.header .widget { text-align:center;} .header img {margin:0 auto;}

31 dic 2013

Para finalizar el Año: Una Felicitación, un Juego con solución, y una Propuesta

4 comentarios:
La FELICITACIÓN:


...y ¡Felices Próximas Lecturas!


El JUEGO: Según la mayoría de comentarios aparecidos en Blogs, Periódicos, Televisiones, Tertulias literarias y tal..., ¿cuál ha sido el mejor libro del año 2013 que hoy finaliza?

(la solución  [antes de pulsar, piensa un poquito. ¡Es un juego!])

La PROPUESTA:  La unión éxito popular - calidad literaria que se encuentra en el libro anterior, ¿se da en otros títulos de hoy o de ayer que tú conozcas? Os propongo decir sus títulos añadiéndolos en los comentarios.

Gracias por pasaros por aquí y    ¡¡¡FELIZ   AÑO   2014!!!

29 dic 2013

La gran belleza ("La grande bellezza"): el 'bunga - bunga' a través de los ojos de Paolo Sorrentino

10 comentarios:
The great beauty - La grande bellezzaLa película de Paolo Sorrentino es sin duda una de las mejores que he visto este año 2013 que está a puntito de finalizar. De ella me han gustado muchas cosas, y si de entre todas ellas hubiera de elegir algunas destacaría sin dudarlo la italianidad que Sorrentino ha logrado infundir en ella. Este sabor italiano lo he querido ver en el ritmo del film que evoca el de grandes directores como Luchino Visconti o, ¡y sobre todo!, Federico Fellini.  Y también destacaría el sabor literario que se desprende de ella; es una película muy literaria, con muchas referencias a ésta ya desde antes de comenzar el film con la cita de Louis Ferdinand de Céline que precede a las imágenes y que, como es normal, alcanza plena significación cuando completamos el visionado de la cinta:
 Viajar es útil, ejercita la imaginación / Todo lo demás es desilusión y fatiga / Nuestro viaje es enteramente imaginario / Ahí reside su fuerza / Va de la vida y la muerte / Personas, animales, ciudades y cosas es todo inventado / Es una novela, nada más que una historia ficticia / Lo dice Littre, él no se equivoca nunca / Y además, cualquier puede hacer otro tanto / Basta cerrar los ojos / Está en la otra parte de la vida (Louis-Ferdinand Céline, "Viaje al fin de la vida")
Además de Céline muchos otros literatos sobrevuelan las imágenes: "El jugador" de Dostoievski  (concretamente el personaje de la Polina Aleksandrovna es citado para describir al personaje de Ramona, mujer extraña y enigmática) o los italianos Alberto Moravia de quien su novela  "Los indiferentes" es inevitable que acuda a la mente del espectador o, naturalmente y sobre todo, Giacomo Tomasi di Lampedusa, aristócrata del final de una época y autor de una única novela, "El gatopardo". Las semejanzas entre Lampedusa y el personaje de "La gran belleza" son más que obvias: como el primero, Jep Gambardella (el actor Toni Servillo) es escritor de un único relato elogiado por todos y es un diletante aristócrata que asiste al acabamiento de una época que a él le encantaba y que se está yendo por los desagües del devenir histórico.

Y luego está como elemento sostenedor de todo lo anterior, Roma, la ciudad eterna, de fundación mítica y que como la cita de Céline abre el film con el lema de "Roma o muerte" que figura en la base de una estatua, o lo que es lo mismo, belleza o muerte. Y eso es lo que en definitiva es "La gran belleza" la búsqueda incesante por parte del personaje de Toni Servillo de elementos culturales, estéticos, humanos, vitales, incluso mágicos, que le anclen a la vida y le impulsen a seguir viviendo porque como él dice en un momento de la historia "a los 65 años que tengo no quiero entretenerme en lo que me aburre".

