✔«—¿Y qué significa eso de república federal?
—Significa… ¿qué ha de significar, repelo? Lo que predicaron esos.
—Pero no me hice bien de cargo… ¿Qué más tiene eso que el gobierno que hay ahora?
—Tiene, tiene, tiene… tiene que Madrí no se nos monte encima, y que haya honradez, paz, libertá, trabajo…»
✔«—Es una epidemia. Almorzamos política y comemos ídem. Se va volviendo España un manicomio.»
Próximo a cumplirse el Centenario por la muerte de Dª Emilia Pardo Bazán, tenía ganas de homenajearla debidamente con la lectura de alguna de sus novelas que aún no hubiera tenido en mis manos. La ocasión me vino dada al preguntarnos en "más que palabras..." -como algunos ya sabrán la Tertulia de antiguos compañeros de trabajo que mantenemos viva y lozana once años después de haberla iniciado- por algún título con el que pudiéramos conmemorar tan señalada fecha. Yo busqué una obra de la coruñesa ilustre que no fuese demasiado extensa y cuya sinopsis despertara mi interés. Y así llegué a "La Tribuna", llegada que celebro enormemente por lo que a continuación se verá.
Mi primera impresión sobre esta novela de
Emilia Pardo Bazán es de agrado total. Al principio creí que me iba a desilusionar un poquito pues la encontraba algo sonsa, pesada y de estilo alambicado con descripciones muy extensas, muy barroconas. Pero según transcurrían los capítulos (XXXVIII es el epígrafe del último) y los personajes iban ganando en individualidad e identidad me fue gustando más y más.
La historia que muestra no es para nada novedosa y me imagino que incluso en su momento, el año 1882, tampoco debió de sorprender mucho: chica pobre y despierta (
Amparo), amiga del progreso (la República federal) que es seducida por un joven militar (
Baltasar Sobrado) de clase media algo venida a menos para quien su madre (
Dª Dolores) tiene ansias de lograr su enlace con
Josefina García de familia de igual nivel pero que litiga por conseguir la herencia del marido fallecido que le daría un muy buen pasar.
En torno a estos dos personajes -Amparo y Baltasar- giran dos mundos bien dispares mostrados frecuentemente por la escritora con profusión sintáctica de proposiciones coordinadas distributivas a fin de marcar el contraste, la distancia de todo tipo, existente entre ambas clases sociales. La trama se sitúa en los años anteriores y posteriores a la Revolución de la Gloriosa que culminaría en 1873 con el advenimiento de la República. En el ejemplo siguiente, Amparo, llamada Tribuna del pueblo por el patriarca -el viejo responsable que junto al presidente del Círculo Rojo presidía la mesa en el banquete que en Marineda, la ciudad ficticia donde se sitúa la acción, se da a los delegados de Cantabria llegados para firmar la Unión del Norte- contrapone en su revolucionario discurso ambas esferas:
«¿hizo Dios dos castas de hombres, por si acaso, una de pobres y otra de ricos?, ¿hizo a unos para que se paseasen, durmiesen, anduviesen majos, y hartos, y contentos, y a otros para sudar siempre y arrimar el hombro a todas las labores, y morir como perros sin que nadie se acuerde de que vinieron al mundo? ¿Qué justicia es esta, retepelo? Unos trabajan la tierra, otros comen el trigo; unos siembran y otros recogen; tú, un suponer, plantaste la viña, pues yo vengo con mis manos lavadas y me bebo el vino…»
La esperanza que abriga ingenuamente Amparo es que la República que está al caer con su panoplia de mensajes igualitarios eche por tierra las leyes del decoro que impiden de hecho que las familias de clase distinta puedan llegar a relacionarse de manera pública y estable. No, esto no será posible -lo sabemos casi desde el inicio- pero sí será la disculpa y la venda en los ojos que el uno y la otra esgrimirán para conseguir lo que desean ambos aunque con distinto nivel de compromiso: amarse.
Muy interesante es en la novela, como digo, el marco histórico de los siete años que van en España desde uno o dos años antes de la Gloriosa en 1868 a la proclamación de la Primera República española en el año de 1873 que es cuando da fin el relato. Me parece increíble la similitud existente entre esa España de hace 150 años y la actual. Esa tendencia a derrocar la Monarquía y a instaurar una España federal que muestra la novela es idéntica a la declarada por algunos de nuestros políticos actuales: una España republicana federal. Al leer algunas páginas del libro -¡de 1882, no se olvide!- me parecía estar escuchando, 'mutatis mutandi', las filípicas de algunos.
