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16 may 2024

La niña del sombrero azul. Novela de Ana Lena Rivera

 « —Valen, querida, mira que dicen que las mujeres encintas se vuelven más torpes y atolondradas, pero tú estás en todo. Mis padres estarían muy orgullosos de verme casado contigo —dijo a modo de piropo. Valentina sonrió, aunque en su fuero interno se sintió molesta por la condescendencia con la que acababa de tratarla su marido. "Lástima no haber nacido varón, les habría dado sopas con hondas a Goyo, a mis hermanos y a todos los que se me hubieran puesto por delante", se dijo.»

Ana Lena Rivera, La niña del sombrero azul, Feminismo

La niña del sombrero azul
es la última novela publicada por Ana Lena Rivera, concretamente apareció en febrero de este 2024. Es una novela que pese a su extensión, 660 páginas, se lee fácil, con agrado y resulta muy entretenida.

Sinopsis (tomada de la contraportada de la propia novela)
Gijón, verano de 1929. Con apenas diecisiete años, Manuela entra a trabajar como criada en la mansión de los marqueses de Armayor. Rodeada de un lujo que contrasta con la pobreza de su aldea natal, la joven conocerá la arrogancia y el desamor, pero también el arte de la costura, al tiempo que entablará una amistad inquebrantable con la única heredera de la familia, Alexandra.
Años despues, y pese a pertenecer a mundos muy distintos, su amiga será su mayor apoyo cuando la Guerra Civil obligue a Manuela a separarse de su hija Telva, enviada a Rusia junto con otros niños de la zona republicana, y tambien cuando intente recuperarla decadas más tarde, aunque para ello deba arriesgarlo todo.
La añoranza de Telva, un destino en ocasiones desalmado y una gran historia de amor marcarán la vida de Manuela. Una vida que se extenderá a lo largo de un siglo convulso y lleno de contrastes

Tras haber leído y reseñado en este blog Las herederas de la Singer, novela que me gustó mucho y que representó para Ana Lena Rivera un cambio de género novelístico respecto de la serie de la inspectora Gracia San Sebastián (del primer título de la serie, Lo que callan los muertostengo hecha reseña), el estilo presente en La niña del sombrero azul me ha resultado más que reconocible tanto por los asuntos que toca cuanto por la forma de presentarlos. Como en el libro que le precede, en éste las protagonistas son las mujeres. Unas mujeres luchadoras, que no se arredran ante las dificultades que, en forma de prohibiciones legales, sociales o maritales, se les imponen. 

Quizás debería decir que me sorprendió más la obra anterior y que ésta me ha parecido, un poco, un tirar del hilo reivindicativo feminista tan presente en Las herederas... y del que en La niña...  se podría decir que Ana Lena no deja palo sin tocar: machismo, maltrato, necesidad de realizarse la mujer como persona, represión por parte del padre o marido, lesbianismo, sororidad y gracias a ella eliminación de la barrera de clases [Alexandra con Manuela],... Pero el tema feminista no lo reduce la autora al meramente reivindicativo o de denuncia, sino que también muestra a la mujer como procuradora de afectos, como madre entregada y sufriente por no haber podido decidir el destino de su hija. A este respecto he de decir que en muchos momentos el contenido del texto logra emocionar vivamente; creo que Ana Lena Rivera sabe manejar este registro emocional como nadie y también pienso que ello contribuye vivamente al éxito de sus novelas. 

Me ha gustado que la escritora centre claramente esta novela en una protagonista -Manuela, la madre de esa niña de sombrero azul, que da título a toda la novela- y no vaya pasando el testigo protagónico de generación en generación como hizo en Las herederas de la Singer. Es evidente que Ana Lena Rivera no puede ocultar su enorme satisfacción con esa novela de corte feminista e histórico a la que en esta última  homenajea en varios momentos: primero, con esa máquina de coser Singer que llega a Manuela procedente de su madre; y luego, en ese personaje, Águeda, que ya aparecía en Las herederas... Aquí aunque su participación ocurre al final del relato, Águeda tiene un relevante papel.

El contenido de la novela se distribuye en 32 capítulos que a su vez se reparten en apartados relativos a la actividad del personaje y a los años en que ésta se produce: Primera parte: La criada (1912-1930), capítulos 1 - 5; Segunda parte: La sombrerera (1930-1937), capítulos 6 - 9; Tercera parte: La madre (1937-1945), capítulos 10 - 14; Cuarta parte: La esposa (1947-1960), capítulos 15 - 19; Quinta parte: La amiga (1953-1964, Cuba; 1961-1967 (España), capítulos 20 - 24; Sexta parte: La madrina (1978-1985), capítulos 25 - 27;  Séptima parte: La abuela (1985-1998), capítulos 28 - 32.  Es, como se ve, un recorrido por la historia, de España fundamentalmente, aunque también colateralmente de Europa, a lo largo del siglo XX con aparición de sucedidos y de personajes reales que sirven de fondo a las vicisitudes de los personajes de ficción. En definitiva, estamos ante una novela histórica-

Los personajes principales son los siguientes: 
  • Manuela Baizán. Es hija de una familia pobre asturiana cuyos padres al ver que no sirve para labores del campo y haber despuntado en la escuela la ponen a servir para tener así una boca menos que alimentar. El azar hace que caiga en la casa de los marqueses de Almayor, de origen asturiano que viven en Madrid y veranean en Gijón. Saldrá de la casa para casarse con Elías, trabajador de una sombrerería y sindicalista que tomará decisiones que ella no comparte como la de enviar a Telva, hija de ambos, a Rusia cuando estalla la Guerra Civil. Esta pérdida siempre acompañará a Manuela y le hará sufrir lo que no está escrito. Con el tiempo Manuela, ilocalizable Elías, tras la guerra casará con un hombre chapado a la antigua, Juan Gregorio Covián, que sin embargo sí que está enamorado de ella y no como Elías que sólo sentía por ella pulsión sexual. 
  • Alexandra Catarina Solís de Almayor. Hija de los señores de la casa donde sirve. Tiene la misma edad que Manuela y hacen muy buenas migas. Alexandra tiene ideas progresistas respecto a la mujer y está en la línea del pensamiento de Clara Campoamor. Cree que la educación sirve para eliminar las fronteras de clase y con Manuela quiere experimentarlo. Por ello la trata como a una igual, la educa en los gustos de la alta sociedad, la lleva a reuniones con sus amigas Valentina y Amelia. y sus amigos Alonso, Juan Gregorio.
  • Juan Gregorio Covián. Sobrino pobre de un canónigo de la catedral de Oviedo que le ayuda económicamente en sus estudios pretende subir de estatus merced a un buen casamiento. En el círculo de Alexandra y sus amigas junto con su amigo Alonso descubre a Manuela de la que se enamora perdidamente. Sin embargo al saber que es la doncella de Alexandra se comporta mal con ella y viene a despreciarla. A lo largo del relato evoluciona y tras varias vicisitudes se unirán ambos y él poco a poco irá abandonando sus casposas ideas respecto a la  mujer y su adhesión al Régimen franquista.
  • Telva Sofia Fernández. Es la hija de Manuela y de Elías. A los cinco años su padre la coloca en un barco con destino a la URSS para que niños como ella escaparan de los estragos y horrores de la Guerra Civil. Es la que da título al libro pues su madre cuando se despidió de ella le confeccionó un sombrero azul. En el barco conoce a otro niño, Manolo, algo mayor que ella con el que establecerá una relación de casi hermanos. Será ingeniera en la URSS donde trabajará y se realizará profesionalmente; sin embargo, vuelta a España encontrará muchas dificultades de desarrollo personal. 
  • Gorio Covián Baizán. Es el hijo que tuvieron Manuela y Juan Gregorio. A pesar de tener muchos años menos que Telva se llevará muy bien con su hermana. Es muy inteligente y seguirá los pasos en el mundo del Derecho marcados por su padre. Llegará a ser magistrado de la Audiencia Nacional. Esconde un secreto personal que a punto está de echar por tierra toda su carrera profesional.
  • Otro buen número de personajes femeninos además de los citados hasta aquí, conforman el espacio de afectos y relaciones donde se mueve Manuela. Son muchas las mujeres que pululan a su alrededor: Claudina (introductora de Manuela en casa de los Armayor),  las amigas de Alexandra: Valentina Cifuentes (primera mujer de Juan Gregorio) y Amelia Noval (casará con Alonso, amigo de Juan Gregorio), Octavia (la hija que tuvo Telva con un muchacho cubano), doña Enriqueta (esposa de Juan Ramiro Cifuentes y madre de Valentina), etc. 
Ana Lena Rivera escribe bien, con gusto, su prosa discurre con tal fluidez que quien la lee enseguida queda enganchado en sus redes. A este quedar prendido y prendado de sus palabras contribuye vivamente su asturianiedad patente en el amor que destila la descripción de no pocos lugares de la ciudad de Oviedo y de Gijón (playa de San Lorenzo, La Escalerona, la calle Corrida, el barrio de La Arena...: «El grupo de mujeres tomó el tranvía hacia el centro, hasta la iglesia de San Pedro, al inicio de la playa de San Lorenzo. […] Después de la ceremonia religiosa se encaminaron a la confitería La Playa, enfrente de la Escalerona, la gran escalera de acceso al mar […]»). También me ha hecho sonreír la lectura de los apellidos plenamente asturianos que da a dos importantes personajes masculinos: Alonso Bousoño y Juan Gregorio Covián

Por otra parte el no poder abandonar la lectura de la novela se debe a lo bien que la novelista sabe concluir los capítulos, siempre dejando un punto de suspense sobre el qué pasará, y los giros con que remata alguno de los siete apartados que forman esta novela. Al respecto, quizás sea la segunda parte uno de los apartados cuyo final deja más sorprendido al lector. En él la sorpresa radica en una carta que llega a manos de Manuela cuyo contenido no pienso desvelar, aunque sí me sirve para destacar la importancia que en algunas partes de la novela tiene el género epistolar. No es de extrañar tratándose como se trata de una historia que transcurre en ocasiones en puntos geográficos muy distantes entre sí: España, URSS, Cuba, Portugal, Francia... La relación por carta adquiere una gran importancia.