Sinopsis de la Historia: Un periodista y novelista de una sola obra, Jep Gambardella, proveniente de la antigua clase aristócrata inicialmente culta, pasa 40 años de su vida como el día de su 65 cumpleaños que abre el film, adocenado en sucesivas fiestas sin objeto alguno a las que acude o da en su lujoso ático y a las que asiste una fauna ciudadana cuya única finalidad es olvidarse de lo que sucede a su alrededor inmersos en un "bunga - bunga" embrutecedor  que alimenta una TV falsamente próxima al pueblo y una clase dirigente que, sin salir explícitamente en el relato fílmico, se adivina detrás o entre estos seres que están dejando escapar con sus trenecitos, congas sin sentido o sus adicciones aniquiladoras el disfrute de la verdadera belleza que tienen ante sus narices. La 'grande bellezza'  ha sido sustituida por el 'aurea mediocritas' desde hace al menos 40 años, los mismos que Jep Gambardella lleva sin escribir novela porque paradójicamente no tiene tiempo: siempre está de fiesta en busca de la imprescindible belleza que le impulse a hacerlo.

Película coral: Paolo Sorrentino ha querido tocar muchos aspectos de la sociedad, lo que quizás le hace perder intensidad aunque gane en extensión de tipos humanos. De la galería de personajes que muestra quizás los más destacables sean:

  • El protagonista aristócrata reconvertido en periodista que al igual que el personaje de la novela de Lampedusa ha tomado conciencia a lo largo de estos 40 años de la falsedad de su mundo, del truco que es la vida y por fin parece que escribirá esa segunda novela tan esperada por todos y que versará sobre lo que Jep vive, mira, recuerda e imagina: la nada, el vacío que en definitiva se va construyendo diariamente ante nuestros ojos.
  • La estrella mediática que va ya por su décimo título novelístico y que en opinión de Gambardella es un flash pasajero fabricado merced a sus contactos políticos.
  • La Iglesia que llena la Ciudad Santa y con la que el homenaje de Sorrentino a Fellini es especialmente reconocible (¿quién no recuerda esos desfiles de modelos eclesiásticos presentes en "Roma" su película de 1972?). Esta Iglesia católica tiene la ciudad de Roma llena de impostura (la santa monja centenaria o el Cardenal gastrónomo) pero también de mágica y surrealista fe (la parada de flamencos en la terraza del ático de Gambardella ante la santa monja es un momento antológico). De las dos iglesias la del truco, la de la magia, es preferible a la oficialista del Cardenal gastrónomo que sólo habla de naderías y despacha las consultas íntimas con penitencias sin sentido.
  • Falsedad vs autenticidad. El "bunga - bunga" sólo puede seguir si quienes lo mueven viven en la falsedad, en la artificiosidad. Frente a personajes que se instalan en los paraísos artificiales para que el trenecito siga su viaje a ningún lugar están otros que se mueven en la autenticidad pese a ser criticados o no comprendidos por los demás. Este es el caso de Ramona, striper en el garito de su padre heroinómano, o del amigo del protagonista que tras babear por una joven estúpida y drogadicta decide huir de la gran ciudad y retornar a la autenticidad de su pequeña ciudad natal. El caso paradigmático más claro y emotivo es el del viudo que confiesa a Gambardella la envidia que sintió durante años hacia él dado el amor que a Jep le profesaba su fallecida esposa.
  • Andrea (hijo de Jep) y otros jóvenes como él incapaces de encontrar un asidero al que agarrarse y a quienes todo les perturba (Proust, Céline...) pues nada entienden frente a los mayores (Jep y su cohorte de amigos íntimos) supervivientes de otra época que en su viaje hacia la noche definitiva rebuscan en la cáscara en que Roma se ha convertido algo que les inspire, que les mantenga vivos: ese momento de gran belleza que por minúsculo que sea, o haya sido, a todos nos acompaña y es fuente inspiradora. [A este respecto recomiendo leer la crítica que del film hace Beatriz Martínez en "SensaCine"]
  • Muchos más: la galería es muy amplia. Con los citados y los omitidos Paolo Sorrentino reivindica un mundo extinto o a punto de desaparecer: esa Roma que tan bien presentó Federico Fellini en sus filmes que como una madre nutricia representada en los voluminosos pechos de Amarcord (también Sorrentino presenta un personaje de enormes tetas) atrae y repele al mismo tiempo a sus hijos. La diferencia es que en Fellini aún existía un atisbo de esperanza, algo que en "La gran belleza" parece más difícil de alcanzar.
Procedimientos cinematográficos: Todo lo anterior, claro es, lo presenta Sorrentino mediante procedimientos cinematográficos habituales pero que por momentos nos parecen sorpresivos y arriesgados por su escasa duración, por la combinación de éstos, por transiciones bruscas, etc.: primerísimos planos, cámara subjetiva, mezcla en la misma secuencia de personajes de dos épocas distantes (los Mariachis junto a la enloquecida marcha de la música electrónica accionada por expertos djs), mezcla de planos sin solución de continuidad (nadir, cenital...), iluminación tenue para las rememoraciones frente a la hiriente  luminosidad de la época actual, entre otros.

