La película de
Paolo Sorrentino es sin duda una de las mejores que he visto este año 2013 que está a puntito de finalizar. De ella me han gustado muchas cosas, y si de entre todas ellas hubiera de elegir algunas destacaría sin dudarlo la italianidad que Sorrentino ha logrado infundir en ella. Este
sabor italiano lo he querido ver en el ritmo del film que evoca el de grandes directores como Luchino Visconti o, ¡y sobre todo!, Federico Fellini. Y también destacaría el
sabor literario que se desprende de ella; es una película muy literaria, con muchas referencias a ésta ya desde antes de comenzar el film con la cita de Louis Ferdinand de Céline que precede a las imágenes y que, como es normal, alcanza plena significación cuando completamos el visionado de la cinta:
Viajar es útil, ejercita la imaginación / Todo lo demás es desilusión y fatiga / Nuestro viaje es enteramente imaginario / Ahí reside su fuerza / Va de la vida y la muerte / Personas, animales, ciudades y cosas es todo inventado / Es una novela, nada más que una historia ficticia / Lo dice Littre, él no se equivoca nunca / Y además, cualquier puede hacer otro tanto / Basta cerrar los ojos / Está en la otra parte de la vida (Louis-Ferdinand Céline, "Viaje al fin de la vida")
Además de Céline muchos otros literatos sobrevuelan las imágenes: "
El jugador" de Dostoievski (concretamente el personaje de la Polina Aleksandrovna es citado para describir al personaje de Ramona, mujer extraña y enigmática) o los italianos Alberto Moravia de quien su novela "
Los indiferentes" es inevitable que acuda a la mente del espectador o, naturalmente y sobre todo, Giacomo Tomasi di Lampedusa, aristócrata del final de una época y autor de una única novela, "
El gatopardo". Las semejanzas entre Lampedusa y el personaje de "La gran belleza" son más que obvias: como el primero,
Jep Gambardella (el actor Toni Servillo) es escritor de un único relato elogiado por todos y es un diletante aristócrata que asiste al acabamiento de una época que a él le encantaba y que se está yendo por los desagües del devenir histórico.
Y luego está como elemento sostenedor de todo lo anterior,
Roma, la ciudad eterna, de fundación mítica y que como la cita de Céline abre el film con el lema de "Roma o muerte" que figura en la base de una estatua, o lo que es lo mismo, belleza o muerte. Y eso es lo que en definitiva es "La gran belleza" la búsqueda incesante por parte del personaje de Toni Servillo de elementos culturales, estéticos, humanos, vitales, incluso mágicos, que le anclen a la vida y le impulsen a seguir viviendo porque como él dice en un momento de la historia "a los 65 años que tengo no quiero entretenerme en lo que me aburre".
Sinopsis de la Historia: Un periodista y novelista de una sola obra, Jep Gambardella, proveniente de la antigua clase aristócrata inicialmente culta, pasa 40 años de su vida como el día de su 65 cumpleaños que abre el film, adocenado en sucesivas fiestas sin objeto alguno a las que acude o da en su lujoso ático y a las que asiste una fauna ciudadana cuya única finalidad es olvidarse de lo que sucede a su alrededor inmersos en un "bunga - bunga" embrutecedor que alimenta una TV falsamente próxima al pueblo y una clase dirigente que, sin salir explícitamente en el relato fílmico, se adivina detrás o entre estos seres que están dejando escapar con sus trenecitos, congas sin sentido o sus adicciones aniquiladoras el disfrute de la verdadera belleza que tienen ante sus narices. La 'grande bellezza' ha sido sustituida por el 'aurea mediocritas' desde hace al menos 40 años, los mismos que Jep Gambardella lleva sin escribir novela porque paradójicamente no tiene tiempo: siempre está de fiesta en busca de la imprescindible belleza que le impulse a hacerlo.
Película coral: Paolo Sorrentino ha querido tocar muchos aspectos de la sociedad, lo que quizás le hace perder intensidad aunque gane en extensión de tipos humanos. De la galería de personajes que muestra quizás los más destacables sean:
- El protagonista aristócrata reconvertido en periodista que al igual que el personaje de la novela de Lampedusa ha tomado conciencia a lo largo de estos 40 años de la falsedad de su mundo, del truco que es la vida y por fin parece que escribirá esa segunda novela tan esperada por todos y que versará sobre lo que Jep vive, mira, recuerda e imagina: la nada, el vacío que en definitiva se va construyendo diariamente ante nuestros ojos.
