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14 jul 2024

Maj Sjöwall y Per Wahlöö: "El policía que ríe". (A pares XLIII, 2ª 1/2)


Pues aquí que llega ya sin más demora la 2ª entrega de este A pares XLIII. Se ve que me he contagiado de las entregas de las series de las que forman parte tanto la novela de la reseña anterior como ésta. Dice Jonathan Franzen en un artículo que me ha gustado mucho sobre esta novela, y que recupero al final de esta reseña, que no todos los días vamos a leer a Faulkner o a Henry James. Hay días, prosigue el estadounidense, que estamos mal, que nos duele la cabeza, que no queremos pensar demasiado, que sólo queremos puro y sano entretenimiento. Pero, y esto ya lo añado yo, un entretenimiento de calidad, que al tiempo que deleita enseña, que hace que la panda de personajes que habita en esas páginas acaben siendo amigos de uno. Sí, esta pareja de suecos que escribieron la serie de Martin Beck a cuatro manos son unos auténticos artistas del noir, unos clásicos de la novela negra contemporánea y se merecen reseña diferenciada.

Maj Sjöwall y Per Wahlöö: "El policía que ríe"

«Suecia es mal país. Estocolmo es mala ciudad. No hay más que violencia, drogas, ladrones y alcohol. Nordin no dijo nada. En esto último coincidía en buena medida: —Un asco —dijo el suizo a modo de resumen—. Pero para un extranjero es fácil ganar dinero. Todo lo demás, una pena.»

Maj Sjöwall, Per Wahlöö, novela negra sueca
El policía que ríe
, cuarta novela de la serie del inspector Martin Beck creada por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, es una muy entretenida historia que he leído con muchísimo gusto. Martín Beck y sus compañeros policías investigan durante los dos últimos meses de 1967 y las primeras semanas de 1968 una incomprensible matanza del conductor y los viajeros que ocupaban la planta inferior de un bus de dos pisos que a las once y media de una noche del mes de noviembre hacía su ruta habitual por Estocolmo. Para la resolución del crimen el inspector y sus colegas de profesión habrán de remontarse al asesinato de una prostituta portuguesa ocurrido quince años atrás. El caso de la portuguesa aparecida muerta y desnuda en una cuneta en 1952 quedó sin resolver entonces; quizás ahora su asesino, piensan en la comisaría de Martin Beck, tema que el caso se reabra; quizás ahí resida la clave para la resolución del caso. ¿Si? ¿No? Como en toda novela de intriga nada más cabe decir aquí para no romper la magia de su lectura.

Sí que se puede decir lo muy interesante que es el fondo histórico de esta narración donde aparece la guerra de Vietnam, el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson, y las manifestaciones antibelicistas que en todo el mundo -también en Suecia, claro- se están produciendo durante esos años contra la barbarie de una guerra que duraba ya demasiado tiempo y que no tenía visos de finalizar próximamente. 

Aunque el suceso investigado sucede en noviembre su difícil resolución hace que nos metamos en plena época de Navidad. Por ello se cuelan en el relato no pocas tradiciones suecas propias de estas fechas: bebidas como el glögg o encontrar la almendra escondida en el arroz con leche, que se sirve obligadamente en el bufé navideño, son algunas de ellas; pero también la consumista costumbre del regalo -no exclusiva de Suecia, por cierto- que los autores critican abiertamente. Entre los regalos que recibe el protagonista de la novela se encuentra un tema musical de mucho éxito años atrás; su título 'El policía que ríe ' hace muchísima gracia a los hijos de Martin Beck, si bien a él no le hace ninguna, aunque como a un padre se le supone  soporta serio el regalo. ¿Para qué sirve esta anécdota sobre el mal carácter del inspector y la para él poco divertida vida familiar que lleva? Para esclarecer la matanza parece que para nada salvo por el hecho de que Charles Penrose el cómico disfrazado de policía que ríe y ríe mientras canta esta canción murió en 1952, precisamente el año en que esa prostituta portuguesa... Paree una anécdota menor, pero en ella está el germen de la resolución del caso; de ahí que los autores dieran a toda la novela el título de dicho tema musical.

