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2 dic 2012

Lectores narcotizados con lecturas bobas

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No puedo por menos que confesarlo en voz alta. Sí, yo también he echado una miradita a LSDG (así, con siglas, se refiere Manuel Rodríguez Rivero a la trilogía porn-soft de la escritora E. L. James). LSDG no es más que una 'novelilla' –en calidad, no en páginas- que está haciendo las delicias delicuescentes de un sinfín de lectoras mayoritariamente que se derriten (sic, textual) con el joven guapo guapísimo, rico riquísimo, culto cultísimo, amante incasable y desgraciado desgraciadísimo en su niñez, Christian Grey. Sin embargo he de decir que hace ya más de un mes que la inicié y no logro encontrar motivos que me animen a50sombrasdegrey.malalua.com_ proseguir su lectura. Bueno sí, sólo hay un momento en que me lanzo frenético a ver los lances, lazos y lazadas habidos entre Anastasia y Christian: en la sala de espera de la consulta del dentista. Y es que si no quieres pensar en nada no hay cosa mejor que volverse básico y primario.

Pero esta proliferación de lecturas fáciles que buscan engrosar la caja de sus autores ha encontrado al menos una cierta referencia a sus perniciosos [hablo sólo de literatura, claro está]]efectos sociales y personales en algunos opinadores literarios de reconocido criterio. En concreto me refiero al crítico Ignacio Echeverría y al novelista y periodista Enrique Vilá Matas. He aquí sus textos:
"Y lo que digo (dejando para otro momento razonables puntualizaciones y matizaciones) es que la lectura continuada de libros mediocres tiene en no pocos casos efectos narcóticos sobre el gusto e incluso sobre la inteligencia -y no sólo la moral- hasta llegar a los extremos a los que nos tienen acostumbrados algunos de los críticos más conspicuos del panorama nacional, reacios a aplicarse la única vacuna contra este mal: el ejercicio de un criterio exigente y contrastado, así salten las chispas destinadas a evitar que acabe uno atontado."  (El Cultural 30.11.12, Ignacio Echeverría: Críticos embobados).
"¿LE Gustaría localizar la mejor literatura de hoy? Agáchese, búsquela literalmente por los suelos, verá cómo enseguida la encontrará. La tienen por ahí tirada, abandonHilary Boidada en los rincones. El otro día, al disponerme a salir hacia Portugal, hacia el Festival de Cine de Estoríl, busqué en la librería del aeropuerto un libro que me acompañara en el viaje. Me acordé de que acababa de publicarse la correspondencia entre J. M. Coetzee y Paul Auster y di ingenuamente por sentado que, siendo dos autores sobradamente conocidos y tratándose de una flamante novedad, encontraría el libro sin más problema. Ante mi sorpresa, sólo tras unos minutos de paciente búsqueda por las estanterías y de tener que viajar visualmente por las más horrendas portadas de best sellers que hubo nunca, acabé encontrando lo que buscaba en un lugar bien difícil: a ras de suelo, junto al reino de las ratas. Ahí es donde muchos tienen situado a Coetzee, el que probablemente sea el mejor narrador contemporáneo vivo. Creo que eso dice mucho del estado de las cosas.
Lo pienso y veo que no debería haberme extrañado tanto de todo esto, pues a fin de cuentas sé perfectamente que vivimos en el imperio de los E. L. James, Sylvia Day, o de los aterciopelados relatos de Hilary Boyd, la autora de “Estoy embarazada y trabajo ¿qué debo hacer?” Pero soy humano, todavía lo soy, y me afectó tener que agacharme para rescatar aquel Coetzee&Auster." (Babelia 01.12.12, Enrique Vila-Matas: El estado de las cosas).
De los dos textos me quedo evidentemente con el de Vilá Matas que como siempre –y con finísimo humor- acierta plenamente.

