«Hoy como nunca te extraño y te deseo, Diego, tu gran corpachón llenaba todo el estudio. No quise descolgar tu blusón del clavo en la entrada: conserva aún la forma de tus brazos, la de uno de tus costados. No he podido doblarlo ni quitarle el polvo, por miedo a que no recupere su forma inicial y me quede yo con un hilacho entre las manos. Entonces sí, me sentaría a llorar. La tela rugosa me acompaña, le hablo.» (‘15 de noviembre de 1921’)
Muchos de los libros que leo los tomo prestados de las bibliotecas públicas. Me parece que las mismas son una institución necesaria a la que se debería dar más relevancia por parte de los poderes de quienes dependen. Últimamente, cada vez con más frecuencia, veo que hacen limpieza del fondo que albergan. Realizan expurgaciones. Al menos esa es la palabra que emplean para denominar dicha acción. Si nos atenemos al significado que da la RAE al verbo "Expurgar" (Suprimir [una autoridad] lo que considera erróneo, molesto u ofensivo en un texto impreso) diríase que los volúmenes que el bibliotecario decide expulsar del establecimiento se lo hubieran ganado por su baja calidad, inexacta ubicación, o cualesquiera otra cosa pero siempre de signo negativo. Efectivamente no pocas veces sobre la mesa de las expurgaciones que suele haber a la entrada/salida de las bibliotecas aparecen volúmenes de enciclopedias hoy desactualizadas o en desuso, libros editados por organismos públicos que, quizás, por su baja calidad jamás debieran de haber pasado por la Minerva, folletos publicitarios que nadie sabe cómo llegaron a la Biblioteca, etc., etc.
Yo habitualmente donde veo libros, ya sea en la calle o en las mesas citadas, suelo detenerme para fisgonear. Y hete aquí que con frecuencia entre esos volúmenes disparejos de una enciclopedia o ese libro de mecánica que hoy ya nada dice a nadie aparecen joyitas que inexplicablemente, al menos para mí, han sido expulsados del Templo. ¿Por qué? Eso es algo que me gustaría que alguien me explicase. Pero no es este el momento para divagar más sobre el asunto. Sirva este breve exordio para introducir la lectura del libro que figura en el título de esta entrada. Un libro de quien fuera Premio Cervantes en 2013, Elena Poniatowska, que encontré abandonado, buscando alguien que lo adoptase, sobre la mesa de Expurgados de una biblioteca municipal de la ciudad donde vivo.
De
Elena Poniatowsska, Premio Cervantes 2013, sólo había leído su novela
"Leonora" sobre la vida de la pintora
Leonora Carrington y su entorno artístico y de amistades. Esa lectura me gustó mucho. Vi cómo la Poniatowska sabía penetrar el alma de las personas cuya vida narraba en una mixtura ficticio-real. Precioso e instructivo libro el mismo que recomiendo a cualquiera.
Querido Diego, te abraza Quiela
Sinopsis de la novela (proporcionada por la propia editorial Impedimenta)
Octubre de 1921. Angelina Beloff, pintora rusa exiliada en París, envía una carta tras otra a su amado Diego Rivera, su compañero desde hace diez años, que la ha dejado abandonada y se ha marchado a México sin ella. Angelina, a quien Diego se dirige con el diminutivo de Quiela, fue la primera esposa del muralista mexicano y una excelente pintora, eclipsada por el genio de su marido. Su relación, marcada por la pobreza y por la tiranía de Rivera, fue tormentosa, y la adoración de Quiela, incondicional. Brutal, ególatra, irresistible, Rivera se nos dibuja como un monstruo que hace su voluntad en el arte y el amor. «Ella me dio todo lo que una mujer puede dar a un hombre», diría Rivera. «En cambio, recibió de mí todo el dolor en el corazón y la miseria que un hombre puede causarle a una mujer.»
