Pages - Menu

29 abr 2025

Lea Ypi en la Albania socialista, una "Alicia en el país de las maravillas"(A pares XLV)

Lewis Carroll. 160 aniversario de la aparición de Alicia en el país de las maravillas
Quizás algunos de quienes frecuentemente pasáis por aquí os preguntéis: «¿Pero cómo es que este JC une en una misma entrada a dos autores tan distintos como Lewis Carroll y Lea Ypi?». Sí, sí, el interrogante me parece de lo más pertinente, y como ocurre tantísimas veces la respuesta es de lo más sencilla y prosaica que pueda existir: "Pues simplemente porque la tertulia 'más que palabras...' de la que formo parte decidió visitar, justo el día que habíamos establecido para comentar el libro de la albanesa Lea Ypi, la exposición que Caixa Forum Madrid dedica actualmente a las dos obras de Lewis Carroll ". Pero, fíjate, todo en este mundo tiene posibilidad de relacionarse y leyendo a ambos autores me di cuenta de que Albania, socialista desde 1946 hasta 1990, no fue menos surrealista en su realidad que en la ficción las aventuras de Alicia. El dicho tantas veces repetido, atribuido a Óscar Wilde, de que la realidad supera a la ficción creo que se convierte en verdad tras la lectura de las aventuras de Lea Ypi en Albania durante esos años y de Alicia en la madriguera del Conejo Blanco. 

Pero vayamos por partes. Comenzaré por Alicia, la creación de Lewis Carroll, y Los mundos de Alicia, la magnífica exposición que Caixa Forum ha traído a Madrid desde Barcelona para celebrar los casi 160 años transcurridos desde la aparición del libro de Alicia en el país de las maravillas

De las dos entregas que de las aventuras de Alicia hizo Lewis Carroll —Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, su continuación— sorprende comprobar cómo la fantasía ideada por el profesor de matemáticas, fotógrafo, diácono y magnífico cuentacuentos que fue Charles Lutwidge Dodgson ha influido tantísimo en el mundo desde que esas dos obras fueron publicadas. Todos conocemos estos libros por lectura directa de los originales o por versiones abreviadas y/o cinematográficas que sobre ellos se han hecho. En mi caso en esta ocasión he releído la historia de Alicia a través de la edición anotada y comentada que en 1960 publicara el también matemático Martin Gardner. Las explicaciones y aclaraciones que da, a lo largo de ambos libros, de acertijos, temas musicales, poemas o cuestiones matemáticas esparcidas por ambas obras, me han ayudado muchísimo a degustar debidamente la fantasía ideada por Lewis Carroll; además, la excelente traducción que para la edición española hizo Francisco Torres Oliver ayuda no poco a este propósito. 

Alicia en el país de las maravillas. A través del espejo y lo que Alicia encontró allí
Si durante la lectura de las dos obras sobre Alicia muchas cuestiones de tipo existencial, surreal, onírico, social, identitario, etc. se agolpan en nuestra mente según vemos a la niña protagonista entrar en, salir de o superar diversas aventuras, visitar la exposición de Caixa Forum es su complemento ideal y perfecto. En la misma podemos comprobar cómo la literatura, el cine, la filosofía, los movimientos artísticos, el teatro, etc. se han visto sacudidos por la enorme fuerza que emana de la historia de fantasía ideada por el fotógrafo y profesor de matemáticas que fue Lewis Carroll. Todo queda debidamente ilustrado y justificado. En la muestra Los mundos de Alicia se pueden contemplar fotografías originales realizadas por el propio escritor, ediciones primeras de los cuentos, versiones cinematográficas (desde las del cine mudo hasta las últimas actuales protagonizadas por Johnny Deep y dirigidas por Tim Burton y James Bobin pasando, naturalmente, por el mundo Disney y su conocidísima película de animación); se puede comprobar la impronta dejada por el cuento en el surrealismo (Louis Aragon, André Breton, Salvador Dali...); la utilización del cuento para cuestiones tan variopintas y aparentemente tan alejadas del mismo como la publicidad, la política real, e incluso la gastronomía; y un largo etcétera que no es el caso enumerar aquí. 
«Lo primero que pensó fue que había estado soñando con el León y el Unicornio, y con aquellos extraños Mensajeros anglosajones. Sin embargo, aún tenía a sus pies la gran fuente sobre la que había tratado de cortar el bizcocho: "Así que, en definitiva, no estaba soñando", se dijo, "a menos…, a menos que todos formemos parte del mismo sueño. ¡Pero espero que sea mi sueño, no el del Rey Rojo! No me hace gracia pertenecer al sueño de otra persona"»
El León y el Unicornio que aparecen en la cita anterior serán figuras utilizadas, a favor y en contra, dentro de la campaña del referéndum por la independencia de Escocia; en la expo se puede visualizar un corto de unos 10 minutos de duración en el que ambos personajes dialogan en clave sobre el futuro de Escocia. También el sueño, la ensoñación, la dependencia o no de un ser superior, la propia identidad... son esenciales en Lewis Carroll

