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15 dic 2024

Qiu Xiaolong. Muerte de una heroína roja.

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«Compró un ejemplar del Diario del pueblo. En sus días de instituto, había creído todo lo que publicaba en sus páginas, incluido un término en particular: a saber, «dictadura del proletariado». Significaba una dictadura de transición lógicamente necesaria para alcanzar la fase final del comunismo, con lo cual se justificaban todos los medios en aras de ese fin último. No obstante, la expresión «dictadura del proletariado» ya no se usaba, pues ahora, en su lugar, se hablaba de “los intereses del Partido”.»

Muerte de una heroína roja, Literatura de la China actual, Qiu Xiaolong
Sinopsis 
(proporcionada por Tusquets, editora en España de sus novelas)
Un viernes de mayo de 1990, Gao Ziling, capitán de la patrullera Vanguardia, sale a pescar con un amigo al que no veía desde la época del instituto. De regreso, en el canal Baili, a unos treinta kilómetros al oeste de Shanghai, algo impide el avance de la patrullera. Cuando Gao se lanza al agua para ver qué le ocurre a la hélice, descubre una gran bolsa de plástico negra y, en su interior, el cadáver de una joven desnuda. El capitán Gao avisa de inmediato a la policía y, casualmente, atiende su llamada el subinspector Yu, quien trabaja a las órdenes del inspector jefe Chen. Éste, recién ascendido y tras estrenar piso, no tardará en descubrir que la joven, empleada de los grandes almacenes Número Uno de Shanghai, era una trabajadora modélica cuya entrega a la causa del Partido la convirtió en una celebridad. Ahora debe investigar qué se oculta detrás de la muerte de esa «heroína roja»

Con esta novela se dio a conocer el poeta Qiu Xiaolong en el ámbito de la narrativa. Muerte de una heroína roja es la primera de la serie de novela negra protagonizada por el inspector jefe de policía en la ciudad de Shangai Cao Chen. Ya desde la primera página nos encontramos con un joven policía que dentro de la política de renovación de cargos promovida por Deng Xiaoping ha llegado a inspector jefe de la comisaría de casos especiales de Shangai. Su rápido ascenso ha despertado recelos en no pocos de los policías a su cargo; destaca entre ellos el subinspector Yu Guangming quien con su esposa Peiqin  y Qinqin, el hijo de ambos, vive en una pequeña habitación dentro de un edificio comunitario. La envidia proviene no sólo por el cargo que ocupa cada uno sino también por otras cuestiones, no siendo la menor la concesión a Chen por el Partido de una vivienda mientras que Yu y el resto de agentes viven en condiciones más que precarias
«El resentimiento que expresaban Yu y otros compañeros de la oficina se debía no sólo a su rápido ascenso, producto de la política de cuadros de Deng, sino también a sus actividades literarias que, en opinión, además de en conveniencia, de todos, constituían una desviación de sus obligaciones profesionales.»
Efectivamente, el inspector Jefe Chen es un policía peculiar que tiene más de una coincidencia con el propio escritor. Los padres de ambos, -el del héroe novelesco es profesor de Literatura en la Universidad-, fueron represaliados durante la revolución cultural acusados de pecados burgueses capitalistas. El novelista, para poder salvar a su padre del castigo diario que recibía en la fábrica a la que había sido condenado a trabajar como simple obrero por haber sido pequeño empresario de perfumes, le escribió una autoconfesión de culpabilidad que mereció la aprobación de la Guardia Roja. Ambos, pues, Cao Chen y Qiu Xiaolong, saben escribir, es más ambos son poetas, y saben moverse  por el proceloso mar social de la China continental sin manifestarse explícitamente contrarios al Régimen político. Leyendo la novela se es consciente de que ese proceder es el único posible si es que se quiere sobrevivir en China.

