14 nov 2025

"Una a una en la oscuridad". Novela de Deirdre Madden

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«No soporto vivir en Irlanda del Norte. Todas esas chaladuras sobre lo estupenda que es la vida en un sitio pequeño y lo amable que es la gente. Me da vergüenza haberme dejado llevar por ese discurso; a otras personas las mataban como a papá y yo, mientras tanto, era una de esas que decían que Irlanda del Norte es mucho más que los tiroteos y las bombas.» (Sally Quinn)

Deirdre Madden, conflicto irlandés
Una a una en la oscuridad me ha gustado mucho y en esta entrada diré por qué. Antes de eso confieso que desconocía por completo la existencia de Deirdre Madden, autora irlandesa nacida en 1960 en Toomebridge, condado de Antrim [precisamente es Antrim el lugar donde transcurre lo más importante de esta novela], Irlanda del Norte. Mi desconocimiento no es sólo achacable a mi desidia, sino a que sólo hay dos novelas de la autora traducidas a nuestro idioma: una es la que acabo de leer, novela que la novelista publicó en su país en 1996; la otra se titula Los pájaros del bosque inocente y Madden la publicó en 1988.

Una a una en la oscuridad es una magnífica manera de ver desde dentro el "conflicto" irlandés, la lucha entre protestantes (unionistas) y católicos (republicanos) en Irlanda del Norte a lo largo de los 25 años que duró el conflicto, desde 1969 hasta 1994, fecha en que el IRA depuso las armas y abrió el camino para el llamado 'Acuerdo de Viernes Santo' firmado entre unionistas y republicanos en 1998 . La novela, pues, se publica justamente en medio de ambas fechas: 1996.

Aunque el asunto de la lucha armada entre protestantes y católicos es central en el relato, yo no diría que estamos ante una novela histórica. Pienso que estamos ante una cotidiana historia familiar centrada en tres hermanas que se reúnen en Antrim durante una semana. Estas tres mujeres son Cate, que vive en Londres y se dedica al mundo del periodismo que trata de la moda, de Helen, abogada en Belfast ocupada mayormente en causas de terrorismo político, y de Sally, la menor de las hermanas que es maestra en la misma escuela de monjas católicas donde ella y sus hermanas estudiaron. Estas tres mujeres hablan del hoy esperanzado que representa el embarazo de Cate al tiempo que reflexionan y evocan la vida pasada, insertada toda ella en ese concreto momento histórico y socio-político que fue el conflicto irlandés. 

Literariamente me ha gustado e interesado mucho la figura del narrador. Es un narrador en 3ª que habla de la vida de estas tres hermanas (Sally, Cate y Helen) y de su madre (Emily) casada hasta que lo asesinaron con Charlie, un buen hombre que no militaba en ningún grupo terrorista, pero que sufrió, como tanta otra gente no implicada, el estar en el momento equivocado en el lugar equivocado. Concretamente, lo confundieron con Brian. su hermano, que sí militaba en el Sinn Fein o algún otro grupo pro-irlandés. Este narrador en 3ª persona cambia de vez en cuando a la generalizadora 2ª  identificándose, confundiéndose o permeándose así, él mismo, con el grupo social de los irlandeses republicanos.

Linealmente, la historia que se cuenta dura sólo una semana, el tiempo que Cate y Helen están en Antrim junto a su hermana Sally, su madre Emily, y otros familiares y miembros de la comunidad (el tío Brian y su mujer Lucy, la hija Una, los vecinos que fueron compañeros de escuela, etc.). Como he dicho, durante esta semana, cada una de ellas -también la madre, el padre y hasta el tío Brian- rememora momentos del pasado que las fueron construyendo para hacerlas tal y como ahora son. Es a través de estas vueltas atrás en el pensamiento de unos y otros personajes que nos enteramos de lo sucedido realmente en el seno de las familias comunes de irlandeses del norte a lo largo de los 25 años, desde 1969 en que se marca el inicio del conflicto norirlandés hasta 1994 en que el IRA comunicó el abandono de las armas.

Los personajes están perfectamente desarrollados. Todos ellos son creíbles y los vemos evolucionar desde su tierna niñez, en el caso de las hermanas, a la madurez en que en ese momento están. Pero no solo nos quedamos en las hermanas, también conocemos la niñez de sus padres,  Emily y Charlie, de sus hermanos Brian y Peter, aunque menos, e incluso la vida y carácter de algunos otros. Y es que están las abuelas: Kate, por parte de padre y Kelly  por parte de la madre; la primera, activa y movida vs la segunda, más pejiguera y siempre protestona. El papel de la iglesia (el cura joven que consuela a Emily, y las monjas del colegio al que asisten las hermanas, en especial Helen) tienen también su importancia en el contexto socio político de la comunidad y en el personal de las niñas. Estas monjas son sor Philomena (proirlandesa) y sor Benedict (más neutral).

Como digo al inicio, a mí Una a una en la oscuridad me ha gustado mucho. Me ha parecido de una enorme frescura. Deirdre Madden escribe de manera fluida, transita desde lo particular de la vida de cada personaje a lo más general y propio de la Comunidad norirlandesa con naturalidad pasmosa. Los problemas familiares que a veces, en especial a Emily, se le antojan irresolubles son análogos en su capacidad de solución al conflicto político que durante esos 25 años tuvo asolada a Irlanda del Norte. Todo en realidad es fútil, todo tiene remedio, nada es imposible, si entre todos ponemos de nuestra parte.

Leyendo a Madden no he podido por menos que rememorar a Edna O'Brien y su Las chicas de campo, trilogía reseñada por mí en este blog hace ya tiempo en dos entradas sucesivas [entrada I y entrada II]. Efectivamente el ruralismo propio del condado de Antrim, la necesidad de salir de allí y evolucionar que siente Cate, y al tiempo la atracción que lleva a Helen a pasar en la localidad cada fin de semana abandonando Belfast donde trabaja, o el anclaje de Sally a la escuela a la que ella y sus hermanas acudieron de niñas no para continuar la cadena antigua sino como elemento rompedor de la misma, me han llevado a evocar a Edna O'Brien. Pero he de decir que Deirdre Madden me ha interesado mucho más que la O'Brien. Y esto se debe a que el tema del terrorismo político es algo que también aquí, en España, hemos sufrido durante décadas en el caso del País Vasco. Es por ello que también ha sido "Patria", la novela de Fernando Aramburu, la que en algún momento me ha venido a la cabeza, especialmente cuando Charlie es asesinado por unos jóvenes de la misma localidad donde vive y con los que es seguro ha tenido amigable contacto en bailes y festejos a lo largo de los años. ¡Cómo la ideología política puede emponzoñar las relaciones humanas amables y cotidianas!

La historia que se cuenta se distribuye a lo largo de catorce capítulos que siguen una secuencia, una clara ordenación estructural que es la siguiente: los capítulos impares van titulados con el nombre del día de la semana, comenzando en el 1 con el Sábado, día en que Cate llegó a Antrim procedente de Londres para finalizar el 13 con el día Viernes. Los pares, por su parte, aparecen sólo con el número desnudo salvo el 14, último de la novela, que se intitula 'Viernes noche'. El motivo organizativo es esencialmente el del momento temporal en que suceden los hechos relatados en unos y otros: los impares se centran más en el tiempo de esa semana, mientras que los pares tienen lugar fundamentalmente en el pasado evocado o recordado. Esto no es óbice para que en estos capítulos, tanto impares como pares, haya leves entradas en el tiempo pasado o vueltas al momento presente, aunque lo central en unos y otros sea la información de lo sucedido en el momento actual -los impares- y la evocación del pasado más o menos lejano, en los pares. Esto es lo que explica que el 14º esté titulado, al transcurrir todo él en ese tiempo del Viernes noche.