«Queremos la república republicana, la santa república democrática federativa. Con ella Marineda será capital, y Vilamorta también, y hasta Aldeaparda será capital hecha y derecha. Sólo Madrí, que a ese se le acaba la ganga, ya no nos chupará la sustancia; se va a hacer una cosa magnífica, que se llama descentralizar»
Otro tanto cabría decirse del contradictorio discurso sobre la estructura del país que muchos dirigentes arman en función de con quién, las circunstancias o el lugar donde se hallen en ese momento. Véase si no el diálogo que mantiene Baltasar con su amigo Borrén:
«—Aquí se incuba algo, hombre —exclamó Borrén inclinándose hacia su amigo.
—¡Claro que se incuba! ¡El desbarajuste universal… y el picadillo que van a hacer de España esos señores!
—Hombre, dice que no… Dice que lo que desean es confederarnos, para que estemos más uniditos que antes… ¿no ve usted que esto se llama la Unión?
—¡Sí, sí, corte usted un dedo y péguelo después con saliva!
—A bien que una nación no es ninguna naranja para hacerse cuarterones tan fácilmente…»
Y también pareciera que la historia vuelve a repetirse cuando en pleno proceso revolucionario las gentes vuelven, paradójicamente sus ojos a aquella religiosidad contra la que precisamente se levantaban: «
es lo curioso que a medida que la revolución se desencadenaba y el republicanismo de la Fábrica crecía, aumentáronse también las prácticas religiosas».
El Naturalismo
La novela es una plasmación del estilo naturalista español del que la Pardo Bazán fue en España inspiradora y principal guía. Al acabar de leerla y recordando la lectura que hace ya muchos años hiciera de "Los Pazos de Ulloa" y de "Madre Naturaleza" logro entender perfectamente las palabras algo despectivas que le dirigiera Emile Zola al enterarse de que ella era la representante del movimiento literario acaudillado por él. Al respecto la mismísima Emilia Pardo Bazán que en 1882 publicó "La cuestión palpitante" dijo de estas opiniones zolescas los siguiente: "Zola -más perspicaz que la inmensa mayoría de mis compatriotas, que no se hartan de llamarme sectaria naturalista- ve en mí a un disidente o heterodoxo, y se da cuenta exacta del abismo que media entre mis ideas filosóficas y religiosas y las suyas, aunque no se detenga (ni era cosa de que se detuviese) a explicarse mi fórmula, que considero más ancha y larga, y por lo tanto más humana, que la suya"
Es en los años ochenta del siglo XIX cuando se produce en España la plenitud de la estética naturalista (La desheredada, El doctor Centeno y Lo prohibido de Galdós, La Regenta de Leopoldo Alas, Los pazos de Ulloa y La madre Naturaleza de Pardo Bazán y Sotileza de José María de Pereda, entre otros textos), por esta razón a esos autores se les conoce como Generación de 1880 y, por eso, en esa década se producen fuertes debates terminológicos y estéticos en obras, críticas, reseñas o artículos de prensa.
Pardo Bazán a propósito de la confusión terminológica y la consecuente caracterización de su propio quehacer literario declararía: “no soy idealista, ni realista, ni naturalista, sino ecléctica”.
La propuesta naturalista de Pardo Bazán no pasaba por la asunción de los ideales de Zola sin más, ella propugnaba un naturalismo sui generis, adaptado a la tradición española, en el que la religión siguiera funcionando en las obras producidas. Galdós se situó, por su parte, en la órbita de Pardo Bazán. Es este mantenimiento de la religión dentro de la ‘nueva escuela’ contra lo que lanzaba sus anatemas el fundador de la escuela cuando en una entrevista declaró que le causaba "extrañeza que la Sra. Pardo Bazán sea católica ferviente, militante, y a la vez naturalista; me lo explico tan solo por lo que oigo decir de que el naturalismo de esta señora es puramente formal".
