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12 sept 2022

"Noches azules" de Joan Didion

«Cuando empecé a escribir estas páginas, yo creía que iban a tratar de los hijos, de los que tenemos y de los que desearíamos tener, de las formas en que dependemos del hecho de que nuestros hijos dependan de nosotros, de las formas en que los animamos a que sigan siendo niños, de las formas en que ellos siempre nos resultan más desconocidos para nosotros que para sus conocidos más casuales.»

No Ficción, Ensayo, literatura norteamericana
En varios de los comentarios que me dejaron en la reseña que hace nada hiciera de El año del pensamiento mágico amablemente algunos visitantes a mi blog me recomendaban vivamente la lectura de este otro libro de la Didion. Dado que la lectura del ensayo que la autora norteamericana escribiera a raíz de la muerte de su marido John Gregory Dunne fue para mí una experiencia literaria gozosa, decidí seguir los consejos de mis lectores y sin demora me hice con las Noches azules, el libro en el que Joan Didion rememoró la vida de su hija Quintana fallecida unos años antes. 

El título
El libro que distribuye su contenido en 35 capítulos o apartados dedica el primero de ellos a justificar el título, a explicar qué son, y por qué ella lo titula así, las "noches azules". En mi opinión ya el mero sintagma destila belleza. Pero, ¿qué son las noches azules? Resulta que en ciertas latitudes y en ciertos momentos del año, concretamente al aproximarse el verano, es cuando los crepúsculos se vuelven largos y azules. «Las noches azules son lo contrario de la muerte de la luz, pero al mismo tiempo son su premonición».
«Este libro se titula "Noches azules" porque en la época en que lo empecé a escribir sorprendí a mi mente volviéndose cada vez  más hacia la enfermedad, hacia la muerte de las promesas, el acortamiento de los días, lo inevitable del apagamiento, la muerte de la luz.»
Como se ve, pues, ya desde el inicio, la obra que tenemos en nuestras manos avisa de lo que va a hablar: de final, de acabamiento, de la inevitabilidad de la muerte; pero también de esperanza, de negación de lo evidente, de promesa de sanar. En esta dicotomía, absurda e infranqueable, nos debatimos todos cuando la noche definitiva se acerca, se intuye, o siquiera se percibe en su lejanía. Las noches azules son luz que declina, oscuridad que se quiere retardar, esperanza de lo imposible, fe irracional en las posibilidades humanas.


Mi impresión
En el apunte realizado a vuela pluma en Facebook nada más finalizar la lectura de la obra, como tenía en mi cabeza tan vívida la favorable impresión que me había producido El año del pensamiento mágico, escribí textualmente lo siguiente: «Si comparo ambas obras, a pesar de la semejanza en el asunto, gana por goleada en mi consideración "El año del pensamiento mágico". No sé si haré comentario más extenso que éste, pero si lo hago ahí explicaré los motivos de mi favoritismo.». A ver si logro hacerlo.

Lo primero es que el asunto y tono de la obra que dedica a su hija Quintana ya no sorprende dado que cinco años antes de que las Noches azules apareciesen, es decir, en 2005 Joan Didion sorprendió a la lomunidad literaria universal con El año del pensamiento mágico del que hace apenas diez días di mi opinión aquí, en este mismo blog. Ambos libros parten de un hecho luctuoso, una muerte. El año..., de la del marido y la necesidad de la viuda de retornar a la senda de la vida, de proseguir en el camino; la segunda, de la de la hija, si bien es mucho más el lapso de tiempo que Didion dejó pasar entre el fallecimiento y la escritura. Si en el que dedicó a John Dunne sólo habían pasado unos meses (diez cuando comenzó a escribirlo, doce cuando lo finalizó), en el dedicado a rememorar a Quintana Roo son seis los años transcurridos desde la desaparición de ésta en agosto de 2005. Por otra parte, en El año... tocaba vivamente la enfermedad, entonces activa, de la hija al tiempo que intentaba superar el dolor y la pena por la muerte de su marido; en Noches azules ya no hay tanto dolor por la pérdida concreta sino más bien por lo que simboliza de pérdida universal. 