La acción novelesca sucede durante el mes de mayo de 1990 tras la conmoción que supuso en el mundo entero y en el propio país los sucesos de la plaza de Tiannamen del verano de 1989 («Tras lo que sucedió en la plaza Tiananmen el pasado verano, muchas personas siguen dudando de la solidez de nuestro sistema socialista.»). Es fundamental tener siempre presente esta ubicación temporal para entender el comportamiento de Chen y de las autoridades del país. Se trató de un momento muy complicado políticamente en el que los elementos reaccionarios pugnaron por revertir el proyecto que Deng Xiaoping había bautizado como el de "Un país, dos sistemas".

Esta situación en un período de la historia de China tan frágil hace de esta novela algo muy interesante de leer. Muchas cosas se aprenden con esta lectura: Cómo fue imponiéndose el sistema capitalista en la China socialista; cómo los políticos utilizan una hipócrita retórica socio-comunista para eliminar o salvar a quien o quienes les interesa; cómo la vida real y privada de las personas (en especial las relaciones íntimas) fueron abriéndose paso pese a la retórica oficialista de oposición a la libertad en las relaciones amorosas; cómo las empresas extranjeras iban instalándose en el país; cómo está surgiendo una clase social de jóvenes adinerados que por conseguirlo hacen cualquier cosa; cómo especialmente las chicas jóvenes del campo o de ciudades de provincia alejadas de las opulentas zonas especiales se desplazan hasta éstas y se emplean en salones de masajes, hoteles, modelos fotográficas..., para conseguir al dios del dinero; cómo convive la China tradicional, presente en las numerosas referencias a leyendas ancestrales y citas de versos de poetas de diversas dinastías imperiales, con la pujanza del vicio y el puro materialismo acaparador de objetos; etc.

Todo lo anterior está en el texto de esta novela expresado con un lenguaje sugerente, hermoso, poético, embriagador. Se diría que pese al contexto de thriller del relato (la persecución y búsqueda del asesino de la joven Guan) estamos ante una novela que se demora en las cosas sencillas, en la naturaleza que envuelve la vida de los seres humanos y que éstos en su vorágine están olvidando. Es una manera de narrar poco convencional para una novela detectivesca, policial. Contribuye decisivamente a esta sensación la acumulación de citas poéticas que el autor introduce en el texto de mano del personaje Chen Cao, que como su país ('un país, dos sistemas') encierra en él dos sensibilidades: la de policía y la de poeta. 
  • el viejo proverbio tenía razón: «Un Buda, aunque sea de arcilla, debe estar cubierto de oro».
  • ¿Era posible que Ouyang también tuviera problemas? Quizá no. Al menos él todavía andaba por ahí, con bastante dinero para hacer una llamada de larga distancia y el ánimo suficiente como para citar poemas de las dinastías Tang y Song.
  • recordó unos versos de Wan Changling: «Si mis parientes y amigos preguntan por mí, / diles: un corazón de hielo puro, un florero de cristal». Con eso bastaría, y luego se sentó a trabajar.
A las citas poéticas y alusiones legendarias propias de la China tradicional se unen, dentro del culturalismo que exhibe Qiu Xiaolong en Muerte de una heroína roja, las referencias a títulos literarios y cinematográficos. De los libros que se citan es Sueño en el pabellón rojo del novelista chino del siglo XVII Cao Xueqin el más nombrado. Le sirve al autor para mostrar la dualidad y complementariedad existente en la pareja formada por Yu y Peiqin. Peiqin, que trabaja en un restaurante, está leyendo en el relato esta novela clásica y enfoca el caso de Guan, que investiga su marido, a través del comportamiento de la heroína de Sueño en el pabellón rojo. Así, cuando éste le dice que la asesinada trabajadora modelo Guan no tenía relación con ningún hombre, Peiqin no puede creerlo:
«—Te reirás de mí, Guangming, pero como mujer no puedo creerlo. Quiero decir..., lo que pasa entre un hombre y una mujer. Estamos en los años noventa.
[...]
—Pero eso va contra la naturaleza humana, como Miaoyu en Sueño en el pabellón rojo.
—¿Quién es Miaoyu? —preguntó él.
—Miaoyu, una bella y joven novicia que lleva una vida dedicada al ideal abstracto del budismo.
[...]
—Pero Miaoyu no es más que un personaje de una novela.
—Pero es muy auténtica. La novela desvela con gran perspicacia el fondo de la naturaleza humana»
Esta manifestación respecto a la verdad que se encierra en muchas novelas no deja de ser un guiño a la verdad que encierra esta novela de Qiu Xiaolong respecto a la vida política, socio-laboral y privada de la sociedad china durante esos años de transición.

