«Nací mestizo, cruce de mastín español y fila brasileña. Cuando cachorro tuve uno de esos nombres tiernos y ridículos que se les ponen a los perrillos recién nacidos, pero de aquello pasó demasiado tiempo. Lo he olvidado. Desde hace mucho todos me llaman Negro.»
Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)
Hace días que en el Abrevadero de Margot, donde se reúnen los chuchos del barrio, nada se sabe de Teo y de Boris el Guapo. Sus colegas presienten que detrás de su desaparición hay algo oscuro, siniestro, que los mantiene alerta. Lo ocurrido no puede ser nada bueno; lo sospechan todos y lo sabe su amigo el Negro, luchador retirado con cicatrices en el hocico y en la memoria. Para él es cuestión de instinto, de experiencia sobreviviendo en las situaciones más difíciles. Eso lo lleva a emprender un peligroso viaje al pasado, en busca de sus amigos.
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Arturo Pérez Reverte es un amante de los perros, confiesa haber tenido hasta cinco. Es la primera vez que los hace protagonistas de una obra de ficción aunque no hace mucho, en 2014, los utilizó para,
jugando con los distintos sentidos dados a las palabras, dar título a una recopilación de artículos suyos publicados en prensa.
"Perros e hijos de perra" es como se denomina el volumen, como se ve el doble sentido del sustantivo que designa a tan fiel animal está claro. Desde la mismísima introducción de este libro podemos leer cosas como que
«Ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio.»
Pero Pérez Reverte no es sólo un hombre que ama a los perros, es ante todo y sobre todo un magnífico escritor cuya abundante obra de contrastada calidad le ha procurado las mayores distinciones no siendo la menor desde luego la de académico de la Española desde el año 2003 donde ocupa el sillón T. Sus merecimientos literarios son evidentes y sus conocimientos en el amplio ámbito de la Literatura impresionantes. Se reconoce dentro de la gran tradición de la literatura española y universal rindiendo, en más de una ocasión, homenaje, en algunas de sus novelas, a distintos autores como Alejandro Dumas, Benito Pérez Galdós, Raymond Chandler o Patricia Highsmith. En ésta de la que hablamos es evidente que el escritor cartagenero vuelve sus ojos hacia Miguel de Cervantes a quien homenajea con esos perros que hablan y se comportan, no diré como, sino infinitamente mejor, que sus amos, los cuales sin embargo se tienen por seres superiores a ellos. Y es que, en efecto, son perros los protagonistas de esta última novela del novelista y académico: unos perros que hablan entre ellos, que interactúan mostrando compasión y amor hacia sus semejantes tal y como hicieran los cervantinos canes Cipión y Berganza que guardan el Hospital de la Resurrección de la ciudad de Valladolid hablando sobre sus distintos amos en la novela ejemplar "El coloquio de los perros".
Cervantes para no ser pillado en falta por la rigurosa Inquisición que andaba a vueltas con él sobre sus posibles antecedentes judaizantes echaba mano de niños, locos o animales para poner en su boca asuntos y opiniones que de otra manera le habrían acarreado a él no pocos sufrimientos. De igual manera cabe entender aquí que el novelista Pérez Reverte hace uso de esta imaginación: unos perros que hablan y discurren sobre variadas cosas según discurre la aventura de buscar y liberar a unos amigos secuestrados. En una de las muchas presentaciones de la novela el escritor hablaba de la tremenda censura a la que hoy día estamos todos sometidos por culpa de las redes sociales que machacan a todo aquel que lance o haya lanzado una frase políticamente incorrecta. "
Los perros son machistas", dice el escritor, "
si yo en lugar de estar describiendo situaciones o relaciones sexuales entre perros y perras lo hubiera hecho entre hombres y mujeres, al día siguiente me meten en la cárcel" Y proseguía diciendo "
estoy a favor de que el machismo sea acorralado pero no todo el mundo es así, como en Occidente..., no todo el mundo acepta nuestras reglas. Nada está garantizado".
