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30 jul 2020

Roger Martin du Gard. 'La consulta' (Los Thibault 4) y 'La Sorellina' (Los Thibault 5) [A pares XII]

La pobreza —continuaba el señor Thibault— ¿ha sido alguna vez incompatible con la felicidad cristiana? ¿Y la desigualdad de los bienes temporales, no es condición indispensable del equilibrio social?
[……]
siempre he sentido el orgullo de pertenecer a esta clase acomodada sobre la que siempre han descansado la religión y la patria… ¿No deberías… tener cierto fervor religioso, en una palabra? ¿Una fe más sólida, más observante?
(La sorellina)

El año pasado leí las tres primeras novelas de las ocho que forman "Los Thibault" la Novela-Río que junto a otras realizaciones menores fue la producción literaria que más pesó en la concesión sin discusión alguna en 1937 del premio Nobel de Literatura a su autor, el francés Roger Martin du Gard.

La consulta (Los Thibault 4), La sorellina (Los Thibault 5)

Según leía las dos primeras entregas de "Crónicas de los Cazalet" de Elizabeth Jane Howar, reseñadas en este blog hace bien poco en un 'A pares' [leer la reseña aquí], constantemente venía a mi cabeza la historia de esta otra familia, en este caso francesa, de la que dos años atrás leí con sumo gusto las tres primeras novelas ("El cuaderno gris", "El reformatorio" y "Estío") de las que dejé constancia en dos reseñas en este blog [ambas reseñas pueden leerse pinchando aquí y aquí]. Ha sido por esto que he retomado la lectura de "Los Thibault" donde los dejé, es decir, en esta ocasión he leído las dos siguientes de la serie: "La consulta" y "La sorellina". La lectura de ambas ha sido de mi agrado. Es una delicia leer a Roger Martin du Gard como ya he declarado en mis comentarios a las tres entregas primeras de esta saga familiar.


La consulta

Esta cuarta entrega de "Los Thibault" es muy curiosa. Es breve y se centra en la faceta médica de Antoine, el hijo mayor del patriarca Óscar Marie. Como sabemos, Antoine es un joven doctor de poco más de treinta años que se siente atraído por 'Nigrette' (Gise) que atiende al padre de los Thibault; la inclinación de Antoine por Gise no es correspondido por ella que sigue presa en el amor de Jacques desaparecido hace tres años pero que ella piensa sigue viviendo en Inglaterra.

Por la consulta médica de Antoine pasa un sinfín de personas con enfermedades diversas, desde esos dos chicuelos -los hermanos Bonnard, Robert y Loulou- del inicio que sobreviven mal que bien por ellos mismos, pasando por Huguette, la niña enferma incurable cuyo padre Isaac Studler le pide a Antoine la solución final rápida y compasiva a la que él, como médico, entiende que no debe prestarse aunque en su cabeza se desata un interesante debate entre la ley moral y la ley natural. 
No hay más ley que las leyes naturales; éstas sí, ineluctables. Pero esas pretendidas leyes morales, ¿qué significan? Un conjunto de costumbres implantadas en nosotros desde hace siglos…
 En este terreno de la moralidad es de sumo interés el caso de la adolescente que padece una tuberculosis seria de columna que tras ser evaluada por Antoine deberá ser escayolada por completo; la madre de esta chica, una frívola mujer burguesa, vive desentendida por completo de los problemas médicos de su hija  y coquetea con Antoine, juego al que él no se presta. También aparece Rumelles, el político cínico que vende una imagen falsa ante sus electores y que oculta la enfermedad vergonzante que padece. Estos y algunos más son los pacientes que en un día normal, lunes 13 de octubre de 1913, el doctor Antoine Thibault atiende en su consulta, visita en sus domicilios o evalúa sus casos con otros colegas como su maestro el doctor Phillip o con quien atiende los problemas del viejo Thibault, el doctor Thérivier.

Lo que me ha parecido más interesante en esta entrega aparte de ese interesante debate personal que en soliloquio mantiene consigo mismo Antoine sobre la eutanasia es la mostración de libro del naturalismo en literatura: el cientifismo, las leyes de la herencia, el alcoholismo, la sífilis... sobrevuelan esa sociedad que paradójicamente también guarda elevados pensamientos sobre el amor, la fidelidad, la compasión... Y es que en el hombre positivista de esta época lucha constantemente el corazón y la razón.

Se disponía a decir: «Lesiones curables…», pero no lo creía así. El estado general, a pesar de las apariencias, era inquietante. Todo el sistema ganglionar estaba tumefacto. Huguette era hija del viejo Goupillot, y esta herencia corrompida, al parecer, iba a poner en serio peligro su porvenir.

