Remedando al Poeta, antes de que a mi memoria le suceda igual que a su olmo soriano, quisiera dejar aquí la gracia del acto presenciado el viernes pasado: la presentación de la última obra -un magnifico poemario- de mi amigo Ezequías Blanco. No, no quiero perder en la ciénaga del olvido, el recuerdo de tan hermosa reunión.
El evento, que se dice ahora, tuvo lugar en el Centro Cívico 'Juan de la Cierva' de Getafe. Allá que nos desplazamos quienes vivimos en la capital madrileña, si bien la mayoría de asistentes eran getafenses de siempre o de adopción. Abrió el fuego la directora del Centro, Ángeles González, que, tras manifestar la disposición del mismo a albergar actos culturales de la altura del presente, señaló que éste era ya el tercero del ciclo "Encuentros con autor" (los dos anteriores fueron con Almudena Grandes, uno, y con Luis García Montero, el otro); por último agradeció el buen trabajo de los empleados del Centro, y sin más dio la palabra a Antonio Benicio Huerga, editor de la obra. Antonio Benicio se congratuló de alcanzar la editorial 'Los libros del Mississipi' con "Tierra de luz blanda" nada menos que ya once títulos.
Comenzó luego el acto propiamente dicho. En primer lugar se pasó un audiovisual sobre la vida del autor. El trabajo de imágenes sobre fondo musical lo había preparado Cristóbal López de la Manzanara, poeta y gran amigo de Ezequías. Mucha emotividad y cariño había depositada en esas fotos, algunas antiguas y otras más recientes, que recorrían la trayectoria vital del creador del poemario que nos convocaba.
Tras el audiovisual, los dos amigos salieron a escena y sentados en sendos taburetes ante unas mesas cual si de un bar se tratase improvisaron una entrevista con preguntas que Cristóbal hacía a Ezequías con mucha gracia y desparpajo y que a quienes estábamos en la Sala hicieron sonreír con frecuencia. Por las respuestas dadas supimos del pueblo zamorano, Paladinos del Valle, donde el autor dio sus primeros pasos, una localidad ejemplo de esa España vacía y vaciada de la que tanto se habla. Desde el punto de vista literario fue la mar de interesante escuchar hablar a Ezequías de sus inicios poéticos en Salamanca, la ciudad donde estudió y donde coincidió con personas, algunas prematuramente ya desaparecidas, que a su decir influyeron decisivamente en su vocación de escritor. Dos nombres destacó por encima de los otros: Luis Javier Moreno, compañero de estudios ocho años mayor que él y ya con alguna cosa publicada por entonces, y el inolvidable Aníbal Núñez, un ser libérrimo tanto en su vida personal como en las artes que practicó y al que él siempre tanto admiró.
Tras el audiovisual, los dos amigos salieron a escena y sentados en sendos taburetes ante unas mesas cual si de un bar se tratase improvisaron una entrevista con preguntas que Cristóbal hacía a Ezequías con mucha gracia y desparpajo y que a quienes estábamos en la Sala hicieron sonreír con frecuencia. Por las respuestas dadas supimos del pueblo zamorano, Paladinos del Valle, donde el autor dio sus primeros pasos, una localidad ejemplo de esa España vacía y vaciada de la que tanto se habla. Desde el punto de vista literario fue la mar de interesante escuchar hablar a Ezequías de sus inicios poéticos en Salamanca, la ciudad donde estudió y donde coincidió con personas, algunas prematuramente ya desaparecidas, que a su decir influyeron decisivamente en su vocación de escritor. Dos nombres destacó por encima de los otros: Luis Javier Moreno, compañero de estudios ocho años mayor que él y ya con alguna cosa publicada por entonces, y el inolvidable Aníbal Núñez, un ser libérrimo tanto en su vida personal como en las artes que practicó y al que él siempre tanto admiró.
Tras Salamanca vino el deambular por España del profesor de literatura que comenzando en Canals (Valencia) pasó por una serie de localidades hasta que por puro azar del concurso de traslados acabó en Getafe donde pronto se encontró muy a su gusto y sentó sus reales. Cristóbal le quiso preguntar si en su creación poética esta peripecia vital (geopoesía o geopoética, dijo con humor) le había influido decisivamente. Y Ezequías respondió que sí, que evidentemente sí, y más en un escritor que bebe de la realidad, que absorbe lo vivido por él o por otros para transformarlo y convertirlo en materia literaria.