Un saludo


26 oct 2012

En el muro de las lamentaciones. “EL LAMENTO DE PORTNOY” de Philip Roth (Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2012)

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La novela apareció en 1969. Es una novela que cabría considerar como “fuerte” en el sentido en que mis padres empleaban dicho término y que yo escuchaba de sus labios cuando niño. Es “Fuerte” porque su asunto, al menos externamente, gira en torno a la obsesión que el protagonista Alexander Portnoy tiene sobre el sexo. Dicha obsesión le viene de su época adolescente y parece no haber desaparecido en el momento en que está contando el relato, a sus 33 años.
¿Por qué esta obsesión? Seguramente procede de su condición de judío y su evolución como adolescente, del gran complejo de Edipo que sufre –o ha sufrido- y de su gran soledad… Y es que Alexander vive en Newark, afueras de New York, a donde sus padres se trasladaron huyendo del antisemitismo que sentían en Jersey City, en un barrio donde todos sus habitantes son judíos y en el que se observan estrictamente los principios de la ley judaica (carnicería judía, barbero judío, colegio judío…) al igual que en el seno de su familia constituida por Jack Portnoy, el padre, vendedor de seguros en los barrios más difíciles de la ciudad (Harlem, Bronx, y así), la madre Sophie Ginsky, la hermana Hanna y el novio de ésta Morty. Los vecinos también lo son: su tío Hynnie, vendedor de gaseosas; su primo Harold, Heshie.
Y en este contexto está Alex, adolescente de algo menos de 16 años, el-lñamento-de-portnoyque quiere sentirse como el centrocampista de un partido de Baseball: seguro y conocedor de todo (esta metáfora la desarrolla Roth en las páginas 72-76; y me recuerda un muy mucho a otro libro de crisis adolescente, El guardián entre el centeno de J.D. Salinger). Portnoy se rebela contra la opresión y rigidez con que su familia, y en especial su madre Sophie, le educan. Es un sentimiento ambivalente pues al tiempo que siente asfixia en su casa, también se siente solo fuera de esta protección. Su crisis de adolescencia encuentra salida hormonal en la masturbación, si bien este acto le perturba seriamente pues el joven está invadido del sentimiento de culpa inherente a cualquier momento de placer que le han imbuido en casa, en la sinagoga, en el colegio…; en definitiva, en la educación que recibe.
Estos asuntos ocupan las tres primeras partes del relato (“La persona más inolvidable que he conocido”, “Sacudiendo” y “Lamentaciones judías”) que ocupan las primeras 83 páginas. De estas tres partes, además de la angustia que siente por lo encima de él que está su madre y el afán por masturbarse destaca el lamento siguiente: No querer ser uno judío y serlo para los otros. Y es que su físico (la nariz ganchuda, el pelo negro y ensortijado…) lo delatan ante los goyische (gentiles) que viven con alegría y son físicamente distintos. Alex se siente en un gueto y, –dice-, quiere vengarse de esta sociedad que los aparta a través del arma que tiene más a mano, el sexo. Primero masturbándose por doquier, incluso en sitios públicos, y cuando crezca practicando sexo con las kurveh (putas) gentiles y no tan putas.
Así sucede en la 4ª parte, “Ansia de sexo” en donde se nos aparece como un ser machista por demás. Es aquí, en esta parte de 92 páginas, donde vemos a la perfección la estructura del relato. Estamos ante una confesión, así la llama él en un momento, realizada por Alex ante un doctor al que en ocasiones llama Spielvogel (un psicoanalista o psiquiatra, sin duda) que en silencio escucha su monólogo que fluye de su conciencia entremezclando edades, periodos, etc., de manera que en ocasiones su confesión nos retrotrae a los 4 años de edad, en otras tiene 22 o vuelve al presente de la confesión, a sus 33 años (la técnica literaria es, pues, el monólogo interior y/o flujo de conciencia).
En las referencias que hace a su situación actual sabemos que se gana la vida como Subdelegado de Igualdad de Oportunidades de la ciudad de Nueva York, siendo un personaje conocido por sus apariciones en televisión por los controvertidos casos que lleva y resuelve. Por esto, es más chocante aún la depravación sexual de que hace gala con esa medio novia que se echa, la Mona con la que practicará sexo duro y a la que convencerá para participar en tríos sexuales e incluso pretenderá llevar a orgías. En definitiva busca hacer realidad las fantasías sexuales que tiene desde la adolescencia. Su madre siempre le advirtió de lo inadecuado de este comportamiento imbuyéndole un sentimiento de culpa que le acompañará hasta el final del relato.
