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21 abr 2024

Pilar Quintana. Los abismos. Premio Alfaguara 2021

Pilar Quintana, novelistas colombianos

Los caminos del lector, como los del Señor, son inescrutables. Quiero decir que la llegada a unas lecturas, así como la dejada de otras obedece a los caprichosos vaivenes que suceden en la cabeza del lector según que uno va leyendo esto o aquello. En este caso mi arribada hasta esta escritora colombiana se ha debido a la lectura frecuente que hago de blogs que merecen toda mi confianza. En ellos, y de manera reiterada, vi durante el año 2023 e incluso también durante el anterior cómo las novelas de Pilar Quintana aparecían comentadas positivamente con frecuencia. Apunté el título de Los abismos para probarme con esta caleña. 

La escritora
Pilar Quintana (Cali, 1972) es autora de cinco novelas y un libro de cuentos.  Recibió en España el Premio de Novela La Mar de Letras por Coleccionistas de polvos raros. Participó en el International Writing Program de la Universidad de Iowa como escritora residente y en el International Writers’ Workshop de la Universidad Bautista de Hong Kong como escritora visitante. Con su novela La perra, traducida a quince lenguas, fue finalista del Premio Nacional de Novela y del National Book Award y ganó el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana y un PEN Translates Award. Con la novela que acabo de leer fue merecedora del XXIV Premio Alfaguara de novela 2021.

Argumento de Los abismos (según reza la contraportada de la novela)
Claudia vive con sus padres en un apartamento invadido por plantas que se estiran para tocarla. Como todas las familias, la suya contiene una crisis, y solo hará falta que algo o alguien llegue a detonarla. Cada quien tiene un punto de quiebre en la infancia, y Claudia, la protagonista de esta historia, narra, desde la expectación y la mirada aguda de cuando fue una niña, los hechos que abrieron las grietas por donde se colaron los peores temores, aquellos que son irreversibles y empujan al borde del precipicio. Los abismos es un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo. 


Mi comentario
Los abismos de la colombiana Pilar Quintana es una hermosa novela en la que una niña de 8 años muestra los abismos reales y metafóricos en los que su familia, con ella dentro, vive. Hay abismos paisajísticos que tienen importancia en la novela y que generan cierta tensión o suspense en algunos momentos del relato. Pero, quizás, los abismos más importantes sean los íntimos y metafóricos que muestran a una familia en crisis, a una mamá al borde del precipicio, a una niña (de nombre Claudia, igual que su mamá) que siente placer (cosquillas en el estómago) y miedo tanto ante los terrenales como ante los familiares: 
«Quería vérselas de nuevo con el abismo, sentir la cosa rica en la barriga y el miedo y las ganas de saltar y de alejarse» 
Naturaleza y familia se mezclan en ese apartamento de Cali donde viven y en cuya planta inferior las plantas están desatadas. Estas plantas las cuida Claudia madre y son un poco ella; al final ya no están tan desaforadas, del mismo modo que también ella ha abandonado muchas de las apetencias donde se cobijaba: el whisky, la pasión erótica por otro distinto al marido, abismarse para escapar, realizarse a través del trabajo... La familia se ha salvado, quizás sí o quizás no, para sumirse en el abismo de la vulgaridad, la cotidianidad, el hastío...

Todo lo anterior es presentado desde la perspectiva inocente, ingenua, fantasiosa, pero también perspicaz y prematuramente madura de Claudia niña, la cual debe de crecer apresuradamente para poder sobrevivir en el mundo familiar que le ha tocado vivir; ella procurará que los miembros de esta familia no se despeñen por los precipicios que se abren a su alrededor. ¿Quiénes son los integrantes de esta familia? Son los siguientes: la madre -de nombre Claudia, igual que su hija- a la que casaron con un hombre veinte años mayor que ella al que no amaba; el marido Jorge, persona ensimismada preocupada fundamentalmente por el supermercado que les dejara su padre a él y a su hermana Amelia; la tía Amelia, mujer cincuentona que un día vuelve a Cali casada con un joven de 30 del que Jorge sospecha que sólo quiere el dinero de su hermana; Gonzalo, el joven apuesto y vivaz que introducirá la crisis (un abismo más) en la familia de la niña. Además de estos personajes protagonistas, en la novela aparecen toda una serie de secundarios como Gloria Inés, prima lejana de mamá Claudia, que se tirará por el balcón de un 18º piso; Rebeca, la madre de dos compañeras de colegio de Claudia madre, desaparecida sin previo aviso hace ya treinta años cuando ella era niña  y sobre cuya suerte se lanzaron la mar de posibilidades; Porfirio y Ana, guardeses de la finca a la que Jorge y las dos Claudias van a pasar una temporada en verano; Yesenia, la empleada doméstica; Paulina, la muñeca 'amiga' de Claudia niña; etc.