Al entrar ya en la harina literaria, quien entrevistaba quiso indagar sobre influencias de los grandes. El autor de "Tierra de luz blanda" vino a decir que cuando se está en la fase de la 'imitatio' aristotélica, o sea, en los inicios, el vasallaje a la autoridad poética es más perceptible pero que según pasan los años y los libros, el estilo se va haciendo más propio y personal. El listado de autores que admira y que sin duda están dentro de su propio y personal estilo son infinitos: Quevedo, los barrocos; todos los del 27; sin duda alguna la generación del 50 con Ángel González a la cabeza; el mismo Aníbal Núñez... "Y Eliot -añadió Cristóbal". "Sí, sí, claro, también, también -Quías, dixit-. Y Faulkner, y, naturalmente, José Luis Cuerda...". El humor, la ironía, la complicidad entre entrevistador y entrevistado estuvo siempre presente.
Hubo una insoslayable referencia a su etapa como director de "Cuadernos del Matemático", revista poética de inmensa altura que dirigió desde su fundación hasta su cierre definitivo en 2018, treinta años más tarde. Precisamente Cristóbal junto a Matías Muñoz y Ezequías fueron el alma y sostén de esta prodigiosa creación cultural. Y luego ya las preguntas se centraron en el Poemario que se presentaba.
¿Por qué ese título de 'Tierra de luz blanda'? Pues porque -contestó Ezequías, aproximadamente- porque ese adjetivo me parece que responde a la impresión producida en mí por la iluminación presente en un centro hospitalario; también por la actitud de entrega del enfermo ante las vejaciones que disfruta en el hospital; e incluso por ese navegar en una zona inestable por los efectos de la anestesia... Y desde el punto de vista métrico, continuó diciendo, porque es un hexasílabo y los versos de seis sílabas son poco empleados o preferidos por los poetas. Como Quías no es amigo de decir las cosas allá va, echó mano de un poema de Rafael Alberti para apoyar su contestación.
Más, mucho más hubo en esta interesante, entretenida y sabrosa entrevista, pero no quiero equivocarme de más (alguna pata habré metido ya, con seguridad. ¡Perdón por ello!) y abandono a estos dos grandes conversadores que dieron paso al recitado de algunos de los poemas a cargo de tres voces magníficas: Matías Muñoz, Juliana Sesmero y Enrique Gracia Trinidad.
Tras escuchar los versos de Ezequías en esas voces rotundas, fuertes y al tiempo amables, no quedaba ya más que adquirir un ejemplar del libro publicado por Libros del Mississipi. La portada del mismo es hermosa en su sencillez y enlaza perfectamente con el contenido: la experiencia hospitalaria del poeta, sus miedos, y la vuelta al mundo previo a los hechos que le llevaron a la intervención quirúrgica. Tras ella, la rehabilitación y ese obligado deambular por los bancos de calles, parques y jardines que sin proponérselo han dado lugar a una inmensa colección fotográfica de bancos variopintos que algún día, quizás, darán lugar a algo impreso.
BANCOSBuscaré cada día los lugaresdonde nadie confunde los caminosdonde muy poco importan las derrotas
Reiré con el que luce a sus espaldas”Cristo mola” o con el otro que dice;”somos muy malas pero podemos ser peores”
Iré de banco en banco en mis paseosporque a cualquiera acogencon su respiración tan desprendida.
Y así como quien flota sobre un cielo dormidorecorreré los bancos de mi entornopara fortalecer mis músculosmis fibras mis huesos mis tendones lastimadoshasta llegar al que reposabajo aquella morera verdinegradesde donde mejor se ve la luna.
Y descansaré en el del viñedoy refrescaré la miradasobre la humedad del de la verdinosa piedra.
Desde un banco me iré rodando a casay en un banco plantaré las verdurasde mi huerto… Y sobre un viejo bancodormiré eternamente soñando con palmeras.
¡¡Enhorabuena, Ezequías, por tu recuperación y por tu magnífico poemario!!