La 5ª parte, “La forma más extendida de degradación en la vida erótica”, insiste en sus relaciones adultas con diferentes mujeres, además de con la Mona, prostituta analfabeta a la que intentará educar recomendándole diversas lecturas (Dos Passos, Baldwin, Steinbeck, etc.). Esta mujer se enamorará sinceramente de él, pero él, que también se siente muy próximo a ella, no logrará superar el que ella proceda de los bajos fondos y que vista y actúe como una mujer de otro estatus. Se muestra, pues, Alex como un racista y actúa del mismo modo que echa en cara a los americanos no-judíos, sin aceptar a quien no pertenezca a su cultura, ahora no religiosa sino intelectual. La abandonará y ella amenazará con suicidarse.
Su relación con la Mona le hará recordar su primera salida fuera de su casa un Día de acción de Gracias con sólo 17 años cuando tras llevar dos meses sin ver a su familia por haber empezado a estudiar en la Universidad se va con su novia Kay, una chica de familia cristiana y buena posición social. Su judaísmo personal le pesa tanto que piensa que deberá plantearlo de mano a los padres de la chica (vamos, que de nuevo se siente culpable por ser judío y piensa que todo el mundo lo sabe y que ello es una barrera infranqueable). No lo hará sin embargo aunque luego a Kay tras una falta le propondrá casarse si se convierte al judaísmo; ella responde escandalizada por semejante propuesta y esto es el fin de la relación.
Philip RothTambién recordará que con 29 años tuvo una novia en el lugar de trabajo. Era una chica de 22 llamada Sally Manlsby de familia americana desde la conquista en el XVI. A través de ella intentará vengarse de todos los agravios que en su opinión sufre su cultura representados primeramente en el jefe de su padre (Lainsbury) quien lo explotaba abusivamente. Sin embargo Sally, de personalidad fuerte, aunque accederá a algunos de sus caprichos sexuales, en un momento le manifestará simplemente que ella hay cosas que no hace, y punto.
La última parte tiene el título de “En el Exilio”. En esta parte viaja a Israel y curiosamente no se siente a gusto. Le sorprende que todos allí sean judíos y como le dirá una de sus conquistas es que él tiene cultura de gueto, que por eso desprecia a los otros, que no quiere integrarse. Dos chicas conoce, una militar y otra de 21 años de un kibutz. Con ninguna de las dos podrá practicar sexo, al no conseguir la erección. Además piensa que puede padecer una enfermedad de transmisión sexual (consecuencia ‘lógica’ de su desordenado comportamiento, vamos, el castigo que debería derivarse de su culpable actuación). La chica militar se irá al ver su nula disposición sexual, y la del kibutz impedirá que abuse de ella diciéndole las cosas a la cara. Esta chica se llama Naomi y es una sabra (nacida ya en el estado de Israel).
En la página 252 de esta 5ª parte aparece la frase que en el fondo ha estado sobrevolando todo el relato: “¿Por qué, por qué no puedo tener un poco de placer sin que siga inmediatamente el castigo?”
Lo importante, al final, es que el relato ha servido para descubrirse a sí mismo, y como dice el Dr. Spielgovel “ahora, quizá, podamos empezar. ¿Sí?”
Además de lo reseñado anteriormente, y ya para finalizar, no hay que echar en saco roto la gran carga irónica  y claro humor que el relato encierra, si bien este último centrado la mayoría de las veces en situaciones de fuerte contenido sexual y/o escatológico. Es un humor chocante fruto de los altibajos situacionales (hablar elevado vs acciones chocarreras [pág. 189]). En mi opinión la situación más divertida es cuando la Mona le dice haber comprendido el poema de “Leda y el Cisne” de Yeats con el coño (pág. 184).
Y es que asimismo la dualidad alta cultura frente a cultura en grado cero propicia, amén de no pocas situaciones humorísticas, la coartada perfecta para que el judío-que-es-pero-no-quisiera-aparentemente-serlo exponga su amplio abanico de preferencias literarias (Keats, Steinbeck, Baldwin, Kafka, Dos Passos, etc.). Pero especialmente William Butter Yeats y su bellísimo y muy sensual poema con el cual prácticamente abre el relato (pág. 51: Parezco un hijo de la casa de Atreo [alude a los Atridas, de cuya estirpe proceden los héroes Aquiles, Agamenón y Menelao] y el vulgar comentario hecho por la Mona a propósito de la comprensión de dicho poema. Yo creo que con esto Roth está manifestándonos el poder adivinatorio, prospectivo y fuente de conocimientos no usuales que la literatura siempre ha propiciado, y que él parece defender, si bien Portnoy es un Aquiles del s. XX (¿otra muestra de humor?).