De muchísimo interés es el prólogo que precede a la novela firmado por la propia autora. Allí señala su distanciamiento literario del idealismo estético de autores como
Antonio Trueba o la
Fernán Caballero situándose en la línea seguida por otros como
Pérez Galdós o
José María de Pereda. Lo de Pereda me resulta algo chocante, pero así lo manifiesta ella: «
la flaca decaída condición del hombre, pintémosle, si podemos, tal cual es, huyendo del patriarcalismo de Trueba como del socialismo humanitario de Sue, y del método de cuantos, trocando los frenos, atribuyen a Calibán las seductoras gracias de Ariel.
[...]
los maestros Galdós y Pereda abrieron camino a la licencia que me tomo de hacer hablar a mis personajes como realmente se habla en la región de donde los saqué.»
Creo que con la cita anterior ya se entiende debidamente la extrañeza de Emilio Zola y su irrefutable afirmación de que el naturalismo de nuestra gallega universal "es puramente formal". Sí, efectivamente, así lo creo yo. En "La Tribuna" hay naturalismo suave, un naturalismo circunscrito a lo formal y que en el contenido simplemente incide en la injusticia social representada en el abismo existente entre clases sociales acomodadas (Baltasar y su familia o Josefina y la suya) y clases humildes que son las que aquí tienen más representación pues además de Amparo, mujer valiente y reivindicativa que enarbola en la Fábrica de Tabacos de Marineda, ciudad donde vive, la bandera de la lucha por la justicia e igualdad de las trabajadoras, tenemos a toda una galería de personajes populares muy en línea con lo que en el fondo la novela es: un cuadro de costumbres.
Los personajes
En el universo de los pobres encontramos a Rosendo, el barquillero, padre de Amparo; a la madre de ésta, antigua trabajadora en la Fábrica, hoy tullida y enferma en cama; a las compañeras de la Fábrica: la huérfana Guardiana y Ana, la Comadreja; a amigas de Amparo en el barrio como Carmela, la encajera; a Chinto, enamorado sinceramente de Amparo y despreciado injustamente por ella, que es un joven humilde y trabajador que tomará el relevo como barquillero de Rosendo cuando éste ya no pueda por edad con el oficio.
Por su parte en el otro lado, en el ala de los acomodados, tenemos a los Sobrado (Baltasar; Lola, la hermana mayor de éste; Clara, segunda hermana de Baltasar; Dª Dolores, la madre, siempre vigilante); a los García (Josefina, la futura de Baltasar; su hermana menor, Nisita; la viuda de García, la madre); a los amigos militares de Baltasar: aquí el principal es Borrén, personaje de sexualidad ambigua que gusta a las mujeres porque pese a sus baladronadas respecto a ellas es completamente inofensivo pues no se le conoce affaire femenino alguno.
Son todos ellos personajes bien delineados, bien conformados. Para mí este es uno de los valores de la novela.
El naturalismo de "La Tribuna"
Sin lugar a dudas la corriente literaria inaugurada por Zola se reconoce en la novela de la Pardo Bazán fundamentalmente en una serie de características:
- La principal quizás sea la reproducción del 'habla' tal cual. La mismísima autora se pone la venda antes de la herida al justificar en el prólogo su utilización arropándose en que así lo han hecho «Pérez Galdós, admitiendo en su Desheredada el lenguaje de los barrios bajos» y también «Pereda, sentenciando a muerte a las zagalejas de porcelana y a los pastorcillos de égloga»
- Afán por reproducir con precisión la realidad. De aquí las descripciones en las que la novelista busca la exactitud; para ello echa mano del clasicismo cervantino y de los retratos que realizó Quevedo en su tiempo: «Físicamente tenía Baltasar mediana estatura, la tez fina y blanca, y de un rubio apagado el ralo cabello; pero la parte inferior de su fisonomía era corta y poco noble; la barbilla chica y sin energía, la boca delgada de labios, como la de doña Dolores.»
- La importancia de la herencia genética en la determinación de la ventura social: «Observándose, no obstante, en tan gallardo ejemplar femenino rasgos reveladores de su extracción: la frente era corta, un tanto arremangada la nariz, largos los colmillos, el cabello recio al tacto, la mirada directa, los tobillos y muñecas no muy delicados.»
