Mira tú por donde, sin proponérmelo, la lectura de esta novela, a la que he llegado fundamentalmente como consecuencia del Reto 'Autores de la A a la Z' promocionado por Marisa del blog 'Lecturápolis', ha originado una reseña doble que incluyo dentro del apartado "A pares". Todo se debe a que el autor de la obra literaria es también el director de la película que a partir de ella se hizo el año siguiente.
Hacía tiempo que tenía ganas de leer algo de David Foenkinos. Motivo: En primer lugar ir cumplimentando el Reto de Lecturápolis como acabo de decir, pero también porque llevo tiempo encontrándome con reseñas de sus novelas, casi todas laudatorias. Madre mía, me decía, si tanto se le alaba es que debe de ser bueno de verdad. Así que en cuanto he tenido oportunidad he buscado su primer gran éxito, "La delicadeza", y lo he leído en un pis pas.
La novela
Antes de dar mi opinión sobre esta novela aparecida en 2010 (en España en 2011) que al año siguiente, habida cuenta de su enorme éxito, conoció versión cinematográfica dirigida por el propio Foenkinos junto a su hermano Stéphane, diré de qué va la historia:
Nathalie es una chica que un día se ve abordada en un bistrot parisino por un joven, François, que cumple de manera sobrada todas sus expectativas sobre lo que para ella es una relación romántica: encuentro casual y azaroso, gustos compatibles, relaciones íntimas satisfactorias, risas, felicidad completa... Se casan y tras unos años de enorme felicidad un día, desgraciadamente, la realidad viene a quebrar este estado de encantamiento en que ella estaba instalada: François fallece atropellado mientras practicaba deporte.
Nathalie queda destrozada y se aparta del mundo por un largo período. Tras unos meses de duelo apartada de todo y de todos (familia, trabajo satisfactorio en una compañía sueca desde hace ya tres años...) decide reincorporarse a la vida y acude a la oficina donde todos la acogen con cariño y también con conmiseración. Charles, su jefe, que desde que la contrató está enamorado de manera silenciosa de ella, decide emprender su conquista a través de insinuaciones e invitaciones que Nathalie esquiva aunque educadamente admita algunos de sus obsequios y gentilezas. Todo sigue así hasta que un día ella le dice a Charles que jamás podrá amarle y que, por favor, no insista más.
Nathalie, que es una magnífica profesional, tiene a su cargo a una serie de personas con las que trabaja con entusiasmo y entrega. Dos personas de este grupo cumplen un importante papel en su vida. Son: Chloé, joven que al ver a Nathalie tan hermosa y triste decide hacerla salir para presentarle algún chico con el que entablar una posible relación; la otra persona es Markus, joven reservado, muy trabajador, al que por un impulso inexplicable ella un día en su despacho besa.
Es un argumento, como se ve, propio de novela romántica o del corazón. Quizás cabría incluir el relato dentro de la tendencia chick lit aunque al estar escrita por varón yo diría que se sale un poco de los límites de tal etiqueta para pasar decididamente a la de feelgood o historia amable contada para lectores que buscan pasar un trato igual de amable y entretenido, sin mayores pretensiones. Sí, decididamente es ahí donde yo la ubicaría. Es más, en el propio libro donde se alude con frecuencia a otros libros apoyándose en ellos para construir el relato aparece una clara alusión a "La elegancia del erizo" de Muriel Barbery, novela fundamental dentro de esta tendencia. Tal alusión se da en una imagen que utiliza ese sintagma para describir la actitud de Chloé respecto a Nathalie en un momento de la trama en que la primera, intencionadamente en la oficina, se hacía la encontradiza con su jefa “sin la mínima elegancia del erizo".
Este convertir los libros, el amor por ellos, no sólo en objetos dignos de ser citados con reiteración, sino usarlos como referentes reales de la imaginería literaria utilizada es un procedimiento que siempre me agrada, una buena cosa en mi opinión, un elemento que en mi consideración siempre pesa a favor de la novela. Muchos ejemplos cabría dar dado que de principio a fin la narración está recorrida por este recurso. Así la alusión a la "Rayuela" de Cortázar ubica a Nathalie en una posición para el amor semejante a la que el personaje de la Maga tiene en el relato del argentino, o sea, abierta al azar. Por eso, quizá, al inicio y al final de "La delicadeza" distribuida en 117 secuencias aparece esta novela primero siendo leída por Nathalie y al final en una secuencia completa reproduciendo un fragmento de la misma que explica bien a las claras lo que la protagonista está sintiendo y experimentando en ese momento.