Al tiempo que homenajea a Cervantes también lanza una llamada de atención al
buen trato hacia los animales, en especial hacia los perros que son abandonados por millares todos los años y que, pese a tratarse de seres vivos, se usan como meros objetos de regalo y diversión e incluso a veces se los educa en la violencia para que ataquen a los seres humanos o mueran en cruentos combates ilegales a dentelladas de otros congéneres suyos que en esa pelea hayan tenido mayor tino. A este respecto Pérez Reverte confiesa que durante la redacción de esta historia tenía también en mente a
Rudyard Kipling y su "
El libro de la selva" por la maravillosa manera que el escritor inglés nacido en la India tenía de entender el mundo animal.
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Arturo Pérez Reverte (foto de la Agencia EFE) |
Centrándonos en
la anécdota de esta narración vemos a
Negro, un perro mestizo cruce de mastín español y fila brasileña, que acude como muchos chuchos al Abrevadero de
Margot donde se ponen ciegos a beber agua anisada al estar el mismo junto a una destilería de anís. Allí manda
Margot, una boyera de Flandes, "
una perra resentida, áspera, feminista —ninguno de nosotros podía alardear de haberla montado nunca— y con muy mala leche". Negro es ahora un perro guardián pero en sus años jóvenes fue usado en peleas de perros de las que pudo escapar. Al Abrevadero acude cada noche toda un
abanico de razas de perros (xoloitzcuintle, mastín, fila brasileña, setter irlandés, dóberman, bóxer, galgo español, borzoi, sabueso rodesiano, beagle, husky siberiano, boyera de Flandes, teckel, caniche, dóberman, pastor belga, labrador, bodeguero, dogo alemán , gran danés, afgana, pitbull, pinscher alemán, rottweiler, etc.) y de tipos de
caracteres (el aristócrata, el chulo, el policía, el podenco culto y filósofo, la feminista, la prostituta, el homosexual, etc.). Allí conversan, discrepan, discuten... Un día
Teo y
Boris el Guapo faltan a la cita y
Negro se preocupa por ellos por lo que decide investigar. Todos sospechan de "
Helmut, un dóberman de pelaje pardo" que suele estar tumbado junto a otros dos camaradas frente a la "
librería de su dueño. La librería se llama Über Alles y está especializada en cosas de la Segunda Guerra Mundial, con biografías de un tal Hitler". Indagando, indagando Negro descubrirá que han sido secuestrados por humanos que lo hacen para utilizarlos como sparrings de otros perros utilizados en peleas ilegales. Negro que sufrió este destino durante su juventud decide intentar salvarlos.
Es una obrita en la que los personajes perros actúan con lealtad, sin doblez alguna, yendo a las cosas por derecho.
Mortimer, un teckel que ayuda a
Negro en su búsqueda, preguntado por qué lo hace responde: "
Me gustan quienes son leales, y en estos tiempos ya ni los perros lo somos". Si esto está sucediendo ya entre los perros ¿qué será entre los humanos, viene a decirnos Pérez Reverte. Pues lo que todos vemos y conocemos a diario: deslealtad, violencia, engaño, estupro, violación... es el pan nuestro de cada día. Y es que cuando las acciones humanas tienen por destinatarios el mundo cánido, la minusvaloración de la vida animal, la consideración que se les da de objetos de usar y tirar se evidencia en los ahorcamientos de galgos realizados al final de la temporada de caza o los frecuentes abandonos de animales al inicio del periodo estival: "
De cachorrillo de Navidad a estorbo para las vacaciones de verano", le dice a Negro
Tomás, un labrador que también ha sido secuestrado, y que antes de esto vagaba solitario por el campo.