- Las penosas condiciones laborales: «como sus pulmones estaban educados en la gimnasia del aire libre, se deja entender la opresión que experimentarían en los primeros tiempos de cautiverio en los talleres, donde la atmósfera estaba saturada del olor ingrato y herbáceo del Virginia humedecido y de la hoja medio verde, mezclado con las emanaciones de tanto cuerpo humano y con el fétido vaho de las letrinas próximas.»
- La enfermedad: «Guardiana era huérfana; su padre y madre murieron del pecho, con diferencia de días, quedando a cargo de una muchacha de dos lustros de edad, cuatro hermanitos, todos marcados con la mano de hierro de la enfermedad hereditaria: epiléptico el uno, escrofulosos y raquíticos dos, y la última, niña de tres años, sordomuda.»
- Abuso sobre los débiles, en especial sobre las mujeres por parte de los hombres. Unos abusos que podían ser en forma de palizas («Pero algunas cigarreras, mejor informadas, se echaron a reír: ¿dolor de muelas?, ¡ya baja! Era que su marido la solfeaba todas las noches, y ella, por tapar los tolondrones y cardenales, se empañicaba así; también una vez se presentó arrastrando la pierna derecha y diciendo que tenía reúma, y la reúma era un lapo atroz sacudido por él») o simplemente la habitual opresión que ellas sentían por el mero hecho de haber nacido mujeres («No cohibidas por la presencia del hombre, gozaban cuatro mil mujeres aquel breve rayo de luz, aquel minuto de júbilo expansivo colocado entre dos eternidades de monótona labor.»). Por esto, no tiene nada de extraño que la autora gallega sea tenida por precursora del feminismo.
Como se ve, salvo el ateísmo y la crítica a la religión consustanciales al Naturalismo zolesco, las características del 'nuevo estilo' están presentes en Pardo Bazán. Quizás, como suele hacerse también hoy día para no perder parroquia, la gallega tirase de religiosidad para no asustar demasiado a la España pacata del momento.
Para finalizar
Concluyo esta reseña señalando uno de los aspectos que más han llamado mi atención durante la lectura de "La Tribuna". Me refiero al magnífico manejo del vocabulario, a la precisión terminológica, a la riqueza léxica contenida en este relato. Son palabras comunes en el momento pero que hoy se nos escapan por el empobrecimiento que en este y en otros aspectos culturales hemos sufrido -y estamos sufriendo- de continuo. No sé si esto será consecuencia de la democratización de la Cultura en la que, por lógica, la mayoría manda. Pero bueno, dejemos estos lamentos y vayamos a Dª Emilia de nuevo, a disfrutar con su lexicón maravilloso:
Pasagonzalo: Golpe dado en las narices al paso; Espelunca: Cueva; Tagarnina: Cigarro puro malo; Amolador: Afilador; Espolique: Mozo que camina delante de la caballería que lleva a su amo; Escarpidor: Peine de púas largas y algo separadas que sirve para desenredar el cabello; Lendrera: Peine de púas finas y largas que sirve para limpiar la cabeza; eloquio: Habla; tuina: Especie de chaquetón largo y holgado; bocoyes: Barril grande para envases; estribaban: Descansaban; repulgos: Recelos; moharracho: Persona de ningún valer y mérito. Mamarracho; y así otros más.
Una lengua, un habla, sólo existe si la portan sus usuarios, o sea, los hablantes. Cuando estos desaparecen, esa manera de hablar periclita. Cuando desaparece el modo de vida que la albergaba, todo cambia: sociedad, lengua y hablantes. Eso es lo que, leída hoy, se percibe en esta novela, que no sólo han desaparecido las palabras sino también ese estilo de vida, esas gentes que vivían en comunidad amistosa, que se ayudaban los unos a los otros.
Reinaba en el barrio cierta confianza, una especie de comadrazgo perpetuo, un comunismo amigable: de casa a casa se pedían prestados, no solamente enseres y utensilios, sino «una sed» de agua, «una nuez» de manteca, «un chisquito» de aceite, «una lágrima» de leche, «un nadita» de petróleo. Avisábanse mutuamente las madres cuando un niño se escapaba, se descalabraba o hacía cualquier diablura análoga; y como el derecho de azotar era recíproco, las infelices criaturas venían a estar en potencia propincua de ser vapuleadas por el barrio entero.