12 sept 2012

EL REINO de la INCERTIDUMBRE ("LOS ENAMORAMIENTOS" de Javier Marías)

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La novela fechada en enero de 2011 la he leído en formato e-book este verano de 2012. Como en general todo Javier Marías (ya hace tiempo que leí Corazón tan blanco, Tu rostro mañana y algún otro título que habré olvidado) esta novela también es una indagación del mundo interior del ser humano, en especial de su pensamiento, de su discurrir.

Y en esta ocasión le toca al enamoramiento, cuyo advenimiento desmitifica (“inverosímilmente logramos convencernos de nuestros azarosos enamoramientos y son muchos los que creen ver la mano del destino en lo que no es más que una rifa de pueblo” (pág. 93, pos. 1426), pero al que no puede por menos que un valor esencial en nuestra vida como reconoce María al final del relato: “Es verdad que cuando nos atrapa la tela de araña –entre el primer azar y el segundo- fantaseamos sin límites y a la vez nos conformamos con cualquier migaja”.

Este azar es el fundamento de la existencia humana. Todo en ella es azaroso, pura coincidencia, pura fortuna, que el individuo no puede dirigir. Desde nuestra llegada a este mundo (‘primer azar’) y nuestro abandono de él (‘segundo azar’) el enamoramiento (‘tela de araña’) es uno más de los varios hechos fortuitos que forman nuestra vida, pero sin duda de los más satisfactorios y maravillosos que se pueden vivir mientras dura.

De esta tela de araña María Dolz, la narradora  de este relato, es incapaz de desasirse ni siquiera cuando toda la verdad de Javier Díaz-Varela - su amor - se le muestra en toda su crudeza cuando lo ve convertido en marido de Luisa, la viuda del asesinado Miguel Deverne y cuyo inductor no fue otro que el mismo Javier movido por su enamoramiento de Luisa.  Pese a haberse podido vengar de él rompiendo su felicidad confesándole la verdad a Luisa, decide poner en práctica la última fase del “duelo” en el que ella se encontraba tras haber sido abandonada por él: la recuperación de su desamor.