El asunto "tiempo", pues, como se ve, es importante en la novela. Muchas son las referencias y reflexiones que en ella se hacen al mismo. Una, no menor, es la distinta percepción que se tiene de esta dimensión en el campo y en la ciudad. En el mundo rural, donde nacieron y al que regresan las hermanas Quinn, la vida está marcada por el predecible e inexorable paso de las estaciones. En la ciudad el tiempo adquiere la condición de 'continuum' que en verdad tiene, al no existir claros cortes naturales que sirvan para marcar diferencias en él. Quizás por esto, Emily, aunque no viva en la ciudad, al verse mayor y viuda, se vuelca en la jardinería, para así acercarse más a esa secuencia, a ese paso pautado  que delata la evolución de las plantas a lo largo del tiempo.
«La jardinería le volvía soportable el tiempo porque la ligaba al ciclo de las estaciones, y de otro modo el tiempo habría sido una espantosa línea recta, un viaje despiadado y sin curvas a toda velocidad hacia la muerte.»
literatura irlandesa actual
El otro asunto esencial es el del sentimiento de pertenencia. La familia Quinn vive en su terruño a plena satisfacción. Salvo el tío Brian y algún otro son más o menos ajenos a los problemas políticos, los cuales interfieren en su apacible vida familiar. Así, Cate cuando niña, o sea, cuando aún era Kate, se sintió muy molesta  cuando en abril de 1969 la renuncia de Terence O'Neill como líder del partido y primer ministro para Irlanda del Norte interfirió con el parto de la gata Tigger que ese mismo día tuvo una camada de seis criaturitas. Se ve así cómo el contexto socio-político va invadiendo la esfera privada de personas y familias, las cuales van adquiriendo conciencia de quiénes son y a qué facción pertenecen con hechos simples como cuando, en el verano, salen de la localidad y topan con símbolos, colores y banderas que no forman parte de su identidad.
«Y, a pesar de todo esto, sabían que sus vidas, tan plenas en sí mismas, estaban descentradas en relación con la sociedad que se desplegaba más allá de aquellos prados y casas, un desfase que advertían con suma claridad cada mes de julio, cuando solían ir a la costa de Antrim a pasar el día y por el camino, atravesando Ballymena y Broughshane, les asaltaba la profusión de banderas británicas ondeando en las casas, y las banderolas rojas, blancas y azules que adornaban las calles. Los arcos orangistas que se extendían por las carreteras de los pueblos les parecían feos, y un poco siniestros también, con aquellos símbolos tan extraños: la escalera, el cuadrado y el compás, la estrella de cinco puntas. Sabían que  no tenían que entender el significado de todas aquellas cosas, como sabían también, sin que nadie se lo confirmara, que el lema que exhibían los arcos, ¡BIENVENIDOS, HERMANOS!, no apelaba a la familia Quinn.»

5 nov 2025

Arturo Barea e Hiromi Kawakami (A pares XLVII)

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Como ya me ha ocurrido otras veces el "A pares" que presento está formado por dos libros muy distintos entre sí, que leí hace ya dos o tres meses y que por causas diversas se quedaron sin ser reseñados. No siempre es fácil acompasar el ritmo lector con el escritural de las reseñas. Con frecuencia hay lecturas que habiéndome resultado gratas ni siquiera aparecen mencionadas en el blog. Para evitar tal cosa nació hace ya muchos años esta sección. En esta ocasión simplemente señalo dos o tres notas de cada una de las dos novelas: Del autor pacense Arturo Barea, la primera entrega de La forja de un rebelde titulada La forja; y de la japonesa Hiromi Kawakami la primera novela con la que en España fue conocida en 2003 titulada El cielo es azul, la tierra blanca.




Arturo Barea: La forja

La forja de un rebelde, La Forja, Arturo Barea
En primer lugar confieso, respecto a Arturo Barea que aunque por mi dedicación profesional de años sabía de su gran importancia y valor literario de su obra, sin embargo completamente no había leído ninguna de las novelas que componen su trilogía La forja de un rebelde
En 2020 leí con mucho gusto Telefónica, novela que escribiera la que fuera su esposa, la austriaca Ilsa Kulcsar que había llegado como voluntaria a España en 1936. Cuando Ilsa llegó a Madrid en plena guerra civil ella estaba casada con Leopold Kulcsar. El apellido de su primer marido lo combinaría con el de Arturo Barea manteniéndolo en la forma Barea-Kulcsar hasta su fallecimiento en 1970. Al llegar a España Ilsa fue destinada al edificio de la Telefónica donde en el Servicio de censura de prensa extranjera conoció a Arturo Barea. Ambos se enamoraron y en 1938 se casaron. Pues bien, como digo en la reseña que escribí en este blog sobre la novela, Telefónica me agradó mucho y ha sido este recuerdo el que me ha llevado a tomar en mis manos la primera novela de las tres (La forja, La ruta y La llama) que componen la trilogía La forja de un rebelde que el escritor español, nacido en Badajoz en 1897 y fallecido en Farington (Inglaterra) en 1957, escribió, ya en el exilio inglés, durante los años que van de 1941 a 1944.

Arturo Barea en La forja presenta de manera realista cómo se fue formando en él el espíritu combativo de clase. La novela es totalmente autobiográfica. El protagonista no es otro que él mismo, Arturo Barea, un niño hijo de una lavandera del Manzanares que al quedarse viuda se ve en la necesidad de repartir a sus hijos por las casas de familiares más pudientes que ella. A Arturo le tocará en suerte la casa de sus tíos José y Baldomera, gente de posibles que, al no haber tenido hijos y estar ansiosos por tener uno, acogerán a Arturo como propio y le darán todo lo necesario para subsistir adecuadamente y tener una educación satisfactoria, que de otra manera jamás habría podido alcanzar.
 
La forja de un rebelde, Guerra Civil española
La novela tiene un tono costumbrista muy valioso. El inteligente niño corre por las calles próximas a su casa en el barrio madrileño de Palacio: la plaza de Ramales, Plaza de Oriente, Plaza de la Armería, calle de Vergara, calle de Requena y muchas otras donde habitaban tipos y se desarrollaban oficios típicos del Madrid de inicios del siglo XX. La forja finaliza con el estallido en Europa de la primera guerra mundial.

La novela actualmente se lee muy bien y con gusto. Me ha recordado mucho a Galdós y a Mesonero Romanos. Es evidente que continuaré con las otras dos entregas que configuran esta trilogía considerada por muchos críticos como uno de los diez mejores libros escritos en España después de la Guerra Civil


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Hiromi Kawakami: "El cielo es azul, la tierra blanca"

El segundo libro de este A pares es El cielo es azul, la tierra blanca, novela que la escritora japonesa Hiromi Kawakami publicó el año 2001.

Yo de Kawakami había leído con enorme satisfacción El señor Nakano y las mujeres escrita en 2005 (leer reseña aquí). Al leer ahora El cielo es azul, la tierra blanca he percibido la distancia que existe entre ambas narraciones. Quiero decir que me ha dado la impresión de que la prosa en este libro no fluía de esa manera dulce y suave que me había seducido en El señor Nakano y las mujeres. Esto no quiere decir que no me haya gustado la novela, Sí que me ha gustado y mucho, pero a la hora de calificarla se me hace difícil no compararla con la de 2005 a la que pondría un 5 sobre 6, mientras que a ésta no le daría más de un 4 sobre 5.

Es, como suele ser normal en la novelista, una historia de amor. Pero una historia de amor peculiar que surge en un medio cotidiano entre dos personas que por lógica no se verían envueltas en una situación semejante. Estamos ante una mujer de unos treinta y pocos años y el profesor de literatura que tuvo durante sus años de estudiante en el instituto. Al principio la relación es puramente casual y viene dada por sus encuentros en una taberna a la que ambos acuden a beber. Los dos son grandes bebedores de sake. Poco a poco y de manera imperceptible la relación casual pasa a ser buscada por uno y otra. Si bien no lo confiesan, es evidente que de manera imperceptible ambos se están enamorando mutuamente. Pero hay inconvenientes para ello y uno, no menor, es la diferencia de edad y la inexorable realidad de que la vida será por lógica muy corta para uno, el viejo profesor, frente a la de la antigua alumna.