Interesantísima, en mi opinión, es la presencia de mujeres libres en el relato. Todas, salvo la asesinada Guan, curiosamente presentada a la sociedad como ejemplo a seguir de mujer trabajadora, son seres que se comportan haciendo uso de su propia voluntad, no están sujetas a nadie (o a casi nadie). Así la periodista Wang con la que Chen sueña, la HCS (Hija de un Cargo Superior) Ling con la que años atrás el inspector jefe mantuvo relaciones, la masajista Xie que voluntariamente se dedica a este trabajo para procurarse una buena cantidad de dinero... Cuando ellas aparecen en el relato, éste aumenta en tensión erótica 

 «Xie se levantó y entró en el baño, pero no cerró la puerta. Dejó caer la bata al suelo, que quedó hecha un bulto a sus pies. Sus pechos desnudos y su cadera se reflejaban en el espejo. Chen se giró hacia la ventana. Cuando volvió, se había puesto un vestido blanco de verano y tenía un pequeño bolso que le colgaba de un hombro. No llevaba sujetador y los pezones parecían casi impresos en el vestido.»
Respecto al erotismo contenido en algunas páginas de la novela, hay que decir que cuando la novela, aparecida primero en Estados Unidos en 2000, fue publicada en China se suprimieron las páginas en que aparecía. Tal es el funcionamiento allí de lo políticamente correcto.


Para finalizar
Para cerrar la reseña de esta para mí sorprendente y magnífica novela sólo diré que la comida ocupa lugar relevante en la misma. Lu, uno de los amigos íntimos del inspector Cao Chen tiene un restaurante, muchos de los encuentros amorosos y otros propios de la investigación policial se desarrollan en torno a una mesa. Qiu Xiaolong se demora en la presentación de los platos o la disposición de la mesa. Muchas veces, según leía Muerte de una heroína roja, venía a mi cabeza la novelística de Manuel Vázquez Montalbán y su detective Carvalho que amaba la comida y su elaboración por encima de muchas otras cosas. 
«En la mesa, un mantel blanco, servilletas rosadas plegadas, palillos de caoba y cucharas plateadas de mango largo. El escenario era el idóneo para una cena sencilla: una pequeña olla de agua hervía en un infiernillo, y a su alrededor, el cordero cortado en lonchas finas como el papel, un plato de espinacas y una docena de ostras con rodajas de limón distribuidas en una bandeja, junto a pepinos marinados en vinagre y ajo al escabeche en unos platillos a ambos lados. Cada comensal tenía un plato con salsa.»
No sé si les sucederá a otros, pero a mí la morosidad con que el novelista presenta la trama y cómo se detiene en aspectos que se podrían ver como colaterales a la misma me ha encantado y me ha hecho disfrutar mucho de este relato, primero de su serie de novelas protagonizadas por este atípico policía poeta. Muerte de una heroína roja ha supuesto para mí descubrir a un escritor del que había leído varias reseñas de sus novelas, todas ellas elogiosas, en blogs muy fiables como son Las inquilinas de NetherfieldCuéntame una historiaLeyendo con Mar, y alguno más que en estos momentos no recuerdo. Sin duda alguna, ya en 2025, volveré a disfrutar con el personaje creado por Qiu Xiaolong.