La música: En fuerte comunión con todo está la música que va del clásico setentero "Far l'Amore" de Raffaella Carrá remezclado en música electrónica por Bob Sinclair que sirve de puerta de entrada a la película hasta las composiciones del actual Vladimir Martynov del que Lele Marchitelli, encargado de la música del film, escoge su composición "The beatitudes" en interpretación del Cronos Quartet. La unión de estos ritmos tan dispares son los que logran dar al relato el tono de vacío que la locura fiestera -el "bunga - bunga"- de "La grande bellezza" (en italiano transmite mejor su auténtico sentido) pretende dar.





Si habéis llegado hasta aquí en vuestra lectura es que os ha interesado la entrada y espero haberos convencido para que vayáis a ver esta magnífica película que a buen seguro algo se llevará de los Óscar. Ahora bien no la veáis en el televisor, vedla en una sala de cine con pantalla grande y sonido espectacular, no olvidéis que el Cine es eso, un auténtico espectáculo y la TV un pequeño electrodoméstico.

21 dic 2013

Alice Munro, José Hierro: Poesía necesaria de la cotidianidad

4 comentarios:


Cuando hace unos meses decidí abrir en este blog una sección (etiqueta, apartado, hashtag... o qué sé yo) dedicada a la Poesía pensaba en uno de mis poetas preferidos, José Hierro. Luego, no sé por qué exactamente, las entradas que he hecho bajo la etiqueta POESÍA NECESARIA no han tratado de él; pero ahora, tras haber leído en la tertulia "Más que palabras" los cuentos de Alice Munro, los poemas de Pepe Hierro me han venido a la memoria de nuevo. Y es que la poesía de Hierro habla -como le sucede a la narrativa de Alice Munro- de la vida cotidiana, de su cotidianidad personal (la guerra que vivió de niño, la cárcel, su amor a la pintura, su amor al mar, el Amor, la solidaridad, sus viajes...) que le lleva a reflexionar sobre la condición humana y al lugar y finalidad del hombre en este mundo. Dos son los poemas del poeta que siempre están en mi memoria y que al poeta le surgieron de experiencias vividas en sus viajes o simplemente de la pura reflexión. Son los siguientes: : "Réquiem" y "Vida"





Réquiem (Cuanto sé de mí, 1957)  
Manuel del Río, natural
de España, ha fallecido el sábado
11 de mayo, a consecuencia
de un accidente. Su cadáver
está tendido en D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
a las 9.30 en
 St. Francis.
Es una historia que comienza
con sol y piedra, y que termina
sobre una mesa, en D’Agostino,
con flores y cirios eléctricos.
Es una historia que comienza
en una orilla del Atlántico.
Continúa en un camarote
de tercera, sobre las olas
—sobre las nubes— de las tierras
sumergidas ante Platón.
Halla en América su término
con una grúa y una clínica,
con una esquela y una misa
cantada, en la iglesia
 St. Francis.
Al fin y al cabo, cualquier sitio
da lo mismo para morir:
el que se aroma de romero
el tallado en piedra o en nieve,
el empapado de petróleo.
Da lo mismo que un cuerpo se haga
piedra, petróleo, nieve, aroma.
Lo doloroso no es morir
acá o allá…
José Hierro, dibujante
Réquiem aetérnam,
Manuel del Río. Sobre el mármol
en D’Agostino, pastan toros
de España, Manuel, y las flores
(funeral de segunda,
caja que huele a abetos del invierno),
cuarenta dólares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín…
 Libérame Dómine
de morte aeterna… Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel…
Ahora descienden a tus cumbres
garras de águila.
 Dies irae.
Lo doloroso no es morir
Dies illa acá o allá,
sino sin gloria…
Tus abuelos
fecundaron la tierra toda,
la empapaban de la aventura.
Cuando caía un español
se mutilaba el universo.
Los velaban no en D’Agostino
Funeral Home, sino entre hogueras,
entre caballos y armas. Héroes
para siempre. Estatuas de rostro
borrado. Vestidos aún
sus colores de papagayo,
de poder y de fantasía.
Él no ha caído así. No ha muerto
por ninguna locura hermosa.
(Hace mucho que el español
muere de anónimo y cordura,
o en locuras desgarradoras
entre hermanos: cuando acuchilla
pellejos de vino derrama
sangre fraterna). Vino un día
porque su tierra es pobre. El mundo
Libérame Dómine es patria.
Y ha muerto. No fundó ciudades.
No dio su nombre a un mar. No hizo
más que morir por diecisiete
dólares (él los pensaría
en pesetas)
 Réquiem aetérnam.
Y en D’Agostino lo visitan
los polacos, los irlandeses,
los españoles, los que mueren
en el
 week-end.
Réquiem aetérnam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en
 D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
por su alma.

Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente. Sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar

Vida  (Cuaderno de Nueva York, 1998)
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito "Todo", y el eco dice "Nada"
Grito "Nada" y el eco dice "Todo"
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era nada)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada

Pero..., ¿qué tiene que ver José Hierro, sus poemas existenciales y sociales con los cuentos de la canadiense Alice Munro? Pues nada y todo, como casi siempre ocurre. En mi opinión ambos escritores beben en su vida cotidiana, aunque luego las experiencias cada una las vierta de modo diferente sobre el papel. Así hablaba el poeta santanderino nacido en Madrid en unas jornadas sobre su poesía celebradas Círculo de Bellas Artes de Madrid allá por el año 1982:
En el ámbito de la poesía de la vida —dejemos ahora aparte la poesía esteticista— hay dos puntos extremos: lo intimista y lo social. Por lo menos esto es lo que se viene repitiendo. La distinción, hecha a ojo de buen cubero, suele ser ésta: el poeta intimista es el que elabora la materia prima de sus experiencias singulares, en tanto que el poeta social interpreta sentimientos colectivos. El poeta intimista despierta en sus lectores el «yo»; el social, el «nosotros».
Creo que estas palabras del poeta distinguen claramente los dos tipos de poetización de lo cotidiano que realizan escritores como Alice Munro, vertida hacia el intimismo del "yo" fundamentalmente femenino, y otros como Hierro cuyas experiencias vitales se desbordan hacia el "nosotros" social. 

De Alice Munro y sus cuentos, nacidos de su propia cotidianidad, tan sólo recomendar la lectura de cualquiera de sus colecciones ("Demasiada felicidad", "Las lunas de Júpiter", "La vida de las mujeres", "Mi vida querida" o cualquier otro) para deleitarse con su prosa envolvente que fluye con naturalidad y que esconde una poesía que subyuga al más pintado. Sin perjuicio de que os paséis por el blog de la tertulia "Más que palabras" reproduzco a continuación una brevísima nota que figura allí a propósito de la tertulia que realizamos sobre el libro "Mi vida querida" de la autora canadiense:

Sobre la colección de cuentos de Alice Munro ("Mi vida querida") hubo casi unanimidad en elogiarlos en su conjunto y también uno a uno; quizás los considerados más autobiográficos -los cuatro últimos- fueron los menos aplaudidos precisamente porque la cotidianidad real yo creo que empaña un poco la magia alcanzada con la cotidianidad envolvente de la ficción muy, pero que muy, ligada a la anterior. Desde luego los cuentos de Alice Munro gustan mientras se leen y, como, dada su brevedad, se confunden en el recuerdo después de haber sido leídos, piden volver sobre ellos para degustarlos de nuevo. Y es que estos cuentos son hermosos y quieren, como la poesía, ser leídos una y otra vez. Vamos, una maravilla.