è Metaliteratura e Intertextualidad. La novela se justifica en muchas ocasiones echando mano de la propia literatura. Así tres son las obras que la sobrevuelan: Macbeth de W. Shakespeare, la novela corta El Coronel Chabert  de Balzac y Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas.
o   De la tragedia shakespeariana Marías echa mano de la frase del mismo personaje cuando conoce la muerte de su mujer. She should have been hereafter (“Debería haber muerto a partir de ahora”, o sea, haber durado un poquito más). Utiliza este intertexto para la parte del duelo en el que se ve sumida Luisa ante la inexplicable muerte por asesinato de su marido. Y también este intertexto le sirve para justificar el deseo de que alguien muera cuando nos estorba para lograr nuestros fines: este es el caso de Javier a quien su amigo Miguel le obstaculiza el acceso a Luisa de quien está enamorado; y también es el caso, si bien sólo fugazmente, de María cuando al verse como segundo plato de Javier imagina cómo cambiaría todo si Luisa desapareciera.
o   La ‘nouvelle’ El Coronel Chabert de Balzac el autor la utiliza como analogía para justificar un sinfín de momentos en el relato, pero en especial la reacción final de María Dolz cuando tras levantarse furiosa de la mesa donde cenaba en el Hotel Palace con unos clientes de la editorial y dirigirse a la de Luisa y Javier cambia su actitud vengativa por otra socialmente correcta y decide no resucitar al muerto como hiciera el coronel balzaciano cuando tras 10 años de ausencia y dado por muerto se presentó ante su mujer ya casada reclamándole sus derechos,
o   En cuanto a la novela de Dumas, Marías la usa como apoyo para su idea de no marcar a nadie por sus acciones pasadas (una jovencísima y aún no Milady, cuando es la mujer de un aún no mosquetero Athos sino Conde de la Fère, llevaba grabada en su hombro una pequeña flor de lis que la identificaba como antigua prostituta [pág. 170, pos. 2599]). De modo semejante Javier también arrastra un baldón –inducir al asesinato de Miguel- que podría haber servido para marcarle para toda su vida y así, como a la joven condesa de la Fère, haberlo colgado de un árbol. Pero María Dolz decide no hacer hierro del pasado y deja que Javier muera más adelante. También la respuesta que recibe la frase (“¡Cielos! ¡Athos! ¡Un asesinato!”) que D’Artagnan le dirige a Athos al conocer este asesinato: “Sí, un asesinato, no más” recorrerá gran parte de las reflexiones que María se hará a lo largo del relato y que le servirá para justificar no sólo su actuar sino el de su amor Javier.
o   También tiene su importancia Cervantes. Dos son las referencias que a él se hacen: una cuando como algo premonitorio Luisa, la viuda, al referirse a la muerte violenta sufrida por su marido y sus posibles culpables recuerda que ya Cervantes dijo “Tú mismo te has forjado tu ventura”. Esta frase es un anticipo por parte del novelista del forjado de su propia ventura que se ha hecho Javier y que culmina al final del relato con su unión con Luisa.  Y la segunda referencia, si bien no directamente a Cervantes sino más propiamente a su época, se da con la definición de la palabra ‘envidia’ según el diccionario de Covarrubias que hace que prestemos atención y tengamos cuidado porque “este veneno suele engendrarse en los pechos de los que nos son más amigos” (pág. 188, pos. 2880). Cervantes, pues, está en la base de la intelección de la novela.

è Novela ensayística. Como en toda su producción también aquí Marías utiliza el espacio narrativo para exponer ideas. En esta ocasión la idea esencial es la de la muerte; muchos son los momentos   –especialmente durante la I parte del relato- en los que se reflexiona (yo diría casi, se filosofa) sobre qué sea la muerte y su condición, en qué situación queda el que hasta un momento dado fue vida y luego ya no; y sobre todo qué es de quien queda cuando otro, su acompañante, ya no está, ya no es.
 Lo contrario de lo que  dice Luisa, la esposa convertida inesperadamente en viuda: “Yo jamás había pensado los pensamientos de nadie, lo que pueda pensar otro, ni siquiera él, no es mi estilo, carezco de imaginación, mi cabeza no da para eso” (pág. 39, pos. 596) es lo que practica nuestro novelista pues él sí que tiene imaginación y su novela consiste esencialmente en un meterse, en un pensar los pensamientos de los demás y hacer propuestas de comportamiento que como todo en la vida se cumplirán o no, pues también en esto el azar todo lo rige.
Y también aprovecha Marías este carácter de ensayo que a veces desprende su relato para incluir en el mismo opiniones y/o datos sobre la actualidad más o menos inmediata que sirven para diluir los límites entre lo real y lo ficticio. Así se ve por ejemplo en pág.44, pos. 269 cuando hace alusión a un hecho político de actualidad la existencia de asociaciones de víctimas del terrorismo y critica lo que él entiende generalización del odio hacia todos los vascos; o cuando critica el hacer de ciertos funcionarios como sería el caso de los dos médicos que certificaron la muerte por apuñalamiento de Deverne y que no vieron la metástasis generalizada por todo su cuerpo aunque “en España casi todo el mundo hace sólo lo justo para salvar el expediente” (pág.234, pos. 3576).
è Lo ‘real’ y la ficción. Sin duda uno de los asuntos que impregnan el relato, pues aparte de utilizar la literatura (ficción) como explicación de la realidad se llega al extremo de considerar lo dicho o hecho en el pasado por uno mismo como irreal, ficticio o fronterizo con ello: “intentamos en vano que no palidezcan ni se nos difuminen los rostros, y que los hechos y las palabras no se hagan imprecisos y floten en nuestra memoria con el valor escaso que los leídos en las novelas y los vistos en las películas. […]Lo que alguien nos cuenta siempre se parece a ellas, porque no lo conocemos de primera mano ni tenemos la certeza de que se haya dado, por mucho que nos aseguren que la historia es verídica, no inventada por nadie sino que aconteció” (pág.235, pos. 3602). O también cuando en otro momento (pág. 248, pos. 3794) dice:”La verdad no es nunca nítida, sino que siempre es maraña. Hasta la desentrañada. Pero en la vida real casi nadie necesita averiguarla ni se dedica a investigar nada, eso sólo pasa en las novelas pueriles”.
El mismo profesor Francisco Rico que aparece como personaje ya amigo de Javier es también manifestación de esta disolución de fronteras entre lo real y lo ficticio. Quizás también el personaje Ruiberri con sus abrigos de cuero negro y sus nikis sin ser para nada real sí que recuerda mucho la estética querida, y practicada, por Javier Marías durante muchos periodos de su vida. ¿Será Marías en su vida real como Ruiberri en la ficiticia? Quizás.
è La incertidumbre. Sí, la incertidumbre, el tal vez, el azar, los quizás, o el vete tú a saber, son el meollo de este relato e incluso de la misma vida pues todo en ella sucede de modo azaroso o quizás, más bien, de manera pensada y meditada. ¡Quién sabe! Eso es la novela en Javier Marías el reino de la incertidumbre, de la duda, de la falta de certezas.
¿Algún defecto? Pocos, la verdad. Sí, tal vez, la excesiva morosidad con que el autor aplaza las acciones que en ocasiones me han parecido mecanismos de pura técnica profesional como si hubiera que dilatar los finales para que la novela adquiriese un cierto grosor. ¿Verdad? Ojalá que no.


