"Senderos de tinta" de Juan Cruz Lara Jiménez es una de las lecturas que me están ayudando a sobrellevar el confinamiento marceño. Mi política libresca es la de alternar o llevar a la vez lecturas complejas con otras más asequibles. "Senderos de tinta" pertenece al segundo grupo: tiene mucho de aventura, de evasión, de divertimento. Apropiada sin duda alguna para sobrellevar mejor las circunstancias actuales.
Sinopsis (de la contraportada del libro)
Una abadía a las afueras de Grenoble está a la espera de que entreguen un manuscrito que el abad ha pedido al monasterio Santo Petrini, cerca de Milán. Tras recibirlo y copiarlo, deberán devolverlo a la mayor brevedad. El encargado de trasladar el manuscrito es un rico mercader llamado Enrico, que, en compañía de Francesco -un humilde hombre que tiene una especial amistad con él- encontrará varias dificultades durante el viaje, pues el mercader posee una fórmula que ha descubierto, con unas propiedades que hacen que todo el que la posea pueda hacerse rico si sabe utilizarla. Durante la espera, en la abadía se sucederán unos hechos que no dejarán indiferentes a los clérigos que allí habitan.
Un noble señor pretende hacerse con la fórmula a través de sus poderosas amistades, extendiendo el rumor de que el mercader viaja con ella. Al poner a prueba dicha fórmula, Enrico está poniendo en peligro a personas de las que se rodea. A la llegada a una comarca a medio día de camino de Grenoble, se sucederá un hecho que hará que el gobernador se implique en una búsqueda junto al mercader, que finalizará con un beneficio mutuo. ¿Terminará el mercader con éxito el encargo?
Mi opinión
Agradezco a Juan Cruz Larala gentileza que ha tenido conmigo al enviarme un ejemplar de "Senderos de tinta", su segunda novela. Me agrada mucho poder avizorar desde la lejanía autores que quizás en un futuro no muy lejano sean importantes en el panorama literario español. Creo que Juan seguirá escribiendo historias interesantes como la de esta novela y a buen seguro irá depurando la forma cada vez más y consolidando un estilo personal que de seguro le hará tener seguidores incondicionales.
En "Senderos de tinta" viajamos con don Enrico, un mercador acogido en su niñez por Fray Rosino, bibliotecario en este momento de una abadía benedictina próxima a Grenoble. El viaje se realiza además de por la zona francesa cercana a Grenoble por el Piamonte y la Lombardía, hoy desgraciadamente esta última tan presente en los informativos de todo el mundo por culpa del indeseable COVID19. Acompañante de Enrico en su desplazamiento es Francesco, vecino suyo. Juntos constituyen una especie de don Quijote y Sancho, personajes con los que he encontrado más de una similitud, especialmente en el idealismo de uno y el pragmatismo del otro, así como en lo timorato que es el segundo frente al arrojo y valentía que demuestra el primero. Véase si no esta frase de don Enrico ante el miedo mostrado por Francesco en una situación: "- ¡Oh, Francesco -sonríó don Enrico-. Ya tendrás tiempo de darte un buen susto si nos ocurre algo."
Estos dos seres que se trasladan por esa zona noritaliana, con el Milán de los Sforza a punto de caer en poder de Francia y unos habitantes que ansían mejorar de condición económica, corren un peligro inmenso. La fórmula que Enrico posee es ansiada por poderosos como don Luciano y otros más bien menestrales que ven en ella la solución a sus problemas de liquidez.
Pero ¿por qué don Enrico realiza este periplo? Pues simplemente por eso de que es de bien nacidos ser agradecidos y don Enrico tiene amistad con Fray Rodrigo, abad del monasterio Santi Petrini, quien lo ha escogido para transportar unos manuscritos importantes para la Iglesia de Roma hasta la abadía de Grenoble que dirige Fray Remigio, un ser con cierta doblez.
Confieso que durante la lectura de los primeros capítulos (38 es el número total de los mismos) cuando ocurren ciertos sucesos misteriosos en el monasterio próximo a Grenoble, en la descripción de las diversas dependencias del mismo (biblioteca, capilla, sala capitular, huerto y herboristería, etc.) el recuerdo de la novela de Umberto Eco "El nombre de la rosa" no lograba sacarlo de mi cabeza. Sin embargo la investigación en ciernes de quién ha hecho determinada cosa no progresa en demasía quedando truncada la posible evolución de la misma al estilo de la novela culturalista del semiólogo italiano. Me agradó que así fuera pues en principio pensé que fácilmente "Senderos de tinta" sería una más a sumarse al listado de spin-off de la exitosa novela. Pero no, no es así, y eso me ha gustado.
La novela tiene ritmo y se lee con agrado. Es una historia lineal con personajes que bien podrían haber dado, quizás, algo más de juego. Estoy pensando concretamente en el abad fray Remigio y en ese descubrimiento que hace junto al ayudante del bibliotecario fray Rosino, personaje este último con quien se lleva rematadamente mal. Quizás, ¡ojalá!, Juan Cruz Lara, tire de este hilo en una posible novela siguiente pues los personajes "malos" en mi opinión siempre atraen al lector -estoy hablando por mí, claro- más que los justos, buenos y muy consecuentes.
Foto: Diario de Navarra (17_03_2020)
Es una novela para la que el autor se ha documentado debidamente y esto se nota en el lenguaje utilizado por los personajes; un lenguaje propio de la época en que se sitúa la historia -sin duda el siglo XVI- momento en que para relacionarse entre semejantes se utilizaba el 'tuteo' pero para hacerlo entre poderosos o de un inferior hacia un superior 'vos' era la forma pronominal de respeto. Asimismo Juan Cruz Lara va dejando esparcidos a lo largo del relato términos propios del mundo conventual propios de una abadía como "cillerero".
Pienso cuál sería el tema que señalaría como principal de entre otros posibles y claramente me inclino por el de la Amistad por encima del dinero, asunto que atraviesa todo el relato: "Tu vida. Francesco, es mucho más importante que el oro que puedas contar en lo que te resta de existencia". Y junto a éste destacaría también el de la Solidaridad: "me siento orgulloso de que mi trabajo sirva para algo más que para hacer fortuna". Estas dos frases las profiere el mercader don Enrico, protagonista absoluto de la narración.
Además de las frases citadas quisiera destacar dos más. La primera por ser aplicable a cualquier persona, incluidos lectores e incluso el autor; la segunda, por mostrar la belleza del lenguaje utilizado en ocasiones en el escrito:
"En cierta manera, esta misión le había servido para descubrir algo que estaba latente en su interior y para darse cuenta de que lo único importante que había en la vida, era la propia vida; que sin ella, todo estaba acabado."
"El silencio era absoluto y la calma total; sólo se escuchaba el disimulo de la noche"
El autor Biografía (tomada de la pagina de la editorial Círculo Rojo): Juan Cruz Lara nació en Pamplona (Navarra) en 1972. Su incursión en la escritura vino de la mano de un amigo, catedrático de filosofía, que lo introdujo en el mundo de las letras. Una treintena de artículos de opinión en periódicos locales, varios concursos de relato corto y su primera novela,"El silencio del muro", que se publicó en el año 2018, dieron paso a esta segunda historia: "Senderos de tinta".
