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31 ago 2021

George Eliot- "El molino del Floss"

17 comentarios:

«[Maggie Tulliver] podía inventar mundos soñados, aunque ahora ninguno le resultaba satisfactorio. Quería alguna explicación sobre la dura vida real: sobre su taciturno padre, sentado a la triste mesa del desayuno; su madre infantil y desconcertada; las pequeñas tareas sórdidas que llenaban las horas, o el opresivo vacío de un ocio tedioso y sombrío» (Cap. II del Libro Cuarto del Volumen II)

Mary Ann Evans, El molino del Floss, George Eliot
No había leído nada de George Eliot hasta el momento. Sabía, eso sí, que bajo este nombre masculino se escondía una mujer. En la británica sociedad victoriana en la que nació y vivió Mary Ann Evans (1819-1880), auténtico nombre de la escritora, no estaba bien visto que una mujer fuese independiente y viviese de su propio esfuerzo laboral.

La escritora
Mary Ann nació en 1819 en una granja en Nuneaton, Warwickshire, Inglaterra, donde su padre era administrador de fincas. Fue la hija menor y una de las favoritas de su padre, y recibió una buena educación para una mujer joven de su época. Durante su adolescencia se convirtió en una cristiana evangélica muy practicante. Pero según fueron pasando los años y fue realizando decisiones personales muy criticadas por el entorno social y religioso (la principal sin duda fue la "unión" libre con George Henry Lewes, editor de The Leader, quien no pudo divorciarse de su primera esposa. Ambos amantes vivieron armoniosamente juntos durante los siguientes 24 años), el ostracismo social y las dificultades económicas que esta decisión personal les causó propició que ella decidiese ocultarse bajo el seudónimo de George Eliot y publicar obras literarias que de otro modo jamás habrían sido aceptadas por el público británico del momento.

Además de la novela que aquí reseño aparecida en 1860, Eliot publicó otras obras de ficción como "Adam Bede" (1859), "Silas Marner" (1861), "Romola" (1863) y "Middlemarch" (1872). Quizás sea esta última la mejor de todas ellas, aunque al no haberla leído nada puedo añadir de mi propia cosecha, tan sólo hacerme eco de lo dicho por autores tan respetados como Virginia Wolfuna de las pocas novelas escritas para adultos», dijo de ella), Martin Amis y Julian Barnes que describieron esta novela como la mejor escrita en lengua inglesa. Habrá que leerla, es evidente.

Mary Ann Evans realizó traducciones, la principal la que hizo del ensayo de Feuebarch "La esencia del cristianismo". La traducción de esta obra unida a la lectura que realizó en plena adolescencia de "Una investigación sobre los orígenes del cristianismo" de Charles Hennell sirven para comprender su abandono de la fe y la adopción de un agnosticismo respetuoso con las creencias ajenas. 

También la escritora inglesa cultivó la poesía en la que tocó temas importantes para ella, en especial el de la fe y la independencia femenina, asuntos que en muchas de sus obras narrativas quedan diluidos dentro de esa sociedad tradicional que suele mostrar. En español no hace muchos años la editorial Torremozas publicó una antología de su obra poética titulada "La oscuridad radiante".



"El molino del Floss"
Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)
Inspirada en gran parte en los recuerdos de la infancia de la autora, El molino del Floss gira en torno al desigual destino de Tom y Maggie Tulliver, los hijos del molinero. A pesar de la inteligencia natural de Maggie, es Tom, por ser varón, quien recibe la educación y en quien el padre de ambos confía para hacer frente al futuro del molino. Cuando los niños se acercan a la juventud la desgracia económica cae sobre los Tulliver, y los hermanos se ven obligados a enfrentarse a las dificultades. Maggie, alter ego de Eliot, es uno de los personajes más fascinantes de toda su producción, una mujer sensible y apasionada encerrada en un ambiente vulgar, monótono y, con frecuencia, ruin.. A pesar del patetismo progresivo de la novela, un fino humor, altamente crítico, está siempre presente. Considerada, después de Middlemarch (1871-1872), la mejor obra de Eliot, El molino del Floss refleja al igual que ésta, a través de los conflictos morales de sus personajes, la preocupación metafísica de la autora.

Mi comentario
La verdad es que si no hubiera sido por la reseña laudatoria realizada por Marta Navarro en su magnífico blog "Cuentos vagabundos" y el Reto 'Serendipia Recomienda 2021' creo que las aguas del río Floss seguirían moviendo la rueda del molino del señor Tulliver sin que yo me hubiese acercado a conocer las vicisitudes de su familia. Pero ver que una buena degustadora de literatura seleccionaba de entre todas sus lecturas del año 2020 ésta y otras dos más para el Reto Serendipia que consiste en recomendar libros que han gustado a quien lo hace por algo especial me animó a llenar esta laguna imperdonable en mi formación literaria. A esto se añadió el verano, época propicia para lecturas extensas, algo que ésta efectivamente lo es, casi 600 páginas.

La novela se estructura en tres grandes apartados (volúmenes) en los que se desarrolla la peripecia de la familia Tulliver. En el volumen I nos enteramos de cómo están las cosas en el mundo que rodea a la niña Maggie Tulliver: la economía familiar, el afecto que siente por su hermano Tom, el distinto nivel económico de su familia materna -los Dodson- y paterna, mucho más humilde. En el II asistimos a la ruina de la familia Tulliver al haber devuelto el padre por puro sentimiento de orgullo un préstamo a los Gleggs, familia de su mujer Bessy. Esto provocó que el molinero tuviese que pedir un préstamo con garantía hipotecaria del molino al señor Waken; en un momento dado al no poder realizar los pagos debidos el señor Tulliver, Waken lo ejecutará dejando a la familia de Tom y Maggie en la ruina. Por último y como no podía ser de otro modo, en el volumen III, los esfuerzos realizados por Tom harán que las aguas vuelvan a su cauce y que los Tulliver recupere el nivel que les corresponde, aunque para ello hayan tenido que aprender en carne propia la lección de que el orgullo nunca es bueno.

En el marco de esta anécdota presentada de manera lineal el narrador omnisciente que cuenta la historia, un narrador que claramente es la propia escritora, quien pese a ocultarse bajo un nombre masculino no puede evitar que se la reconozca cuando al inicio del volumen III en un momento en el que emite juicios y reflexiones a partir de lo que realizan los personajes se le cuela (?) un indefinido generalizador "una" que en mi opinión revelaba -quizás intencionadamente por parte de la autora- que bajo el seudónimo masculino de George Eliot se escondía una mujer: [refiriéndose a Lucy, prima de Maggie, la autora reflexiona] «espero que no consideres, lector, indicio de que la vanidad se imponía sobre otros impulsos más tiernos el que echara algún vistazo al espejo de la chimenea cuando sus pasos la acercaban a éste. El deseo de saber que una no ha tenido aspecto de espantajo  durante las escasas horas de conversación puede considerarse parte de una atención laudable y generosa hacia los demás.»

Es evidente que tras la figura del narrador está la propia Mary Ann Evans que reflexiona y emite juicios sobre los comportamientos de sus personajes tal y como ella misma en la vida real podría hacerlo en animada conversación con sus vecinos o amigos. Son los lectores, o sea nosotros mismos, los receptores de sus razonamientos; así en un momento dado en que Riley, amigo y consejero del padre, censura que Maggie esté leyendo "La historia del Diablo" de Daniel Defoe por considerarlo inadecuado para una niña, la narradora-autora al quedar el asunto sin resolverse adecuadamente comunica que «la llegada de la cena aplazó oportunamente esta dificultad y alivió al señor Riley de la tarea de sugerir alguna solución o compromiso, misión que, sin duda, se habría encomendado porque, como habrás visto, lector, era un hombre muy atento y servicial». E igualmente al ir presentando la vida de los dos hermanos Tulliver ella misma hasta se hace cómplice del sentimiento del lector llegando incluso a disculparse con él como responsable diciéndole «Comparto contigo, lector, esa sensación de estrechez opresiva; pero es necesario que la sintamos si queremos entender cómo actuaba sobre la vida de Tom y Maggie» (cap. I, libro cuarto del volumen II).

George Eliot, Middlemarch, El molino del Floss
Y es que en esta novela la vida real de la autora está presente por doquier. El personaje de Maggie, la hija menor de los Tulliver, está claramente inspirado en ella misma que tal como se ve en la biografía de Mary Ann Evans era la hija predilecta de su padre, quien pese a ello se enfadaba con ella por considerar que ciertas inclinaciones suyas (afición a la lectura y al estudio, su deseo de independencia, y sobre todo su desapego religioso) no la favorecerían en su vida 
«Entiende como nadie todo lo que se dice. Y debería oír cómo lee: de un tirón, como si lo supiera todo de memoria. ¡y está siempre con un libro en la mano! Pero es malo, es malo —añadió el sr Tulliver, entristecido, conteniendo aquella animación culpable—: una mujer no debe ser tan lista, me temo que no le traerá más que problemas.» (cap. 3)

Los deseos de independencia de la escritora quedan plasmados en la ficción en el trabajo como institutriz que Maggie realiza en algunos momentos a fin de asegurar su libertad personal sin necesidad de sometimiento obligado a hombre alguno. La dependencia de la mujer respecto de los hombres se muestra en el relato en muchos momentos: Bessy, la madre de Maggie, no replica ante las decisiones algo ilógicas de su marido; Lucy, la prima y amiga íntima de Maggie, siempre quiere complacer a su enamorado Stephen y critica que ésta no sea complaciente con los piropos que él le dirige

«—Pero, querida Maggie —intervino Lucy—, siempre has dicho que te gusta en exceso la admiración de los demás, y ahora me parece que te enfadas porque alguien te muestra admiración.
—En absoluto —contestó Maggie—; me gusta muchísimo advertir la admiración ajena, pero las fórmulas de cumplido no me hacen sentir nada.
—Entonces, no volveré a dirigirle ninguno, señorita Tulliver —dijo Stephen.
—Gracias, eso será una muestra de respeto.
»

Comportamientos como el que revela este breve diálogo explican que George Eliot sea considerada una mujer precursora del feminismo. Actuaciones como la anterior, incluso hoy, resultan chocantes a muchos; imaginemos, pues, cómo serían recibidas por la puritana y conservadora sociedad victoriana cuando en 1860 la novela vio la luz. Naturalmente no es un feminismo radical de negación del otro sexo o de insurgencia constante. No, Maggie es una joven que sabe construir su independencia y evitar ser tratada como si fuera simplemente un objeto hermoso, pero al tiempo es una hija modelo que obedece en todo a sus padres sin cuestionarlos jamás, y que, incluso, a su hermano Tom cuando se convierte en el hombre de la familia respeta y cumple las promesas que le hace aun cuando le parezcan injustas y desproporcionadas. 