11 dic 2013

LA VIDA Y LA MUERTE ME ESTAN DESGASTANDO

6 comentarios:
Esta novela es la segunda que leo del premio Nobel chino 2012. Anteriormente leí  "Las baladas del ajo" (vid. post del 7 de enero de 2013 ). Son dos obras a las que separan 20 años y se nota que su autor durante ese tiempo perfeccionó su estilo hasta conseguir esta novela considerada por muchos de sus estudiosos como su obra maestra.  
"La vida y la muerte me están desgastando" es grande en todos los sentidos. Es tal su vastedad que me  limitaré a llamar la atención sobre algunos aspectos de la infinidad que aparecen en esta novelita de más de 750 páginas:

Cervantismo.  Durante su lectura constantemente pensaba, por varios motivos, en Miguel de Cervantes. En primer lugar porque la novela utiliza un estilo paródico semejante al que nuestro español empleó en su Quijote. Ahora bien, aquí lo parodiado es la Revolución vivida por China durante la segunda mitad del pasado siglo. Y para construir la parodia Mo Yan echa mano, como nuestro manchego ilustre, del humor. Un humor elegante, irónico e inteligente:
"Los oficiales del concejo de Gaomi demostraron lo inteligentes que eran poniendo a trabajar a los ingenieros de derechas, lo que dio lugar a una producción de acero utilizable" (pág. 129)
"-¿Quién necesita ir a la universidad? -dijo Mo Yan-. Los verdaderos artistas no cuentan con una educación importante. Mírame a mí, por ejemplo. (pág. 570)
"Aunque la Revolución Cultural destruyó la cultura, también creó otra cultura nueva" (pág. 597)
También es muy cervantino ese hacer hablar a los animales con sentido propio de seres humanos. Cuando Ximen Nao convertido en el burro Negro, en buey, en el cerdo Dieciseis o en el perro Cuatro  conversa con los de su especie lo hace con la misma inteligencia que Cipión y Berganza demuestran en el famosos coloquio cervantino. El simposio perruno que se celebra en el capítulo XLIII es antológico en este sentido y también muy divertido: allí dialogan el mastín tibetano que no pudo adaptarse a la vida por debajo del nivel del mar [no olvidemos que muchos de estos seres proceden en última instancia del inframundo], el perro salchicha alemán que traía las cervezas o el perro lobo que es húngaro.

Aunque quizás lo más cervantino sea esa intromisión del autor real en el relato como personaje del mismo pero también como fuente narrativa, algo así como el Cide Hamete del Quijote, llegando en ocasiones a suplir sus textos a los del narrador:
"En un cuento titulado 'Brillantes flores del albaricoqueros', Mo Yan relató cómo un día descubrió a Ximen Jinlong y a Huang Huzhu a mediodía.  [...] Y así escribió:" (pág. 401-402).Podría asemejarse, pues, a las novelas intercaladas cervantinas.
Del mismo modo me parece muy cervantino el examen que el autor hace de su propia literatura en esta novela, actitud que recuerda vivamente la de Miguel de Cervantes enjuiciando su habilidad como poeta en el famoso escrutinio de la librería de don Quijote. Lo distintivo es que Mo Yan profundiza bastante en su quehacer literario. Así conocemos que su inspiración nace de la realidad que observa ("Todos los residentes de la aldea de Ximen se pueden encontrar en cualquiera de los notorios libros de Mo Yan"(pág. 357) si bien transformada, por lo que para muchos su literatura no es más que "tonterías llenas de mentiras" (pág. 423); de hecho su estilo es calificado de realismo alucinatorio ("Mo Yan, siempre dispuesto a engañar a la gente con herejías, tiene la costumbre de mezclar en sus historias la realidad con la fantasía.  No puedes rechazar sus contenidos de un plumazo, pero no debes caer en la trampa de creer todo lo que escribe" (pág. 386). Y hasta en ocasiones revela procedimientos narratológicos utilizados por el autor como la anticipación:. Así Jiefang que en el relato es amigo de Mo Yan y cinco años mayor que éste dice:
 "la gente en los años cincuenta era inocente, en los años sesenta era fanática,  en los setenta tenía miedo de su propia sombra, en los ochenta sopesaba meticulosamente las palabras y los actos de los demás y en los noventa simplemente era mala. Lo siento, creo que me estoy adelantando a los acontecimientos.  Es un truco que Mo Yan emplea a todas horas, y he sido tan tonto como para dejar que me afecte en mi modo de hablar" (pág. 380)
Folklorismo. Para mí uno de los grandes valores de la narrativa de Mo Yan es la manera que tiene de  construir sus relatos, que siendo modernos no dejan de beber en la tradición secular china. En "La vida y la muerte me están desgastando" es clarísima la dualidad taoísta del yin y el yang, presente tanto en en la historia narrada como en la forma utilizada para su construcción. En lo formal, la duplicidad contraria y complementaria aparece en los dos narradores, -Ximen Nao en cualquiera de sus reencarnaciones y Lan Jiefang-, quienes alcanzan la unidad de opuestos en el narrador Mo Yan del Libro Quinto. La doble titulación de los capítulos de los cuatro primeros libros y el título ("Un principio y un final") del quinto libro son también muestra de esta oposición complementaria; por contra los títulos del resto de libros así como el de los de los capítulos del quinto es simple, lo que revela que la filosofía subyacente es de puro taoísmo pues la dualidad de opuestos -yin, yang- se concilia en la unidad del tao. Y en cuanto a lo que se nos cuenta es más que evidente que esta dualidad de fuerzas opuestas está presente desde el principio en el enfrentamiento colectivización vs campesino independiente (Lan Lian) llegando al final a ser de signo contrario (capitalismo mayoritario vs algún nostálgico comunista como el personaje Hong Tainyue), si bien existe un principio conciliador de estas dos fuerzas opuestas que es la nación china o -y aquí Mo Yan se escapa con su acostumbrada habilidad- el Partido Comunista que rige con mano de hierro este "Un país,  dos sistemas". Esta complicada conciliación de opuestos y fuerzas divergentes: matrimonios entre seres que no se aman, hermanos de distintas madres, de distintos padres, terratenientes y trabajadores, amores imposibles, comunismo y capitalismo, etc., representa la vida que fluye y que se agota en la muerte para volver a renacer con fuerza de nuevo en una especie de eterno retorno. Y esto está presente en el taoísmo tradicional que busca la superación y progreso personal y colectivo dentro de la mutación constante que nos constituye.