Detalles del libro
ISBN:
9788413384955
Fecha de Lanzamiento:
24-enero-2020
Editorial: Círculo Rojo
Encuadernación:
Tapa blanda
Número de páginas:
272
Dimensiones:
21 x 15 cm
Idioma:
Castellano
Número de edición:
1
Género:
Novela - Narrativa
Subgénero:
Novela Española e Hispanoamericana
Hace exactamente un año que leí con mucho agrado la novela de Rafael Soler"El último gin tónic" [leer la reseñaaquí]. Casualidad ha sido que al año justo haya leído la última de sus obras en prosa, "Necesito una isla grande", que me ha gustado también muchísimo.
Esta vez el escritor valenciano sitúa su historia en una Residencia de ancianos dirigida con dictatorial mano de hierro por Asunción, gobernanta de la misma. Un grupo de residentes (Panocha, Pulga, Tomás, Coronel, Rocky y Carmina) constituyen la Resistencia a las rutinas e ignominias a las que por el mero hecho de ser mayores se ven sometidos: sopa de fideos, puré de verduras, agua por toda bebida, etc. En verdad ellos, pese a su edad avanzada, quieren hacer realidad el dicho de Panocha respecto a que "la vida había que vivirla a la manera de los cuerdos de atar", al extremo de que bajo la dirección de Tomás forman parte del grupo teatral de la Institución, del que Carmina es su secretaria, porque a ella le gusta muchísimo escribir relatos. El Comandante en jefe, la jefatura de este grupo disidente está a cargo de Panocha cuyo nombre real como no podía ser de otro modo en una pandilla ácrata es Liberto.
Por su edad estos seres se saben cercanos a la puerta de Salida. A veces, como a todos, claro, se les olvida, pero la vida cotidiana en la Residencia ya se encarga de recordárselo unas veces en forma de fallecimientos de vecinos como Cosme, a quien su cuidadora, Belén -una sudamericana-, lo encuentra un día muerto en su cuarto; y otras veces porque quienes marchan definitivamente son amigos próximos como le sucedió a Tomás con Pulga. Así arranca este relato, con Pulga en el suelo abandonando este mundo. Los cinco amigos restantes deciden abandonar la Residencia y disfrutar lo poco de vida que les reste como auténticos 'cuerdos de atar'. Un dinero sobrevenido será el impulso que necesitaban.
Como los ancianos de la novela del finlandés Arto Paasilinna, "Delicioso suicidio en grupo", diríase que los amigos de Pulga han decidido afrontar el final por sí mismos gozando de placeres que ya tenían olvidados en sus malas cabezas. Para ello emprenden un viaje físico e interior en una furgoneta vieja, tan deteriorada como ellos mismos, al estilo de los antiguos hippies que fueron. Naturalmente buscan el mar, ese mar a donde van a parar todos los ríos, todas las vidas. Quizás, piensa Tomás, allí encuentre esa isla grande que nunca tuvo y que por pequeña le lastró su vida. Disfrutan en el trayecto de la buena mesa, el alcohol, el juego e incluso el sexo; y también, de manera natural, el grupo se va viendo diezmado. Testimonio de este desastre vital, de este desgaire, deja escrito Carmina que en sus relatos sublima la penosa realidad y la eleva a categoría estética.
Al tiempo que se desarrolla la peripecia de los mayores, en paralelo está la de unos personajes adultos pero más jóvenes que los residentes. Son Julián, hijo de Tomás, que junto a su compañero Pablo tiene un programa radiofónico de madrugada en el que a raíz de una historia los oyentes participan opinando y aportando ideas. Pero la sesera, parece, se le está secando a Julián. El programa, sus historias, están agotadas, necesita nuevas remesas; por ello, junto a Cris, una joven estudiante de sociología que ha conocido recientemente, decide acompañar a este grupo de ancianos libertarios en su escapada.
La novela, formada por 28 capítulos divididos algunos de ellos en varias secuencias, tiene mucho de tratamiento cinematográfico. Mediante el procedimiento del flash back vamos conociendo momentos vitales de los personajes. Muchas de estas vueltas atrás aparecen literaturizadas en los relatos que escribe Carmina, la cabeza mejor amueblada de todos. Es a través de todos estos retornos que vemos a unos personajes perfectamente conformados, cada uno con sus cosas, su personalidad, su mochila a cuestas.
Ya en "El último gin tónic" destaqué como elemento importante en Rafael Soler el recurso del Humor. Si comparo ambos relatos creo que hay más humor en ésta, un tono humorístico que acompaña y lustra muchas de las situaciones que si no serían mucho más difíciles de digerir:
"Coronel era un bebedor tenaz, que nunca dejaba nada a medias, ni siquiera las botellas de vino rosado, que hay que tener valor" (p. 76)
"-Habitualmente nos morimos todos, Tomás. -Los viejos más, Coronel. Los viejos se mueren muchísimo.” (p. 129)
"El calvo lucía una camisa de flores, que llevaba por fuera, y unos zapatos marrones que cualquier tribunal habría aceptado como un agravante incuestionable." (p. 154)
Pero tener momentos de humor no quiere decir que "Necesito una isla grande" sea una novela humorística, para nada. Más bien nos encontramos ante una novela de filosofía práctica. Rafael Soler muestra a Tomás como personaje que no elude la realidad aunque ello le haga sufrir cierta angustia existencial que en ocasiones se precipita directamente en lo escatológico: "Su buen amigo Pulga bebía despacio. [...] Tomás hizo lo mismo, agitando la cabeza para alejar la imagen de cuanto acontecía al despuntar el tercer día: resignados en sus féretros, los abdómenes rompían su falsa turgencia dando suelta al gas hediondo de la muerte" (p. 79)
Se detecta en esta novela una apuesta decidida por la vida activa e independiente hasta el final. Estos personajes residentes se niegan a ser personas superfluas y, en línea con ese realismo duro y desgarrado que inunda el relato, no quieren vivir en una institución para desechos humanos porque -piensa Panocha, el promotor de esta escapada- "una Residencia, que es un eufemismo para no decir asilo, como si así fueran viejos de mejor ver, más llevaderos, porque no es lo mismo enviar a tu padre a una Residencia y que disfrute, que aparcarlo en un asilo y que reviente." (p. 133).
Los temas, duros, que aparecen en esta narración, presentados de manera desnuda o envueltos en un tono irónico o humorístico los enuncia Rafael Soler en una prosa impregnada de poesía. Y es que Rafael Soler es fundamentalmente poeta como atestiguan sus ocho poemarios, el último titulado "Leer después de quemar". En esta novela podrían destacarse muchísimos fragmentos henchidos de poesía. Para la reseña he elegido uno, entre otros posibles, que me parece importante y revelador del tono existencial predominante en el relato. Es una reflexión de Julián pensando sobre la futura y probable muerte de Tomás, su padre:
"Llegado ese momento él cerraría las persianas, y si acontecía al aire libre, el capuchón del cielo, un párpado tras otro para que su nube preferida - un acordeón con forma de campana - hiciera por una vez de centinela." (pág 82).
