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25 jun 2014

... y llegó la rubia, "La rubia de ojos negros" de Benjamin Black: ¡Correcta!

La última creación de novela negra de Benjain Black
Acabo de leer este Marlowe de Benjamin Black. Desde luego  no desdice al Marlowe primigenio de Chandler. La novela es algo así como la segunda parte de "El largo adiós", la última escrita por el novelista estadounidense para la serie del famoso detective. Aunque la aventura en la que se ve inmerso este investigador privado admite ser leída sin conocimiento previo de sus anteriores pesquisas, saber de lo acontecido al personaje Terry Lennox en la novela chandleriana de 1953 hace más entendible el relato de la historia sucedida en torno a la familia Cavendish.

A mí más que la trama en sí me interesaba ver qué había de diferente en ambos Marlowe y cuán distintas resultarían las novelas habida cuenta de la diferente autoría.

No es la primera vez -ni será la última- que un personaje creado por un autor es vuelto a poner en el camino por mano de otro. Cierto es que no suele ser del agrado del inventor del personaje, basta recordar el enfado -¡fantástico y afortunado, para los lectores!- que cogió Cervantes cuando se le adelantó el de Tordesillas a la hora de proseguir las aventuras del ingenioso caballero; tanto fue que, tras darse prisa por sacar la "verdadera" segunda parte, para evitar que sucediese de nuevo lo mismo decidió que el personaje muriese. En esta ocasión no hay tal problema pues el bueno de Raymond Chandler, creador del personaje en 1939 con "El sueño eterno" falleció en 1959 dejando a su detective en 1956 en plena actividad profesional si bien mermado por los años.
Es a este Marlowe de 42 años al que pone en acción Benjamin Black; y aunque apenas si ha pasado tiempo desde que resolviera el asunto Terry Lennox, las cicatrices de su relación amorosa con la Srta. Loring, los golpes recibidos en su cuerpo -más los morales que a veces son más duros- y la desconfianza hacia los teóricos defensores de la ley, etc. han conformado a un ser humano más cínico y desengañado de todo pero también más enamoradizo. Por primera vez Marlowe se ve a sí mismo muy atraído por una mujer, la que da título a la novela. En contraste con las obras de Chandler aquí la actividad amatoria marloweiana se muestra más sincera y por ello el engaño sufrido será más sentido por más cruel



La novela se lee con agrado pero desde luego no es un relato arrebatador. El mismo John Balville al hablar de esta faceta suya de escritor de novela negra declaraba la dificultad de alcanzar altas cotas artísticas en este género pues, decía, "para hacer una obra de arte debes tener libertad absoluta para hacer lo que te venga en gana, y cuando escribes novela negra siempre debe haber un crimen. Eso restringe bastante tu libertad." Ya en esta declaración vemos un sentido reconocimiento de su limitación creativa como autor de novela de investigación.