En una historia de recorrido temporal tan extenso muchos son los personajes y acontecimientos históricos que en ella aparecen y que sirven de hitos o puntos de referencia fundamentales para contextualizar debidamente la ficción puramente dicha. Así la época del rey Alfonso XIII, la Primera Guerra Mundial, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República española, la Revolución de Asturias, la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, el Franquismo, la Transición, la Democracia, la época actual. Y protagonizando estos acontecimientos o épocas personajes como Francisco Franco, Clara Campoamor, Dolores Ibárruri, Hitler, Roosevelt, Stalin, Adolfo Suárez, Elena Francis, etc

Para concluir
Asturianas escritoras, Feminismo literario, best seller
La novela es muy entretenida, la autora busca sobre todo entretener y lo logra con suficiencia. En mi opinión lo que Ana Lena Rivera pretende es mostrar la fuerza de las mujeres que sobreviven, resisten, se alzan, y salen adelante a pesar de los muchos inconvenientes y trabas que encuentran y se les ponen en su camino. Pero todo esto lo quiere hacer -¡y lo logra!- entreteniendo al lector. He aquí la razón de que sus libros engrosen por méritos propios la lista de buenos best sellers escritos en España. A todo lo dicho hasta aquí para conseguir que La niña del sombrero azul sea, como lo está siendo, éxito de ventas hay que añadir la búsqueda, a veces de manera indisimulada, de la emotividad, algo que la autora realiza en varios momentos.  

Por poner algún 'pero' a la novela diría, como creo recordar que ya manifesté en la reseña que hice de Las herederas de la Singer, que muchos son los asuntos a los que la novelista presta atención en la obra: Amor, Moda y Confección, Guerra Civil y sus consecuencias, Transición política, feminismo, machismo, homosexualidad, liberación de la mujer... En una nómina tan extensa de temas tratados es normal que se deslice algún error. Uno claro para mí es el anacronismo que Ana Lena comete al hablar en el año 1945 de Ministerio de Defensa cuando esta denominación fue transitoria, con el añadido del adjetivo Nacional, en plena guerra civil y vino a recuperarse ya en Democracia suprimiendo el calificativo. También, en su afán por mostrar la fortísima evolución de la sociedad en cuestiones referidas a la mujer y el retraso que a finales del XX existía aún entre nosotros, pone en boca de Manuela y Alexandra, que viajan a París en 1992, lo siguiente:
«En Montmartre se sentaron en una terraza a descansar, aprovechando que llevaba toda la mañana sin llover, y les llamó la atención una joven que le daba el pecho a su bebé sentada en una de las mesas del café.
—¡Vaya!¿Has visto eso? A tu izquierda, dos mesas más allá, no mires —le dijo Manuela a Alexandra apretándole el brazo.
—¿La chica con la teta fuera? Sí, ¡qué desagradable!
—A mí no me desagrada, es algo natural, pero sí es verdad que es muy atrevido. ¿Te imaginas algo así en Oviedo o en Gijón?
»
Es evidente que la autora está enjuiciando una época, la de hace 30 años, con la mentalidad actual. Y no sólo referido a cuestiones propias de la mujer. En el atropello sufrido por Manuela tras sufrir un atraco en Oviedo a manos de un yonqui (estamos en los años 80 en los que la droga dura campaba a sus anchas) leemos: 
«El conductor que la atropelló venía de tomar unos vinos con sus compañeros de trabajo, como tenían por costumbre hacer dos o tres veces por semana antes de volver a casa; así daban tiempo a sus mujeres para prepararles la cena después de bañar y acostar a los niños. Dio una tasa de alcohol en sangre de 0,75, por debajo del límite legal de 0,8 que dictaba la DGT. Aunque lo hubiera superado, no era delito tipificado en el Código Penal.»
Es evidente que la vida en España hace 40 años se regía con otras leyes y otros principios. Se enjuicia desde nuestro hoy el ayer, algo que es muy natural, pero que también es anacronismo.

Muy interesante es la cuestión, algo colateral al resto del relato, que se toca referida a la verdad literaria. Un personaje, Elías Goulet, que aparece en la última parte de la novela, escribe un libro sobre Elías Fernández, su padre, muy maniqueísta, de buenos y malos. Las reflexiones que al leer este libro vierte la novelista por boca de varios de sus personajes son muy interesantes desde el punto de vista de la verdad literaria. Casi casi cabría hablar de metaliteratura por cómo el autor ha vertido la historia de Manuela sobre el papel, de manera muy diferente a como ella se la contó. ¿Qué es, pues, la verdad? 


Algunos fragmentos de la novela especialmente interesantes:
  • «Nos acostumbramos a vivir de una manera y seguimos haciendo lo mismo día tras día, aunque el mundo que nos rodea sea totalmente diferente. Nos resistimos a cambiar, por eso los viejos nos quedamos obsoletos. Si no muriéramos, el mundo no avanzaría.» 
  • «La gente de mi círculo es capaz de pagar lo que sea con tal de sentirse superiores al resto ya que muchas lo único que tienen es dinero. Conozco bien a esa clase de personas, cuanto más inseguras se sienten de sí mismas, más necesitan esas muestras de poder. Los hombres utilizan los negocios y la política, pero las mujeres, como tienen vedado el acceso a esas disciplinas, demuestran al mundo su estatus con su apariencia.» 
  • «Lamento muchas cosas en la vida, querido Alonso, pero una de las más grandes es haber permitido que la política rompiera nuestra amistad. Hice mía una guerra que era de otros y tardé muchos años en darme cuenta de que a esos otros no les importaba yo, sólo ellos mismos. Fui un imbécil. Espero que puedas perdonarme.»  
  • «-Yo soy viuda, pero usted está casado.
-Eso es diferente. La ley es acorde a la naturaleza humana. Yo soy hombre y, como tal, el adulterio no tiene gravedad alguna.»

9 may 2024

Paul Auster. Un recordatorio

Autores norteamericanos judíos del siglo XX
Desde que el novelista y cineasta Paul Auster (Newark, 3 de febrero de 1947) falleciera el pasado 30 de abril no ha pasado día que no pensara cómo hacerle un levísimo homenaje personal. Por fin, a ocho días de su fallecimiento -todos los santos tienen octava, reza el dicho- he decidido hacerlo recomendando, en forma de reseña, alguna novela suya que recordara especialmente.

De Paul Benjamín Auster he leído los siguientes títulos: El palacio de la luna (1989),  El libro de las ilusiones (2002), Brooklyn Follies (2006), Sunset Park (2010) y A salto de mata: crónica de un fracaso precoz (1997), única obra, esta última, que tengo reseñada en este blog. De estos cinco libros guardo muy buen recuerdo, lo que quiere decir que todos ellos fueron de mi agrado. Puesto a elegir uno de los cuatro títulos de ficción leídos [A salto de mata es una novela autobiográfica] de este excelente novelista norteamericano que recuerde especialmente éste sería Brooklyn Follies. Es, pues, con la reseña de esta novela que leí el año 2008 con la que desde El blog de Juan Carlos homenajeo al gran guionista, director de cine, lingüista, traductor, novelista, poeta, ensayista, profesor universitario, autobiógrafo, escritor, dramaturgo, músico, libretista, crítico y editor que fue Paul Auster. Descanse en paz.



Brooklyn Follies

(La especie de reseña que viene a continuación la realicé en 2008 nada más finalizada su lectura. La mantengo tal cual. En ese año aún no había abierto este blog y no me inquietaba nada revelar más de la cuenta en mis escritos. AVISO, pues, a los lectores de que las líneas que vienen a continuación pueden incurrir en spoiler. Procuraré evitarlo ocultando las frases que así me lo parezcan. Gracias. Quienes deseen leer lo que está oculto basta con que pasen el cursor seleccionando esas frases

 

El libro, aparecido en 2006 y recibido como regalo en las Navidades de 2007, me ha parecido un auténtico ‘regalo’ para ser leído. Francamente, me ha gustado mucho. Es de las veces, no muy frecuentes por cierto, en que una novela te atrapa y te engancha.

Asunto: Nathan Glass, de 60 años, divorciado de su mujer y padre de Rachel de quien lleva una temporada algo distanciado, tras una vida como vendedor de seguros, llega a Brooklyn donde nació,  para instalarse y pasar los años -o el tiempo que le quede- después del cáncer de pulmón que se le diagnosticó, del que fue operado y sometido a la quimioterapia correspondiente.

Así, a simple vista, parece que el tono de la historia va a resultar dramático, feo, gris. Pero, nada de eso. Nathan un día, por casualidad, reencuentra a su sobrino Tom Woods, hijo de su hermana June recientemente fallecida, al que recordaba como chico inteligente y con unas perspectivas envidiables. Sin embargo se topa con un treintañero abandonado –está bastante gordo-  que ha salido adelante con empleos esporádicos (ha trabajado como taxista) y que ahora está en la librería Brightman’s Attic. Esta librería pertenece a Harry Brightman, un homosexual muy interesado por la cultura que cuando conoció a Tom quedó encantado con él por su cultura y conocimientos; aunque pretendió tener relaciones con él, cuando Tom se negó él aceptó su postura y le ofreció trabajo. En esta librería también trabaja Rufus Sprague, un chico jamaicano que es el querido de Harry .

Estas dos relaciones, la del sobrino y la del librero, le sirven a Auster para introducirnos en un mundo de personajes que debidamente llevados ocuparán el resto de la novela. Así, por Tom sabemos de su hermana Aurora, que ha deambulado por terrenos más que peligrosos durante su juventud (drogas, prostitución, etc.), pero que ahora parece haberse tranquilizado. Este hilo abrirá el relato al personaje de Lucy, la hija de 9 años de Aurora que un día sin previo aviso se presenta en casa de Tom enviada por su hermana desde no se sabe donde porque Lucy dice que no puede hablar al haberle prometido a su madre guardar silencio. Por este motivo, Tom y Nathan deciden llevar la niña a Vermont donde vive Pamela, hermanastra de Tom que vive en el campo lo que ambos –tío y sobrino- consideran muy apropiado para la niña. Pero Lucy es un diablillo que no quiere esa solución y, en secreto, ocasionará un percance en el automóvil de Nathan durante el viaje desde New York a Burlington (Vermont); por ese motivo (la niña echó 40 latas de coca cola en el depósito de gasolina del vehículo) deberán quedarse unos días en Brattleboro donde en un taller les repararán el auto. Mientras aguardan se alojarán en una casa rural –diríamos aquí- que no se inauguró en su momento al haber fallecido repentinamente la mujer del dueño de la misma de apellido Chownder. A través de este personaje conoceremos a su hija, Honey, que, buena cocinera como es, se trasladará a la casa rural para atender a los huéspedes y así ayudar a su padre. Consecuencia: Tom y ella se enamorarán, y tras una serie de indecisiones se casarán, lo que provocará que el viaje a Burlington se frustre y Lucy comience a vivir con la joven pareja, decisión que satisfará a todos.