También es rasgo folclórico presente en la filosofía taoísta tan pegada al pueblo chino la aceptación estoica de lo que es inevitable. Así cuando el cerdo Diao Xiaosan se abandona a la muerte le dice a Cerdo Dieciséis: "Cerdo Dieciséis,  lo que hoy soy yo, tú lo serás mañana..., es el destino de todos los verracos." (pág. 453). Es un estoicismo presente también en otras culturas como la cristiana que  en muchas de sus iglesias coloca mensajes de este tenor (en mi ciudad, Salamanca, puede leerse en una plaquita situada desde hace siglos en la pared exterior de la iglesia de San Julián la siguiente frase: "Quienes dan consejos ciertos a los vivos son los muertos". ¿No son mensajes semejantes?).

Los elementos mágicos y maravillosos propios de los cuentos folclóricos también aparecen en esta obra. ¿Qué otra cosa es si no el poder curativo del cabello de Huang Huzhu que sangra cuando le es arrancado? La magia podrá saltarse normas severas como la de la muerte gracias a estos poderes inexplicables.

Otros rasgos folclóricos serían la inclusión de canciones populares que sirven de resumen, ya legendario, a los sucedidos. Esta técnica la usó Mo Yan con profusión en "Las baladas del ajo". También las interpelaciones directas al lector, al estilo de los relatos épicos populares ("Querido lector, nuestra historia está llegando a su fin. Espera un poco más a mi lado, te lo ruego, sólo un poco más. " (pág. 753). Y también,  sin ninguna duda, el tono humorístico o/y carnavalesco que utiliza el autor como mecanismo distanciador es rasgo propio de narraciones folclóricas y en Mo Yan es característica habitual.