Cuando al salir de la biblioteca a donde había acudido para sacar el libro de Xinra Xue, "Nacer mujer en China", me encontré en la mesa de expurgados, entre otros de escasa valía, el librito de la escritora parisina Poniatowska no pude por menos que quedar sorprendido y de inmediato atender la invitación que los bibliotecarios habían dejado escrita sobre los condenados a la expurgación ('Llévenselos si les interesan'). Me lo llevé a casa. Lo he leído y lo he disfrutado. Me parece una auténtica delicatessen.
En el librito, Elena Poniatowska imagina las cartas que de octubre de 1921 a julio del año siguiente Angelina Beloff, pintora rusa exiliada en París, envía a Diego Rivera, su compañero sentimental durante los últimos diez años. El pintor Diego Rivera tras los estragos de la I Guerra Mundial sentía ahogarse en la capital francesa y sin dar muchas cuentas a la Bielova ha marchado a Mexico desde donde, aunque regularmente envía a Angelina Beloff o Bielova algún dinero, no responde a sus requisitorias amorosas.
En las doce cartas sin respuesta que la mujer abandonada envía al artista mexicano ésta le confiesa su enorme dependencia amorosa que tiene con él, que desea verlo, que todo todo se lo disculpa, que no le recrimina ni lo más mínimo aunque esto hayan sido infidelidades a la vista o de espaldas a ella. Angelina es una mujer totalmente enamorada, una persona en cierto sentido enferma de amor. Pese a esta completa añoranza también ella comprende, y así lo expresa en sus cartas, que la pérdida por enfermedad del hijo que tuvieron quizás haya sido la causa de tan radical separación y distanciamiento entre ellos.
|
Angelina Beloff: "Máscaras y muñecos", 1955. (Museo de Arte Moderno México) |
La novelita muestra la psicología de una mujer plenamente colgada de la persona que ama, una mujer que, enferma de amor, dejó de lado por unos años el inmenso talento pictórico que poseía para apoyar a su gran amor, a pesar del ingrato trato con que él le correspondía. Según leía esta novela epistolar venían a mi memoria otras lecturas de corte semejante en especial la de
Annie Ernaux "
Pura pasión" [
leer mi reseña aquí] o la de "
Un amor" [
leer mi reseña aquí] de la joven novelista española
Sara Mesa. Elena Poniatowska plasma en esta novela epistolar la personalidad arrogante, egoista, y poco empática del genial artista mexicano. Diego Rivera, a quien conocemos a través de Angelina Beloff. Rivera es, además de artista genial, un vividor, un mujeriego que en las mujeres sólo busca satisfacer la enorme necesidad que tiene de ellas para su propio placer y para que le atiendan en sus necesidades domésticas esenciales. Muchas son las mujeres que pasaron por la vida del autor de los frescos del Palacio Nacional de Mexico D.F.; en esta novela sabemos al menos de dos, una que aparece con su nombre y personalidad alegre y licenciosa,
Marievna Vorobiov Stebelska, con la que tuvo una hija; y otra de la que no se da el nombre pero que al aparecer citada en la última carta como su «
amor mexicano» intuimos -o al menos intuyo yo- que la Bielova se refiere sin nombrarla a
Frida Kahlo.
Además de los femeninos otros personajes, también masculinos, aparecen en el relato. Son amigos de la pareja que acompañan a la Bielova en su desamparo y que la ayudan y aconsejan. Entre estos están los Zeting (Miguel y María) que cuidaron un tiempo a Dieguito, el hijo de Angelina y Rivera; Zadkin, amigo que aconseja a Beloff que venda algún esbozo dejado por Rivera para sobrevivir; Élie Faure, el amigo que le da puntual noticia de la deriva de Diego Rivera por tierras mexicanas; etc.
El librito de apenas 90 páginas bellamente editado por Impedimenta apareció en 1978 obteniendo enseguida un inmenso éxito. Es hasta el momento el libro más traducido de la escritora asentada en México desde que en 1942 llegara a ese país junto a su madre huyendo de los horrores de la IIª Guerra Mundial en Europa.
Título:
Querido Diego, te abraza Quiela
Autora: Elena Poniatowska
Editorial: Impedimenta
Año de edición: 2014
Páginas: 90
ISBN: 978-84-15979203