«Compró un ejemplar del Diario del pueblo. En sus días de instituto, había creído todo lo que publicaba en sus páginas, incluido un término en particular: a saber, «dictadura del proletariado». Significaba una dictadura de transición lógicamente necesaria para alcanzar la fase final del comunismo, con lo cual se justificaban todos los medios en aras de ese fin último. No obstante, la expresión «dictadura del proletariado» ya no se usaba, pues ahora, en su lugar, se hablaba de “los intereses del Partido”.»
Sinopsis(proporcionada por Tusquets, editora en España de sus novelas)
Un viernes de mayo de 1990, Gao Ziling, capitán de la patrullera Vanguardia, sale a pescar con un amigo al que no veía desde la época del instituto. De regreso, en el canal Baili, a unos treinta kilómetros al oeste de Shanghai, algo impide el avance de la patrullera. Cuando Gao se lanza al agua para ver qué le ocurre a la hélice, descubre una gran bolsa de plástico negra y, en su interior, el cadáver de una joven desnuda. El capitán Gao avisa de inmediato a la policía y, casualmente, atiende su llamada el subinspector Yu, quien trabaja a las órdenes del inspector jefe Chen. Éste, recién ascendido y tras estrenar piso, no tardará en descubrir que la joven, empleada de los grandes almacenes Número Uno de Shanghai, era una trabajadora modélica cuya entrega a la causa del Partido la convirtió en una celebridad. Ahora debe investigar qué se oculta detrás de la muerte de esa «heroína roja»
Con esta novela se dio a conocer el poeta Qiu Xiaolong en el ámbito de la narrativa. Muerte de una heroína roja es la primera de la serie de novela negra protagonizada por el inspector jefe de policía en la ciudad de Shangai Cao Chen. Ya desde la primera página nos encontramos con un joven policía que dentro de la política de renovación de cargos promovida por Deng Xiaoping ha llegado a inspector jefe de la comisaría de casos especiales de Shangai. Su rápido ascenso ha despertado recelos en no pocos de los policías a su cargo; destaca entre ellos el subinspector Yu Guangming quien con su esposa Peiqin y Qinqin, el hijo de ambos, vive en una pequeña habitación dentro de un edificio comunitario. La envidia proviene no sólo por el cargo que ocupa cada uno sino también por otras cuestiones, no siendo la menor la concesión a Chen por el Partido de una vivienda mientras que Yu y el resto de agentes viven en condiciones más que precarias
«El resentimiento que expresaban Yu y otros compañeros de la oficina se debía no sólo a su rápido ascenso, producto de la política de cuadros de Deng, sino también a sus actividades literarias que, en opinión, además de en conveniencia, de todos, constituían una desviación de sus obligaciones profesionales.»
Efectivamente, el inspector Jefe Chen es un policía peculiar que tiene más de una coincidencia con el propio escritor. Los padres de ambos, -el del héroe novelesco es profesor de Literatura en la Universidad-, fueron represaliados durante la revolución cultural acusados de pecados burgueses capitalistas. El novelista, para poder salvar a su padre del castigo diario que recibía en la fábrica a la que había sido condenado a trabajar como simple obrero por haber sido pequeño empresario de perfumes, le escribió una autoconfesión de culpabilidad que mereció la aprobación de la Guardia Roja. Ambos, pues, Cao Chen y Qiu Xiaolong, saben escribir, es más ambos son poetas, y saben moverse por el proceloso mar social de la China continental sin manifestarse explícitamente contrarios al Régimen político. Leyendo la novela se es consciente de que ese proceder es el único posible si es que se quiere sobrevivir en China.