Muy interesantes son los diálogos entre las tocayas, la madre y la hija. Mamá Claudia cuenta a su hija sucesos que seguramente no son adecuados para una niña. Pero ésta, con su ingenuidad infantil, no hace más que inquirirle, preguntarle por esos acontecimientos de los que Jorge, el padre, apenas habla y que cuando se entera que la madre los cuenta a la niña se muestra más que molesto. En situaciones así, sobre la reacción de Jorge dice la niña: «Mi papá siguió mudo. El monstruo, lo sentí en su respiración agitada, asomándose». Que una persona adulta hable a una niña como si ésta lo fuera es revelador de cierta insania mental. No al contrario. O sea que una niña de 8 años hable con igual soltura a su madre que a su muñeca Paulina es entendible dada la mente infantil de una persona de esa edad. 

La relación entre Claudia y Paulina, su muñeca, es interesantísima. Como si se tratara de un muñeco vudú Claudia proyecta sobre ella todos sus deseos e insatisfacciones; es como si pensara que Paulina fuera el sustituto en positivo de la atención que para sí hubiera querido por parte de sus padres. Sin llegar al desapego excesivo de su abuela materna que declaró a mamá Claudia infinidad de veces que haberla tenido truncó su vida, la narradora niña se siente menospreciada por su madre, quien siempre la coloca en un nivel distinto al de las otras niñas, en especial al de las hijas de Mariú y Liliana las amigas de Claudia madre. Así Mariú al conocer a Claudia dice a su amiga de la infancia:
«—¿Es Claudia?
—Es Claudia
Se agachó para quedar a mi altura. Tenía los ojos grises con vetas oscuras y claras, y mientras me miraba, tan cerca y tan fijo, sentí que su belleza se derramaba sobre mí.
—Qué linda —dijo la más linda de todas.
Se irguió. Mi mamá le agradeció el falso cumplido y Mariú buscó alrededor.
—Las mías están por allá.
[...]
Las tres tenían trenzas de riñón y vestidos blancos idénticos, con un bordado en el pecho, mangas bombachas y un moño atrás.
—Hermosas —dijo mi mamá admirada de verdad—. Esos vestidos son como azúcar.»
La narradora niña ama a sus padres, aunque tras la crisis habida en su familia, sea consciente de que las cosas ya no son como antes y a veces ante el comportamiento de su madre llegue a decir que «es la peor madre del mundo». Es consciente de que hay grietas en la familia y añora por ello la situación anterior
«Antes de la pelea de mis papás, de la pelea de mi mamá y mi tía, de que llegara Gonzalo a la familia, yo tenía certezas. Las mamás tenían hijos porque los deseaban. Mi tía Amelia vivía feliz en su mini apartamento con sus batolas. Mi abuelo era un hombre triste. Mi papá, el más bueno del mundo.»

 Interesantísimo y plenamente verosímil es la penetración en el interior de una niña de 8 años que hace Pilar Quintana. El vocabulario puesto en sus labios, los juegos infantiles que practica con otros niños, sus diálogos con Paulina, la insistencia en preguntar que llega a descomponer a los mayores, etc. son las palabras, los juegos, los diálogos con los juguetes, la reiteración en las preguntas a los mayores... que realizan los niños, cualquier niño de la edad que tiene Claudia, tan sólo 8 años.

Otra particularidad de esta novela que me ha encantado es el léxico utilizado. Los términos propios del  español hablado  en Colombia llenan la narración y la dotan de una embargadora belleza. Son vocablos como batola (prenda de vestir femenina de una sola pieza, holgada, larga y sin botones), sacoleva (chaqué), esculcar (registrar para buscar algo oculto), samanes o ceibas  (árboles americanos), pereque (molestia, impertinencia), jejenes (insectos dípteros, más pequeños que el mosquito y de picadura más irritante), habilitar (volver a examinarse), mangones (revendedores, traficantes), capul (forma de llamar en Colombia un corte de cabello en el que se tiene un flequillo que cubre la frente), levantadora (bata delgada que usa la mujer al levantarse o para andar por casa), jugar al parqué (jugar al Parchís), juepucha (maldita sea, mierda), pintas (muda de ropa nueva), overol de bluyín (mono, buzo de tela vaquera), etc.

El vocabulario anterior unido a la mostración de una naturaleza domesticada en la casa y más salvaje y abrupta afuera, con esas vueltas y revueltas de la carretera que los lleva de Cali a la finca donde veranean, hace que la imaginación infantil se abra a cualquier posibilidad: que aparezca el viruñas («El viruñas, me dijo, era un diablo que vivía en las fincas, dentro de las casas, pero no de este lado, sino detrás de las paredes. Dormía de día y se despertaba de noche»), que el padre -temía la niña- se abismara cualquier día volviendo en coche por la carretera endiablada que discurre al lado de profundísimos precipicios desde Cali, que la niña misma sienta esa contradictoria atracción fatal por saltar y al tiempo alejarse del barranco.

Pilar Quintana
Los abismos de Pilar Quintana, en suma, es una novela deliciosa que muestra el modo como una niña intenta comprender el mundo de los adultos que la rodean. Gracias a ella estos adultos contienen sus impulsos primarios, los reprimen y mantienen viva la rueda en la que sin darse cuenta giran y giran sin haberlo ellos decidido. Esto es muy claro en el caso de las mujeres, las cuales en esta narración ven cortadas de raíz sus apetencias por salir de la tradición. Es el caso de Claudia madre a quien el abuelo cerró las posibilidad de ir a la Universidad:

«A mi abuelo se le brotaron las venas de la garganta y con su voz más gruesa le dijo que lo que hacían las señoritas decentes era casarse y que cuál universidad ni Derecho ni qué ocho cuartos.»  

