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23 ene 2025

Pablo Gallego Boutou: "Bar Urgel"

«Mi madre y yo venimos a La Vera cada año por vacaciones. Un mes y poco con la tía, con sus gatas, Miel y Casiopea, detrás de nosotros yendo al pueblo a comprar pan, por senderos salpicados de brevas y moras frescas como en medio del vaivén de chinchorros a la orilla del río y sus cientos de gargantas donde patinan los zancudos. Un mes entero a salvo de mi padre»

"Bar Urgel", Pablo Gallego Boutou
Acabo de leer esta novela primera de Pablo Gallego Boutou a la que he llegado por puro azar. Hay que ver lo importante que es el azar en la vida. Vivo a una docena de kilómetros de Carabanchel Bajo, barrio donde se ubica el local que da título a esta narración; por agradables motivos familiares desde hace unos años visito la zona con muchísima frecuencia y precisamente es la terraza de este Bar Urgel donde durante el buen tiempo suelo sentarme para refrescarme y dejar pasar de la mejor manera posible las inclementes horas de solazo veraniego. Cuando mi hijo vio expuesta en el escaparate de la librería Derivas del barrio la novela, me dice que tuvo claro que había de regalármela. Así lo ha hecho y yo desde aquí se lo agradezco infinito. 

Con esta obra Pablo Gallego Boutou (Madrid, 1989) ganó el pasado mes de junio el I Premio de Narrativa Diana Zaforteza concedido por la Fundació Lluis Coromina, la familia Zaforteza-Rodés, Josep Massot y Mario Rotllant. Al conocer este dato he indagado sobre el porqué del establecimiento de este premio literario. Resulta que la tal Diana Zaforteza, fallecida prematuramente con sólo 44 años, fue fundadora de dos editoriales: Alpha Decay y Alfabia. En ellas esta mujer amante de la cultura trabajó con nombres como Lou Reed, Leonard Cohen, Andy Warhol, Paolo Sorrentino o David Vann. Diana Zaforteza heredó la pasión por la cultura de su padre, el aristócrata José 'Puco' Zaforteza, a quien, como a ella, un cáncer lo apartó de la vida. (toda la información aquí vertida sobre la persona que da nombre al premio la tomo del diario mallorquín Última hora). En cuanto a quiénes formaban el jurado en esta primera convocatoria del Premio leo que sus integrantes fueron: Edurne Portela (directora literaria del mismo) y Héctor Abad Faciolince, Isabel Coixet, Aixa de la Cruz, Ignacio Martínez de Pisón y Azahara Alonso. Como se ve un jurado de campanillas.


Bar Urgel
Se trata de una novela innovadora, fragmentaria, híbrida cabría decir por la presencia en ella de varios géneros literarios (narrativo, dramático, lírico...). y por la multiplicidad de registros lingüísticos (culto, coloquial, vulgar...). La innovación y el experimentalismo se constata en muchos aspectos, principalmente se visualiza en la distribución del texto por la página así como en la construcción de la historia a base de fragmentos que la hacen parecer dislocada cuando no hay tal.

En muchas de mis reseñas, para iniciarlas, echo mano de las sinopsis que las editoriales suelen colocar en la contraportada o en alguna de las solapas interiores del libro. Dudo si hacerlo en esta ocasión pues creo que más que una sinopsis lo que Galaxia Gutenberg ha hecho es una especie de breve reseña, seguramente inquieta por el posible desconocimiento que los lectores pudieran tener sobre el autor y la historia novelada. La verdad es que lo que la editorial escribe sobre el libro en esta primera edición aparecida en octubre de 2024 es perfecto y poco más, como primera información, se podría añadir que lo mejorase. Dice así:

Un joven madrileño pasa sus días cuidando de su madre enferma, callejeando con su amigo el Gordo y anotando frases inconexas en el Bar Urgel, impulsado por una vaga ambición de hallar una trascendencia a través de la escritura, un sentido a su aciaga existencia. Es en ese ambiente amistoso del bar, rodeado de hombres que encarnan lo que más odiaba y lo que más temía de su difunto padre, donde poco a poco cristaliza la búsqueda silenciosa del protagonista. Entre pinchos de tortilla y cervezas, sermones improvisados al hilo de la tertulia televisiva, peroratas etílicas de tinte machista, raíz xenófoba y homofobia desaforada, el protagonista se siente a veces acorralado por una masa coral que no hace sino corroborar la insufrible decadencia política y social que ve a su alrededor. Otras veces, sin embargo, encuentra una insospechada poesía en ese corro de personajes que lo acoge como a uno más.

En esta novela iniciática, ganadora del I Premio de Narrativa Diana Zaforteza, Pablo Gallego Boutou juega con diferentes estilos en los que combina lirismo y oralidad para iluminar la tragedia con belleza, ternura y sentido del humor. En una atmósfera de desencanto, la literatura y el arte despejan los miedos y alumbran un territorio narrativo propio, una vía que permite desgranar las propias contradicciones, resistir ante los grandes desengaños y revelar lo insondable que nos hace caer. Una novela sobre el alivio de la tristeza y del dolor, sobre el cuidado de los demás y la búsqueda del placer, sobre la amistad comprometida y la necesidad de un espacio común al que pertenecer.