Maj Sjöwall y Per Wahlöö son tenidos  por los creadores de la novela negra nórdica  contemporánea. Desde luego en ésta que comento y también en la que reseñé en el blog hace dos años, Roseanna, los autores radiografían la sociedad de su país. Las descripciones que realizan de Martin Beck y de sus compañeros de fatigas le sirven a Maj Sjöwall y Per Wahlöö para dar una imagen certera, profunda y crítica de Suecia durante esos años 60 del siglo XX: su amigo  Lennart Kollberg, los agentes de radiopatrulla   Kristiansson Kvant Kristiansson y Kvant eran de Escania y su instinto para ordenar las palabras dentro de la frase dejaba bastante que desear»), el memorioso, serio y metódico Fredrik Melander, los refuerzos llegados de fuera de Estocolmo (Månsson, de Malmö; Gunnar Ahlberg, de Motala), RönnLarsson Rönn, con su nariz roja, que era una medianía en todos los sentidos. O de Gunvald Larsson, capaz de aterrar a cualquiera con sus proporciones descomunales y su intensa mirada, y que además se sentía orgulloso de ello. O incluso de él mismo, el gangoso Martin Beck»), el forense Hjelm..., sin olvidar, naturalmente, al asesinado en la matanza del autobús Åke Stenström Åke Stenström, subinspector de la Brigada Nacional de Homicidios, uno de los colaboradores más jóvenes de Martin Beck»).