Quizás por esto, me parezca todo un anacronismo que en las televisiones, radios, prensa y redes sociales perviva hoy en el caso concreto del debate político un léxico, una terminología decimonónica que parece sacada de esta novela. Y más terrible aún, que la ciudadanía -en la que me incluyo- asistamos impávidos al espectáculo.
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Nota: Esta novela me sirve para seguir engrosando el lote de títulos de libros clásicos y poder cumplir con el Reto "Nos gustan los clásicos" del blog
Un lector indiscreto. También es un título más para ir cumpliendo el "Reto 25 españoles" del blog
Libros que hay que leer.
Yo también tengo pensado volver a leer a Emilia Pardo Bazán de la que leí una colección de relatos muy recomendable así que me llevo apuntada este novela suya. Gracias por la reseña. Un beso.
ResponderEliminarHola, Rocío:
EliminarTambién en el grupo de lectura salió a colación un título de una colección de relatos suyos. Sí, quizás, sea una buena idea echarle un vistazo a alguno de ellos.
Buena semana, amiga
Besos
Nunca he tenido muy claras las diferencias entre Naturalismo y Realismo en novela. Puede que ni siquiera existan y ambas cosas sean lo mismo.
ResponderEliminarEs curioso cómo se paga el tributo a la religión "para no perder parroquia" como dices. En catorce años de gobierno socialista entre 1982 y 1996 fueron incapaces de anular el concordato con la Iglesia y, ahora, en esta vuelta a la ranciedad que nos domina, ya se ve como imposible de hacer. Y no es cuestión de ser ateo o religioso (yo respeto mucho las religiones), pero hay que tener claro, como lo tienen en Francia, que una cosa es la religión y otra muy distinta, el Estado. Ni a los franceses más recalcitrantemente católicos les gustaría meter la religión en la vida civil. En ese sentido, no son de extrañar las diferencias entre Zola y Pardo Bazán.
Menudo rollo he metido.
Un beso.
No, no, Rosa, de rollo nada. Lo has dejado todo muy clarito, y yo comparto tu razonamiento. En cuanto a por qué sigue en vigor el concordato iglesia-Estado yo me malicio que es porque siempre hay que mantener frentes abiertos -aunque sean pequeños y no muy importantes- para poder tirar de ellos cuando la ocasión lo demande: elecciones, acuerdos con fuerzas políticas de otro signo que si no existiera el Concordato no pactarían, poder hablar de que lo haré y luego dejarlo dormir hasta la siguiente ocasión...
EliminarYo creo que hoy la sociedad española tiene debidamente desvinculada su vida civil de la religiosa; otra cosa es que haya ideologías que quieran que vayan unidas, pero la mayoría de la población piensa y vive -afortunadamente- de manera distinta a esto. En el XIX, la época de Pardo Bazán, naturalmente esto no era así; por eso la gallega no quería arriesgarse aunque ella vivía a su manera.
Un beso
Parece que hay que superar las primeras páginas para empezar a disfrutar con esta novela. Llevo ya unos cuantos años sin acercarme a la pluma de esta autora. Ya es hora de que vuelva a ella y podría ser con esta novela, que me has tentado mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!
Lo de superar las primeras páginas depende del momento elegido para leer o de la concentración del lector. A mí ene sta ocasión me pasó, pero seguramente la culpa fue mía.
EliminarBesos
Opino como tú, Juan Carlos, que es una novela que da para mucho más de lo que inicialmente, cuando se empieza su lectura, parece. La leí hace varios años. La elegí como lectura para el 8 de marzo en una de las primeras ediciones del grupo Tarro-libros. Me decanté por ella, a parte de por lo que representa la figura de Emilia Pardo Bazán, por ser una novela sobre el mundo laboral femenino, algo poco habitual por aquellos años. No sabría decir si es correcto encuadrar esta novela en el naturalismo, que es como se la suele considerar. Me pierdo un poco en esas cosas, así que os las dejo a ti y a Zola ;) Hay muchas cosas de las que ya me he olvidado pero sí recuerdo que me sorprendió gratamente su vertiente política y las reflexiones a las que puede dar lugar.
ResponderEliminarGracias por recordarme esta lectura. Tendría que leer algo más de Pardo Bazán.