24 jun 2012

"Verano" de John Maxwell Coetzee

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La novela forma parte de la autobiografía novelada que recorre la vida del autor y que tiene otros dos títulos que anteceden al presente: “Infancia”  (1998) y “Juventud” (2002). “Verano” es de 2009.
En esta entrega presenta al personaje –él mismo- de un modo atípico: a través de tan sólo cinco entrevistas, las cuales dan título a las 5 partes de la novela: Julia, Margot, Adriana, Martín y Sophie. Estas cinco perspectivas del personaje “biografiado” se completan con otros dos apartados titulados “Cuadernos de Notas” que abren y cierran respectivamente el relato. Precisamente el procedimiento utilizado, sólo cinco entrevistados dejando aparte la obra del escritor, es visto con prevención por Martin por obviar este sistema nada menos que toda la obra del escritor y entrar peligrosamente en el terreno de la pura chismografía. A esto el biógrafo dice que al no ser posible relatar una etapa de su vida en un único relato, entonces ha optado por varios relatos desde varias perspectivas.

En los cinco relatos lo que queda claro es que Coetzee es un personaje extraño (raro) que viene mediatizado por varios factores: uno es sin duda la relación con su padre, un alcohólico; y el otro la peculiaridad sudafricana y el hecho de ser blanco en un país de negros que luchan contra el apartheid. Él  es un blanco que viviendo esta cultura afrikáner en la que fue educado, sin embargo intelectualmente no la acepta aunque tampoco lucha frontalmente contra ella. Y lo que es más grave, su actitud, un tanto pusilánime, hace que quede siempre en un territorio de nadie: blanco para los negros y antibóer para los blancos.

Los entrevistados son personas dispares. Así Julia es una mujer que, en conflicto con su marido Mark que la engaña, usa a John como instrumento en su venganza personal de pareja. Ambos, ella y Coetzee, son muy diferentes pues él todo lo vive en clave artística (?) como se demuestra en el episodio de querer hacer el amor al ritmo del quinteto de Shubert para violín, algo que a Julia le parece un total despropósito. Y esta disparidad se percibe también en el concepto que uno y otra tienen de para qué sirva la literatura: para Coetzee sólo es una manera de intentar vencer la mortalidad, mientras que para ella es un instrumento (un hacha, dice) para romper el mar helado de nuestro interior.

