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24 feb 2024

Castillos de fuego. Ignacio Martínez de Pisón

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✔ «Aquí, si quieres vivir, si quieres tener algún derecho, tienes que volverte como ellos, convertirte en un colaboracionista, en un carcelero, en un chivato, en un traidor. ¿Te parece suficiente información? Estamos ocupados por fuera pero también por dentro. ¿Quieres más información o te basta con esto?»
«Revilla, que no tenía con él tanta familiaridad como Santos, se sumó a la conversación cuando evocaron algunos de los lugares sagrados del falangismo: el Teatro de la Comedia, en el que se había celebrado el acto fundacional, y el Café Lion, con La Ballena Alegre en el sótano…
—¡La de veces que estuve allí con José Antonio! —exclamó, tratando de ponerse a la altura del propio Ridruejo, uno de los próceres del partido, compositor de varios versos del Cara al sol.»

Novelas de la posguerra española, Madrid
Como todos los finales de año leí, en los suplementos de los periódicos y en las revistas literarias que frecuento, listados sobre los mejores libros del año que se iba. En casi todos ellos figuraba en posición preeminente, si no en la primera, Castillos de fuego, la última novela de Ignacio Martínez de Pisón. Me la regalé por Reyes y es ahora cuando he dado fin a sus cerca de 700 páginas. 

Es una novela larga, pero para nada pesada. Entra a formar parte del grupo de narraciones situadas durante el primer franquismo, ese momento en que la represión, las venganzas, el deseo de retornar al momento anterior a 1936,  estaban a la orden del día. La vida en España transcurría dentro de una anormalísima normalidad. Nadie estaba seguro de lo que ese día, el siguiente, o cualquier otro podría ocurrirle; vivir al día, sobrevivir, era la aspiración máxima. Una aspiración compartida por todos, si bien los vencedores de la contienda tenían las de ganar; sin embargo, los perdedores mantenían viva su esperanza, pues la guerra en Europa, especialmente su discurrir a partir de 1943, auguraba -así decían y así lo creían muchos- el inminente desalojo del dictador.

Estamos ante una novela histórica de personaje coral que me ha recordado mucho a otras como La colmena de Camilo José Cela y, casi más todavía, a Las tres bodas de Manolita, tercera entrega de los Episodios de una guerra interminable, escrita por la prematuramente desaparecida Almudena Grandes. Precisamente es esta novela de la escritora madrileña la que más he recordado mientras deambulaba por Madrid con los personajes de Castillos de fuego

Ignacio Martínez de Pisón presenta la vida en el Madrid que va de Noviembre de 1939 a septiembre de 1945 y la distribuye en cinco partes que el denomina 'Libros': 