Un  Philip Marlowe muy chandleriano
En mi opinión lo que Black ha intentado es poner en pie a un Marlowe lo más chandleriano posible, algo que consigue por dos motivos esenciales:
  • El primero al poner al detective a investigar sin solución de continuidad con su caso anterior, el de Terry Lennox, que nos relatara en "El último adiós", para algunos la novela más lograda de la serie y, además,  la última del personaje; de esta manera el lector asiduo no observa discrepancias evidentes pues las referencias se hacen a acciones y aventuras de sobra conocidas por los lectores. 
John Balville / Benjamin Black
  • El segundo motivo estriba para mí en que Balville no deja fuera ninguna de las características que adornan al héroe creado por Chandler, si bien acentúa algunas de ellas: 
  1. Su afición a las bebidas fuertes y su dependencia tabáquica las he visto sobredimensionadas en este relato, quizás en un intento de marcar la 'barbarie conductual' en que se vivía hace casi 60 años. 
  2. También este Marlowe de Benjamin Black se encama con una mayor facilidad debido a un mayor ofrecimiento por parte de las mujeres, quizás contaminado el novelista de la liberación femenina alcanzada en nuestra época; además me parece que Balville/Black se demora en la descripción de esos encuentros sexuales, algo que Chandler con elegancia británica sugería más que mostraba. Lo que sí es verdad es que el detective que ya lo vimos enamorado en la novela de Chandler de la que ésta deriva, ahora parece haber quedado muy tocado tras hacer el amor con Clare Cavendish:  "Ella era lo más hermoso que me había sucedido en la vida, aún más que Linda Loring"
  3. Pero, sin embargo, otras cualidades del detective como su cinismo característico que, por ejemplo, en "El largo adiós" le llevaba a fustigar la sociedad norteamericana de los años 50 que se iniciaba en el consumo desenfrenado, no lo he visto esta vez; se diría que el novelista no se cuestiona el 'statu quo' social.
  4. Cierto desprecio xenófobo visible en la manera de comportarse con los vecinos mexicanos:
"- No es muy agradable que te insulten. Podía tolerar que me llamara hipócrita, pero que me considerase un payaso, con su nariz roja y sus zapatones, era bien distinto".(p. 172)
Y es que el detective de Black sí que los desprecia:
"La próxima vez que bajara a México debía acordarme de mostrarles más respeto" (se refiere a los policías fronterizos mexicanos a los que antes ha presentado como "tipos con camisas caquis y manchas de sudor en las axilas que te miraban con expresión de aburrimiento [...] sin ni siquiera molestarse en sacarse el mondadientes de la boca", en la pág. 173)
Características narrativas
La narración sigue la senda marcada por el creador Raymond Chandler. Todas las características que señalé a la misma en el post sobre "El largo adiós" aparecen en esta novela:
®  La gran ciudad: Desde las primeras páginas se sitúa al detective en ella: "Yo todavía vivía en Laurel Canyon" (pág. 27). Es, pues, la misma localización de la narración "El largo adiós" de Chandler:
 ("Cuando llegué a casa me preparé un trago bien fuerte, me paré al lado de la ventana abierta y lo fui tomando a sorbos, mientras escuchaba la oleada del tránsito del boulevard Laurel Canyon y contemplaba el resplandor de la gran ciudad inquieta, recostada en las colinas a través de las cuales había sido construido el boulevard. Muy lejos, el lamento ululante de los coches policiales o las sirenas de los bomberos se elevaban o decrecían, pero nunca quedaban completamente silenciosos por largo tiempo."[Raymond Chandler, El largo adios,  pág. 305]).
Los Angeles, la ciudad de las aventuras de Philip Marlowe
®   Ambientes sofisticados o glamurosos: La residencia de Clare Cavendish, cuya descripción ocupa todo el capítulo 4, es claramente exclusiva:
