“Me gustaría que llegase el día en el que no importara si eres hombre o mujer para ejercer cualquier profesión. ¿Quién dice que no podemos conseguir lo que nos propongamos solo por ser mujeres?” (pág. 397)
" James aplicó al herido fenol en la herida y éste respondió con un respingo y un gemido. Gritó después, al sentir el instrumental médico hurgando en su hombro herido. La solución de ácido carbólico rebajada que le habían aplicado no era suficiente para anestesiarlo del dolor. " (pág. 426)
Mi opinión
En la segunda parte, casada ya una de las hijas Davenport con el desconocido caballero americano estalla la Guerra contra Alemania. Mary Ellen, por deseo de su marido, vive en Londres en la casa que él tiene allí. Todo parece ir bien, pero el estallido bélico y los manejos de su primo harán que la vida en la capital inglesa sea cada vez más difícil para ella y la escasa servidumbre que la atiende y que ella trata de igual a igual. Se consolida en esta parte la atracción sentida entre el médico James Payne y la joven Mary desde que en la Primera Parte se conocieran casualmente en el tren que la llevaba a Londres tras su casamiento por poderes con John. A pesar de no conocer aún a su marido, Mary siempre se mantiene fiel a sus deberes conyugales evitando los encantos del joven médico. Cuando el enigmático americano por fin aparece en Londres sorprendentemente se mantiene apartado de su bella esposa sin exigirle débito conyugal alguno. ¿Por qué? Hay que leer, amigos míos, para enterarse de qué va la cosa. Sólo diré que en esta segunda parte John Lowell volverá a USA donde tiene unos prósperos almacenes y una vida grata. Al saber de los problemas que su joven esposa padece como consecuencia de la Guerra y de su antipático primo decidirá volver pese a que la guerra está en pleno auge y los submarinos alemanes en 1916 ya son de una letal efectividad. Así su barco será hundido frente a las costas inglesas.
En esta segunda parte los postulados teóricos del movimiento de las sufragistas inglesas a cuyas reuniones James Payne había invitado a la joven Mary en la primera, empiezan a materializarse en las acciones que ella deberá de emprender. Son trabajos que ejecuta en principio por necesidad pero con una fuerte determinación que la acompañará desde ese momento haciendo claramente de la necesidad virtud.
En la tercera parte es donde el relato más se convierte en novela bélica. A mí las descripciones de la vida en las trincheras durante la batalla del Somme (esta batalla tuvo lugar en 1916), las heridas y terribles operaciones que el dr. Payne realizará junto a la enfermera Elsie y la dura vida de los combatientes que están abocados a la muerte en cualquier momento me ha encantado leerlas. Es más, por puro azar ha coincidido mi lectura con haber visto por TV la magnífica película de Sam Mendes, "1917" (la acción en ella sucede durante la denominada Operación Alberich en que los alemanes por pura estrategia se retiraron a la línea Hindenburg). Contemplar en imágenes lo que ya me había imaginado leyendo a Mayte me ha hecho reconocer la enorme altura que como autora esta mujer tiene. Mayte Esteban logra transmitir con la pluma esas sensaciones durísimas que Mendes realiza con imágenes, y en mí el efecto recibido por ambos es muy parecido, diría incluso que idéntico, o sea, perfecto. Sí, me han gustado mucho esos momentos de belicismo.
Por otra parte como es lógico en esta 3ª parte todo va encajando y se va ir solucionando de la mejor manera posible. En este sentido no hay sorpresa alguna, diríamos que triunfa el bien sobre el mal, como no podía ser de otra manera. Es más, como es propio de la novela romántica, en esta parte final pero también a lo largo de todo el relato tenemos bodas: unas deseadas, otras no tanto, y alguna también ciertamente frustrada.
Envolviendo todo lo que acabo de contar está el proceso de liberación vivido por las mujeres sufragistas inglesas desde antes de la Guerra. Muchos de los nombres de estas mujeres precursoras (Mary Richardson, Emmeline Pankhurst, Emily Davison, Louisa Garrett Anderson...) son auténticos; su lucha por la igualdad de derechos con los hombres aparece en el relato mezclándose sus figuras históricas con los personajes de ficción (Sra. Harris, Mary Ellen, las dos niñas que sirven en su casa; Virginia y Sabine, etc.) entrando la novela por esto y por el contexto de la guerra mundial en que la acción sucede a tocar al menos de refilón el género de la novela histórica. Son totalmente reales e históricas las referencias que se hacen de la dura represión por parte del poder de esta lucha feminista mediante cargas policiales, encarcelamientos e incluso alguna muerte, así como la entrada de la mujer en las cadenas de producción de las fábricas durante la Guerra ante la falta de mano de obra masculina está totalmente documentado.
La vida de las personas ya no sería la misma tras esta experiencia bélica. Acabada la contienda se intentó que las aguas volvieran a su cauce procurando volver a relegar a las mujeres al ostracismo hogareño. Sin embargo la semilla ya estaba echada pues tras el paso por las fábricas las mujeres habían tomado plena conciencia de su capacidad laboral en igualdad con los hombres; por ello al poco las sufragistas inglesas conseguirán que las mujeres (no todas, sólo las mayores de 30 años siempre que pudiesen demostrar tener alguna propiedad importante) voten, y diez años más tarde ya lograrán que la edad de voto se equipare a la de los hombres, 21 años.
Dado el asunto que se presenta, la desaparición o inicio de disolución de una clase clase alta aristocrática e ineficiente en beneficio de una clase burguesa que valora el trabajo y tiene en alta consideración a quienes trabajan para ella, la novela entra en muchos momentos en la tendencia de la narración romántica, rosa o del corazón tipo aquellas novelas victorianas escritas por Jane Austen que tantos adeptos tienen aún hoy día. Los registros de esta tendencia los conoce y maneja la novelista con acierto y perfección. Lógicamente el siglo XXI no es el siglo XIX con lo que no hay que buscar estrictas coincidencias y sí un tono, una cierta evocación
El cuello se adornaba con una pajarita en rojo y una fila de dieciocho botones lo cerraba por delante. Las mangas eran estrechas y se terminaban en un puño que hacía juego con las solapas de la inexistente camisa, puesto que esta no era nada más que un trampantojo. Todo el vestido estaba hecho de una sola pieza. La falda se estrechaba hasta por debajo de las rodillas, marcando la silueta, y desde allí ampliaba ligeramente el vuelo con cinco franjas horizontales de cinta. (pág. 170)
James dudó unos instantes, pero al final se dejó llevar. Agarró la cara de Mary con ambas manos, apartó las lágrimas con los dedos y primero posó sus labios en la frente. Después estos recorrieron el camino de la nariz, dejando un reguero de besos y se pararon en su boca, en un intenso beso. (pág. 229) [la palabra inicial la oculto a fin de no incurrir en posible spoiler]
-¡Fuera, chusma!- les gritó una criada[...]
Era casi media tarde del sábado y, cansadas de andar, mojadas y hambrientas, se refugiaron en la entrada de una casa. Sacaron un trozo diminuto del pan que les había dado la panadera del fondo del saco y lo compartieron en silencio.