad me la ha brindado el Reto "Autores de la A a la Z" que Marisa G., en su blog Lecturápolis, lleva proponiéndonos desde hace ya varios años. Hay letras complicadas o que a mí me lo resultan. La "Q" en esta ocasión ha sido una de ellas. Buscando, buscando, topé con el nombre de Boris Quercia; busqué en librerías y bibliotecas algo suyo y hete aquí que encontré este libro de título tan llamativo.
El escritor
Me ha gustado el personaje protagonista porque lo veo humano, o sea, reconocible, entendible. ¿Qué quiero decir? Pues simplemente que no es el típico investigador que se sobrepone a todo, que aguanta palizas -¡y también las da!- sin despeinarse siquiera, que no tiene contradicciones íntimas... No, para nada. Santiago Quiñones recibe heridas que le hacen sufrir, pasa frío cuando encerrado en su coche vigila el portal de un domicilio, consume drogas aunque en su fuero interno sabe que no debería hacerlo, duda si engañar o no a su pareja y cuando lo hace quiere que el amor que siente por ella no se vaya por el sumidero... Es, -quizás esta sea su principal característica-, un hombre que se siente muy atraído por el sexo contrario. Como ya he dicho esta predisposición hacia ellas es lo que motiva el lío en que se ve metido en esta novela. El sexo -practicarlo con Ema, el andante objeto de su ciego deseo, y el más reposado y basado en verdadero amor que acostumbra realizar con Marina- ocupa en este relato un muy importante espacio. La descripción de su práctica es vívida, muy realista, pero muy bien relatada sin buscar para nada la lúbrica delectación.
- «Yo le dije que era tira, ella me dijo que sabía, que su papá fue paco. La encontré medio flaca, pero me gustó altiro, en especial sus dientes. Los tiene todos chuecos. Ahora las pergenias se ponen frenillos, andan todas iguales con los dientes ordenaditos, uno al lado del otro.»
- Pichicatearse (drogarse con drogas ilegales), tira (en Chile, madero),altiro (inmediatamente), chuecos (descolocados), pergenias (niñas, mujeres muy jóvenes), piscola (en Chile, bebida hecha con pisco y un refresco gaseoso), piteada (calada), ambo (en Argentina y Chile, conjunto de pantalón y saco [americana], para hombre, confeccionado con la misma tela o a juego), petizo (que es de baja estatura), chicoco (coloquial en Chile, niño pequeño), coimear a algunos actuarios (sobornar a algunos auxiliares judiciales), hacer la cimarra (no asistir a clase o a un lugar donde se debe cumplir una obligación), pololo (en Bolivia y Chile, persona que mantiene con otra una relación afectiva menos formal que el noviazgo), guata (en Chile, Vientre de las personas o de los animales), etc.
«No puedo dormir con esta angustia. Me duele todo. Quiero ver a Marina. Quiero que me consuele. Me palpitan las sienes. Me palpita la herida del brazo. Me dan ganas de fumar, me levanto. Me quedan tres Kent en la cajetilla. Me saco la camisa. Tengo una costra que sangra, no se ve bonita. Me pongo un Kent en la boca. Voy al baño. Saco confort. Le pongo Old Spice a la herida. Arde la mierda. Voy a la cocina. Prendo el gas con la chispa del encendedor. Me chamusco las pestañas cuando prendo el cigarro. Aspiro. Toso. Me doblo tosiendo. Escupo en el lavaplatos. Me palpita la herida del brazo.»A la agilidad predominante en la novela contribuye decisivamente la distribución de la misma en capítulos breves, concretamente 33 es su número. Son más que capítulos secuencias narrativas al estilo de las que se realizan en los guiones y realizaciones cinematográficas. No hay que olvidar que Boris Quercia es actor, director, guionista y escritor, por este orden. Estoy convencido de que Santiago Quiñones, tira -título original de Hoy no quiero matar a nadie- más pronto que tarde será trasladada a la gran pantalla.