   "No sé por qué lo llamaban Ocean Heights, Cumbres sobre el Océano, pues lo único elevado que había en ese barrio eran los gastos de mantenimiento. Si el palacio de Buckingham les parece una sencilla residencia, entonces aquella casa no resultaria tan grande. [...] Su nombre  era Pabellón Langrishe, aunque era difícil imaginar algo menos parecido a un pabellón. Se trataba de una construcción de piedra,  una inmensa cantidad de piedras rosas y blancas, con un millar de ventanas y  on torrecillas y torres y una bandera ondeando orgullosamente en su asta sobre el tejado. Me pareció bastante fea, pero yo no entiendo nada de arquitectura." ( pág. 31) 
El humor irónico del detective -¡tan chandleriano!- siempre entreverado en estas descripciones del mundo al alcance de muy pocos 
®  Bajos fondos: En esta novela la marginalidad aparece representada por el submundo del tráfico de drogas. Es más puede decirse que es el asunto que la mueve. Y como suele suceder sus márgenes están muy próximos a los centros del lujo y del glamour:
"Peterson hacía de mula para sacar la droga de Menéndez de México y entregársela a Lou Hendricks" (pág. 407) 
®  Policía corrupta: Benjamin Black, aunque lanza sus dardos contra las fuerzas del orden, no es tan crítico y tan directo como su modelo (“Hemos hecho todo lo posible, hermano. Si quiere ofrecer una recompensa y gastar algún dinero, podríamos obtener resultados. La ciudad no me da el dinero que ella absorbe”, le dice a Marlowe un poli en "El sueño eterno"); más bien los trata con benevolencia y hasta cariño:
"la verdad es que a la policía le gusta llevar una vida tranquila, igual que a nosotros. Su objetivo, básicamente, es esclarecer los problemas, clasificarlos, escribir un pulcro informe, archivarlo junto a otros pulcros informes en pilas enormes y olvidarse del tema. Los chicos malos lo saben y actúan en consecuencia." (pág. 80) 
®  Machismo: Esta característica tan propia de los relatos que tienen a Marlowe por protagonista también aparece en esta novela como no podía ser de otra manera; ahora bien, se nota que los tiempos de escritura son distintos. Así las mujeres que aparecen ya no son los seres sometidos del todo al hombre, aunque se sirvan de sus armas de mujer para lograr sus propósitos, pues en ese mundo de machos -y más en los aledaños de México- no les queda otra. Pero donde creo percibir más esta adecuación a los tiempos vitales del novelista es en el tratamiento dado a la homosexualidad, asunto que Chandler mostraba sibilinamente sin citarlo expresamente en sus novelas de la serie mientras que aquí el autor no se anda por las ramas:
"El Barney's tenía, para mi gusto, un aire bohemio demasiado deliberado: lo frecuentaban demasiados tipos con la palabra 'artista' escrita sobre la frente. La vieja y gastada placa, "No se admiten maricones", aún colgaba tras la barra" (pág. 21)
®  Descripciones muy precisas: Son descripciones más morosas que las de Chandler porque Balville incluye más reflexiones en ellas, aunque no pierden el efecto pictórico impresionista que caracteriza las del escritor norteamericano. La descripción que hace de Clare Cavendish es ejemplo de lo dicho:
      "Usaba pluma estilográfica. Iba vestida de tenis, con una camiseta de algodón de manga corta, una faldita tableada blanca, calcetines y unas zapatillas deportivas Bucks de color albero. Se había recogido el pelo con horquillas a ambos lados del rostro. Era la primera vez que veía sus orejas. Me parecieron muy bonitas, lo que era algo excepcional, pues para mí las orejas sólo son un poco menos extrañas que los pies" (pág. 35)
®  Narración en primera persona: Como es propio del género, el narrador es la persona del detective que directamente cuenta el trabajo detectivesco realizado. En ocasiones se dirige a los lectores para opinar, rectificar o evitar algún equívoco como cuando tras hablar mal de los habitantes de México dice con gran cinismo: 
"Que mis palabras no los lleven a engaño, no tengo nada contra los mexicanos" (p. 135)
®  Erotismo: Esta característica tan importante en el género, en mi opinión está aquí más presente que en las otras novelas de la serie. El erotismo aparece ya en la primera página del relato cuando Marlowe mira aburrido por la ventana de su oficina:
     