El biografismo contenido en "El molino del Floss" es explícito en el modo como presenta la vivencia de la religión por parte de Maggie. En un momento dado del relato Maggie, lectora voraz, lee con fruición un libro de Tomás de Kempis, seguramente la "Imitación de Cristo", aunque la autora no dé el título. Esta lectura hace que entre en una etapa de misticismo exacerbado en la que el sacrificio y la oración llenan su cabeza. Afortunadamente la explosión de la vida a su alrededor, su juventud y los apremios y atenciones amorosos que los jóvenes Waken y Stephen le prodigan harán que esta efervescencia religiosa baje de nivel y todo vuelva un poco a la normalidad, o sea, a ese agnosticismo que caracterizó la vida de la escritora.

Como cualquier joven de la época la protagonista Maggie está destinada al matrimonio. Su padre piensa que la belleza y las grandes virtudes que atesora la niña no se lo pondrán fácil: «es una pena que no sea más vulgar: la rechazarán. No encontrará a nadie digno de ella para casarse.». A este respecto encuentro una gran distancia entre los personajes femeninos presentes en las novelas de Jane Austen, escritora de la generación anterior, y esta Maggie que anuncia nuevos tiempos. Quizás la unión de ambos tiempos y novelísticas se toquen en el personaje de la prima Lucy quien como la Emma de Austen disfruta ejerciendo de casamentera coincidiendo incluso en los poco  acertados resultados. La distancia se marca evidentemente a través de los personajes de Maggie y también de Philip Waken, ambos jóvenes instruidos y sensibles ante la belleza artística y la propia naturaleza. La relación de amor y amistad que mantienen estos dos seres tan distintos en el físico -ella, una belleza, y él, un tullido- es deudora de la filosofía platónica que está en el cuento de hadas "La bella y la bestia", publicado por vez primera en Francia en 1740 y anunciadora de otra obra magnífica que toca el mismo asunto, "Cyrano de Bergerac" de Edmond de Rostand publicada también en Francia e 1897. 

George Eliot compone una novela con personajes muy bien diseñados. Si nos fijamos especialmente en el de Maggie, por eso de ser el otro yo de la propia escritora, veremos que al tiempo que profesa un amor platónico, idealizado, hacia el petudo pero muy hermoso por dentro Philip Waken, lucha internamente para contener la irrefrenable atracción física que la arrastra sin contemplaciones ni freno racional alguno hacia Stephen, el prometido de su muy buena amiga además de prima, Lucy

La diferencia entre épocas es algo que constantemente se recalca en la novela, señalando la anterior como anticuada en todos los aspectos, especialmente el económico «Estas ideas estrictas sobre las deudas que defendían los anticuados Tulliver tal vez hagan sonreír a muchos lectores de estos tiempos de filosofía más relajada y criterios comerciales menos estrictos, según los cuales todo es equilibrar sin que tengamos que intervenir.», liberalismo puro y duro que en esos momentos está haciendo estragos y creando unas capas burguesas adineradas. Algunos de los miembros de esta nueva clase media proceden muchas veces de estratos sociales bajos pero muy perspicaces para los negocios como es el caso de Bob, el amigo pobre de Tom que sabe ver dónde hay negocio y dónde no. Precisamente la sabiduría práctica de Bob contrasta con la ya algo anticuada de los maridos de las hermanas Dodson, todos ellos (Glegg, Deane y Pullet) con métodos mercantiles muy de otros tiempos. 

En cuanto a las señoras, médicos y la sociedad en general abundan en "El molino del Floss" referencias muy claras respecto a la distancia existente entre ambos períodos: 

 «en aquella época, la ignorancia era mucho más cómoda que ahora, y se acogía con todos los honores en la mejor sociedad sin que fuera necesario disfrazarla con complicados trajes de conocimientos; una época en la que los periódicos baratos no existían y a los médicos rurales y se les ocurría a preguntar a sus pacientes femeninas si les gustaba leer, sino que daban por hecho que preferían chismorrear: unos tiempos en que las damas con ricos trajes de seda llevaban grandes bolsos en los que guardaban un hueso de oveja para protegerse de los calambres.»

Pero si de separaciones hablamos -y aquí la coincidencia con la época y las novelas de Jane Austen es evidente- el mundo de los de arriba (los ricos) y los de abajo (los sirvientes) son distantes con la peculiaridad de que quienes los integran se hayan satisfechos en ellos sin desear mudar de campo ni envidiar a los otros. Parecería que George Eliot, igual que Jane Austen en sus novelas, considera que a este respecto el mundo está bien hecho y que para nada habría que cambiarlo. Así en un momento dado leemos respecto a  Luke, trabajador del molino, lo siguiente: 

«El bueno del Luke sentía, como sienten los hombres satisfechos de haber dedicado toda su vida a servir, que el sistema de clases era adecuado y natural, de modo que la ruina de su amo constituía una tragedia también para él

Estos dos niveles sociales y la constante llegada al estrato económico superior de personas procedentes de estratos más bajos como es el caso de las cuatro familias protagonistas -las creadas por las hermanas Dodson- se marca en el relato mediante una mala utilización de la lengua patente en los frecuentes apócopes y aglutinación de palabras distintas en una sola, provocando auténticos barbarismos y/o vulgarismos lingüísticos:"l'oí", "m'echaría", "d'arbolitos","verdá"...; : «no pienso dar más muselina India a Maggie ni cosas d'esas si se l'ocurre ponerse a servir otra vez, cuando bien podría quedarse conmigo, hacerme compañía y coser para mí, si es que no hace falta en casa de su hermano», escuchamos decir a la señora Pullet, tía de Maggie, cuando conoce la decisión de ésta de marchar a trabajar como institutriz.

Frente a este deficiente nivel cultural de la clase baja y de la nueva clase media burguesa está la alta clase aristócrata representada por los Waken quienes a su riqueza unen loables comportamientos no exentos de exigencia y conocimientos y gustos artísticos elevados. En el libro II del Volumen II Tom Tulliver que ha sido enviado por su padre para estudiar con el clérigo Stelling que es un inepto preparando para la vida práctica y sólo sabe hacerle hacer traducciones del latín para las que Tom es muy lerdo, contrasta con Philip Waken, el contrahecho hijo de los ricos Waken, a quien le encanta el latín, la música y el dibujo, todo lo contrario que a Tom además de ser, en equivocada opinión del Sr. Tulliver, hijo de hombre poco honrado. Tom debería odiarlo pero le atrae su cultura presente en las historias que cuenta.

Y es que si hay algo que llama mucho la atención en esta buena y clásica novela es la literatura que toda ella rezuma. Aparecen muchos títulos de obras, se nombra a autores hoy sólo conocidos por los estudiosos de esa época, y al tiempo se utilizan citas de autores consagrados como argumentos de autoridad para sustentar opiniones por parte de la novelista. Así en el cap. III del Volumen III George Eliot para justificar ante el lector las actitudes de la protagonista dice eso que ya dijera Montesquieu ('las naciones felices tienen su libro de Historia en blanco') o que el mismo Lev Tolstói afirma al inicio de Ana Karenina ('todas las familias felices se parecen, pero entre las desgraciadas cada una lo es a su manera'): «si Maggie hubiera sido esa joven dama, probablemente poco habría sabido de ella el lector; su vida habría tenido tan pocas vicisitudes que difícilmente podría haberse escrito sobre ella; porque las mujeres más felices, como las más felices naciones, carecen de historia.»