La historia sucede en una sola jornada, e lunes 13 de octubre de 1913. Los movimientos políticos de franceses y alemanes auguran que la guerra comenzará en breve. Toda la sociedad ya lo tiene asumido.


La sorellina

En esta 5ª entrega de la saga familiar Antoine sale en busca de su hermano Jacques al haber recibido en la casa parisina de Los Thibault una carta dirigida al hermano pequeño remitida por el profesor Jalicourt. Dado que Jacques lleva 3 años desaparecido Antoine abre la carta y cuál no será su sorpresa cuando se encuentra con que Jalicourt se dirige a un tal Jack Baulthy a propósito de la novela que éste le ha remitido y que él considera demasiado moderna para su sensibilidad.

Buenos Aires, Novela francesa de entreguerras
Antoine
visita a Jalicourt y éste lo remite a Lausana dado que Jacques, le dice el profesor, colabora con una revista ginebrina. De inmediato se pone en marcha hacia Lausana porque quiere recuperar al hermano y más ahora que el padre está a punto de fallecer.

Llega a Lausana por la mañana, encuentra a Jacques y los dos hermanos pasan juntos el día contándose lo sucedido a ambos durante estos tres años. Todo esto sucede mientras aguardan para tomar esa misma noche un tren que los devuelva a París. De lo que se dicen lo más interesante en mi opinión es la falsedad que el hermano pequeño descubrió en el adorado por los jóvenes profesor Jalicourt. La narración de la visita que el día antes de desaparecer de París hizo al venerado profesor fue en definitiva la que desencadenó toda la serie de acontecimientos: no apuntarse a la escuela normal, volver a casa a visitar al padre para contarle su decisión y ante la incomprensión de éste salirse de casa con la frase "¡Voy a matarme!" que seguramente es la que le hizo sostener al viejo Thibault la idea de que Jacques se habría suicidado.

Durante la breve estancia en Lausana Antoine descubre a un hermano que desconocía. Jacques es apreciado por el entorno en el que vive, hay un halo de misterio y de cierto activismo político en muchas de las conversaciones que mantiene con personas que se le acercan, es evidente que Jacques ha roto más de un corazón femenino durante su estancia en Suiza, su nivel profesional y literario era desconocido del todo por Antoine...

De esta novela lo que más me ha gustado es precisamente la novela de Jacques que Jalicourt le entrega a Antoine y que este lee con fruición a toda velocidad pues aún siendo de ficción está  tan inserta en la realidad de Jacques que Antoine ve en los paisajes, personajes y acciones fiel reflejo de la vida de su autor, de sí mismo, de Gise, de los Fontanin..., aunque eso si todos ellos con nombre diferente y ubicados preferentemente en Italia, en Roma, en Génova... La literatura bebiendo de la realidad y convirtiéndola en materia ficticia es algo que me ha encantado por demás. Creo que en esta entrega el escritor Martin du Gard hace una clara confesión de su poética. 

Creía haber progresado considerablemente desde aquella época y hoy encontraba insoportable aquellos amaneramientos, aquella poesía, aquellas exageraciones de la juventud. Lo más raro es que ya no pensaba en absoluto en el tema, en la relación de este tema con su propia historia; una vez que había dado una existencia de arte a este pasado, creía haberlo apartado de sí.

 Es interesante y muy teatral la manera como durante la lectura de la novela escrita por Jacques en la narración se mezclan dos o casi tres realidades: la ficticia de la novela "La Sorellina", la alegórica de la familia Thibault y la propia de la reacción a la lectura por parte de Antoine

«¿Y yo?» Pero aquí, un poco más lejos, trata de un hermano mayor, Humberto: «Algunas veces, en la mirada de su hermano mayor, Giuseppe ha creído ver una muestra de simpatía…» ¿Una muestra? ¡Ingrato!

Muestra el escritor la transformación de estilos en literatura, la evolución de la misma y la dificultad que se tiene a la hora de aceptar estos cambios. Así el profesor Jalicourt ante la diferente manera de escribir por parte de Jacques comenta a Antoine la dificultad que esto representa para él:

Hay que hacerse una opinión. Uno se fosiliza… Mire, en música he tenido todavía la suerte de poder evolucionar: después de haber sido un wagneriano furibundo, he podido, sin embargo, comprender a Debussy. ¡Pero todavía estaba a tiempo! ¿Usted concibe que yo no hubiera comprendido a Debussy?… Pues bien: estoy completamente seguro de que en literatura, hoy en día, no le comprendería…

Y más tarde el narrador omnisciente que cuenta la historia da paso a la voz del propio novelista a quien he creído escuchar cuando tras leer la descripción de un acto amoroso por parte del joven autor: 