La acción novelesca sucede durante el mes de mayo de 1990 tras la conmoción que supuso en el mundo entero y en el propio país los sucesos de la plaza de Tiannamen del verano de 1989 («Tras lo que sucedió en la plaza Tiananmen el pasado verano, muchas personas siguen dudando de la solidez de nuestro sistema socialista.»). Es fundamental tener siempre presente esta ubicación temporal para entender el comportamiento de Chen y de las autoridades del país. Se trató de un momento muy complicado políticamente en el que los elementos reaccionarios pugnaron por revertir el proyecto que Deng Xiaoping había bautizado como el de "Un país, dos sistemas".
Esta situación en un período de la historia de China tan frágil hace de esta novela algo muy interesante de leer. Muchas cosas se aprenden con esta lectura: Cómo fue imponiéndose el sistema capitalista en la China socialista; cómo los políticos utilizan una hipócrita retórica socio-comunista para eliminar o salvar a quien o quienes les interesa; cómo la vida real y privada de las personas (en especial las relaciones íntimas) fueron abriéndose paso pese a la retórica oficialista de oposición a la libertad en las relaciones amorosas; cómo las empresas extranjeras iban instalándose en el país; cómo está surgiendo una clase social de jóvenes adinerados que por conseguirlo hacen cualquier cosa; cómo especialmente las chicas jóvenes del campo o de ciudades de provincia alejadas de las opulentas zonas especiales se desplazan hasta éstas y se emplean en salones de masajes, hoteles, modelos fotográficas..., para conseguir al dios del dinero; cómo convive la China tradicional, presente en las numerosas referencias a leyendas ancestrales y citas de versos de poetas de diversas dinastías imperiales, con la pujanza del vicio y el puro materialismo acaparador de objetos; etc.
Todo lo anterior está en el texto de esta novela expresado con un lenguaje sugerente, hermoso, poético, embriagador. Se diría que pese al contexto de thriller del relato (la persecución y búsqueda del asesino de la joven Guan) estamos ante una novela que se demora en las cosas sencillas, en la naturaleza que envuelve la vida de los seres humanos y que éstos en su vorágine están olvidando. Es una manera de narrar poco convencional para una novela detectivesca, policial. Contribuye decisivamente a esta sensación la acumulación de citas poéticas que el autor introduce en el texto de mano del personaje Chen Cao, que como su país ('un país, dos sistemas') encierra en él dos sensibilidades: la de policía y la de poeta.
el viejo proverbio tenía razón: «Un Buda, aunque sea de arcilla, debe estar cubierto de oro».
¿Era posible que Ouyang también tuviera problemas? Quizá no. Al menos él todavía andaba por ahí, con bastante dinero para hacer una llamada de larga distancia y el ánimo suficiente como para citar poemas de las dinastías Tang y Song.
recordó unos versos de Wan Changling: «Si mis parientes y amigos preguntan por mí, / diles: un corazón de hielo puro, un florero de cristal». Con eso bastaría, y luego se sentó a trabajar.
A las citas poéticas y alusiones legendarias propias de la China tradicional se unen, dentro del culturalismo que exhibe Qiu Xiaolong en Muerte de una heroína roja, las referencias a títulos literarios y cinematográficos. De los libros que se citan es Sueño en el pabellón rojo del novelista chino del siglo XVII Cao Xueqin el más nombrado. Le sirve al autor para mostrar la dualidad y complementariedad existente en la pareja formada por Yu y Peiqin. Peiqin, que trabaja en un restaurante, está leyendo en el relato esta novela clásica y enfoca el caso de Guan, que investiga su marido, a través del comportamiento de la heroína de Sueño en el pabellón rojo. Así, cuando éste le dice que la asesinada trabajadora modelo Guan no tenía relación con ningún hombre, Peiqin no puede creerlo:
«—Te reirás de mí, Guangming, pero como mujer no puedo creerlo. Quiero decir..., lo que pasa entre un hombre y una mujer. Estamos en los años noventa.
[...]
—Pero eso va contra la naturaleza humana, como Miaoyu en Sueño en el pabellón rojo. —¿Quién es Miaoyu? —preguntó él. —Miaoyu, una bella y joven novicia que lleva una vida dedicada al ideal abstracto del budismo.