Novelistas japoneses actuales
En el mundo cotidiano en el que esta historia de amor nace y se desarrolla la comida, la cocina y la confección de ciertos platos japoneses es importante. 

Novela muy poética. Novela que hace un recorrido por algunos poetas japoneses. Novela que a veces se expresa en forma de haikus. Es un libro en el que la literatura citada y evocada ocupa un lugar de privilegio.

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Nota final: Ambas novelas merecen ser leídas y sirven para pasar un buen rato al tiempo que con cada una de ellas se aprenden no pocas cosas la mar de interesantes. Vamos, que con ellas, como con tantos buenos libros se logra hacer realidad la máxima horaciana del 'enseñar deleitando' debidamente mutada  en 'aprender deleitando(se)'. Enseñanza y aprendizaje siempre unidos, naturalmente.






17 oct 2025

"La piel del invierno". La última novela publicada por Luisa Ferro

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Luisa Ferro, novelistas españolas actuales
He leído de Luisa Ferro las tres novelas anteriores a ésta, su bilogía Donde mueren los ladrones de Jade (2022) [reseñada en este blog] formada por "El pozo de las luciérnagas" y "La sanadora del emperador", y El Círculo del Alba (2016) [reseñada en este blog]. Sólo me faltaría por leer la primera que publicó, Alcander (2014).
En cada una de ellas aborda temas distintos, diferentes. Así, leo que Alcander es una novela fantástica que trata de luchas entre razas inmortales por el dominio de las escalas de las especies y la supremacía de unos clanes sobre otros. Ya digo que no la he leído y la verdad es que a mí las novelas de fantasía tipo El señor de los anillos y demás no me atraen demasiado. Lo que sí sé es que las otras dos publicaciones de Luisa Ferro anteriores a La piel del invierno (2025), El Círculo del Alba y la bilogía Donde mueren los ladrones de Jade presentan asuntos muy distintos: Una investigación policial y detectivesca desarrollada en los primeros años del siglo XX, en la primera; y la vida de las mujeres en la China de los mongoles de Kublai Kan (siglo XIII) durante la dinastía Song, en la segunda. Las dos son novelas históricas, pero situadas en períodos bien diferentes. A mí los novelistas que saben variar de época, de asuntos y de tramas como hace Luisa Ferro en sus distintos libros me merecen mucho más respeto que aquellos que constantemente hablan de lo mismo sin salirse nunca de su zona de confort, que se dice habitualmente. 

La piel del invierno sigue la pauta de las anteriores y también aborda un asunto distinto, novedoso en la narrativa de la escritora: el mundo de los bajos fondos, de la picaresca en el Madrid de la década de los años 40 del siglo pasado. La historia es trepidante. Leyéndola conoceremos los orígenes oscuros de varios personajes, descubriremos varias identidades confusas, muchas amistades complicadas, abundantes mujeres liberadas en lo intimo y presas socialmente por su estigmatizado oficio, algún policía corrupto así como algún sacerdote comprensivo con las debilidades humanas en un momento histórico tan complicado, variados trúhanes y embaucadores al modo Robin Hood...; y también, claro que sí, veremos corretear por las casi seiscientas páginas de esta novela a malos malísimos. Una novela que pese a su extensión atrapa desde las primeras páginas, se lee con mucho gusto y enorme facilidad sin hacerse nunca pesada.

La narración está puesta en boca de un niño sacado de la inclusa en 1939 si bien el centro de la trama se sitúa en 1947 cuando tal niño ronda los 14 o 15 años. La edad del narrador cuando relata los sucedidos es ya de 21 años. En el fondo, pues, estamos ante una novela de iniciación, un bildungsroman en el que Anguila, el niño sacado a los ocho años de la inclusa por Julio, crece y se entera de lo que es el mundo estando al servicio de varios "amos", que diría Lázaro de Tormes. Y es que, en definitiva eso es lo que es este Anguila, un muchacho que va entendiendo el mundo a base de coscorrones, sorpresas y experiencias diversas: desengaño en el amor, valoración de la amistad, descubrimiento de lo que verdaderamente es un padre y lo que no lo es, etc., etc. 

Que Anguila, el narrador en primera persona, es émulo de Lázaro de Tormes y de la novela que narra sus andanzas, se percibe en el personaje que siente hambre y que escapa y no quiere escapar de Julio a quien considera su amo 
«—Te he oído, gurriato. ¿Por qué escapas? Si no bajas te quedarás sin queso. ¡Baja, desconfiado, que no voy a hacerte nada!
Me aferré con más fuerza a la rama. Me vi tentado por el queso, pues el ruido de mis tripas era más grande que mi miedo.»
El personaje protagonista es claramente un pícaro, un pillo, que sabe buscarse la vida con estos seres que lo han tomado a su cargo y cuyas vidas y problemillas iremos descubriendo según vaya discurriendo la historia. 
En cuanto al espacio donde este discurrir sucede, éste es Madrid.  Luisa Ferro ya había situado El Círculo del Alba, su segunda novela, en Madrid. Y ahora lo vuelve a hacer aunque una treintena de años después. El ambiente y los lugares matritenses los pinta la autora con maestría. Y digo matritense con toda la intención, por eso de querer significar la fuerte y noble emulación del costumbrismo literario del XIX que he percibido en muchos momentos.
«La Puerta del Sol era bulliciosa donde las hubiera. Por todas partes surgían tiendas como hongos y el aroma de los kioscos callejeros lo inundaba todo haciéndome cosquillas en la nariz. Olía a gallinejas, a chicharros, a churros, a mil y un aromas. Los vendedores ambulantes se triplicaban. No era raro encontrarlos en cualquier barrio, pero allí aumentaban a ojos vista. Los repartidores de periódicos anunciaban El Heraldo o La Tribuna. Sus voces se mezclaban con las de las aguadoras que, con sus botijos apostados a la cadera, ofrecían el trago a cinco céntimos. Altramuces, pipas, miel de la Alcarria. También había traperos, cacharreros reparando cacerolas a golpe de martillo y colchoneros pregonando su saber hacer. El sonido de la ocarina de los afiladores se alzaba por encima de aquel gentío dando voces.»
Y si así realiza las descripciones de los espacios públicos, cuando se detiene en el rostro o en la figura de alguno de los personajes, las cualidades y conocimientos literarios de la novelista aparecen y en alguna ocasión, como en la descripción que hace de la cara de Manuel, compañero hospiciano de Julio y en el relato acompañante de Anguila en el burdel que regenta madame Crusoe, es evidente la legítima emulación del estilo quevedesco. 
«En verdad era poco agraciado. Flaco, de ojos saltones, nariz enorme hasta el punto de parecer "un hombre a una nariz pegado", que hubiese dicho el padre Tomás parafraseando a Quevedo en sus pullas contra Góngora. No tardaría mucho en darme cuenta de que aquel apéndice tenía vida propia. "Las doce tribus de narices era".»
De la historia que se relata todo me ha gustado. De nuevo me ha sorprendido lo bien que Luisa Ferro realiza las escenas de acción. También me ha encantado la manera que tiene de ir introduciendo los personajes, que son muchos, según va avanzando la historia. Diríase que la anécdota va ampliándose, haciéndose más y más compleja según que pasan las páginas; pero no hay tal cosa, se trata de una mera sensación de aparente confusión que al poco viene  a serenarse y a integrarse en la placidez de la historia que estamos leyendo. Esta manera de proceder me ha interesado mucho.