Besos
Sí que es una novela interesante. En mi reseña toco de pasada el asunto de la explotación a mujeres y a niños en la Fábrica de Tabacos, pero es que es una novela que tiene tantos temas y momentos que se hace necesario elegir porque si no la reseña sería interminable.
EliminarSobre el Naturalismo, yo creo que sí lo es, pero de esa manera que se hacen entre nosotros las cosas, en fin, 'Spain is diferent!, y no sólo hoy sino también ya en el XIX y seguro que mucha antes también.
Aprovecha y léete alguna otra cosa de ella por eso de festejarla en su Centenario. La colección de cuentos dicen que está muy bien.
Un beso
Hola. Tengo una vergonzosa cuenta pendiente con la literatura clásica española, con la extranjera no es que sea una cosa increíble pero ya he leído unos cuantos pero es que la española...
ResponderEliminarEn fin. De todas formas y como lo tengo todo por leer creo que empezaré por otro tipo de historia. No sé, algo más bucólico, con menos trascendencia histórica. También disfruto mucho con el vocabulario y el amor al lenguaje que estos libros desprenden en oposición a la inmediatez de ahora, que parece que se cuenta todo con cuatro palabras.
Besos
Se aprende mucho de todo leyendo a los clásicos. A los españoles no sé qué nos pasa, diríase que nos da cierto repelús lo clásico nuestro, como si fuese más que clásico viejuno. Una pena porque muchos de nuestros clásicos dieron buen alimento a aquellos extranjeros, clásicos también, que paradójicamente admiramos. En fin, es así como somos. Que conste que yo me incluyo en ese grupo de los españoles. Pero me sorprendo a mí mismo leyendo cosas de clásicos españoles que de antiguallas tienen poco. Cuando esto me pasa me alegro un montón (ja, ja...) Y me pasa mucho.
EliminarUn beso, Norah
¿Te puedes creer que no he leído nada de Pardo Bazán? Tiene delito la cosa. ¿Qué me recomiendas para conocerla?
ResponderEliminarBesos.
Nada, nada, no hay delito ninguno. Hay tanto para leer que es imposible abarcar todo. Yo, fíjate, te recomendaría esta novela porque es breve (unas 200 páginas) y puede ser una bena manera de iniciarte en ella, aunque sin duda alguna las mejores son "Los Pazos de Ulloa" y "Madre Naturaleza" aunque son algo extensas.
EliminarUn beso, Lady
Hola Juan Carlos, yo leí "La Tribuna" hace dos años y me gustó mucho, por lo bien que se lee, a pesar de que hayan pasado más de ciento treinta años desde que se publicó. Es impresionante cómo escribe Emilia Pardo Bazán. Imagino que no la admitieron en la academia, además de por el machismo recalcitrante de la época, por la envidia que le tendrían muchos académicos, que no llegaban ni a la suela de los zapatos.
ResponderEliminarUna reseña fantástica.
Un abrazo.
Pienso igual que tú, Juan Carlos, a propósito de la Academia. Me basta además con ver cómo las fuerzas reaccionarias se confabularon para que a Galdós no le diesen el Nobel a pesar de merecerlo. Y la Pardo Bazán y Galdós iban de la mano en todos los sentidos (ja, ja...) literarios y no literarios.
EliminarGracias por tu comentario, tocayo
Un fuerte abrazo
Hola.
ResponderEliminarDe esa autora solo leí "Los pazos de Ulloa!, hace ya mucho. Y con esta reseña me han entrado mcuhas ganas deleer esta obra, que además está en casa porqu emi madre la tenía.
De los ejemplos del rico vocabulario que mencionas solo uso lendrera, porque cepillo a mis gatos con una para evitar las pulgas.
Muy feliz martes y gracias por la reseña, tenía esta obra en el olvido y eso es imperdonable.
Lo mejor de esta obra, además de ser de la autora de "Los pazos de Ulloa" y ya ser eso una especie de garantía, es que tiene un asequible número de páginas. Para volver a ella y recordarla en este año conmemorativo creo que es una muy buena opción. Tiene otro título de semejante tamaño, "Un viaje de novios", que creo es anterior a ésta; pero creo que no conviene irse a sus primeras obras pues el estilo estará en ellas menos cuajado que en las siguientes, pienso.