Y en esta enunciación la lengua se construye, de una manera natural, con proliferación de recursos narrativos. De ellos me ha llamado poderosamente la atención el empleo frecuente de la 2ª persona narrativa para transmitir esa idea del soliloquio, esa idea tan machadiana del 'converso con el hombre que siempre va conmigo', que es efectivamente lo que hacen no pocas veces los personajes que por edad, y en una o dos ocasiones por la finitud de su estado vital, piensan y reflexionan viéndose a sí mismos como desde fuera ("el segundo cuarenta y dos, que es con diferencia el mejor de todos, un segundo terminal para la vida que te falta, Rocky, la vida que tienes entera por vivir", pág. 125); otras veces es el propio narrador externo quien en un momento dado pone de su propia experiencia para explicarse mejor ("se aclaró sin mucho éxito la voz, pues cuando tienes el mirar turbio la voz es solo un eco", pág. 76)
También embellecen el relato y hacen que la lectura sea más gustosa y en varios momentos divertida creaciones léxicas y relaciones sintagmáticas sorprendentes, muy poéticas, que abundan en la narración. Ejemplo de ambos recursos lo tenemos cuando Panocha refiere para sus adentros -en estilo indirecto libre-, involucrándose en lo que cuenta, un sanguinolento acceso de tos que le ha sobrevenido a Tomás: "No tenía pañuelo, cagoentodo. Por un error de cálculo y de vida había salido de su cuarto sin salud y sin pañuelo"
El peso de la historia recae sobre los dos personajes más literarios: Tomás, periodista cuando activo y ahora director del grupo teatral de la Residencia, está constantemente ideando titulares y tiradas sintácticas adecuadas para un artículo periodístico. Esos titulares que repentiza y esas frases que se le ocurren están preñados la mayoría de las veces de humor negro pues la mayoría se le ocurren a propósito de la terrible enfermedad que anida en él desde hace unos meses:
[a Tomás] "le gustó aquella imagen. Carcinomas al primer hervor, sopa terminal, metástasis en su mejor punto, fin de la función."
"INTENTA POSPONER COMA ETÍLICO CON DIVAGACIONES FILOSÓFICAS DE MEDIO PELO" (como titular)
El otro gran personaje de esta novela poética es sin lugar a dudas Carmina. Ella es la autora de los relatos que literaturizan y en parte subliman la penosa realidad en que viven estos cinco ancianos, incluida ella en el quinteto, que han decidido poner tierra de por medioy escapar así al menos de la dura realidad que se les avecinaba en la Residencia. Carmina es el ser que sirve de hilazón intergeneracional: ayuda a Julián a salir de la sequía creativa por la que está pasando y que está abocando al fracaso a su programa radiofónico; entiende perfectamente a Cris, la joven libre y vital, que lo acompaña; y al tiempo es sabedora de toda la problemática existencial del grupo de ancianos a quienes procurará una solución.
Esa solución se encuentra al lado de ese mar donde ella vivió de niña junto a Baltasar, su padre, un ser libre que como el mítico actor Stewart Granger -el Cine es una referencia constante en la novela- no dejó que nadie dirigiera su vida. Carmina, por ello, admiraba mucho a su padre y allí junto a ese mar a donde por azar ahora ha regresado recuerda el primer verso que compuso a los 15 años ('Un mar severamente oscuro'); verso al que luego vinieron a juntarse después muchos otros "de los que hacen a un poeta sin una coma de más ni una palabra de menos, historias que merecen ser contadas en su parque de Lyon, a la salida de un concierto, en tantos años que enlazaron su ilusión por conocer la India con una vejez que llegó de improviso, y la dejó sin más compañía que una vida imaginada enteramente suya". (pág 130). O sea, el brutal e inmisericorde paso de la vida. Con esta solución que viene en parte de mano de la literatura, en cierta manera ella cierra el círculo.
En definitiva, "Necesito una isla grande" es una novela entretenida, profunda, que se lee muy bien, con un ritmo ágil muy cinematográfico, que toca temas sensibles y muy actuales: la vejez, la desinhibición en todos los terrenos de los jóvenes, la necesidad de tener siempre proyectos en ciernes, la salvación a través del arte... Lectura más que recomendable la de esta novela de Rafael Soler, un escritor que siempre sorprende por su libertad creativa, por el lirismo de su prosa, por su ironía, por sus personajes, por la sentimentalidad de la que los provee... por su innegable maestría.
De nuevo, aunque en circunstancias muy distintas, llega el Día Mundial de la Poesía. Este año estamos inmersos en una lucha sin cuartel contra un enemigo silente, huidizo, traidor, el Covid-19. Jamás nos habíamos visto en otra igual. Es ahora cuando la Poesía con la profundidad a la que llega, a la que nos lleva, se hace, quizás más necesaria que nunca.
Como otras veces (en 2017 y en 2019) los poemas que incluyo en este post para celebrar el Día de la Poesía 2020 son los que mes a mes durante el pasado año los tertulianos de "más que palabras..." aportamos como guinda poética final a algunas de nuestras reuniones mensuales. ¡No todo va a ser prosa! Con esta entrega finalizo por ahora lo que he venido en llamar "Florilegio poético".
¡¡Feliz Día de la Poesía para todos!!
Septiembre de 2018
Angel González 'Inventario de lugares propicios al amor'
(de “Tratado de Urbanismo”, 1967)
Son pocos. La primavera está muy prestigiada, pero Es mejor el verano. Y también esas grietas que el otoño Forma al interceder con los domingos En algunas ciudades Ya de por sí amarillas como plátanos El invierno elimina muchos sitios: Quicios de puertas orientadas al Norte, Orillas de los ríos, Bancos públicos. Los contrafuertes exteriores De las viejas iglesias Dejan a veces huecos Utilizables aunque caiga nieve. Pero desengañémonos: las bajas Temperaturas y los vientos húmedos Lo dificultan todo. Las ordenanzas, además, proscriben La caricia (con exenciones Para determinadas zonas epidérmicas -sin interés alguno- En niños, perros y otros animales) Y el “no tocar, peligro de ignominia” Puede leerse en miles de miradas. ¿A dónde huir, entonces? Por todas partes ojos bizcos, Córneas torturadas, Implacables pupilas, Retinas reticentes, Vigilan, desconfían amenazan. Queda quizá el recurso de andar solo, De vaciar el alma de ternura Y llenarla de hastío e indiferencia, En este tiempo hostil, propicio al odio.
Ángela Figuera Aymerich
'JUGANDO'
(“Cuentos tontos para niños listos”)
-¿Redonda? - La Luna. -¿Y redondo? - El Sol -¿Redonda? - La bola. -¿Redondo? - El balón -¿Redonda? - La fresa. -¿Redondo? - El fresón -¿Redonda? - La rosca. -¿Redondo? - El roscón -¿Redonda? - La lima. -¿Redondo? - El limón -¿Redonda? - La plaza. -¿Redondo? - El balcón -¿Redonda? - La torre. -¿Redondo? - El reloj -¿Redonda? - Tu cara. -¿Redondo? - Mi corazón -Tu corazón no es redondo -Tú ¿lo ves? - ¡Claro que no! -Entonces, ¿cómo lo sabes? -Porque sí. - ¡Vaya razón! -Es mío y sé que es redondo.
- Pues ya no juego.
- Ni yo.
Octubre de 2018
"VALGO"
(poema en prosa de la poeta norteamericana Nadine Stair publicado en 1978 dentro de su poemario "Instantes". Hay quienes se lo atribuyen a Jorge Luis Borges)
De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré. Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía. Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda. Trate siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome). Hago solo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran. Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido. Aprendí que en esta vida nada es seguro, solo la muerte… por eso disfruto el momento y lo que tengo. Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mi me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea. Que la verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla. Que quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas. Que ser fiel no es una obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti. Eso es vivir…La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sin sabores… aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables. Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón pero siempre hay alguien realmente a dispuesto a sanarlas con la ayuda de Dios. Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre. Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan. Lo mejor está por venir.