Todos los personajes tienen vida y personalidad propias. Destacan, además de los que tienen papel central en el desarrollo de la historia de investigación y suspense (Inspector Ramírez, el médico Aniceto Cárdenas, Julio, el irlandés, Hahn, el cura Tomás, Paulino Albiol...), todas y cada de las mujeres y chicas que viven o tienen mucha relación con el lupanar (Lorenza, Josefina, Epifanía, Elisa, Violeta, Rosario, madame Crusoe...). Cada una de ellas lleva a sus espaldas una mochila, una vida, que las condiciona en el presente y les anuncia su futuro.  Anguila, que es el eje central de la novela va construyendo su propia vida y personalidad, a raíz del contacto con cada uno de ellos y de ellas. Todos le aportan elementos que le servirán, por acción u omisión, en su paso de la niñez, cuando lo vemos salir del hospicio con sólo ocho años, a su etapa de muchacho adolescente de catorce o quince, cuando tienen lugar los hechos principales que se narran, hasta llegar a la plena edad adulta de los veintiuno que dice tener al final de la novela, en un epílogo en el que además de atar alguno que otro cabo suelto nos enteramos del porqué del título de la novela. 

La trama de la novela se desarrolla de manera lineal sin saltos hacia atrás ni hacia adelante. Es de lectura sencilla. La única complicación viene dada, como ya he dejado dicho antes al referirme a los personajes, por la aparición o desaparición de alguno o algunos que tuvieron papel relevante en el pasado; pero dicha confusión se irá aclarando según vayan sucediendo los acontecimientos.  

Me ha gustado mucho el vocabulario puesto por la autora en boca de algunos personajes en momentos puntuales. Es un conjunto de términos extraídos la mayoría del caló, también del argot delincuencial, pero siempre vocablos muy, muy populares. Son palabras y expresiones como 'cheira' (navaja), 'salir de naja' (marcharse), 'lumias' (prostitutas), 'mangelo a ochí' (estar matando a alguien), 'baladro' (grito o alarido espantoso), 'gumia' (agonías), 'avizor' (centinela, vigía), 'roro' (hombre atractivo), 'bilbaína de hierro' (cocina económica de chapa), 'pillar una del quince' (pillar algo en cantidad excesiva), 'estar rilado' (estar agotado), 'chirona' (cárcel)etc. 

También es habitual en la novela que la autora eche mano de referencias culturales populares. Tal se ve, por ejemplo, en la conversación que mantienen Manuel y Anguila cuando el muchacho pregunta a éste, que acaba de salir de cárcel, a qué se dedicaba antes de entrar en prisión. 
«—Dilo sin miedo, Anguila: antes de que me enchironaran. Pues vendía libros por entregas. Eran fascículos semanales o mensuales, dependiendo del cliente y sus posibles. Los títulos más populares eran La cieguecita, Genoveva de Bramante y Ángeles del Arroyo. También vendía novelas de a duro, del oeste y, sobre todo, de amor. A las chicas las vuelven locas las historias de amor. Los mozalbetes se decantaban por El conde de Montecristo. Las andanzas de Edmundo Dantés para llevar a cabo su venganza, les gustaban sobremanera. 
—Sí, a mí también me gustó mucho ese libro. Aunque prefiero a Julio Verne. 
—No me extraña, De la tierra a la luna, 20.000 leguas de viaje submarino… Son verdaderas joyas literarias.»
Cine y Literatura, Ciene en la Literatura
 Y de igual manera se utilizan referentes culturalistas para metaforizar acciones o personas. Un ejemplo sería la manera que tiene de describir la mirada torva del Chepa, pandillero enemigo de Anguila («Al llegar a la altura del Chepa me miró con la hondura de Don Ameche en El diablo dijo no») haciendo uso del actor de la película de Ernst Lubitsch del año 1943 que sería muy popular en el tiempo en que se sitúa la narración.

No quiero extenderme más. Sólo quisiera señalar, ya para finalizar, dos puntos anecdóticos que han llamado mi atención según leía con sumo agrado La piel del invierno. El primero es el peculiar y personal empleo que en ocasiones hace la escritora de los signos de puntuación, en especial del punto y coma. El segundo es uno o dos anacronismos, muy habituales en estas novelas tan inmersas en un momento histórico, que he creído detectar en el relato. Pero por lo demás, queridos amigos, todo bien. Una novela muy recomendable para aquellos que quieran pasar un buen rato al tiempo que aprender e informarse  sobre las difíciles condiciones de vida en España durante la década de los años 40 del siglo XX.



2 oct 2025

Ezequías Blanco: "Tres muñecos de vudú"

16 comentarios:
Rafa Martín Martínez, Ezequías Blanco
Tres muñecos de vudú de mi buen amigo Ezequías Blanco (Paladinos del Valle-Zamora, 1952) fue su primera incursión en el campo de la novela. La escribió durante el año 2000, el año del cambio de milenio. Ese mismo año la presentó al Premio Ciudad de Salamanca quedando finalista en dicha convocatoria. Ediciones Del Oeste, editorial radicada en Badajoz, la publicó en 2001. Ahora, en 2025, vuelve a aparecer de la mano de Huerga y Fierro, editorial que cumple ya 50 años de existencia. El tiempo transcurrido desde 2001 hasta este 2025 no ha hecho amarillear el relato para nada. A los buenos libros de los buenos escritores les sucede esto: se mantienen vivos y actuales sin importar para nada los años  transcurridos. 

Tres muñecos de vudú es una historia que parte del reencuentro de antiguos alumnos de un colegio de frailes en Salamanca. Han pasado 20 años desde el final de sus estudios escolares y tras la separación, obligada por estudios y profesiones, cuatro o cinco amigos de cuando eran adolescentes volverán a verse con motivo de esta celebración. Amores que quedaron en suspenso entonces, el  abandono de noviazgos poco entendibles en su momento, el día a día personal e intransferible de cada uno se verán removidos y revividos por este encuentro.

Los ritos de vudú cumplen un importante papel en la novela, de ahí esos tres muñecos que dan título a la obra. Algunos personajes recibirán uno de estos muñecos, lo que en cierto modo -intuye el lector- marcará su próximo futuro. Hay en la novela prácticas mágicas y adivinatorias propias del mundo vudú. Pero el autor también juega al despiste con los lectores como cuando en algún momento uno de los personajes, creo recordar que es Ana, la mujer de Abel, al repasar lo sucedido hasta el momento cae en la cuenta de que la mayoría de personajes masculinos -fundamentalmente los amigos- salvo uno o dos tienen nombre que comienza por la letra A: Abel, Amador, Agustín, Alberto... ¿Destino, adivinación, casualidad, vudú también? Bueno, bueno, hay que leer para saber, claro.

Junto a los personajes nombrados anteriormente hay muchos otros: importantes como MargaSilvia, Susa, Valentín Hornillos...; y menos importantes en el desarrollo de la trama como el misacantano Sebastián, los de mantenimiento en el colegio de frailes (la 'Santísima Trinidad': el Chapuzas, el Rápido, el Voltaire), los curas (el Ninfas, el Fiambre, el Comodín, el Maricón, el Negro...), el bedel don Domingo, etc. Como se ve un amplio abanico de seres habitan esta novela, todos ellos con personalidad e individualidad propias. Quienes lean la novela disfrutarán mucho con cada uno de estos tipos y caracteres. Para mí un mérito más de la novela.

Estamos ante una novela negra en la que hay asesinatos, amenazas, alguna paliza que otra y mucho, mucho, suspense. Ezequías Blanco realiza una parodia de esta tendencia novelesca que en los años en los que él está escribiendo el libro estaba de plena actualidad. Rinde homenaje el escritor a los grandes clásicos del noir y también destaca por su valía literaria a nacionales contemporáneos que cultivaban el género
 [a Valentín] «le sobran lecciones de teoría aprendidas de buen grado en las mejores fuentes de la novela negra, de la de espionaje, de la de intriga... Ha leído entre otras doctas plumas en la materia a John Le Carré, a Graham Greene, a Raymond Chandler, a Dashiell Hammett, a Chester Himes, a Ross McDonald... E incluso a Pérez Reverte, a Eduardo Mendoza, a Vázquez Montalbán, a Juan Madrid y a Lorenzo Silva.» 
La parodia la realiza el escritor mezclando los elementos habituales del noir con el mundo esotérico del vudú, la adivinación, la magia blanca y la magia negra. Pero lo más importante, lo que hace verdaderamente distintiva a esta novela de otras que por ese entonces se publicaban es que, como si de un papel de celofán se tratase, envolviendo y ajustando debidamente en su interior todos los elementos que configuran el relato, está la literatura. Ezequías Blanco, creo que lo he dicho ya en más de una ocasión, habita un lugar llamado «Literatura», y todo el mundo real del que parten sus narraciones está tocado por ella.