De esta línea, la de Tom, ya sólo resta hablar de la madre de Lucy y sus problemas con su marido David Minor. Este es un seguidor de la iglesia del Templo del verbo divino fundada por el reverendo Bub, personaje engañabobos que sólo busca su provecho personal y que incluso llegará a solicitar servicios sexuales de Aurora para permitir que Lucy no siga al pie de la letra los absurdos postulados de esta iglesia. Es por esto que Aurora decide sacar a su hija de ese ambiente de secta en el que su marido los tiene confinados. Y aunque ella quiere también escapar no podrá hacerlo al estar vigilada estrechamente por Minor. Sólo logrará salir cuando su tío Nathan la localice y acuda a su domicilio a llevársela ante los sorprendidos ojos de David Minor.

 La otra línea de desarrollo argumental viene dada por la biografía de Harry Brightman, quien antes de montar la librería tuvo amistades y actividades no muy recomendables que le llevaron a la cárcel. El motivo fue la falsificación de obras de maestros de la pintura que su novio Gordon Dryer realizaba y que él comercializaba hasta que todo fue descubierto. Años más tarde, cuando ya estamos inmersos en la historia antes descrita, este Dryer y su amigo Trumbell le proponen a Harry otro ‘fastuoso’ negocio de falsificación que les hará millonarios. Se trataba de falsificar el manuscrito inexistente de Hawtorne, La letra escarlata. Harry, crédulo como era, acepta a pesar de las advertencias de Nathan. Pero todo no es más que una extorsión, que ocasionará la muerte por infarto de Harry, quien en su testamento legará la propiedad de la librería y del edificio que la alberga a Rufus y Tom.Como Rufus, que era un travestido por las noches, decide abandonar Brooklyn y Tom y Honey quieren llevar una vida más tranquila y hacerse profesores, todos los bienes de Harry serán vendidos.Novelas neoyorquinas de Paul Auster, literatura norteamericana

 El epílogo de la historia viene dado por la evolución de Nathan quien lleva una plácida vida con su amante Joyce Mazucchelli, madre de la BPM (buena y perfecta madre, en palabras de Tom Woods) Nancy Mazucchelli de la que Tom en un tiempo se sintió enamorado y que tras separarse de su marido e irse a vivir a su casa Aurora y su hija Lucy acabará enamorándose de ésta y haciendo vida de lesbianas, algo que a Joyce escandalizará pero que Nathan le ayudará a comprender y transigir.

Nathan sufrirá un amago de ataque al corazón que piensa le llevará a la muerte. Pero no, sólo fue una inflamación de esófago y volverá a incorporarse a su casa de Brooklyn para seguir escribiendo ese Libro de las locuras de los hombres que empezó en junio del año 2000 cuando llegó allí y que ahora 40 minutos antes de las 8 de la mañana del 11 de septiembre de 2004 le está haciendo sentirse un hombre pleno, en un mundo feliz y bien hecho, que él, claro, no sabe que saltará en pedazos dentro de 40 minutos.


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Hasta aquí la especie de resumen-reseña que escribí en 2008 sobre Brooklyn Follies. Al repasar mentalmente las lecturas que he hecho de Paul Auster descubro una serie de características que en mi opinión identifican de manera singular su literatura y que a mí me han hecho disfrutar mucho de ella leyendo sus libros: 
  • La primera es la importancia que en todos sus relatos tiene su condición de judío. Aunque no fuera practicante, su educación familiar es visible en sus novelas en las que las festividades y protocolos culturales de actuación de esa comunidad religiosa aparecen con frecuencia. 
  • En segundo lugar la manera que tiene de ir haciendo aparecer a los distintos personajes es muy reconocible en su estilo; surgen éstos de manera natural, fruto de las meras relaciones humanas, del propio discurrir de la vida. El azar, la casualidad, siempre tiene mucha importancia aquí.
  • Mucho más propio de su estilo es la propia construcción de sus historias, que discurren con abundantes vueltas hacia atrás, anticipaciones y resúmenes que poco a poco, fragmentariamente, van dando forma al todo que es la narración. 
  • El cosmopolitismo neoyorquino y de otras ciudades -entre ellas algunas europeas como París o Londres- es seña identitaria de su escritura; esta identidad cosmopolita es característica que reconozco en otros muchos autores norteamericanos como Philip Roth, Richard Ford, Kurt Vonnegut, James Salter, Lucia Berlin, Dominick Dunne, Siri Hustvedt, Jonathan Franzen y tantos otros más, que me hacen distinguir con claridad su manera de escribir de la de autores de otras nacionalidades.
  • Historias muy urbanas de personajes inmersos o relacionados con el mundo de la cultura, especialmente de la literaria: periodistas, profesores, críticos, traductores, libreros... 
  • Mezcla de géneros y ruptura de los límites en los que se encuadran éstos. 
  • Presencia frecuente de la metaliteratura en sus libros. En A salto de mata es total, claro.
  • Magnífico dominio de todos los estilos narrativos con especial manejo del indirecto libre con el que consigue dotar a muchas de sus historias de esa atmósfera imaginativa, metafísica o evanescente tan característica en él.
  • Cierto suspense y sensación kafkiana presente en buen número de sus historias que contribuyen a la creación de esa atmósfera metafísica o evanescente antes citada.
  • Importancia capital en sus libros -no sólo en los de no ficción- del autobiografismo. Pedir cuentas a familiares por unos u otros personajes -a los padres, sobre todo- es asunto frecuente en no pocas de sus novelas.
  • Etc.
Así doy término a este recordatorio-homenaje póstumo a Paul Auster, un escritor que ha marcado, junto a muchos otros citados también aquí, la literatura norteamericana del siglo XX y del primer cuarto de este XXI en que nos encontramos.

¡¡Descanse en Paz, Paul Benjamin Auster!!



28 abr 2024

Plegarias atendidas de Truman Capote

«Debo al bar del Pont Royal haber hecho muchas amistades incluyendo a la primera expatriada norteamericana, Miss Natalia Barney […] Miss Barney vivió en el mismo piso durante todas esas décadas, una suite con habitaciones sorprendentes que daban a un patio de la rué de l'Université. Vidrieras de colores en las ventanas y vidrieras de colores en los tragaluces, un tributo al Art Nouveau que habría conducido al pequeño Boaty a un estado delirante como de perro loco: lámparas Lauque esculpidas como ramilletes de rosas lácteas, mesas medievales abarrotadas de fotografías de amigos enmarcados en oro y carey: Apollinaire, Proust, Gide, Picasso, Cocteau, Radiguet, Colette, Sarah Bernahrdt, Stein y Toklas, Stravinsky, las reinas de España y Bélgica, Nadia Boulanger, la Garbo bien arrimadita a su vieja amigocha Mercedes D'Acosta, y Djuna Barnes, esta última una apetitosa pelirroja con labios de pimiento difícilmente reconocible como la áspera autora de El bosque de la noche (y como la heroína ermitaña en versión moderna de Patchin Place). Cualquiera que fuese su edad real, que debía de ser de ochenta o más años, Miss Barney, normalmente ataviada con viril franela gris, tenía aspecto de anacarada cincuentona. Disfrutaba conduciendo, e iba por todas partes en su Bugatti esmeralda descapotable, daba vueltas por el Bois o se iba a Versalles las tardes agradables. De vez en cuando, me pedía que fuese con ella, ya que Miss Barney disfrutaba echando sermones, y su impresión era que yo tenía aún mucho que aprender.»"

Santa Teresa de Jesús, Nuevo Periodismo, Jet-set neoyorquina

Había leído este libro hace ya muchos años; apenas si recordaba su contenido. El caso es que en algún sitio, ahora mismo no sabría decir si en un libro o en algún artículo sobre literatura leído recientemente, alguien consideraba Plegarias atendidas la mejor novela de Truman Capote. Siendo así, me dije, y dado que apenas si recuerdo nada de ella, he de volver a leerla. De este modo he vuelto a leer algo del creador del Nuevo Periodismo. 

En 1987, tres años después de su fallecimiento, se publicó la esperada novela Plegarias atendidas que Truman Capote llevaba prometiendo a su editor desde el espectacular éxito que supuso A sangre fría, aparecida en 1966. La novela deseada por todos, que se demoraba más y más, era calificada por su autor, en palabras dirigidas a su editor, como excelente. Pero Plegarias atendidas jamás vio la luz en forma de tal. Lo que sí hizo el escritor entre 1975 y 1976 fue publicar en la revista Esquire, de manera separada, los tres capítulos que conforman el libro que acabo de leer: "Monstruos perfectos", "Kate McCloud" y "La Côte Basque". Tras la aparición de estas tres separatas, en especial la titulada "La Côte Basque", el autor perdió completamente el favor de la alta sociedad neoyorquina con la que hasta ese momento se había codeado. El motivo no fue otro que la presentación clara y sin tapujos de la manera de vivir de sus integrantes: su afición al alcohol, al sexo, la  homosexualidad masculina y femenina de no pocos de sus miembros, el consumo inmoderado de drogas... Ponerles al desnudo ante los demás fue algo que no sentó nada bien al mundo del cine, del teatro, de la literatura, de la política... Integrantes de estos córculos se vieron reflejados en esta narración a veces con sus nombres auténticos y otras con denominaciones que claramente revelaban a quienes estaban tras ellas.