  • En el primero, Noviembre de 1939 a Junio de 1940, asistimos a la presentación de muchos de los actores del relato, tanto los propiamente históricos como los de ficción. Del contexto mundial sobresale sobremanera la presencia en el panorama europeo de Alemania, que está realizando sus primeras invasiones: la de Polonia primero, seguida de otras como la de Francia. Esta parte finaliza en el emblemático edificio de Telefónica desde cuya terraza se realiza un castillo de fuego (fuegos artificiales) en homenaje a que Tánger ha vuelto a ser administrado por España dada la alianza que Franco mantiene con Hitler.
  • En el segundo libro, Julio a Diciembre de 1941, los dos mundos madrileños se muestran en su interioridad: el de los ganadores (falangistas de siempre como Matías Revilla y no falangistas como Valentín Aja que durante la guerra militaba en el PC y que ahora es colaboracionista de la brigada político-social denunciando a antiguos compañeros); y el de los perdedores (republicanos, especialmente comunistas que intentan mantener viva la resistencia a la espera de que la guerra europea acabe con los fascismos, el de Franco entre ellos). Luego estarían los, digámoslo así, neutrales como Basilio, padre de Gloria, catedrático de universidad depurado y apartado de su cátedra por los vencedores; Félix Benítez, alumno de Basilio, enamorado de Gloria. Y también los arribistas que se apuntaron al carro del vencedor.
  • En el tercer libro, Abril a Octubre de 1942, las historias de los miembros de este personaje coral conectan e inflexionan a través de una historia de celos existente entre los hermanos Ruiz: Esteban, protésico dental, y Aníbal, colaborador de Matías Revilla en la Comisión Revisora de Viviendas y Muebles; estos dos hermanos tienen muy mala relación entre ellos a propósito de la paternidad de Rocío, la hija de Rosario, esposa de Esteban. Lo que sucede entre los hermanos complica la vida a Revilla que no quiere verse salpicado por ello. Aquí se ven las maniobras dentro de los falangistas para echar a unos u otros. Si cayese el ministro Arrese, sostenedor de Revilla, Valentín Aja correría serio peligro. Por otro lado, en esta parte prosigue la represión en cárceles y Bernabé, el hermano de Cristina y de Eloy, encarcelado en Porlier, es fusilado junto a muchos otros. En contraste con lo anterior, Avelina, esposa de Matías Revilla, muestra la 'caridad' del Régimen. Caen muchos comunistas por la represión y las denuncias de Valentín; Eloy logra, de milagro, huir al monte.
  • En el cuarto libro o cuarta parte, Septiembre de 1943 a Marzo de 1944, vemos la vida de los guerrilleros en el monte. En el grupo de Eloy, entre otros, están el Caralarga,  Arsenio, el Chaconero, el Mancho, Ginés, niño pastor que ayuda a Eloy.... Estos guerrilleros realizan batidas por la zona, robos para aprovisionarse, ejecuciones sumarias por viejas deudas o por encargo del Partido. Porque el propio PCE también realizaba sus purgas. Al tiempo, en el interior de Madrid, Cristina participa en la Resistencia colaborando con Heriberto Quiñones, con Virgilio, y otros comunistas del exterior, como el primero, o del interior, como el segundo, que es su enlace con el Partido. Todo lo hace Cristina para así mantener, siquiera sea de manera epistolar, relación con Eloy. También en el interior vemos cómo se desarrolla la vida de Gloria con Félix, que los ha acogido, a Basilio y a ella, en su despacho de abogado. Por último, Valentín, empecinado en la persecución de sus antiguos compañeros, va medrando en el Cuerpo de policía. 
  • En la quinta parte o quinto libro, Febrero a septiembre de 1945, Eloy retorna a Madrid por orden del Partido. Personajes reales e históricos como Jesús Monzón y Pilar Soler serán llamados por el Partido desde Toulouse. Otros, como  Gabriel León Trilla, no obedecerán la orden y sufrirán en propia carne su indisciplina. Si así, más o menos, discurre la peripecia real, la historia de ficción en esta parte final se va resolviendo. Lógicamente -eso lo sabemos desde el principio todos los lectores-, las aspiraciones de los antifascistas quedarán en agua de borrajas, serán puro Castillos de fuego. Pero Ignacio Martínez de Pisón culmina la historia de ficción, una hermosa historia de amor, de manera emotiva y muy esperanzadora para todos aquellos que hemos disfrutado leyendo la novela.
Una novela, en definitiva, muy equilibrada, que muestra grandezas y debilidades en los dos bandos: el sacrificio y la ciega entrega de los derrotados; las insidias, emociones y decepciones entre los falangistas que con ilusión militaron en la primera hora y que con el paso del tiempo -¡y de la guerra en Europa!- ven cómo son abandonados, dejados de la mano de Dios. Aquí se habla con emoción de Dionisio Ridruejo, falangista convencido que también con convencimiento dirige una demoledora carta a Franco, que lo depurará y echará del entorno gubernamental.

Me ha encantado pasar unos agradables momentos con personajes históricos que he estudiado, leído y algunas obras suyas incluso admirado. En la novela, centrada en el Madrid del franquismo del primer momento, la intelectualidad republicana no existe: los que no han muerto, como les ocurrió a García Lorca o a Antonio Machado, se han exiliado (Alberti, Cernuda, Emilio Prados...) y los que no (Dámaso Alonso, Aleixandre...) están silenciados en lo que se denomina exilio interior. Sólo quedó la intelectualidad que apoyó el golpe como los poetas falangistas Luis Rosales o Dionisio Ridruejo, autores teatrales como Arniches, los Álvarez Quintero o Jardiel Poncela. Algunos, como el propio Ridruejo, renegarían de su apoyo inicial a Franco, pero volver atrás ya era imposible.
«Mira quiénes están ahí: Pemán, Luca de Tena, Arniches… Es él, ¿no? Carlos Arniches, el de los sainetes. ¡Qué viejito está! Y allí mira: Fernando Díaz de Mendoza, María Guerrero… El de al lado debe de ser su hermano, el aviador. Un héroe de guerra.»
En el campo de los nombres propios la novela me ha permitido conocer algunos de personas que desconocía, que tuvieron responsabilidades políticas en los muy represivos gobiernos franquistas de la primera mitad de los años 40 del pasado siglo:
  • «Basilio había visto a varios gerifaltes del régimen entrar en la iglesia. Había reconocido a dos generales y varios ministros. A uno de ellos, el de Hacienda, José Larraz, lo había tenido de alumno veinte años atrás. Pero el que le interesaba era el de Educación Nacional, José Ibáñez Martín»
  • «Mercedes Sanz, una mujer de mofletes rellenos y mirada infantil, con el pelo recogido en una compleja arquitectura de horquillas, que, aunque había vuelto a casarse, seguía vistiendo de negro para no renunciar a su condición de viuda de Onésimo Redondo, prohombre de Falange.»

Al igual que me sucedió cuando leí Madrid de Andrés Trapiello, Castillos de fuego me ha parecido, por momentos, un excelente cartel turístico para la ciudad por donde deambulan toda esta serie de personajes. La verdad es que en definitiva es a Madrid a quien Ignacio Martínez de Pisón da el  verdadero protagonismo. 
«[Esteban] Cruzó la plaza, siguió hasta Carretas y salió a la Puerta del Sol. [...] En la esquina de Montera, se zafaba de una prostituta empeñada en colgársele del hombro [...]. Llegó Esteban a la Gran Vía. A partir de allí avanzó despacio, asomándose a las bocacalles de uno y otro lado, que estaban en plena ebullición: Valverde, Chinchilla, Jacometrezo, Libreros.»
Los nombres de los seres de ficción e incluso el de los reales históricos no suponen más que un muestrario de los otros muchos que componían la población y la fisonomía de la capital de España, que por esos años alcanzaba el millón de habitantes. Con enorme acierto en 1942  Dámaso Alonso en su poema 'Insomnio' decía: «Madrid es una ciudad de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)». Y tal cementerio es patente en la novela que acabo de leer.  