Los autores clásicos (Jorge Manrique especialmente y en varias ocasiones, y muchos otros expresamente citados o no: Lope, Quevedo, Góngora...), pero también los contemporáneos (César Vallejo, Unamuno y muy especialmente Federico García Lorca) están muy presentes en Tres muñecos de vudú. Ellos tiñen la historia con el betún que supone utilizarlos sabiamente para ilustrar y mejor entender las evoluciones de los personajes.
«"Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé / como de la ira de Dios..." pensaba Ana con César Vallejo y con Abel quien solía musitar estos versos cuando a alguien le ocurría alguna desgracia tremenda, relacionada generalmente con la muerte de niños o de personas jóvenes. "Cuando más ardía el fuego / echaste agua..." se repetía, una y otra vez, Ana con Jorge Manrique y con Abel.»
Personalmente, en Tres muñecos de vudú, además de lo ya dicho, yo destacaría tres aspectos, en mi opinión sobresalientes. El primero es el recorrido que Ezequías realiza en la primera y en la segunda parte de la novela por la ciudad de Salamanca [la tercera parte y la cuarta se desarrollan en Madrid], la ciudad donde él, como su alter ego Abel, estudió, primero en un colegio de frailes y luego ya en su Universidad. La Salamanca real es la que aparece en la novela: sus calles, sus monumentos, los espacios de la Facultad de Letras donde conoció a personas que tanto le influirían en su trayectoria vital y literaria... No pierde la ocasión el novelista de homenajear de esa manera tan suya -de soslayo, que dice Rafa Martín Martínez en el magnífico prólogo que precede a la novela en esta edición de 2025- a personas, algunas como el poeta salmantino Aníbal Núñez o el compañero de estudios universitarios Luis Javier  Moreno Madroño (Javier en la novela) con quienes, mientras estuvieron en este mundo, mantuvo el autor un sincerísimo afecto personal y literario. 

En segundo lugar es impresionante el conocimiento y manejo que el novelista tiene del vocabulario, tanto de un mundo desaparecido o en vías de desaparición («Había allí orzas, ánforas, belezos, cráteras, pipetas, redomas, cazos, zafras, alcuzas y otras muchas de las que desconocía los nombres») cuanto de otro más nuevo, que precisa de nuevas denominaciones, como cuando Abel, con el humor que comparte con el propio autor, se refiere a las dolencias que sufren muchos de sus antiguos compañeros de estudios en sus actuales trabajos:
«cuando se encontraba con ellos, todos, sin excepción, despotricaban amargamente de su curro, quién con más vehemencia, quién con menos, dependiendo del carácter o del estado de ánimo. Además todos estaban aquejados de múltiples enfermedades profesionales que él había bautizado con su humor habitual, bajo nombres como "aulitis fóbica", "fiebres calendarias", "artrosis áulica", "neurastenia magistral"...»
Ezequías Blanco, Novela negra paródica
Y el tercero de los tres aspectos que en esta reseña quiero poner de relieve es, como cualquiera ya habrá descubierto, el humor que a todo lo largo de Tres muñecos de vudú esparce Ezequías Blanco. La ironía, los juegos realizados con las palabras, los vocablos o sintagmas inventados con socarrona intención, el sarcasmo empleado con profusión..., en definitiva, el tratamiento humorístico es el caldo en el que el novelista hornea los elementos que forman el entramado de esta buena novela. Estos elementos son la educación recibida en el colegio de frailes, el enganche amoroso de Abel y sus indecisiones, la voracidad sexual presente en algunos personajes, la manera de hablar de algún compañero, algunos giros propios de la novela negra que no conviene desvelar aquí, las reacciones ante ciertas situaciones de algunos personajes... Sí, decididamente, en Ezequías existe una vena humorística en su variedad irónica que hace que leer sus narraciones, en concreto esta primera novela, sea una completa delicia. 
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Otras entradas en el blog sobre libros y actividades de Ezequías Blanco:





22 sept 2025

"Memorias de Adriano" (A pares XLVI)

17 comentarios:
Novela y Teatro. Adaptaciones teatrales de novelas


El pasado domingo día 21 de este mes de septiembre tuve la enorme satisfacción de asistir en el teatro Marquina de Madrid a la adaptación escénica de Memorias de Adriano, la novela histórica de Marguerite Yourcenar que tanto éxito tuvo desde que se publicó en París el año 1951. 

En el Cuaderno de notas, que la autora añadió a la edición de 1974, ella misma explica el proceso de creación de la novela: cómo muy pronto, entre los 20 y 25 años de edad (1924 a 1929), concibió el libro, si bien en 1929 decidió quemar todo lo escrito. Durante años tuvo el proyecto en el olvido, aunque lo recuperó y abandonó varias veces entre 1934 y 1937 («En todo caso, yo era demasiado joven. Hay libros a los que no hay que atreverse hasta no haber cumplido los cuarenta años»), y se puso definitivamente con él en 1948. Durante estos años 'en blancoMarguerite Yourcenar  se documentó exhaustivamente. Fue en 1948, como digo, que decidió abordarlo con pasión, publicando el libro tres años más tarde.  

Novela histórica,
Yo leí la novela, ejemplo de la renovación de la novela histórica en el siglo XX, hará cosa de cuarenta años, en 1984 o así. Su recuerdo me ha acompañado siempre y mi afición a la novela histórica durante bastantes años debe no poco a la escritora francesa, nacida en Bélgica y luego nacionalizada estadounidense. Por eso, cuando el pasado mes de julio vi anunciada la puesta en escena de una adaptación de la novela, supe que la tendría que ver. Me llevaba al teatro el recuerdo de la novela, pero también la personalidad y buen hacer del actor que da cuerpo a Adriano, el barcelonés Lluis Homar. Desconocía cuando compré las entradas que la directora de la obra era Beatriz Jaén, persona que había también llevado a las tablas la novela "Nada" de Carmen Laforet, adaptación y puesta en escena que me había gustado muy poquito [leer reseña aquí] cuando la vi en diciembre de 2024. 

Qué bien que no siempre tengamos todos los datos en nuestro poder. Afortunadamente, estuve ayer en el Marquina y fui testigo de un grandísimo espectáculo. El texto es de una enorme calidad, eso lo sabía desde que leí la novela de la Yourcenar . Pero oír hablar al emperador Adriano por boca de Lluis Homar me llenó por completo. Lluis Homar no sólo dice el texto, Lluis Homar siente el texto, se emociona y transmite dicha emoción al patio de butacas. Un patio de butacas que finalizada la representación prorrumpió en aplausos sonoros y muy duraderos, que hicieron salir a saludar varias veces al actor y a los otros cinco que, admirablemente y como auténticos mimos, siempre en silencio, grácilmente evolucionan por la escena secundando sus acciones.  Los cinco (Cris Martinez, Álvar Nahuel, Marc Domingo, Xavi Casan y Ricard Boyle) estuvieron magníficos. De ellos quisiera destacar a Álvar Nahuel que representó al personaje de Antinoo con una estética, ritmo, belleza y agilidad tales que en mi opinión rompe la distancia que hay con el público al que magníficamente transmite la emotividad y sentimientos que requiere el momento de la definitiva separación de los amantes.