En mi opinión, la novela parece un ¡Hola! (la revista española del corazón), pero sin cortarse ni un pelo. A mí me ha recordado mucho a, entre nosotros, Terenci Moix y su novela "Garras de astracán". Lo mejor de estos tres relatos para mí es encontrarme directamente con mitos del mundo de la política (el entorno del presidente Kennedy, sobre todo), de la literatura (Samuel Bekett, JD Salinger, etc.), de la industria, de los negocios y sobre todo del Cine y el Teatro (Montgomery Cliff, Orson Welles, y muchos otros), asistir a sus devaneos, sus caídas en dependencias diversas, sus inseguridades...

Quería Capote -así se lo manifestó en multitud de ocasiones a Joseph M. Fox, su editor de Random House, cuando éste le reclamaba muestras de la novela que afirmaba estar escribiendo y por la que Fox le había entregado a cuenta altas sumas de dinero- emular nada menos que a Proust y su "En busca del tiempo perdido"; pero no, no alcanzó ese logro. Lo que sí hizo fue vengarse de aquellos ricachones que, quizás, lo ninguneaban y lo utilizaban como el payasete que daba color a sus fiestas, pero que como los bufones de la Corte quedaba al margen de los tremendos beneficios que ellos se repartían. Capote -su personaje P.B, Jones, auténtico alter ego suyo en la novela- ronda por los palacios, pero se queda sólo con las migajas. El verdadero Jonesy es el que de madrugada se acerca a los cines porno para poder satisfacer su deseo.

El libro que acabo de leer es uno de esos libros inconclusos que se publican tras la muerte del autor. No sabemos en este caso si Truman Capote desearía que se hubiera publicado o no de esta manera; también ignoramos si, como afirmó con reiteración a sus editores, existían otros capítulos y qué fue de ellos dado que, por mucho se ha buscado, nada se ha encontrado. Lo único evidente es la publicación que hizo en vida de estos tres capítulos en la revista Esquire en forma de separatas, pero siempre nos quedará la duda: ¿eran esos textos los que de verdad él quería que formaran su Plegarias atendidas? Sea como fuere, lo único que hoy tenemos es esto: las tres separatas de Esquire publicadas como capítulos de su anunciadísima durante casi veinte años y nunca aparecida fastuosa novela. Lo que yo he visto en ella es sólo una crónica de sociedad mordaz y sin cortapisas que, como es lógico, produjo que el escritor fuera expulsado de la misma como si de un piojoso animal se tratara.
 
En el prólogo que Joseph M. Fox escribe a la novela que su editorial Random House publicó en 1987, tres años después del fallecimiento del escritor, se incluyen fragmentos del prólogo que el propio Capote escribiera para "Música para camaleones", colección de seis cuentos cortos y seis entrevistas aparecida en 1980. Por ese prólogo sabemos que el escritor interrumpió la escritura de Plegarias atendidas en 1977, seguramente, aunque él lo niegue, por la furibunda reacción que ocasionó en la alta sociedad neoyorquina la publicación de esas tres separatas en Esquire:
«…Sí, dejé de trabajar en Plegarias atendidas en septiembre de 1977, un hecho que no tenía nada que ver con las reacciones que algunas partes del libro ya publicadas suscitaron en el público. El alto se produjo porque me encontraba con no pocos problemas: sufría una crisis creativa y personal al mismo tiempo. Como esta última no tenía ninguna relación, o muy poca relación, con la primera, sólo será necesario hacer alusión al caos creativo.»
Evidentemente, caos creativo debía de existir en Capote quien, por su desordenada vida y adicciones diversas, sentía que la facilidad para la la escritura con el nivel que él pretendía estaba en huida libre. Pero que esta falla creativa derivaba de la crisis personal sufrida por el escándalo producido por la publicación de sus relatos en Esquire está fuera de toda duda. 

Comienza el capítulo Monstruos perfectos con el escritor P.B. Jones escribiendo una especie de memorias, autobiografía o crónica en un apartamento de la Y.M.C.A. en Manhattan. Se muestra ciertamente deprimido, al borde del suicidio. Es por eso que decide hablarnos de él: su orfandad, su escapada del orfanato que estaba a orillas del río Mississippi a los 14 años, sus artimañas para poder sobrevivir casi siempre gracias al atractivo que para muchos hombres y mujeres tuvo. Pasa revista a varios de estos seres con los que se relacionó y a los que indefectiblemente él fue abandonando: La hermana Martha del orfanato, el masajista Ned que lo cogió en autostop, le enseñó el oficio y le puso en contacto con hombres y mujeres, algunos con bastante dinero como Agnes Beerbaum con quien acumuló el suficiente dinero como para sin previo aviso abandonarla. Fue así como llegó a Nueva York donde a sus 18 años se casará con Hulga, compañera de estudios en la Universidad de Columbia («Era una retrasada mental. O casi, maldita sea»). Su matrimonio dura poco pues en un arrebato navideño Jones rompe todos los adornos e insulta a su mujer de manera muy hiriente; los padres de Hulga le dieron una buena zurra y ahí acabó su aventura conyugal.

De su mujer sólo recordará lo bien que escuchaba los relatos que él escribía y que siempre quiso publicar. Para lograrlo Jones «visitará al director literario de una revista femenina que publicaba novelas de escritores de "calidad"». Gracias a ese hombre, Turner Boatwright 'Boaty', logrará publicar en la revista uno de los muchos relatos que le presentó; y no sólo eso, sino que contactará con muchas personalidades de la literatura, estrellas de cine, pintores... que visitaban su casa neoyorquina
«La verdad es que en casa de Boaty, se encontraban cantidades notables de personajes célebres. Actores tan distintos como Marta Graham y Gypsy Rose Lee, todo género de lentejuelas salpicadas con una colección de pintores (Tchelitchew, Cadmus, Rivers, Warhol, Rauschenberg), compositores (Bernstein, Copland, Britten, Barber, Blitzstein, Diamond, Menotti) y gran abundancia de escritores (Auden, Isherwood, Wescott, Mailer, Williams, Styron, Porter y, en varias ocasiones, cuando se encontraba en Nueva York, Faulkner, a veces buscando Lolitas, pero por lo general serio y cortés bajo el doble peso de una nobleza incierta y una resaca de Jack Daniel's). Y también Alice Lee Langman, considerada por Boaty la primera dama de las letras de América.»
De gigolo con la Langman logrará que Plegarias atendidas se publique, aunque los relatos que contiene reciben fuertes críticas. Como se ve la realidad, como es característico del Nuevo Periodismo y de la autoficción, se cuela en la obra creada confundiéndose con ella: La novela con la que P.B. Jones quiere triunfar es precisamente ésta que nosotros, los lectores, tenemos en las manos. A Jones, igual que a Capote, lo que le importa es ascender, avanzar y contactar con todos aquellos que puedan impulsar su pasión literaria. Lo hace como hemos visto hasta aquí saltando de cama en cama, le da igual el sexo del propietario. Lo definitivo le llegará cuando su protectora logre que la novela pase a la gran pantalla con el título «'La historia de P.B. Jones', una película de Paranoide Films en colaboración con Producciones Príapo». Es evidente el humor que exhibe el novelista en los nombres de las dos  productoras cinematográficas. Esta película y la novela en la que se basaba hizo que Denham Fouts 'Denny'«un hombre bellísimo que básicamente se ganó la vida como chapero y mantenido de lujo, con una completa nómina de amantes millonarios y hasta reales como el príncipe Pablo de Grecia.» (opinión de Sonia Aguirre Duque en la reseña que dedicó en 2013 a esta novela en su blog 'Heroínas díscolas'), contactara con P.B. Jones invitándole a ir a París. Con Denny y sus poco recomendables amistades Jonesy recorre los garitos de París, se enfanga en el consumo de drogas, el sexo duro, y comienza a temer el fracaso literario más que a ninguna otra cosa. Llega así hasta Aces Nelson, otro arribista cuyo oficio es vivir de los ricos, aunque afortunadamente Nelson es un trepa con cabeza
«Aces Nelson no tiene nada especial, salvo que es algo más mono que la mayoría. Está bien, comparativamente hablando. Va a Tánger dos o tres veces al año, siempre en el yate de alguien. El verano se lo pasa de un yate a otro, el Gaviota, el Siesta, el Christina, el Sister Anne, el Creóle, el que quieras. El resto del año está allá arriba en los Alpes, en St. Moritz o en Gstaad. O en las Antillas, Antigua, Lyford Cay. Haciendo altos en París, Nueva York, Beverly Hills, Grosse Pointe. Pero, esté donde esté, siempre está haciendo lo mismo. Ganándose el pan. Jugando desde el almuerzo hasta que se apagan las luces. Al bridge, al gin, al cutthroat, al old maid, al backgammon, resplandeciente, sonriendo con sus dientes con fundas y haciendo felices a los carcamales en sus salones de alta mar. Así es como se saca el dinero para sus viajes. El resto procede de extorsionar a tipas de diferentes edades y pasiones, culos acaudalados con maridos a quienes no les importa un rábano quién se lo haga con tal que no tengan que hacérselo ellos.»
Y gracias a él conocerá a Kate McCloud. Aces le cuenta la historia de esta mujer, que se casó con Harry McCloud de quien Kate, de soltera Mooney, tomó el apellido. Harry era un celoso de libro. La buena de Kate sólo revivió cuando quedó sola tras divorciarse y ser su marido encerrado en un sanatorio. Luego ella se casa con un millonario alemán, Axel Jaeger. Ahora, le dice Nelson, está en una extraña situación  («Está corriendo un gran peligro. Necesita protección. También necesita a un masajista que viaje con ella todo el tiempo. Alguien con educación. Presentable.»). Kate McCloud es el personaje central del segundo capítulo de estas Plegarias atendidas.

Me doy cuenta ahora de que no he dicho por qué Truman Capote titula así su novela y dentro de la misma también a la ficticia que escribe P.B. Jones. En el primer capítulo, 'Monstruos perfectos', la diva literaria Longman le dice a su protegido Jones«Santa Teresa de Avila dijo una vez: "Se derraman más lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas." Quizá no sea ésa la cita exacta, pero ya lo miraremos. Lo importante es que a lo largo de tu obra, al menos tal y como yo lo veo, aparecen personas que consiguen alcanzar un objetivo desesperado, mas sólo para que les rebote en contra de ellas mismas, lo cual acentúa y acelera su desesperación.». Esta explicación del título aclara el sentido que Capote quiso transmitir con su obra. En cierta manera, era la situación personal en la que él mismo se encontraba durante los años que estuvo escribiéndola. 