Al final de cada una de las dos entregas de Alicia vemos que la niña despierta en el regazo de una de sus dos hermanas Lidell. En el mundo real el diácono Charles Lutwidge Dodgson entretenía a las tres niñas en sus paseos en barca por el lago o en las calurosas tardes de verano haciéndolas soñar y evadirse de la realidad a través de los cuentos que él inventaba para ellas. Así nació Alicia en el país de las maravillas; su continuación, Alicia a través del espejo, finaliza con la coronación de la niña como reina tal y como les sucede a los peones en el juego de ajedrez. Lewis Carroll adoraba a las niñas -no así a los niños, que le parecían brutos y salvajes- a las que fotografiaba, paseaba, dibujaba y para las que inventaba historias como estas narraciones. En este amor a las niñas se ha querido ver una cierta inclinación pedófila por parte de Charles Dodgson. El comentarista Martin Gardner no ve tal cosa por parte alguna. Hoy quizás la valoración sería muy distinta, pues vemos cómo se producen cancelaciones de personas y obras antiguas por no atenerse a postulados hoy vigentes. Sin embargo creo que a Lewis Carroll le salva de esta injusta criba el surrealismo 'avant la lettre', la cuestión existencial que se muestra en estas aventuras, la crítica social y política a los poderosos (la Reina de corazones, la Reina Blanca, la Reina Roja, el Caballero Blanco, etc.) y la ausencia absoluta de sexo.





"Libre", de la albanesa Lea Ypi
 
Memorias, bildungsroman, libro iniciático de la albanesa Lea Ypi
Digo en el título de esta entrada que Lea Ypi me parece, especialmente durante la primera parte del libro, una pequeña e inocente Alicia. Y lo digo porque Libre, de la albanesa Lea Ypi, es una especie de memorias, de biografía novelada sobre su evolución personal dentro
de la Albania socialista en la que nació en 1979 pasando por la caída del sistema político en 1990, la guerra civil en 1997 hasta llegar a la salida de la joven de Albania para estudiar filosofía en Italia. En la citada primera parte la niña que es Lenuska vive con sincera entrega la vida que le relatan las profesoras de su colegio; ella cree a pies juntillas todo lo que le dicen: la envidia que toda Europa siente hacia Albania, la maldad del capitalismo, la bondad del socialismo, la preeminencia del Partido sobre cualquier otra cosa («Por algún motivo, yo asociaba la sede del Partido con Dios y con la idea del más allá»). La inocente Lea vivía en un mundo muy distinto al real de sus padres que más o menos transigían con sus deseos infantiles para no verse señalados como disidentes del Sistema.

Es Libre un bildungsroman, una novela de iniciación, de crecimiento personal, de evolución de la propia autora. Personalmente a mí la historia que relata no me ha sorprendido para nada. Quienes hemos vivido bajo dictaduras férreas hemos conocido esa manera de sobrevivir en una sociedad represora, esa manera de disimular, esos chistes nerviosos sobre los opresores, ese cinismo cuando oficialmente había que hablar sobre el Partido único, etc., etc. 