Los dos libros pertenecen al género de la no-ficción. Si el primero lo hizo motu propio casi como terapia para poder salir del abatimiento personal en que la había confinado la pena y el dolor causados por la inesperada muerte del marido, las Noches azules fueron más una apuesta, un reto al que la sometió su editor y que ella rehuyó largo tiempo. Pero en un momento, cuando ya no se esperaba, se presentó con el manuscrito ante él y se lo entregó. Así al menos es como ella misma lo cuenta en la película documental que sobre su figura dirigió su sobrino Griffin Dunne en 2017. Este documental es muy interesante pues en él es la misma escritora quien responde a las preguntas del sobrino. Los dos libros de no ficción que aquí comentamos son el vórtice sobre el que gira el film. En el mismo se ve a una Joan Didion algo ajada por la esclerosis múltiple que desde 1970 arrastraba, pero sobre todo por la enfermedad de Parkinson que al fin y a la postre será la que causará su muerte en noviembre del pasado año 2021. Este interesante documental se puede ver actualmente en la plataforma Netflix y no sé si también en otras.

Muchos aspectos de la enfermedad de Quintana, como he dicho, ya los trató la escritora en El año del pensamiento mágico. En él nos cuenta sus airadas reacciones ante las explicaciones que los médicos le daban sobre el desarrollo de la enfermedad de Quintana, enfermedad que la había llevado a la UCI de varios hospitales. En el fondo la escritora contraponía la muerte sorpresiva de John que ella no pudo predecir y por lo tanto evitar con la enfermedad de Quintana en la que ella quería involucrarse activamente a fin de evitar la fatalidad. No pudo ser y quizás por ello dejó pasar Joan Didion varios años hasta que decidió volver a Quintana, a hablar de ella, a rememorarla, a reivindicarla, a festejarla.

El libro sobre su hija no es un libro centrado en su muerte, en la pena y dolor que esto le causó. No, no sólo es esto; el libro, como acabo de decir, es un recordatorio de lo hermoso que fue pasar esos 39 años junto a Quintana, los momentos de felicidad que desde su adopción la niña y luego la mujer proporcionó a ambos, a John y a ella, Joan. Naturalmente este viaje por los años de convivencia vividos juntos lleva inevitablemente a Didion a consideraciones genéricas sobre el envejecimiento, las enfermedades y la muerte
«Pero a medida que las páginas avanzaban se me ocurrió que su tema real no era para nada los hijos, o por lo menos no los hijos en sí, por lo menos no los hijos en tanto que hijos: su tema real era esta negativa a abordar dicha consideración, la negativa a afrontar las certidumbres del envejecimiento, la enfermedad y la muerte.»
Esa adversativa con la que se abre la cita anterior enlaza con otra proposición -precisamente la que encabeza esta reseña- en la que expone su intención inicial. Está claro que, como tantas veces dicen muchos escritores, los libros tienen vida propia y es durante el mismo proceso de escritura que van diseñando su propio camino.

Noches azules es, en mi opinión, una obra menos profunda que El año... Esto no debe de entenderse necesariamente como peor. No, para nada. Simplemente es un libro distinto, diferente. Si algo me atrae de Joan Didion y en mi consideración la convierte en escritora imprescindible es su saber abordar asuntos diversos y cuando, como en este caso, son similares hacerlo con perspectivas diferentes. A eso llamo yo tener cintura, ser una cualificada artista, una escritora merecedora de todos los reconocimientos. 

El libro me ha parecido menos oscuro que el dedicado al marido. Quiero decir que no se ceba, si bien tampoco los elude, en los aspectos terribles de la enfermedad y fallecimiento de Quintana, sino que dedica buen número de páginas a la rememoración más o menos gozosa de su vida. Así ocupa un lugar destacado en la novela la adopción de la niña, sin duda alguna un episodio de vital importancia para el matrimonio. También son importantes las relaciones de la familia Dunne Didion con actores, directores, guionistas, productores y demás componentes del mundo cinematográfico en el que ellos dos participaron como guionistas de no pocos filmes. Nombres como Martin Scorsesse, Warren Betty, Steven Spielberg... aparecen en su vida cotidiana, en fiestas celebradas en su casa californiana, en viajes promocionales de películas por todo el país y también por Europa, etc.