En el capítulo de las referencias literarias a autores conocidos, la autora muchas veces recurre a Shakespeare para apoyar sus ideas (con frecuencia nombra a Hamlet por su carácter especulativo) y directamente a Novalis para explicar el comportamiento de algún personaje en esa afirmación del escritor y filósofo: 'el carácter es el destino'

También en ocasiones vemos cómo los personajes por su parte suelen referirse a personajes de obras del momento o del periodo romántico o levemente anterior. Así, por ejemplo, Stephen, prometido de Lucy y que se está sintiendo atraído por Maggie, ante la tozudez de ésta ante ciertas cosas «podía aconsejarle que siguiera el ejemplo de aquella heroína tan encantadora, la señorita Sophia Western, que sentía un gran 'respeto por el juicio de los hombres'» en alusión al personaje de la obra de Fielding "Tom Jones". En el cap. IV del volumen II, transcurrido un año durante el que Maggie y Philips se han visto numerosas veces, vuelven a verse en las Fosas Rojas y allí, de la mano, van a decirse que abandonarán su flirt, algo que les es muy costoso; en el tiempo que dura su encuentro hablan de ellos mismos a través de personajes literarios: la 'Corinne' de Mme de Stäel, las 'Rebecca, Flora Mc-Ivor y Minna' de las novelas "Ivanhoe", "Waverley" y "El pirata" de Walter Scott, etc. 
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Nota:
Esta novela que he leído con mucho agrado me sirve para avanzar en el Reto "Serendipia Recomienda 2021", como ya he dicho, y también para incluir un título clásico más en el Reto "Nos gustan los clásicos (Vª edición)"

Ficha técnica de EL MOLINO DE FLOSS

Nº de páginas: 562
Editorial: ALBA EDITORIAL
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa dura
ISBN:9788484281719
Año de edición: 2003
Plaza de edición: BARCELONA
Traductor: CARMEN FRANCÍ


25 ago 2021

Alexis Ravelo: La ceguera del cangrejo

15 comentarios:

✔«su estudio de la calle Covarrubias había sido un lugar interesante para la vida artística madrileña, hasta que decidió no volver jamás a él después de que a Pepi Gómez, su pareja, la fulminara un cáncer. Entonces fue cuando se marchó a Nueva York, alquiló un estudio en la Segunda Avenida y salió del armario en todos los sentidos.» (refiriéndose a aspectos biográficos de César Manrique)

✔«—En realidad no es mi primo. La exmujer de él es prima segunda mía por parte de madre. —Ya: aquí nada queda lejos, ¿no? Mauri dijo que sí, que allí nada quedaba lejos, que todo el mundo conocía a todo el mundo.» (en relación a un mantra muy repetido en el relato: ‘nada está lejos en Lanzarote’)

Alexis Ravelo, La ceguera del cangrejo
Ángel Fuentes, canarión él, va a Lanzarote porque hace pocas semanas que su novia Olga Herrera había muerto accidentada en un paraje precioso de la isla canaria. Olga se encontraba realizando una obra biográfica sobre César Manrique el artista conejero que dio un aire nuevo a la isla y que con sus ideas de una arquitectura en perfecta convivencia con el paisaje revolucionó la isla e impulsó con ellas un turismo sostenible. Ángel es militar y cuando sucedió lo de Olga se encontraba en Líbano. Los mandos no le dieron permiso para asistir a las exequias fúnebres. Es ahora, varias semanas después del accidente, que Ángel regresa a los paisajes que recorrió con su amada Olga años atrás. Quería hacerle una especie de homenaje personal al tiempo que superaba el duelo. Al poco de llegar a Arrecife se pone en contacto con Mauri, compañero de milicia que se ofrece a ayudarle y acompañarle en todo lo que necesite. También Ángel mantiene desde Lanzarote comunicación fluida con Alfonso, el padre de Olga, residente en Las Palmas quien le entregó todos los papeles de su hija, incluido el borrador del trabajo sobre César Manrique que ella tenía prácticamente finalizado y que la editorial, le había dicho, querría publicar. También la máquina de fotos con la que apareció al cuello al fondo del acantilado donde falleció se la da Alfonso a Ángel porque le dice «me jode esto de que sea yo “el heredero” de Olga. Tendría que ser al contrario, Ángel: ella tendría que ser heredera mía, no al revés. Así que lo que vamos a hacer es lo siguiente: las decisiones las tomas tú y yo firmo lo que haga falta».

En Lanzarote, pues, Ángel, con los papeles, las fotografías y el ordenador de Olga, visita los lugares por donde ella anduvo: Los Jameos del agua, la Cueva de los Verdes, el Charco del Palo, Las Hoyas, el Río, Ye, Maguez, Famara, Teguise, Timanfaya, Tinajo, Yaiza, etc., etc. No hay zona de la isla que Ángel no visite en el curso de su homenaje a Olga; al tiempo investiga ciertos aspectos que, según lee los apuntes, ve las fotos y reflexiona, no le cuadran. Toda la geografía de la isla que César Manrique fue cubriendo de sus proyectos arquitectónicos en perfecta comunión con la naturaleza de Lanzarote aparece citada y recreada en la novela: 

  • «las interminables series de fotos que Olga había hecho en sus últimos tiempos: panorámicas del Mirador del Río, el interior de los Jameos, la Casa del Palmeral, vistas de Timanfaya, de la Casa del Taro de Tahíche o los malpaíses que la rodeaban; planos detalle de tuneras, euforbias, veroles o higueras que crecían en lugares inesperados»
  • «primero había atravesado Nazaret y Teguise, Teseguite y Los Valles, había pasado a un lado de Haría para bajar por el barranco del Chafarís y volver nuevamente a Haría, donde esta vez tampoco entró, antes de subir hacia Máguez, Guinate, Ye (que, como le habían pronosticado, había cruzado en un suspiro), La Corona y Las Hoyas
Por momentos la novela se convierte casi en un folleto turístico de la isla, un homenaje al artista canario y a sus esforzados habitantes que sacan cultivos del suelo de rofe (arena volcánica). Esta sensación se confirma plenamente cuando al final de la novela en el capítulo de agradecimientos conocemos de boca del mismísimo Alexis Ravelo que escribió la novela por encargo de la Fundación César Manrique para que sirviese de conmemoración en 2019, fecha de su publicación, del Centenario del nacimiento del insigne pintor.

Junto a los lugares reales hay otros, muy pocos la verdad, de nombre supuesto como la población de Viéitez y la urbanización o proyecto urbanístico Playa Lunar contra el que en la novela César Manrique se opone abiertamente, lo que da pie durante la lectura a crear cierto suspense sobre si la muerte en accidente de coche del artista en 1992 fue un caso fortuito o no. Naturalmente esta interrelación entre el personaje real y ese proyecto urbanístico ficticio entra dentro de las licencias novelísticas que se toma el autor. Lo que sí parece confirmado es que la figura del artista César Manrique fue un bastión contra el que chocaron no pocos especuladores durante los años en que su ideación lanzaroteña iba cuajando. A partir de aquí Ravelo fabula con esta urbanización ficticia que bien podría ser trasunto de cualquier otra de aquellas que escaparon a la visión conservacionista del paraje de su isla que tenía el artista.

Jameos del Agua, Cueva de los Verdes, César Manrique, Lanzarote
Además de Ángel, su compañero de milicia Mauri y su “suegro” Alfonso, muchos otros personajes aparecen en la novela. La primera es Sonia, la que fuera amiga íntima de Olga. Que Sonia mantenga una relación amorosa con David, apodado “Míster Sonrisas” por Angel dado que siempre tuvo celos de él al verlo al lado de Olga en varias de sus fotografías, levanta en él más de una sospecha; luego están Blas y Julia, pareja amiga de Sonia y de Olga. Blas será quien más ayude a Ángel poniéndole en contacto con personajes que mantuvieron relación con Sonia durante su estancia en la isla; al respecto es fundamental la llamada que Blas realiza a Pepe Dolz, director de la Casa del Taro donde viviera César Manrique convertida actualmente en Casa-Museo del artista y por ello en atracción turística. Será Pepe Dolz quien le abra los archivos del Museo a Ángel como se los abriera a Olga y entregue a éste una carpeta que la investigadora nunca llegó a recoger con algunas anotaciones realizadas por ella que cumplen en el relato detectivesco un importante papel. Otros personajes interesantes para la trama son Antoñito el Ruin y Emeterio Brito, este último autor de una conspiranoica teoría sobre la muerte de César Manrique inspirada en las que en la realidad de la biografía del pintor sostuvieron algunos estudiosos.

Con todos estos mimbres, tomados unos poquitos de la realidad y muchos otros puramente inventados, construye Alexis Ravelo este relato. En mi opinión sobra una trama secundaria en la que unos detectives vigilan a Ángel durante la primera parte de su deambular por la isla. Cocoliso y Carapicada son los jocosos apelativos que Ángel les coloca hasta que finalmente logra deshacerse de su por otra parte desastrosa vigilancia.

No cabe decir más del desarrollo argumental, tan sólo advertir que la novela se abre con la referencia a un sumario que está realizando  la autoridad judicial sobre unos sucesos cometidos por o/y sufridos por Ángel Fuentes. Ocupa tan sólo la primera página de la novela y coloca así desde ese momento al lector en modo 'suspense':
«Por qué Ángel Fuentes Medina compró una navaja de las pensadas para matar y por qué le dio el uso para el que había sido concebida es algo que la instrucción del sumario (con su inventario de nombres, fechas, lugares, circunstancias y grados de premeditación) pretende haber aclarado de forma meridiana. Pero el desvelamiento de sus motivos últimos (o primeros) está más allá del ámbito de su competencia.»


Alexis Ravelo es un escritor amantísimo de sus islas. Y eso se nota en sus novelas. Así lo he comprobado en las que he leído de su serie Eladio Monroy y que tengo reseñadas en este blog: "Los milagros prohibidos" y "Tres funerales para Eladio Monroy". Evidentemente el amor a Lanzarote se vislumbra por doquier en "La ceguera del cangrejo". Comienza desde el propio título que hace referencia a esa especie de cangrejos blancos y ciegos que habitan las aguas de los jameos lanzaroteños «hundidos en la blanda nada del olvido y su ceguera es como la de esta sociedad que tanto calla y a tanto cierra los ojos, que se ignora a sí misma y a la belleza que la rodea y de la que depende para sobrevivir». Tienen claramente en el relato un valor simbólico.

vinos canarios: malpaís, malvasía, isla conejera
Todo en la novela es una demostración de amor a Lanzarote y por extensión a las Islas Canarias: los paisajes, la vegetación, los cultivos de rofe, las gentes populares como el Maestro Ezequiel, los creadores canarios como el propio César Manrique y otros muchos (el poeta Agustín Espinosa, los pintores Óscar Domínguez, Remedios Varo o Manolo Millares, etc.). Y este amor en el caso del propio escritor lo manifiesta utilizando un sinfín canarismos: rofe, soco, jiribilla, desriscada, añurgarse, sachar la tierra, etc. etc. Para mí, que tuve el placer y la oportunidad de trabajar en las Canarias durante tres años, volver a escuchar -aunque haya sido por escrito- estos sonidos me ha servido para rememorar una muy feliz etapa de mi vida. Este ha sido uno de mis placeres íntimos al realizar esta lectura.