Margot, por su parte, es la prima que de pequeña estuvo enamorada del primo listo, pero que jamás se sintió apreciada debidamente por éste. En este relato es en el que más se ve la dificultad de adaptarse al cambiante mundo de Sudáfrica por parte de los blancos. Y es esta inadaptación la que desencanta a Margot que ve que Coetzee es incapaz de enfrentarse con valentía a los negros que ya no tratan a los blancos como antes. Pero, sin embargo y pese a todo, los negros y los blancos siguen comportándose en ocasiones fieles al más puro apartheid como se ve cuando dos negros (chófer y enfermero) llevan a la madre de Margot al hospital y ella se ve incapaz de invitarles a tomar un café (tal es el peso de la educación recibida).

La tercera historia es la de Adriana, una brasileña que entra en la vida de Coetzee al entender ella que su hija Mª Regina, que viene a casa hablando maravillas de su profesor de inglés, merece un profesor más cualificado que no pierda el tiempo en enseñar a los estudiantes cosas que no les van a servir para nada (tal es el caso, en la mente de Adriana, de todos los poemas de Keats y otros poetas que Coetzee quiere que Regina aprenda). Adriana quiere creer que Coetzee pretende abusar de su hija y se da la paradoja de que para evitarlo ella misma se lo arrebatará a su hija. Esta Adriana está en la génesis de la heroína de la novela “F.O.E.” de Coetzee. [esta imbricación vida-literatura es muy interesante y me trae a la mente lo que Philip Roth y Milan Kundera conversan sobre cómo los creadores sacan sus productos en gran medida de la experiencia vivida aunque con transformaciones].

Por su parte la entrevista a Martin, profesor con quien Coetzee compitió por una plaza universitaria que ganó el primero, es muy instructiva y toca aspectos referidos a la propia esencia de la enseñanza: “John sabía un poco de muchas cosas. No sé qué provecho sacarían los alumnos. Según mi experiencia, los alumnos pronto descubren si lo que estás enseñando te importa. En caso afirmativo, están dispuestos a considerar la posibilidad de que también les importe a ellos. Pero si llegan a la conclusión, acertada o no, de que no te importa, no hay nada que hacer, sería mejor que te fueras a casa.”. Este Martin es el profesor típico y por eso critica que Coetzee dedicase mucho tiempo a corregir la gramática de sus alumnos y a asistir a absurdas reuniones porque de no haberlo hecho habría podido escribir mucho más. ¡Qué pensamiento tan habitual entre muchos “esforzados” profesores!.
Además de las alusiones a la enseñanza el apartado de Martín es muy interesante –como ya dije antes- al cuestionar el procedimiento elegido por Vincent, el biógrafo. Así a la manifestada duda de la fiabilidad de una biografía hecha con tan sólo cinco entrevistas, se añade el hecho de que casi todas ellas lo sean a mujeres que tuvieron relación amorosa con Coetzee: “Porque la naturaleza de las relaciones amorosas es tal que los amantes no pueden verse tal como en realidad son” (pág. 210).

Y la última entrevistada es Sophie, una compañera diez años menor que él que asistió al curso que sobre literatura negra africana impartió Coetzee.  Sophie le dice al biógrafo que por qué no presta más atención a los diarios del biografiado o a sus cuadernos de notas. Vincent le responde que Coetzee en sus cartas se crea un personaje prácticamente ficticio. Y a esto Sophie arguye algo muy interesante para entender esta autobiografía novelada: “Pero ¿y si todos somos creadores de ficciones, como llama usted a Coetzee? ¿Y si todos nos inventamos continuamente la historia de nuestra vida? ¿Por qué lo que yo le cuente de  Coetzee ha de ser más digno de crédito que lo que él mismo le cuente?” (pág. 217). [Sí, ¿por qué?]
También muy interesante en esta entrevista es la queja que manifiesta Sophie  al recordar que durante su relación íntima con Coetzee ella quedase excluida del universo imaginativo del autor como se demuestra en su total falta de aparición en la obra que estaba escribiendo entonces “En medio de ninguna parte”.
Y también muy interesante es la reflexión que cierra este quinto relato y viene a explicar por qué la relación fue abandonada: “porque entre un hombre y una mujer no puede darse la inmovilidad. O vas hacia arriba o hacia abajo.” (pág. 230).