Nuevo periodismo, Noches azules
Al ser ambos cónyuges periodistas, los asuntos de actualidad más importantes entraban a formar parte de la cotidianidad familiar. El mundo hippy, la música y los músicos, las drogas, el alcohol... Todo esto aparece en Noches azules a veces con pesar por parte de la madre escritora al culpabilizarse en cierta manera de la caída en las drogas y el alcohol de Quintana Visto desde la distancia, todos bebíamos más de la cuenta, pero en 1966 esto no se nos ocurría a ninguno. Solo cuando leí mis primeras novelas, en las que siempre había alguien abajo preparando una copa y cantando «Big Noise blew in from Winnetka», me di cuenta»). Analizando el decurso de la vida de su hija, la madre contrapone el miedo y la enorme preocupación que tuvo por ella desde el mismo momento que la tomó en sus brazos con la 'sana' despreocupación de sus propios padres. Este hecho paradójicamente, reflexiona la autora, introduce miedos y/o irresponsabilidad en los hijos. El miedo paterno los niños lo ven y lo absorben como propio, y cuando no sucede así, la irresponsabilidad más absoluta los envuelve sabedores de la superprotección paterna en la que viven. Por otra parte, Quintana siempre tuvo un miedo propio, distinto al de otros niños: el miedo al abandono que es frecuente en aquellos que saben que son niños adoptados.
«Tengo entendido que todos los hijos adoptados temen que sus padres adoptivos los vayan a abandonar igual que los abandonaron sus padres naturales. Por culpa de las circunstancias extraordinarias en que fueron introducidos en la estructura familiar, están programados para ver el abandono como su rol, su destino, el futuro que les aguarda a menos que ellos lo puedan dejar atrás.»
Todas estas reflexiones sobre su hija desaparecida y sobre la existencia en general se le suscitan a Joan Didion en Noches azules revisando pertenencias de Quintana, en especial fotografías de la niña sola o en compañía de amigas o de ellos mismos, sus padres Joan y John. Al observarlas desde el presente es consciente la autora de la fugacidad de la vida, del paso del tiempo. En definitiva, del envejecimiento que se ha adueñado de ella sin haber sido consciente del mismo a pesar de que «El envejecimiento y sus evidencias constituyen los acontecimientos más previsibles de la vida, y sin embargo siguen siendo asuntos que preferimos dejar sin mencionar, sin explorar». Joan Didion se da cuenta de que ha perdido «empuje» que es lo que mantiene a uno vivo; ella es consciente de su deterioro físico y cognitivo;  además la ausencia de Quintana («Ayer mismo Quintana estaba viva») le hace recalar en otras ausencias presentes en su propia persona
«Fue ayer mismo cuando todavía sabía hacer cuentas, me acordaba de los números de teléfono, alquilaba un coche en el aeropuerto y lo sacaba del aparcamiento sin quedarme paralizada en el momento crucial, con los pies ya en los pedales pero inmovilizada por la pregunta de cuál era el acelerador y cuál el freno.»
Por último y a modo de colofón de esta especie de análisis comparado realizado entre estos dos libros de No-ficción tan íntimos y personales, sólo añadiré que he detectado más presencia de la música y de referencias literarias en Noches azules que en El año del pensamiento mágico. Quizás, ya lo he señalado antes, la razón se deba a que El año... nace estando ella muy tocada por el duelo, el dolor y la pena de la muerte de John Dunne; algo que en Noches azules, al existir mayor distanciamiento y asimilación de lo inevitable dada la duración de la enfermedad durante meses, no se da. Esto hace que se pueda explayar en detalles aparentemente más nimios e insignificantes como aquellos temas musicales que escuchaba Quintana y que le sirven a ella para evocarla. Esencialmente son cuatro: 


En una familia de escritores es normal que cuando uno de ellos crea una obra la literatura de otros ocupe lugar preferente. Así ocurría en vida de ellos y así Quintana fue despedida por su madre y por su marido Gerry, con la lectura de poemas de autores que a ella en vida le gustaban 
«Gerry leyó un poema de Galway Kinnell que a ella le gustaba, Patti Smith le cantó una nana que había escrito para su propio hijo. Yo leí los poemas de Wallace Stevens y de T.S. Eñiot "Dominio del negro" y "New Hampsfire", con los cuales la solía poner a dormir cuando era un bebé
Hay alusiones a autores como Pablo Neruda, Karl Shapiro y otros que gustaban a la hija fallecida. Pero de cara a la personalidad de Quintana la principal referencia es a un verso del poema Endimion de Keats que dice «Adentrarse en la nada». Para la madre ese verso y la importancia que en su diario le daba Quintana tenía un gran significado.