Suavidad. Confusión de alientos, de miembros, de deseos. Los árboles agitan las ramas por encima de ellos, las estrellas se desvanecen. Ropas arrancadas y en desorden, atracción irresistible, descubrimiento, contacto de carnes desconocidas, aplastamiento, contacto, aplastamiento viril, humilde consentimiento desatinado, posesión, posesión, embriaguez dolorosa, nupcial. »¡Ah! Un solo aliento y el tiempo detenido.

dice por boca de Jalicourt: ¡Literatura, literatura! Este procedimiento de pinceladas breves y brutales es exasperante. Claramente quien irónicamente habla aquí para marcar la distancia entre la literatura anterior y la nueva representada por Jacques es el propio Roger Martin du Gard

Naturalismo, cientifismo, objetivismo
El realismo, el naturalismo, la evolución de los mismos hacia otra manera de concebir la narrativa, precisamente lo que caracteriza la literatura de Martin du Gard, es lo que de manera metaliteraria aparece en "La sorellina". Más me parece escuchar hablar al propio escritor francés en estos juicios que al propio narrador cuando comenta el pensamiento que tiene Antoine leyendo otros escritos de Jacques:

Los personajes, tomados de la vida cotidiana, dibujados con cuatro rasgos, se imponían todos por su realismo; el estilo cursivo, recortado, de La Sorellina, despojado esta vez de todo lirismo, confería a estas notas un carácter de autenticidad que atraía la atención.

Hay en esta novela mucha metaliteratura, mucha metanarratividad, mucha reflexión sobre l propio acto de escribir, sobre el estilo. La novela aparece en 1928, un momento en que la literatura está evolucionando, en que la misma se encuentra buscando una nueva manera de expresarse que se aparte del pasado decimonónico sin romper del todo con él. Y estas dudas las expresa el autor francés con maestría en este relato. Me ha gustado. Sí, señor.

Finaliza esta 5ª entrega con la vuelta en tren a Paris. Dejamos a los dos hermanos dormitando en un departamento del tren. Se han contado muchas cosas pero sigue habiendo secretos inconfesables entre ellos pues las frases, el ruido exterior, el traqueteo... todo está envuelto en una atmósfera que favorece la falta de concreción.
_______________________
Nota Como hice con las otras lecturas de "Los Thibault" incluyo estas dos novelas dentro de la relación de los libros que leo para cumplir con el reto "Nos gustan los clásicos" en su edición 2020, o sea, la IVª, del blog "Un lector indiscreto" que con tanto tino administra mi amigo virtual Francisco

6 comentarios:

  1. Aparte de la de los Cazalet también tengo pendiente esta serie de los Thibault. Lo que no tengo es tiempo para tanta lectura. Lo malo es que entre las tramas y los estilos que se adivinan en las citas que resaltas, la tentación está ahí y no sé por dónde tirar. Esa metaliteratura que aparece en La Sorellina" me atrae muchísimo, aunque creo que me llama más la familia Cazalet. ¿Tú qué me recomiendas?
    Un beso.

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    1. Yo creo que "Los Thibault" es de mucha más calidad. "Los Cazalet" es una saga más actual pero en mi opinión es más lenta y con menos tensión narrativa que la de Martin du Gard.
      Sobre el tiempo qué quieres que te diga, Rosa, que no hay suficiente para abarcar todo lo que nos gustaría leer. Y luego esta la competencia que tiene la lectura en forma de otras manifestaciones: culturales (cine, teatro...), deportivas (paseos, excursiones...), etc. Y todo es bueno practicarlo. Por eso no hay un preocuparse, se lee lo que se puede y ya está.
      Besos

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  2. Huy, pues no he leído nada de este autor pero me quedo con eso que dices de que es una delicia, que siempre atrae algo así. Aunque con el retraso lector que llevo, que la balda de libros pendientes cualquier día me sepulta (los de formato electrónico ya ni los cuento), si encima hay que leerlos a pares, apaga y vámonos, jajajajaja.

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    1. Espe, si alguna vez cae alguna de estas novelas en tus manos léela, a ser posible en orden al ser una saga. Hoy día hay que reconocer que Martin du Gard está bastante olvidado. Pero vale la pena.
      Besos

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  3. Cómo me gusta ser sorprendida con unos bueno títulos algo olvidados!!! Eres especialista en ello.amo el debate que se da en tu blog y tu con tu inteligencia y paciencia infinita contestas.
    Gracias un abrazo!

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    1. Los clásicos siempre están ahí y conviene no olvidarlos. Gracias por tus palabras, amiga mía.
      Un abrazo

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