También hay que señalar que no todos los hombres son iguales y que Jorge, su marido, sí le permite trabajar cuando ella así lo decide. Es ella en este caso la que se niega a seguir en el comercio donde se ha contratado, por motivos que habrá que considerar leyendo la novela. 

Decir para cerrar que la novela se sitúa en un momento del pasado, concretamente los primeros años 80 del siglo pasado.

«No encontré a Natalie Wood en la recién llegada ¡Hola! En cambio, sí a la princesa Grace de Mónaco, cuya muerte en un accidente de tránsito también obsesionó a mi mamá.»

Se marca en el relato la evolución habida en las costumbres de la época de los abuelos (años 50) a estos 80; es una distancia semejante a la que separa esos años 80 de nuestro hoy, en el que se ha avanzado mucho en liberalidad y realización personal. La niña que narra la novela es trasunto de esta Pilar Quintana que hoy  (publica la novela en 2021) concibe la vida de las mujeres de manera muy diferente a la de su madre, tía y abuelas. Es una mujer realizada que no precisa perderse en adicciones diversas. Hay esperanza clara en la novela que se muestra cuando Claudia madre abandona el whisky y deja de ser una tumbada (persona que se pasa el día tumbada en la cama).

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Con "Los abismos" cumplimento la letra Q del Reto 'Autores de la A a la Z', avanzo (el 1º de 3) en el de 'Serendipia recomienda' y añado un título más al Reto '25 españoles'.


8 comentarios:

  1. Soy también de lo que he leído varias reseñas de la novela y todas coinciden en los puntos fundamentales. Me gusta mucho la manera que tienen de escribir los escritores hispanoamericanos y descubrir nuevas palabras como nos muestras. Por otro lado encuentro algunas semejanzas con la bonita película mexicana 'Totem': una niña como uno de los personajes principales y la las plantas como un elemento fundamental en la convivencia del hogar familiar.
    Un abrazo, Juan Carlos.

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    1. Como bien dices tú de los escritores hispanoamericanos, a mí de esta novela, además de lo ya dicho en la reseña, me ha encantado el ritmo y la musicalidad que le imprime el léxico, ese vocabulario tan propio de allí (en este caso Colombia) que le da una identidad propia total. Es de una gran belleza.
      Abrazos, Miguel

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  2. Leí la novela hace más de dos años y me dejó prendada. Hace solo unos meses leí La perra y, aunque me gustó menos, también me gustó mucho y te la recomiendo. Los abismos es, como dices, deliciosa sin dejar de ser una historia muy dura. Y es que ese ritmo y la musicalidad de la prosa hispanoamericana que comentas con Miguel, dota a las historias de una poesía que las engrandece.
    Un beso.

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    1. Naturalmente, Rosa, tu blog está entre aquellos que hablaron muy positivamente de esta novela. Es gracias a ti y en esta ocasión especialmente gracias a Mar, del blog Leyendo con Mar, que la colocó en el Reto Serendipia recomienda 2024 entre sus tres títulos recomendados, que este año yo la he leído. Me ha encantado.
      Besos

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  3. Últimamente no paro de apuntar libros. No me da la vida para leer todo lo que quiero... Pero es que me has dejado con unas ganas de disfrutar de esta historia, de esta prosa, de esa niña... Me la apunto y a ver si logro hacerle hueco.
    Besotes!!!

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    1. Tener un listado inacabable de lecturas e imposible de realizar es inequívoca señal de estar vivos, Margari. Podría decirse, ajustándolo al hecho, que mientras hay lecturas , hay esperanza, porque para el grupo de buenos lectores al que tú perteneces, lectura es vida.
      Esta novela colombiana estoy seguro de que te gustará mucho.
      Un besazo

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  4. De Pilar Quintan he leído La perra y me pareció buenísima. Es una novela breve de un estilo que me hizo pensar que la autora sabría desenvolverse muy bien en el relato. Tal vez por querer leer de ella sus cuentos he ido postergando la lectura de este Los abismos del que siempre me encuentro tan buenas valoraciones, pero el caso es que, por uno o por otro, aún no he vuelto a Pilar Quintana.
    En fin, me dejas con muchas ganas de adentrarme en el universo de la niña Claudia, Juan Carlos. Hay que ver el juego que dan los personajes infantiles en la literatura. Y hay que ver también lo bien que narran los escritores hispanoamericanos. En especial las escritoras de esos países vienen pisando muy fuerte.
    Besos

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    1. Sí que es verdad, Lorena, el mucho juego que en literatura dan los personajes infantiles. Y es que su inocencia, la verdad que se trasluce en ellos, hace que sean magníficos para todo.
      La literatura hispanoamericana está en un momento magnífico, desde luego.
      Un beso

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