Pero "Rayuela" no es el único libro, ni Julio Cortázar el único autor citado para construir esta historia. Muchos otros hay: Así vemos cómo Markus medita idear disculpas en modo Camus (“Hoy mamá ha muerto"), en modo Sartre (“el infierno son los otros"), o cómo para sus desplazamientos en tren a la oficina elige “Silogismos de la amargura" de Cioran. Igualmente al inicio del relato se nos dice que de la vida feliz de Nathalie con François formaba parte inseparable “ese autor ruso bastante menos leído que Tolstoi o Dostoievsky, vaya usted a saber por qué.“; y en otro momento un beso surgido azarosamente y que sin saber por qué dio origen a una gran transformación es examinado a la luz del relato de "El beso" de Guy de Maupassant.
El culturalismo, si bien en versión popular como exige todo best seller -y éste lo es sin ninguna duda-, no se queda en lo literario, también el Cine se utiliza de la misma forma y con la misma finalidad. Desde luego no es ajeno a esto que David junto a su hermano Stéphane -los hermanos Foenkinos- hayan realizado como directores o/y guionistas un buen número de películas, algunas adaptaciones de novelas de David como esta misma que comento aquí y que acabo de ver a fin de completar debidamente esta reseña. Así hay alusiones a Woody Allen como cuando imitando a los personajes de "Celebrity" del director norteamericano Markus pide a Nathalie permiso para besarla; tambien a Claude Chabrol o a Polansky (“Por qué adaptó Roman Polansky la novela ‘Tess la de los Uberville', de Thomas Hardy").
Junto a la la literatura y el cine el culturalismo popular que inunda esta novela recala también en la pintura, especialmente, dada la matriz sueca de la empresa donde trabajan los personajes y la nacionalidad de Markus, en autores nórdicos como Gustav Klimt y su cuadro "El beso" o en pintores vanguardistas como el ruso polaco Kasimir Malevich en la secuencia 45 titulada “Titulo de un cuadro de Kasimir Malevich" cuyo contenido no es otro que el desglose del propio titulo: “Cuadrado blanco sobre fondo blanco (1918)”.
Este apartado del culturalismo, sin duda de lo más interesante de la novela, no lo quiero cerrar sin aludir a la canción de Alain Souchon, "L'amour en fuite" ('El amor a la fuga'), que unas veces de manera expresa y otras de modo implícito recorre la trama a todo lo ancho y largo de ella. La letra de esta composición ocupa en dos ocasiones sendas secuencias. Es la siguiente:
Caricias fotografiadas sobre mi piel sensible.Se puede tirar todo, las fotos, los instantes,hay libertad.Siempre está el papel de celofánpara volver a pegar todos esos tormentos.Qué buena imagen dábamos, tan enamorados.Nos fuimos a vivir juntos la vida en pareja no eslo que tú crees.Enseguida añicosde cristal cortan y sangras.Platos rotos por el suelo.No aguantamos el tirón.Llora, llora, lágrimas en tu rostro.Nos separamos sin ninguna explicación.El mor a la fuga.El amor a la fuga.
La canción completa interpretada por Alain Souchon en un video clip rodado en su día por François Truffaut se puede escuchar y ver aquí:
Si la trama no es para nada sorprendente, el posible tedio que ello pudiera causar a algunos lectores es esquivado por parte de Foenkinos con un humor fino, elegante, en línea con el culturalismo antes señalado. Así para describir el estado de sorpresa e incredulidad inefable de Benoit, compañero de Markus en la empresa, ante la actitud de este último leemos: “Benoit se alejó, visiblemente en el mismo estado que aquel día de abril de 1992 en que vio una obra de Samuel Beckett en un teatro alternativo.“ (sec. 51); pero quizás el autor se cubre de gloria realizando la elisión del nombre de Stieg Larson cuando otro de los compañeros de departamento para congraciarse con Markus le espeta: “Jó, tío, es que tiene narices lo de tu compatriota, mira que morirse sin llegar a conocer el éxito de su trilogía…” (sec. 87). También son un elemento ciertamente divertido las llamadas a notas al final del texto que realiza en algunos momentos y en las que explica algo normalmente de manera desenfadada y simpática.