Novelistas zaragozanos, Literatura actual de Aragón
Dejando a un lado el importante fresco de represión política que se plasma en la narración, quisiera destacar la frescura, naturalidad y viveza con que el autor muestra la vida popular. Los madrileños de la novela sobreviven a duras penas, pero están vivos: luchan por sus ideales, se sacrifican por sus semejantes, sacan con esfuerzo -¡y también con picaresca!- a sus familias adelante, y aman con sinceridad a sus parejas, hijos, maridos, amantes... En definitiva, respiran vida, aunque se la juegan de continuo y pueden perderla en cualquier momento

La música es también un elemento importante en esta novela. Desde la sintonía del franquista parte radiofónico, que yo ignoraba que fuese una adaptación de un tema de Henry Purcell («Concluido el parte informativo, sonó la sintonía habitual, una versión de la marcha Lillibullero de Henry Purcell») pasando por la música norteamericana del momento («¡Glenn Miller! ¡Me encanta! Empezó a bailar al son de In the Mood»). Pero lo que a este respecto más ha llamado mi atención es la manera que tiene Martínez de Pisón de introducir la música popular del momento (tangos, canciones de la guerra reciente y otras) a base de unos cuantos versos o frases del tema en cuestión, sin necesidad de dar el título de la canción:
  • «Granada, tierra soñada por mí. Mi cantar se vuelve gitano cuando es para ti…»
  • «...Regando las flores hay una monjita, que como ellas tiene carita de flor y que se parece a aquella mocita que tras la cancela le hablaba de amor...»
  • «...Rocío, ay, mi Rocío, manojito de claveles, capullito florecío...»
  • «¡Ay, ba...! ¡Ay, ba...! Ay, babilonio que marea... ¡Ay, ba...! ¡Ay, ba...! Ay, vámonos pronto a Judea...»

Para finalizar
Castillos de fuego de Ignacio Martínez de Pisón es una novela de lectura sencilla, con una estructura lineal, sin florituras ni alharacas, que avanza de manera ordenada por la España de 1939 a 1945. Es una España de traiciones, de maquis, de tretas dentro del Régimen, de brutal represión en todo el país y también en el interior del PCE, que se cargó a no pocos de sus militantes por -en su equivocada impresión- falta de disciplina.
«Supongo que no te suena el nombre de Heriberto Quiñones… Yo lo conocí porque vino a traerme una carta de Eloy. Era un hombre íntegro, noble, valiente, generoso: un gran comunista. Lo dio todo por reorganizar el Partido en el interior. Y, cuando digo todo, digo todo. Hasta la vida. Pero a los dirigentes que estaban en Francia, en México, en Rusia, no les gustaba que pensara por sí mismo.»
En definitiva, estamos ante una novela coral, de personajes variados y muy creíbles, muy auténticos. Seres que aman, que traicionan, que a veces deben prostituirse para salir adelante, que traicionan, que luchan, que sufren, que mueren, que odian hasta el extremo... Una ciudad (Madrid) en la que conviven enemigos irreconciliables que durante la reciente guerra civil, algunos, se cambiaron de bando, colaboraron con el otro, y que en la "Paz" se instalarán en el el odio más profundo. ¡¡Una magnífica novela!!


9 feb 2024

Honoré de Balzac: "La piel de zapa", Comedia Humana 1

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«Pensó de pronto en que la posesión del poder, por inmenso que éste pueda ser, no proporciona la ciencia de utilizarle. El cetro es un juguete en manos de un niño, una hacha en las de Richelieu, y en las de Napoleón una palanca que hace vacilar al mundo. El poder nos deja tal cual somos y no engrandece más que a los grandes. Rafael pudo hacerlo todo y no hizo nada.»

Política y Literatura, Realismo francés
Los motivos que llevan a los lectores a leer un libro u otro son variados por demás. Fijándome en mí diré que, en ocasiones, la elección de los títulos obedece a alguna de las causas siguientes: he visto una serie televisiva basada en una obra narrativa y quiero conocerla de primera mano; la novela de un autor, que me satisfizo en su momento, me impulsa a probar con otra realizada por el mismo; tras la lectura de una buena reseña en un blog literario de toda mi confianza de un libro, me entran unas irresistibles ganas de ponerme con él; un artículo, incluso publicitario, leído en una revista o suplemento cultural de un diario hace que lo recuerde en una librería o biblioteca y lo compro o lo saco en préstamo; e incluso, como en esta ocasión, la referencia a una obra, aunque sea de soslayo o de manera metafórica, realizada, como apoyo argumentativo, en un artículo periodístico sobre política actual de aquí o de otro lugar. Así, esta última motivación me llevó a buscar en la biblioteca de mi barrio, la novela inaugural de La Comedia Humana de Honoré de Balzac, "La piel de zapa".