En esta novela lmás encantador es ver la inocencia que muestra la niña-narradora que vive 'engañada' por su familia durante el período socialista, el enfado de ella cuando lo descubre, su posicionamiento decidido respecto a su amiga Elona a la que busca sin descanso cuando de la noche a la mañana un día desaparece y el tremendo desencanto que sufre cuando descubre el trabajo que realiza en Italia a donde marchó con el chico que le gustaba... De entre los personajes, además de la autora-narradora, hay que destacar sobre cualquier otro a la abuela Nini sostenedora auténtica de la identidad familiar. La familia sufrió la expropiación de sus bienes a manos del gobierno socialista albanés igual que anteriormente en Tesalónica (Grecia) el padre de Nini y bisabuelo de Lea sufrió la confiscación de muchas de sus propiedades; Nini será quien a la caída del socialismo luchará sin descanso para recuperar lo que les pertenecía y era constitutivo de su razón de ser familiar. 

Respecto a otros personajes llama bastante la atención la  actuación y personalidad de la madre de Lea tanto durante la vigencia del Partido único como a la caída del mismo. Por su parte, la del padre resulta mucho más creíble, si bien no por ello menos sorprendente. Ambos cónyuges a la llegada de la democracia participarán activamente en política, pero el desencanto y la dinámica de la misma se los llevará por delante. 

Al final vemos a Lea estudiando filosofía en Italia y especializándose, curiosamente, en filosofía marxista. Esta deriva profesional no será bien entendida por sus padres: 
«como si estudiar las ideas de un sistema que destruyó tantas vidas en mi familia ya bastara para convertirme en la persona responsable de apretar el gatillo. Yo sabía que eso era lo que mi madre pensaba en el fondo. Siempre quise explicárselo, pero no sabía por dónde empezar.»
Tampoco sus compañeros de estudio, italianos que jamás vivieron bajo el yugo totalitario de un Partido único, aunque defendían y se manifestaban a favor del socialismo no logran comprender a Lea cuando ella les cuenta lo vivido personalmente en su país. El contraste entre el socialismo real -el que ella había vivido en Albania- y el socialismo de los países occidentales -una socialdemocracia en la que la palabra Libertad, el consumo, el libre mercado y tal coexisten dentro de un sistema claramente capitalista- es de lo más interesante en el libro:
«Muchos de mis amigos se declaraban socialistas: es decir, socialistas occidentales. Hablaban de Rosa Luxemburgo, León Trotski, Salvador Allende o Ernesto «Che» Guevara como si fuesen santos laicos. [...] Sus rostros se exhibían en pósteres, camisetas y tazas igual que lo hacían las fotos de Enver Hoxha en el salón de las casas albanesas cuando yo era niña. [...] Que me apropiara de la etiqueta socialista para describir mis experiencias y, al mismo tiempo, asimilarlas a su compromiso político era algo que a veces les parecía una provocación sospechosa a mis amigos universitarios. Solíamos ir a un gran concierto al aire libre en Roma que se celebraba todos los Primeros de Mayo y yo no podía evitar que aquello me recordase a los desfiles del Día de los Trabajadores de mi niñez. "Lo que vosotros teníais no era un verdadero socialismo", me decían casi sin poder disimular su irritación.»
Albania bajo el socialismo
Lea Ypi
al final de Libre muestra y se decanta, igual que hiciera su padre a lo largo de su vida, por una equidistancia mental puramente racional respecto a los dos sistemas políticos que ha vivido. Ambos, en su opinión, contienen aspectos salvables. Nada es malo absolutamente, al igual que nada es bueno siempre totalmente. Esa falta de visceralidad, de encono, de inquina, de crispación entre ideas distintas es, quizá, uno de los principales mensajes de esta obra. Tampoco esta manera de pensar, este comportamiento será muy entendible para muchos de sus amigos y miembros de su familia. Y ello, en palabras de la propia autora-narradora está, en la base del nacimiento de la obra:
«Pensaba que aclararlo me iba a llevar un libro entero. Este es ese libro. Al principio iba a ser un libro filosófico sobre la superposición de las ideas de libertad en las tradiciones liberal y socialista. Pero cuando comencé a escribir, igual que cuando empecé a leer Das Kapital, las ideas se convirtieron en personas; en las personas que me hicieron ser quien soy. Se amaban y se peleaban, tenían diferentes conceptos de sí mismos y de sus obligaciones para con los demás.» 

21 abr 2025

Día del Libro 2025


Otro año más que pasa y llega el 23 de abril, día en que el mundo literario recuerda a dos grandes autores: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Se dice que ambos murieron el mismo día, aunque tal cosa no es del todo cierta, pero como dijo alguien "que la realidad no te estropee una buena noticia". O sea que dicho y hecho: el 23 de abril de 1616 murieron los dos escritores más estimados y elogiados de las lenguas inglesa y española.

Desde hace siete u ocho años (2017,  2018,  2019,  2021,  2022 2023 y 2024) celebro este día con una entrada en el blog. En ella suelo recomendar alguna lectura que sirva de referencia a quien quiera comprar algún título aprovechando el descuento del 10% que las editoriales ofrecen a los lectores. Recomendar siempre es complicado dado que los gustos literarios son variadísimos. Pese a todo esta vez me atrevo a recomendar la literatura de la japonesa afincada en Canadá Aki Shimazaki de la que últimamente he hablado largo y tendido en este blog (reseñas sobre El corazón de Yamato, El quinteto de Nagasaki, y sobre dos novelas contenidas en La sombra del cardo), y también recomiendo las novelas de la último Premio Nobel de Literatura, la surcoreana Han Kang, de quien no hace mucho leí con inusitado placer la novela titulada Imposible decir adiós. Como se ve, este año me decanto por la escritura asiática; es claro que el mundo mira hacia ese continente por muchísimas razones.

En este mismo instante yo me encuentro leyendo a Lea Ypi, albanesa que en Libre da cuenta de la caída del sistema comunista que gobernó con mano de hierro su país desde 1944 hasta 1990. Es el libro que tenemos para leer y comentar en abril el grupo de lectura más que palabras... cuyo blog os animo a visitar, pues en él encontraréis referenciados casi doscientos títulos de buenos libros que los miembros de este amigable grupo hemos comentado a lo largo de los últimos quince años. 

Yo no sé vosotros, pero yo todos los años homenajeo a los libros adquiriendo uno o dos títulos que me interesen especialmente por lo que he leído por ahí en blogs y revistas o por las recomendaciones de amigos cuyo olfato literario tengo más que contrastado. En mi lista de posibles adquisiciones este 23 de abril figuran los siguientes títulos: Desfile de Rachel Cusk, autora de quien hace años leí A contraluz; El tercer amor de Hiromi Kawakami, otra escritora japonesa; o incluso, quizás, el último de Pablo Rivero, el actor escritor que ya va por su séptimo título -El rebaño- y de quien a día de hoy nada he leído aún.




¡¡Feliz 23 de abril!! ¡¡Felices y buenas lecturas!!

8 abr 2025

Teatro y Novela, "Nada" de Carmen Laforet y "El cuarto de atrás" de Carmen Martín Gaite (A pares XLIV)

Desde que en diciembre del año pasado viera la adaptación teatral de la novela Nada de Carmen Laforet en el Teatro María Guerrero de Madrid llevaba semanas -ya más bien meses- pensando escribir algo en este blog sobre las líneas que marcan frontera entre géneros y la conveniencia, acierto o lo que sea que supone traspasarlas o no.  No es la primera vez que asisto a representaciones teatrales de historias nacidas como relatos. Recuerdo con inmenso agrado algunas de ellas ya lejanas en el tiempo: "Tirano Banderas" de Valle Inclán o "El baile" de Irene Nemirovski, podrían servir de ejemplo. Pero las dos que he visto últimamente, una la ya citada de Nada, y la otra, la teatralización de El cuarto de atrás de la salmantina Carmen Martín Gaite, en mi opinión no logran superar del todo el listón del encantamiento exigible a cualquier pieza teatral. 

 
Unas palabras sobre la adaptación teatral de Nada de Carmen Laforet 

«Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas entumecidas y con una sonrisa de asombro miraba la gran Estación de Francia y los grupos que estaban esperando el expreso y los que llegábamos con tres horas de retraso.»

Premio Nadal de 1944, Primer Premio Nadal
La adaptación de Nada, la novela firmada por una jovencísima Carmen Laforet, ganadora en 1944 con ella del Premio Nadal en su primera convocatoria, me pareció que padecía de un exceso de voz en off para la figura del narrador. El mismo intervenía con inusitada frecuencia en la pieza siendo en ocasiones sus parlamentos de una extensión excesiva. Se convertía así la obra dramática más en una novela leída que en una obra representada. A este, en mi opinión, defecto, habría que añadir la exagerada duración de la representación -nada menos que tres horas con descanso- y la tardía hora de inicio de la sesión, las 20:30 horas de la tarde. Estos tres malos mimbres provocaron en mí que la excelencia de la magnífica puesta en escena de la directora teatral Beatriz Jaén se diluyese y no lograse que yo saliese satisfecho de la función. De los tres defectos señalados el que, en mi opinión, hace más flaco favor a la obra es el de su excesiva duración, lo que revela una adaptación escasa, una insuficiente reducción a lo esencial, un no saber sustituir debidamente los rasgos propios de la narración por otros más característicos de la dramatización. Esta adaptación, en mi opinión poco lograda, corre a cargo de Joan Yago


Beatriz Jaén, Joan Yago, Carmen Barrantes

Tras mi asistencia al teatro, no volví a leer la novela. Tenía bastante presente en mi memoria la historia de Andrea, la chica huérfana que al acabar la guerra civil va a estudiar a Barcelona alojándose en casa de su abuela. Andrea recuerda la Barcelona anterior a la guerra y ahora comprueba lo mucho que ha cambiado la vida en la calle Aribau donde está la casa de l'àvia (abuela en catalán). El ambiente, la atmósfera que se vive tanto en la casa como en la calle es bien diferente al que ella recordaba. Los personajes (sus tíos Román y Juan, su tía Angustias, Gloria, la abuela y Antonia -la criada-) viven en permanente tensión; hay una violencia subyacente y una oscuridad terrible en todos ellos. La joven de dieciocho años que es Andrea quiere vivir la vida con intensidad; ella tiene sueños, es rebelde, no quiere verse doblegada por la angustia existencial en que vive sumido todo el país. Sólo sus amigos de la universidad, en especial su amiga Ena, la ayudarán a sobrevivir. Con Ena tiene una relación de amistad especial que no es amor, pero sí más que mera amigabilidad; ambas son mujeres diferentes, se les decía "raras" por entonces, son precursoras de lo que hoy se entiende por sororidad. 




Sobre la adaptación teatral de El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite

Ya en 2025, concretamente un día del mes pasado, asistí en el teatro de La Abadía a la adaptación teatral de la novela El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite. La novela la publicó la autora salmantina en 1978 y según confiesa en la misma comenzó a escribirla el mismo día en que Francisco Franco murió. El Teatro de La Abadía ha recordado a la escritora perteneciente a la generación narrativa de 1955 con motivo de cumplirse este mismo año cien de su nacimiento y 25 de su fallecimiento. Lo ha hecho con dos representaciones, las dos adaptaciones de sendas novelas suyas: "Caperucita en Manhattan", novela de 1990,  y El cuarto de atrás

Adaptaciones teatrales de novelas, Emma Suárez
Resultó que cuando quise adquirir entradas para la primera ya no había localidades. Busqué para la segunda y de casualidad encontré dos butacas esquinadas en la última fila de la sala. Seguramente que ese día se jugase un competido partido de champions entre los dos principales equipos madrileños propició la existencia de esas dos entradas libres. Sea como fuere el caso es que yo, salmantino como la propia Martín Gaite, pude así rendir debido tributo a esta magnífica novelista. No había leído de manera completa esta novela antes de ver la representación, algo que si he hecho finalizada la misma. Pero antes de hablar de mis impresiones sobre esta lectura quiero exponer mi opinión sobre la puesta en escena de la misma.


La adaptación me pareció mucho mejor que la de la novela de Carmen Laforet a la que me he referido al comienzo de esta entrada. Aquí estamos ante una historia mezcla de realidad, onirismo, ensoñación y fantasía infantil que María Folguera, adaptadora de la obra, ha sabido llevar a las tablas con acierto. No hay en este caso exceso de narración en off que tanto perjudicaba a Nada, aquí vemos a una mujer adulta -la propia escritora- que en estado de vigilia por su dificultad para conciliar el sueño recibe la visita de un entrevistador que ella, en esa circunstancia, a medio camino entre la realidad y la ensoñación, viene a relacionar con aquel otro ser de alas negras que en su niñez la 'visitaba' cuando no podía quedarse dormida. La adaptación teatral se sostiene gracias a la magistral actuación de Emma Suárez que casi en un auténtico monólogo lleva al espectador del hoy al ayer, de lo real a lo imaginado, de un lugar físico a otro, de la ciudad de Salamanca a la de Madrid..., en una mezcla de espacios y tiempos que si en el texto escrito ya conlleva una cierta dificultad de intelección en el teatral es aún mayor. Pero la dificultad es superada con sobresaliente junto a la magnífica actuación de Emma Suárez, auténtica sostenedora y salvadora de la representación, por la de sus partenaires Alberto Iglesias y Nora Hernández.  

Si bien en términos generales salí satisfecho de la representación hubo dos elementos de la puesta en escena de la que son responsables Rakel Camacho como directora y María Folguera como adaptadora del texto que me sorprendieron y menoscabaron mi satisfacción. Fueron éstas el cubo en el que confinaron la historia y que giraban para un lado u otro según que deseaban llevarnos a un momento u otro, a un espacio u otro; y la bañera que ocupaba el centro de la escena en lo que simulaba ser el dormitorio o cuarto de estar de la novelista insomne. ¿Por qué se metía en esa bañera la mujer adulta a veces sola y otras en compañía de la chica que aparece por la casa en un momento de la representación? Sólo le encuentro una posible explicación: querer transmitir al espectador el extrañamiento, el onirismo, en que está inmersa la mujer que no puede dormir como desearía; un momento en el que acuden a su cabeza una multiplicidad de ideas, de recuerdos, cruces entre el hoy y el ayer. La ilógica presencia de la bañera allí donde debiera haber una cama o un sofá quizás pretenda abocarnos a la irracionalidad con que se suceden las imágenes o se ordenan los pensamientos en esos momentos de vigilia y ensoñación que preceden a la pérdida total de la conciencia al quedarnos dormidos. 


Comentario sobre la novela El cuarto de atrás
El caso fue que nada más salir del teatro me hice el firme propósito de leer la novela lo más pronto posible y comprobar si la bañera de marras también aparecía en El cuarto de atrás. Fue así como leí completa esta novela de Carmen Martín Gaite, la quinta en el orden de su producción. 

«Mi casa de Salamanca tenía dos pasillos paralelos, el de delante y el de atrás, que se comunicaban por otro pequeñito y oscuro, en ése no había cuartos, lo llamábamos el trazo de la hache. Las habitaciones del primer pasillo daban a la Plaza de los Bandos, las del otro, a un patio abierto donde estaban los lavaderos de la casa y eran la cocina, la carbonera, el cuarto de las criadas, el baño y el cuarto de atrás. Era muy grande y en él reinaban el desorden y la libertad, se permitía cantar a voz en cuello, cambiar de sitio los muebles, saltar encima de un sofá desvencijado y con los muelles rotos al que llamábamos el pobre sofá, tumbarse en la alfombra, mancharla de tinta, era un reino donde nada estaba prohibido.»

Salamanca en la obra de Martín Gaite
La novela me ha encantado. Hacía ya tiempo que no leía alguna obra de esta escritora, salmantina como yo mismo. Me ha gustado por muchas cosas, no siendo la menor la multiplicidad de referencias a Salamanca, tanto a su paisaje urbano, costumbres y paisanaje.  La familia de la escritora me ha sido fácilmente identificable, no porque la conociese de primera mano, sino porque su tipología y manera de proceder era característica de otras muchas otras de su nivel. El padre era notario y la madre «hubiera querido estudiar una carrera, como sus dos hermanos varones, pero entonces no era costumbre, ni siquiera se le pasó por la cabeza pedirlo». Su apellido materno procedía de Galicia, de ahí el apelativo Carmiña con que la novelista era denominada en su casa. La afición a la lectura que desde muy temprana edad tuvo Carmiña se la inoculó su madre a quien «le encantaba, desde pequeña, leer y jugar a juegos de chicos». Fue ella quien le aconsejaba lecturas, gracias a las cuales la Martín Gaite fue haciéndose con un  criterio literario propio. De las lecturas que por entonces, con poco más de dieciocho años, hacía dice:
«me gustaba todo el proceso del enamoramiento, los obstáculos, las lágrimas y los malentendidos, los besos a la luz de la luna, pero a partir de la boda, parecía que ya no había nada más que contar. [...]
Un día una señora había dicho de mí, moviendo la cabeza con reprobación: "Mujer que sabe latín no puede tener buen fin" [...]
Por aquel tiempo, ya tenía yo el criterio suficiente para entender que el "mal fin" contra el que ponía en guardia aquel refrán aludía a la negra amenaza de quedarse soltera.»
 En la novela, como también se ve en la adaptación teatral, el tiempo avanza y retrocede de manera caprichosa al descubrir un papel, un objeto, una caja de metal, verse en el espejo y verse en su imaginación de niña, pensar en la casa donde vive de adulta en Madrid y evocar la libertad de la que disfrutaba en Salamanca incluso durante los años terribles de la Guerra Civil que su familia pasó allí. Fue durante estos años cuando la niña Carmiña de unos doce o trece años quería parecerse a otra niña de igual nombre y edad que ella, Carmencita Franco (Carmen Franco Polo nació en 1926 y la novelista en 1925), a la que vio en su ciudad una o dos veces. Estaba junto a su padre, Franco, quien había instalado el Gobierno de la España sublevada en el Palacio del Obispo de la ciudad.
«—¿Envidiaba usted a Carmencita Franco? —pregunta, inopinadamente, mi entrevistador.
Por primera vez desde que ha entrado, se me ocurre pensar que es un entrevistador y le miro con una especie de asombro mezclado de simpatía. [...]
—Pues sí, la envidiaba un poco por el pelo —digo— como a Diana Durbin. Para la moda de entonces, lo ideal era el pelo ondulado y yo lo tenía muy liso.»
Esta referencia al tiempo real de su infancia y adolescencia le sirve a la escritora para darse un baño de costumbrismo en el relato. Hay muchas referencias a las costumbres de la época, a los oficios que se practicaban, al proceder durante la Guerra, a la manera de obrar de ciertas clases provincianas adineradas como la suya.
  • «—¿Se acuerda usted de los bombardeos de la guerra? —Miro al hombre de negro sin comprender, al principio, a qué guerra se refiere, si a la de Sucesión o a la del año treinta y seis. 
 —¿De los bombardeos? Sí, sí que me acuerdo. Un día cayó una bomba en una churrería de la calle Pérez Pujol, cerca de casa, mató a toda la familia del churrero; la niña era muy simpática, jugaba con nosotros en la plazuela, al padre no le gustaba ir al refugio, decía que prefería morirse en casa, que lo que está de Dios, está de Dios.» (sobre la Guerra Civil en Salamanca)
  • «Las "costureras de toda la vida", vivían en pisos bajos y modestos, sin rótulo en la puerta, y solían tener en la alcoba oscura donde nos tomaban las medidas y nos probaban, una cama con almohadones de muchos colores entre los que yacía una muñeca de China con peluca empolvada y zapatitos de raso. Cuando venían a coser a las casas, traían dulces o caramelos para los niños, les contaban historias y les regalaban carretes vacíos y recortes de la labor [...]  
«Las modistas propiamente dichas, es decir, las que habían tenido la suerte de afianzarse en su nombre de tales, no venían nunca a las casas, y eran apreciadas a tenor del lujo con que se hubieran montado y de la lentitud con que llevaran a cabo los trabajos. A mí siempre me extrañó el hecho de que su prestigio estuviera en razón inversa con la prontitud en terminarlos y nunca en razón directa. «Es buenísima, pero tarda mucho, hasta después de Navidad no te lo tiene», se solía decir, como una recomendación infalible.»
(costureras y modistas)
  • «"Eso, cuando vayamos a Madrid; mejor en Madrid" Todo se dejaba para comprarlo, verlo o consultarlo en el próximo viaje, que ya faltaba poco, vivíamos de aquella experiencia fraudulenta. A Madrid se venía, en primer lugar, de modistas [...] Otro de los objetivos fundamentales del viaje a Madrid era asistir  a los estrenos de cine o de teatro que no hubieran llegado a provincias (de la diferencia existente entre las provincias y la capital)
Escritoras españolas del siglo XX
Curiosamente, en una novela de tono autobiográfico, en la que la autora rememora episodios vitales de su infancia. adolescencia y juventud primera, no hay referencia alguna a sus relaciones amorosas y matrimoniales con compañeros de generación literaria (la de 1950, para unos, o 1955, en el sentir de otros). Concretamente al llegar a Madrid la escritora contactó, a través de Ignacio Aldecoa, a quien había conocido estudiando Filología Románica en la Universidad de Salamanca, con los integrantes de la generación literaria de 1950. Con uno de estos jóvenes, Rafael Sánchez Ferlosio, se casó en 1953. Fruto de esta unión que duró hasta el año 1970, fueron dos hijos: Miguel que falleció de meningitis con sólo siete meses de edad, y Marta con la que viviría en Madrid hasta la muerte de ésta en 1985 con 29 años víctima del sida. Nada de esto se dice en la novela. Tan sólo, muy tangencialmente, aparece la figura de su hija Marta volviendo de noche a casa y encontrando dormida a su madre con papeles y el libro de Todorov esparcidos por el suelo