Es Alexis Ravelo amante de la cultura pero no sólo de la local que he señalado, sino también de aquella otra más universal a través de la cual nos hacemos ciudadanos del mundo. La música de jazz que escucha Blas y que en opinión de sus amigos «se pasa la vida poniendo el Kind of Blue. Y mira que grabó cosas Miles Davis. —Hice una selección —aclaró Blas—. Luego hay temas de Coltrane y de Thelonious Monk.» aparece citada junto a algún tema rockero como  Born to Be Wild de Steppenwolf puso Rock FM. Emitían una versión de Born to Be Wild»). Y cuando el novelista cambia el registro hacia la parte más puramente biográfica de César Manrique echa mano de un personaje cuyo nombre, Alois Neumann, está tomado de un histórico nacionalsocialista checoslovaco reconvertido hasta su muerte en 1977 en socialista aliado de la URSS. Este personaje le sirve para introducir en la novela el tema del Turismo en la isla pues el ficticio Neumann es el director del operador turístico Neumanntours a quien Manrique supuestamente intentaba convencer para que usase su influencia contra proyectos urbanísticos depredadores del paisaje isleño; en definitiva la alta cultura entreverada con los grandes negocios económicos contra los que César Manrique luchó:  

«Vio fotos de él con César Manrique, pero también con Warhol y Antoni Tàpies, con Heinrich Böll y con un gordo que resultó ser Friedrich Dürrenmatt, de quien Ángel recordaba haber leído una novela policiaca. ¿Habría llegado Manrique a convencer a Neumann de participar en un boicot en Playa Lunar? [...] sabido es que los millonarios filantrópicos suelen dejar la filantropía al margen en cuanto hay un buen fajo de billetes sobre la mesa


Del momento de escritura dice el autor que la novela «fue escrita entre enero y diciembre de 2018, con el apoyo de una residencia de escritura de la Fundación César Manrique». Los episodios políticos acaecidos en España durante los meses anteriores, o sea en 2017, que es cuando se sitúa la acción se cuelan en el relato de manera muy pasajera pero a mi entender algo llamativa. Me refiero a cuando en la localidad donde vive David, novio de Sonia y antiguo amigo de Olga, Ángel entra en un bar 

 «La clientela se reducía a tres viejos que tomaban cerveza y comentaban las tonterías que decían en la tele, puesta a medio volumen. Lo de siempre al filo del mediodía: el último escándalo, la última grabación hecha a escondidas a un alto cargo, el último ultimátum del independentismo catalán respondido con amenazas por el nacionalismo español, que eran recibidos con el interés propio que tres jubilados pueden poner en algo que ocurre a dos mil kilómetros.»

Diríase que el escritor entra en el relato directamente para expresar su opinión sobre categorías políticas dejando caer que aunque se utilicen los mismos términos hay diferencias claras entre buenos y malos (¡?). Esta entrada en el mundo de la actualidad más inmediata es fugaz y apenas perceptible. 


Para concluir
Cueva de los Verdes, César Manrique, fundación César Manrique
Es el tercer libro que leo de este novelista canario. Me ha gustado aunque quizás algo menos que los  anteriores con los que lo descubrí. Este no pertenece a ninguna serie y si digo la verdad, teniendo el inconfundible estilo Ravelo, me ha hecho recordar un poquito a Woody Alleen. Me explico: Woody ha hecho películas sufragadas, contratadas o encargadas, por instituciones, ciudades, organismos, etc. No hay por qué pasar lista, creo que con citar "Vicky, Cristina, Barcelona" valdrá para entender el símil. Si con la película de Alleen Barcelona se publicitó hasta el extremo, Alexis Ravelo a otro nivel logra lo mismo con esta "La ceguera del cangrejo", novela encargada o sufragada en 2018 por la Fundación César Manrique con motivo de cumplirse en 2019 el centenario del nacimiento del insigne artista. Y efectivamente la novela, además de la trama policíaco-detectivesca que contiene, cumple con creces la finalidad pretendida del encargo: publicitar Lanzarote y en especial la obra artística y la figura de César Manrique, artífice del despegue turístico de la isla gracias a sus atinadas intervenciones arquitectónicas y urbanísticas.

Como todo lo que escribe Alexis Ravelo la novela se lee muy bien merced al estilo fluido, espontáneo y natural característico en él. Quizás esta espontaneidad, no sé si de manera consciente o no, le haga incurrir a veces en una errónea utilización de las formas átonas pronominales. Me refiero a que comete laísmo en más de una ocasión. Vayan aquí sólo dos ejemplos:

  • «Olga se refería con frecuencia a la Fundación, donde la dejaban usar una sala de investigadores»
  • «Olga, cuando hablaba de ellos [de los cangrejos de los Jameos del Agua], le decía que la ponían triste, que pensar en esos pobres bichos la hacía experimentar una tremenda desazón»

Sé que lo señalado es una mera minucia que para nada oscurece el mérito de este relato. Pero pienso que son los escritores los verdaderos artífices del idioma y que en ellos reside el deber de conservarlo, enriquecerlo y hacerlo evolucionar. 
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editorial Siruela, Alexis Ravelo Betancor

Ficha del Libro

Autor: Alexis Ravelo Betancor
Editorial: Siruela
Colección Nuevos Tiempos 431
Año de publicación: 2019
Nº de páginas: 360
ISBN: 978-84-17860-10-3

15 ago 2021

Kurt Vonnegut. "Mientras los mortales duermen"

15 comentarios:

«Furtivamente, Amy envolvió la grabación de Larry Barrow con pañuelos de papel y la escondió en el cajón inferior de la mesa, con su crema de manos, su crema facial, su pintalabios, sus polvos de tocador, su colorete, su perfume, su pintauñas, sus tijeras de manicura, su lima de uñas, su lima abrillantadora, su lápiz de ojos, sus pinzas, sus horquillas, sus pastillas de vitaminas, su aguja, su hilo, sus gotas para los ojos, su cepillo y su peine.» (“Sección Femenina”, sexto relato de la antología)


En 2015 leí con satisfacción "Catedral",  colección de relatos del estadounidense Raymond Carver muerto en Washington en 1988, víctima de un cáncer de pulmón. Como digo los relatos contenidos en "Catedral" me encantaron. Fue, precisamente a raíz de los comentarios que amigos y desconocidos fueron dejando al final de la reseña que entonces escribí en mi blog y difundí en RRSS, que un antiguo y apreciado alumno me recomendó la lectura de los relatos de Kurt Vonnegut. "Si te han gustado los cuentos de Carver, espera a leer los de Vonnegut", me dijo. Asentí gestualmente, aunque por escrito, a su amable recomendación prometiéndole que los leería, pero el tiempo y la vida se fueron amontonando sobre ella tapándola casi completamente. Afortunadamente, y aunque haya pasado ya más de un lustro desde su tan afectuosa sugerencia lectora, he llegado por fin al autor a través de una de las ocho colecciones de cuentos que se han publicado de Vonnegut. Concretamente he leído "Mientras los mortales duermen", antología impresa en USA en 2011 (en España la publicó Sexto Piso en 2012 y es la edición que he manejado) que contiene 16 narraciones breves. 


El autor
Kurt Vonnegut nació en Indianápolis en 1922 y falleció en Nueva York en 2007. Estudió Antropología en la Universidad de Chicago, trabajó como reportero policial en un periódico de esa localidad y abandonó Chicago para trabajar en Nueva York como relaciones públicas de la empresa General Electric. Leo con curiosidad en Wikipedia mientras busco información para datar debidamente la colección de cuentos que con tanto gusto he leído que él mismo achacaba su estilo, libre de adornos, a este trabajo.

Generación beat,
Centrándonos ya en su faceta de escritor, Kurt fue esencialmente un autor de ciencia ficción con mucho de sátira y de comedia negra.  Su novela "Matadero 5 ó la cruzada de los inocentes" aparecida en 1969 es considerada por todos como lo mejor de toda su producción. De hecho esta novela la sitúan los críticos como una de las diez mejores narraciones estadounidenses escritas durante el siglo XX. "Matadero cinco" parte de la experiencia vivida presencialmente por el novelista del terrible bombardeo norteamericano de la bella ciudad alemana de Dresde al final de la IIª Guerra Mundial. Kurt Vonnegut era prisionero de los nazis en ese momento al que llegó con vida gracias a su conocimiento del alemán, idioma de sus padres emigrados a Estados Unidos en 1920. Aparecida la novela en plena guerra de Vietnam fue acogida por la juventud americana como un crítico alegato antibelicista  y llevó a Vonnegut a los altares de la contracultura de la sociedad norteamericana cuyo estilo de vida criticó insistentemente en novelas y narraciones cortas como he podido comprobar en muchas de las 16 que acabo de leer.

Quisiera destacar en este breve apunte de su trayectoria profesional las ilustraciones que incluyó en varios de sus libros. Comenzó a realizar esta práctica en la novela que siguió cronológicamente a "Matadero cinco" titulada "El desayuno de los campeones" (1973), auténtico best seller en el que junto a un texto de estructura y estilo sencillos incorporó ilustraciones bosquejadas por él mismo. Precisamente esta peculiaridad de incorporar ilustraciones a sus narraciones se mantiene en "Mientras los mortales duermen" en la que incluye entre relato y relato en total trece ilustraciones realizadas por el propio escritor entre 1993 y 2006. 



Mientras los mortales duermen
Que a Kurt Vonnegut le agrada -¡y mucho!- la ciencia ficción se puede comprobar ya desde que se lee "Jenny", el relato que abre la antología. En él el científico del M.I.T., George Castrow, está enamorado de Jenny. Hasta ahí nada anormal, por supuesto; todo cambia cuando conocemos que Jenny es un robot. 

También el humor, la ironía, la misma sátira, que tanto, se dice en cualquier referencia al escritor, le agradaba se comprueba en "Jenny". Léase si no este fragmento para comprobarlo:
«Las mujeres sacudían la cabeza para dejarle claro a Jenny que sabían lo que costaba que un hombre se cuidara a sí mismo. Y los hombres miraban subrepticiamente a George para hacerle saber que conocían la desgracia de estar con una mujer que siempre te trataba como a un niño»

 La crítica a la manera de vivir de sus conciudadanos es constante a lo largo de estas dieciséis narraciones breves. Una de ellas está referida a esa cierta adoración que en la tecnificada sociedad actual se tiene por lo artificial, por lo falso, por lo virtual. El amor a un robot se evidencia en "Jenny" y en "Besos a cien dólares", otro de los cuentos, en el que el hombre detenido e interrogado por haber agredido a un molesto compañero de trabajo que siempre estaba con revistas para adultos en la mano y que, ¡pesadísimo!, constantemente le interpelaba diciéndole que pagaría 100 dólares por besar a una de las chicas allí retratadas ligeras o completamente ausentes de ropa, responde a la pregunta «¿Qué anda mal en el mundo?» del detective que lo interroga diciendo: «Que todo el mundo presta atención a fotografías de cosas. Que nadie presta atención a las cosas en sí mismas»

El relato "Sección femenina" es uno de los que más me ha gustado. Lo protagoniza Amy, una chica que trabaja en una sección empresarial compuesta exclusivamente por mujeres cuya función es la de copiar a máquina las cintas grabadas por los colegas masculinos de la Compañía en las que ellos transcribían los comentarios de los clientes. Las mecanógrafas como Amy nunca veían las caras de los clientes ni de quienes grababan las cintas. Un día a una le llega a Amy una grabación en la que quien habla confiesa su decepción con su vida y su deseo de ponerla fin. Da la dirección donde ejecutará su plan aunque deja abierta la posibilidad a ser salvado si es que cualquiera de las chicas que lea esa grabación acude al edificio de la empresa donde dice que estará esa tarde. Y esa chica, Amy, la mujer del narrador en primera persona que está contando la historia, esconde esa cinta en su cajón lleno de adminículos femeninos para escucharla e intentar evitar que tal cosa suceda. Pero... 

El relato es de lo más interesante al criticar la falta de humanidad existente en muchos ámbitos laborales; también es un relato revelador de la altura literaria del autor. 

editorial Sexto Piso, editoriales independientes españolas
Se censura en el relato que da título a toda la antología, "Mientras los mortales duermen",  la fiebre consumista que se produce durante las Navidades y la utilización que se hace de los sentimientos religiosos y familiares para incentivar más aún ese consumo, esos regalos casi obligatorios. La música navideña llega a resultar estomagante de tanto como se repite en los centros comerciales: «Esta noche ya lo hemos oído ocho veces. Venden las Navidades como si fueran cigarrillos, machacando y machacando con la misma frase una y otra vez. Estoy de Navidades hasta la coronilla»

"Ruth" es un cuento que profundiza en las relaciones femeninas y en el sentimiento de 'propiedad' del fruto del amor. Concretamente estamos ante la reunión de dos mujeres: Ruth, joven embarazada de cuatro meses, que acude a visitar a la señora Faulkner, madre del padre de la criatura que lleva en su seno. ¿Cuál de las dos tiene más "derecho" sobre la criatura que está por llegar? Además de plantear este asunto en el relato se muestra la necesidad que los humanos tenemos de ayudarnos mutuamente pese a todo. 

Es el amor, su ausencia, su necesidad, elemento nuclear en muchos de los cuentos. Vonnegut tiene el acierto de acercarse a él desde ubicaciones muy diversas. Una es la que se ve en "Ruth"; otra, muy curiosa también, es la que se lee en "Fuera, vela efímera" donde una relación epistolar nacida a partir de una página de contactos de una revista deriva en el enamoramiento total de una mujer hacia el 'maravilloso' hombre que se cartea con ella pero que siempre elude cualquier manifestación física. Es un relato que revive el eterno tema de la Bella y la Bestia, de la importancia de la belleza interior frente a la derivada del aspecto físico.

  Ya digo que la mayoría de los cuentos han sido de mi agrado por la enorme originalidad con que aborda Kurt Vonnegut los asuntos más diversos. En el cuento "Tango" toca de manera genial y con gran ironía la relación paterno-filial dentro de las clases altas de una localidad ficticia, Pisquontuit, habitada por doscientas familias muy ricas. La educación dada allí a los jóvenes cachorros totalmente separados de la clase de los sirvientes se quiebra merced a la música canalla del Tango, melodía que despierta en Robert, el hijo del potentado donde trabaja como criada Marie, la inquietud sobre su manera de estar en el mundo. Marie y quien en primera persona cuenta la historia, el tutor de Robert, harán evolucionar al chico, a cortar con sus miedos, a hacer que la relación con el padre vaya más allá de contemplar una película en completo silencio. A preguntas de su tutor sobre cómo fue su infancia, si fue feliz en ella o no, Robert le responde: 

«—Pero no se puede afirmar que habláramos exactamente. El mayordomo venía a mi habitación e instalaba el proyector de cine. Después, mi padre subía y proyectaba una película de Mickey Mouse durante una hora. Nos limitábamos a sentarnos en la oscuridad mientras la película pasaba.
—¡Erais uña y carne! ¿Qué puso fin a esa borrachera emocional?
»

Como se ve en la cita anterior el sentido del humor, la ironía, la crítica que subyace a esta confesión. es más que evidente. Y esta sensación está presente en muchos otros de los cuentos. Así por ejemplo se ve en "Sr. Z", un relato muy irónico, con muchos giros argumentales y estupendas roturas de cintura que con agrado sufre el lector. Me ha gustado mucho, hay en él de todo: gansters, mujer inteligente, estudiante de teología y criminología, palizas, amor... 

En la relación entre los dos mundos, el de arriba y el de abajo, hay una narración -"Dinero habla"- en la que la barrera que la riqueza establece entre las personas vista en "Tango" ahora no permanece silenciosa sino que interviene activamente hablando en la mente de Ben, chico humilde que se siente atraído sinceramente por Rose, una chica que acaba de heredar doce millones de dólares.  ¿Aceptará Rose a Ben sin pensar que su acercamiento es consecuencia de su riqueza? ¿Es amor auténtico lo que puede haber entre los dos? ¿Se censura a sí misma Rose por el mero hecho de haber pasado a ser poseedora de una inmensa fortuna? Dos frases extraídas de este cuento me parecen magníficas y muy esclarecedoras:

  • «Usted tiene problemas, yo tengo problemas..., todo el mundo tiene problemas, tanto si tienen mucho dinero como un poco o nada en absoluto. Al final resulta que el amor, la amistad y hacer el bien son las cosas realmente importantes» -dice el Dinero en la cabeza de Ben.
  • «Al ver a la doncella cautiva, al recordar su propio cautiverio, Ben comprendió al fin que el dinero era un dragón gigante, con mil millones de dólares como cabeza y un penique en la punta de la cola»

Para finalizar quisiera destacar la irreverencia -auténtica muestra de su ironía- mostrada por el escritor ante el mundo del Arte. ¿Es el Arte una farsa? ¿Quién es farsante en ese mundo? Estas y otras cuestiones muy sabrosas siempre en torno a este campo las plantea Kurt Vonnegut con su maestría habitual en el relato que cierra la antología, en "Los farsantes". En éste dos pintores, Lazarro y Stedman, residentes en la misma urbanización conocen distinta suerte profesional. Uno (Stedman) es exitoso en ventas con cuadros figurativos de corte tradicional, aunque en opinión de los críticos su pintura no vale nada; el otro (Lazarro) practica un arte abstracto muy apreciado por la crítica especializada que no encuentra recepción adecuada entre el público. Sus respectivas esposas los azuzan para que cada uno de ellos haga un cuadro en una noche en el estilo del otro; al día siguiente los mostrarán y será el propio público quien juzgará si han sido capaces o no, de realizarlo. Quien lo consiga demostrará que el arte del imitado no vale nada, está carente de alma, y quien no lo logre hará visible la imposibilidad de imitar al auténtico artista. No sigo contando más. Sólo diré que el resultado es muy sabroso y de gran calado.

Nada he dicho de las simpáticas ilustraciones que acompañan a estas narraciones intercaladas entre uno y otro relatos. Son dibujos hechos a plumilla, de trazo firme, tipo cómic; diríase que son repentizaciones. o sea, que no están muy meditadas, que surgen con espontaneidad de la mano y pluma del autor. Muchas son caricaturas de sí mismo con las que solía firmar sus libros. Transmiten a través del dibujo el tono irónico y satírico presente  en muchos de sus relatos.

autorretratos caricaturescos, dibujos a plumilla
Evidentemente volveré a Kurt Vonnegut. Un gran escritor, un gran creador, un sutil analista de la sociedad actual, de las personas de hoy día, con sus contradicciones e inseguridades que son, paradójicamente, las que nos hacen creíbles, de auténtica carne y hueso. Y todo envuelto en un tono irónico y un humor que desarma al más pintado. Me ha parecido que el escritor es representación clara de la alta literatura estadounidense que brilló con fuerza durante la segunda mitad del siglo XX y a cuyos principales creadores el alcohol y las drogas se llevaron por delante. Los asuntos que toca, el estilo que imprime a sus cuentos, la ubicación de las anécdotas, las profesiones de sus protagonistas (empleados medios, personas del mundo de la cultura, ex-soldados como lo fue él mismo, profesores...), y especialmente la inflexión de la voz narradora, logran que estos escritos sean fácilmente identificables como propios de la literatura contemporánea norteamericana que surgió a partir de la generación beat de la que sin duda alguna Kurt Vonnegut es cualificado representante. Los relatos contenidos en "Mientras los mortales duermen" son buen ejemplo de la manera de escribir del novelista de Indianápolis. Una lectura, pues, muy recomendable.
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Ficha del libro:
Título: Mientras los mortales duermen
Autor: Kurt Vonnegut
Traductor: Jesús Gómez Gutiérrez
Editorial: Sexto Piso
Colección Visor de Poesía
Año de publicación: 2012
Nº de páginas: 262
ISBN: 978-84-9686-794-9

9 ago 2021

Suscripciones a "El blog de Juan Carlos" por e-mail. ¡¡AVISO!!

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Creo que aún Google no ha cortado del todo las comunicaciones, aunque en cualquier momento tal cosa sucederá. Por mi parte yo ya he hecho los deberes y he sustituido el servicio de suscripciones de FeedBudner por otro muy semejante a través de MailChimp. Así pues os comunico a quienes os informabais de cada nueva publicación en mi blog a través de email que próximamente dejaréis de recibir dichos correos. Para no perder sistema tan cómodo de estar al día de lo que aparece en el blog debéis volver a suscribiros a través del banner que aparece arriba a la derecha. Simplemente con una dirección de correo e-mail y el nombre quedaréis suscritos al blog, si bien para completarlo debidamente deberéis responder al correo que MailChimp os enviará a fin de confirmar vuestro correo. 

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7 ago 2021

La cerveza, los bares, la poesía (Antología). Jesús García Sánchez

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«Muchos intelectuales y numerosos escritores, han considerado que los bares, las cervecerías o los cafés han sido sus verdaderas universidades, incluso han defendido enérgicamente que sin su contribución, aún estática y pasiva, la formación de las vanguardias artísticas quizás hubiera sido muy diferente; […] Miguel de Unamuno apuntaba que eran una verdadera Universidad […] Valle Inclán afirmaba que el Café de Levante, de Madrid, casi su segunda casa, había ejercido más influencia en la literatura que dos o tres universidades. Balzac llegó más lejos al atestiguar que eran el verdadero Parlamento del Pueblo.». (Tomado del Prólogo escrito por el propio antólogo)

Editorial Visor, Jesús García Sánchez


La Colección Visor de Poesía cumplió sus primeros 50 años de existencia el pasado mes de octubre de 2019. Poco después la Colección publicó el volumen número 1100. Es costumbre de la editorial al alcanzar cada una de las centenas  (100, 200, 300, 400...), celebrarlo con la publicación de un título especial. A ,veces ha sido el homenaje a poetas señeros y muchas otras, como esta vez, antologías poéticas de la más diversa índole.  Dicen los editores en la nota que abre el volumen que la coincidencia en el tiempo de los diez lustros  de existencia con la redondez cabalística del dígito 1100 les  pedía en esta ocasión algo más festivo, más propio del ocio, más relacionado con la vida misma. Fue así como en marzo de 2020 vio la luz esta Antología titulada "La cerveza, los bares, la poesía".


Personalmente computo la lectura de la misma como libro finalizado en junio del año actual aunque haya sido un ejemplar que llevo leyendo desde enero en que me lo regalaron hasta hoy mismo y que, ¡seguro!, seguiré leyendo durante los meses venideros. Los libros de poesía -mucho más las Antologías- jamás se finalizan. Yo, técnicamente, la doy por concluida hoy por eso de reseñarla en el blog, pero como digo antes es una  afirmación que tanto puede considerarse verdadera como falsa. 


Lo importante no es la culminación de su lectura sino la impresión que el conjunto de poemas que contiene me han producido. ¿Me han satisfecho o no? Decididamente, sí. Tengo que decir que es una buena antología, que el antólogo Jesús García Sánchez -poeta él mismo para más señas- ha realizado una muy buena selección desde el lejanísimo en el tiempo Gilgamesh datado en el siglo X a. de C. hasta un poema del costarricense Juan Carlos Olivas nacido en Turrialba en 1986.

POEMA DE GILGAMESH
(“Columna III”)

La leche de las bestias salvajes
solía él mamar.
Le pusieron ahora pan ante él;
entornó los ojos, lo miró
y lo examinó con desconfianza.
Él, Enkidu, no sabía
comer el pan;
a beber cerveza
nadie le había enseñado

[…] 
Abriendo la boca, la hieródula
dijo así a Enkidu:
−«¡Come pan, Enkidu,
es necesario para vivir!.
¡Bebe cerveza, es la costumbre del país!»
Enkidu comió el pan.
¡Hasta saciar su hambre!
Bebió cerveza,.
¡Siete cántaras!

[…]
JUAN CARLOS OLIVAS
“A quien honor merece”
(Bitácora de los hechos consumados, 2011)

Honor a aquellos que vieron
a la ciudad arder
y en cobardía se escondieron en los sótanos.
A aquellos que callaron cargados de razón.
y aceptaron ser la oveja del matadero;
a aquellos que vendieron a su Cristo
por treinta cervezas
y predicaron de su vida entre los bares.


Honor al payador de los toros del hambre,
que en sus lomos recibe la impronta del [destino,
a aquellos que no tenían oráculos
y aún así escucharon a un ángel hablar
desde el fondo de un vaso
y después siguieron sus caminos.


[…]
Hay poemas que se me han quedado clavados en el corazón y muchos otros que me han dejado marcas como las huellas que la espuma de la cerveza deja en el vaso que la contiene. Esta Antología es muy buena pues son muchas las marcas que deja en quien la lee. Calificar una antología poética es empresa difícil. A mí esta que Jesús García Sánchez hace agrupando autores y poemas desde los inicios de la literatura hasta nuestro hoy más próximo siempre atendiendo al tema que los convoca (el alcohol, en especial la cerveza) me ha gustado mucho.

Comienza el antólogo por referencias a la cerveza, a la cebada de donde se extrae y a su uso litúrgico por los sacerdotes egipcios. Prosigue luego con el producto y su consumo en Grecia y Roma. Pasa por la Edad Media, y de la Edad Moderna entre otros textos incluye una referencia en prosa del isabelino John Taylor (1578-1653) sobre las cualidades de la cerveza que parece escrita ayer mismo por no decir hoy. 
«[...] la "ale" [...] es agradable al olfato, resulta un placer para el paladar; su textura y su alegre tono verdoso son una delicia para la vista; es una caricia para el cerebro y el corazón, y además (para deleite de todos los sentidos) incita al hombre a la risa y al canto, es un placer para el oído. Beberla reconforta la mente preocupada, le procura la risa a una viuda desconsolada, haciéndole olvidar la tristeza por su difunto marido...»
Los clásicos barrocos, los poetas ilustrados y los románticos ingleses y franceses aparecen el el libro y sirven de preámbulo a los norteamericanos que ya en el XIX (Poe, Whitman y otros) se perdían en las nieblas alcoholizantes de la cerveza y los establecimientos que las expendían: los bares.

Quizás sean los siglos XIX y XX los que se llevan la parte del león en esta más que interesante antología que yo he disfrutado y degustado a la manera como se hace con el frío oro líquido que  contiene la jarra que sirve el camarero. Quiero decir que he leído este libro con calma, mucha calma, a sorbos que según los realizaba han ido dejando en mí señales como las que la cerveza bien tirada deja en las jarras de los bebedores. Las marcas a las que me refiero son las de aquellos poemas y/o poetas que más me han impactado: Cavafis Era pobre y sórdida la alcoba, / escondida encima de la equívoca taberna / [...] / Y allí en una cama mísera y vulgar / poseí el cuerpo del amor, poseí los labios / sensuales y sonrosados por el vino»), Manuel MachadoYo, poeta decadente / español del siglo veinte, / que los toros he elogiado , / y cantado / las golfas y el aguardiente..., / y la noche de Madrid, / [...] / ya estoy malo, y ya no bebo / lo que han dicho que bebía.»), Arnold Silcock, Carl Sandburg, Rafael de León en su conocidísimo poema "Tatuaje" («Era hermoso y rubio como la cerveza, / el pecho tatuado con un corazón, / en su voz amarga / había la tristeza / doliente y cansada / del acordeón. // Y ante dos copas de aguardiente, / sobre el manchado mostrador, / él fue contándome entre dientes / la vieja historia de su amor.»), el 'dirty' Bukowsky en su poema "Cerveza" («no sé cuántas botellas de cerveza / me habré bebido esperando que las cosas / mejoraran. no sé cuánto vino y whisky / y cerveza / sobre todo cerveza / habré bebido tras / separarme de mujeres... / esperando que sonara el teléfono, / esperando oír sus pasos,»), la bellísima "Canción triste" de Marilyn Monroe que ya coloqué en una entrada sobre Poesía y que quien quiera puede volver a leer pinchando en el título citado, la popularísima canción de Joaquín Sanbina escrita por Benjamín Prado que dio título a su exitoso LP: "19 días y 500 noches", el propio Benjamín Prado elogiando la cerveza mexicana mientras piensa en Raymond Carver («En la autopista, mientras oímos la emisora, / bebo cerveza mexicana y miro la oscuridad. / —Las banderas de los hoteles —dices—, restaurantes / azules y terrazas con grandes ventiladores.», etc., etc. 
Pero no quisiera cerrar esta breve relación de seleccionados entre los selectos sin traer a esta reseña dos poemas de dos jóvenes poetas españoles en plena producción literaria: Pablo García Casado (Córdoba, 1972) y Antonio Lucas (Madrid, 1975):

ANTONIO LUCAS
“Amistad”
(De Los desnudos)

Cómo será mi vida cuando alguno falte,
cuando yo abrace sus pasos y no quiera marchar.
Cuando no ajuste mi huella en sus zapatos.
Cuando alguien hable entonces de cielos por hacer
y viaje yo hasta el centro de ese miedo.
Un día no habrá nada.
Ni siquiera aquello en lo que tanto existí.
El libro abierto, la escritura,
el inhóspito azul y la montaña.
El fuego sin rodeos de pasarlo bien.
Vosotros. Vosotros.
Las terrazas coronadas de cerveza.
La amistad desgobernada que era así.


PABLO GARCÍA CASADO
“BAR”
(De Dinero)

Llegan con los hombros curtidos. Empiezan temprano, la mano fuerte que aprieta, la palmada en la espalda. Cómo estás campeón, ponme una copa. Todos tienen una historia que contar, todos tocaron la gloria con la punta de los dedos. Pero luego los hijos, la mala suerte y esa gente que no tiene palabra. Aquí se detienen a tomar fuerzas para subir a casa. Los más jóvenes aún confían en las oportunidades, el resto sobrelleva como puede los minutos de la basura

[…]

Relevancia especial quiero dar al poema "Felicidad" del norteamericano Carl Sandburg, cuyo nombre he incluido en la relación anterior. El poema espero que os guste tanto como a mí. Es el siguiente:

FELICIDAD
(De Poemas de Chicago)

Pedí a los profesores que enseñan el sentido de la vida que me dijeran qué es la felicidad.

Fui a ver a los afamados ejecutivos que comandan el trabajo de miles de hombres.

Todos menearon la cabeza y me sonrieron como si yo tratase de engatusarlos.

Y un domingo por la tarde fui a pasear por la orilla del río Desplaines.

Y vi a un grupo de húngaros bajo los árboles, con sus mujeres y sus hijos, un barril de cerveza y un acordeón.



Miguel García Posada, Vicente Gaos, Luis Alberto de Cuenca, Joaquín Benito de Lucas,

Los textos y los autores que he señalado no equivale a que desdeñe los que he callado. Entre los omitidos hay poemas que he disfrutado muchísimo, pero que han quedado subsumidos entre otros más impactantes que han dejado huella más fuerte en mí. Un libro de poemas nunca se agota, nunca se acaba, se ha de volver a él reiteradamente. Con esta antología me sucede como con otras que tengo en casa. De vez en cuando vuelvo a ellas buscando ese verso, esa cita, esa poesía, ese nombre de autor, ese tono, esa época que se me grabó en el alma pero a los que mi mala memoria ha dejado casi en el olvido, algo a lo que me niego. Por esto me gustan tanto este tipo de libros, son como una extensión de la fragilidad memorística que con los años aumenta. 
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Ficha del libro:

Título: La cerveza, los bares, la poesía
Antólogo: Jesús García Sánchez
Editorial: Visor
Colección Visor de Poesía
Año de publicación: 2020
Nº de páginas: 398
ISBN: 978-84-9895-400-5












2 ago 2021

"La defensa". Novela rusa de Vladimir Nabokov

19 comentarios:

«Después de una partida de tres horas la cabeza le dolía terriblemente, no entera, sino en partes, en negros cuadrados de dolor, y durante un buen rato no podía encontrar la puerta, que estaba oscurecida por una mancha negra, y no podía recordar las señas de la adorada casa; por fortuna llevaba siempre en el bolsillo la tarjeta postal, doblada en dos, un poco rota por el doblez (“Le esperamos esta noche”)».

De Vladimir Nabokov conocía, como la mayoría de los mortales, su “Lolita”, perturbadora novela publicada en USA en 1955. El éxito de esta obra, sin duda alguna la que llevó a su autor al Olimpo literario, provocó que editores y lectores comenzasen a interesarse por el resto de su producción. Fue así como las novelas que escribió en ruso empezaron a ser traducidas al francés y al inglés por él mismo que fue trilingüe (ruso, francés e inglés) desde su niñez.

La edición española de “La defensa” que he manejado, la de Anagrama de 1990, es traducción de la que en 1965 apareció publicada por vez primera en lengua inglesa. Es esta de 1965 la que ha traducido al castellano el mexicano Sergio Pitol, magnífico siempre en esta labor y autor reconocido de un buen número de novelas que merecerían más atención por parte de todos.

Esta obra aparece publicada por vez primera el año 1929 en París en una revista literaria editada por emigrados rusos. Pero sería el año siguiente cuando una editorial berlinesa, también dirigida por emigrados rusos, la que la colocaría en el mercado. En ambos caso, naturalmente, la novela iba en lengua rusa, la original en la que el autor la escribió, y apareció con el título “Zaschita Luzhina” (‘La defensa de Luzhin’) referido a una jugada de ajedrez supuestamente inventada por su protagonista, el gran maestro Luzhin. Nabokov en el prólogo que puso a la edición inglesa de 1965 y que se reproduce en la española de 1990 aclara que «Este nombre rima en inglés con ‘illusion’ (ilusión) si se pronuncia con la ‘u’ suficientemente abierta». Y allí mismo confiesa que su redacción la inició en la primavera de 1929 en «Le Boulou, un pequeño balneario de los Pirineos Orientales en donde me hallaba cazando mariposas, y la terminé en Berlín ese mismo año».

La novela cuenta la historia de Alexander Ivánovich Luzhin, estrafalario personaje hijo de una aristócrata familia rusa. Su padre es un escritor mediocre que ha escrito cerca de diez libros dirigidos a un público adolescente pensando siempre, dice él, en su hijo Alexander. Desearía el Luzhin escritor que su vástago triunfase en la música y para ello lo matriculará en una buena institución escolar. Sin embargo el joven Luzhin no parece inclinarse por este arte y además en el centro escolar sufre el acoso y las burlas de sus compañeros a propósito de su introvertido carácter y las cualidades literarias del padre que le dedicó uno de sus libros.

Luzhin hijo sale de su letargo vital cuando visitando a una tía suya, amable y vividora, ésta le muestra un tablero de ajedrez y le va dando las nociones básicas del juego. La atracción por el juego milenario se le acrecienta merced a su profesor de Educación Física, Valentinov, que ve en el chico cualidades innatas para el mismo y comienza a entrenarlo y llevarlo a torneos. Por su parte Alexander Ivánovich  desde hacía ya tiempo había dejado de asistir al instituto atraído por el deporte ciencia al que sin importarle nada exponía su tía dejándolo solo en la casa mientras ella salía a la calle. El padre al descubrir a quién visita su hijo cuando hace pellas se preocupa seriamente por la estabilidad de su matrimonio.

En un magnífico salto temporal nos encontramos en el capítulo cuarto –son 14 los que conforman todo el relato- con un Luzhin adulto que en ese momento parece estar recuperándose de alguna dolencia en un balneario berlinés. En ese balneario la visión de una ventana, a la que señala con su bastón junto a una bella mujer cuya identidad desconocemos, parece despertar en él una serie de recuerdos que iremos conociendo en los capítulos siguientes. Conocemos al viejo Luzhin que viaja por toda Rusia en pos de su hijo prodigio que gana torneo tras torneo habiéndose convertido ya en consumado maestro del ajedrez. Sabemos por el brazalete negro que porta este anciano que la madre de Luzhin ha fallecido, y cuando este flashback finaliza y regresamos al balneario donde se inició la retrospectiva sabemos por la conversación que mantienen Luzhin y la mujer que lo acompaña que el escritor Luzhin, padre del maestro Luzhin, también ya ha fallecido.

Vive el ajedrecista Luzhin en un mundo ajeno a la realidad. Todo en él son estrategias, jugadas pensadas, problemas resueltos, partidas reproducidas mentalmente paso por paso, planteamientos defensivos, análisis retrospectivos de pasos seguidos en la partida, consideraciones diversas sobre ataques decididos o sobre jugadas de distracción que provoquen en el adversario el error o la obnubilación necesaria para asestarle jaque mate con decisión y acierto. Tan sólo una mujer, aquella con la que se encontraba observando esa ventana evocadora en el balneario, le intentará sacar de su adicción al tablero. Ella es la hija de un acaudalado y acomodado matrimonio emigrado ruso afincado en Berlín  que no ve con buenos ojos la relación que mantiene su hija con este desaseado y despistado hombre para quien el mundo se reduce a 32 piezas desplazándose por 64 cuadros en movimientos codificados que admiten una infinidad de posibles combinaciones. Pero la fuerza de la juventud es grande y los deseos de los padres de Ella (Nabokov nunca revela el nombre de esta mujer como si esta joven careciese de personalidad propia) no contienen la atracción un tanto rara y peculiar de Ella hacia Luzhin. Y digo rara y peculiar porque entre ambos existe un distanciamiento enorme que se percibe en el lenguaje que utiliza dirigiéndose a él por el apellido, siempre tratándole de usted, y postergando las relaciones íntimas para cuando realizasen el viaje de novios, algo que siempre se dilataba en el tiempo.

A Luzhin este asunto del enamoramiento le preocupa poco en comparación con el que llena toda su cabeza: el enfrentamiento que en breve tendrá con el italiano Turati, máximo exponente del ajedrez del momento. Tal torneo tendrá lugar en Berlín y a él Luzhin dedica todas sus energías. Las aperturas de Turati las conoce al dedillo y tiene estudiadas y establecidas las correspondientes respuestas a las mismas. Todo, pues, parece estar controlado. Sin embargo el día de la partida Turati realiza una salida inesperada que frustra todos los planes de Luzhin. La partida se complica, la defensa ha de ser bien otra, la mente de Luzhin se obnubila, la tensión crece en su interior, el tiempo discurre, la jornada va a acabar, la partida habrá de postergarse hasta el día siguiente, Luzhin no desea tal cosa pero tampoco encuentra la respuesta adecuada, ha de dejar anotada en un papel su próxima jugada, y… en ese momento todo desaparece, todo cambia y el mundo real se impone. Luzhin está seriamente enfermo, una fuerte crisis nerviosa se desata dentro de él, por lo que tendrá que procurar curarse si quiere seguir en este mundo.