Frases relevantes en el texto
Además de las citas que incluyo en la reseña me parecen relevantes frases como las siguientes:
  • «El padre de la novia muerto mientras cenaba. La novia en un coma inducido, viva únicamente gracias a la respiración asistida y con los médicos de la unidad de cuidados intensivos convencidos de que no sobreviviría a la noche. La primera de una cascada de crisis médicas que terminaría con su muerte veinte meses más tarde.»
  • «Seguíamos pensando que la felicidad y la salud y el amor y la suerte y los hijos hermosos son "bendiciones comunes y corrientes"
  • «Un día estamos mirando la fotografía de Magnum en que aparece Sophia Loren en el desfile de Christian Dior en París en 1968 y pensando que sí, que podría ser yo, yo podría llevar ese vestido, yo estaba en París aquel año; y un instante minúsculo más tarde estamos en la consulta de algún médico que nos está contando lo que ya ha fallado y por qué nunca volveremos a llevar las sandalias de ante rojo con tacones de diez centímetros»

13 comentarios:

  1. A mí también me gustó más El año del pensamiento mágico, aunque tampoco creo que Noches azules sea peor libro. El primero me sorprendió y creo que en él encontré más cosas de las que más me gustan que en el segundo. No obstante, éste tiene reflexiones acerca de los hijos que son impagables. Aparte de lo que tú comentas de los niños adoptados, está esa otra sobre el miedo de los padres a partir de tener un hijo, ese miedo a perderlo. Una de las frases que más me impresionó es «Cuando hablamos de mortalidad, estamos hablando de nuestros hijos».
    Sea como sea, y guste más uno u otro, el haberlos leído los dos seguidos es toda una experiencia.
    ¿Sabes lo que más me impresionó del documental? El hecho de que la autora sonríe continuamente... o casi, porque de pronto la sonrisa se congela en su rostro y aparece un terrible gesto de introspección, de navegar en el fondo de su dolor con la mirada hacia dentro y una cara muy triste. Eso y el movimiento de sus manos que parecen alas de pájaro. Imagino que es cosa del Parkinson, pero me pareció muy poético.
    Un beso.

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    1. Sí, el documental está muy bien hecho. Pero hay que verlo con suma atención, pues si te despistas se te va un poquito. Creo que está hecho al estilo de las obras de la Didion.
      Es muy tierna la imagen que trasciende de la escritora. Tras leer Noches azules en la que habla tanto de su propio envejecimiento entiendo mucho mejor la expresión de su cara en las imágenes.
      Esa frase sobre los hijos es tremenda por su absoluta Verdad.
      Un beso, Rosa

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  2. No me he animado aún con esta autora. Son dos lecturas duras, y necesito la mente despejada para ponerme con ellas. Espero que sea pronto, porque tus reseñas me dejan con ganas, y aunque ésta te haya gustado menos que la anterior, se aprecia que también hay mucha calidad. Y muy acertadas y duras reflexiones.
    Besotes!!!

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    1. Y no te olvides del documental que se puede ver por Netflix. Los dos libros más esa película sirven para hacerse una imagen muy clara de esta escritora. Anímate, creo que vas a disfrutar pese a su dureza. Contiene(n) reflexiones impagables.
      Besos

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  3. Me falta leer tu otra reseña, Juan Carlos, la del otro libro (-que, además, tuviste a bien recomendarme en mi último post, cosa que te agradezco mucho-), pero vaya por delante que con esta, que me ha parecido buenísima, he quedado impactada pensando en la cantidad de dolor que puede albergar una persona con pérdidas tan importantes como las sufridas por la autora que, además, tiene el valor de plasmar por escrito aunque, como dices, no se detenga en detalles (al menos, en cuanto a la hija).
    Los leeré, los dos libros, no te quepa duda. A mí me ayuda saber cómo ven y viven los demás cuestiones como esta: enfermedad, muerte, duelo... Me ayudan sus consideraciones.
    Un fuerte abrazo.

