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13 sept 2024

Abr. Verghese: "Hijos del ancho mundo" -'Cutting for Stone'-

Decidido estaba a hacer una entrada 'A pares', -concretamente sería ya la XLV-, simplemente por el hecho de unir en ella mi opinión sobre una muy extensa novela, Hijos del ancho mundo de Abraham Verghese cercana a las 700 páginas, y sobre otra muy breve narración, ¿Fue él? del gran Stefan Zweig de sólo 50 páginas. Como cualquier buen lector habrá comprobado durante su vida lectora la mayor o menor extensión de una obra no supone una mayor o menor calidad de la misma. En esta ocasión ambas novelas son para mí, y en líneas generales, semejantes en calidad, si bien cada una de ellas alberga cualidades particulares que la hacen mejor o peor que la otra en este o aquel determinado aspecto.
Pero son tantas las cualidades presentes en cada una de ellas, que al final me he decidido a, como a los siameses craneópagos de la obra de Verghese, escindirlas en dos unidades independientes. 



"Hijos del ancho mundo" 

«En 1896, en Adua, diez mil soldados italianos y un número igual de sus áscaris eritreos salieron de su colonia para invadir y conquistar Etiopía, pero fueron derrotados por los guerreros etíopes descalzos del emperador Menelik armados con lanzas y Remingtons (que les había vendido nada menos que Rimbaud).»

Hijos del ancho mundo (Cutting for Stone)
Hijos del ancho mundo es un extenso libro de casi 700 páginas, concretamente 640, escrito al estilo de las grandes novelas realistas del XIX. Quiero decir con esto que se trata de una historia lineal, que presenta las vicisitudes del narrador, de su familia y de los compañeros, los de infancia primero y los de trabajo más tarde, allí donde él se halla: Etiopía, Nueva York, Boston...

Sin ser para nada una biografía cierto es que estamos ante una novela en la que en cierto modo el autor cuenta de manera muy ficcionalizada aspectos importantes de su propia vida: su nacimiento en Addis Abeba (Etiopía), ¿cómo nació su vocación por la medicina?, ¿cómo la inestabilidad política de Etiopía forzó que emigrara a USA?,  ¿su establecimiento en los Estados Unidos?... 

Los personajes que rodean al protagonista, como es lógico, se inspiran algunos en seres reales, pero muchos otros son  inventados. No obstante en el Marion Stone que cuenta su propia historia en primera persona reside mucha verdad del propio Abraham Verghsese, aunque no todo en él lo sea. 

La lectura de Hijos del ancho mundo me ha resultado muy entretenida, adecuada para llenar las largas tardes del verano y seguro que quienes aman el ejercicio de la Medicina la habrán disfrutado o disfrutarán muchísimo más.  El propio título de la novela en la edición inglesa, Cutting for Stone, proviene de una línea del Juramento Hipocrático: “No cortaré la piedra, ni siquiera en pacientes en los que la enfermedad sea manifiesta; dejaré que esta operación la realicen los médicos, los especialistas en este arte”. Verghese ha dicho que esta línea proviene de tiempos antiguos, cuando los cálculos en la vejiga eran epidémicos y dolorosos: «Había cortadores de piedra itinerantes, litólogos, que podían cortar la vejiga o el perineo y sacar el cálculo, pero como limpiaban el cuchillo con sus delantales quirúrgicos endurecidos por la sangre, los pacientes generalmente morían de infección al día siguiente»

La explicación anterior sobre la procedencia de la frase del título la ha dado el propio escritor en alguna de las muchas entrevistas que le hicieron cuando apareció el libro en el mes de enero del año 2009. Sin embargo en la primera edición española publicada el año siguiente ya apareció con el título de Hijos del ancho mundo, denominación apropiada a la trama, pero que se aleja bastante del personaje principal, Marion Stone, al que en la novela veremos cómo se va separando, cómo va cortando, con los otros seres novelescos apellidados Stone. Estos otros personajes de nombre Stone son su hermano gemelo Shiva y el padre de ambos, el doctor Thomas Stone. No quiero decir nada más sobre cómo se produce ese corte, esa separación, para no enturbiar el disfrute lector. Como siempre, y mucho más en una novela como ésta de estilo narrativo muy tradicional, la lectura de la misma desvelará esta información de manera adecuada a su debido tiempo.

Sí diré que el protagonista, su padre y la mayor parte del resto de personajes pertenecen al ámbito médico, igual que el propio Abraham Verghese (Addis Abeba, 1955), quien en Estados Unidos ha alcanzado altos reconocimientos por su labor literaria y el ejercicio de la medicina: Premio Heinz en Artes y Humanidades en 2014, y en 2015 Medalla Nacional de Humanidades por «sus esfuerzos para enfatizar la empatía en la medicina y sus representaciones imaginativas del drama humano». Precisamente esta traslación o énfasis puesto en la empatía durante la práctica médica es una de las enseñanzas destacables de esta novela. Así en un  momento del relato Thomas Stone, médico neoyorquino muy prestigioso ya en esa ocasión pregunta a sus discípulos: «¿Qué tratamiento en una emergencia se administra por oído?» La respuesta correcta se la dará su propio hijo, al que él en ese instante no reconoce: «Palabras de consuelo».

Pero, como es lógico, la medicina no aparece sólo en esta vertiente consoladora, sino de manera enérgica y principal en la práctica de la misma: Operaciones quirúrgicas de todo tipo, aperturas en canal de cuerpos humanos  para poder acceder a los distintos órganos internos, denominación de técnicas diversas para realizar operaciones variadas, nombres específicos de las diferentes afecciones... Si soy sincero diré que al final he quedado un poco ahíto de términos médicos, de operaciones quirúrgicas de riesgo, de prácticas de enfermería y productos farmacológicos de lo más diverso. Pero también diré que la maestría del escritor hace que sepa combinar adecuadamente la frialdad y asepsia del quirófano con una historia personal plena de emociones y afectos que mantiene vivo el interés del lector. 

Junto a lo ya dicho, hace permanecer en el libro página tras página el deseo de saber y comprender mejor la evolución política de Etiopía, la lucha por la independencia de Eritrea, y algo también sobre Somalia o la India. Que en este medio geográfico y étnico los personajes sean católicos añade un punto más de interés. Por momentos, sobre todo en las referencias a la India, mi pensamiento volaba a la madre Teresa de Calcuta y venía a mi memoria el recuerdo de lecturas de Dominique Lapierre especialmente su novela La ciudad de la alegría. Sin embargo he de decir que Kerala, estado indio donde nació el escritor y la madre de los Stone («Mi madre, la hermana Mary Joseph Praise, era una malayalí de Cochin, estado de Kerala»), y también el de Tamil Nadu donde, se nos dice nada más comenzar la novela, la hermana Mary Joseph Praise se había formado como enfermera dentro de las carmelitas descalzas, distan mucho en su riqueza de la pobreza en la que se desarrolla la atención asistencial del Hospital Missing en Addis Abeba (Etiopía) donde nacen, crecen y se hacen adultos los niños Marion y Shiva Stone.

El pacto del aguEtiopía, Hailie Selasi
Quizás la capacidad de atracción popular que tiene la novela en una gran mayoría de lectores resida en las historias de amor que en ella aparecen. Por momentos Hijos del ancho mundo es una auténtica y tradicional novela del corazón: encuentro fortuito de los dos amantes en la cubierta de un barco carguero, amor imposible entre una monja y un médico cirujano, unos niños abandonados por su padre, unos padres adoptantes (el cirujano doctor Ghosh y su amada Hema, ginecóloga) entregados por igual a su labor médica y a su función de padres, un amor idealizado (el de Marion respecto a Genet), traiciones amorosas incluso entre hermanos... Estos episodios sentimentales son los que mantienen vivo el relato desde el inicio hasta el final cuando por fin se halla debida explicación a todo ello. Y es aquí, en este saber mantener viva la atención del lector, que reside en mi opinión el principal mérito de esta novela. 

A lo anterior añadiría, como colofón de esta reseña, la multitud y variedad de referencias literarias que aparecen por doquier en el libro. Marion Stone es un chico muy leído, al igual que su madre adoptiva Hema, su hermano Shiva y el propio Thomas Stone. Los nombres de escritores de ficción abundan casi tanto como las referencias a libros y publicaciones médicas. A mí, ya lo he dicho en varias ocasiones, me encanta encontrar en los libros estas alusiones literarias 
  • «Hema sacó a Kipling, Ruskin, C. S. Lewis, Poe, R. K. Narayan y muchos otros de las bibliotecas del British Council»
  • «Gracias a C. S. Forester, me encontraba en un barco chirriante al otro lado del planeta, en la cabeza de Horatio Hornblower,» (literatura de aventuras que el joven Marion leía durante el monzón)
  • «Descubrí a Ghosh consultando Alicia en el País de las Maravillas» / «Hema nos leyó en nuestro cuarto [...] El antropófago de Malgudi de R. K. Narayan.» (a los gemelos, Gohsh y Hema, sus padres adoptivos, les leían cuentos)
  • «El Anatomía de Gray se convirtió en su Biblia» (uno de los libros científicos más apreciados por Shiva)
Y en un libro con vocación, ¡y éxito contrastado!, de bestseller no podía faltar la música; una música popular incluso cuando realiza alusiones a la música culta


Para finalizar
Haber leído a Abraham Verghese ha sido debido a la gran repercusión que en el mundo literario ha tenido su última novela titulada El pacto del agua. Ese era el título que en la tertulia literaria 'más que palabras...' se propuso en primera instancia, pero lo reciente de su publicación y el hecho de que ya algunas de las tertulianas lo habían leído hizo que nos decidiéramos por ésta su primera novela, Hijos del ancho mundo. De El pacto del agua poco sé al no haberla leído aún; simplemente diré que tengo entendido que la acción se desarrolla en el estado indio de Kerala, lugar de ascendencia del escritor.



15 comentarios:

  1. Tengo previsto leerlo dentro de poco así que me guardo tu reseña y ya volveré con el libro leído. Un saludo

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    1. Me encantará leer tu opinión sobre esta novela, Esther.
      Saludos

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  2. El libro de anatomía de Henry Gray también aparece mencionado en El pacto del agua. Debe de ser todo un clásico entre los estudiantes de medicina estadounidenses. Ya sabes que El pacto del agua me gustó mucho y tengo ya en mi lista Hijos del ancho mundo que espero leer en breve. Creo que a mí, al contrario que a mucha gente, la historia de amor que mencionas no será lo que más me atraiga de la novela. Muchas veces esas historias me sobran, pero este autor las trata muy bien, al menos la que aparece en el libro leído.
    Un beso.

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  3. Debe de ser un libro esencial para la práctica médica. Verghese combina muy bien las partes emocionales con las más frías o informativas como es el caso aquí de la ,a era de regir el país de Hailie Selasi o los movimientos revolucionarios en Eritrea; incluso estos casos los entrevera casi siempre von una historia de amor. Ya lo decía el mismo autor: la empatía es esencial; y yo lo corroboro viendo que no sólo eso lo práctica nuestro escritor médico en la práctica médica, sino también en la literaria con lo que logra ser del agrado de todos. Eso es muy meritorio.
    Un beso

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  4. Dios santo y bendito, qué manera de poner los dientes largos. Salamandra publica libros espléndidos. Y veo que esta narración pertenece a ese grupo. Gracias por dárnosla a conocer. (A mí también me gusta encontrar y subrayar en los libros las referencias literarias: es una costumbre que tengo desde mi época universitaria).

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    1. Lo de subrayar y tal debe de ser deformación profesional (ja, ja...), ¿no te parece? Creo que este libro te gustará, Rubén.
      Un abrazo

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  5. Como creo que ya te comenté, leí esta novela hace muchos años. Tengo muchos detalles y muchos aspectos de su trama muy olvidados, pues, pero también otros detalles grabados a pesar del tiempo trascurrido, pues es una novela que me gustó muchísimo, aunque tampoco puedo estar segura de que si la leyera ahora me gustara tanto. Guardo, por ejemplo, un recuerdo entrañable del padre adopitvo del protagonista. Asimismo me gustó mucho conocer esa evolución política de Etiopía que mencionas y me da rabia todo lo que sobre ella se me ha olvidado. Lo relacionado con la medicina me interesó mucho. Creo recordar además que la novela habla bastante sobre medicina femeninta en relación al parto, así como sobre el oprobio que sufren las mujeres por determinadas circunstancias. No recuerdo que me cansara especialmente todo lo relativo a la medicina de la novela, aunque también es verdad que a mí esos temas suelen gustarme. No conocía lo que cuentas acerca del título original de la novela, lo cual me ha resultado interesante.
    Creo recordar también que te comenté que había comenzado El pacto del agua y que había abandonado su lectura. Con esto no quiero para nada desaconsejarte esa novela (de la que no osaré decir nada bueno ni malo dado que poco de ella he leído). Es más, si te animas con ella, me gustará conocer tu opinión.
    Besos

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    1. Sí es verdad que en la novela aparece mucho de medicina femenina, o sea, partos y obstetricia; y también,como apuntas, se alude a la ablación del clítoris como medio de dominio o de castigo sobre mujeres. Pero como te dije a mí tanta medicina me abrumó un poquito.
      Sí leo El pacto del agua ya te daré mi opinión sobre ella. Por lo que veo a Rosa Berros le ha gustado mucho y a ti parece que no demasiado, al menos por ahora; intentaré inclinar la balanza hacia uno u otro lado.
      Un beso

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  6. Me parece una manera muy ilustrada de conocer un poco más las historia de Etopía y como la inmigración allí siempre ha sido una constante en busca de una vida mejor. Las relaciones sentimentales que mencionas son clave para mantener la atención en un libro de casi 700 páginas. Pero de la manera que lo has narrado no asusta el número de páginas. Creo que es un libro para un momento especial y para disfrutarlo sin prisas. Gracias por la reseña, Juan Carlos.
    Abrazos.

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    1. Como vivimos en el mundo de la instantaneidad, un libro de 700 paginas parece que debiera de asustarnos. Pero como bien dices no tiene por qué ser así; y eso es lo que sucede con este Homos del ancho mundo que se lee muy bien porque tiene asuntos interesantes entreverados con historias sentimentales muy atractivas.
      Un abrazo

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  7. ¡Hola Juan Carlos!
    la ambientación en Etiopia me llama la atención, el tema de la medicina, ya no tanto, la verdad. Sabes que no es el tipo delibro que suelo elegir para leer, pero me ha encantado leer tu reseña. Por cierto, me has hecho recordar la novela de Dominique Lapierre, La ciudad de la alegría. ¡Que buena! cómo me gustaron la novela y la película que vi varias veces
    Besos

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    1. ¡Cómo me gustaría saber quién está detrás de este "Anónimo" que aparece como autora del comentario. Sé que a veces pasa eso, que blogger no deja colocar el nombre de quien hace la aportación. Y sé además por lo que dices en esa frase ("Sabes que no es el tipo de libro que me gusta leer") que debo conocerte sobradamente como amiga personal o al menos virtual. Sea como sea, que sepas que me ha encantado leer tu comentario. Y sí, Dominique Lapierre escribía y se le leía de manera fantástica.
      Un beso también para ti.

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  8. No conocía esta novela ni a su autor. Y si de primeras no me llamaba mucho, a medida que iba leyéndote me ibas dejando con más y más ganas. Cómo se nota que lo has disfrutado muchísimo. Nada, nada, otro que me apunto en la lista interminable de pendientes.
    Besotes!!!

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    1. La lista de pendientes, querida Margari, es interminable siempre, pues cuando lees uno se te han acumulado cuatro o cinco más, y así es imposible (ja, ja...). Creo que te gustará. Ya me dirás.
      Un beso

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  9. Hola. Completamente de acuerdo con que la extensión no determina la calidad y tan difícil es hacerlo en corto donde no hay margen para el error que en largo donde si te despistas, el lector puede aburrirse y marcharse.
    Del autor tengo apuntado el nuevo, que me llama mucho más la atención por el lugar y por la historia. Es que a mí la medicina se me hace bola, en todo, tanto en novelas como en películas o series. No es para mí. Seguro que la historia es muy buena, así que no me quiero perder al autor y lo conoceré en su nuevo libro.
    Saludos

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