Todo, todo, en nuestro país lleva invadido por el asunto catalán excesivo tiempo. Sufrimos el bombardeo continuo de noticias sobre votaciones hechas por políticos 'a la violeta', declaraciones de independencia "sí - no - o en fin ya se verá", artículos constitucionales de intervención de la autonomía, convocatoria de elecciones autonómicas, confección de listas electorales... y hasta nos martirizan con un sinfín de declaraciones absurdas ya hoy pero, por si acaso, negadas al instante siguiente de modo igualmente absurdo. Tan abusivo es todo este asunto que ni siquiera este blog y quien lo hace y administra hemos podido escapar de la vorágine.
En el maremágnum de nombres, números económicos, querellas judiciales, denuncias ciudadanas, policías, actuaciones de instituciones de todo tipo..., yo, que no soy muy proclive a perder el tiempo con el juego que se traen entre manos unos y otros no he podido sustraerme a un nombre que he oído va en una de las listas electorales. Se trata del novelista Jaume Cabré que acompaña al ex-president Carles Puigdemont en la candidatura de JuntsxCat, el partido que este último ha montado desde su voluntariamente elegida residencia bruselense.
En el maremágnum de nombres, números económicos, querellas judiciales, denuncias ciudadanas, policías, actuaciones de instituciones de todo tipo..., yo, que no soy muy proclive a perder el tiempo con el juego que se traen entre manos unos y otros no he podido sustraerme a un nombre que he oído va en una de las listas electorales. Se trata del novelista Jaume Cabré que acompaña al ex-president Carles Puigdemont en la candidatura de JuntsxCat, el partido que este último ha montado desde su voluntariamente elegida residencia bruselense.
De Jaume Cabré leí con mucho gusto hará cosa de unos cinco años su novela "Yo confieso" publicada, como toda su obra, primero en catalán ("Jo confesso"), el año 2011 por la editorial Proa e inmediatamente vertida al castellano por Destino. En 2012 la Asociación Española de Críticos Literarios la distinguió con el Premio de la Crítica, galardón que no era la primera vez que Cabré recibía pues ya lo había obtenido en 1985 con "Fra Junoy o l’agonia dels sons" ("Fray Junoy o la agonía de los sonidos"), en 1992 con "Senyoria" y en 2005 con "Les veus del Pamano" ("Las voces del Pamano ").
Fue tal el éxito de su novela que en la tertulia de amigos y antiguos compañeros de Instituto de la que formo parte, "Más que palabras...", la pusimos como lectura del mes de enero de 2012. La novela es magnífica y dio estupendo juego como queda reflejado en el blog donde al finalizar cada reunión se hace la Crónica de la velada.
Por ello, pues, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, como dice el refrán castellano, dedico este post a esta magnífica obra del novelista barcelonés nacido en 1947, licenciado en Filología catalana, profesor de Instituto muchos años hasta que pasó a serlo de la universidad de Lérida, y actualmente miembro de la Academia de la lengua catalana.
La Reseña
La voluminosa novela de1000 páginas del autor
catalán Jaume Cabré habla del Mal. Fija la atención en el discurrir de la vida de una
familia –los Ardèvol- en función de las
vicisitudes acaecidas a dos objetos: el Vial, un violín storioni, y el cuadro
de Modest Urgell, Santa María de Guerri. El primero le sirve para presentar ese libro
que a lo largo del relato Adriá Ardevol se está proponiendo escribir, 'El problema del mal': la historia de Jachiam de Mureda de Pardàc,
catador de maderas que, tras huir de su localidad por haber encontrado al autor
del incendio del bosque que surtía a la familia de maderas aptas para su
transformación -Bulchanij Brocia de Moena-, huirá y descubrirá un bosque de
maderas óptimas para hacer violines. Con éstas llegará a Cremona y allí las
venderá a Lorenzo Storioni que fabricará el violín que venderá, apremiado por
la necesidad (su amada María quiere huir con él), a Monsieur la Guite que a su
vez lo hará llegar a Jean Marie Leclair; y de éste llegará a manos de la
familia judía de Mattias Alpaerts a cuya mujer Berta le sería arrebatado de sus
manos por el nazi alemán Dr Voigt y a éste, acuciado por el momento y la necesidad, se lo
‘compraría’ Félix Ardèvol, padre de Adriá.