Plegarias atendidas
Artículo de Marina Ortiz Cortés publicado en el diario
El Independiente (06/02/2024)
Toda la novela está escrita desde esa celda -apartamento dije al inicio- de la Y.M.C.A neoyorquina. Con frecuencia interrumpe el relato para volver al momento y lugar de escritura e introducir alguna aclaración de tipo literario: «(¡Atención, estudiantes de literatura! Aquí hay aliteración, ¿lo han notado?, es mi vicio más pequeño.)». Quizás esta ruptura de la ficción sea una muestra más del humor que la novela contiene. En algún lugar he visto que etiquetan la novela como de humor. No lo creo yo así, aunque sí es evidente que en ella hay sarcasmo hacia la jet set, crítica acerada, en especial en el tercer capítulo, responsable de su expulsión del Paraíso social que lo había adoptado.

Los dos capítulos que siguen a Monstruos perfectos, Kate McCloud y La Cöte Basque son mucho más breves que el primero. En Kate McCloud vemos a P.B. Jones enamorado de verdad de esta mujer a la que atiende personal y profesionalmente. La ayuda en su proceso por escapar de su marido Jaeger que quiere quizás matarla y quedarse definitivamente con el pequeño Heinie, de cinco años, hijo de ambos. A HeinieAxel Jaeger lo tiene secuestrado y no se lo deja ver a Kate. Pero un día ella desaparece. Jones ve sus sueños echados por tierra. Soñaba con una vida feliz, normal con ella, él, su hijo Heinie y Chucho, el perro que Kate le pidió para mitigar su soledad. 

Es en La Côte Basque donde Capote rompió con todas sus autocensuras y decidió presentar a los personajes con los nombres reales o inventados, pero muy reconocibles, de aquellos seres en los que se había inspirado. Utiliza para hacer esta crítica de la alta sociedad neoyorquina un ficticio encuentro casual entre Ina Coolbirth (imagen de la real Slim Keith) y P.B. Jones (trasunto, como ya he dicho de Truman Capote). Una tarde, en el local neoyorquino así llamado, La Côte Basque, entre botellas de un champán carísimo Ina le cuenta las intimidades de buena parte del mundo artístico y literario del momento. Destaca entre todas las historias la de Ann Hopkins, quien asesinó de un disparo de escopeta a su marido (o quizás no fue así). La tal Hopkins se inspira en el caso real de Ann Woodward

En la conversación entre Ina y Jones, a la que se suman otras que el narrador escucha procedentes de mesas vecinas, se cuelan infinidad de cotilleos sobre personajes populares: Salinger y su relación con la que más tarde sería la mujer de Chaplin («Oona tenía un novio misterioso, un chico judío con una madre en Park Avenue, Jerry Salinger. Quería ser escritor, y le escribió a Oona cartas de diez páginas mientras estuvo en el ejército, en ultramar. Eran una especie de cartas de amor, muy tiernas, tiernísimas. Lo cual es demasiada ternura. Oona solía leérmela y cuando me preguntó qué pensaba, le dije que a mí me parecía que debía de ser un chico que lloraba con mucha facilidad.»); la relación adúltera entre un rico empresario y la mujer de un político importante; la rijosidad de los Kennedy («¿Te he hablado alguna vez de cuando me asaltó [Joe Jennedy]? Me invitó a su casa cuando yo tenía dieciocho años, era amiga de su hija Kek... [...] ...el viejo degenerado se coló en mi habitación. Eran alrededor de las seis de la mañana, la hora ideal si quieres coger a alguien fuera de combate, totalmente por sorpresa, y cuando me desperté ya estaba liado en las sábanas con una mano en mi boca y la otra en todas partes.»); las infidelidades hacia su esposa Joanne (en la novela Jane) y el gusto por el alcohol de Bobby Baxter (trasunto del conocido presentador y cómico norteamericano Johnny Carson («Jane dijo: ¿y estás solo? Ya sabes lo sádico que es Bobby detrás de esa sonrisa de frambuesa, y dijo: «No, hay una persona echada aquí a mi lado. Le encantaría hablar contigo.» Y al momento surge una voz de rubia oxigenada diciendo con una risita tonta y atemorizada: «¿De verdad, de verdad que es usted Mrs. Baxter? Ji, ji. Yo pensé que Bobby estaba haciendo una gracia, ji, ji. Acabamos de oír en la radio cómo estaba nevando ahí en Nueva York, o sea, debería estar usted aquí con nosotros, estamos a treinta y cinco grados.» Defraudada Jane dijo: «Me temo que estoy demasiado enferma para viajar.» Y la voz oxigenada, agitada y afligida: «Oh, Dios mío. ¡Cuánto lo lamento! ¿Qué le ocurre, monada?» Jane dijo: «Tengo doble dosis de sífilis y la gonorrea de siempre, una cortesía de ese gran cómico, mi marido, Bobby Baxter, y si no quiere que le ocurra lo mismo, le sugiero que salga de ahí pitando.»); y otros tantos casos más.

Es natural que, con mimbres como los expuestos, los que hasta hacía muy poco fueran íntimos amigos -y de los que Capote vivía, eso no hay que olvidarlo- lo condenaran al ostracismo. Desde este instante (la aparición en Esquire de La Cöte Basque) el escritor entró en barrena. Cayó por la pendiente endiablada del exceso en todo: sexo, drogas, alcohol... Así un día de 1984, a los 59 años, Truman Capote murió según el informe forense de «enfermedad hepática complicada por flebitis e intoxicación por múltiples drogas»

Ha sido casualidad que mi relectura de Plegarias atendidas haya venido a coincidir con el estreno en TV de la serie Feud: Capote vs The Swans. La estoy viendo y me parece fiel por ahora al cuento en que se inspira. Está dirigida por Gus Van Sant, John Robin Baitz y otros, e interpretada por un elenco de alto copete: Tom Hollander, Naomi Watts, Diane Lane, Chloë Sevigny, Calista Flockhart, Demi Moore, Molly Ringwald... Me está gustando. Creo que es una miniserie muy recomendable. Os dejo el trailer


Para concluir
Plegarias atendidas es un libro que como todo en Truman Capote bebe de la propia realidad. Concretamente realiza un ejercicio periodístico sobre sí mismo y su entorno social. Aunque omite en ocasiones los nombres auténticos las más de las veces los seres reales que están bajo los ficticios son muy reconocibles con las consecuencias personales ya comentadas.

Desde lo puramente literario quisiera señalar, además de algunas pinceladas estilísticas ya expuestas como esas interrupciones en el relato para comentar aspectos metaliterarios o simplemente propios de la realidad de quien en ese momento está escribiendo, la manera que tiene de entreverar distintos discursos. En un momento de La Côte Basque, mientras que Jones escucha a la locuaz Ina Coolbirth le vienen a éste pensamientos que Capote introduce sin previo aviso. Esta manera de mezclar dos discursos distintos dentro de otro más amplio me parece un auténtico acierto. 
 
Por último he de decir que la desnudez con que Capote muestra la vida me ha recordado mucho a Charles Bukowski, a quien dediqué en su día una entrada en este blog; también el tono confesional y en primera persona de quien está escribiendo su vida me ha llevado mentalmente a  El guardián entre el centeno (The catcher in the Rye) de J. D. Salinger; y, naturalmente, la multitud de nombres de autores del momento y anteriores han hecho que la lectura de esta Plegarias atendidas me haya resultado grata, pese a momentos en los que la procacidad, obscenidad y lascivia buscadas y exhibidas a propósito me haya resultado, por excesiva, no muy agradable. Se diría que en el mundo de J.B. Jones (Truman Capote) todo haya sido alcohol, sexo y drogas, siendo todo lo demás (literatura, cine, arte...) meros caminos para conseguirlos. 

Teniendo en cuenta la dedicación profesional de P.B.Jones (chico escort en una agencia dirigida por una tal Miss Self), el ambiente nocturno neoyorquino que, cuando no logra dormirse, visita y describe es indicativo de la realidad en la que Capote, cuando no estaba en algún sarao de la jet-set, vivía y a la que pertenecía:
«De modo que decidí recorrerme la calle Cuarenta y dos oeste, que no cae muy lejos de aquí [la residencia de la Y.M.C.A. donde P. B. Jones reside y escribe estas memorias], y buscar una película en uno de esos palacios del cine abiertos toda la noche y con aroma a amoníaco. Cuando me puse en camino, eran más de la una y el itinerario de mi paseo me llevó por nueve manzanas de la Octava Avenida. Prostitutas, negros, puertorriqueños, unos cuantos blancos y, en realidad, todos los estratos sociales de gente de la calle, los lujuriosos chulos latinos (uno con un sombrero blanco de visón y una pulsera de diamantes), los cabreantes heroinómanos dando cabezadas desde los portales, los chaperos, entre los cuales los más valientes eran los gitanos, puertorriqueños y rudos montañeses fugitivos de no más de catorce o quince años ("Señor, ¡diez dólares! ¡Fólleme toda la noche!") que rondaban por las aceras como un águila ratonera sobrevolando un matadero. Y, de vez en cuando, el coche de la policía patrullando, con sus pasajeros desinteresados y sin ver nada, al haberlo visto todo hasta tener reuma en los ojos de ver el espectáculo.» 


22 abr 2024

Día del Libro 2024


Todos los años, el día 23 de abril hago una entrada en el blog celebrando el Día del Libro. Este año también, como se puede observar. Pero esta vez no voy a recomendar títulos como he hecho durante los años 2017,  2018,  2019,  2021,  2022  2023. Me doy cuenta de que durante estos seis años, en este día, he recomendado 43 títulos por mi parte y otros cuantos más por parte de blogs amigos que merecen toda mi confianza. Por eso, este 2024 he decidido no hacer recomendaciones y  remitirme a las ya hechas en años pasados. Para conocerlas no tenéis más que hacer clic en los números de los años que destaco en esta entrada.
Este 2024 me gustaría que conmemoráramos el Día dedicado a Shakespeare y Cervantes, o sea, el día del Libro leyendo. No estaría mal que si queréis dejar un comentario en esta breve entrada lo hicierais señalando el título del libro que estáis leyendo o que vais a comenzar en breve. Para animaros comenzaré yo mismo confesando la lectura que tengo ahora mismo entre manos. Se titula "Plegarias atendidas" y su autor es Truman Capote. No digo más, salvo que estoy disfrutando con él, dejando para la reseña que escriba de ella cuando la finalice una opinión más formada.

