La novela fechada en enero de
2011 la he leído en formato e-book este verano de 2012. Como en general todo Javier Marías (ya hace
tiempo que leí Corazón tan blanco, Tu rostro mañana y algún otro título que
habré olvidado) esta novela también es una indagación del mundo interior del
ser humano, en especial de su pensamiento, de su discurrir.
Y en esta ocasión le toca al
enamoramiento, cuyo advenimiento desmitifica (“inverosímilmente logramos
convencernos de nuestros azarosos enamoramientos y son muchos los que creen ver
la mano del destino en lo que no es más que una rifa de pueblo” (pág. 93, pos.
1426), pero al que no puede por menos que un valor esencial en nuestra vida
como reconoce María al final del relato: “Es verdad que cuando nos atrapa la
tela de araña –entre el primer azar y el segundo- fantaseamos sin límites y a
la vez nos conformamos con cualquier migaja”.
Este azar es el fundamento de la
existencia humana. Todo en ella es azaroso, pura coincidencia, pura fortuna,
que el individuo no puede dirigir. Desde nuestra llegada a este mundo (‘primer
azar’) y nuestro abandono de él (‘segundo azar’) el enamoramiento (‘tela de
araña’) es uno más de los varios hechos fortuitos que forman nuestra vida, pero
sin duda de los más satisfactorios y maravillosos que se pueden vivir mientras
dura.
De esta tela de araña María Dolz,
la narradora de este relato, es incapaz
de desasirse ni siquiera cuando toda la verdad de Javier Díaz-Varela - su amor
- se le muestra en toda su crudeza cuando lo ve convertido en marido de Luisa,
la viuda del asesinado Miguel Deverne y cuyo inductor no fue otro que el mismo
Javier movido por su enamoramiento de Luisa. Pese a haberse podido vengar de él rompiendo su
felicidad confesándole la verdad a Luisa, decide poner en práctica la última
fase del “duelo” en el que ella se encontraba tras haber sido abandonada por
él: la recuperación de su desamor.
è Metaliteratura e Intertextualidad. La novela se justifica en muchas ocasiones
echando mano de la propia literatura. Así tres son las obras que la
sobrevuelan: Macbeth de W.
Shakespeare, la novela corta El Coronel
Chabert de Balzac y Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas.
o
De la tragedia shakespeariana Marías echa mano
de la frase del mismo personaje cuando conoce la muerte de su mujer. She should have been hereafter (“Debería
haber muerto a partir de ahora”, o sea, haber durado un poquito más). Utiliza
este intertexto para la parte del duelo en el que se ve sumida Luisa ante la
inexplicable muerte por asesinato de su marido. Y también este intertexto le
sirve para justificar el deseo de que alguien muera cuando nos estorba para
lograr nuestros fines: este es el caso de Javier a quien su amigo Miguel le
obstaculiza el acceso a Luisa de quien está enamorado; y también es el caso, si
bien sólo fugazmente, de María cuando al verse como segundo plato de Javier
imagina cómo cambiaría todo si Luisa desapareciera.
o
La ‘nouvelle’ El Coronel Chabert de Balzac el autor la utiliza como analogía para
justificar un sinfín de momentos en el relato, pero en especial la reacción
final de María Dolz cuando tras levantarse furiosa de la mesa donde cenaba en
el Hotel Palace con unos clientes de la editorial y dirigirse a la de Luisa y
Javier cambia su actitud vengativa por otra socialmente correcta y decide no
resucitar al muerto como hiciera el coronel balzaciano cuando tras 10 años de
ausencia y dado por muerto se presentó ante su mujer ya casada reclamándole sus
derechos,
o
En cuanto a la novela de Dumas, Marías la usa
como apoyo para su idea de no marcar a nadie por sus acciones pasadas (una
jovencísima y aún no Milady, cuando es la mujer de un aún no mosquetero Athos
sino Conde de la Fère, llevaba grabada en su hombro una pequeña flor de lis que
la identificaba como antigua prostituta [pág. 170, pos. 2599]). De modo
semejante Javier también arrastra un baldón –inducir al asesinato de Miguel-
que podría haber servido para marcarle para toda su vida y así, como a la joven
condesa de la Fère, haberlo colgado de un árbol. Pero María Dolz decide no
hacer hierro del pasado y deja que Javier muera más adelante. También la
respuesta que recibe la frase (“¡Cielos! ¡Athos! ¡Un asesinato!”) que D’Artagnan
le dirige a Athos al conocer este asesinato: “Sí, un asesinato, no más”
recorrerá gran parte de las reflexiones que María se hará a lo largo del relato
y que le servirá para justificar no sólo su actuar sino el de su amor Javier.
o
También tiene su importancia Cervantes. Dos son
las referencias que a él se hacen: una cuando como algo premonitorio Luisa, la
viuda, al referirse a la muerte violenta sufrida por su marido y sus posibles
culpables recuerda que ya Cervantes dijo “Tú
mismo te has forjado tu ventura”. Esta frase es un anticipo por parte del
novelista del forjado de su propia ventura que se ha hecho Javier y que culmina
al final del relato con su unión con Luisa.