Hay en la historia del
Vial una clara relación con el mal. Y curiosamente ese mal siempre en pro de la
belleza, en este caso de la música. La música invade todo el relato: la técnica
del contrapunto es habitual -más de una historia, frecuentemente tres o más, se
presentan a un tiempo- llegando la mezcla a crear confusión. Cada una de las 7
partes en que se divide el relato está puesta bajo una advocación musical.
Incluso es 'musical' el juego constante de pasar de unos tiempos y personas verbales a otros; al igual que la alternancia en las personas narrativas o la fluidez, ligereza y versatilidad con que utiliza los diversos tipos de estilo: directo, indirecto, indirecto libre y la fusión de todos ellos. Todo este juego estilístico debe mucho, sin duda, al buen hacer del autor como guionista de seriales televisivos para TV3, y sirve al lector de la novela para disfrutar con el mero acto de leer.
La historia avanza muy unida,
aunque en desorden. No sabemos el porqué de este desorden hasta los últimos
capítulos, en los que la importancia de Bernat, el amigo de Adrià, sube enteros
y se convierte en el relator. Adrià ha perdido la cabeza, tiene
alzheimer. Esto justifica sus “ausencias” desde bien temprano, pero
también el desvarío con el que corre, en ocasiones, el relato; y también las
identificaciones realizadas entre personajes de muy distintas épocas que se
confunden en su cabeza al tener alguna característica común. A este respecto es
muy importante la identificación que en la parte IV –Palimpsestus-
realiza entre Inquisición y Nazismo, llegando a nombrar con el mismo patronímico,
Nicolau Eimeric, al inquisidor
catalán de Girona (nacido en 1367) que al encargado de Austwitz nacido en
Baden-Baden en 1900 con el nombre de Rudolf
Höss. Igualmente sucede con los enfrentamientos entre este inquisidor
gerundés y su secretario Miquel de
Susqueda (fray Miquel), que son parangonables –y de hecho así se señalan-
con los del Comandante del campo de Auswitz, Rudolf Höss, y el médico del campo, Aribert Voigt. Del mismo modo son patentes los paralelismos entre
la historia del cierre del Monasterio de Burgal (ss. XIV) y la del maderero
Jachiam de Mureda de Pardàc (s. XVII-XVIII); así en ambas aparece un personaje
deforme: el gordo de Moena en la del XVIII y el bizco de Salt en la del siglo
XIV-XV.
En otras ocasiones el paralelismo
lo es por contraste. Así mientras en el XV, el médico judío de Girona, Josep Xarom, debe abandonar su ciudad y
comodidad para huir de la Inquisición, cinco siglos más tarde será otro médico,
Aribert Voigt, quien perseguirá a los
judíos y quien se cebará con la familia de otro médico judío.
Lo mejor
Es una obra con un fortísimo componente cultural. Al respecto son muy interesantes los numerosos intertextos (referencias a [o de] otros relatos) que pululan por la novela: Goethe, Ungaretti, "El coronel no tiene quien le escriba" de García Márquez, "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, etc.
Lo peor
El autor ha creado un auténtico producto mercantil -muy bien escrito, eso sí- en el que ha metido todo cual si de un cajón de sastre se tratase: música, pintura, nazis, judíos perseguidos, referencias literarias, estraperlistas de la posguerra española y mundial, solitarios niños superdotados, músicos insatisfechos y aprovechados, el alzhéimer, casualidades increíbles...
Lo mejor
Es una obra con un fortísimo componente cultural. Al respecto son muy interesantes los numerosos intertextos (referencias a [o de] otros relatos) que pululan por la novela: Goethe, Ungaretti, "El coronel no tiene quien le escriba" de García Márquez, "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, etc.
Lo peor
El autor ha creado un auténtico producto mercantil -muy bien escrito, eso sí- en el que ha metido todo cual si de un cajón de sastre se tratase: música, pintura, nazis, judíos perseguidos, referencias literarias, estraperlistas de la posguerra española y mundial, solitarios niños superdotados, músicos insatisfechos y aprovechados, el alzhéimer, casualidades increíbles...
Pero lo que menos me ha agradado es que en el interesantísimo aporte culturalista que subyace en tan extenso relato el autor incurra en alguna que otra incorrección o falsificación histórica cual es su insistencia en hablar de la Corona catalana o/y del Reino de Cataluña. Diríase que Jaume Cabré ya en 2011 estaba al tanto de la posverdad; quizás, dejando a un lado su innegable calidad literaria, estas insistentes 'desviaciones' de la verdad histórica sean los méritos que el ex-honorable haya tenido en cuenta al considerar su inclusión en tan peculiar candidatura política.