Finalmente quisiera dejar constancia de la frescura presente en la figura del narrador. Estamos ante un narrador omnisciente que ve todo como desde arriba, que puede entrar en el interior de los personajes y conocer sus más íntimos pensamientos:
“Nathalie vivía en la extraña bruma de la monogamia. Perdón, del amor. De ese amor que aniquila a todos los demás hombres, pero también toda visión objetiva de cualquier intento de seducción. A Charles todo aquello le divertía, y pensaba en ese François como en un mito.” (sec. 11)
Este narrador que duda en voz alta, que interpela al lector, que duda si eso fue así o no, que ofrece diversas posibilidades al lector, nos cuenta una historia que discurre de manera lineal sin ningún salto temporal remarcable. Una historia que viene a durar algo más de tres años y cuyos personajes tienen entidad aunque sólo el grupo formado, además de por Markus y Nathalie, que son los principales, por François, cuyo peso aunque sea por ausencia es importante; por Charles, el pretendiente que se maneja con las artes de siempre; y por Chloé, la arribista que no respeta la privacidad de Nathalie. El resto no dejan de ser figuras de repertorio sin entidad propia, carentes de todo, personajes planos por antonomasia.
De innovadora cabe reseñar la manera de distribuir la historia en secuencias de desigual longitud y tratamiento. Las hay de extensión normal y otras de una sola línea; las hay formadas por diversas frases colocadas sucesivamente y sin más relación entre ellas que el derivado del título de la misma; las hay curiosas y humorísticas como aquella en que se exponen las posibles frases que para abordar a Markus o a Nathalie en la oficina sus compañeros podrían haber empleado; y cosas así.
La película
Como he dicho antes al saber que había versión cinematográfica de esta historia he querido verla para así compararla con la narración escrita y más siendo la misma persona el realizador en ambos formatos. De la comparación sale tremendamente reforzada la versión literaria. Al tener tan reciente la lectura muchas cosas de la película dirigida por los hermanos Foenkino (David y Stéphane) me sorprendieron de manera negativa al haber prescindido de ellas en la adaptación fílmica. Quizás la principal sea la ausencia, clamorosa, de la mayor parte del culturalismo literario, cinematográfico o pictórico. Curiosamente el aspecto que más me había agradado de la novela. Tampoco aparece en la película la bella canción de "L'amour en fuite" de Alain Souchon que envuelve todo el relato escrito. En su lugar aparecen muchos temas musicales compuestos en su gran mayoría por Émile Simon para el film; de los 15 cortes que componen la B.S.O. de "La delicadeza" apenas si reconocí alguno. Concluí que la finalidad de tan extensa banda sonora sólo perseguía el beneficio económico aunque fuese a costa de eliminar lo mejor musicalmente hablando de la novela, "El amor a la fuga".
Confieso que el cine francés en la versión dulzarrona que siempre identifico con las promociones navideñas de perfumes franceses no me gusta nada. De este estilo empalagoso típicamente francés forma parte en mi imaginario individual la actriz que da vida a Nathalie en el film, Audrey Tautou. Tautou se dio popularmente a conocer con "Amelie" (2002) película amada por un buen número de personas y que a mí no me gustó nada. Sin embargo la Tautou me ha gustado en otras interpretaciones suyas como en "Coco Chanel" (2009) o en "Thérèse D." (2012) aunque el film fuese pesado como me lo parece gran parte de la cinematografía gala.
Del resto del elenco de la película me gustó bastante François Damiens en su interpretación de Markus. Me pareció natural y plenamente verosímil en su papel. Bruno Todeschini en el papel del jefe que quiere echar una canita al aire con su guapa empleada a pesar de que él esté ¿felizmente? casado con Laurence encaja a la perfección. Y también el actor que da vida a François, Pio Marmaï, encaja muy bien.
Lo que no me agrada de la película "La delicadeza" es que se hace pesada, algo aburrida, dado que una historia romántica como ésta no es cosa del otro jueves y que la cadencia de excesiva 'delicadeza' la hace caer en el pozo del tedio más absoluto. Le falta lo único que salva a la novela: el culturalismo, la música de Souchon, el humor bastante bien dosificado y el experimentalismo literario que no encuentra equivalente alguno en la versión cinematográfica.
En conclusión
Historia sin complicaciones donde todo marcha bien. Los asuntos son menores y siempre giran en torno a las relaciones amorosas. El azar, la sorpresa, la necesidad de hacer reír por encima de la arrogancia, el engaño, la doblez y la pura sexualidad. Una historia romántica, que especialmente gusta a un sector de la sociedad, precisamente a ese 51% que es quien más practica la lectura. A mí me ha entretenido, me han gustado cosas de ella como ya he señalado, pero poco más. Que sea una novela 'feelgood' o 'chick lit' no la inhabilita para nada dado que yo he leído novelas de esas mismas tendencias que me han agradado muchísimo, algo que en esta ocasión no ha ocurrido al menos en la proporción que yo habría deseado.
Para lo que desde luego me ha servido la lectura de "La delicadeza" ha sido para apagar por completo mi sed de David Foenkinos. ¡Ah! y para rellenar la casilla de la "F" en el Reto de 'Autores de la A a la Z'.