Imagen tomada del blog literario Lluvia en el mar

Quienes fuimos testigos del excelente espectáculo teatral aplaudimos, además de la labor actoral, la estupenda puesta en escena de Beatriz Jaén. Ideó la directora una escenografía en la que  la música, los efectos sonoros, un decorado minimalista en el que las imágenes videográficas replican, duplican e incluso triplican, lo que en persona y sobre el escenario realizan los actores. Una cámara de video en manos de unos u otros actores es testigo mudo de las confesiones de Adriano, hombre poderoso donde los hubiera, pero en definitiva, y de ahí la intemporalidad del mismo, un hombre. Juega la puesta en escena con la trasposición del emperador romano desde su mundo antiguo al nuestro actual en forma de presidente de una nación. Durante los 90 minutos de la representación se presenta en escena la idea de la comunicación a la Nación por parte de su Presidente de algo trascendental: su renuncia al cargo y el designio de su sucesor. Los focos, los micrófonos, los maquilladores, los asesores políticos, la cámara de video o televisión... constantemente están evolucionando alrededor de este hombre que en medio de esta vorágine recuerda su vida ahora que se siente al final de la misma.

Naturalmente la excelencia de la representación habría quedado reducida a mero trampantojo sin la solidez del texto de Marguerite Yourcenar. Lo que en el teatro es una próxima declaración televisiva es en la novela la escritura de una carta a quien pronto será su sucesor en el cargo: Marco Aurelio. Y mientras la escribe Adriano recuerda su vida y hazañas. Las partes del texto de la novela elegidas por la dramaturga Brenda Escobedo y la directora Beatriz Jaén sirven a las mil maravillas para sin traicionar en nada a la novela, entender la tragedia humana del personaje, su conflicto emocional, la profundidad filosófica de su pensamiento y su quehacer como emperador romano en busca de la paz. Si como he dicho antes sus conflictos íntimos, sus debilidades físicas, sus problemas familiares y sus ansías de poder trascienden al personaje y lo acercan hasta nosotros de manera increíble, la alusión que en un momento se hace (¡y también en la novela, no se vea en esto oportunismo alguno!) del papel que Adriano tuvo en su tiempo en la creación de una entidad política nueva a la que llamó Palestina sobre otra anterior y milenaria de nombre Judea, hace que la obra teatral penetre con fuerza inusitada en la rabiosa y terrible actualidad que todos los días contemplamos en las noticias. 

Imagen tomada del blog literario Lluvia en el mar

Tras ver a Lluis Homar en la figura de Adriano, nada más volver a casa, busqué la novela de Marguerite Yourcenar. La he hojeado y he repasado algunos fragmentos, algunas frases que subrayé en los lejanos días en que la leí. Esto daría pie para otra entrada en el blog. Me refiero al cambio que nuestro ser experimenta de un tiempo a otro. Me explico: al leer alguno de mis subrayados recordé la falta de información que entonces tenía sobre tantas cosas; si no ¿por qué habría yo resaltado ciertas frases? El tiempo, como decía el gran Quevedo, todo lo cambia y lo bazuca (siempre me gustó esta palabra contenida en su escatológico y metafísico poema La vida comienza en lágrimas y caca...). Lo que ha quedado como entonces es la enorme satisfacción que he experimentado al escuchar en el teatro y leer en la novela las reflexiones filosóficas, epicúreas unas y estoicas otras, de un hombre de 62 años que se ve ya al borde de la muerte («Empiezo a percibir el perfil de mi muerte»), que la sabe próxima aunque no inminente. Estoicamente va a afrontarla y ante la idea del suicidio para evitarse dolores decide no adelantarse a su destino: «Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos...»

He aquí algunas frases que se me quedaron clavadas tras oírselas en la representación al emperador Adriano, redivivo en la figura de Lluis Homar. Mi mala memoria me ha obligado a buscarlas en su literalidad en la novela de la Yourcenar :
  • «Te ahorro detalles que serían tan desagradables para ti como para mí, la
    Memorias de Adriano
    descripción del cuerpo de un hombre que está envejeciendo y está a punto de morir de un corazón hidrópico
    » 
  • «He formado un proyecto para contarte sobre mi vida. Por supuesto, el año pasado compuse un resumen oficial de mi carrera, al que mi secretario Flegón le dio su nombre. Conté tan pocas mentiras como fue posible; el respeto por el interés público y la decencia, sin embargo, me obligaron a modificar ciertos hechos.»
  • «Lo esencial es que el hombre investido de poder debe haber demostrado posteriormente que merece ejercerlo.»
  • «Humanitas, Libertas, Felicitas: esas nobles palabras que adornan las monedas de mi reinado no fueron de mi invención.»
  • «He sido dueño absoluto solo una vez en mi vida, y sobre un solo ser.»
  • «Aquiles a veces me parece el más grande de los hombres en su valentía, su fortaleza, su aprendizaje e inteligencia acompañados de habilidad corporal, y su ardiente amor por su joven compañero.»
  • «Me he dado cuenta de que el suicidio podría aparecer como un signo de indiferencia, o quizás de ingratitud, hacia el pequeño grupo de amigos devotos que me rodean; no deseo legarles la horrible imagen de un hombre atormentado por el dolor que no puede soportar una tortura más.»
Finalizo señalando la enorme trascendencia que en el mundo literario tiene la novela histórica de Marguerite Yourcenar, verdadera constructora de la misma en el sentido moderno. En el Cuaderno de Notas, al que me he referido al inicio, además de contar las vicisitudes que corrieron estas Memorias hasta que vieron la luz, reflexiona sobre lo que para ella es el género de la novela histórica:
  • «Reconstruir desde dentro lo que los arqueólogos del siglo XIX han hecho desde fuera»
  • «Retrato de una voz. Si decidí escribir estas Memorias de Adriano en primera persona, fue para evitar en lo posible cualquier intermediario, inclusive yo misma. Adriano podía hablar de su vida con más firmeza y más sutileza que yo.»
  • «En nuestra época, la novela histórica, o la que, por comodidad puede denominarse así debe desarrollarse en un tiempo recobrado, animado por la presencia de un mundo interior.» 
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Nota histórica:
Adriano fue emperador romano del 117 al 138 d.C. y es conocido como el tercero de los cinco buenos emperadores (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio) que gobernaron con justicia.

Nota práctica:
Memorias de Adriano se representa en el Teatro Marquina de Madrid desde el día 19 de este mes de septiembre y estará en cartel hasta el próximo día 10 de octubre. Si podéis, no os la perdáis.
Antes de llegar a Madrid se estrenó en el Festival de Teatro Clásico de Mérida de este año. Y tras Madrid, creo que giran por varias ciudades españolas.


18 sept 2025

Aleksandra Lun: "Química para mosquitos"

7 comentarios:

«Los insectos entienden el tiempo porque tienen muy poco. Su vida es corta. Un mosquito vive una semana. Una mosca, un mes. Una luciérnaga, dos meses. Cuanto más larga la vida, más se pierde uno en el tiempo y menos lo entiende.
En la nave era fácil entender el tiempo porque todo sucedía en el mismo instante.»

Aleksandra Lun
La ficción que se cuenta en Química para mosquitos de Aleksandra Lun se inicia en 1977. Ese año nace la niña que está narrando en 2ª persona su propia historia. Lo que se nos relata sucede en un país indeterminado de la Europa del este que va a pasar en 1989, como sucedió a todos los que estaban al otro lado del telón de acero, a la órbita de las democracias occidentales. En este país escuchamos hablar a una niña que se siente como extraña a sí misma. La extrañeza se marca estilísticamente en el uso de la segunda persona como si ella misma estuviese dirigiéndose a su segundo yo. La sorpresa no queda sólo aquí; mucho más sorpresivo es escucharla hablar de su pseudopadre y de su pseudamadre. Esta denominación es una incógnita en la cabeza del lector que se ve agigantada cuando la madre comienza a cuestionarse si no le cambiarían a la niña en el hospital donde dio a luz. Por si esto fuera poco la niña, de la que no sabemos su nombre tiene una constitución física algo extraña: un brazo demasiado largo y un omóplato del que parece estarle creciendo una especie de miembro alado. Además es una niña enfermiza que se pasa varios meses en un hospital y en una especie de residencia para enfermos con enfermedades raras.
Si la constitución física de la niña ya es extraña, más lo es aún la percepción que ella confiesa tener de lo que comunican con sus cantos pájaros e insectos. 
«Los pájaros cantan historias. Los insectos también, pero mejor, más profundas, más lejanas, [...] El tacto de las patas de las abejas es familiar. Las picaduras son repentinas, arrítmicas. Las abejas cantan sobre el pseudoabuelo, el marido fallecido de Helena, [...]»
Es la narradora una niña distinta, diferente. Del resto de los personajes destaca Helena, la abuela de la narradora, la única persona que entiende que la niña no es como el resto de seres humanos. Quizás sea por eso que su nieta no la considera 'falsa' como a sus ojos lo son propios padres y el abuelo a los que jamás da nombre sino que los despacha con el prefijo 'pseudo' antepuesto a su rango familiar (madre, padre, abuelo).