Del amplio espectro de personajes perrunos que aparecen en la obra hay uno que tiene un importante papel. Es Agilulfo, "un podenco flaco, filósofo y culto". Agilulfo, dadas sus dotes intelectuales y filosóficas, está dotado en cierto sentido de poder adivinatorio y desde la página 2 de la novela le dice a Negro que nació para el combate, que es como "un guerrero antiguo con una estirpe gladiadora tan vieja como la historia de los humanos". Agilulfo, nombre que con buena dosis de humor pienso que Pérez Reverte toma del personaje de la novela "El caballero inexistente" de Italo Calvino es quien dentro de su imposibilidad de ser (los perros que hablan y discurren no existen. No podemos olvidarlo) lanza mensajes importantísimos: "Canis canis lupus" ('el perro es un lobo para el perro'); "Amicitia lucet aequales" (frase de Cicerón que es una invitación a buscar las cosas comunes y la igualdad con el amigo si es que se quiere mantener la amistad); "un perro es esclavo de lo que ladra y dueño de lo que calla"; y otras muchas más a lo largo de toda la novela en las que da la vuelta como a un calcetín a los aforismos más usados por los hombres. Pero sin duda la más llamativa, junto a la inicial antes señalada, es la que dice para explicar el derrotero de Teo, uno de los perros protagonistas: "Ha visto atacar naves en llamas más allá de Orión".
La frase anterior para quienes nos gusta la película "
Blade Runner" de
Ridley Scott sabemos que es la frase que cierra el monólogo final del replicante
Roy Batty para explicar su comportamiento. Sobre el sentido de la misma se ha especulado mucho aunque el más común es el de dar una suerte de explicación a lo inexplicable. ¿Por qué alguien cambia radicalmente de manera de actuar? Pues porque ha visto cosas que nadie jamás imaginaría. El mismo Pérez Reverte utiliza esta frase n "
Territorio Comanche" la novela que escribió en la que relata sus experiencias de reportero durante la guerra de la disolución de Yugoslavia. Él mismo ha confesado en reiteradas ocasiones que esas vivencias le cambiaron radicalmente. Pero aquí, en esta novela lo que me resulta significativo es cómo el escritor hace uso de
referencias literarias ("
El caballero inexistente" de
Italo Calvino ya citado) y fílmicas ("
Blade Runner") como apoyo a comportamientos de algunos de sus personajes.
A todo lo dicho hasta aquí habría que añadir el sentido del
humor y la ironía crítica tan
habitual en este autor. Por ejemplo me ha parecido de traca el diálogo entre un pastor francés y nuestro héroe, Negro, por el escaso vocabulario que sobre los órganos sexuales tiene el francés frente a los sinónimos que maneja el español:
"Date pog muegto, peggo español —gruñó el gabacho, bajito pero claro.
—Antes me vas a chupar el ciruelo —respondí—. Franchute de mierda.
Parpadeó, confuso.
—¿El cigüelo?
—La polla, subnormal"
Otro momento de humor con un componente crítico evidente es el del diálogo que en el lugar de secuestro mantiene
Boris el Guapo con tres perras que lo tienen totalmente agotado porque no hacen más que solicitarle prestaciones sexuales. Además, en la frase de simpatía que una de ellas le dirige llamándolo '
compi-yogui' viaja implícita una crítica a una alta personalidad del estado que usó la misma expresión para dirigirse en un mensaje de WhatsApp a un amigo que luego resultó encausado por corrupción. Desde luego Arturo Pérez Reverte no da puntada sin hilo.
En definitiva una novela que se lee con gusto. Una novela policial, detectivesca, en la que se dibuja un mundo distinto al de los hombres por los altos valores que alberga pero con constantes referencias críticas al nuestro pues los perros, animales nobles donde los haya, desgraciadamente dependen de sus amos de quienes no se puede decir que seamos nobles, leales y amigos hasta la muerte, desde luego.
Datos del libro
Autor: ARTURO PÉREZ REVERTE
Título: “Los perros duros no bailan”
Nº de páginas: 168 páginas.
Encuadernación: Tapa dura
Editorial: Alfaguara, 1ª Edición (5 de abril de 2018)
Lengua: CASTELLANO
ISBN-13: 978-8420432694
Precio:
En papel: 16,05€
Ebook: 8,54€