 Procedimiento constructor del relato: La revisión de lo escrito en unas ocasiones; la dramatización del escrito, en otras; el puro comentario sobre la propia biografía... Es por lo tanto un libro de metaliteratura: reflexión sobre la propia literatura llena, además, de intertextos por todas partes. 

Qué gran verdad las opiniones juiciosas y bien fundamentadas de mi amiga Cecilia cuando habla de la importancia de Cervantes ("El Quijote", sobre todo) en esta novela: el procedimiento de relato citado que difumina la figura del narrador, el pluriperspectivismo que de lo anterior se deriva, la disolución de la frontera existente entre realidad y ficción...  Sí, en efecto, también para mí Coetzee es una de las grandes cimas de la literatura actual.

14 abr 2012

"Una temporada para silbar" de Iván Doig

2 comentarios:


“Una temporada para silbar” es una agradable historia en la que no pasa nada más allá de lo normal en cualquier vida: hombre viudo [Oliver Milliron], para más inri agricultor, con tres niños a su cargo [Paul. Damon y Toby] toma a su servicio una ama de llaves [Rose Llewellyn] también viuda, quien en su solicitud de empleo explicitaba que no sabía cocinar, justamente lo que más necesitaría la familia que decide tomarla.
Rose llega a la pequeña localidad de Montana (Marías Coulee] acompañada por su hermano Morris Morgan quien, cuando la maestra del pueblo [Srta. Trend] se fugue con el predicador, se hará cargo de la escuela unitaria. Morris es un sabelotodo que encandila a los niños y también a los mayores. Entre las muchas cosas que les enseña está la astronomía, pues no en balde estamos en 1910 y el cometa Halley está a punto de llegar. Con tal motivo prepararán “la noche del Cometa”, una jornada en la que homenajearán a tan ilustre visitante. La actuación “armónica” (concierto a base de armónicas) tendrá lugar ante los ojos del inspector educativo que emitirá un informe favorable sobre la escuela, el maestro y especialmente sobre Paul, un niño de altas capacidades.
Todo discurre plácidamente durante ese curso de 1909-1910: Paul, el narrador del relato, -y ahora en 1957 inspector escolar encargado de dar la noticia de la supresión de las escuelas unitarias-, recibe clases particulares de latín fuera del horario escolar; su hermano Damon es un fan de los deportes y colecciona recortes de noticias deportivas;   el menor de la familia, Toby, es un niño que adora a Rose; George y Rae son vecinos y cuñados de Oliver; etc. Y así hasta que surge el amor entre Rose y Oliver, quienes deciden casarse. Paul descubrirá que Rose esconde un secreto que no ha confesado a nadie, el de que su fallecido marido Llewellyn no era otro que el boxeador Ciclón Morgan muerto en extrañas circunstancias tras un más que sospechoso amaño de un combate en el que se movían grandes cantidades de dinero. Morris es, pues, no hermano de Rose sino cuñado y fue él quien urdió junto a su hermano el fraudulento combate.
Todos (Paul, Morris y Rose) deciden guardar silencio para que la felicidad entre Oliver y Rose pueda mantenerse. Sólo Morris, cuñado de Rose,  abandonará Marías Coulee. Y Rose por fin entrará en la cocina.
Como se ve, todos han de renunciar a algo:  Morris a Rose con la que tuvo más que amor fraterno, Rose a su independencia culinaria y Paul a lo que su condición de hijo hasta ahora le había exigido respecto a su padre: no ocultarle nada.
La novela en sí remitiéndonos exclusivamente al ámbito literario es un homenaje al escritor norteamericano  Mark Twain quien nació con el Cometa y murió 74 años después con la siguiente venida de Halley en 1910.

Valor más alto: Se lee muy bien, con facilidad. Es más crónica costumbrista que otra cosa al mostrar la vida rural de la América profunda a inicios del siglo XX.

Defecto mayor: La única complicación de la trama se resuelve en apenas 20 páginas de las 345 que forman el volumen.

Juan Carlos