Febrero de 2019
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!
Marzo de 2019
HUESOS COMO DARDOS
Elvira Daudet (“Cuadernos del delirio”)
En la casa de niebla en la que habito
La vida y sus asuntos
ocupan cada día menos sitio.
Todo lo llenas tu, cual okupa desatento
Con todo lo que amabas: las mujeres, el cine
Los libros subrayados.
A veces me tropiezo con tu fría mirada
que intenta confesarme algo que nunca supe
y quisiera comprender. Pero enseguida
regresa desdeñosa hacia la nada.
Y es inútil buscarte nuevamente
ordenando las ruinas del pasado
para saber quién fuiste, quien era yo a tus ojos
que esperabas de mí, cual fue mi culpa
si alguna vez me amaste.
¿Qué habías perdido, amor, o que buscabas
en el vientre más negro de la noche,
que hoy se que no encontraste
en tu vagar errante y sin destino?
No dejaste en tu huida un soplo de esperanza
Ni pan en la despensa. Solamente
afloró del naufragio la palabra
-herramienta para salvar el nido y los polluelos -
Y un saco de preguntas sin respuestas
Oxidados silencios,
Tan cobardes y amargos como lo fue tu fuga,
Antes de refugiarte vilmente en el vacío
y arrojarme a los ojos tus cenizas
y al corazón tus huesos como dardos.
Junio de 2019
Junio de 2019 marcó en la vida de la Tertulia "más que palabras..." un antes y un después: Hasta este momento nunca habíamos realizado una tertulia homenaje a un poeta, en esta ocasión de Federico García Lorca, de quien ese año se celebraba el Centenario de su llegada a la Residencia de Estudiantes de Madrid en 1919. Todo el apartado que desde su implantación convenimos en llamar Rincón poético se centró ese día [Crónica completa de la Tertulia aquí] única y exclusivamente en nuestro gran poeta granadino con poemas recitados por su contemporánea Margarita Xirgú, y otros puestos en boca de la tertuliana Mercedes Sánchez o de quien esto escribe. Creo que no puede haber mejor homenaje a la Poesía que recordar, leer y/o escuchar estos bellos poemas lorquianos.
¿Y el 'después'? Bueno, el 'después' es que tras este castillo poético, tras esta mascletá poética, diríase que los tertulianos quedamos exhaustos y el Rincón poético ha pasado por ahora a dormitar esperando otro momento que lo desperece y vuelva a ocupar ese lugar, pequeño pero hermoso, dentro de nuestras reuniones literarias.
SAN GABRIEL –SEVILLA-
(Romancero Gitano) A D. Agustín Viñuales
[Recita el poema Margarita Xirgú]
I Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente, ronda la desierta calle. Sus zapatos de charol rompen las dalias del aire, con los dos ritmos que cantan breves lutos celestiales. En la ribera del mar no hay palma que se le iguale, ni emperador coronado, ni lucero caminante. Cuando la cabeza inclina sobre su pecho de jaspe, la noche busca llanuras porque quiere arrodillarse. Las guitarras suenan solas para San Gabriel Arcángel, domador de palomillas y enemigo de los sauces. San Gabriel: El niño llora en el vientre de su madre. No olvides que los gitanos te regalaron el traje. II Anunciación de los Reyes, bien lunada y mal vestida, abre la puerta al lucero que por la calle venía. El Arcángel San Gabriel, entre azucena y sonrisa, biznieto de la Giralda, se acercaba de visita. En su chaleco bordado grillos ocultos palpitan. Las estrellas de la noche se volvieron campanillas. San Gabriel: Aquí me tienes con tres clavos de alegría. Tu fulgor abre jazmines sobre mi cara encendida. Dios te salve, Anunciación. Morena de maravilla. Tendrás un niño más bello que los tallos de la brisa. ¡Ay, San Gabriel de mis ojos! !Gabrielillo de mi vida!, Para sentarte yo sueño un sillón de clavellinas. Dios te salve, Anunciación, bien lunada y mal vestida. Tu niño tendrá en el pecho un lunar y tres heridas. ¡Ay, San Gabriel que reluces! ¡Gabrielillo de mi vidal! En el fondo de mis pechos ya nace la leche tibia. Dios te salve, Anunciación. Madre de cien dinastías. Áridos lucen tus ojos, paisajes de caballista. El niño canta en el seno de Anunciación sorprendida. Tres balas de almendra verde tiemblan en su vocecita. Ya San Gabriel en el aire por una escala subía. Las estrellas de la noche se volvieron siemprevivas.
Romance de la Guardia Civil
(Romancero Gitano) A Juan Guerrero, cónsul general de la poesía
[Recita el poema Margarita Xirgú]
Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras. Con el alma de charol vienen por la carretera. Jorobados y nocturnos, por donde animan ordenan silencios de goma oscura y miedos de fina arena. Pasan, si quieren pasar, y ocultan en la cabeza una vaga astronomía de pistolas inconcretas. ¡Oh ciudad de los gitanos! En las esquinas, banderas. La luna y la calabaza con las guindas se conserva. ¡Oh ciudad de los gitanos! Ciudad de dolor y almizcle, con las torres de canela. Cuando llegaba la noche, noche que noche nochera, los gitanos en sus fraguas forjaban soles y flechas. Un caballo malherido llamaba a todas las puertas. Gallos de vidrio cantaban por Jerez de la Frontera. El viento, vuelve desnudo la esquina de la sorpresa, en la noche platinoche, noche, que noche nochera. La Virgen y San José perdieron sus castañuelas, y buscan a los gitanos para ver si las encuentran. La Virgen viene vestida con un traje de alcaldesa, de papel de chocolate con los collares de almendras. San José mueve los brazos bajo una capa de seda. Detrás va Pedro Domecq con tres sultanes de Persia. La media luna soñaba un éxtasis de cigüeña. Estandartes y faroles invaden las azoteas. Por los espejos sollozan bailarinas sin caderas. Agua y sombra, sombra y agua por Jerez de la Frontera. ¡Oh ciudad de los gitanos! En las esquinas, banderas. Apaga tus verdes luces que viene la benemérita ¡Oh ciudad de los gitanos! ¿Quién te vio y no te recuerda? Dejadla lejos del mar, sin peines para sus crenchas. Avanzan de dos en fondo a la ciudad de la fiesta. Un rumor de siemprevivas invade las cartucheras. Avanzan de dos en fondo. Doble nocturno de tela. El cielo se les antoja una vitrina de espuelas. La ciudad, libre de miedo, multiplicaba sus puertas. Cuarenta guardias civiles entraron a saco por ellas. Los relojes se pararon, y el coñac de las botellas se disfrazó de noviembre para no infundir sospechas. Un vuelo de gritos largos se levantó en las veletas. Los sables cortan las brisas que los cascos atropellan. Por las calles de penumbra huyen las gitanas viejas con los caballos dormidos y las orzas de moneda. Por las calles empinadas suben las capas siniestras, dejando detrás fugaces remolinos de tijeras. En el portal de Belén los gitanos se congregan. San José, lleno de heridas, amortaja a una doncella. Tercos fusiles agudos por toda la noche suenan. La Virgen cura a los niños con salivilla de estrella. Pero la guardia civil avanza sembrando hogueras, donde joven y desnuda la imaginación se quema. Rosa la de los Camborios gime sentada en su puerta con sus dos pechos cortados puestos en una bandeja. Y otras muchachas corrían perseguidas por sus trenzas; en un aire donde estallan rosas de pólvora negra. Cuando todos los tejados eran surcos en la tierra, el alba meció sus hombros en largo perfil de piedra. ¡Oh ciudad de los gitanos! La guardia civil se aleja por un túnel de silencio mientras las llamas te cercan. ¡Oh ciudad de los gitanos! ¿Quién te vio y no te recuerda? Que te busquen en mi frente. Juego de luna y arena.