EliminarSi la lees, a ver qué te parece. Ya te digo que al inicio hay que ser un poco comprensivo con ella dados los años transcurridos.
Un beso
Hola, Juan Carlos. Solo he leído Los pazos de Ulloa y hace ya tanto tiempo que al leerte me has dejado con ganas de leer La tribuna y también me quedo pensando que podría releer Los pazos de Ulloa. Mil gracias por traernos a esta gran escritora.
ResponderEliminarBesos y felices lecturas.
Gracias a ti, Carmen, por pasarte por aquí y dejar tu comentario. "Los pazos de Ulloa" es su gran novela, pero "La Tribuna" se lee muy bien y creo que es un buena manera de recordar a la escritora en el Centenario de su fallecimiento.
EliminarUn beso
Hola Juan Carlos!. Hace años que no leo nada de Pardo Bazan y eso que tanto Los Pazos de Ulloa como la madre Naturaleza me gustaron mucho, este año tengo pensado leer algo para el Centenario de su muerte, pero no se todavía si inclinarse por esta novela o alguna de sus colecciones de relatos. Un abrazo.
ResponderEliminarCualquier elección que hagas, Mar, será buena. De los relatos nada te puedo decir pues no los he leído. Hay que homenajear a los grandes y promocionar su lectura, es para lo que sirven estas conmemoraciones, ¿no te parece?
EliminarUn beso
Hola!! Es una autora que me encanta, aunque he leído poco de ella. ¡Fantástica entrada y gracias por tu recomendación! Besos!!
ResponderEliminarGracias a ti, Ana, por pasarte y dejar tan amable comentario.
EliminarUn beso
Excelente análisis, Juan Carlos. Leí hace poco "Los pazos de Ulloa" y no pude menos que seguir con "La madre naturaleza". "La tribuna" será la siguiente, me ha encantado todo lo que dices, que en parte es continuación de lo que ya me sedujo de las obras citadas (aunque he visto que "La tribuna" es anterior), Pardo Bazán era una maestra del castellano y creando personajes vivos y creíbles.
ResponderEliminarA mí también me choca el uso de expresiones de hace un siglo en el lenguaje político, sacadas de contexto. Quizá es indicativo de la falta de referentes y la táctica de pura confrontación, porque en el fondo no hay ideas detrás. Da miedo, la verdad.
Un abrazo.
Desde luego "Los pazos de Ulloa" y su continuación, "La madre Naturaleza", son mucho mejores novelas que "La tribuna", pero el contexto socio-político que presenta esta última me ha atraído mucho.
EliminarLO que a mí me sorprende es que nuestros políticos estén reproduciendo casi casi al pie de la letra lo que nuestros antepasados realizaron con no mucho éxito hace 150 años atrás. La República cantonalista, el 'Viva Cartagena', es en el fondo -es mi humilde opinión, que conste- lo que sale por la boca de políticos que se dicen avanzados. Yo no sé si como se dice en "La tribuna" lo que se quiere es en memorable oxímoron "separar para estar más unidos". Parece ser que la cosa va por ahí, pero en palabras de Baltasar a su amigo Borren: "¡Sí, sí, corte usted un dedo y péguelo después con saliva!". Por eso considero que nuestros bastante iletrados políticos debieran recordar a la Pardo Bazán si es que de verdad quieren que el país que administran no se nos vaya por la gatera. Aunque a lo mejor su pretensión es precisamente ésta. ¡O tempora, o mores!
Un fuerte abrazo, Gerardo
Cómo me gustan los escritores que saben manejar el vocabulario y tienen un léxico en condiciones... Y por cierto, le he cogido un poco de manía a Zola, jajajaja.
ResponderEliminarJa, ja, ja..., me hace gracia lo de Zola. Pero te comprendo, eso de ir de sobrado por la vida siempre desagrada, ¿verdad?
EliminarHay que celebrar a la Pardo Bazán que desgraciadamente hoy es muy leida.
Abrazos, Espe
Tengo ganas de volver a leer a la autora, tengo varios por casa... a ver por cuál me decido.
ResponderEliminarBesotes
Cualquiera de ella merece la pena. En su Centenario lo mínimo que se puede hacer por la autora gallega es homenajearla leyendo alguna/s de su/s obra/s.
EliminarUn beso