     "Me fijé en una mujer que, en la esquina de Cahuenga y Hollywood, aguardaba a que cambiara la luz del semáforo. Piernas largas, una ajustada chaqueta color crema con hombreras, una falda azul marino"  (pág. 2)

y  más, naturalmente, cuando aparece en escena el personaje que justifica el título del relato:
Cartel de la película "Marlowe, detective privado

      "Era rubia, con unos ojos negros, negros y profundos como un lago de montaña, cuyos párpados se afilaban de manera exquisita en las esquinas. Una rubia de ojos negros no es muy frecuente. Intenté no mirarle las piernas". (pág. 4)

Es evidente que el detective tiene una fijación fetichista con las piernas femeninas y también, claro es, con sus cabelleras rubias. En la narración de Benjamin Black, Marlowe no alcanza la profundidad que demostró en la novela de la que esta es continuación, "El largo adiós", en la que, cual Arcipreste de Hita en su "Elogio de la mujer chica", establecía una tipificación de mujeres rubias que es digna de ser leída (págs. 98-100/428 en edición ebook). Entre los tipos de rubias que allí aparecen ("Hay rubias y rubias"), habla de:
 "las metálicas que son tan rubias como un zulú [...]. Existe la rubia pequeña y agradable, que gorjea como los pájaros, y la rubia alta y estatutaria, que lo envuelve todo en su mirada azul de hielo. [...] Existe la rubia dulce, dispuesta y aficionada a la bebida [...] Existe la rubia pequeña y altiva que es una verdadera compañera y quiere pagar ella su cuenta [...] Existe la rubia pálida, pálida, con anemia de tipo incurable, pero no fatal. [...] Y, por último, existe la muñeca maravillosa y encantadora que sobrevive a tres reyes del hampa y después se casa con un par de millonarios a un millón por cabeza y termina con una villa de color rosa pálido en Cap d'Antibes, un coche Alfa Romeo completo, con chófer y acompañante, y"[...]
En "La rubia de ojos negros" el personaje principal femenino, Clare Cavendish, formaría parte del último grupo existiendo una escala gradual de rubias desde ésta hasta llegar a Mandy Rogers, una pobre actriz de reparto que se gana la vida con papeles ocasionales en las producciones hollywoodenses:
"Era más bien baja, no exactamente delgada, rubia de bote, con una boca en forma de mariposa y una barbilla regordeta. Sus ojos sí eran bonitos, azules, muy claros y muy grandes. Llevaba un vestido escarlata con corpiño ajustado y falda de vuelo. Una chica solo podía vestirse así a media tarde en unos estudios de cine." (pág. 116)
®  El humor: Como ya he dicho más arriba Marlowe hace uso también en este relato del humor cínico que le caracteriza. Es un humor que se muestra a través de las reflexiones del propio detective, como cuando Philip, tras escuchar un recado dejado a la operadora telefónica y mal transmitido por ésta, cuelga el auricular refunfuñando:
"Gracias, Hilda.La operadora no se llamaba así, pero cada vez que le colgaba me refería a ella con ese nombre. Con esa voz le pegaba llamarse Hilda, no me pregunten por qué." (pág. 97)
También hace gala de un humor cargado de intertextualidad culturalista cuando el detective, ante la visión de las paredes de su desvencijado apartamento empapeladas con un gusto horrible por la Sra. Paloosa que contrastan muchísimo con la belleza de Clare Cavendish, se dice a sí mismo:
"¿Qué dijo Oscar Wilde del papel que cubría las paredes de la habitación donde agonizaba? Uno de nosotros dos tiene que desaparecer." (pág. 157)
 ®   Las recapitulaciones: Como en cualquier relato policíaco o detectivesco, las mismas aparecen aquí, aunque, quizás, más tarde que en las novelas de Chandler.

®   Culturalismo. No tanto como en Chandler, pero sí encontramos:
Ø  Citas literariasEn el post "Poemas y canciones entrevistos en la última aventura de Philip Marlowe" de este mismo blog señalé ya algunas de las que aparecen, concretamente las de los poemas de Coleridge y John Donne.
Ø   Alusiones intertextuales a Francis Scott Fitzgerald; muy clara y directa es la alusión al autor de "El gran Gatsby" cuando para describir al marido de Clare, Richard Cavendish, leemos:
"Scott Fitzgerald le hubiera dado un papel en cualquiera de sus romances agridulces. De hecho, se parecía un poco a Fitzgerald: guapo, juvenil y con una imagen de secreta fragilidad." (pág. 37)
También al hablar del submundo que existe en el Club Cahuilla donde suceden ciertos acontecimientos se produce un diálogo con un fondo literario muy explícito. Es el siguiente:
"—¿Quiénes diablos son los Niños Perdidos? ¿Y quién el Capitán Garfio?
—Es un personaje de Peter Pan. Ya sabes, de J. M. Barrie.
—Así que el tal Lamarr está loco, pero tiene su cultura.
—Es un personaje de Peter Pan. Ya sabes, de J. M. Barrie.
—Así que el tal Lamarr está loco, pero tiene su cultura." (pág. 216)

Final
Tras la reflexión realizada para esta entrada se me ocurre que el heterónimo de John Balville tituló esta novela como "La rubia de ojos negros" por ser esta combinación fisiológica una bella rareza, del mismo modo que un Marlowe-no-chandleriano es también en sus propios términos otra rareza. Y me reafirmo aún más en esta idea al haber releído, tras la novela de Benjamin Black, "La ventana alta", tercera novela de la serie Marlowe que Raymond Chandler publicó en 1942. Sin ser para nada la mejor, en mi opinión marca diferencias notables a su favor respecto a ésta de Balville que sólo cabe calificar de ¡Correcta!




2 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Una reseña muy extensa y completa, por faltar yo creo que no le falta nada de nada jaja, aunque debo admitir que no me he enterado de algunas cosas que decías.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Sonia, por tu atención lectora.
      Me agrada que te haya gustado la entrada.
      Si tienes alguna duda sobre cualquier aspecto del comentario, planteámela y te la resuelvo de mil amores.

      Un saludo cordial

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