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    1. La función terapéutica de la literatura tanto de su escritura como de la lectura está más que contrastada. Verse en la piel de otro, saberse acompañado por quienes no conoces pero ves que han vivido dolorosas situaciones semejantes ayuda, claro que ayuda.
      Cuando los leas ya comentarás qué te han parecido.
      Un beso

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  4. ¡Hola!
    está claro que Didion es una autora potente. He comprendido perfectamente porque dices lo que dices en tu comentario del Facebook. Las dos obras te han gustado mucho, son distintas dentro de su semejanza de temas, pero si tuvieras que quedarte con una..., pues eso.
    Si te soy sincera entre que son obras de no ficción y que el tema centrado en la enfermedad la muerte no me atraen demasiado ahora, pues la dejo, quizás para otro momento. Por cierto, el título me fascina, y su significado, de acuerdo contigo en que "el mero sintagma destila belleza", tu frase también.
    Besos

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    1. A propósito del título y la frase con que la describo y que te ha gustado es evidente que, además de servir para entretener y disfrutar, la literatura sirve para aprender a escribir o mejorar un poco.
      Un beso, Marian

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  5. No he leído Noches azules así que poco puedo aportar. Sí que me impresiona la desdicha de Didion de perder en breve espacio de tiempo a su amado marido, compañero de vida, y a su hija Quintana. Tuvo que ser terrible levantarse de nuevo tras estas dos desgracias. Imagino que fue la literatura un arma terapéutica inestimable la que le hizo remontar de nuevo el vuelo. Escribir es liberador, dar forma verbal a nuestro dolor, intentar explicarlo... nos ayuda a comprenderlo y a comprendernos. Acabo de leer Mortal y rosa de Francisco Umbral que trata sobre la muerte de su hijo de seis años y el dolor que se expresa es devastador, pero ese libro fue una especie de homenaje, de experiencia psicoanalítica, de echar lastre mediante la literatura, y todo eso le ayudó a pasar página. Su hijo estaría siempre allí pero la escritura habría atemperado el dolor de vivir. Es una dicha ser capaz de escribir porque ayuda a entender. Puede que si Noches azules fue publicado seis años después de la muerte de Quintana, ya el agudo sentimiento de la pérdida estuviera atemperado, a diferencia del Año del pensamiento mágico. No lo sé. Un cordial saludo.

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    1. Hola, Joselu:
      Citas "Mortal y rosa" de Umbral y haces que recuerde la enorme y terrible belleza contenida en él. Es uno de los pocos libros que me han hecho empatizar de verdad con el dolor del autor. Horroroso debe ser perder un hijo y más si solo tiene siete años, o sea, un niño pequeño. No poder hacer nada por salvarlo siendo su padre, sabiendo que el pequeño confía plena e ingenuamente en ti. En "Noches azules" abundan las reflexiones de este tipo a propósito de los miedos que los padres logran eliminar de la mente de sus hijos con sus ola presencia. La fe en los padres cuando se es niño es desmesurada.
      Un abrazo

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  6. Entiendo que la calidad indiscutible de Joan Didion está presente en ambas obras, pero que, aun tocando teclas comunes por lo que tienen de luctuosas y autobiográficas, son muy diferentes. El año del pensamiento mágico está narrado en pleno duelo por la muerte del marido cuando, y sin embargo, desde la muerte de la hija hasta la concepción de Noches azules trascurren varios años. Es esta segunda, por tanto, una lectura más reflexiva por lo que imprime esa distancia y que no solo abarca el duelo por la hija sino la experiencia de Joan Didion como madre desde la adopción de Santana hasta la muerte de esta. Supongo que en El año del pensamiento mágico el dolor está más a flor de piel y ello se transmite al lector, de ahí que este libro guste más que el otro, tal vez porque toca más. En todo caso, y como ya te he mencionado, me gustará leer los dos y quiero leerlos seguidos, pues creo que, aunque diferentes e independientes, son lecturas complementarias. El documental que mencionas también me parece un complemento perfecto para esta experiencia.
    Besos

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    1. La parte en la que habla de la adopción y de los miedos demlos padres adoptantes así como el temor de los adoptados a ser abandonados me impresionó mucho. El sentimiento de verse solo, desechado por otros (los padres biológicos) es un trauma psicológico que a muchos niños adoptados como Quintana les cuesta mucho sobrellevar. En Noches azules el miedo se contagia y desde que Didion se convirtió en madre sus miedos crecieron: a no estar a la altura, a morir porque ya has dejado en el mundo una herencia en esa personita, a que tu hija sea.victima de la enfermedad y tú nada puedas hace por ella...
      Besos

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    2. Con ambos libros más el documental te vas a entretener un montón, Lorena. Dejo de lado por sabido lo mucho que vas a aprender y lo que vas a disfrutar con la calidad literaria de la escritora. ¡¡Magnífica literatura!!
      Un beso

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