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24 jun 2012

"Verano" de John Maxwell Coetzee

5 comentarios:


La novela forma parte de la autobiografía novelada que recorre la vida del autor y que tiene otros dos títulos que anteceden al presente: “Infancia”  (1998) y “Juventud” (2002). “Verano” es de 2009.
En esta entrega presenta al personaje –él mismo- de un modo atípico: a través de tan sólo cinco entrevistas, las cuales dan título a las 5 partes de la novela: Julia, Margot, Adriana, Martín y Sophie. Estas cinco perspectivas del personaje “biografiado” se completan con otros dos apartados titulados “Cuadernos de Notas” que abren y cierran respectivamente el relato. Precisamente el procedimiento utilizado, sólo cinco entrevistados dejando aparte la obra del escritor, es visto con prevención por Martin por obviar este sistema nada menos que toda la obra del escritor y entrar peligrosamente en el terreno de la pura chismografía. A esto el biógrafo dice que al no ser posible relatar una etapa de su vida en un único relato, entonces ha optado por varios relatos desde varias perspectivas.

En los cinco relatos lo que queda claro es que Coetzee es un personaje extraño (raro) que viene mediatizado por varios factores: uno es sin duda la relación con su padre, un alcohólico; y el otro la peculiaridad sudafricana y el hecho de ser blanco en un país de negros que luchan contra el apartheid. Él  es un blanco que viviendo esta cultura afrikáner en la que fue educado, sin embargo intelectualmente no la acepta aunque tampoco lucha frontalmente contra ella. Y lo que es más grave, su actitud, un tanto pusilánime, hace que quede siempre en un territorio de nadie: blanco para los negros y antibóer para los blancos.

Los entrevistados son personas dispares. Así Julia es una mujer que, en conflicto con su marido Mark que la engaña, usa a John como instrumento en su venganza personal de pareja. Ambos, ella y Coetzee, son muy diferentes pues él todo lo vive en clave artística (?) como se demuestra en el episodio de querer hacer el amor al ritmo del quinteto de Shubert para violín, algo que a Julia le parece un total despropósito. Y esta disparidad se percibe también en el concepto que uno y otra tienen de para qué sirva la literatura: para Coetzee sólo es una manera de intentar vencer la mortalidad, mientras que para ella es un instrumento (un hacha, dice) para romper el mar helado de nuestro interior.

Margot, por su parte, es la prima que de pequeña estuvo enamorada del primo listo, pero que jamás se sintió apreciada debidamente por éste. En este relato es en el que más se ve la dificultad de adaptarse al cambiante mundo de Sudáfrica por parte de los blancos. Y es esta inadaptación la que desencanta a Margot que ve que Coetzee es incapaz de enfrentarse con valentía a los negros que ya no tratan a los blancos como antes. Pero, sin embargo y pese a todo, los negros y los blancos siguen comportándose en ocasiones fieles al más puro apartheid como se ve cuando dos negros (chófer y enfermero) llevan a la madre de Margot al hospital y ella se ve incapaz de invitarles a tomar un café (tal es el peso de la educación recibida).

La tercera historia es la de Adriana, una brasileña que entra en la vida de Coetzee al entender ella que su hija Mª Regina, que viene a casa hablando maravillas de su profesor de inglés, merece un profesor más cualificado que no pierda el tiempo en enseñar a los estudiantes cosas que no les van a servir para nada (tal es el caso, en la mente de Adriana, de todos los poemas de Keats y otros poetas que Coetzee quiere que Regina aprenda). Adriana quiere creer que Coetzee pretende abusar de su hija y se da la paradoja de que para evitarlo ella misma se lo arrebatará a su hija. Esta Adriana está en la génesis de la heroína de la novela “F.O.E.” de Coetzee. [esta imbricación vida-literatura es muy interesante y me trae a la mente lo que Philip Roth y Milan Kundera conversan sobre cómo los creadores sacan sus productos en gran medida de la experiencia vivida aunque con transformaciones].

Por su parte la entrevista a Martin, profesor con quien Coetzee compitió por una plaza universitaria que ganó el primero, es muy instructiva y toca aspectos referidos a la propia esencia de la enseñanza: “John sabía un poco de muchas cosas. No sé qué provecho sacarían los alumnos. Según mi experiencia, los alumnos pronto descubren si lo que estás enseñando te importa. En caso afirmativo, están dispuestos a considerar la posibilidad de que también les importe a ellos. Pero si llegan a la conclusión, acertada o no, de que no te importa, no hay nada que hacer, sería mejor que te fueras a casa.”. Este Martin es el profesor típico y por eso critica que Coetzee dedicase mucho tiempo a corregir la gramática de sus alumnos y a asistir a absurdas reuniones porque de no haberlo hecho habría podido escribir mucho más. ¡Qué pensamiento tan habitual entre muchos “esforzados” profesores!.
Además de las alusiones a la enseñanza el apartado de Martín es muy interesante –como ya dije antes- al cuestionar el procedimiento elegido por Vincent, el biógrafo. Así a la manifestada duda de la fiabilidad de una biografía hecha con tan sólo cinco entrevistas, se añade el hecho de que casi todas ellas lo sean a mujeres que tuvieron relación amorosa con Coetzee: “Porque la naturaleza de las relaciones amorosas es tal que los amantes no pueden verse tal como en realidad son” (pág. 210).

Y la última entrevistada es Sophie, una compañera diez años menor que él que asistió al curso que sobre literatura negra africana impartió Coetzee.  Sophie le dice al biógrafo que por qué no presta más atención a los diarios del biografiado o a sus cuadernos de notas. Vincent le responde que Coetzee en sus cartas se crea un personaje prácticamente ficticio. Y a esto Sophie arguye algo muy interesante para entender esta autobiografía novelada: “Pero ¿y si todos somos creadores de ficciones, como llama usted a Coetzee? ¿Y si todos nos inventamos continuamente la historia de nuestra vida? ¿Por qué lo que yo le cuente de  Coetzee ha de ser más digno de crédito que lo que él mismo le cuente?” (pág. 217). [Sí, ¿por qué?]
También muy interesante en esta entrevista es la queja que manifiesta Sophie  al recordar que durante su relación íntima con Coetzee ella quedase excluida del universo imaginativo del autor como se demuestra en su total falta de aparición en la obra que estaba escribiendo entonces “En medio de ninguna parte”.
Y también muy interesante es la reflexión que cierra este quinto relato y viene a explicar por qué la relación fue abandonada: “porque entre un hombre y una mujer no puede darse la inmovilidad. O vas hacia arriba o hacia abajo.” (pág. 230).

 Procedimiento constructor del relato: La revisión de lo escrito en unas ocasiones; la dramatización del escrito, en otras; el puro comentario sobre la propia biografía... Es por lo tanto un libro de metaliteratura: reflexión sobre la propia literatura llena, además, de intertextos por todas partes. 

Qué gran verdad las opiniones juiciosas y bien fundamentadas de mi amiga Cecilia cuando habla de la importancia de Cervantes ("El Quijote", sobre todo) en esta novela: el procedimiento de relato citado que difumina la figura del narrador, el pluriperspectivismo que de lo anterior se deriva, la disolución de la frontera existente entre realidad y ficción...  Sí, en efecto, también para mí Coetzee es una de las grandes cimas de la literatura actual.