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Nota: Con este título del escritor Qiu Xiaoping relleno la letra X del reto "Autores de la A a la Z" completando así el mismo dentro del año, como debe ser.
           






7 dic 2024

"Laberintos de la noche" (Detective William Monk 21) de Anne Perry

17 comentarios:
Cuando en el mes de julio de 2017 reseñé Los crímenes de Cater Street, su autora, Anne Perry, a sus 79 años gozaba de una salud excelente. Cuando ahora, finalizando ya 2024, vuelvo a reencontrarme con ella leo que Juliet Hulme, verdadero nombre de la escritora, falleció en abril de 2023 en Los Ángeles (USA) a los 84 años de edad. Vuelvo a recordar por ello la azarosa vida de esta londinense nacida en 1938 que pasó cinco años en la cárcel por haber cometido a los quince junto a su amiga Pauline Parker el asesinato de la madre de esta última. Fue al salir de la cárcel en 1959 que cambió de nombre y, tras una serie de distintos trabajos entre los que destaca el de azafata de vuelo, literariamente se dio a conocer en 1979 con la novela que hace siete años leí con agrado. 

Como habrá comprobado quien se haya detenido a leer la reseña que hice de Los crímenes de Cater Street esa novela inaugura la serie de 30 entregas protagonizadas por el inspector Pitt. La otra serie importante dentro de los más de 70 títulos que la escritora produjo en vida es la de detective amnésico William Monk a la que se adscribe la novela que acabo de leer. Dentro de las pertenecientes al universo Monk, Laberintos de la noche ocupa el lugar 21 de las 23 que forman dicha serie novelesca. 

Una de las cosas que menos me agrada de las narraciones que forman parte de una serie de títulos es la conveniencia, si no la necesidad, de leer las distintas entregas siguiendo el orden de aparición. Es cierto que los autores, sabedores de los cientos de lectores que no van a hacerlo así, introducen en unos y otros títulos referencias y/o pertinentes aclaraciones a sucesos o personajes que tuvieron importancia en publicaciones anteriores a fin de evitar que el lector poco fiel se pierda o se confunda. Es lo que en algún momento me ha ocurrido a mí cuando leyendo este relato he topado con personajes ahora en otro estadio de su vida a los que Monk o alguien de su entorno se refiere con inquina, afecto o lo que sea. Afortunadamente, como digo, Anne Perry antes o después aporta una información pertinente para situar debidamente a cada cual en su lugar. 

 Centrándome ya en Laberintos de la noche diré que en esta ocasión el inspector William Monk, estando presente, ocupa un lugar secundario, dado que es su esposa, la enfermera Hester Monk, quien soporta el peso principal de la trama. La vemos de enfermera sustituta en un hospital al este de Greenwich («Hester trabajaba de enfermera en el hospital, todavía a la espera de que Jenny Solway se reincorporase»). El director del mismo, el doctor Magnus Rand le pide que se ocupe de un paciente especial muy adinerado, Bryson Radnor, enfermo de leucemia. Ella ve que algo extraño sucede en ese hospital al descubrir lo que les sucede a unos niños que hay en él. Por culpa de su interés por esas criaturas verá comprometida su libertad e incluso su vida. 

La novela está claramente organizada en dos partes. En la primera se produce el acto delictivo y en la segunda los abogados Ardal Juster y sir Oliver Rathbone pugnan en los tribunales por hacer que Hamilton Rand, un químico investigador hematólogo, sea castigado por realizar sus experimentos sin consentimiento de los donantes. En la novela todos los personajes valoran la importancia de sus investigaciones sobre la sangre, pero se deplora la comisión de delitos por muy loable que sea la finalidad de las mismas.   