Helena, la abuela, representa el mundo tradicional en vías de extinción tanto bajo el régimen comunista de economía planificada cuanto ahora en el capitalista. Motyl, un vecino relojero por afición que se emborracha con frecuencia, salvó una vez a la niña de una posible muerte. La madre, química de profesión, viaja a Corea del Norte y recibe al director coreano cuando éste devuelve la visita. Este coreano parece tener una gran preocupación por una central nuclear que hay al borde del mar Báltico. El padre de la niña, trabajador en la empresa química como la mayoría de los que viven en la ciudad es ingeniero en la misma. El trabajo principal de esta industria química es la fabricación de planchas de plástico para las exhibiciones patrióticas de exaltación al líder en Corea del Norte.

Junto a los anteriores personajes están los mosquitos, seres antiquísimos, que al igual que los niños son muy poco tenidos en cuenta a pesar de que en sí mismos alberguen una importante información. La principal de estas informaciones es la consideración de lo que en verdad es el tiempo. Las piezas de ámbar que encierran en su interior a mosquitos paralizados en el tiempo desde hace millones de años y que acompañan a varios de los personajes tienen peso evidente en la historia. El tiempo en el interior de estos dados de resina de ámbar parece haberse detenido, no tener principio ni fin. En el mundo actual la resina es de polímero plástico en cuya superficie también de vez en cuando quedan pegados insectos. Los seres humanos consideramos fallidos las planchas en las que aparecen insectos, no comprendemos la información que estos seres venidos de la noche de los tiempos nos están transmitiendo:
«El tiempo no se puede medir -le decía la niña-, sólo se puede observar. El único instrumento capaz de reflejar el tiempo es un reloj de arena. Un reloj de arena no muestra un momento del tiempo, como los demás relojes. Sólo muestra el flujo del tiempo»
Lo anterior se lo decía la niña a su pseudopadre a propósito de los relojes sin manecillas de Motyl, el vecino relojero. La niña, como Motyl, como el jefe norcoreano, como el padre de acogida francés Luc, como la propia Helena, tienen una concepción del tiempo y de ellos mismos distinta al resto de personas que viven abismadas en el fárrago de las ocupaciones diarias. Frente al tiempo medible  (sistema comunista, luego capitalista; minutos, horas, días, semanas, ....; paso de la agricultura tradicional a la moderna; etc.) está el tiempo continuo, imposible de medir, el tiempo que sólo fluye, en el que todo sucede al mismo tiempo, nada muere porque antes de hacerlo ya está siendo sustituido por otra cosa semejante en todo a la anterior... Este tiempo, que podríamos denominar "eterno", se identifica o se sitúa metafóricamente en la expresión «Nave» a la que la niña alude con frecuencia. («En la nave todo sucedía a la vez, todo estaba unido. Todas las vidas posibles avanzaban simultáneamente en todas las direcciones»). Nave porque en expresión de Helena venimos de las estrellas. 
«Helena sigue mirando el cielo. Vive inmersa en el tiempo de las estrellas, de las plantas, de los animales. Sabe que el tiempo tiene que retraerse para volverse a expandir, como las plantas tienen que marchitarse para volver a crecer y las válvulas del corazón tienen que cerrarse para volverse a abrir. Los átomos se separan, pero siempre se vuelven a unir. El mundo desaparece, pero siempre vuelve a aparecer. Toda vida se expande y se retrae. Helena sabe que está llegando la hora de la retracción.»
Parece mentira que en una novela breve de tan sólo 149 páginas la escritora haya logrado introducir tantísimos asuntos: 
  • Clara crítica al sistema comunista presente en los países de la antigua URSS y sus satélites como su Polonia natal. Nada funcionaba como era debido: «Vivís en una economía planificada; las chaquetas de invierno no se venden en invierno, se venden cuando se fabrican. No se sabe cuándo se fabrican.»
  • Crítica a la transición nada pensada ni meditada del sistema comunista al capitalista que se llevó por delante un mundo como el de Helena, menos productivo pero mucho más humano.
  • Crítica a las energías fósiles que poco a poco van hundiendo el país.
  • Crítica al elevadísimo consumo de alcohol presente en los países de Europa Oriental.
Pero lo mejor sin duda alguna es, desde un punto de vista estilístico, en primer lugar, la manera como la autora sabe utilizar la 2ª persona narrativa prácticamente durante toda la narración. Sólo hay un momento en que la abandona; nos dice el porqué, pero no es una reseña el lugar para desvelarlo. El lector disfrutará descubriéndolo por sí mismo. Y en segundo lugar, cómo mezcla sabiamente el mensaje que pretende transmitir con la forma empleada para ello. Me refiero concretamente a cómo para explicar ese 'continuum temporal', ese tiempo no medible, al que antes he hecho referencia lo ejemplifica ante nuestros propios ojos sin avisarnos de ello, claro:
«La pseudomadre viene a buscarte a finales de agosto. En todo el verano no has tenido anginas. Por la ventanilla del tren ves alejarse los campos. Luego empiezan a aparecer los castilletes mineros. Los vagones pasan a unos pocos centímetros de los edificios de las acerías. En casa, la pseudomadre te mete en la bañera. El cuarto de baño no tiene ventana; al encender la luz, tres arañas patilargas escapan detrás de la lavadora. Te sumerges en el agua caliente. Desde detrás de la lavadora, las arañas patilargas cantan sobre los pseudopadres. La pseudomadre está sentada en un aula de la politécnica. Se abre la puerta, un estudiante llega tarde. El profesor le riñe, le manda sentarse. El estudiante se sienta al lado de la pseudomadre. La pseudomadre se ruboriza.»

La autora
Química para mosquitos
Sobre Aleksandra Lun dice la propia editorial:
Aleksandra Lun (Gliwice, 1979) dejó su Polonia natal a los diecinueve años, se costeó los estudios de Filología Hispánica en España trabajando en un casino y en la actualidad vive en Bruselas. Su primera novela, "Los palimpsestos", escrita en español, se tradujo al inglés, francés y neerlandés, y recibió la prestigiosa beca PEN/Heim del PEN America. "Química para mosquitos" (Galaxia Gutenberg, 2024), LIV Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro, es su segundo libro.
Sólo querría destacar el hecho de que la autora escribe en un idioma que no es el de su Polonia natal. Lo hace en castellano. Escribir en un idioma no materno no es frecuente, aunque sí que hay autores denominados escritores exófonos que lo han hecho:  Vladimir Nabokov (ruso a inglés), Joseph Conrad (polaco a inglés), Jhumpa Lahiri (bengalí y otras a inglés), Samuel Beckett (irlandés a francés), Cioran (rumano a francés), Agota Kristoff (húngaro a francés), Chimamanda Ngozi Adichie​ (igbo a inglés), y tantos y tantos otros. Los motivos de unos y otros para hacerlo son de lo más variado: comodidad, prestigio de la lengua elegida, mejor difusión de sus libros... En el caso de Aleksandra Lun es evidente el amor que siente por España y su cultura, que la llevó a estudiar Filología Hispánica en nuestro país y presentar esta novela, considerada por ella misma como su auténtica primera novela, al Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro con el que se alzó merecidamente en 2024.