Cierro este post en homenaje al Libro en su Día con el retrato que de Cervantes hiciera en una ocasión el gran pintor de arte mural Gonzalo Martín "Taquen" que triunfa actualmente con sus realizaciones pictóricas dentro y fuera de España.


 
¡¡Feliz 23 de abril!! ¡¡Felices y provechosas lecturas!!



21 abr 2024

Pilar Quintana. Los abismos. Premio Alfaguara 2021

Pilar Quintana, novelistas colombianos

Los caminos del lector, como los del Señor, son inescrutables. Quiero decir que la llegada a unas lecturas, así como la dejada de otras obedece a los caprichosos vaivenes que suceden en la cabeza del lector según que uno va leyendo esto o aquello. En este caso mi arribada hasta esta escritora colombiana se ha debido a la lectura frecuente que hago de blogs que merecen toda mi confianza. En ellos, y de manera reiterada, vi durante el año 2023 e incluso también durante el anterior cómo las novelas de Pilar Quintana aparecían comentadas positivamente con frecuencia. Apunté el título de Los abismos para probarme con esta caleña. 

La escritora
Pilar Quintana (Cali, 1972) es autora de cinco novelas y un libro de cuentos.  Recibió en España el Premio de Novela La Mar de Letras por Coleccionistas de polvos raros. Participó en el International Writing Program de la Universidad de Iowa como escritora residente y en el International Writers’ Workshop de la Universidad Bautista de Hong Kong como escritora visitante. Con su novela La perra, traducida a quince lenguas, fue finalista del Premio Nacional de Novela y del National Book Award y ganó el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana y un PEN Translates Award. Con la novela que acabo de leer fue merecedora del XXIV Premio Alfaguara de novela 2021.

Argumento de Los abismos (según reza la contraportada de la novela)
Claudia vive con sus padres en un apartamento invadido por plantas que se estiran para tocarla. Como todas las familias, la suya contiene una crisis, y solo hará falta que algo o alguien llegue a detonarla. Cada quien tiene un punto de quiebre en la infancia, y Claudia, la protagonista de esta historia, narra, desde la expectación y la mirada aguda de cuando fue una niña, los hechos que abrieron las grietas por donde se colaron los peores temores, aquellos que son irreversibles y empujan al borde del precipicio. Los abismos es un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo. 


Mi comentario
Los abismos de la colombiana Pilar Quintana es una hermosa novela en la que una niña de 8 años muestra los abismos reales y metafóricos en los que su familia, con ella dentro, vive. Hay abismos paisajísticos que tienen importancia en la novela y que generan cierta tensión o suspense en algunos momentos del relato. Pero, quizás, los abismos más importantes sean los íntimos y metafóricos que muestran a una familia en crisis, a una mamá al borde del precipicio, a una niña (de nombre Claudia, igual que su mamá) que siente placer (cosquillas en el estómago) y miedo tanto ante los terrenales como ante los familiares: 
«Quería vérselas de nuevo con el abismo, sentir la cosa rica en la barriga y el miedo y las ganas de saltar y de alejarse» 
Naturaleza y familia se mezclan en ese apartamento de Cali donde viven y en cuya planta inferior las plantas están desatadas. Estas plantas las cuida Claudia madre y son un poco ella; al final ya no están tan desaforadas, del mismo modo que también ella ha abandonado muchas de las apetencias donde se cobijaba: el whisky, la pasión erótica por otro distinto al marido, abismarse para escapar, realizarse a través del trabajo... La familia se ha salvado, quizás sí o quizás no, para sumirse en el abismo de la vulgaridad, la cotidianidad, el hastío...

Todo lo anterior es presentado desde la perspectiva inocente, ingenua, fantasiosa, pero también perspicaz y prematuramente madura de Claudia niña, la cual debe de crecer apresuradamente para poder sobrevivir en el mundo familiar que le ha tocado vivir; ella procurará que los miembros de esta familia no se despeñen por los precipicios que se abren a su alrededor. ¿Quiénes son los integrantes de esta familia? Son los siguientes: la madre -de nombre Claudia, igual que su hija- a la que casaron con un hombre veinte años mayor que ella al que no amaba; el marido Jorge, persona ensimismada preocupada fundamentalmente por el supermercado que les dejara su padre a él y a su hermana Amelia; la tía Amelia, mujer cincuentona que un día vuelve a Cali casada con un joven de 30 del que Jorge sospecha que sólo quiere el dinero de su hermana; Gonzalo, el joven apuesto y vivaz que introducirá la crisis (un abismo más) en la familia de la niña. Además de estos personajes protagonistas, en la novela aparecen toda una serie de secundarios como Gloria Inés, prima lejana de mamá Claudia, que se tirará por el balcón de un 18º piso; Rebeca, la madre de dos compañeras de colegio de Claudia madre, desaparecida sin previo aviso hace ya treinta años cuando ella era niña  y sobre cuya suerte se lanzaron la mar de posibilidades; Porfirio y Ana, guardeses de la finca a la que Jorge y las dos Claudias van a pasar una temporada en verano; Yesenia, la empleada doméstica; Paulina, la muñeca 'amiga' de Claudia niña; etc.

Muy interesantes son los diálogos entre las tocayas, la madre y la hija. Mamá Claudia cuenta a su hija sucesos que seguramente no son adecuados para una niña. Pero ésta, con su ingenuidad infantil, no hace más que inquirirle, preguntarle por esos acontecimientos de los que Jorge, el padre, apenas habla y que cuando se entera que la madre los cuenta a la niña se muestra más que molesto. En situaciones así, sobre la reacción de Jorge dice la niña: «Mi papá siguió mudo. El monstruo, lo sentí en su respiración agitada, asomándose». Que una persona adulta hable a una niña como si ésta lo fuera es revelador de cierta insania mental. No al contrario. O sea que una niña de 8 años hable con igual soltura a su madre que a su muñeca Paulina es entendible dada la mente infantil de una persona de esa edad. 

La relación entre Claudia y Paulina, su muñeca, es interesantísima. Como si se tratara de un muñeco vudú Claudia proyecta sobre ella todos sus deseos e insatisfacciones; es como si pensara que Paulina fuera el sustituto en positivo de la falta de atención que para sí hubiera querido por parte de sus padres. Sin llegar al despego excesivo de su abuela materna que declaró a mamá Claudia infinidad de veces que haberla tenido truncó su vida, la narradora niña se siente menospreciada por su madre, quien siempre la coloca en un nivel distinto al de las otras niñas, en especial al de las hijas de Mariú y Liliana las amigas de Claudia madre. Así Mariú al conocer a Claudia dice a su amiga de la infancia:
«—¿Es Claudia?
—Es Claudia
Se agachó para quedar a mi altura. Tenía los ojos grises con vetas oscuras y claras, y mientras me miraba, tan cerca y tan fijo, sentí que su belleza se derramaba sobre mí.
—Qué linda —dijo la más linda de todas.
Se irguió. Mi mamá le agradeció el falso cumplido y Mariú buscó alrededor.
—Las mías están por allá.
[...]
Las tres tenían trenzas de riñón y vestidos blancos idénticos, con un bordado en el pecho, mangas bombachas y un moño atrás.
—Hermosas —dijo mi mamá admirada de verdad—. Esos vestidos son como azúcar.»
La narradora niña ama a sus padres, aunque tras la crisis habida en su familia, sea consciente de que las cosas ya no son como antes y a veces ante el comportamiento de su madre llegue a decir que «es la peor madre del mundo». Es consciente de que hay grietas en la familia y añora por ello la situación anterior
«Antes de la pelea de mis papás, de la pelea de mi mamá y mi tía, de que llegara Gonzalo a la familia, yo tenía certezas. Las mamás tenían hijos porque los deseaban. Mi tía Amelia vivía feliz en su mini apartamento con sus batolas. Mi abuelo era un hombre triste. Mi papá, el más bueno del mundo.»

 Interesantísimo y plenamente verosímil es la penetración en el interior de una niña de 8 años que hace Pilar Quintana. El vocabulario puesto en sus labios, los juegos infantiles que practica con otros niños, sus diálogos con Paulina, la insistencia en preguntar que llega a descomponer a los mayores, etc. son las palabras, los juegos, los diálogos con los juguetes, la reiteración en las preguntas a los mayores... que realizan los niños, cualquier niño de la edad que tiene Claudia, tan sólo 8 años.

Otra particularidad de esta novela que me ha encantado es el léxico utilizado. Los términos propios del  español hablado  en Colombia llenan la narración y la dotan de una embargadora belleza. Son vocablos como batola (prenda de vestir femenina de una sola pieza, holgada, larga y sin botones), sacoleva (chaqué), esculcar (registrar para buscar algo oculto), samanes o ceibas  (árboles americanos), pereque (molestia, impertinencia), jejenes (insectos dípteros, más pequeños que el mosquito y de picadura más irritante), habilitar (volver a examinarse), mangones (revendedores, traficantes), capul (forma de llamar en Colombia un corte de cabello en el que se tiene un flequillo que cubre la frente), levantadora (bata delgada que usa la mujer al levantarse o para andar por casa), jugar al parqué (jugar al Parchís), juepucha (maldita sea, mierda), pintas (muda de ropa nueva), overol de bluyín (mono, buzo de tela vaquera), etc.

El vocabulario anterior unido a la mostración de una naturaleza domesticada en la casa y más salvaje y abrupta afuera, con esas vueltas y revueltas de la carretera que los lleva de Cali a la finca donde veranean, hace que la imaginación infantil se abra a cualquier posibilidad: que aparezca el viruñas («El viruñas, me dijo, era un diablo que vivía en las fincas, dentro de las casas, pero no de este lado, sino detrás de las paredes. Dormía de día y se despertaba de noche»), que el padre -temía la niña- se abismara cualquier día volviendo en coche por la carretera endiablada que discurre al lado de profundísimos precipicios desde Cali, que la niña misma sienta esa contradictoria atracción fatal por saltar y al tiempo alejarse del barranco.

Pilar Quintana
Los abismos de Pilar Quintana, en suma, es una novela deliciosa que muestra el modo como una niña intenta comprender el mundo de los adultos que la rodean. Gracias a ella estos adultos contienen sus impulsos primarios, los reprimen y mantienen viva la rueda en la que sin darse cuenta giran y giran sin haberlo ellos decidido. Esto es muy claro en el caso de las mujeres, las cuales en esta narración ven cortadas de raíz sus apetencias por salir de la tradición. Es el caso de Claudia madre a quien el abuelo cerró las posibilidad de ir a la Universidad:

«A mi abuelo se le brotaron las venas de la garganta y con su voz más gruesa le dijo que lo que hacían las señoritas decentes era casarse y que cuál universidad ni Derecho ni qué ocho cuartos.»  

También hay que señalar que no todos los hombres son iguales y que Jorge, su marido, sí le permite trabajar cuando ella así lo decide. Es ella en este caso la que se niega a seguir en el comercio donde se ha contratado, por motivos que habrá que considerar leyendo la novela. 

Decir para cerrar que la novela se sitúa en un momento del pasado, concretamente los primeros años 80 del siglo pasado.

«No encontré a Natalie Wood en la recién llegada ¡Hola! En cambio, sí a la princesa Grace de Mónaco, cuya muerte en un accidente de tránsito también obsesionó a mi mamá.»

Se marca en el relato la evolución habida en las costumbres de la época de los abuelos (años 50) a estos 80; es una distancia semejante a la que separa esos años 80 de nuestro hoy, en el que se ha avanzado mucho en liberalidad y realización personal. La niña que narra la novela es trasunto de esta Pilar Quintana que hoy  (publica la novela en 2021) concibe la vida de las mujeres de manera muy diferente a la de su madre, tía y abuelas. Es una mujer realizada que no precisa perderse en adicciones diversas. Hay esperanza clara en la novela que se muestra cuando Claudia madre abandona el whisky y deja de ser una tumbada (persona que se pasa el día tumbada en la cama).

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Con "Los abismos" cumplimento la letra Q del Reto 'Autores de la A a la Z', avanzo (el 1º de 3) en el de 'Serendipia recomienda' y añado un título más al Reto '25 españoles'.


15 abr 2024

El mago del Kremlin. Giuliano da Empoli

Giuliano da Empoli, periodistas escritores

El mago del Kremlin del escritor, periodista y asesor durante un tiempo de Matteo Renzi, Giuliano da Empoli, cayó en mis manos gracias a la recomendación de Guida, amiga con la que comparto Tertulia Literaria. El título lo puso ella sobre la mesa cuando al final de la reunión del mes de marzo buscábamos lectura para abril. ¿Por qué no El mago del Kremlin?, dijo. Tras comunicarnos la tremolina que en los medios literarios franceses produjo su aparición en 2022 (Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, Premio Honoré de Balzac, además de finalista en la edición  del Premio Goncourt de ese año), la tertuliana amiga expuso muy por encima de qué iba el libro: El autor entrevista en forma novelada a Vadim Baranov, nombre inventado inspirado en Vladislav Surkov, uno de los asesores más cercanos a Putin en las últimas décadas, gran ideólogo del Kremlin desde que este llegó al poder en 1999 y que finalmente perdió su confianza y fue destituido en 2020. 

Con esta sucinta información abordé el libro. Me atrapó desde la primera página. Aunque Giuliano da Empoli insiste en un primer momento en el carácter ficticio de ésta su primera novela, es evidente que la inspiración en ese personaje auténtico más la aparición en la misma de un buen número de protagonistas de la vida real rusa durante los últimos tiempos (Boris Berezovski, Mijail Jodorkovski, Alexander Zaldostánov, Eduard Limónov, Yevgueni Prigozhin, Boris Yeltsin, Mijail Gorbachov...), así como la infinidad de hechos y sucedidos reconocibles, hacen que en mi opinión esta narración pertenezca al género del Nuevo Periodismo. Según la leía no podía evitar acordarme de otros libros escritos por periodistas que muestran, o bien los resultados de una investigación periodística (El motel del voyeur de Gay Talese, por ejemplo), o bien la realización de un reportaje periodístico sobre un suceso (A sangre fría de Truman Capote, autor considerado el creador de este género narrativo), o bien las varias que de Emanuel Carrère he leído (Limónov, El Reino y Una novela rusa). De hecho, las intervenciones que Giuliano da Empoli hace en el relato me han tentado en varios momentos a incluir este libro en el apartado de las novelas de autoficción, algo a lo que me resisto al no ser el autor protagonista principal de la misma, lo que sí sucede en la mayoría de las escritas por Carrère.

Pero la anterior disquisición taxonómica sobre literatura no es lo central en este libro. Esta novela del periodista italiano tiene muchas cosas destacables. Una, y no menor, es la de que un italiano escriba en francés una historia sobre Rusia; cuando menos es curioso, ¿no? Otra es que tratándose de una primera novela esté tan bien confeccionada y se lea con agrado. Pero la esencial, al menos para mí, es la profundidad con la que Da Empoli penetra y muestra los entresijos del poder. El contexto es la Rusia de Vladimir Putin, cierto, pero, al igual que consiguió Maquiavelo con "El Príncipe", el autor logra poner al desnudo la maquinaria de la que se valen los poderosos para alcanzar, estar y mantenerse en el poder. Maquiavelo centró su ensayo político en la figura de Fernando el Católico, pero exclusivamente como ejemplo máximo de monarca;  Da Empoli se centra en Vladimir Putin como modelo de cualquier otro tipo de autócrata actual, independientemente del país al que pertenezca. 

Conocer de primera mano la visión que de las relaciones internacionales tienen los rusos de hoy es algo interesantísimo que saco de esta lectura. El mago Vadim Baranov, llamado por algunos durante los quince años que fue consejero el "Rasputín" de Putin, es un hombre muy inteligente procedente de una familia de gran cultura y acendrada sabiduría. Su abuelo, aunque partidario del zarismo, sabio como era, supo apartarse de las veleidades políticas cuando los bolcheviques se hicieron con el poder, con lo que logró no ser molestado por ellos. Seguiría luego el padre, funcionario del partido comunista durante el régimen soviético, con el que el protagonista tendría más de una diferencia, pero que le sirvió para conocer los entresijos de la nomenclatura soviética. Es del abuelo y de su inmensa biblioteca de quien Baranov ha sacado su pericia, su saber estar y su sabia distancia respecto del poder. Precisamente es este distanciamiento el que paradójicamente lo condenará y lo salvará de perecer en las llamas que devoraron a otros de su misma quinta como Berezovski o Jodorkovski, quienes con la desaparición del comunismo se echaron decididamente en brazos del capitalismo desaforado que ocurrió durante la época de Boris Yeltsin. Su condición de oligarcas será la que ocasionará su caída en desgracia y en algunas ocasiones su muerte "accidental". Vadim Baranov (Vladislav Sourkov) sabe lo que debe de hacer para mantener la independencia de criterio
«Mientras el líder carece de distancia de lo que hace porque está en el fragor de la batalla, el auténtico consejero mantiene la distancia, participa y a la vez observa, está dentro y fuera. Como decía Maquiavelo, deben conocer las cosas con perspectiva» 
y para no perecer el buen consejero no debe albergar deseos de poder:
«Es cierto que alrededor de los poderosos siempre hay personas que piensan en ocupar su puesto. Pero el auténtico asesor pertenece a una raza totalmente diferente de la del poderoso. En realidad es un vago. Murmuradas al oído del príncipe, sus palabras producen el máximo impacto sin tener que pasar por la agobiante fatiga de medrar.»
También, como hará el personaje de El mago del Kremlin debe saber encontrar el momento adecuado para abandonar el cargo. Así lo hace el personaje logrando que el Zar (Vladimir Putin) no vea mal que este asesor tan inteligente, pero tan poco apegado al poder personal se aleje de él. 

Giuliano da Empoli construye su novela utilizando varias referencias culturales muy importantes. En primer lugar la localización del antiguo asesor que vive oculto de la vida pública rusa la presenta como producto del azar en parte. Estudioso como era el italiano del escritor ruso Yevgueni Zamiatin, que en 1921 escribió un libro  titulado Nosotros que no vería la luz hasta 1927 fuera de Rusia, Giuliano da Empoli consigue permiso de su periódico para ir hasta Moscú con la disculpa de buscar documentación sobre el autor. Nosotros, libro considerado iniciador del género distópico, levantó fuerte polvareda en Rusia cuando se publicó por lo que fue prohibido hasta 1988.  Ya en Moscú, el escritor comienza a seguir en las Redes Sociales a un usuario que firma como Nicolas Brandeis. Un día Brandeis publica una frase de Zamiatin a la que Da Empoli responde con otra sacada de Nosotros. Al poco el tal Brandeis, un posible apodo de El mago del Kremlin al que el periodista seguía la pista le contacta y le ofrece un encuentro. Así es como, a través de un autor distópico, se pondrán en relación personal los dos protagonistas de la novela. En realidad, el futuro distópico entrevisto en el régimen estaliniano y denunciado por Zamiatin en 1921 se estaba produciendo en el momento actual, casi 100 años después. 
«Zamiatin se convirtió en mi obsesión. Me parecía ver en su obra una concentración de todas las cuestiones de nuestra época. Nosotros no describía sólo la Unión Soviética [...] Zamiatin era un oráculo, no se dirigía únicamente a Stalin: señalaba a todos los dictadores venideros, de los oligarcas de Silicon Valley a los mandarines del partido único chino.»
A esta importante referencia literaria vienen a unirse otras de igual o semejante calado. Quizás la principal sea la que hace a Viaje a Rusia, libro que el francés Marqués de Custine escribió a propósito de la visita que en 1839 hizo a ese país invitado por el mismísimo Zar al casamiento de su hija. La descripción que hace de Rusia, en especial del alma rusa, a grandes rasgos permanece indeleble hasta nuestros días, según la apreciación de Baranov. Es un libro que el mago del Kremlin conoció gracias a su abuelo, quien lo detestaba al tiempo que le fascinaba. Las afirmaciones de Custine son aplicables, le decía, a la Rusia de hoy:
  • «Por grande que sea este Imperio, no es más que una enorme prisión y es el emperador el guardián que tiene las llaves, pero los guardianes no viven mucho mejor que los prisioneros.»
  • «Los rusos tienden mucho menos a ser civilizados que a hacer creer que lo son»