No quiero decir nada más de la trama porque si lo hiciese el interés de la lectura quizás se diluyese un poco. No obstante el mismo Nabokov en su imprescindible prólogo (quizás sea mejor leerlo finalizada la novela que no antes) advierte que leer una historia sabiendo su resolución no debiera hacer decrecer el interés por la misma. ¿Por qué insiste el autor en esta idea? Sólo hay una razón y es que Vladimir Nabokov es consciente de que la literatura no reside exclusivamente en la historia que se cuenta sino en la manera empleada para presentarla.

Esta es la gran apuesta que el novelista realiza en esta novela: presentar una historia de amor y ajedrez utilizando para ello efectos y recursos parejos. Quizás por ello sea el flashback uno de los elementos imprescindibles en la estructura de esta narración de manera análoga que el repaso de los movimientos preliminares a la jugada que está por venir es procedimiento esencial en el ajedrez. A este repaso de lo acaecido antes viene a unirse en la historia del protagonista Alexander Ivánovich los traumatizantes sucesos vividos por él durante su niñez y que habría de arrastrar y arrostrar a lo largo de toda su existencia en consonancia con lo sostenido por el psicoanálisis que tanta fuerza había adquirido en los años en que Nabokov se haya escribiendo el relato. La mujer de Luzhin piensa con buen criterio que para curar a su marido de la crisis nerviosa es necesario hacerle olvidar todo lo que en su mente le recuerde el ajedrez. Así Ella, sus padres y el entorno que lo rodea evitarán hasta palabras como peón, torre, rey, caballo o reina por si su sonido pudiera despertar en la mente del ajedrecista su perniciosa afición. Pero no es fácil tal cosa. Un día en un baile organizado por su esposa él topa con un antiguo compañero de clase del instituto de San Petersburgo llamado Petrishchev quien al reconocerlo le hablará de otros chicos de aquellos tiempos como por ejemplo Gromov que lo acosaron con crueldad. Estos nombres despiertan en él otros (Valentinov, su tía que le enseñó el juego, etc.) que harán que el pasado vuelva a su cabeza. Quizás allí se encuentre la solución, piensa su confundida mente, ha de repasar cuanto ha vivido para dar una oportuna respuesta («el encuentro con Petrishchev era tan sólo la continuación de algo, y que era necesario profundizar más, volver hacia atrás, y repetir todas las jugadas de su vida desde la enfermedad hasta el baile»). Los procedimientos del ajedrez que le han hecho enfermar, reflexiona, serán paradójicamente la solución. Su adecuada defensa nacerá de la acertada comprensión de todo cuanto ha vivido.

Respecto a lo anterior y en un alarde humorístico –y no es el único presente en el libro- el autor cuando presenta esta narración dice que en todos los prólogos que ha escrito para las ediciones inglesas de sus novelas rusas siempre ha querido «dirigir unas cuantas palabras de aliento a los representantes de Viena […] Tanto analistas como analizados disfrutarán, o al menos eso espero, con ciertos detalles del tratamiento al que Luzhin es sometido después de su crisis nerviosa (como la insinuación terapéutica de que un jugador de ajedrez ve a su madre en su propia reina y a su padre en el rey contrario)». Este no es el único rasgo de humor inteligente que muestra Vladimir Nabokov en esta novela. Son numerosas las referencias al frío ruso y también berlinés. Y muchas veces las realiza a través de inteligentes imágenes literarias cargadas de sentido humorístico: ««Desde una tienda de máquinas tragaperras les llegó el sonido de una cancioncilla, hasta que alguien cerró la puerta para que la música no se resfriara.» o ««era tal el frío que ni siquiera los estudiantes querían patinar. En los parques yacían los pajaritos con el pecho abultado y las patas al aire. El impotente mercurio, bajo la influencia del medio, bajaba cada vez más. Hasta los osos polares del zoológico encontraban que la dirección se había excedido.»

Me ha parecido de lo más interesante el contexto social en que se ubica el relato: el mundo de emigrados forzosos o voluntarios rusos que escaparon del zarismo o/y de los bolcheviques para salvaguardar sus bienes o salvar sus vidas («Vasili Vasilievich, tímido, majestuoso, puro de corazón, con una barba rubia y zapatos de fieltro propios de un anciano. Durante el zarismo había sido desterrado a Siberia y luego al extranjero, de donde volvió en 1917 a tiempo para dar un vistazo a la revolución antes de ser nuevamente desterrado, en esa ocasión por los bolcheviques»). Son en su mayoría aristócratas y nuevos ricos representantes de la burguesía como los padres de la mujer de Luzhin. Característica de este grupo social es su emprendimiento y amplia cultura que viene a chocar con las grandes lagunas en este campo de Luzhin que junto a su abandono corporal y de vestuario su suegra critica con razonamientos propios de quienes quieren darse un tono del que carecen. Y es que Luzhin, alter ego del propio escritor, no necesita aparentar, él es claro y diáfano, aunque viva en un mundo paralelo conceptual y abstracto propio del juego que lo tiene materialmente abducido. Luzhin como el propio Nabokov y Vera, su esposa, es enemigo de lo que en ruso se denomina byt (la cotidianidad y sus insignificantes ocupaciones) que le ofrece Ella para curar su adicción: hace falta comprar un abrigo nuevo, el bizcocho no ha tenido el éxito que merecía, es necesario limpiar la tumba del padre, hay que pasar por el dentista, etc.

"Lolita"
Vladimir Nabokov además de consumado novelista era crítico literario, especialista en mariposas y ajedrecista consumado. Todas estas habilidades las exhibe en esta novela. La de entomólogo la muestra de pasada en el mismo prólogo cuando dice que comenzó a escribir esta novela «en la primavera de 1929 en Le Boulou, un pequeño balneario de los Pirineos Orientales en donde me hallaba cazando mariposas, y la terminé en Berlín ese mismo año», la de crítico literario en las andanadas que lanza allí mismo a ese gremio que él conoce tan bien («me gustaría ahorrar tiempo y esfuerzo a los críticos poco imaginativos —y, en general, a las personas que mueven los labios mientras leen y de quienes no puede esperarse que se enfrenten a una novela sin diálogos cuando su argumento puede saberse gracias al prólogo—») y en las muchísimas referencias a títulos y autores que aparecen esparcidas a lo largo y ancho de la narración: 
  • «los libros de su progenitor eran tan aburridos como El músico ciego de Korolenko o La fragata Palas de Goncharov. El gran volumen de Pushkin con el retrato de un muchacho de labios abultados y cabellera ensortijada en la portada nunca había sido abierto.»
  • « —He andado de una librería a otra —suspiró la hija—; quería leer sin demora a Julio Verne y las novelas de Sherlock Holmes. Por lo que he advertido, nunca ha leído a Tolstoi. […] Le gustó Anna Karenina, especialmente las páginas sobre las elecciones del Comité Regional y la cena ofrecida por Oblonski.». 
Sobre el ajedrecista consumado que Nabokov era esta novela es buena muestra de ello al tiempo que una autoconfesión de su adicción al tablero y la difícil curación de la misma por la que hubo de pasar.

Para finalizar
Finalizaría esta reseña que me ha salido algo extensa señalando que el estilo es francamente magnífico. A la estructura ya comentada en forma de anticipaciones y vueltas atrás se une la narración puesta en boca de un relator omnisciente plagada de descripciones muy plásticas, visuales y de corte cinematográfico: 
«La institutriz y el ama de llaves descendieron pausadamente del segundo vehículo, la una por la izquierda, la otra por la derecha. El padre se quitó los guantes. La madre, levantándose el velo, vigilaba al mozo de estación de pecho abombado que se encargaba de recoger las mantas de viaje. Un repentino viento sacudió las crines de los caballos e hinchó las mangas color carmesí del cochero.»
«El estilo es denso y alusivo», dice el crítico y escritor Anthony Burgess en la contraportada del libro acompañando a las opiniones de otros importantes autores como Martin Amis, por ejemplo, quien a su vez recalca que «su lectura es lo más cercano al puro placer sensual que puede ofrecer la escritura…». Efectivamente así  he sentido y disfrutado yo la lectura. Una lectura que –y ahora sí que ya pongo definitivo punto final- en algunos momentos ha traído a mi cabeza la novela de Mihail Bulgakov, "El Maestro y Margarita", especialmente cuando en la persona de Luzhin se producen entradas y salidas de lo real a lo irreal, a lo mental, que no puede dominar y esclarecer: 
«Luzhin se quedó dormido en el automóvil; los reflejos de una luz blanquecina se abrieron en forma de abanico, dándole vida a su rostro, y la tenue sombra de su nariz describió lentos círculos sobre su mejilla y su labio superior, y luego se hizo de nuevo la oscuridad hasta que pasó otra ráfaga de luz, acariciando al pasar la mano de Luzhin, que pareció introducirse en un bolsillo oscuro tan pronto como regresó a la oscuridad.»
Existe versión cinematográfica de esta novela dirigida en 2001 por Marleen Gorris con John Turturro y Emily Watson en sus papeles protagonistas. Tras haber leído con agrado la novela intentaré ver el film. Me interesa conocer cómo la directora holandesa ha plasmado en imágenes la confusión mental de Luzhin y su extraña relación con las mujeres.

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Nota:
Esta novela pasa a engrosar los títulos de obras clásicas dentro del Reto, propuesto por el blog Un lector indiscreto, 'Nos gustan los clásicos, Vª edición', que estoy realizando este año. 
Asimismo este título de Vladimir Nabokov ocupa la letra 'N' dentro del Reto del blog Lecturápolis, 'Autores de la A a la Z' que llevo realizando este año 2021.