El hombre de sombrero y alas negras de las vigilias de su infancia se transforma, cuando de la Carmiña infantil se pasa sin solución de continuidad a la insomne Carmen adulta, en un entrevistador. Gracias a este artificio en la novela podemos asistir a un discontinuo repaso biográfico de su producción literaria. Así se habla de sus inicios en la literatura fantástica, de la atracción que sobre ella ejerce lo fantástico, lo mágico, la sensación de extrañeza. Lo comenta el hombre del sombrero negro cuando alaba en su primera novela, "El balneario", la parte fantástica, pero le echa en cara la racionalidad en la que recae tras sus incursiones en lo extraño. En cierto modo es lo que está haciendo en El cuarto de atrás, viajar de la extrañeza a la racionalidad, de la imaginación onírica a la realidad. De lo fantástico e imposible a lo verosímil
«Hay un punto en que la literatura de misterio franquea el umbral de lo maravilloso, y a partir de ahí, todo es posible y verosímil; vamos por el aire como en una ficción de Lewis Carroll, planeando sobre los tejados de una ciudad, es de noche y ella se agarra fuerte de mi mano y se ríe con el pelo alborotado, porque hace mucho aire»
Y es que hay mucha, muchísima, literatura en esta novela. Se inicia con ese libro de Todorov que la novelista está leyendo en la cama y con el que se queda dormida e ingresa en ese territorio donde todo, como decía Quevedo, se mezcla, se confunde y se bazuca. 
«Introducción a la literatura fantástica de Todorov, vaya, a buenas horas, lo estuve buscando antes no sé cuánto rato, habla de los desdoblamientos de personalidad, de la ruptura de límites entre tiempo y espacio, de la ambigüedad y la incertidumbre; es de esos libros que te espabilan y te disparan a tomar notas, cuando lo acabé, escribí en un cuaderno: "Palabra que voy a escribir una novela fantástica"»
 
Y esa novela fantástica que piensa escribir, que está escribiendo, que ha escrito y descubrimos al final de la novela, no es otra que la que tenemos en nuestras manos. Esta manera de proceder literariamente es muy propio del momento en que Carmen Martín Gaite está escribiendo esta narración, en pleno posmodernismo literario.
"El cuarto de atrás" en teatro

Muchísimas reflexiones metaliterarias cruzan el relato. Son reflexiones muy interesantes y muy reveladoras del propio quehacer escritural de la novelista. Ya sólo por ellas merece mucho la pena leer este libro. pero es que además está escrito de manera muy hermosa, con cierto toque poético que le sirve de pasarela del mundo real de la edad adulta al mágico de la niñez. Esta poeticidad creo que la han logrado transmitir a las tablas la directora y la adaptadora teatrales. Pero, ¿era preciso para lograrlo colocar una bañera en el centro de la escena? Yo pienso que no.