Por acabar con la justificación de mi elección, diré que el artículo periodístico de marras lo firmaba en el diario digital El Confidencial el periodista Pablo Pombo bajo el título "La piel de Puigdemont". Es tal actualmente la profusión y acumulación de informaciones sobre la proyectada primera ley de esta legislatura que ver en un artículo sobre la misma una referencia literaria, nada menos que a Balzac, me incitó a buscar la novela a la que, una vez hecha la lectura del artículo, entendí se refería. Así de curiosos son los caminos que nos dirigen o nos apartan de ciertos libros. Pero ya quiero entrar en harina, o sea, ya es hora de hablar de literatura y dejar de dar rodeos.

Honoré de Balzac (Tours, 1799 - París, 1850) es uno de los grandes escritores franceses de la escuela realista. Junto a Stendhal es precursor de este movimiento literario que encontró sus nombres culmen en Flaubert (1821-1880) y Victor Hugo (1802-1885), sin dejar en el olvido a los dos Alejandro Dumas (1802-1870, el padre; 1824-1895, el hijo). Jugador, pendenciero, endeudado hasta las cejas en muchas ocasiones, mujeriego (sólo se casó próximo ya a su fallecimiento. pero fue pareja de múltiples mujeres), escritor prolífico al que la enfermedad persiguió durante toda su vida por sus excesos de todo tipo: amatorios, festivos, pendencieros, y, sobre todo, sus largas jornadas de trabajo literario que minaron mortalmente su salud.

En La piel de zapa, novela publicada primero en cinco entregas, pero no completa, en la Revue de París, encontramos a Rafael, joven poeta que con una última moneda en su poder entra en un salón de juego a apostarla. Tras perderla deambula por los muelles del Sena con la determinación tomada de poner fin a sus días. En su errático vagar ve una tienda de antigüedades en la que decide entrar. Las obras de arte allí exhibidas le hacen entrar en divagaciones filosóficas de todo tipo. El anticuario le invita a visitar un departamento de la tienda con piezas de mayor valor. Allí el anciano vendedor, tras hablar con él y conocer sus graves problemas económicos y vitales, le ofrece un viejo pedazo de cuero, una piel de zapa (pez) o de onagro (asno salvaje), de gran aspereza, pero con una enorme cualidad: es capaz de satisfacer cualquier deseo de su poseedor; sin embargo, por cada deseo realizado la piel se adelgazará y encogerá consumiendo la energía vital del propietario hasta llegar a su consumación. Es por esto que el anciano le insta a no aceptarla, pero Rafael de Valentin, desesperado, no le hace caso y tras tomarla expresa un primer deseo: ojalá pudiese asistir a un pantagruélico banquete con buenos vinos, hermosas mujeres y buenos amigos. Abandona la tienda y al poco topa con unos amigos suyos, que están de francachela, que  le invitan a unirse a ellos y acompañarlos a la casa de un burgués millonario donde piensan culminar la noche con una orgía por todo lo alto. Todo esto ocurre en 'El talismán', la primera parte de la novela.

Con estos amigos asiste al banquete que el creador de un periódico, el capitalista Taillefer, da en su casa. Quizás Taillefer le sirva para salir de su indigencia ofreciéndole un puesto en su periódico. Su amigo Emilio, periodista, será su valedor ante Taillefer. En este banquete ambos amigos divagan sobre temas de lo más filosófico mientras disfrutan de la compañía y placeres que les dispensan dos bellas cortesanas (prostitutas), Aquilina y Eufrasia. La libertad y liberalidad con que actúan ambas le sirven a Rafael de contrapunto con la continencia de otras como Paulina, hija de la dueña de la pensión donde ha habitado durante tres años consumiendo el dinero que su padre le dejó al morir. Rafael se siente atraído por Paulina, joven virtuosa y contenida que lo atiende con enorme dedicación
«—¿Pero no es odiosa una mujer sin virtud? —preguntó Emilio a Rafael.
Eufrasia les lanzó una mirada viperina y contestó con inimitable acento de ironía:
—¡La virtud! Eso queda para las feas y contrahechas. ¿Qué sería, sin ella, de esas infelices?
—¡Calla! ¡Calla! —exclamó Emilio—, no hables de lo que no sabes.
—¿No he de saberlo? —replicó Eufrasia—. Entregarse durante toda la vida a un ser odiado, saber criar hijos que nos abandonen, y haber de darles las gracias cuando desgarren nuestro corazón. Ésas son las virtudes que exigen ustedes a la mujer; y aun para recompensar su abnegación, acaban por imponerla sufrimientos, tratando de seducirla, y si resiste la comprometen. ¡Bonita vida! Vale más conservar la libertad, amar a quien se quiera y morir jóvenes.»
En el curso de este orgiástico banquete que dura hasta el día siguiente, el poeta desesperado topa con Rastignac, antiguo amigo, vividor donde los haya, que le insta a visitar los salones de la alta sociedad para salir de su penoso estado. Es así como Rafael conocerá a la condesa Fedora, bellísima mujer, de la que quedará prendado pero a la que no logrará seducir al ser ésta, como reza el título de esta segunda parte, una «mujer sin corazón». Pese a esto, Rafael la visita una y otra vez hasta que decide abandonar sus salones por la imposibilidad de conseguirla y haber perdido con ella los pocos dineros logrados siguiendo los consejos del pícaro Rastignac, cuya consigna vital es la de que pues hemos de morir, mejor hacerlo a través del exceso que no de la morigeración. De esta manera, Rafael de Valentin concluye diciéndole a Emilio casi al final de esta segunda parte, que acababa de gastar su último napoleón en la casa de juego. 