➤ Poemas pertenecientes a la década de los años veinte
Romance sonámbulo
(Romancero Gitano , 1928)
A Gloria Giner y Fernando de los Ríos
Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga. Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando desde los puertos de Cabra. Si yo pudiera, mocito, este trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sábanas de holanda. ¿ No veis la herida que tengo desde el pecho a la garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo. Ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, ¡Dejadme subir!, dejadme hasta las altas barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua. Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal, herían la madrugada. Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está tu niña amarga? ¡Cuántas veces te esperó! ¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! Sobre el rostro del aljibe, se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Un carámbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso íntima
como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaña
Canción del mariquita
(“Canciones” 1921 – 1924)
El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza los bucles de su cabeza. Por los patios gritan loros, surtidores de planetas. El mariquita se adorna con un jazmín sinvergüenza. La tarde se pone extraña de peines y enredaderas. El escándalo temblaba rayado como una cebra. ¡Los mariquitas del Sur cantan en las azoteas!
LUCÍA MARTÍNEZ - EROS CON BASTÓN
(“Canciones” 1921 – 1924)
Lucía Martínez. Umbría de seda roja. Tus muslos como la tarde van de la luz a la sombra. Los azabaches recónditos oscurecen tus magnolias. Aquí estoy, Lucía Martínez. Vengo a consumir tu boca y a arrastrarle del cabello en madrugada de conchas. Porque quiero, y porque puedo. Umbría de seda roja.
Romance del Emplazado
(Romancero Gitano)
A Emilio Aladrén
[Recita el poema Margarita Xirgú]
¡Mi soledad sin descanso! Ojos chicos de mi cuerpo y grandes de mi caballo, no se cierran por la noche ni miran al otro lado, donde se aleja tranquilo un sueño de trece barcos. Sino que, limpios y duros escuderos desvelados, mis ojos miran un norte de metales y peñascos, donde mi cuerpo sin venas consulta naipes helados. * Los densos bueyes del agua embisten a los muchachos que se bañan en las lunas de sus cuernos ondulados. Y los martillos cantaban sobre los yunques sonámbulos ,
el insomnio del jinete y el insomnio del caballo. * El veinticinco de junio le dijeron a el Amargo: Ya puedes cortar si gustas las adelfas de tu patio. Pinta una cruz en la puerta y pon tu nombre debajo, porque cicutas y ortigas nacerán en tu costado, y agujas de cal mojada te morderán los zapatos. * Será de noche, en lo oscuro, por los montes imantados, donde los bueyes del agua beben los juncos soñando. Pide luces y campanas. Aprende a cruzar las manos, y gusta los aires fríos de metales y peñascos. Porque dentro de dos meses yacerás amortajado. * Espadón de nebulosa mueve en el aire Santiago. Grave silencio, de espalda, manaba el cielo combado. * El veinticinco de junio abrió sus ojos Amargo, y el veinticinco de agosto se tendió para cerrarlos. Hombres bajaban la calle para ver al emplazado, que fijaba sobre el muro su soledad con descanso. Y la sábana impecable, de duro acento romano, daba equilibrio a la muerte con las rectas de sus paños.
➤ Poemas de los años treinta
LA COGIDA Y LA MUERTE
(“Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”, 1935)
[recita Mercedes Sánchez]
A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y sólo muerte a las cinco de la tarde. El viento se llevó los algodones a las cinco de la tarde. Y el óxido sembró cristal y níquel a las cinco de la tarde. Ya luchan la paloma y el leopardo a las cinco de la tarde. Y un muslo con un asta desolada a las cinco de la tarde. Comenzaron los sones del bordón a las cinco de la tarde. Las campanas de arsénico y el humo a las cinco de la tarde. En las esquinas grupos de silencio a las cinco de la tarde. ¡Y el toro, solo corazón arriba! a las cinco de la tarde. Cuando el sudor de nieve fue llegando a las cinco de la tarde, cuando la plaza se cubrió de yodo a las cinco de la tarde, la muerte puso huevos en la herida a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. A las cinco en punto de la tarde. Un ataúd con ruedas es la cama a las cinco de la tarde. Huesos y flautas suenan en su oído a las cinco de la tarde. El toro ya mugía por su frente a las cinco de la tarde. El cuarto se irisaba de agonía a las cinco de la tarde. A lo lejos ya viene la gangrena a las cinco de la tarde. Trompa de lirio por las verdes ingles a las cinco de la tarde. Las heridas quemaban como soles a las cinco de la tarde, y el gentío rompía las ventanas a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. ¡Ay qué terribles cinco de la tarde! ¡Eran las cinco en todos los relojes! ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
SONETO DE LA GUIRNALDA DE ROSAS
("Sonetos del amor oscuro", 1936)
¡Esa guirnalda! ¡pronto! ¡que me muero! ¡Teje deprisa! ¡canta! ¡gime! ¡canta! que la sombra me enturbia la garganta y otra vez y mil la luz de enero. Entre lo que me quieres y te quiero, aire de estrellas y temblor de planta, espesura de anémonas levanta con oscuro gemir un año entero. Goza el fresco paisaje de mi herida, quiebra juncos y arroyos delicados. Bebe en muslo de miel sangre vertida. Pero ¡pronto! Que unidos, enlazados, boca rota de amor y alma mordida, el tiempo nos encuentre destrozados.
El poeta pide a su amor que le escriba
(“Sonetos del amor oscuro”, 1936)
[recita Mercedes Sánchez]
Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte Ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura
SONETO DE LA DULCE QUEJA
("Sonetos del amor oscuro", 1936)
[recitado cantado por Pablo Guerrero]
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua, y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas; y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento. Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío, no me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado.
"Nada de todo eso fue real; nada fue real.
Todo fue real, inconcebiblemente real, infinitamente amado.
Todas estas y otras cosas empezaron siendo nada, algo latente en el seno de un enorme caldo de energía, pero luego les pusimos nombres y las amamos, y de esa forma las hicimos aparecer.
Y ahora tenemos que perderlas.
Os mando esto, queridos amigos, antes de marcharme con esta ráfaga instantánea de pensamiento, desde un sitio donde el tiempo se ralentiza y después de detiene y podemos vivir eternamente en un solo instante.
