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30 ene 2017

Mi primera reseña en "MoonMagazine": Hanya Yanagihara - "Tan poca vida"

22 comentarios:
El blog de Juan Carlos,

Hoy  me he llevado una gran alegría cuando he visto publicada  en la Revista "Moon Magazine" mi primera colaboración.  Hace ya tiempo que leo los artículos que aparecen en la revista que dirige Txaro Cárdenas. Son artículos sobre Cine, Novela, Poesía, Arte, Fotografía, Música... Nada de la actualidad queda relegado u olvidado por esta publicación en la que hay firmas prestigiosas y muy bien informadas: Josevi Blender, Nestor Belda, la directora Txaro Cárdenas, Carmen Pinedo, Manuel Casanova, Pilar Molina, Mavi Gómez, Rosa Berros, José Manuel Cruz, José María García Plata, y muchos otros más que si no escribo sus nombres aquí es por desconocimiento mío pues acabo de llegar a esta 'Luna' y ando aún algo perdido (pido perdón por ello).  Desde aquí os invito a todos a que la visitéis con asiduidad, que os suscribáis por email si no os queréis perder ninguno de sus contenidos..., en definitiva, que la disfrutéis, pues tiene mucho de placer entrar y demorarse en ella.

Hanya Yanagihara, "Tan poca vida", "A little life"Y mi primera colaboración ha sido con la reseña de la novela de Hanya Yanagihara titulada "Tan poca vida". El ejemplar que he leído llegó a mis manos al haber resultado ganador del sorteo que por el 4º Aniversario del blog "Mis lecturas" organizó su administradora, Marina Córdoba. Os diré lo mismo que le dije a ella cuando me comunicó que el premio del sorteo me había tocado a mí, que "Tan poca vida" fue el primer regalo de Reyes que tuve. Que "Moon Magazine" haya aceptado entre sus páginas el comentario que sobre la novela he hecho lo considero otro regalo igualmente. 

Al haberse mudado la reseña de esta novela de "El blog de Juan Carlos" a ese confortable lugar que es "MoonMagazine", os remito a la página en la que se aloja para que la leáis allí [pinchar aquí o en la fotografía anterior para acceder a la publicación]. Pienso que la historia de ese grupo de amigos formado por Jude, Wilem, JB y Malcolm os atrapará y os suscitará una serie de preguntas a las que el propio texto os responderá aunque quizás penséis...  Pero, nada, nada, qué estoy haciendo. Pasáos por "Moon Magazine", leed la reseña de la novela y, seguro, seguro, que, además, no os podréis resistir a leer el resto de los muy interesantes artículos que alberga. 

Cuando hayáis hojeado pausadamente esta Revista comprenderéis que mi alegría no es gratuita. Es un pedazo de publicación, sí señor. Es, como reza su cabecera, "La Revista Lúdico-Cultural de los Lunáticos". ¡Qué alegría formar parte de ese equipo de lunáticos!

25 ene 2017

Iniciativa Tarro -Libros 2017

23 comentarios:

Desde 2015, Carmen Forján del blog "Carmen y amig@s", organiza esta iniciativa. Nunca hasta ahora me he apuntado por indolencia, olvido o incompetencia mías. Pero este año 2017 me he propuesto inscribirme, y aunque algo justito en el tiempo (hay que apuntarse antes del 31 de enero) aquí estoy.

¿Por qué he decidido apuntarme? Pues simplemente porque me parece algo práctico e indoloro para el bolsillo. Consiste en echar un euro a un tarro, el que cada uno elija, por cada uno de los libros que se lean durante el año en curso. Sólo se podrá abrir, romper, o lo que sea necesario hacer en el tarro pasado el día 31 de diciembre de 2017. ¿Os imagináis el dinero que podréis haber 'amasado' (ja, ja...) durante todo este año lector? Esta es la razón práctica que me impulsa a participar en la iniciativa.

Todos los que estéis interesados en esta simpática y práctica iniciativa, pasáos por el blog de Carmen pinchando en el nombre del mismo que os he dejado más arriba. Allí podréis conocer de primera mano todas las características y obligaciones. Pero, atentos, debéis de inscribiros antes del día 31 de este mes.

Y este clásico recipiente, una hucha como bien veis, será el recipiente donde pondré a buen recaudo el producto de mis lecturas. ¿Os gusta? Algo sencillote, ¿no? En fin, es lo que hay.

23 ene 2017

"El amor te hará inmortal" de Ramón Gener, divulgador musical.

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Incluso ahora, a punto de hacer clic en 'Publicar', sigo dudando. No quisiera que el sintagma 'divulgador musical' se entendiese como menosprecio hacia el autor. No, para nada, no es esa mi intención; más bien todo lo contrario. Creo que el panorama musical español, en especial el de la música clásica, tiene necesidad de muchos otros divulgadores, difusores de este tipo de música a la que en nuestro país la juventud es esencialmente refractaria. Por eso mantengo la frase.

La obra entra a formar parte de esos libros que promocionan alguna actividad. En este caso, la recepción y disfrute de la música clásica. Desde el principio el libro me ha recordado mucho al de "Instrumental" de James Rhodes ya reseñado en este blog (leer reseña aquí). Ambos parten de una experiencia personal para luego pasar a hablar del poder salvador o/y curativo de la música. Evidentemente son libros y autores distintos con vidas y experiencias totalmente diferentes. Pero creo que ambos escritores y músicos (pianistas los dos, curiosamente) persiguen una misma finalidad: atraer a los jóvenes a  la música clásica. En el caso de Gener especialmente al mundo de la Ópera.

Divulgadores musicales. Música clásica, Ópera

Ramón Gener Sala ha estado desde su niñez en contacto con la música cláscia. Estudió piano y lo ha tocado profesionalmente; también ha sido barítono hasta el año 2011 en que se inclinó más por el papel de divulgador musical. Comenzó esta actividad en el canal 33 de la televisión catalana con una apuesta arriesgada de la cadena, un programa titulado "Ópera en tejanos" ('Opera en texans') que lejos de ser flor de un día estuvo en antena durante tres temporadas. En 2015 fue el conductor de una producción internacional en la que participaba RTVE titulada "This is Opera" que entre nosotros emitió la 2 de TVE.

Su labor de divulgación musical en formato libro la inició en 2014 con su obra en lengua catalana titulada "Si Beethoven pogués escoltar-me" (en castellano "Si Beethoven pudiese escucharme" apareció en 2015) en la que comentaba historias, biografías y anécdotas de grandes compositores de los siglos XVIII y XIX. Su segunda incursión en el formato libro de divulgación musical la ha realizado con la obra objeto de esta entrada, "El amor te hará inmortal", un libro de 188 páginas que apareció en 2016 en las dos lenguas del autor, castellano y catalán.

El amor te hará inmortal
En diciembre de 2013 muere el padre del escritor. Para Gener la desaparición física de su progenitor es en realidad la de su segunda muerte pues desde hacía diez años padecía de Alzheimer. Creo que fue Ortega y Gasset quién dijo que el hombre deja de serlo cuando pierde la cabeza, cuando lo que ha sido y con quienes ha estado desaparecen de su memoria, cuando no recuerda. Ramón Gener, como hará en todo el volumen, relaciona este hecho personal -la pérdida del padre y en éste el mal de Alzheimer- con lo acaecido a otros músicos. Cita a Glen Campbell, músico country al que en 2011 diagnosticaron Alzheimer y que para la última gira que hizo en 2012 con tres de sus hijos compuso un tema precioso sobre el futuro que le aguardaba. También, dice,  Ravel murió de Alzheimer y el carácter repetitivo de su famoso "Bolero" viene a ser su manifestación musical.

Tras el varapalo que le supone la desaparición de la figura paterna, Gener pasará por las cinco etapas del duelo: negación, irá, negociación, depresión y aceptación. Serán la música, -las semejanzas de ciertos episodios vividos por intérpretes y grandes compositores con lo sucedido a su padre y a la relación vivida entre ambos-, y la mitología clásica -los mitos y anécdotas atribuidas a dioses, héroes y monstruos de la antigüedad clásica griega- quienes le ayudarán a recorrer esas etapas del duelo, a reconciliarse consigo mismo y a, como se dice vulgarmente, "tirar p'alante".

Los intérpretes que aparecen en el libro son tanto del siglo XX (Paul Simon, Mickael Jackson, María Callas...), como de siglos anteriores (Farinelli y su estancia en la corte española del siglo XVIII, Clara Shumann y su amistad con Brahms en el XIX; o sin haber sido una intérprete propiamente dicha, pero sí impulsora del festival de Bayreuth, Cósima Wagner, esposa del compositor, que tras la muerte de éste decidió no dejar caer el festival que Richard Wagner inaugurara en 1876 y que ella mantuvo hasta los primeros años del siglo XX cuando pasó el testigo a su hijo Siegfried.


Los compositores pertenecen al XIX  (Johannes BrahmsFranz Liszt, Berlioz, Richard Wagner...), al XIX y XX (Giacomo Puccini, ArturoToscanini...), o solamente al XX como es el caso de Joaquín Rodrigo y de muchos de los cantautores populares de nuestro tiempo (Elton JohnBruce Springsteen, Mickael Jackson...).

Lo peculiar de la obra es que todo lo que se cuenta sobre compositores e intérpretes es totalmente verídico, aunque para hacerlo el autor utilice un recurso propio de la ficción cual es el hacerse transportar por las Moiras (Cloto, Laquesis y Átropos) para presenciar 'en vivo y en directo' el sucedido que relata. Las tres mujeres, personificaciones del Destino, le sirven al autor para entreverar la vida propia con la de los músicos y venir a explicar ambas a través de los mitos griegos. Así, por ejemplo, en el capítulo titulado "El castigo de Sisifo" relaciona el dolor del maestro Rodrigo y de su esposa por la pérdida de una hija con el terrible castigo impuesto por Zeus a Sísifo; de igual manera Gener considera muy injusto el Alzheimer que su padre padeció durante diez años. Bueno, pues en los tres casos y de manera algo forzada, el escritor viene a concluir que hay que hacer de la necesidad virtud y que Rodrigo de su dolor sacó su famoso concierto; Sisifo, liberarse del infierno; y Gener, su dedicación musical. En fin, ya digo, algo traído por los pelos.

Esta es la tónica de la obra. Una obra compuesta por 13 capítulos de los que el primero y último son explicación del recurso literario utilizado (la traslación espacio-temporal) y de la virtud conseguida a través de la escritura de la obra: la superación del duelo y la consecución de la inmortalidad a través del amor:
"Un libro para recordar a mi padre. Un libro para que mis hijos, mis nietos, mis bisnietos... no lo olviden y siempre recuerden su nombre como si fuera el mismísimo Aquiles."
L'amor et farà inmortal, Ramón Gener TV3, RTVE, Ópera
Los once capítulos que cuentan anécdotas de la historia de la música suelen utilizar una misma estructura: comienzan con una referencia musical actual que de seguido se une con la que desea del pasado. Por ejemplo en el capítulo "Las lágrimas de Eos" -Eos es la diosa del alba- Ramón Gener pone en relación la dureza educativa y la maestría musical de Michael Jackson con la de la soprano del XIX María Felicia que ha pasado a la historia de la música como María Malibrán. Ambos artistas decidieron en un momento dado romper con las respectivas dictaduras paternas y ser libres. Los dos triunfaron, pero ciertamente en parte, si no totalmente, se lo debieron a sus tiránicos progenitores. Como siempre suele realizar, Gener relaciona ambas historias con la propia pues también su padre fue algo déspota cuando él le comunicó su deseo de seguir la carrera musical. Bueno, sí, ya, pero yo creo que no fue lo mismo. Ya digo, algo traído por los pelos. Eso sí, las anécdotas del pequeño de los Jackson Five y de María Malibrán muy interesantes y entretenidas.

Lo mejor
Para mí hay dos aspectos de este libro que me han impulsado a leerlo: Uno se refiere a las curiosidades que sobre los grandes de la música de todos los tiempos el autor da a conocer. El segundo es la serie de temas musicales a los que hace referencia y que, al menos yo, he deseado escuchar para entender mejor la peripecia relatada. Por esa razón he confecionado una lista con la mayoría de los temas citados en la obra (en la página "Música que me gusta escuchar" está la lista completa). Provocar que el lector busque y escuche determinados temas  creo que es la finalidad perseguida por un buen divulgador musical.  Y Ramón Gener lo es.

Lo peor
No me han gustado algunas de las relaciones entre mitología - anécdotas musicales - vida de los Gener. Me han parecido algo traídas por los pelos.

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Nota
Fesaro del blog amigo "Libros en el petate" entrevistó a Ramón Gener el pasado mes de noviembre. Os recomiendo su lectura pues en esa entrevista el autor da claves sobre su libro muy interesantes. La podéis leer haciendo clic aquí

19 ene 2017

Martín Scorsese - "Silencio"

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En 1635 se promulga en Japón el denominado "Edicto Sakoku" por el cual se instaura una política aislacionista en las islas niponas. Los puntos esenciales del edicto eran: los japoneses no podían abandonar Japón; el Cristianismo, que había prendido en algunas almas niponas desde los años 40 del siglo anterior por la predicación de Francisco Javier, queda terminantemente prohibido siendo todos sus practicantes severamente castigados en caso de persistir en su fe; y, por último, se restringe la actividad comercial de chinos y holandeses a enclaves muy determinados.

Martin Scorsese, "Silencio"En este ambiente de persecución religiosa, en 1637 dos jóvenes jesuitas portugueses -Sebastiao Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garrpe (Adam Driver)- deciden partir a Japón desde Macao para dar con el paradero del que fue su maestro y mentor, Cristovao Ferreira (Liam Neeson), del que nada han vuelto a saber desde las terribles persecuciones contra los cristianos desatadas tras la aplicación del edicto Sakoku. Antes de dar con él se topan con varias comunidades cristianas que están sufriendo los estragos desatados por el Inquisidor Inoue (Issei Ogata) que fuerza a los cristianos, especialmente a sus sacerdotes, a abjurar de sus creencias bajo el chantaje de que así podrán salvar su vida y la de los humildes seguidores de su fe. Plantea el film, pues, la duda terrible entre ser fiel a las creencias predicadas y no pisotear los símbolos de la Religión (imágenes de la Virgen, del Altísimo o de Jesucristo) aunque tal actitud conlleve el sufrimiento para los inocentes conversos, o bien, hacer declaración pública de apostasía de manera que los nuevos adeptos abandonen sus nuevas creencias.

¿Qué hacer en tal situación? Rezar, pedir ayuda a Dios, escuchar su voz..., es lo pertinente. Pero la respuesta es un terrible y sonoro silencio. El silencio de Dios. ¿Qué habría hecho el mismísimo Cristo si se hubiese encontrado durante sus años de predicador en tal tesitura? ¿Habría preferido morir aunque su muerte conllevase el castigo y persecución de sus seguidores o habría abjurado de sus creencias por amor a sus semejantes? Terrible duda y terrible elección.  Y Dios, ahí, siempre, en silencio.

Martin Scorsese, director y autor junto a Jay Cocks del guión, adapta la novela de Shusaku Endo, publicada en Japón en 1966 y que recibió ese año numerosos premios. Tanto la novela como el film centran el foco sobre el padre Rodrigues que, tras separarse de su compañero el padre Garrpe a quien verá morir junto a los conversos en defensa de su fe, alcanzará a ver al padre Ferreira que vive casado y dentro de la fe budista colaborando con las autoridades niponas en la detección de cristianos ocultos.

Soy admirador de la obra de Scorsese: "Malas calles" (1973), "Taxi Driver" (1976), "Jó, qué noche" (1985), "El color del dinero" (1986),  "Uno de los nuestros" (1990), "La edad de la inocencia" (1993), "Shutter Island" (2010), "El lobo de Wall Street" (2013), y tantas otras. No sé por qué pero en mi imaginario personal Martin Scorsese era el realizador de filmes que planteaban, sí, la lucha entre el bien y el mal, pero casi siempre en términos de actuaciones dentro de una sociedad cada vez más secularizada. Obviaba, como he venido a recordar gracias a la magnífica reseña de José Manuel Cruz en las páginas de MoonMagazine [leer su reseña aquí], otros títulos suyos como "La última tentación de Cristo" (1988) que sí la conocía, y "Kundun" (1997) de la que confieso mi total ignorancia. Al considerar estos antecedentes y ver ahora "Silencio" he caído en la cuenta de que las preocupaciones de Scorsese no eran superficiales sino que enraizan profundamente con una religiosidad en conflicto presente en su filmografía en la que, como afirma José Manuel Cruz, "late una honda preocupación moral donde los temas de la elección entre el bien y el mal, la culpa, la penitencia y la redención tienen un enorme peso específico".

Silence, Silencio, Novela japonesa de 1966, Cristianos Ocultos

Durante las algo más de dos horas y media que dura la película pugnaban por abrirse paso en mi cabeza algunos de los versos que Blas de Otero escribió en "Ancia" (1958) en los que junto a su fe muestra las dudas que la falta de respuestas le ocasionan, la desesperación a la que le aboca el silencio de Dios. Como Blas de Otero al final de su poemario, el padre Ferreira ha tomado  la determinación de cambiar de interlocutor, de mudar sus prioridades, y dirigirse a los hombres

PODEROSO SILENCIO

Oh, cállate, Señor, calla tu boca
cerrada, no me digas tu palabra
de silencio; oh Señor, tu voz se abra,
estalle como un mar, como una roca

gigante. Ay, tu silencio vuelve loca
el alma: ella ve el mar, mas nunca el abra
abierta; ve el cantil, y allí se labra
una espuma de fe que no toca.

¡Poderoso silenciol poderoso
silencio! Sube el mar hasta ya ahogarnos
en su terrible estruendo silencioso.

¡Poderoso silencio con quien lucho
a voz en grito: grita hasta arrancarnos
la lengua, mudo Dios al que yo escucho!
(Blas de Otero 'Angel fieramente humano')
CONMIGO VA

Cinco años
y una noche
anduve fuera
de mí.
Vuelvo
a mi ser,
doy
un paso atrás
(tres
adelante).
Anduve
viendo,
yendo
y viniendo.
Oh tierra
de todos.
Vuelvo
a mi sitio,
doy
un paso atrás
para ver
mejor.
Oh inmensa
soledad.
Sálvame.
Háblame, escúchame, oh inmensa
mayoría. 
(Blas de Otero 'Redoble de conciencia')

"Ancia", "San Manuel Bueno, mártir", Poetas existenciales de los años 40Otro escritor de nuestra órbita cultural que venía y se iba de mi pensamiento continuamente durante la proyección fue, naturalmente, Miguel de Unamuno, en especial, pero no sólo, por su novela breve "San Manuel Bueno, mártir". No hay otro intelectual español que se haya debatido tanto entre Razón y Fe, precisamente el asunto que se dirime en "Silencio". Esos pueblos convencidos de la santidad de sus pastores (Manuel Bueno, Ferreira, Rodrigues...) y los propios conductores, depositarios y transmisores de la Fe que dudan, que no saben a ciencia cierta si sus creencias hay que mantenerlas a machamartillo. De nuevo me asalta Blas de Otero con su brutal -¡y cierta!- y poética definición  de 

“Hombre” 

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando, 
ahoga mi voz en el vacío inerte. 

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuando
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte. 

Alzo la mano, y tú me la cercenas. 
Abro los ojos: me los sajas vivos. 
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas. 
Ser – y no ser – eternos, fugitivos. 
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

Para finalizar querría hacer una referencia a la música en una película que hace del silencio el centro de la misma. Una amiga me preguntó si me había dado cuenta de que no había música. ¿Cómo? Luego al leer la ficha de la película en los créditos vi que Kim Allen Kluge y Kathryn Kluge eran los responsables de la misma. ¿Hay música o no hay música? Sí que la hay, aunque no es la música a la que otros filmes de Scorsese ("Uno de los nuestros", , "Jó, qué noche"...) nos tienen acostumbrados. No es una música que se imponga y llene la escena sino todo lo contrario, es una música contenida que realza las escenas más espectaculares pero que enmudece y queda reducida al escueto sonido de una campana budista en otros momentos no menos solemnes como el del entierro del protagonista. No es, pues, la música típica de las películas de Scorsese, profundo conocedor de la misma y amante de la de los años 60, 70 y 80, cuyos temas ha dejado esparcidos por la mayoría de sus realizaciones (un magnífico ejemplo es la BSO de "El lobo de Wall Street"). También en este aspecto, "Silencio" es una película muy distinta de las anteriores del director italoamericano, pero al igual que la mayoría de éstas merecedora de la calificación de 10.



12 ene 2017

"Nueva guía del Museo del Prado" (José Ovejero)

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Desconocía completamente esta faceta poética de José Ovejero más conocido como escritor de novelas y de cuentos; y también como colaborador en prensa. El escritor nació en 1958 y aunque actualmente vive en Madrid ha vivido muchos años en Bonn y Bruselas, ciudad esta última en la que trabajó como intérprete.


José Ovejero se planta delante de 22 cuadros y de dos o tres esculturas expuestas en el Museo del Prado y con un estilo ágil, ameno y próximo al lector poetiza las sensaciones, recuerdos y sentimientos que su contemplación le sugieren. Así, por ejemplo, en el cuadro de Tiziano "Adán y Eva" le conmueve, y lo agradece, el atrevimiento de Eva ofreciéndole la manzana a Adán ("Gracias, por liberarnos del insufrible / paraíso", le espeta a la primera mujer para sorpresa para el lector de poesía).  

Otras veces son dos versiones del mismo asunto las que reclaman su atención. Tal sucede con los cuadros titulados "Saturno devorando a un hijo" de Goya, uno y de Rubens el otro. Parece que le sugiere más cosas el de Rubens ante el que se plantea dónde está la madre ausente que tal atrocidad consiente mientras que el de Goya, más próximo a nuestra época, le lleva a preguntarle al padre devorador si no habría sido mejor no tener hijos ("¿No han llegado hasta el Olimpo / los métodos anticonceptivos?", comenta humorísticamente) y le echa en cara la falacia de pensar que por no tener descendencia nunca morirá ("Te crees inmortal porque devoras a tus hijos, / como si no ser sucedido / significara permanecer para siempre").

Ovejero es muy sensible a la sensualidad y al erotismo presente en algunas de las piezas escogidas. Así me ha llamado sobre manera la  sinceridad que derrocha el poeta adulto cuando ante la "Venus del espejo" de Diego Velázquez  confiesa el conocimiento y entendimiento habidos desde hace tiempo entre él y ella ("conozco desde niño tu espalda desnuda / y, mira, somos adultos, ahora puedo decírtelo, / me masturbaba con tu imagen sobre los muslos"). Del mismo modo llama mi atención el poema que le dedica a la escultura "Hermafrodito" de Matteo Bonucelli: "¿Será eso el amor? / Querer fundirse, estar dentro, / sentir lo que siente el otro / y detenerse, justo antes de alcanzarlo, / percibir los límites, lo que separa / y define, / para que no cese / nunca / el deseo". Este poema, al igual que otros también de asunto mitológico ( "El juicio de Paris" de Rubens, "Orfeo y los animales" de Theodoor van Synders, etc.) dan una excelente oportunidad al lector de comprender mejor la pintura al explicar la leyenda mítica en él contenida. Al igual 

Con muchísima frecuencia quiere, cual si de Rafael Alberti se tratara, dar vida a los personajes de estos cuadros y con calculado anacronismo los trae al mundo de hoy proponiéndoles acciones imposibles y por ello, quizás, aún más poéticas: "Eh, Venus, vístete que ya atardece / y Madrid ruge de ganas / de recibirte en sus calles. Cogido de esa cintura / que no conoce el PhotoShop, / te enseñaré esta ciudad que has olvidado".  Ante el cuadro de Andrea Mantegna "El tránsito de la Virgen" Ovejero escribe "hoy el casting de virgen / no se haría con ignorantes aldeanas / sino con modelos o actrices, mujeres / con los dientes parejos / y los pechos operados".

Museo del Prado, José Ovejero

Sin duda alguna el tiempo, la finitud de la vida, esa condena imposible de quebrantar, es el asunto que transita por la mayoría de los poemas, y por lo tanto también, de los cuadros que los inspiran. Quizás sea la plasmación plástica del instante contenido en un cuadro el mayor intento de quebrar esta esclavitud propia de nuestra condición de humanos. En este sentido me ha gustado mucho el poema "Los bodegones del Prado y una fotografía del escritor con su mujer" en el que Ovejero pone en relación los elementos de un bodegón (aves, pescados, verduras, frutas, legumbres...) con los rostros de las personas que aparecen en una fotografía. En ambos casos se ha congelado el tiempo en un eterno presente:
"Por eso el bodegón, / porque se pudren / el pescado y la fruta / el vino se agría, y la ostra apesta / a los pocos días. Lo queremos así / fijado en un lienzo, para que el brillo del óleo / conserve su frescura / igual que nos fotografiamos / junto a ese hombre o esa mujer / con quién en tal instante somos felices / sabiendo que un día alguien / tomará la foto entre sus manos / y nosotros, / enamorados, / y nosotros / quizá de color sepia, / quizá en blanco y negro, / quizá en color, / quizá ya muertos, / sonreímos en presente". 
Final
Una poesía ciertamente interesante la que partiendo del mundo objetivo -los cuadros y esculturas del Museo del Prado- realiza José Ovejero en este libro aparecido en 2012 y que en su producción poética ocupa el tercer lugar detrás de Biografía del explorador (1994) y de El estado de la nación (2002).  

7 ene 2017

Carmelo Gómez es "El alcalde de Zalamea"

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Una breve entrada sólo para recordar a aquellos que como yo se perdieran la representación en su día de "El alcalde de Zalamea" en el Teatro de la Comedia de Madrid, que pueden verla hasta el próximo 29 de enero en el mismo teatro y por los mismos intérpretes.


Yo, que la vi la víspera de Reyes, la recibí como un auténtico regalo. El mejor texto de comedia de Calderón puesto en pie magistralmente por mi paisana Helena Pimenta y soportado de increíble manera por un elenco actoral de primera, cuyos integrantes están todos a un altísimo nivel. 

Sin duda de entre todos ellos destaca Carmelo Gómez que compone un Pedro Crespo muy creíble: humilde pero digno, respetuoso pero defensor de su parcela individual, sencillo pero orgulloso... Su voz, sus gestos, su movimiento...,  llenan la escena por sí mismos. Pero si a él unimos a Joaquín Notario en el papel de don Lope de Figeroa la pareja desarrolla en escena un noble y agradable duelo dialéctico en el que cada uno defiende la parcela que le corresponde sin menoscabar ni invadir la contraria. ¡Fantásticos ambos!

Luego vienen las mujeres: Nuria Gallardo en el papel de la bella Isabel que es capaz de pedir la muerte por haber sido causa de la pérdida del honor de su familia al haber sido deshonrada con fuerza por el capitán Don Álvaro de Ataide (Jesús Noguero); Inés (Alba Enríquez), la prima y compañera de Isabel; y Chispa (Clara Sanchis), sobre todo Chispa, mujer que acompaña a los soldados del tercio y que está con Rebolledo (David Lorente) pícaro aprovechado que llegará a pedir la muerte de Pedro Crespo si eso le evita la suya. 

También la pareja que cumple la función que en Lope sería la figura del donaire formada aquí por Don Mendo (Francesco Carril) enamorado desesperanzado de Isabel y reverso moral de Pedro Crespo pues su hidalguía es comprada y no de sangre, y su criado Nuño (Álvaro de Juan) que se lamenta siempre del hambre terrible que la pobreza de solemnidad que padece el hidalgo al que sirve le hace pasar. Y, por último la dignidad que representa Juan (Rafa Castejón), hermano de Inés y que representa el progreso de la familia de Pedro Crespo al salir del pueblo para servir a don Lope de Figueroa en el ejército que va camino de Portugal. Formar parte del ejército y distinguirse en el campo de batalla era el primer paso para poder ascender en la escala social y entrar a formar parte o al menos acercarse al estamento de la aristocracia.

La música es un elemento importante en los montajes de Helena Pimenta. Es una música barroca tocada en directo al son de la vihuela y de la percusión que acompañan la voz de Rita Barber que canta jácaras, follías y otros temas populares. Es la música y la canción la encargada de marcar el choque entre el poder militar (los soldados, el capitán violador, Chispa y Rebolledo...) y el poder civil (Pedro Crespo y la justicia que representa). Una voz y unas melodías preciosas.

El decorado es sólo un muro al fondo de la escena que sirve para marcar el afuera y el adentro de los espacios que varían en función del momento argumental: la casa de Pedro Crespo por dentro, la calle que linda con la casa del alcalde, y así. 

En fin, no digo más. Sólo volver a recomendar a todos la representación: Un magnífico Calderón pasado por la visión de una excelente directora (Helena Pimenta) que queda plasmado en unos actores excelentes de entre los que Carmelo Gómez destaca sobre los demás sin que ninguno de ellos desmerezca en nada. 
¡¡Hasta el 29 de este mes en cartel!!

2 ene 2017

John Banville: "El mar"

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Con frecuencia sucede -a mí, al menos, me ocurre en ocasiones- que una novela, una película o una canción vista, escuchada o leída por primera vez deja un sabor agridulce que no se sabe hacia donde derivará, bueno o malo. Esto me pasa especialmente con aquellas obras que se salen del carril, que no siguen las pautas que, establecidas o no, ya mi cabeza tiene asumidas y cuyo discurrir parece como que ya lo anticipase. Las obras innovadoras suelen romper los estrechos márgenes en los que uno estaba confortablemente instalado.

Tras el lógico desasosiego inicial, al remansarse en la cabeza lo leído, visto u oído, el contenido y la forma de aquello comienza a crecer, a adquirir volumen, a ocupar todo el espacio llegando hasta los rincones más escondidos de manera que el disfrute estético te invade completamente, deshaciendo esos 'peros' que durante el proceso de recepción hubieran surgido en tu interior. Entonces, definitivamente, los matices ocultos se revelan como nunca y comprendes que acabas de degustar algo nuevo, interesante, desasosegante por único y que, por ello, eres/soy afortunado. Este es el proceso sucedido en mí tras la lectura de "El mar" de John Banville.

El autor
[Ilustración de Alba Marina Rivera en;el
suplemento 'La Buena Vida';(nº 3 octubre
2008) de la;revista Tiempo]
Nace en Wexford (Irlanda) en 1945 en el seno de una familia católica practicante. Entre las anécdotas vitales que le marcaron está la de que en vez de ingresar en la universidad prefirió ponerse a trabajar y  lo hizo en la compañía aérea Aer Lingus, que le permitía viajar por el mundo. Se arrepintió, ya en su edad madura, de esta decisión pero la justificó por el deseo que tenía de salir del seno familiar, de ser libre e independiente.
Vivió dos años (1968 y 1969) en Estados Unidos: En 1970 vuelve a Irlanda trabajando como periodista en el diario The Irish Press. Cuando este periódico desapareció en 1995, pasó al The Irish Times. Actualmente es colaborador habitual de The New York Review of Books.

Ha publicado libros desde el año 1970. En narrativa tiene dos líneas: Una propiamente creativa y muy personal que firma con su propio nombre; y otra que comenzó como divertimento en 2006, tras la obtención en 2005 del Premio Booker precisamente por  "El mar", la novela que acabo de leer. Su segunda línea creativa se sitúa dentro del género de la novela negra; hasta ahora ocho son las novelas de esta tendencia narrativa que ha hecho y que firma con el seudónimo de Benjamin Black. De la última de ellas, "La rubia de ojos negros", tengo hecha reseña en este blog [leerla aquí].

Por esta doble dirección en su narrativa es preguntado con frecuencia. Siempre responde que para él la principal, y en la que se siente verdadero novelista, es la que firma como John Banville, pero sin despreciar nada su faceta de novelista noir:
  "El arte es una cosa extraña. Bajo el sombrero de Banville puedo escribir 200 palabras al día. Un día decidí que podía convertirme en otro y bajo ese segundo sombrero, en esa segunda piel, puedo irme a comer tras haber escrito un millar de palabras, tal vez 2.000, y disfrutar con ello. Es increíble descubrir cómo otro tipo puede vivir tu vida y usar tus manos y deleitarse con eso. Escribir es un trabajo peculiar... Escribir es como respirar. Lo hago por necesidad. Por mi propia boca, y ahora también por la de Black" (wikipedia)
He comprobado por mí mismo que en verdad Banville y Black parecen individualidades diferentes. Leer a Benjamin Black es sencillo pues lo que hace en sus relatos es utilizar las claves narrativas de los grandes autores clásicos del género (Raymond Chandler, Conan Doyle, Agatha Christie...) sin introducir innovación alguna. El resultado novelístico en esta su segunda trayectoria nbarrativa es como digo en la reseña de la única novela firmada por Black  que le he leído es simplemente "correcto", sin más. Sin embargo la lectura de esta mi primera incursión en una novela de John Banville he de decir que no es algo sencillo por ser bastante distinto a casi todo lo que he leído. Banville exige atención, detenimiento; Banville no circula por raíles ya explorados por otros como le sucede a su heterónimo Benjamin Black.

La novela "El mar"
"Algo se había estropeado, un coche, no, una bicicleta, pues aunque tenía la edad que tengo ahora, también era un muchacho, un muchacho grande y torpe, sí, de camino a casa, debía de ir a casa, o a algún lugar que alguna vez hubiera sido mi casa, y que volvería a reconocer en cuanto llegara allí."
El protagonista Max acaba de enviudar de Anna. En su pérdida de referentes decide buscar algún asidero. Lo encuentra en la localidad de veraneo frente al mar a la que siendo niño acudía con sus padres. Allá decide regresar en busca de un pasado imposible.

Magistralmente el narrador protagonista va entreverando la situación de duelo personal en la que está inmerso  tras la muerte de la que fue su Amor con el descubrimiento de éste cuando apenas si era un adolescente. La familia de los Grace centra toda la atención de un jovencísimo Max que primero se siente enamorado de la madre de los gemelos Chloe y Myles para luego tener sus primeros escarceos eróticos en forma de besos y caricias con Chloe que, aunque de la misma edad que él, parece vivir en otra dimensión en todos los aspectos.

Del despertar de la ilusión por el nacimiento de los primeros latidos del sentimiento amoroso a su declive, no por su destrucción sino por el acabamiento de la/s persona/s objeto del mismo transita Max en esta novela. En concreto hasta la desaparición de la/s persona/s en las que había fijado su atracción, sobre todo, en Anna quien tras la visita al especialista doctor Todd se sabe condenada a muerte por la dolencia incurable que padece:
"Era algo que no debía haberle ocurrido, que no debería habernos ocurrido. Nosotros no éramos de ésos. La desdicha, la enfermedad, la muerte prematura, esas cosas les pasan a la buena gente, a los humildes, a la sal de la tierra, no a Anna, ni a mí."
 Al haber pasado por la experiencia de la partida definitiva del ser más querido, el narrador de manera concluyente piensa que "A lo mejor todo lo que nos ocurre en la vida no es más que una larga preparación para abandonarla.". Ya con exageración barroca nuestro Quevedo decía eso de 'En el hoy y mañana y ayer junto pañales y mortaja'; exactamente lo mismo que viene a concluir el protagonista de "El mar", la novela que Banville publicó en 2005 ganando el premio Booker de ese año con el que se premiaba no sólo a la novela sino también la trayectoria del escritor.


 "El mar", una novela excelente

➤ Por las variadísimas referencias culturales que contiene: musicales, pictóricas, propiamente literarias...
  • De todas ellas quizás sean las referidas a la pintura las más importantes. En especial en "El mar" existe una constante alusión a las pinturas de Pierre Bonnard, pintor francés nacido a finales del s. XIX cuya trayectoria pictórica se fue decantando hacia el naturalismo y el simbolismo movido por su interés por la magia y las ciencias ocultas. Max, nuestro narrador, se viene a comparar con el artista francés en muchos momentos. Uno de ellos cuando confiesa la falta de certezas que la memoria y el recuerdo imponen:
John Balville, "El mar", Premio Booker 2005
"En esos últimos cuadros que Bonnard pintó en el cuarto de baño, en los que retrató a la septuagenaria Marthe, nos la muestra como la adolescente que él creía que era cuando la conoció. ¿Por qué me exijo a mí más veracidad en mi visión que a un gran y trágico artista?"
  • Si el personaje de Max se busca a través de la pintura, a la srta. Vavasour, otro de los personajes, dado el exacerbado romanticismo de esta mujer, el mismo Max la define a través de la música:
"La señorita Vavasour está tocando el piano.Toca Chopin muy bien. Espero que no empiece con John Field, eso no podría soportarlo. Al principio intenté que se interesara por Fauré, sobre todo los últimos nocturnos, que admiro enormemente."
  • Pero sin lugar a dudas es la literatura, en forma de alusiones intertextuales y extratextuales, lo que más abunda en esta magnífica novela: 
Referencias a escritores: La primera y principal, implícita ya en el propio título, me lleva a Jorge Manrique y a ese 'la mar que es el morir'. Pero hay otras llamadas a autores importantes como cuando se refiere a los que él denomina "profesionales" de la escritura, contraponiéndolos a los 'creadores' y a los 'diletantes' (aficionados)
"Estamos libres, fatalmente libres, de lo que podría denominarse la maldición de la perpetuación. Acabamos las cosas, mientras que para el creador de verdad, como el poeta Valéry, creo que fue él, afirmó, la obra nunca se acaba, sino que se abandona." (p. 24)
Menciones literarias hechas de manera poco frecuente: "El Bardo de Hartford" (Mark Twain), la "Alicia de Tenniel": la Alicia de Lewis Carroll vista a través de las ilustraciones del artista inglés del XIX John Tenniel...

Por contener el más propio estilo Banville

En alguna de las muchísimas entrevistas que se le hicieron al autor irlandés con motivo de haberle sido concedido el premio Princesa de Asturias 2014 creo que dijo algo así como que siempre tenía sobre su mesa de trabajo dos novelas: un Banville, que le llevaba su tiempo, y un Black que utilizaba como divertimento. De este comentario vengo yo a concluir que el propio escritor se sabe poseedor de un estilo característico. Un estilo del que creo haber vislumbrado alguna característica y que por su individualidad hace que el primer Banville que uno lee, como ha sido mi caso, represente mayor dificultad, pienso yo, que los siguientes.
➛ Un narrador que describe de manera minuciosa con detallismo impresionista buscando captar la sensación en los detalles:
"las melodías llegaban hasta mí, un lejano estruendo de metales que la brisa me traía desde las salas de baile del Hotel Playa o el Golf, y pensaba en las parejas, las chicas permanentadas vestidas de azul caramelo y verde limón, los jóvenes con tupé vestidos con gruesas americanas y zapatos de suelas mullidas y de dos centímetros de grosor, dando vueltas en la cálida y polvorienta penumbra." (p. 107)
Una manera de escribir que en ocasiones linda con la creación poética:
"El neblinoso aire gris de la tarde tenía un tacto a ceniza húmeda. Nos veo dando la vuelta y alejándonos hacia las dunas que conducen a la calle de la Estación." (p.  90)
"Chloe, su crueldad. La playa. Nadar a medianoche. Su sandalia perdida, aquella noche en la puerta de la sala de baile, el zapato de Cenicienta. Todo ha desaparecido. Todo se ha perdido. Tanto da. Cansado, cansado y borracho. Tanto da." (p. 122)
➛ Un vocabulario deliberadamente literario: 'apóstrofe apotropaico', 'vernal' ("un nombre tan delicadamente vernal"), etc.
➛ El propio John Banville se confunde con la figura de Max, el narrador, difuminándose las fronteras, sin saberse a ciencia cierta donde acaba uno y empieza el otro. Así, por ejemplo, lo vemos reflexionando sobre su propio proceso de escritura a través de esas directas llamadas a los lectores:
"Permitidme que me quede un rato a su lado, antes de que aparezca Rose, y Myles y Chloe regresen de donde están"
"Pero esperad, algo no funciona. Éste no puede haber sido el día del beso. Cuando salimos del cine era ya al ocaso, había llovido, y ahora es media tarde,"
"Venganza", "Muerte en verano", "Antigua luz". "El mar", "La guitarra azul"
➛ Este confusionismo deliberado, esta posible doble interpretación, es recurso empleado en otros muchos momentos del relato como cuando se reflexiona sobre la propia condición humana:
  • la rebelión rabiosa e improductiva ante lo que no tiene remedio:"Puta, maldita puta, cómo has podido dejarme así, revolcándome en mi propia inmundicia, sin nadie que me salve de mí mismo. Cómo has podido.". Al leer esta imprecación dudamos de si la bronca se la está echando Max a la Muerte o a Anna, su propia mujer, por haberle dejado desvalido.
  • Aunque quizás la más profunda reflexión que aparece en esta novela y que en cierto modo es motivo conductor de la misma se refiere a la indiferencia con que el mundo recibe y asimila lo que tanto perturba a cada uno de nosotros. Así ante la muerte, ante la desaparición de algún ser querido el mundo reacciona como si no hubiera pasado nada: "Y de hecho no había pasado nada, una memorable nada, tan sólo otro de esos grandes encogimientos de hombros con que el mundo manifiesta su indiferencia." (p. 175)
La envoltura del humor. A pesar del profundo tema de la novela: el duelo, la asunción de la pena a través de la memoria..., Banville esparce por el relato con sabia dosificación las gotas de humor necesarias para sobrellevar cualquier asunto por terrible que éste sea:
"La gente se va, desaparece. Este es el mayor misterio; el más grande. Yo también podría irme, oh sí, podría irme sin avisar y sería como si nunca hubiese existido, sólo que el prolongado hábito de vivir me predispone contra la muerte, como ha dicho el doctor Browne" (p. 92)
"Tampoco es que me preocupara especialmente el origen del dinero de Anna [...] ¿Qué es el dinero, después de todo? Casi nada, cuando uno tiene suficiente. (p. 137)
"Bollo vive en la ciudad, en un piso situado sobre una tienda, en circunstancias que, me había hecho saber con firmeza, están muy por debajo de su nivel social, pues es hija de la pequeña nobleza y en su apellido lleva un guión." (p. 135)

Final
Una novela con cierta exigencia, que se degusta más según pasan las horas y lo leído se va decantando de manera lenta pero segura. Una novela en la que como se ve en la reseña se pueden destacar muchas cosas. Yo por quedarme con una que me haya llegado especialmente tomo aquella que viene a manifestar con incredulidad infantil la fastidiosa constatación de nuestra finitud vista a través de la perpetuación de las creaciones humanas frente a la vida de sus artífices. Esta idea es en cierta manera el marco de toda la novela:

"Sí, las cosas perduran, mientras la vida pasa." (p. 6)