Estos apoyos literarios le sirven al Mago para entre otras muchos argumentos justificar la consideración que el Zar actual (Vladimir Putin) tiene entre los rusos.  Evidentemente hay diferencias palmarias de lo que era Rusia hace 200 años a hoy, en especial las referidas a los guardianes quienes, sin duda alguna, hoy sí que viven mucho mejor que los prisioneros. Pero lo importante es observar cómo el espíritu, el alma del país en líneas generales -siempre, ya digo, según Vadim Baranov- se mantiene. A su juicio los rusos tras la glásnost y la perestroika de Gorbachov y la liberalización absoluta llevada a cabo por Yeltsin sintieron nostalgia del pasado soviético en que al menos no pasaban hambre. Es así, con razonamientos semejantes que Vadim Baranov se ganó el puesto de asesor de Putin:

«El imaginario de la sociedad rusa, de cualquier sociedad en realidad, se articula sobre dos dimensiones. El eje horizontal corresponde a la cercanía a lo cotidiano, y el vertical a la autoridad. En estos últimos años, la política rusa se ha representado por entero en el primer eje, el horizontal, porque esa dimensión era desconocida casi completamente en tiempos de la URSS: la han hecho tanto Gorbachov, que se paraba para hablar con la gente, algo que ningún líder soviético habría hecho jamás, como Yeltsin, quien algunas veces parecía más bien un compañero de borrachera que un jefe de Estado. [...] Para poder trazar una perspectiva, es preciso elevarse nuevamente. Todos los datos de que disponemos nos dicen que los rusos abrigan hoy un deseo de verticalidad, es decir, de autoridad.»

Vladislav Sourkov (Vadim Baranov, el mago del Kremlin), actor de teatro y televisión y antiguo alumno de la Academia de Arte Dramático de Moscú, se convirtió en asesor de Putin. Conocedor del mundo televisivo magnificó el espectáculo político antes de dimitir en 2020 («Convertir mi experiencia teatral en una carrera de productor de televisión fue como pasar del carruaje a vapor a un Lamborghini»). Hacía una televisión vulgar («Los estadounidenses no tenían nada que enseñarnos, de hecho éramos nosotros quienes ampliábamos las fronteras del trash.»), pero en medio de esa zafiedad descubrió el alma rusa de siempre. Cuando en un programa solicitaron a los espectadores los nombres de los héroes y grandes personajes rusos frente a lo esperado

«[...] los nombres de las grandes mentes: Tolstói, Pushkin, Andréi Rubliov o yo qué sé, un cantante o un actor, como ocurría donde ustedes, ¿qué nos dieron los espectadores, la masa informe del pueblo habituada a inclinarse sumisa y bajar la mirada? Sólo nombres de dictadores. Sus héroes, los fundadores de la patria, coincidían con la lista de autócratas sanguinarios: Iván el Terrible, Pedro el Grande, Lenin, Stalin.»
A este conocimiento sobre los habitantes del país vino a añadirse el sentimiento también inmemorial de acoso por parte de los países que lo rodeaban, de Occidente en general. Saber por propia boca de los rusos actuales la opinión que tienen sobre nosotros los occidentales me ha parecido interesante por demás. Que me parezca interesante no equivale, naturalmente, a que coincida en todo con ellos; pero sí que puedo afirmar con rotundidad que este libro ha conseguido abrir mi mente algo más. 

Sobre Ucrania y la postura intervencionista de Rusia (hoy ya invasión y guerra declarada)  me parece interesante la visión que Baranov comunica a su entrevistador:
«Sostenidos por los norteamericanos, los rebeldes se negaron a reconocer el resultado de las elecciones y ocuparon la plaza principal de Kiev con sus cánticos, sus lazos naranjas, sus alegres eslóganes prooccidentales. De la mañana a la noche, comisiones de observadores internacionales, delegaciones del Congreso de Estados Unidos y misiones diplomáticas de la Unión Europea aparecieron por allí saliendo de la nada: todos coincidían en juzgar ilegítimo el resultado de las elecciones ganadas por el candidato prorruso. Había habido votaciones apenas recientemente en Afganistán y en Irak, con las bombas explotando en las calles y las tropas estadounidenses ocupando los lugares de votación, pero en esos países, naturalmente, no había habido ningún problema, todo se había desarrollado con regularidad. En cambio, en Ucrania era todo lo contrario. Había que volver a votar porque el resultado no era el conveniente. Entonces, el Gobierno ucraniano se vio obligado a convocar nuevas elecciones y, esa vez, el candidato pronorteamericano ganó, un candidato que quería meter a Ucrania en la OTAN. Ucrania —la patria de Jrushchov y de Brézhnev, la base de nuestra flota militar—, ¡en la OTAN!»
Un líder populista: Putin
Ya voy acabando. Acabo no porque el libro no dé para más, sino porque es tanto lo que contiene que en algún momento, tratándose tan sólo de una reseña, conviene parar. Pero antes no quiero dejar sin tocar algo que en la actual guerra de Ucrania ha llamado mucho mi atención y que en parte El mago del Kremlin ha venido a aclararme. Me refiero a ese consenso y seguimiento bastante mayoritario que la población rusa, también los jóvenes, mantiene en cuestiones como la invasión. Baranov cuenta que él desde que comenzó a plantearse el asunto de Crimea y del Donbás hizo todo lo necesario para que agrupaciones de todo tipo constituidas mayoritariamente por jóvenes se convirtiesen en agrupaciones patrióticas. Algunas, como el Partido Nacional Bolchevique de Eduard Limónov, se las encontró ya plenamente constituidas y sólo tuvo que manipular lo justo (encarcelar a Limónov) para encauzarlas en la dirección correcta, o sea, la de apoyo a la política de Putin. Otras, como los Lobos Nocturnos de Alexander Zaldostánov, rebeldes moteros, las atrajo con el oropel que el poder siempre desprende. El mago Baranov sabe mucho de espectáculo y sabe cómo convencer con las palabras y el escenario adecuado:
«He podido constatar varias veces que los rebeldes más radicales se podrían contar entre los individuos más sensibles a la pompa del poder. 
[...]
➖Estos últimos años he seguido tus actividades y he de decirte que estoy muy impresionado, Alexander. Sois increíbles. Cogéis a esos jóvenes y les dais un hogar, una disciplina. Transformáis a esos vagabundos a la deriva en soldados, en personas capaces de llevar a cabo acciones extraordinarias. [...] Tú los comprendes. Sabes lo que quieren. Sabes cómo hablarles y qué decirles. Puedes ser su guía para que no caigan en la trampa de los norteamericanos. Puedes conducirlos hacia los verdaderos valores. La Patria. La Fe. [...] No estarás solo, Alexander. Detrás de ti estará el Zar, que te protegerá. Él no es como nosotros, aquí en el Kremlin. No es un burócrata encorbatado. El Zar es como vosotros. Pertenece a la raza de los conquistadores. [...] ¿No ha sido él quien ha vuelto a poner a Rusia en pie? ¿Por qué crees que los norteamericanos quieren librarse de él?»


 

En conclusión
Giuliano da Empoli, aunque acabó de escribir El mago del Kremlin en 2021 supo "adivinar" o "anticipar" la invasión de Ucrania del año siguiente, que Putin tenía en su mente, gracias a su profundo conocimiento sobre el pasado ruso. No sólo el histórico pasado imperial zarista de todas las Rusias, sino el mucho más reciente de la desovietización realizada bajo los mandatos de Gorbachov y Yeltsin.
«A comienzos de los años noventa, Gorbachov y Yeltsin habían hecho la revolución, pero al día siguiente la gran mayoría de los rusos se había despertado en un mundo irreconocible para ellos, en el que no sabían ni cómo vivir. Antes del hundimiento del sueño americano o del europeo, tuvo lugar el hundimiento del sueño soviético. Entre ustedes, nadie se dio cuenta porque les parecía algo imposible que un sueño estuviera hecho de cosas tan pobres y grises: una profesión de funcionario o profesor respetada, un pequeño Lada Zhiguli, una dacha con su huerto, vacaciones en Sochi o, de tarde en tarde, en Varna, remojando las piernas en el mar Negro y la perspectiva de una buena parrillada entre amigos. Y, sin embargo, ese modelo tenía su fuerza y su dignidad. Sus héroes eran el soldado y el maestro de escuela, el camionero y el infatigable obrero, a quienes estaban siempre dedicados los carteles en las calles y en las estaciones de metro. En pocos meses, todo eso se desbarató. Los nuevos héroes, los banqueros y las top models impusieron su dominio y los principios sobre los que estaba fundada la existencia de los trescientos millones de habitantes de la URSS se vinieron abajo. Los rusos habían crecido en una patria y se hallaban de pronto viviendo en un supermercado.»

 

Premio Goncourt 2022, Premio Honoré de Balzac
En una entrevista reciente que le hicieron al autor  en España con motivo de la publicación de El mago del Kremlin, Da Empoli habló de la distancia de todo tipo existente entre Putin y Baranov:
  • «Mientras Putin es un hombre premoderno que no tiene redes sociales, un señor de la guerra capaz de mandar a miles de jóvenes a morir en el frente, Baranov es un personaje posmoderno que domina la comunicación y se dedica a orquestar un teatro de luces y sombras»
  • «En las personas con poder se activan menos las partes del cerebro que regulan la empatía. Putin lleva dirigiendo el país 23 años. Eso le ha llevado al aislamiento, a una rutina diaria, y ha hecho que su más fiel consejero, el único del que puede fiarse, sea su perro.»

 En nuestro país El mago del Kremlin obtuvo el Goncourt español del año 2022. El jurado definió la obra como «la gran novela de la Rusia contemporánea» que «desvela los entresijos de la era Putin y ofrece «una sublime reflexión sobre el poder». Totalmente de acuerdo.