Adiós adiós ad roger bevins iii"
La novela resulta extraña desde el propio título. ¿Qué es eso del Bardo con mayúscula? En español "bardo" sólo existe como nombre común con el significado de 'vate, poeta, recitador acompañado o no de música', pero no existe como nombre propio y tampoco como topónimo. Según leemos vamos entendiendo la cosa, quizás sea uno de los elementos utilizados por el escritor para mantener el interés del lector. Porque ¿hay alguien que sepa sin acudir a fuentes exegéticas poco comunes que 'Bardo' es en la cultura tibetana literalmente 'estado intermedio' entre dos estadios, o entre dos vidas? En el caso concreto del libro de George Saunders estamos en un limbo: ya no es Vida y tampoco del todo Muerte. En mi opinión -y en la de Alberto Olmos que es a quien se la he leído- acierta en la traducción una editorial portuguesa que la titula "Lincoln en el Limbo". Hombre esto sería otra cosa.
Solventada esta primera dificultad entramos de lleno en la novela. Vemos a un presidente Abraham Lincoln, que tiene a su hijo Willie de doce años enfermo en la cama, celebrando una fiesta en su residencia a propuesta de su esposa Mary Ann Todd. Es 5 de febrero de 1862 y en la puerta de la mansión presidencial a donde van llegando los coches con un montón de invitados hace un frío atroz. Él y su esposa Ann estuvieron tentados de suspender la recepción por la enfermedad de Willie pero el doctor les aseguró que estaba mejor. Confiados en su dictamen atendieron a sus invitados hasta altas horas de la madrugada. El destino quiso que el niño al día siguiente y los posteriores no mejorara muriendo finalmente el 24 de ese mismo mes.
La tarde del día de la muerte del chico desde la casa del presidente carruajes llenos de personas acompañaron a la familia hasta la Capilla del Cementerio donde tras las preces quedó el cajón de enfermo en el que habían colocado el cuerpo sin vida de Willie. Al día siguiente sólo tres personas, una de ellas el presidente volvieron a la Capilla para llevar a Willie hasta su lugar de descanso definitivo en la cripta propiedad del juez Carroll, amigo de la familia. Y allí lo dejaron.
Él lleva siendo presidente desde 1861 y el país está enfangado en una guerra civil que está causando no pocos muertos. Abe Lincoln está muy preocupado. Por este motivo, además de por la enfermedad que padecía Willie, la fiesta que celebró el 5 de febrero fue muy criticada pues mientras muchos americanos morían en el campo de batalla su Presidente -decían los más críticos- se divertía en costosas recepciones.
He dicho más arriba que la novela produce al leerla cierta extrañeza. La misma se acrecienta con las notas a pie de párrafo cuya pretensión dentro del relato, en mi opinión, es la de transmitir certidumbre documental. Certidumbre de la que en un principio dudé; sospechaba que era un ardid novelesco más, o sea, que no existían esas obras de títulos altisonantes de las que extraía las citas que acompasadamente se ajustan unas con otras para elaborar un relato coherente. Pero sí, tras hacer indagaciones en los arcanos de internet pude concluir que las obras existen y que George Saunders ha realizado sobre la figura del 16º presidente de los Estados Unidos una investigación amplia y exhaustiva. Todo en esta parte documental y documentada pertenece al campo de la realidad, de las certezas (la guerra civil americana, la muerte del hijo ese día de ese año, la relación difícil con su esposa Mary Ann, el carácter introspectivo del presidente, sus sentimientos religiosos no identificables del todo...), de -empleando terminología tomada de esta novela- la vida de antes.
Los capítulos referidos al mundo de la Realidad unas veces se suceden ininterrumpidamente, otras se alternan desordenadamente con los otros -los más numerosos- del ámbito del Bardo en los que los personajes emiten sus parlamentos cual si de una obra de teatro se tratase, e incluso hay ocasiones en que ambos mundos se fusionan y es difícil deslindarlos. Dos personajes soportan el relato en el mundo de la no realidad: un tal roger bevins iii y otro de nombre hans vollman. Habrá quien al ver cómo he escrito estos dos nombres propios pensará que me he equivocado, que es error mío. Efectivamente podría serlo; pero no, es así como aparecen citados no sólo estos dos nombres -auténticos protagonistas, junto al reverendo everly thomas, de esta dimensión del relato- sino los de todos aquellos que comparten la misma ubicación en ese lugar a donde han llevado el cajón de enfermo de Willie.
Constatamos, pues, que aunque estamos en un mundo de apariencia real, sin embargo hay detalles como este de las citaciones que se apartan de su normalidad. Aquí todo está al revés, y no sólo en las citas a pie de párrafo -¡otra anormalidad!- sino en las que sólo usan el nombre de quien habla que, además de contravenir la convención ortográfica de escribir los nombres propios, en lugar de ir delante de lo dicho aparecen tras el parlamento efectuado. ¡Raro, desde luego!
Willie Lincoln ( Babelia, El Pais, 4-6-2018)
La parte mollar de la historia narrada sucede la tarde-noche del 25 de febrero de 1862, día del enterramiento de Willie fallecido el día anterior. Durante este periodo nocturno que va del 25 al 26 se cruzan dos dimensiones -la vida de antes y la vida de enfermos- en el Cementerio donde en una cripta prestada yacen los restos mortales de Willie quien ha sido animosamente recibido por aquellos que, nocherniegos, vagan por entre tumbas y criptas hasta el amanecer. Estas almas en pena abandonan sus cuerpos asquerosos que se pudren en los cajones de enfermo y hablan, recuerdan, pasean, se insultan, se pelean o se ayudan, se cuentan sus vidas y procuran por todos los medios vivir en ese limbo que es ese estar entre dos aguas: muertos para los vivos, pero aún enfermos para los que viven de este otro lado de la verja. Eso es el 'Bardo' esta dimensión irreal, inexistente, en la que "viven" equivocados todos estos seres.
Lo importante de la historia es que el principal personaje del mundo auténtico, el presidente Abraham Lincoln, penetra en esta irrealidad que viven los fallecidos debido a la gran pena, el inmenso dolor que le ha provocado la muerte de su queridísimo hijo. Hay un momento en que parece que se va a poder vencer al Destino inexorable, un instante en que Él está a punto de llevarse consigo fuera del Cementerio el cuerpo de su hijo. Pero se impone la cordura y la imposibilidad de modificar lo ocurrido; se impone en la mente de Abe Lincoln la asunción de la pena, del duelo, y la necesidad de mirar a la única dimensión -la vida real- en la que Él puede intervenir y mejorar la vida de otros: la de su hijo Tad que también estaba enfermo pero que afortunadamente mejora rápidamente y la de los cientos de miles de negros, -de "Tizones" como los llama el sudista y esclavista teniente stone- que si el Norte que Él comanda gana la Guerra de Secesión en curso conseguirán la libertad.
Una novela que temáticamente nos sitúa en el campo de la extrañeza, de la rareza..., formalmente no puede presentar los asuntos más que del mismo modo: de manera extraña, rara, o sea, entrando en el campo de la llamada literatura experimental. Sí, en efecto, hay mucho de experimentalismo formal en esta novela en la que los acontecimientos rompen nuestra idea de normalidad. Y para marcarlos debidamente utiliza recursos como los siguientes:
Supresión de signos de puntuación cuando es Willie quien habla
Frases inconclusas para significar la otra dimensión y entidad que es el Bardo, ese limbo en que están las ¿almas? de los fallecidos
Se juega con el formato de las grafías usando la cursiva para marcar los intentos de intervención en el mundo real (normalmente en la voluntad de Abraham Lincoln) por parte de los habitantes de este Bardo. ¡Increíble!
