Esta novela de
Joël Dicker no deja indiferente a nadie y capta la atención e interés del lector. De lo
más llamativo de la obra es que cada uno de los 31 capítulos en que se
distribuye la historia vaya precedido a modo de cita inicial, cual si de un
recetario se tratara, de un consejo dado por el profesor y afamado escritor
(Harry Quebert) a su brillante alumno (Marcus Goldman) sobre cómo construir relatos
para triunfar en el difícil mundo de la literatura; pero no para lograr un
triunfo pequeño (publicar por fin algo), sino para alzarse con el cetro
literario durante el tiempo suficiente de conseguir hacerse con los media y que
esto se traduzca en éxito de ventas. De ahí el subtítulo de esta reseña: ¿Cómo se fabrica un best-seller? Pero la
expresión 'best-seller' no debe llevar a pensar en 'calidad deleznable' porque
este relato, en mi opinión, no es nada mediocre y muestra todo cuanto existe y
rodea al autor de novelas: la búsqueda de un estilo propio, la necesidad de
crear con perfección, las presiones del mundo editorial que sólo busca hacer
caja, la existencia de modelos o maestros a los que seguir en un principio para
luego superarlos, los miedos del creador, el poder del autor, el mundo real y su
transmutación en ficción ("paraíso de los escritores" ).
Como si de
cajas chinas se tratase, Dicker inserta las historias unas dentro de las otras
de manera que en ocasiones resulta difícil diferenciar los distintos niveles de
escritura. Así no es sencillo deslindar al autor de la figura del narrador en
primera persona, Marcus Goldman; y a este diferenciarle de su maestro y centro del relato que está
escribiendo, Harry Quebert. Por ello los tres momentos fundamentales durante
los que suceden los acontecimientos (1975: el crimen; 1995: el proceso
educativo de Goldman; y 2008: la investigación y la escritura de la novela) se
suceden sin orden aparente aumentando esa sensación de indistinción y
naturalidad que el novelista pretende. De estas tres grandes líneas temporales surgen
las distintas anécdotas que protagonizan los diversos personajes: Los hay que
atraviesan los tres momentos (Harry Quebert, Stern, los Quinn, los Dawn, el
jefe Pratt, y otros), los que viven solo uno de ellos (Luther Caleb, Nola
Kellergan) y quien sirve de eslabón entre los dos grupos anteriores: el propio
Goldman.
La anterior
estructura temporal se mantiene en cada una de las tres partes que forman el
volumen, cuyos títulos aluden al tema que -según confesión del propio novelista
suizo- más le preocupaba durante la redacción del relato a él mismo y también
en la historia narrada a sus replicantes literarios Marcus Goldman y Harry
Quebert: la sospecha de no valer como escritor, el deseo de triunfar en el
proceloso mundo de la escritura aplicando los procedimientos para conseguirlo,
y, finalmente, instalarse en "el paraíso de los escritores": facultad
que tiene quien escribe algo de modificar a su antojo cuanto le rodea y
convertirlo en pura ficción.
¿Por qué "La verdad sobre el caso Harry Quebert" es un best seller? Fundamentalmente porque busca atraer al mayor número de
lectores y retenerlos ("Algunos se
sentirán celosos, otros interesados. No es para ellos para quienes escribe
usted, Marcus. Sino para todos los que en su vida diaria, habrán pasado un buen
momento gracias a Marcus Goldman", pág. 544, cap.5). Y para lograrlo utiliza procedimientos propios de los géneros novelísticos -hasta no hace mucho
'subgéneros'- más populares: la novela
negra y la novela rosa.
De la primera hace
uso de gran parte de su aparataje narratológico: resúmenes recopilatorios cada
cierto número de páginas; algo de sexo y de bajas pasiones; interrogatorios que
favorecen el perspectivismo y provocan sensación de totalidad; revelaciones
sorprendentes que echan por tierra lo que ya para el avisado lector parecía
cantado; detalles sociopolíticos inteligentemente distribuidos que sirven para
ubicar temporalmente el relato (2008: campaña de Barack Obama, 1975: fin de la
guerra de Vietnam , un año antes el escándalo Watergate, etc, etc); algo de
humor que sirve de descanso del 'guerrero' (= lector) y que recae en la figura
de la madre de Marcus pendiente de lo que tópicamente se presume es
preocupación de esta figura familiar, un humor que ya está contenido en el
propio apellido del narrador: Goldman, o sea, el Formidable.
La novela rosa
le sirve fundamentalmente para sostener la historia de amor central con
fraseología propia de estos relatos
("Era una mujer magnífica, se
hubiese convertido en una esposa modelo,
y ella no pedía más. Se hubiese casado con ella al día siguiente sin
dudarlo: una mujercomo Jenny era el sueño de muchos hombres. Pero en su corazón
había cuatro letras que ocupaban todo el sitio: N-O-L-A.", pág. 228, cap. 19)
Junto a estos
recursos literarios, familiares para el gran público, el autor suizo evita
elevarse mucho cuando echa mano de otros considerados más minoritarios: por eso
exhibe un culturalismo fácil que no le pueda robar lectores (las alusiones
literarias que aparecen son bastante manidas: Hemingway, Melville y así); y da
al relato un ritmo semejante al del serial televisivo o del thriller cinematográfico
[la versión para el cine está ya en fase de realización] con cambios temporales
rápidos a través de secuencias introducidas mediante el procedimiento de la
evocación ('flash back' en términos cinematográficos).
Pero hay que
decir que el novelista suizo no nos engaña, sino que al igual que los asesinos
de su relato muestra sus armas constantemente a través de esos 31 consejos enumerados
en sentido inverso que pone en práctica en la novela que está escribiendo y que
como sucede en el campo de las competiciones deportivas preceden al pistoletazo
de salida de una carrera que tiene visos de ser exitosa. Joël Dicker -en el
relato Marcus Goldman, su alter ego- al igual que los malos de su relato sabe
que la mejor manera de que algo pase desapercibido es no ocultarlo, en su caso no
mentir sobre los fines perseguidos: lograr escribir un éxito de ventas, un
best-seller. Y lo ha logrado además con calidad.
Nota: Como hablo de 'best-seller' podría ser de interés releer el post del ya lejano mes de mayo de 2010 titulado "Éxito de ventas y calidad literaria"
El libro ese sobre el caso de Harry Quebert me parece bueno como best-seller, pero es Una novela que deja bastante que desear comparada con el nivel de la literatura norteamericana actual. Opino que le sobra al menos un tercio de su extensión y la proliferación de detalles no es tan enriquecedora.
ResponderEliminarDa la impresión que trabajando más se llegaría a algo más conseguido.
Pero con todo un libro ameno.
Totalmente de acuerdo contigo en lo de que deja bastante que desear comparada con muchas otras novelas (Jöel Dicker es suizo, pero entiendo lo que quieres decir). Pero si aunamos éxito popular (= amenidad) con calidad por encima del ¿6 ó 7? yo creo que pasa el corte con holgura.
ResponderEliminarEn el fondo eso es lo que sostengo en la reseña que hago sobre la novela.
Me encanta tu reseña. Qué bien te expresas. Como me gustaría saber explicarme como tú lo haces
ResponderEliminarTe agradezco tus palabras. Acabo de pasar por tu blog y me parece que comunicas perfectamente: es un buen blog. Intentaré estar atento a tus reseñas. La que has hecho sobre "El ángel de Budapest" me ha gustado mucho.
EliminarUn abrazo