Universo literario.  Exactamente así, -de universo literario-,  podría calificarse esta novela de Mo Yan al ser un compendio de literatura, tanto de la occidental (Cervantes como ya he señalado antes, pero también Dante o Shakespeare: " el director lucía una poblada barba, una calva parecida a la de Shakespeare y una nariz tan torcida como la de Dante", pág. 688) como de la oriental, presente fundamentalmente a través del propio Mo Yan, pero también del taoísmo y su mitología (monte Emei, el dios Erlang, Guanyin Bodhisattva...). Lo importante y característico de ésta y otras novelas del Nobel chino es su intento -¡y logro!- de aunar ambas tradiciones culturales, algo que en algunos momentos del relato se formula expresamente:
"Yo sabía lo mucho que se esforzó Chang en la creación de esta producción,  a fin de integrar las tradiciones local y occidental" (pág. 469).
Como elemento cuasi literario, el cine también ocupa su espacio en la novela; no en balde el autor desde casi sus inicios ha estado muy ligado al séptimo arte como demostró Zhang Yimou en 1987 llevando a la pantalla su novela "Sorgo rojo". En "La vida y la muerte me están desgastando" hay referencias a ello:
 "Incluso corrió el rumor de que el famoso director Ingmar Bergman tenía pensado llevar los "Cuentos de la crianza de cerdos" a la gran pantalla,  pero ¿dónde iba a encontrar tantos cerdos?" (pág. 460) , ¡el humor en Mo Yan siempre a mano!
También se utilizan o se parodian recursos propios del cinematógrafo:
"Como una escena extraída de esas cámaras de cine que van a velocidad rápida, contemplé cómo se abría la boca de Yingchun para dejar escapar un grito [...]. Cuando golpeó en la frente de Yingchun, la baldosa se rompió en mil pedazos que salieron volando en todas las direcciones, seguidos inmediatamente por sus gotas de sangre." (pág. 412)
Altura poética.  Aparte de su personal estilo a la hora de construir la novela mediante la anulación del tiempo en un constante ir y venir, del humor con que impregna la historia contada, del impresionante número de personajes y sus complicadas relaciones familiares y personales, de la idea de una China en marcha y que no se detiene que pretende transmitir..., de nuevo lo que es más subyugante de la narrativa de Mo Yan es la altura poética que el texto alcanza en no pocos momentos (¡lástima no conocer el mandarín para gozar más de ello; pero también un '¡bravo!' al traductor Carlos Ossés por elevarnos a esas cimas poéticas!):
"El aroma inundó el aire, como un fino licor,  omo la miel, como vainas recién salidas de la sartén. El hilo rojo que se dibujabaen mi imaginación se convirtió en una gruesa cuerda del mismo color. Después de viajar la mitad de la noche  y de pasar por multitud de penalidades como encontrar un melón al final de una parra" [...] (pág. 132)
 dice el burro Ximen explicando su atracción amorosa.
"-Presidente Mao, yo también soy uno de los miembros de tu pueblo. Tú me diste el derecho a ser un campesino independiente.[...] Una mariposa amarilla bajó volando del albaricoquero y se posó como una hoja muerta sobre un crisantemo blanco que Yingchun llevaba en su cabello. Era costumbre de la aldea llevar un crisantemo blanco en el cabello para llorar a un ser querido. Las demás mujeres se precipitaron hacia la puerta de Yingchun para coger crisantemos blancos, con la esperanza de que la mariposa también se posara sobre sus cabezas. Pero después de aterrizar sobre la cabeza de Yingchun, plegó las alas y se quedó quieta." (pág. 477)
 se cuenta cuando Lan Lian llora la muerte de Mao Zedong.
"Nos abrazamos y comenzamos a movernos a la luz de la luna como un pez sumergido en el agua. Hicimos el amor con los ojos llenos de lágrimas de agradecimiento. Nuestros cuerpos parecían flotar y salir por la ventana, ascendiendo hasta la luna, dejando en la lejanía las luces de infinitas lámparas y el suelo púrpura. Y allí vimos a mamá, a Hezhuo, a Huang Tong, a Qiuxiang, a la madre de Chunmiao, a Ximen Jilong, a Hong Taiyue,  a Ximen Bai... Todos ellos se encontraban sentados a lomos de pájaros blancos, volando hacia un vacío que no podíamos ver" (pág. 718)
 leemos cuando por fin Jiafeng y Chunmiao pueden hacer el amor sin miedo a las habladurías que hasta entonces habían soportado.  Mo Yan deja siempre sus mejores palabras para los momentos amorosos.

La China de Mo Yan. Como ya he dicho en otro momento Mo Yan no realiza críticas acervas contra las autoridades que rigen su país, lo que a él le ha supuesto recibir unas cuantas. Mo Yan, en esta novela, presenta en forma de fábula (animales que hablan) la evolución de la RPCH desde los inicios de la revolución comunista hasta el año 2006. Sin cuestionar directamente las actuaciones del aparato del Partido, sí que ironiza sobre actuaciones concretas del mismo o, al menos, sobre su aplicación práctica:

"Fueron a pie, pero regresaron en un tractor oruga modelo 'El este es Rojo' fabricado en la ciudad de Luoyang. Por la cantidad de caballos que tenía había sido diseñado para que ayudara a realizar las tareas de la granja -arar y cosechar- pero había sido requisado por los Guardianes Rojos para utilizarlo como medio de transporte" (pág. 282).
"No había ninguna cosecha que recoger [...], pero tampoco habría importado [...] ya que primero estaba la política y luego la producción. Criar cerdos era una empresa política y la política era lo único que contaba" (pág. 348) 
 leemos cuando la Revolución Cultural está asolando el país con abundantes decisiones absurdas. Terribles estupideces reconocidas muchas veces a lo largo de la novela: 
"Jinlong levantó la mirada, con los ojos relucientes.  Yo conocía perfectamente el temperamento de mi hijo y cómo en su mente aguda se formaban ideas brillantes que solían equivaler a lo que hoy se podría considerar como absurdas, pero que en aquel momento se elogiaban con entusiasmo." (pág. 320)
Pero va a ser sobre todo el giro decidido hacia el capitalismo lo que, sin censurarlo abiertamente, sí que se expone en su obscenidad al hablar de los Cádillac, los BMW, los Audi..., que circulan por las calles o aludir a productos de marcas propias de los países capitalistas tan criticados antes:
Estas son algunas de sus novelas
"-¿Qué sucede? -preguntó Ximen Jinlong mientras descendía de su Cadillac.
El coche avanzó en silencio. Jinlong iba vestido de manera informal. Su cabeza afeitada estaba tan limpia como sus mejillas y lucía un poco de barriga. Teléfono móvil en mano, era el prototipo de hombre de negocios de primera categoría." (pág. 632).
Quien habla aquí es el mismo Ximen Jinlong que en la época maoista fue fustigador de aquellos, como su padre Lan Lian, reacios a integrarse en las Comunas productivas promovidas por el Partido.

Pero sin duda la realidad china que encaja como un guante en el denominado realismo alucinatorio de Mo Yan queda patente en momentos como cuando el adolescente Kaifang escucha las opiniones que sobre su padre y su amante Chunmiao tienen sus primos:
"-Perro Cuatro, ¿has oído que Lan Jiefang y mi tía hacen el amor diez veces al día durante una hora cada vez? [...] 
Tu hijo no dijo una palabra, pero su rostro se había ensombrecido.
-La próxima vez que volváis a la aldea de Ximen, llevadme con vosotros. He oído que tu padre la ha convertido en el paraíso del capitalismo.
-¡Qué bobadas!- respondió Ximen Huan-. No puedes tener un paraíso del capitalismo en un país socialista. Mi padre es un reformador, un héroe de su tiempo. 
-¡Menuda mierda!- dijo Fenghuang-. No es más que un cabronazo. Los verdaderos héroes de su tiempo son tu tío y mi tía." (pág. 683) 
Es evidente que el mundo (China) ha cambiado y este cambio Mo Yan lo escenifica en la pareja de hermanos Jinlong y Jiefang, quienes lo abordan de distinta manera como comentan sus descendientes. Ambos se han adaptado a los nuevos tiempos, Jinlong le dice a su hermano desde su lujoso Cadillac: 
"Muchas de las cosas sagradas por las que habríamos  perdido la cabeza hoy no valen una mierda" (pág. 645). 
Y Jiefang y su hijo Kaifang sostienen este diálogo cuando este último le pide que vuelva con su madre: 
"-No abandones a mi madre, papá... Tía Chunmiao, puedes quedarte... Vuestras abuelas se casaron con mi abuelo, ¿no es cierto?
-Aquella era la sociedad de antes, hijo -dijiste compungido-. Cuida a tu madre." (pág. 655)
La China de Mo Yan, quien sería la suma de los dos hermanos anteriores, tiene aún esperanza, como se ve en  aquellos jóvenes que ponen el amor por encima de la acumulación de bienes materiales. Pero el personaje Mo Yan del relato se presenta como un cínico posibilista:
"-Empleando las palabras de nuestro astuto escritor del condado, Mo Yan, tu padre es el tipo más valiente del mundo, el mayor gilipollas, el mayor bebedor y el mejor amante." (pág. 682)
Todo lo anterior lo es Jiefang, sí, pero se convierte en un ser libre porque sobre sus contradicciones se impondrá el amor, que será lo que le mueva a ser mejor aunque sea a costa de romper con la tradición.