La forma teatral del diálogo entre estos habitantes y la construcción de una novela documental tipo ensayo de investigación. Literatura híbrida, que rompe los límites entre géneros.
Pluralidad de puntos de vista en la presentación distinta y hasta opuesta de un mismo hecho. Esto se da esencialmente en los capítulos con citas al pie. Entra aquí el autor en esa corriente tan actual de considerar que escribir no es otra cosa que citar lo dicho por otras personas (Walter Benjamin llegó a decir en un momento dado: "Me gustaría escribir un libro exclusivamente con citas"). Eso es precisamente lo que en esta novela experimental realiza George Saunders en los capítulos situados en el ámbito de lo Real. También muchas veces ocurre lo mismo en el espacio límbico pues los tres personajes principales de este campo (roger bevins iii, hans vollman y reverendo everly thomas) no siempre cuentan igual un mismo hecho.
Creaciones léxicas para significar realizaciones fuera de lo común o inefables. La fundamental es la expresión del fenómeno 'fuegosonido / materialuzqueflorece' que acompaña a cuantas salidas del Bardo suceden.
Anulación del tiempo dada la dimensión de no-realidad en que viven los habitantes del Bardo. En este tiempo desaparecido unos y otros perciben en un no-tiempo todo lo vivido por cada uno de ellos hasta abandonar la vida de antes e incluso lo que no han vivido ni podrán vivir jamás aunque pudiera haber sucedido. Hay personajes como el teniente stone que llevan allí 20000 noches y otros como Willie que llegaron esa misma tarde pero el tiempo y conocimiento en ambos es el mismo.
Por último, también de experimental cabe citar la presentación de la Realidad social a través del mundo idealizado, irreal, onírico, falso o inexistente del Bardo. Allí está todo el espectro de una Comunidad: los libertinos, los oprimidos, los opresores, los homosexuales que esconden su orientación sexual, los clerigos que temen la vida del más allá, los pederastas, los padres amantísimos, los soldados, los esclavos negros ( los 'tizones' y dentro de este sector: los que no se consideran muy discriminados, las esclavas violadas salvajemente, los brutalmente tratados...)… En definitiva un cuadro coral del autentico personaje de la novela: el pueblo norteamericano.
Final
Acabo la reseña señalando que esta novela es la primera escrita por su autor, George Saunders, quien hasta el momento en el mundo literario norteamericano era conocido por sus cuentos y relatos breves. La novela apareció en USA en 2017 siendo muy bien recibida por la intelectualidad del país (Thomas Pynchon, Zadie Smith, Jonathan Franzen…) y recibiendo el Premio Booket.
George Saunders con el Premio Man Booker 2017 (Foto: Efe)
Pienso que la novela cumple también un papel importante en la batalla política norteamericana que ha escindido el país en dos mitades irreconciliables: los partidarios de Donald Trump que llegó a la presidencia en enero de 2017 con un discurso racista, proteccionista, supremacista..., en definitiva, tradicional; y los partidarios de un país abierto al mundo, receptivo, que abandone los tradicionales raíles económicos y sociales, que proteja a los sectores desfavorecidos (afroamericanos, mujeres, homosexuales...), o sea, la sociedad por la que abogan la mayoría de los intelectuales del país.
Desde luego George Saunders en "Lincoln en el Bardo" presenta frente al populista Trump a un presidente serio y comprometido como Lincoln, y se decanta claramente a través del experimentalismo literario por una sociedad avanzada y transformadora. Lo que ya no tengo tan claro es que su alegato socio-político -si es que existe- sea comprendido por esa mayoría social que apenas lee y que odia a los intelectuales porque siempre les están recriminando su falta de compromiso, su conformismo, etc. La democracia es el mejor sistema político de los posibles pero cuando va acompañado de incultura y manipulación populista ocurre lo que por doquier estamos viendo. Es el signo de los tiempos, parece. Lástima.
"Miedo", es sin duda el término más repetido actualmente por culpa de la crisis sanitaria mundial en que estamos inmersos. Hay miedo, existe el miedo, miedo a la enfermedad en general, miedo a contraerla, miedo a morir por su culpa, miedo al 'otro' por desconfianza, miedo a ser infectado, miedo a infectar, ... El Miedo es el nuevo dueño de nuestras vidas. Siempre ha existido el miedo, aunque este sentimiento habitualmente se viva en silencio y soledad y no como ahora que es comunitario.
La reflexión anterior ha surgido en mí al recordar, en la situación actual, el título de una de las novelas cortas de Stefan Zweig, "Miedo", que, dado su título, he vuelto a leer. Se trata de una novelita de apenas 70 páginas -una de las 'nouvelles' del escritor austriaco- publicada en 1913, un año también en Europa muy tenso pues el continente se hallaba en puertas de una guerra como nunca hasta entonces había imaginado. Salvando las distancias y las causas algo parecido a ahora -el miedo irracional- estaba colándose en las vidas de las personas.
Zweig individualiza el miedo situándolo metafóricamente en forma de aventura emocional vivida por una mujer. Ella es Irene Wagner, joven vienesa satisfecha y aburrida de la vida cómoda que desde hace ocho años comparte con su esposo Fritz, un hombre joven y acaudalado que la ama y con el que tiene dos criaturas muy hermosas. Irracional e inconscientemente el tedio de su vida muelle la lleva a desear vivir una fuerte emoción, una novelesca aventura amorosa, con un joven pianista.
Durante una semana Irene Wagner verá tambalearse su existencia como si fuera un castillo de naipes. Su secreta relación con el artista libre y bohemio es conocida al menos por una mujer zafia y grosera que desde la primera página de la novela la acusa de haberle robado el novio. Esta sorprendente e inopinada revelación ella no sabe manejarla. Piensa que podrá aplacar a esa mujerzuela con dinero y que así la dejará en paz, pero ¿y si no sucede como imagina? En el interior de Irene se desata un torbellino de razonamientos confusos, de imposibles deseos de volver atrás para que nada de esto haya sucedido y se quede en un mal sueño... Pero no, no es así. La abominable mujer durante esos siete días se atreverá más y más persiguiéndola por la calle, esperándola a la puerta de su casa o de la de su amante, y hasta acosándola en su propio domicilio conyugal a donde le envía mensajeros exigiéndole sumas de dinero cada vez más elevadas. El miedo de Irene es cerval. Es imposible no ser descubierta. Tendrá que sincerarse con Fritz. Pero el temor a perder el confort y la vida satisfactoria de la que al inicio pretendía escapar le impide dar el paso y sincerarse con él.
Poco más se puede contar, para no romper el encantamiento, de esta muy interesante novelita en la que la tensión psicológica es manejada a la perfección por este artista de la palabra que es Stefan Zweig. "Miedo" me ha recordado en muchos momentos a otra de sus novelitas cortas, "Ardiente secreto" [leer reseña aquí] pues en ambos relatos hay una aventura extramatrimonial de la madre y un fuerte desasosiego por la necesidad de mantener en secreto lo que se ha hecho o lo que se sabe que otro ha hecho. Es una tensión psicológica que el novelista sabe manejar y dosificar con maestría.
Para finalizar
He dicho antes que Zweig metaforiza el Miedo. En efecto pienso que el novelista a través de esta mujer, que irreflexivamente y por capricho pone en entredicho la felicidad y tranquilidad de su matrimonio -esposa dichosa y orgullosa madre de dos criaturas bien hermosas-, está refiriéndose a Europa que en esas fechas está a punto de tomar una senda que va a llevarla al caos, dolor y sufrimiento, dejando de lado la vida que hasta el momento se hacía en el continente y que en opinión del escritor austriaco no era para nada mala.
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"Pura pasión" de Annie Ernaux
“Naturalmente, no siento ninguna vergüenza por anotar este tipo de cosas, debido al lapso que media entre el momento en que se escriben, cuando soy la única que las ve, y el momento en que la gente las leerá y que, me da la impresión, no llegará jamás” (Annie Ernaux: Pura pasión)
El adulterio de Irene Wagner de Stefan Zweig en la Viena de 1913 me ha llevado a recordar una lectura anterior sobre una relación amorosa bien distinta situada en un momento mucho más cercano a nuestro hoy. Se trata de una más que interesante confesión íntima de una mujer madura y con hijos víctima de una pasión irresistible por un hombre de un país del este también casado y al que lo que le une esencialmente es la relación erótica y sexual. El mundo interior de esta mujer cuando espera la llegada de A (así lo llama) a la habitación de hotel donde se han citado es de una sinceridad como pocas veces he visto por escrito. La mujer, posiblemente -mejor debiera decir, seguramente- la propia Annie Ernaux, madre de dos hijos que estudian ya en la Universidad y han dejado la casa familiar, escritora y profesora de literatura en la Universidad, se desnuda metafóricamente ante nosotros los lectores. Pocas veces he leído una confesión autobiográfica de tal calibre.
Annie Ernaux -leo en la nota biográfica que sigue a esta pequeña obrita de sólo 88 páginas- dejó la ficción para abordar la confesión autobiográfica tras dos o tres éxitos en el campo de la novela. El autobiografismo, el memorialismo, la autoconfesión, es un género de no ficción que comenzó a cultivarse por muchos autores a partir de los años 80 del siglo pasado. La novela que acabo de leer es del año 1992 y se une a otros títulos autobiográficos de la escritora: “El lugar” (1983) y “La vergüenza” (1997) en los que cuenta el ascenso social de sus padres; “Ce qu’íls disent ou rien” (1977) sobre su adolescencia; “La mujer helada” (1981) sobre su matrimonio; “El acontecimiento” (2000) en el que relata su aborto; “No he salido de mi noche” (1997) sobre la enfermedad de Alzheimer padecida por su madre; “Una mujer” (1987) en el que cuenta la muerte de su madre por cáncer de mama; y otros títulos [los años de publicación se refieren al momento de su aparición en Francia. En España se publicaron mucho más tarde]
En "Pura pasión" nos encontramos en 1989, momento en que ella se siente fuertemente atraída por un hombre. La atracción les llevará de inmediato a mantener relaciones sexuales. Para ella, una mujer sola pero madre de dos hijos ya con vida independiente, este hombre se convierte en una permanente obsesión. Comienza así ella a entender a cuantas mujeres del pasado o personajes literarios vivieron ávidamente inmersos en una pasión semejante. La obsesión por A (como lo designa en el escrito que finalmente ha decidido hacer sobre su experiencia) la ha tenido ausente del mundo real. Durante unos meses vivía pendiente del teléfono, de sus llamadas, se compraba vestidos y lencería para que él la viera guapa, cuando ella contemplaba en TV una película romántica pensaba si él estaría viendo la misma, durante sus encuentros clandestinos el tiempo para ella desaparecía y sólo existía el presente del placer que ambos se proporcionaban...
Van pasando los días, las semanas y aunque en la cabeza de ella la obsesión permanece intacta, A no ha vuelto a llamarla, ha desaparecido. Ella no quiere acudir en París a ciertos actos no vaya a ser que A junto a su esposa esté allí; aunque racionalmente no le preocupa, sin embargo emocionalmente no soporta imaginarlo haciéndole el amor a otra mujer, ni siquiera a su esposa; al tiempo que se va habituando a su desaparición, sin embargo desea irracionalmente rebobinar el tiempo vivido y para ello acude a lugares -Florencia o Venecia- donde estuvo justo antes de conocerlo o a donde ambos acudieron juntos... A veces el viaje sólo se lo justifica ante sí misma por el mero hecho de retornar y mostrarse engañosamente a sí misma que él no le importa tanto.
Es de gran interés ver cómo esta mujer culta, preparada, profesora universitaria, escritora, que disfruta de lecturas y películas como algunas que cita en el relato (“La mujer de al lado” de François Truffaut, “Loulou” de Pialat, “Demasiado bella para ti” de Blier, “El imperio de los sentidos” de Oshima, o “Lo que el viento se llevó” del director Víctor Fleming) ha podido quedar atrapada en una relación con un hombre hermoso pero que poco o nada lee y que más que ver películas eróticas o románticas como ella gusta de practicar sexo y poco más. Ella misma es consciente de ello y lo viene a justificar no por una diferencia de clase social sino de procedencia geográfica.
Cuando él se ausenta sin previo aviso durante casi un año ella se pone a escribir sobre esta vivencia sin romanticismos ñoños ni engaños personales:
"Yo estaba segura de que jamás había habido en mi vida nada más importante ni tener hijos, ni aprobar oposiciones, ni viajar lejos que eso, estar en la cama con este hombre a media tarde."
"Yo tenía el privilegio de vivir desde el inicio, constantemente, con plena conciencia, lo que siempre acaba por descubrirse con asombro y perplejidad: el hombre al que se ama es un extraño."
Por otra parte en esta novelita Annie Ernaux, profesora de literatura, no lo olvidemos, realiza no pocas reflexiones metaliterarias sobre lo que está escribiendo y como lo está escribiendo. Así mientras A está ausente sin dar noticia alguna pero ella está en plena fase enfermiza de dependencia amatoria el tiempo verbal que utiliza es el pretérito imperfecto para marcar así lo inacabado de aquello que relata: "El pretérito imperfecto que he utilizado de manera espontánea desde las primeras líneas corresponde a un tiempo que yo no deseaba que acabara, el de 'en aquel entonces la vida era más hermosa', el de una repetición eterna.". Sin embargo cuando ya comienza a tomar conciencia del final cercano de esa relación, ciertamente tóxica para ella, el tiempo verbal se muda en presente de indicativo: "Paso del pretérito imperfecto, el era -¿pero desde cuándo?-, al presente -¿pero desde cuándo?- por falta de una solución mejor"
Por último también Annie Ernaux viene a confesar en un momento de esta novela de no ficción el motivo que la lleva a tomar la pluma. Me pregunto si no escribo para saber si los demás no han hecho o experimentado cosas idénticas, o al contrario, para que les parezca normal experimentarlas. O sea, escribir es para ella una manera de conocimiento tanto personal como para aquellos que la lean. Sería algo así como una mezcla de la literatura del conocimiento y de la literatura de la experiencia válido para los dos extremos de la comunicación literaria: el autor y el lector.
En definitiva, como también viene a decirnos en un momento dado, ella no está escribiendo un libro sobre A ni tampoco sobre sí misma, sino sobre lo que las vivencias tenidas con él le han supuesto.
El me había dicho: «No escribas un libro sobre mí». Pero no he escrito un libro sobre él, ni siquiera sobre mí. Me he limitado a expresar con palabras —que sin duda él no leerá, ni le están dirigidas— lo que su existencia, por sí sola, me ha dado.