8 sept 2025

"Décimas para Sara" de Ezequías Blanco para inaugurar el dígito de los 2.000.000 de visitas. ¡¡Gracias, gracias, y gracias!!

20 comentarios:
El blog de Juan Carlos, Dos millones de visitas

Aunque el poemario de Ezequías Blanco lo tengo en mi poder desde el 30 de mayo de 2025, día de su presentación en Getafe, y lo disfruto desde entonces, he querido dejar su reseña hasta hoy e inaugurar con ella este dígito, nada menos que los ¡¡2.000.000!! (dos millones) de visitantes que acaba de alcanzar este humilde blog. Si Carlos Gardel cantaba aquello de “que es un soplo la vida, que 20 años no es nada” qué voy yo a decir de este número de visitas a mi blog. Algunos dirán -y con razón- '¡pues no son tantas!'. Cierto es, pero a mí bien que me satisface contemplar la rotundidad del número, mucho más en un blog de lo que se entiende que es cultura algo que en el mundo en que vivimos no parece interesar a demasiada gente. Por todo esto estoy muy contento y quiero compartir mi satisfacción con  mi amigo Quías que en su hermoso y emotivo poemario canta a lo importante de la vida: el amor, la familia, los nietos, la inocencia y la verdad de los mismos...

Antes de comentar "Décimas para Sara" haré, siquiera sea brevemente, un rápido repaso de El blog de Juan Carlos. A fecha de hoy los visitantes del mismo pueden acceder a unas 900 entradas, la mayoría de ellas reseñas de libros, otras de representaciones teatrales y algunas menos de películas visionadas. Este cerca del millar de entradas ha recibido unos 15.000 comentarios repartidos entre intervenciones directas de los  lectores y las respuestas que siempre que puedo procuro darles, por eso de convertir la entrada concreta en motivo de diálogo amable. Muchas gracias a todos los comentaristas, visitantes habituales del blog la mayoría de ellos, aunque también nuevos algunos, lo que cada vez que sucede me produce inmensa alegría. 

No sé cuánto tiempo más seguiré alimentando El blog de Juan Carlos. A veces me siento cansado, pues han pasado ya muchos años desde que decidiera crearlo. En algún sitio, creo que cuando celebré el primer millón de visitas en marzo del año 2021, hace ya cuatro años, escribí lo siguiente:
«Un blog que durante sus algo más de diez años de existencia ha ido in crescendo: de las sólo 4 entradas publicadas en 2010 he pasado a 90 en 2016, 86 en 2015 o en los dos últimos años a 79 en el 19 y a 80 en 2020. Creo que no está nada mal. Yo al menos estoy satisfecho porque en conjunto desde su creación en mayo de 2010 son ya 605 las entradas en él aparecidas. 605 entradas que han merecido casi 8000 comentarios por parte de algunos de la millonada de visitantes que con vuestras opiniones me habéis dado a conocer no pocas cosas y descubierto errores en los que sin saberlo había incurrido.»
Cualquiera observará que el número de entradas desde esas 90 de 2016 o las 80 de 2020 han ido reduciéndose poco a poco. Cansancio, quizás hastío, los años transcurridos... En cualquier caso como todo en la vida, El blog de Juan Carlos durará lo que tenga que durar. Es verdad que ahora mismo, muchos otros blogs de literatura optan por pasarse al formato del videoblog o a colgar las reseñas en Instagram y/o Facebook. Son opciones más rápidas, más cómodas, que exigen menos esfuerzo por parte de los internautas. Yo por ahora soy reacio al cambio, si bien como la mayoría de quienes os pasáis por aquí habréis comprobado sí suelo publicitar mis entradas en Instagram, Facebook y X. Pero de ahí a abandonar el formato de Blogger  por ahora no.

Repito mi agradecimiento: 

¡¡Gracias, gracias, y gracias!!

ooooOoooo
  
Décimas para Sara, Ezequías Blanco
Pienso que más que hacer una reseña al uso, algo que con los libros de poesía no es tarea sencilla, en esta 'reinauguración' del blog, no estaría nada mal para esta entrada trasladar aquí, en la medida de lo posible, la amable sensación que dejó en todos los asistentes la presentación del poemario en Getafe el pasado 30 de mayo. En dicho acto intervinieron, por este orden, el poeta Francisco Caro, que fue quien animó al autor a publicar estos poemas que el propio Quías modesta y equivocadamente tildaba, por el ámbito familiar en que nacieron, de fruslerías; José Cereijo, poeta responsable del prólogo de la obra que atinadamente titula 'La realidad, en fin: La vida'; Eugenio Rivera Claudio, acertado ilustrador de cada uno de los 38 poemas que forman el poemario; y el autor, Ezequías Blanco, quien tras explicar el origen de la estrofa clásica elegida para estos poemas, pasó a hablar de la fuente que los inspiraron: la emoción sentida ante acciones o sucesos de su nieta Sara que luego él plasmaba en versos. 

Cerró el acto de presentación la visualización de un magnífico video (pinchar aquí o en la imagen para visualizarlo) creado por Rufo Pajares en el que distintas personas leen algunos de los poemas contenidos en Décimas para Sara. Es una auténtica gozada escuchar las décimas en boca de declamadores como Matías Muñoz, Ana Rosa Bustamante Morales, Jaime Santos, María de la Vega, Pepe Viyuela, Mariano García, Davina Pazos, o el propio Ezequías Blanco. El fondo musical de la Serenata española de Tárrega que interpreta a la guitarra Jesús Saiz Huedo es un plus añadido a la calidad de los poemas y de las ilustraciones de Eugenio Rivera que en el video acompañan a la letra de los poemas que se recitan.



Dicho y visto lo dicho y visualizado hasta aquí, poco me queda ya por añadir. Quizás sólo reproducir lo que para mí escribí tras una primera lectura:

Un librito delicioso. Ezequías utiliza la estrofa clásica de la décima para celebrar diversos episodios felices o/y sorprendentes sentidos y vividos por él a raíz de convertirse en abuelo. El título viene dado por la estrofa utilizada y por el nombre de Sara, su primera nieta. Sentimos la esperanza ante su próximo nacimiento, sufrimos con su primera fiebre, celebramos sus sucesivos cumpleaños, sus primeras palabras de trapo, sus primeros y vacilantes pasos, su inevitable crecimiento, su cándida crueldad infantil, la llegada de la hermana, etc. En definitiva, Ezequías hace un canto a la vida, a la inocencia infantil, al amor que los mismos inspiran. La estrofa elegida por el autor va como anillo al dedo a los sucesos que suscitan los poemas.

Es un libro ilustrado. Cada poema está acompañado de un dibujo realizado por Eugenio Rivera. Dado la inspiradora de los poemas, la nietita de Quías, Eugenio ha realizado unos dibujos que invitan a que niños de la edad de Sara se sientan atraídos por el volumen. Son dibujos muy simpáticos, muy graciosos, unos dibujos que han sabido captar el sentido de cada una de las décimas; y no sólo el sentido directo que los niños seguro que saben entender, sino también otro más profundo, más adulto: el que quien quiera que sea, padre o abuelo, habrá experimentado en carne propia al tener un bebé en sus brazos; un bebé que va creciendo y pasando por cada una de las fases que leemos en esas estupendas espinelas que Ezequías ha pergeñado como regalo para su querida nieta.

Recomiendo la lectura del poemario por su belleza, por su verdad, y por la emoción que transmiten todas y cada una de sus composiciones. Es vida auténtica.


Algunas páginas del poemario:

Décimas para Sara

Décimas para Sara

Décimas para Sara, Ezequías Blanco

Décimas para Sara, Ezequías Blanco


Para adquirir este hermoso libro editado por Mahalta ediciones basta con pinchar en la imagen que aparece a continuación: