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10 feb 2014

VIVIR en TIEMPOS BARROCOS (a propósito de "El pretendiente al revés")

La cartelera teatral es espejo de lo que sucede en la sociedad que acude a las salas. De esta opinión, sostenida por no pocos estudiosos, participo totalmente y en el momento político, social y económico que vivimos creo que se revela cierta. Así no pocos títulos de esta temporada y de la pasada beben en el Siglo de Oro español, y dentro de ese extenso período los dramaturgos representados son fundamentalmente los barrocos: Lope, Calderón, Tirso, Vélez de Guevara, etc.

¿Es acaso puro azar lo anterior? No lo creo, ya digo, y este año creo reafirmarme en esta idea fijándome en dos de los espectáculos puestos en pie: Me refiero a "Barrocamiento"  del que ya he hablado en este blog y a "El pretendiente al revés" estrenado últimamente en el teatro "Fernán Gómez" de Madrid.

"El pretendiente al revés" es una comedia palatina del maestro Téllez (Tirso de Molina), rara vez citada entre sus obras y más raramente representada, que la compañía de teatro clásico Zampanó fundada y dirigida por el actor Pepe Maya representa en Madrid desde el pasado día 6 de febrero. La comedia presenta el habitual enredo amoroso entre dos parejas cuyos amores se ven entrecruzados por el abuso que el poderoso Duque de Bretaña casado con Leonora pretende perpetrar al desear gozar de Sirena, la Marquesa de Belvalle, la cual está sinceramente enamorada de su primo Carlos. Hasta aquí todo discurrre dentro del carril establecido por Lope en su "Arte nuevo de hacer comedias". ¿Qué cosas, pues, diferencian a esta obra de los cientos de otras semejantes escritas en la época? En principio no muchas porque aquí las figuras teatrales de galán, dama, poderoso, gracioso..., están; igual que aparece el conflicto del honor y la honra tan característico al momento en que se escribe; e igual que están rotas las unidades teatrales clásicas. ¿Qué cosa, pues?, se insistirá. Pues sin ninguna duda la resolución del conflicto planteado, que, al menos, en esta puesta en escena, queda en el aire sin llegar al acostumbrado final de cada oveja con su pareja, típico de la Comedia Nacional. Con acierto estético los cinco actores (José Maya, Duque de Bretaña; Alicia González, su esposa Leonora; Eliana Sánchez, Sirena; José Bustos, su primo Carlos; y José Troncoso en los papeles de Ludovico, Niso y Floro) -las dos parejas más la 'figura del donaire'- finalizan la representación formando la misma maraña de cuerpos y brazos con que se prologa la actuación. Todo ha quedado peor, aún si cabe, que al inicio, pues la Verdad (Leonora desea frustrar el plan de su marido; Sirena y su primo Carlos amarse sinceramente y a la luz de todos) se pierde en la hipócrita palabrería de opuestos con que se muestran los unos frente a los otros, de manera que ya ni ellos mismos se reconocen.

Yo no sé si la elección de la comedia por Pepe Maya fue guiada por el momento socio-político que vivimos
en España (trasladable también a muchos otros lugares); pero sin duda es una verosímil probabilidad pues los políticos al igual que Carlos, Leonora, Sirena o el Duque piensan que para conseguir sus propósitos deben obrar de manera contraria a lo que dicen desear, provocando en el pueblo -representado en la comedia por el personaje de Ludovico- el desagrado, el alejamiento o la desafección.


Este juego de contrarios fundamentalmente verbal (propio del Barroco) se presenta a través de una sobreabundancia de figuras retóricas (la antítesis, el calambur, la paronomasia, la dilogía, el retruecano o/y los juegos de palabras más diversos y atrevidos) que los espectadores del siglo XVII entendían perfectamente, pero no así los actuales. Este desigual nivel entre el texto y su intelección actual creo que es una falla que director y actores debieran haber resuelto mejor si querían llegar más al público; a no ser, claro está, que hayan pretendido emular a nuestros dirigentes a los que, en líneas generales, les importamos un pimiento, y por eso hablan, hablan, y hablan..., pero sin decir nada.




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