La muerte siempre sorprende y nos sorprende. Cuando ayer por la tarde, en un grupo de wasap de los muchos que uno carga en el móvil, alguien, ahora mismo no sabría decir quién, escribió la triste noticia, apenas si pude dar crédito. Es cierto que ella misma, Almudena Grandes, había escrito no hace mucho en uno de sus artículos que publicaba en EPS (El País Semanal) la presencia de la enfermedad en su organismo, pero también era cierto que la escritora madrileña a renglón seguido quitaba hierro al asunto: "Parece que tiene buen pronóstico", decía.
28 nov 2021
Almudena Grandes en mi blog (in memoriam)
La muerte siempre sorprende y nos sorprende. Cuando ayer por la tarde, en un grupo de wasap de los muchos que uno carga en el móvil, alguien, ahora mismo no sabría decir quién, escribió la triste noticia, apenas si pude dar crédito. Es cierto que ella misma, Almudena Grandes, había escrito no hace mucho en uno de sus artículos que publicaba en EPS (El País Semanal) la presencia de la enfermedad en su organismo, pero también era cierto que la escritora madrileña a renglón seguido quitaba hierro al asunto: "Parece que tiene buen pronóstico", decía.
27 nov 2021
A pares (nº XXV): Jordi Sierra i Fabra, Plácido Díez Gansert y Jhumpa Lahiri.
Soler es un demócrata en el seno de la policía de una comisaría barcelonesa que ya ha tenido problemas con el caso anterior "La muerte del censor" cerrado con éxito por el escrupuloso comisario tan sólo dos meses antes de iniciar éste. Ahora la pareja de investigadores se las han de ver con el franquismo puro y duro: un general héroe de guerra ya en la reserva, sus hijos que hacen carrera en la política del Régimen y el ambiente hostil de la comisaría dirigida por el comisario García habida cuenta de la denuncia que puso Hilario Soler a su compañero Martín Peláez por mala praxis profesional. Si no logra resolver el caso con éxito sin tocar mucho las narices el establishment Soler se juega el puesto y su profesión.
Junto a lo anterior el mundo íntimo y familiar del policía casado con Roser a la que adora y con dos hijos adolescentes, Montserrat de dieciséis e Ignacio de catorce, está en juego en esta novela. El equilibrio psíquico que ha de mantener Soler, un hombre honesto en un ambiente opresor, es inmenso si es que quiere salir indemne de la prueba a la que le somete este caso de asesinatos múltiples enlazados unos con otros sin que en apariencia ninguno tenga nada que ver con el anterior.
«Los hombres llevaban las manos introducidas en los bolsillos de los abrigos y, algunos, los cuellos alzados. Las mujeres parecían más menudas, con pañuelos en la cabeza y medias gruesas. Los niños pequeños ya iban forrados de manera inmisericorde, con gorros, bufandas y guantes»
«La emigración del sur seguía llegando a Barcelona en oleadas. Trenes llenos. Vidas mejores, o eso intentaban. La ciudad crecía, y crecía. Cada vez se construía más, se abrían nuevas calles o vías, se derribaban casas viejas para levantar las de la nueva Barcelona. 25 años de victoria, como había dicho Escarré.»
«Todavía dejamos a demasiados catalanes vivos. Si los hubiéramos matado a todos, nos habríamos ahorrado algún que otro problema futuro, quién sabe, dentro de cien o doscientos años. Pero la generosidad del Caudillo es infinita»
«Un soldado llorando resquebraja la moral. Está diciendo que la guerra es una mierda y que se arrepiente de estar en ella»
Al estar situada la historia en un contexto militar aparecen otros valores: la valentía, el patriotismo, el miedo, la obediencia... Y al estar en este ámbito las faltas y los delitos cobran una importancia de otro nivel. Hay una crítica política que por reiterada ya se convierte en un tópico: «Esto es España, cielo. Aquí los militares aún tienen más peso que en otras partes. Y con la derecha que tenemos...».
«Una fotografía capta una fracción de segundo de la vida de una persona. Como un haiku detenido en el tiempo.»
«Nací en Pamplona en 1971. Gracias al mestizaje cultural de mi familia, mi madre es alemana y mi padre español, y a periplos en el extranjero, tuve la suerte de recibir una educación cosmopolita. Estudié en el Colegio Alemán y soy licenciado en Derecho. Tras una trayectoria profesional en el mundo de la empresa trabajando quince años en departamentos internacionales, que me llevó a residir en México, Alemania y Brasil visitando más de sesenta países, abandoné ese entorno para dedicarme a lo que de verdad me seduce: la literatura.»