Y la segunda referencia, si bien no directamente a Cervantes sino más
propiamente a su época, se da con la definición de la palabra ‘envidia’ según el diccionario de
Covarrubias que hace que prestemos atención y tengamos cuidado porque “este veneno suele engendrarse en los pechos
de los que nos son más amigos” (pág. 188, pos. 2880). Cervantes, pues, está
en la base de la intelección de la novela.
è Novela ensayística. Como en toda su
producción también aquí Marías utiliza el espacio narrativo para exponer ideas.
En esta ocasión la idea esencial es la de la muerte; muchos son los momentos –especialmente
durante la I parte del relato- en los que se reflexiona (yo diría casi, se
filosofa) sobre qué sea la muerte y su condición, en qué situación queda el que
hasta un momento dado fue vida y luego ya no; y sobre todo qué es de quien
queda cuando otro, su acompañante, ya no está, ya no es.
Lo contrario de lo que dice Luisa, la esposa convertida
inesperadamente en viuda: “Yo jamás había
pensado los pensamientos de nadie, lo que pueda pensar otro, ni siquiera él, no
es mi estilo, carezco de imaginación, mi cabeza no da para eso” (pág. 39,
pos. 596) es lo que practica nuestro novelista pues él sí que tiene imaginación
y su novela consiste esencialmente en un meterse, en un pensar los pensamientos
de los demás y hacer propuestas de comportamiento que como todo en la vida se
cumplirán o no, pues también en esto el azar todo lo rige.
Y también
aprovecha Marías este carácter de ensayo que a veces desprende su relato para incluir
en el mismo opiniones y/o datos sobre la actualidad más o menos inmediata que sirven
para diluir los límites entre lo real y lo ficticio. Así se ve por ejemplo en
pág.44, pos. 269 cuando hace alusión a un hecho político de actualidad la
existencia de asociaciones de víctimas del terrorismo y critica lo que él
entiende generalización del odio hacia todos los vascos; o cuando critica el
hacer de ciertos funcionarios como sería el caso de los dos médicos que
certificaron la muerte por apuñalamiento de Deverne y que no vieron la
metástasis generalizada por todo su cuerpo aunque “en España casi todo el mundo hace sólo lo justo para salvar el
expediente” (pág.234, pos. 3576).
è Lo ‘real’ y la ficción. Sin duda uno de
los asuntos que impregnan el relato, pues aparte de utilizar la literatura
(ficción) como explicación de la realidad se llega al extremo de considerar lo
dicho o hecho en el pasado por uno mismo como irreal, ficticio o fronterizo con
ello: “intentamos en vano que no
palidezcan ni se nos difuminen los rostros, y que los hechos y las palabras no
se hagan imprecisos y floten en nuestra memoria con el valor escaso que los
leídos en las novelas y los vistos en las películas. […]Lo que alguien nos
cuenta siempre se parece a ellas, porque no lo conocemos de primera mano ni
tenemos la certeza de que se haya dado, por mucho que nos aseguren que la
historia es verídica, no inventada por nadie sino que aconteció” (pág.235,
pos. 3602). O también cuando en otro momento (pág. 248, pos. 3794) dice:”La verdad no es nunca nítida, sino que
siempre es maraña. Hasta la desentrañada. Pero en la vida real casi nadie
necesita averiguarla ni se dedica a investigar nada, eso sólo pasa en las
novelas pueriles”.
El mismo
profesor Francisco Rico que aparece como personaje ya amigo de Javier es
también manifestación de esta disolución de fronteras entre lo real y lo
ficticio. Quizás también el personaje Ruiberri con sus abrigos de cuero negro y
sus nikis sin ser para nada real sí que recuerda mucho la estética querida, y
practicada, por Javier Marías durante muchos periodos de su vida. ¿Será Marías
en su vida real como Ruiberri en la ficiticia? Quizás.
è La incertidumbre. Sí, la incertidumbre,
el tal vez, el azar, los quizás, o el vete tú a saber, son el meollo de este
relato e incluso de la misma vida pues todo en ella sucede de modo azaroso o
quizás, más bien, de manera pensada y meditada. ¡Quién sabe! Eso es la novela
en Javier Marías el reino de la incertidumbre, de la duda, de la falta de
certezas.
¿Algún defecto? Pocos, la
verdad. Sí, tal vez, la excesiva morosidad con que el autor aplaza las acciones
que en ocasiones me han parecido mecanismos de pura técnica profesional como si
hubiera que dilatar los finales para que la novela adquiriese un cierto grosor.
¿Verdad? Ojalá que no.