[...]
—Pero Miaoyu no es más que un personaje de una novela.
—Pero es muy auténtica. La novela desvela con gran perspicacia el fondo de la naturaleza humana»
Esta manifestación respecto a la verdad que se encierra en muchas novelas no deja de ser un guiño a la verdad que encierra esta novela de Qiu Xiaolong respecto a la vida política, socio-laboral y privada de la sociedad china durante esos años de transición.
Interesantísima, en mi opinión, es la presencia de mujeres libres en el relato. Todas, salvo la asesinada Guan, curiosamente presentada a la sociedad como ejemplo a seguir de mujer trabajadora, son seres que se comportan haciendo uso de su propia voluntad, no están sujetas a nadie (o a casi nadie). Así la periodista Wang con la que Chen sueña, la HCS (Hija de un Cargo Superior) Ling con la que años atrás el inspector jefe mantuvo relaciones, la masajista Xie que voluntariamente se dedica a este trabajo para procurarse una buena cantidad de dinero... Cuando ellas aparecen en el relato, éste aumenta en tensión erótica
«Xie se levantó y entró en el baño, pero no cerró la puerta. Dejó caer la bata al suelo, que quedó hecha un bulto a sus pies. Sus pechos desnudos y su cadera se reflejaban en el espejo. Chen se giró hacia la ventana. Cuando volvió, se había puesto un vestido blanco de verano y tenía un pequeño bolso que le colgaba de un hombro. No llevaba sujetador y los pezones parecían casi impresos en el vestido.»
Respecto al erotismo contenido en algunas páginas de la novela, hay que decir que cuando la novela, aparecida primero en Estados Unidos en 2000, fue publicada en China se suprimieron las páginas en que aparecía. Tal es el funcionamiento allí de lo políticamente correcto.
Para finalizar
Para cerrar la reseña de esta para mí sorprendente y magnífica novela sólo diré que la comida ocupa lugar relevante en la misma. Lu, uno de los amigos íntimos del inspector Cao Chen tiene un restaurante, muchos de los encuentros amorosos y otros propios de la investigación policial se desarrollan en torno a una mesa.Qiu Xiaolongse demora en la presentación de los platos o la disposición de la mesa. Muchas veces, según leía Muerte de una heroína roja, venía a mi cabeza la novelística de Manuel Vázquez Montalbán y su detective Carvalho que amaba la comida y su elaboración por encima de muchas otras cosas.
«En la mesa, un mantel blanco, servilletas rosadas plegadas, palillos de caoba y cucharas plateadas de mango largo. El escenario era el idóneo para una cena sencilla: una pequeña olla de agua hervía en un infiernillo, y a su alrededor, el cordero cortado en lonchas finas como el papel, un plato de espinacas y una docena de ostras con rodajas de limón distribuidas en una bandeja, junto a pepinos marinados en vinagre y ajo al escabeche en unos platillos a ambos lados. Cada comensal tenía un plato con salsa.»
No sé si les sucederá a otros, pero a mí la morosidad con que el novelista presenta la trama y cómo se detiene en aspectos que se podrían ver como colaterales a la misma me ha encantado y me ha hecho disfrutar mucho de este relato, primero de su serie de novelas protagonizadas por este atípico policía poeta. Muerte de una heroína roja ha supuesto para mí descubrir a un escritor del que había leído varias reseñas de sus novelas, todas ellas elogiosas, en blogs muy fiables como son Las inquilinas de Netherfield, Cuéntame una historia, Leyendo con Mar, y alguno más que en estos momentos no recuerdo. Sin duda alguna, ya en 2025, volveré a disfrutar con el personaje creado por Qiu Xiaolong.
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Nota: Con este título del escritor Qiu Xiaoping relleno la letra X del reto "Autores de la A a la Z" completando así el mismo dentro del año, como debe ser.
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