La autora«Jhumpa Lahiri es una estadounidense de origen bengalí nacida en Londres en 1967. En 1999 saltó a la fama en el mundo de la narración con "Intérprete de emociones", su primera publicación, una colección de relatos que fue Premio Pulitzer el año 2000. Otros libros suyos además de la novela objeto de esta reseña son "Tierra desacostumbrada", otra colección de relatos aparecida en 2008; y otra novela, última publicación suya por ahora, titulada "La hondonada" del año 2013.»
En otras palabras
A Jhumpa Lahiri le persigue desde sus mismos orígenes el problema de la identidad cultural. El hecho de que en su casa se hablase bengalí y en la calle donde interactuaba inglés le ocasionaba no pocos problemas identitarios al preguntarse a sí misma a dónde pertenecía ella, cuál era el mundo de referencias culturales al que pertenecía dado que una lengua siempre es casa y cobijo. Al tiempo, según estudiaba le fue conquistando su amor hacia el latín y la cultura que Roma había desarrollado. Al ubicarse fundamentalmente esta milenaria cultura en Italia pronto la escritora se sintió atraída por la lengua italiana. Pensaba que si quería ir a la ciudad de Roma, o a Venecia, o a Florencia, o a cualquiera de las maravillosas villas que conocieron en el pasado las hazañas del pueblo romano ella debería conocer la lengua de quienes allí ahora habitaban. Así comenzó a estudiar la lengua de Dante porque del amor a la vieja Roma pasó naturalmente al amor hacia la Italia renacentista.En este librito, Jhumpa Lahiri cuenta el proceso que siguió para escribirlo en una lengua que no era la suya materna (el bengalí), ni la de la sociedad en la que había crecido (el inglés de Boston). Lo había escrito -en realidad lo iba a escribir. El que lo estemos leyendo es señal de que el proceso finalizó satisfactoriamente- usando otra lengua, de ahí su título, lo había escrito en italiano. Hizo lo que algunos otros escritores hicieron (Nabokov, Agota Kristoff, Conrad, Samuel Beckett...): cambiar de instrumento lingüístico, empresa arriesgada. Ella lo ha conseguido y "En otras palabras" es la prueba de ello.
En esta breve obra Lahiri hace memoria de los pasos seguidos hasta alcanzar la cumbre: el dominio del idioma italiano y poder albergarse dentro de él abandonando identidades (la indobritánica y la estadounidense) en cierto modo prestadas por otros (sus padres, sus amigos...) pero no elegidas completa y libremente por ella misma.
Dos citas que me parecen significativas. La primera va sobre el porqué de volcarse Jhumpa Lahiri en una nueva lengua; y la segunda expresa el viaje interior que la escritura de este libro le ha supuesto a la escritora.
- «De jovencita, en Estados Unidos, intentaba hablar bengalí a la perfección, sin acento extranjero, para contentar a mis padres, para sentirme completamente hija suya, pero no era posible; por otro lado, quería que me consideraran estadounidense y, aunque hablaba inglés a la perfección, tampoco era posible. Estaba suspendida entre dos lenguas en vez de arraigada.»
- «Envidio a Pavese, su capacidad para sondear el fondo del idioma italiano. Sin embargo, yo también he hecho un cierto sondeo a través de estas reflexiones: explorando mi descubrimiento de la lengua, me he explorado a mí misma.»
Una lectura deliciosa que gustará a cualquiera que conozca algo de la producción literaria de Jhumpa Lahiri.
18 nov 2021
Javier Moro. "A prueba de fuego"
«Las amistades y los amores son temporales; el amor de un padre hacia su hijo, y viceversa, es eterno porque se manifiesta mucho después de la muerte de ambos, en lo que han puesto en marcha mientras vivían y cuyo eco resuena en el tiempo.»(A propósito del amor paterno filial)
«Lo que simboliza aquella bóveda es, ante todo, el potencial que tiene la inmigración para enriquecer un país.» (A propósito de la bóveda del ala central del edificio de registro de Ellis Island)
«Me di cuenta de que el mundo estaba cambiando y de que esos ingenieros [los que usaban el acero y el cristal] acabarían desplazándonos cuando consiguieran abaratar sus costes. La belleza clásica dejaba de ser un argumento.» (reflexión de Rafael Guastavino Jr.)
Conocí esta novela por boca de mi muy buena amiga Guida quien en "más que palabras...", la tertulia de amigos en la que ambos participamos, la alabó. Guida es persona que ama la literatura y que sabe mucho de arquitectura; así que yo sabía, nada más escucharle hablar, que la última obra de Javier Moro ("A prueba de fuego" , 2020), novela sobre la vida de Rafael Guastavino, arquitecto valenciano emigrado a USA en 1881 tras unos años de éxito en la Barcelona premodernista, no me iba a defraudar. También varios de los blogs literarios que frecuento hablaban de este libro con agrado. Por todo esto cuando el pasado jueves 11 de noviembre, Día de las Librerías, entré en una de ellas y lo vi no dudé un segundo en adquirirlo. Y no me arrepiento.
«Pero las tendencias cambiaban, y antes de que estallase la crisis de 1929, surgió el advenimiento del hormigón armado, el acero y las líneas rectas, sin decoración. La nueva tecnología abarataba los costes, lo que, unido al aumento del precio de la mano de obra, situó la construcción tabicada en una posición precaria. En la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, el pabellón alemán de Ludwig Mies van der Rohe fue objeto de admiración porque era lo último en diseño moderno.»
Guastavino que llegó en 1881 a Ellis Island con una mano delante y otra detrás, que se arruinó en más de una ocasión por no prestar la debida atención al dinero de sus inversiones y a los presupuestos de sus obras siempre hechos a la baja para llevárselos cuando competía con otros, sin embargo logró el éxito en la tierra de las oportunidades. Para que tal cosa ocurriese tuvo la suerte de toparse con una serie de naturales del país enfrascados en la fiebre de la construcción que en ese momento se vivía en EEUU: Henry Richardson (muerto el 27 de abril de 1886 a los 47 años y que había puesto de moda en New York en la década 80 -moda que duraría hasta bien entrados los años 90- el estilo 'Renacimiento español', a raíz de un viaje realizado por España del que volvió deslumbrado por la Catedral de Salamanca), Stanford White, Charles Mckim, William Rutherford Mead, Bernard Levy, Saint-Gaudens, T. M. Clark (uno de la s grandes arquitectos de Boston), Richard Morris Hunt… De todos ellos quien más le impulsó introduciéndole en los círculos donde se cocían los proyectos fue Stanford White quien desde el principio admiró su bóveda tabicada ignífuga. Esta característica de resistencia al fuego, que Guastavino demostró en exhibiciones públicas, fue crucial para su éxito dado que por entonces en la mente de todos los americanos estaba el terrible incendio sucedido en Chicago en 1871.
La huella dejada por la actividad arquitectónica de la Guastavino Fireproof Construction Company es más que abundante en Nueva York (Grand Central Terminal, el Great Hall de Ellis Island, zonas del Metro, zonas del puente de Queensboro, catedral de San Juan el Divino, Carnegie Hall, Museo Americano de Historia Natural —en Central Park Oeste—, Templo Emanu El, iglesia de San Bartholomé —en la Quinta Avenida—, City Hall Station del moderno metro de Nueva York, Hospital Monte Sinaí, etc.) y también ciudades próximas (Biblioteca Pública de Boston, Museo Nacional de Historia Natural y Edificio de la Corte Suprema de Estados Unidos —ambos en Washington—, etc.).
Curiosamente —bueno, la verdad es que entre nosotros lo que voy a decir a continuación es bastante habitual— Rafael Guastavino Moreno y su hijo Rafael Guastavino Roig son más conocidos y sobre todo valorados en Estados Unidos que entre nosotros. El año 2010 el Ayuntamiento de la ciudad de Nueva York publicó «un folleto que se llama "New York's Guastavino" e indica un recorrido para visitar lo que permanece de un estilo y unas obras que aportaron belleza a una ciudad que deslumbró al mundo.».
En nuestro país es ahora -y en ello este libro de Javier Moro está teniendo mucho que ver- cuando se está hablando de la gesta profesional de este valenciano que se inspiró en la Lonja de Valencia, en la Catedral de su ciudad, en la escalinata de la Lonja de Barcelona donde estaba la Escuela de Maestros de Obra, etc. y supo adaptar a las exigencias de una construcción moderna y sólida los materiales tradicionales del área mediterránea, algunos de ellos heredados de bizantinos y árabes. Esa cerámica vidriada en diferentes colores tan característica de la construcción valenciana la llevó a nuevas construcciones en las que exploró las posibilidades de la unión de los ladrillos cerámicos con el novedoso por entonces cemento Portland creando con ello unas superficies ligeras y muy sólidas.