- La estrella mediática que va ya por su décimo título novelístico y que en opinión de Gambardella es un flash pasajero fabricado merced a sus contactos políticos.
- La Iglesia que llena la Ciudad Santa y con la que el homenaje de Sorrentino a Fellini es especialmente reconocible (¿quién no recuerda esos desfiles de modelos eclesiásticos presentes en "Roma" su película de 1972?). Esta Iglesia católica tiene la ciudad de Roma llena de impostura (la santa monja centenaria o el Cardenal gastrónomo) pero también de mágica y surrealista fe (la parada de flamencos en la terraza del ático de Gambardella ante la santa monja es un momento antológico). De las dos iglesias la del truco, la de la magia, es preferible a la oficialista del Cardenal gastrónomo que sólo habla de naderías y despacha las consultas íntimas con penitencias sin sentido.
- Falsedad vs autenticidad. El "bunga - bunga" sólo puede seguir si quienes lo mueven viven en la falsedad, en la artificiosidad. Frente a personajes que se instalan en los paraísos artificiales para que el trenecito siga su viaje a ningún lugar están otros que se mueven en la autenticidad pese a ser criticados o no comprendidos por los demás. Este es el caso de Ramona, striper en el garito de su padre heroinómano, o del amigo del protagonista que tras babear por una joven estúpida y drogadicta decide huir de la gran ciudad y retornar a la autenticidad de su pequeña ciudad natal. El caso paradigmático más claro y emotivo es el del viudo que confiesa a Gambardella la envidia que sintió durante años hacia él dado el amor que a Jep le profesaba su fallecida esposa.
- Andrea (hijo de Jep) y otros jóvenes como él incapaces de encontrar un asidero al que agarrarse y a quienes todo les perturba (Proust, Céline...) pues nada entienden frente a los mayores (Jep y su cohorte de amigos íntimos) supervivientes de otra época que en su viaje hacia la noche definitiva rebuscan en la cáscara en que Roma se ha convertido algo que les inspire, que les mantenga vivos: ese momento de gran belleza que por minúsculo que sea, o haya sido, a todos nos acompaña y es fuente inspiradora. [A este respecto recomiendo leer la crítica que del film hace Beatriz Martínez en "SensaCine"]
- Muchos más: la galería es muy amplia. Con los citados y los omitidos Paolo Sorrentino reivindica un mundo extinto o a punto de desaparecer: esa Roma que tan bien presentó Federico Fellini en sus filmes que como una madre nutricia representada en los voluminosos pechos de Amarcord (también Sorrentino presenta un personaje de enormes tetas) atrae y repele al mismo tiempo a sus hijos. La diferencia es que en Fellini aún existía un atisbo de esperanza, algo que en "La gran belleza" parece más difícil de alcanzar.
Procedimientos cinematográficos: Todo lo anterior, claro es, lo presenta Sorrentino mediante procedimientos cinematográficos habituales pero que por momentos nos parecen sorpresivos y arriesgados por su escasa duración, por la combinación de éstos, por transiciones bruscas, etc.: primerísimos planos, cámara subjetiva, mezcla en la misma secuencia de personajes de dos épocas distantes (los Mariachis junto a la enloquecida marcha de la música electrónica accionada por expertos djs), mezcla de planos sin solución de continuidad (nadir, cenital...), iluminación tenue para las rememoraciones frente a la hiriente luminosidad de la época actual, entre otros.
La música: En fuerte comunión con todo está la música que va del clásico setentero "Far l'Amore" de Raffaella Carrá remezclado en música electrónica por Bob Sinclair que sirve de puerta de entrada a la película hasta las composiciones del actual Vladimir Martynov del que Lele Marchitelli, encargado de la música del film, escoge su composición "The beatitudes" en interpretación del Cronos Quartet. La unión de estos ritmos tan dispares son los que logran dar al relato el tono de vacío que la locura fiestera -el "bunga - bunga"- de "La grande bellezza" (en italiano transmite mejor su auténtico sentido) pretende dar.
Si habéis llegado hasta aquí en vuestra lectura es que os ha interesado la entrada y espero haberos convencido para que vayáis a ver esta magnífica película que a buen seguro algo se llevará de los Óscar. Ahora bien no la veáis en el televisor, vedla en una sala de cine con pantalla grande y sonido espectacular, no olvidéis que el Cine es eso, un auténtico espectáculo y la TV un pequeño electrodoméstico.