La visión que transmiten sobre su país, sobre Europa, sobre el mundo en último término no es positiva para nada. Para ellos el mundo salido de la segunda guerra mundial con la división en dos bloques antagónicos que se amenazan constantemente con exterminarse no les gusta. Ellos dos, militantes en el partido comunista sueco, no disfrutan con el país que les ha tocado en suerte (véase la cita inicial de esta reseña). Por eso todo lo referido en la novela al contexto social, e incluso geográfico o climatológico, es negativo. Jonathan Franzen, el autor de Libertad entre otros títulos, remarca que en El policía que ríe la pareja de escritores  no dicen sobre Suecia más que cosas negativas. Del artículo de Franzen extraigo el siguiente párrafo que suscribo plenamente:
«El tiempo era horrible», nos informan los autores en la primera página de El policía que ríe. E igual de horrible seguirá siendo durante toda la obra. El suelo de la jefatura de policía «aparecía cubierto de suciedad», y quienes lo ensuciaban estaban «empapados de sudor y lluvia». La acción de uno de los capítulos se desarrolla durante «un miércoles repulsivo». Otro comienza: «Lunes. Nieve. Viento. Un frío de todos los demonios». Y lo que vale para el tiempo vale también para la sociedad en general. La visión negativa que tienen Sjöwall y Wahlöö de la Suecia de posguerra, tema recurrente en todas sus novelas, alcanza extremos delirantes en El policía que ríe. El invierno sueco es indefectiblemente un asco, los periodistas suecos son indefectiblemente sensacionalistas y estúpidos, las caseras suecas son indefectiblemente racistas y codiciosas, las autoridades policiales suecas miran indefectiblemente por su propio interés, la clase alta sueca es indefectiblemente decadente o depravada, los manifestantes pacifistas suecos son indefectiblemente perseguidos, los ceniceros suecos están indefectiblemente llenos a rebosar, el sexo en Suecia es indefectiblemente sórdido o repulsivamente crudo y las calles suecas en período navideño constituyen indefectiblemente una pesadilla.»
Imposible superar tan certero análisis del autor de Las correcciones y de Libertad entre otras importantes novelas suyas. Tan sólo se me ocurre para cerrar esta reseña referirme al toque culturalista que la pareja de suecos autores de esta narración incluyen en ella. Me ha llamado la atención el título de los libros que Martin Beck lee al despertar o llegar a su casa:  «Abrió la novela de Övre Richter-Frich que por entonces estaba leyendo [...] «Martin Beck se despertó temprano, pero permaneció en la cama, leyendo el libro sobre el Graf Spree». Övre Richter-Frich fue uno de los escritores de novelas policiacas más populares de Noruega durante el período de entreguerras;  Maj Sjöwall y Per Wahlöö nacidos respectivamente en 1935 y 1926 serían lectores de este autor y con esto le homenajean como en su opinión se merece.
A este culturalismo referido a novelistas que cultivaron el género noir, de suspense o policíaco, pertenecería también alguna frase cuya lectura provoca ba en mi cabeza la sensación de estar leyendo a Raymond Chandler, Dashiell Hammett o a James M. Cain:
«El cartucho era sueco, pero la pistola procedía de Estados Unidos: una Smith & Wesson 38 Special, fabricada en Springfield, Massachussets.»
Novela negra nórdica, Serie Martin Beck
Es evidente que estos dos suecos han bebido, han leído y han crecido en las novelas de los clásicos norteamericanos del hard boiled y de la novela negra. Lo que ellos hacen es transmutar a su realidad sueca los elementos de estas historias. De ellos yo destacaría especialmente el elemento crítico con su sociedad. Maj Sjöwall y Per Wahlöö son muy duros con la realidad de su propio país, no se andan por las ramas. Critican el racismo que existe en no pocos de sus compatriotas y también la dureza con la que la policía reprime las manifestaciones a favor del FLN argelino que en esos años está librando una guerra con Marruecos y dentro del propio partido que gobierna el propio país:
  • Racismo: «Månsson le preguntó qué opinión tenía de Mohammed, ella respondió: —Pues la verdad es que era realmente agradable para ser árabe. Suelen ser tan sucios y tan poco fiables.» (la sra Karlsson, esposa de uno de los asesinados en el autobús)
  • La represión policial: «La mañana del jueves 21 de diciembre, ser policía era cualquier cosa menos agradable. La tarde anterior, en mitad de la ciudad y en plena histeria navideña, un ejército de agentes del orden, uniformados y de paisano, se había enzarzado en una caótica y espectacular trifulca con los numerosos obreros e intelectuales que salían de un acto de apoyo al FLN en la Casa del Pueblo.»

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Con El policía que ríe relleno la letra W del Reto Autores de la A a la Z. También, al ser una novela aparecida en 1968, incluyo este título entre los correspondientes al Reto Nos gustan los clásicos.


9 comentarios:

  1. Pues por una vez no estoy de acuerdo con Jonatan Franzen que me encanta y del que he leído varias novelas. Creo que hay novelas negras, las buenas, que además de ser un entretenimiento son mucho más y que pueden hacer que el dolor de cabeza te aumente por lo mucho que te hacen pensar. De estos dos autores de nombre impronunciable, y casi inescribible, solo he leído Roseanne. Tengo el segundo de la serie en mi estantería de pendientes. Puedo decir que me hicieron pensar mucho porque, si el Wallander de Henning Mankell nos habla de una Suecia que en los años noventa había dejado de ser el paraíso de aquel libro de Enrico Altavilla (Suecia, infierno y paraíso) que yo había leído en los setenta, Maj Sjöwall y Per Wahlöö ambientan sus novelas en los sesenta y, aun así, el paraíso no aparece por ningún lado. No, estas novelas no son solo "puro y sano entretenimiento". El propio Jonatan Franzen lo demuestra, contradiciéndose a sí mismo en la cita que pones al final sobre su artículo, y demostrando que ni él mismo está de acuerdo consigo mismo.
    Una magnífica reseña que me ha dado ganas de volver sobre la serie.
    Un beso.