Cruz Roja, Convención de Ginebra
https://es.wikipedia.org/wiki/
Archivo:Florence_Nightingale_
(H_Hering_NPG_x82368).jpg
Al igual que en la serie Charlotte y Thomas Pitt, de la que como he dicho leí hará cosa de siete años el primero de la misma, la acción se sitúa en la Inglaterra victoriana del siglo XIX. Concretamente en Laberintos de la noche se cita con reiteración la guerra de Crimea en la que Hester Monk ha participado como enfermera de guerra. Sus conocimientos sobre pérdidas de sangre, amputación de miembros y trato con seres moribundos son los que la hacen competente a ojos de los hermanos Rand para participar en sus trabajos médicos. Enfermería, sangre y siglo XIX sirven para ensalzar la figura de la real enfermera británica Florence Nightingale a la que Anne Perry homenajea en esta novela al hacer que la protagonista Hester Monk coincida con ella en la guerra de Crimea. Florence Nightingale es considerada la precursora de la enfermería profesional; asimismo sus trabajos en la asistencia a heridos durante la guerra e Crimea sirvieron de inspiración  a Henri Dunant en la fundación de la Cruz Roja y en sus propuestas humanitarias adoptadas por la Convención de Ginebra.

Anne Perry en la primera parte de la narración muestra en contrapunto la actividad de cada uno de los miembros del matrimonio Monk: Hester, dedicada a la enfermería en el hospital de Magnus Rand; el comisario de la policía fluvial William Monk con sus trabajos policiales luchando concretamente contra el contrabando de armas. En un momento dado William y sus compañeros de comisaría (Hooper, Laker, Orme...) a los que se unirá Scuff, el hijo adoptivo de la pareja Monk, investigarán la desaparición de Hester Monk y los niños del hospital. Es aquí donde confluyen ambas líneas narrativas. Tras su resolución se inicia el juicio contra el antagonista, el químico Hamilton Rand

En esta parte, diríamos, judicial, la novela me ha hecho recordar los relatos de John Grisham que con tanto agrado he leído siempre (algunos títulos suyos reseñados por mí en este blog son: Un abogado rebelde, El estafador, El soborno, Los guardianes...). Sin llegar a la profundidad jurídica de los del novelista norteamericano, en la preparación del juicio por Ardal Juster nos enteramos de pormenores en la vida de sir Oliver Rathbone al que vemos ahora apartado del foro por culpa de insidias anteriores protagonizadas, seguramente en entregas anteriores de la serie, por el juez Ingram York, en esta novela ingresado ahora en una clínica para perturbados mentales. Rathbone se siente atraído por Beata York, esposa de Ingram. Como se ve, sería necesario haber pasado por momentos novelescos anteriores para tener toda la información, aunque la que aquí se da es suficiente, aunque sea escasa
«Ingram York solo era importante porque existía, y mientras estuviera vivo, Rathbone no podría pedir a Beata que se casara con él. Tenía muy claro que lo haría en cuanto ella fuese libre. Tal vez era mejor que no fuese tan pronto... y, sin embargo, ¡cuánto lo ansiaba!»
Una novela detectivesca como ésta no consiente dar mayores explicaciones. Baste pues con lo dicho hasta aquí. 

Novela detectivesca inglesa, Mujeres escritoras de novela negra
Para cerrar, sólo añadiré que Anne Perry presenta en Laberintos de la noche a mujeres valerosas que luchan por un puesto en la sociedad victoriana con decisión. Frente al arrojo de Hester Monk, Florence Nightingale y otras, la autora denuncia el apartamiento que el género femenino sufría en la clasista Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX
  • «Cómo voy a demostrar que me quedé porque no podía dejar a los niños solos allí? ¿Quizás algún miembro del jurado lo habría hecho? ¡Todos serán hombres! Los jurados siempre eran hombres.»
  • «Las mujeres no cumplían los requisitos legales y no se consideraban aptas intelectual o emocionalmente para aquella tarea.»
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Con Laberintos de la noche de Anne Perry cumplimento la letra P del reto Autores de la A a la Z