La tercera parte de La piel de zapa, "La agonía", sucede varios años después del orgiástico banquete que finalizó con la comunicación a Rafael por parte de un notario de ser el único heredero de una enorme fortuna, evaluada en unos seis millones de francos, dejada por «el mayor O`Flaharty, fallecido en agosto de 1828 en Calcuta». Al ver Rafael cómo la piel de zapa había encogido nada más conocer la noticia, decidió procurar desear las menos cosas posibles a fin de preservar su vida. Y así lo encontramos en esta última parte de la novela de la que más ya no puedo desvelar para no destrozar el deleite lector.

 La lectura me ha resultado satisfactoria, aunque he de reconocer la enorme evolución del gusto literario experimentada por el lector de hoy respecto al de hace casi doscientos años. Actualmente el exceso descriptivo, la enorme acumulación de adjetivos, las digresiones filosóficas o de otro tipo, la patente búsqueda de finalidad moralizante, etc. de esa literatura no casa bien con la velocidad, escasa profundidad conceptual, el ritmo adictivo, etc. que los lectores actuales buscan -o mejor exigen- en los relatos que toman en sus manos. De ahí que los planteamientos de orden filosófico que especialmente en la primera parte acumula Honoré de Balzac hayan hecho que esas páginas me resultasen por momentos algo tediosas. Sin embargo, la segunda gana en viveza por los diálogos y el dinamismo mostrado por los personajes. Y ya en la tercera el lector se hace cómplice del autor deseando ver en qué acaba la historia, cómo se resolverá el peliagudo asunto de Rafael con esa piel que satisface todos sus deseos aunque sea a costa de su propia existencia, etc.

Junto a la historia propiamente dicha, una historia realista situada en un contexto histórico contemporáneo al momento de escritura, la Revolución de julio del año 1830, que supuso la caída del absolutista Carlos X y el ascenso de Luis Felipe de Orleans, esta primera novela de la obra que Honoré de Balzac pretendía que fuera un retrato de la sociedad francesa de su tiempo, La Comedia Humana, ha sido de mi interés por varias cosas: la primera porque se ve en ella con claridad el tránsito desde el Romanticismo de un Goethe, un Chateaubriand o un Lamartine, a un declarado realismo que luego eclosionaría definitivamente con Gustave Flaubert y Emilio Zola; la segunda, por la cantidad de elementos autobiográficos contenidos en La piel de zapa
✔«La curiosidad filosófica, el exceso de trabajo, la afición a la lectura, que han ocupado constantemente mi vida, desde la edad de siete años hasta mi entrada en el mundo, ¿no me habrán dotado de esa facilidad, que todos me atribuís, para expresar mis pensamientos y seguir avanzando por el vasto campo de los conocimientos humanos?» 
✔«—Ha debido usted cometer muchos excesos, entregándose a una vida disipada, y, a la vez, desarrollar un intenso trabajo mental —dijo a Rafael uno de los tres afamado doctores, cuya cabeza cuadrada , ancho rostro y vigorosa complexión parecían denotar un genio superior al de sus dos antagonistas.
—He querido matarme haciendo una vida desordenada, después de pasar tres años escribiendo una extensa obra, en la que quizá se ocupen ustedes algún día —contestó Rafael.
»
Otro punto que me ha interesado mucho de esta novela es conocer de primera mano qué personalidades del pensamiento, la literatura y del mundo científico eran en el momento de escritura importantes para un iniciador de la escuela realista como era Honoré de Balzac. En las páginas de La piel de zapa aparecen citados el inglés Sterne, Charles Perrault («Era Ariel deslizándose como un silfo bajo techo y proveyendo a mis necesidades. Una noche, Paulina me contó su historia, con emocionante ingenuidad.»), Rabelais («Entre las acerbas chuscadas dedicadas por aquellos hijos de la Revolución al nacimiento de un periódico y las ocurrencias prodigadas por alegres bebedores al nacimiento de Gargantúa, mediaba todo el abismo que separa al siglo décimonono del decimosexto. Éste preparaba una destrucción, riendo; aquél, reía entre las ruinas.»), Immanuel Kant, John Milton («La contemplación de los salones, en aquel momento, constituía una vista anticipada del Pandemonio de Milton.»), y otros tantos autores más.

Por lo demás, la novela es típica del realismo del XIX. Muestra la realidad de un modo que va un paso más allá del pintoresquismo propio del costumbrismo romántico. Ahora se pone el acento en la crítica de la ascendente clase burguesa con una evidente intención moralizadora. Es una gente que gasta su dinero con evidente mal gusto (no son aristócratas) sin importarles que la clase baja lo esté pasando mal: 
«¡Ah! Nunca nos falta dinero para nuestros caprichos: sólo regateamos el precio de las cosas útiles o necesarias. Tiramos el oro indiferentemente con una bailarina, y escatimamos una moneda en el salario de un obrero, cuya famélica familia espera el jornal para pagar sus atrasos.» 
E igualmente, en la narración, y en varios momentos, la crítica a la doblez e hipocresía de los miembros de esta clase es patente:
  • Comedie Humaine, Honorato Balzac
     «Fedora, a pesar de su sagacidad, no había desechado todos los vestigios de su origen plebeyo; su olvido de sí misma era falsía; sus modales, en lugar de ser ingénitos, revelaban un laborioso estudio; su cortesía, en fin, trascendía a servilismo. Y, sin embargo, sus melosas palabras eran para sus favoritos la expresión de la bondad, su pretenciosa exageración, noble entusiasmo. Sólo yo había estudiado sus muecas; había descubierto su interior, despojándola de la tenue corteza exigida por la sociedad; yo era el único a quien no podía embaucar con sus arterías, porque conocía a fondo su alma felina.»
  • «¿Que uno de nuestros amigos carece de talento? Se habla de su probidad, de su franqueza. ¿Que la obra de otro resulta pesada? Se la presenta como un trabajo concienzudo. Si el libro está mal escrito, se elogian las ideas. ¿Qué Fulano es un descreído, un inconstante, un tarambana? ¡Bah! En cambio, es un hombre seductor, original, divertidísimo. Pero ¿se trata de un enemigo? ¡Ah! Entonces se le achacan todas las culpas, se invierten con él los términos del lenguaje, y se muestra tanta perspicacia en descubrir sus defectos, como habilidad se puso para hacer resaltar las virtudes de los amigos.»
Cualquiera puede ver, sólo ya con la última cita, la enorme actualidad que tiene La piel de zapa. El manejo del lenguaje, el cambio de términos y significación si es de los nuestros o no, se evidencia en esta novela. Es por ello que, al llegar al final de su lectura y regresar al mundo de la realidad en que habito, encuentro pertinente por demás la metáfora que el periodista Pablo Pombo, citado al inicio de esta reseña, realizaba en su artículo de temática política. Quizás la cita con la que quiero cerrar la reseña sea aún más clarificadora: 
«—¡Son ustedes unos majaderos! —replicó el ferviente republicano—. ¿Acaso pretenden ustedes limpiar una nación con mondadientes? A su juicio, la justicia es más peligrosa que los ladrones.»
Permitan que me ría y que me quite el sombrero ante el genial Honoré de Balzac (¡Chapeau!, dirían sus compatriotas) y esta novela con la que el novelista se dio a conocer, que le dotó de enorme prestigio literario y que, hasta el mismísimo Goethe, muy anciano ya en 1831, alabó. La verdad es que el asunto de venderse por conseguir lo deseado recuerda bastante a Fausto, del alemán ilustre.




3 feb 2024

"Mañana no estás". Una historia de Jack Reacher escrita por Lee Child

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«Las organizaciones ideológicas no se pueden permitir consideraciones racionales. Empiezas a pensar de manera racional y todo se viene abajo. Y a las organizaciones ideológicas les gusta comprometer a sus soldados de infantería en operaciones sin vuelta atrás.»

Mañana no estás, Lee Child, Aldo Giacometti (traductor)
No hace mucho que leí otra novela de la serie Jack Reacher de Lee Child [me refiero a Luna azul, 24ª de la serie, de la que tengo reseña hecha en este blog], escritor británico asentado en USA que pasó del mundo de la televisión al de la escritura al quedarse en paro. Hay quienes dicen (no sé si será de él mismo de donde nace esta información) que las historias protagonizadas por Reacher son historias de venganza inspiradas por el sentimiento de rabia que sintió al ser despedido en 1995 de Granada Televisión donde trabajó durante más de 15 años. 

Mañana no estás es una novela aparecida en 2009 a rebufo de la tremenda intranquilidad que el atentado contra las torres gemelas de Nueva York en 2001 produjo en los Estados Unidos. Todo lo que se mueve durante los inmediatos años posteriores al atentado es sospechoso de terrorismo. Y esta intranquilidad también actúa en Jack Reacher una noche en la que viaja en el metro de Nueva York y los diez puntos de una lista creada por los servicios secretos israelíes para descubrir a un terrorista concuerdan sin faltar ninguno con la actitud y presencia de una  de las cinco personas que junto a él viajan en un vagón del metro neoyorquino ese día a las dos de la madrugada. Jack Reacher se aproxima a la mujer sospechosa y entabla conversación con ella. Inopinadamente ésta saca una pistola y colocándosela bajo el mentón se suicida. Este es el fulgurante y adictivo inicio de esta novela que como casi todas las de Lee Child una vez iniciadas se hace difícil abandonar.

La policía neoyorquina rápidamente cierra el caso archivándolo como suicidio, pero Reacher no lo tiene tan claro; mucho menos cuando empieza a ser acosado por los enviados de John Sansom, un congresista de Carolina del Norte que aspira a ser senador y en la actualidad se encuentra en plena campaña de recaudación de fondos; también los servicios de la policía federal le hostigan e interrogan. Por si esto fuera poco un grupo terrorista afgano contacta con él. Este grupo, formado por una quincena de miembros, está comandado por una tal Lila Hoth. Todos los que se acercan a él le demandan idéntica cosa: qué le dijo Susan Markt, la mujer que se pegó el tiro en el metro, si ella le entregó un USB o cualquier otro objeto por el estilo antes de suicidarse.

Como ocurre con la mayoría de sus libros Lee Child entrega una novela muy entretenida, minuciosa, con ritmo, con muchas vueltas y revueltas... Sin embargo a mí me ha parecido en esta ocasión que el novelista se repite; concretamente la manera de obrar y comportarse del personaje me ha resultado ya archiconocida. En mi opinión lo mejor de Mañana no estás es lo que en ella se dice sobre las actividades que los servicios secretos de los EEUU realizaron en Afganistan cuando el país de los futuros talibanes estaba luchando contra los rusos. Fue en 1986 cuando agentes norteamericanos efectuaron actividades sucias y secretas en esa zona; concretamente fueron elementos de las fuerzas Delta (servicios especiales USA) los encargados de las mismas. Lo que ayer, en 1986, fue exitoso y recompensado con menciones y medallas, hoy, en 2009, puede resultar enormemente perjudicial.
«No hay duda de que el Ejército de los Estados Unidos estaba ahí. La Unión Soviética era su enemigo, y los muyahidines eran sus aliados. Era la Guerra Fría por encargo. Al presidente Reagan le venía muy bien que el Ejército Rojo se desgastara. Era parte de su estrategia anticomunista.»
Quedan testimonios gráficos de estas operaciones, realizadas junto a los por entonces excelentes amigos afganos. Hoy, en 2009, tras los atentados de Al Qaeda a las Torres Gemelas, su líder Osama Bin Laden, amigo íntimo en 1986 de los agentes secretos norteamericanos, ha pasado a ser enemigo total y cualquier acercamiento a él, por muy antiguo que éste sea, puede ser utilizado en la lucha política. De ahí el interés de unos y otros por lo que Susan Markt dijera o le diera a Jack Reacher poco antes de volarse la cabeza.

Se mezclan, pues, en Mañana no estás, y con mucha habilidad, todo hay que decirlo, por un lado los intereses particulares del político Sansom con los más amplios de los Estados Unidos; y por otro, los individuales del antiguo agente de la policía militar, Jack Reacher, con los también algo más amplios de los otros personajes neoyorquinos que se mueven a su alrededor como la agente Theresa LeeJacob Markt; la propia Susan Markt, hermana del anterior; Leonid, uno de los guardaespaldas de Lila Hoth; Springfield, guardaespaldas del congresista Sansom; etc. Esta manera de entremezclar estos ámbitos entre sí, me parece un mérito de la novela.

He dicho ya que Mañana no estás capta la atención del lector desde la primera página. Es una novela cuyo contenido se distribuye en 84 capítulos nada extensos que finalizan sistemáticamente cada uno de ellos con una frase creadora de suspense que impele a quien la está leyendo a no poderse despegar del libro. Junto a este artificio Lee Child en el thriller que tenemos en las manos utiliza otros propios de la novela clásica detectivesca tipo Raymond Chandler, por ejemplo el gusto que tiene por mostrar diversos tipos de armas
«Dos de los federales tenían en las manos unas Glock 17. Pistolas automáticas nueve milímetros austriacas, cuadradas, angulosas, confiables, bien probadas a lo largo de más de veinte años de servicio eficaz. Yo me había quedado con una leve preferencia personal por la Beretta M9, como las Franchi también italiana, pero un millón de veces de una y un millón la Glock iba a hacer el trabajo igual de bien que la Beretta.»
Del mismo modo citar diversos tipos de vehículos a motor como acostumbran a hacer las policíacas clásicas es también del gusto del novelista inglés («seis metros por delante de mí un Chevy Impala dorado frenó de golpe pegado al bordillo»). Aquí, en el texto citado, es un Impala, pero otras veces el vehículo nombrado es un Ford Crown Victoria, un Crown Vic u otros modelos semejantes. 

También quisiera destacar la racionalidad del protagonista que, siguiendo la senda de los investigadores protagonistas de las novelas de Agatha Christie, reflexiona sobre lo hablado con otros personajes, piensa en silencio, o recuerda frases y/o principios que le parecen esenciales en el proceso deductivo que está llevando a cabo en pro de la resolución del asunto que se trae entre manos («Si yo no te puedo ver, tú no me puedes ver», «Me acordé de Jacob Mark diciendo: Era buena con los ordenadores.», «Momento de decidir», etc.). Como puede verse en estos casos Child utiliza la tipografía en cursiva para señalarlo con más claridad.

Mañana no estás, ya lo he dicho, se lee muy bien, sin ninguna dificultad. A ello contribuye de manera importante el humor que aparece en bastantes momentos del relato. Creo que el novelista lo utiliza esencialmente, además de para atrapar mejor al lector, para resaltar el cinismo del personaje protagonista y lanzar alguna que otra crítica social
✔«La mejor manera de rastrear un número de teléfono depende de cuán arriba estés en la cadena alimentaria. Los policías y los detectives tienen guías de teléfono inversas. Buscan el número, consiguen un nombre, consiguen una dirección. El FBI tiene bases de datos sofisticadas de todo tipo. La CIA probablemente es la dueña de las compañías telefónicas. Yo no tengo ninguna de esas cosas. Así que uso una estrategia tecnológicamente sencilla. Marco el número y veo quién contesta.»
✔«La detective nos dijo que usted hablaba francés.
—Hay mucha gente que habla francés. En Europa hay un país entero.»
✔«El líder de los federales [...] siguió avanzando con su mano y la detuvo detrás de mi pasaporte
—¿Por qué está caducado? -preguntó.
—Porque nadie puede hacer que el tiempo se quede quieto -dije.
—Me refería a por qué no lo renovó.
—Ninguna necesidad inminente. De la misma manera que tú no llevas un condón en la cartera.
»

Serie literaria Jack Reacher, Cine y TV.
El autor tiene un estilo característico que, además de lo señalado hasta aquí, incluye muchas veces el empleo de largos y diversos listados, repeticiones nominales o verbales («Pude ver el lugar en el que debían haber instalado la cámara. Pude ver el lugar en el que habían puesto las luces. Pude ver los nudos de cuerda deshilachada») que insuflan en la novela un ritmo que sirve para hacer más fácil la lectura y que el lector se sienta así de manera más confortable en ella. No se puede olvidar que Lee Child es un reputado autor de bestsellers que conoce a la perfección lo que sus lectores esperan y buscan encontrar en sus libros. Desde luego él no engaña a nadie, pues su finalidad principal es la de entretener, algo que sin duda logra. Además, a veces, como en Mañana no estás, da informaciones relevantes sobre política internacional o expone al desnudo el funcionamiento manipulador e hipócrita de la política dentro de un país democrático como es Estados Unidos. Así al hablar de cómo es presentado al electorado el candidato a senador John Sansom leemos:
«La parte de la infancia era convencional para el género. Joven pobre de barrio, sin dinero, sin lujos, su madre como un gran apoyo, su padre con dos trabajos para llegar a fin de mes. Casi con seguridad exagerado. Si se toma a los candidatos políticos como muestra de la población, Estados Unidos es un país del Tercer Mundo. Todos crecen pobres, el agua corriente es un lujo, los zapatos escasean, una comida completa es motivo de celebración.»

Para acabar sólo querría dar dos datos que me parecen anecdóticos pero reveladores de la personalidad del escritor. El primero es el porqué del nombre con que firma sus obras siendo el suyo de nacimiento James Dover Grant. Según relata él mismo Lee es un apodo surgido de una broma familiar, mientras que Child nace de una argucia suya, gran admirador de la obra de Raymond Chandler y Agatha Christie, para que sus libros en librerías y bibliotecas figurasen entre esas dos grandes estrellas de las novelas detectivescas y de misterio.

La segunda cosa es el cuidado que pone en las traducciones que tienen sus libros a otros idiomas. Personalmente elige al encargado de las mismas. Al español, por acuerdo y determinación suyas, es el argentino Aldo Giacometti el traductor de la mayoría de ellas. La edición en lengua española de esta novela, aparecida en 2020 en Buenos Aires (en inglés apareció en USA en 2009), es, pues, responsabilidad de Giacometti por lo que es a él a quien hay que atribuir algún error o elección idiomática que por estos lares nuestros no solemos emplear. Citaré sólo dos ejemplos: "erran" por "yerran" («La mayoría de las armas cortas erran en el disparo») que aunque es forma admisible a mí me suena peor que la que porta la 'y' griega inicial. La otra, y esta ya me parece más grave y más censurable, es la utilización de la forma verbal 'andamos' en lugar de la correcta 'anduvimos' por estar refiriéndose a un hecho pretérito («Springfield pagó nuestra cuenta del salón de té con una tarjeta de crédito platinum y andamos del Four Season al Sheraton.»).

Las novelas de Lee Child funcionan muy bien en la pantalla, razón por la que algunas de ellas han sido adaptadas al cine y/o la televisión. En 2012 el director Christopher McQuarrie adaptó la novela Un disparo y dirigió su versión fílmica titulada con el nombre del peculiar detective, Jack Reacher.
Del mismo modo en 2016 el director Edward Zwick puso en imágenes la novela Nunca vuelvas atrás; la película resultante recibió el titulo de Jack Reacher: Never Go Back.
Por último, es muy reciente la serie televisiva Reacher (2022) creada por Nick Santora. Su primera temporada está basada en la novela Zona peligrosa, la primera de la serie literaria. En USA ya se ha estrenado la 2ª temporada y está rodándose ya una 3ª. El éxito de las historias creadas por Lee Child es absoluto también en formato cinematográfico.