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    1. Estoy contigo, Rosa. Pero es que además opino que el entretenimiento, si es bueno y de calidad, nunca es mala cosa. El entretenimiento es malo y negativo cuando su exclusiva finalidad y propósito es exclusivamente adocenar y/o manipular al lector. La literatura, además de una de las bellas artes forma parte de la industria del entretenimiento y quienes nos entretenemos con ella nos entretenemos muchísimo más gracias a lo que nos enseña, nos ilustra, nos hace pensar, nos conmueve, etc. ¡Viva la novela negra!, la buena, claro. Y la de estos dos suecos lo es y mucho. Y tú tienes toda la razón mostrando la contradicción en que incurre Franzen como demuestra la última cita suya que incluyo en la reseña.
      Yo también volveré a Maj Sjöwall y Per Wahlöö y leeré alguna/s novela/s más de esta serie que me encanta.
      Un beso

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  2. Cualquier arte que no pase por el entretenimiento o diversión pues no sé si merece la pena la verdad. Luego está la crítica social, la emotividad, la profundización de los temas tratados o la reflexión que nos produzca un proyecto para que la experiencia sea completa. Lo que nos cuentas de la radiografía social de la Suecia tratada más la propia temática del libro creo que merecen mucho la pena.
    Un fuerte abrazo, Juan Carlos.

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    1. Los dos escritores suecos, como bien dice Rosa, "de nombre impronunciable", son en mi opinión unos perfectos mostradores del arte de la creación y de sus finalidades: la primera es la de entretener porque si algo me aburre, mal voy a continuar leyendo o viendo lo que sea; cuando estoy a gusto viendo o leyendo algo es entonces cuando me fijo en aspectos importantes como la crítica social, la radiografía de una sociedad, la emotividad que transmite, etc., etc. Pero ya digo si no me divierto, si no estoy entretenido, es seguro que no culmino la obra. Eso sí no todos nos divertimos o consideramos entretenidas las mismas cosas, las mismas historias, los mismos filmes... Depende mucho de la formación de cada uno y de las expectativas que se tenga sobre aquello que se aborde.
      Saludos, Miguel

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  3. Leo con muchísimo interés la reseña (tan fantástica como es costumbre de la casa), pero también los diálogos sobre literatura y entretenimiento que vienen después, y que me parecen luminosos. Me habéis llenado de luz la siesta de julio. ¡¡¡Gracias!!!

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    1. Pues misión cumplida, Rubén. De eso se trata de que la lectura de que lo que sea entretenga e ilumine. Por cierto tus siestas son larguitas, ¿no? (ja, ja...). Haces bien, aprovecha.
      Un abrazo

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  4. ¡Hola Juan Carlos!
    pues me parece bien que se sea duro con las cosas negativas y las realidades de un país, también sobre el continente europeo, me gusta eso, es bueno que se denuncien y se recalquen.
    Me gustan las novelas negras que no son solo entretenidas y ya..., yo incluso en vacaciones, en verano, en todas las épocas necesito lecturas que me llenen del todo, no me importa que me hagan pensar o sean enrevesadas o traten temas nada superficiales, es más las necesito
    Besos

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    1. La verdad es que la buena novela negra desde siempre ha sido crítica con la sociedad. Lo novedoso y llamativa en esta pareja de suecos es que van a saco contra su propio país. En USA, patria del noir con Chandler, Hammett, Cain y demás siempre hay aspectos críticos de la sociedad americana, pero el país siempre queda salvaguardado y bien valorado. Esta es la diferencia con estos autores suecos.
      Te gustarán estas novelas de Maj Sjöwall y Per Wahlöö, Marian
      Un beso

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  5. Uf, vaya dos nombres... Para acordarse... Pero desde luego me dejas con ganas de leer alguna novela de esta serie. Lo que más me atrae es ese espíritu crítico hacia su propio país. Se nota que la has disfrutado de principio a fin.
    ¿Y por qué el puro y sano entretenimiento suele estar tan poco valorado? Como si fuera algo fácil de lograr...
    Besotes!!!

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