Para algunos -de entre nosotros, claro- Guastavino fue un pícaro que supo vender como original suyo un sistema que conocíamos aquí desde al menos los musulmanes. No estoy de acuerdo con quienes tal cosa afirman. En la novela hay un momento en que Rafael Guastavino Moreno da una conferencia en la que hablando de su sistema para construir bóvedas recuerda el descubrimiento, la revelación que experimentó al visitar el Monasterio de Piedra y contemplar la cascada de agua y la gruta inmensa que está bajo ella soportándola tal y como la Naturaleza las había dispuesto. «Entonces comprendí por qué mi distinguido profesor de construcción, don Juan Torras, dijo: "El arquitecto del futuro construirá un día imitando a la naturaleza, ya que es el método más racional, duradero y económico"». Evidentemente en esta reflexión se esconde el inicio, los albores del modernismo arquitectónico de arquitectos como Antonio Gaudí, Lluis Domènech y Muntaner, Joseph Puig i Cadafalch, Francisco Mora Berenguer, Antonio Farrés Aymerich, Eduardo Reynals Toledo, y tantos otros más.
Diré para finalizar que el autor ha realizado para escribir esta biografía novelada un sesudo trabajo de investigación que le ha llevado a contactar con descendientes de Guastavino en Estados Unidos. Uno de ellos, James Black, le proporcionó al novelista un buen número de cartas inéditas del arquitecto que le sirvieron para adentrarse con pie firme en la vida íntima del arquitecto triunfador en USA. Naturalmente también contactó con descendientes vivos en España, aunque aquí su labor investigadora se centró más en lo arquitectónico y los inicios de su actividad en Barcelona.
A raíz de leer "A prueba de fuego" de Javier Moro e interesarme por la figura del valenciano triunfador en América he podido constatar que en su persona se hace realidad el dicho castellano que dice "De casta le viene al galgo". Digo esto tras leer un interesante artículo firmado por los profesores de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia (ETSAV), Camilla Mileto y Fernando Vegas López-Manzanares. Tal artículo, publicado en la Revista de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, lleva por título "Guastavino y el eslabón perdido". Merece la pena leerlo con atención para descubrir que Guastavino debía mucho a la actividad de familiares suyos que le precedieron en el tiempo, en especial su tatarabuelo Juan José Nadal que vivió durante la primera mitad del siglo XVIII y al que Rafael Guastavino Moreno tuvo siempre como referente para su arquitectura.
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El libro publicado por Espasa viene ilustrado en el centro con una serie de fotografías a color y en blanco y negro del personaje biografiado y su familia, y también de algunas de sus obras arquitectónicas tanto realizadas en España como en los Estados Unidos. Coloco a continuación algunas de estas imágenes
10 nov 2021
Cuentos de Flannery O'Connor
«—No tienes que comportarte como si esto fuera el fin del mundo, porque no lo es —prosiguió Julian—. De ahora en adelante tendrás que vivir en un mundo nuevo y enfrentarte por primera vez a algunas cosas» (Cuento Todo lo que asciende tiene que converger)
«—¿Cómo t’atreves a tacharme de mentiroso o de ciego? L’he visto con mis propios ojos. No t’has defendío, le has dejao hacerlo, t’has limitao a agarrarte a ese árbol, bailar un poquitín y lloriquear. Si hubiera sido yo, le habría roto las narices y…» (Cuento Una vista del bosque)
«—Es buen tiempo pa el algodón, si a los negros les da la gana recogerlo —repuso la señora Turpin—, porque los negros ya no quieren coger algodón. No hay forma de conseguir blancos, y ahora encima los negros tampoco quieren… porque no pueden ser menos que los blancos, claro.» (Cuento Revelación)
- Un hombre bueno es difícil de encontrar (1953): Una familia se encuentra en el transcurso de un viaje al Desequilibrado, un asesino que ha escapado de prisión. El Desequilibrado se muestra educado con la abuela egoísta y miserable que dialoga -más bien monologa- con él. Al tiempo el delincuente y sus secuaces van realizando su cometido. Las reflexiones filosóficas que acompañan a su terrorífico proceder me ha evocado por completo a Tarantino diez años antes de que el director de Pulp Fiction viera la luz.
- El Río (1953): En este relato el sentimiento religioso de raíces evangélicas está muy vivo. Un niño de unos 5 años de nombre Harry Ashfield, bastante desatendido por sus padres, asiste con su vecina negra, la señora Connin al sermón de un predicador en El Río. El niño le dice que se llama Belvet como el charlatán; es bautizado por éste sintiendo desde ese mismo momento una inmensa y perniciosa atracción por las aguas de la corriente.
- La buena gente de campo (1955): Un falso vendedor de biblias se aprovecha de la ingenuidad de los campesinos para conseguir engañarlos. Y no sólo vende biblias sino que a las personas que se consideran más listas como Joy, la chica coja algo impertinente que se muda el nombre en Hulga, las engaña burlándose o abusando de ellas.
- Una vista del bosque (1957): Un abuelo que se lleva muy mal con su yerno y muy bien con su nieto va malvendiendo sus propiedades pese a la oposición de su hija y yerno. Su afán por humillar al yerno es tal que no sólo vende la parcela que éste trabajaba quitándoles a todos la hermosa vista del bosque sino que además intenta quitarle el cariño de su propio hijo.
- Todo lo que asciende tiene que converger (1961): En este cuento una mujer obesa, madre de Julián, un treintañero deseoso de ser escritor y que por ahora debe conformarse con vender máquinas de escribir, vive absorta en un mundo que ya no existe, el de la segregación racial quiérase o no ya definitivamente abolida.
- Los lisiados serán los primeros (1962): Junto a El Río es de la selección personal que hago en esta reseña el cuento de mayor impronta religiosa. En éste, Sheppard, un educador psicólogo del Reformatorio desea ayudar a Rufus Johnson, un chico huérfano de 14 años con mal pronóstico para adaptarse a la vida en libertad que pronto le llegará. Sheppard desea ganárselo y para ello sermonea a su propio hijo Norton para que comparta con él lo mucho que tiene. Llega a alojarlo en su casa y pronto las actitudes del chico chocan con sus principios tanto en el plano del comportamiento social cuanto en el de las creencias pues Sheppard es ateo y Johnson posee unas asentadas convicciones religiosas que imbuye en Norton. Como tantos otros cuentos de O'Connor la resolución de éste es brutal y sorprendente.
- Revelación(1964): Igual que en el relato anterior y en otros cuantos más la buena acción de "ayudar a los demás" se resuelve en recibir un mal pago por ello. Aquí la autora enmarca el asunto en el ámbito de una consulta médica lo que le permite mostrar en un reducto cerrado lo variopinto de la sociedad: «la muchacha fea, zapatos de girl scout y calcetines gruesos. La abuela que calzaba unas zapatillas deportivas, y la madre, típica gentuza blanca», la señora bien, la chica pelirroja que lee revistas... Y por debajo de todos, aunque en esa consulta no haya ninguno estarían los negros. A la Sra, Turpin que asiste con su marido Claud a la consulta le llamaba muchísimo la atención y le desorientaba completamente que «había también negros que tenían casa propia e incluso tierras. Había un dentista negro en la ciudad que tenía dos Lincoln rojos y una piscina y una granja con ganado de pura raza.» Tras un incidente que sufre en esa consulta, al llegar a su propia casa a través de un sueño recibirá una auténtica revelación.
«Es un libro divertido y terrible a la vez, ante el que no sabremos si reírnos o sentirnos horrorizados. Falsos profetas, niños perversos, criminales visionarios, idiotas, mentirosos inocentes, ancianos perversos, santos que deliran, se dan cita en sus páginas.»
Si bien su primer relato vio la luz en 1946, la revelación literaria de la escritora se produjo en 1952 con la aparición de su novela Sangre sabia que años más tarde, concretamente en 1979, John Huston llevaría al Cine. La autora pasó los últimos trece años de su vida aquejada de la enfermedad incurable que le afectó los huesos de las piernas y la obligó a andar con muletas. Estos terribles trece años los pasó escribiendo en la granja familiar de Milledgeville; su madre la cuidó y ella además de escribir se dedicó a la cría de pavos, precisamente uno de sus relatos, El pavo, habla de esto.
5 nov 2021
Algunas buenas películas (A pares XXIV)
Blue Jay
El olvido que seremos