Es una novela que desarrolla su trama fundamentalmente en un bar de Carabanchel Bajo, en Madrid, paradigma del discurrir diario de la la real vida española. Allí, un joven, el narrador en primera persona protagonista de la historia, acude para escribir (fundamentalmente su tesis, pero lo que observa y escucha a la fauna que acude al local luego lo recrea en relatos que forman parte de la novela que tenemos en nuestras manos). Al protagonista de Bar Urgel escribir es lo que en esta vida más le agrada. Este joven arrastra un trauma producido por la conflictiva y contradictoria relación que en vida llevó con su padre recientemente fallecido; ahora, más de un año después de la muerte de éste, se ocupa de su madre inmovilizada en la cama por una cruel enfermedad desde hace ya bastantes meses. Los tipos que acuden al bar (el gitano evangelista Ezequiel; el muy de derechas Julio; Antoñito, adicto a la máquina tragaperras; Carmen Puigpelat del Clos 'la Puigpi', que fue correctora de estilo en una editorial y que  da consejos literarios al protagonista para ese libro que se trae entre manos; el Comunista, así llamado por eso de que en su juventud militó en el PCE; el Risillas, tío de Paco, el cual temporalmente trabaja en la cocina del Urgel y es un maestro haciendo la tapa estrella del local: la tortilla de patatas; el propietario del bar, Paco, que lleva 29 años batiéndose el cobre en el negocio pese a sus problemas de salud; y hasta Susanna Griso que desde el televisor proporciona asuntos y temas de conversación a la parroquia que visita, cada uno con sus peculiaridades y soledades, el Bar Urgel de la carabanchelera calle Blasa Pérez.

La novela me ha gustado especialmente porque muestra de manera excelente los cambios emocionales que en el personaje protagonista se están produciendo. Es un chico que intenta encontrarse, que le gustaría ser como otros, sobre todo le gustaría que esa chica que lee La montaña mágica y con la que coincide algunos días en el parque le atrajese suficientemente, pero 
«No. No nos vemos porque yo no quiero, porque he dejado de pasar por ahí.. Me apena cada vez que conozco a una chica de la que me gustaría enamorarme; es un eco más de que sigo siendo lo que preferiría no ser. Arrastro conmigo deseos que no me pertenecen. Son piedras.»
Es un joven que vive en perpetua contradicción, que busca encontrarse a sí mismo. Sus contradicciones no vienen dadas sólo por la indefinición de su condición o inclinaciones sexuales; también las arrastra en la relación con sus padres: con su madre a la que el protagonista en ese momento cuida y, al tiempo que la ama y es sabedor de su próximo final, recuerda el mucho amor que de adolescente ella vertió sobre él, y que paradójicamente hizo que la odiase; no obstante ahora, pasado ya el tiempo de la paliza que recibió en el IES por su condición personal, reconoce lo valioso de sus consejos («Ella le amaba, lo amó desde siempre y él por ello ahora al recordar ese pasado y ver que la madre no es más que un cuerpo llegó hasta sentir que la odiaba porque recordaba que cuando a él lo golpearon en en el IES ella le dijo: "Es importante que no permitas al odio entrar por la rendija de tu puerta. No dejes que los demás te obliguen. No hay que odiar, hijo."»). En cuanto a la relación con su padre, al que admiraba y temía por partes iguales, su afecto hacia él se mueve en un amor-odio que aún ahora, transcurridos trece meses desde su muerte, le tiene completamente invadida la cabeza 
«perro amariconao  subnormal retrasado chaval estás más gordo más fondón deja de preguntarlo todo la cabeza alta [...] por qué no te habrás quedado así chiquito para poder llevarte sobre los hombros no sé a quién se habrá follado tu madre pero yo no diría que eres hijo mío no te mereces nada qué pasa que la quieres más a ella deja de escribir gilipolleces por qué no te enderezas de una vez así no vas a conseguir nada en tu vida campeón máquina mi niño si es que lo vas pidiendo a gritos mírate me recuerdas a mí». 
Todos los personajes, y no sólo el protagonista, están muy bien diseñados, tienen individualidad propia: Mateo, el chico que le descubre su propia inclinación sexual; Luis, el Gordo, auténtico amigo desde el colegio por quien, por defenderle, él perderá el trabajo y a quien 'traicionará' para conseguirle un bien mayor, alejarlo de las drogas; Mariana, la chica pelirroja de la que no sabe si sí o si no, pero de la que le apetecería enamorarse; la Puigpi, mujer de 69 años ya jubilada de su trabajo en una editorial, que le da buenos consejos literarios que él como joven acepta a regañadientes, pero a los que reconoce su valor y conveniencia 
«La Puigpelat me ha pedido que ahonde en ciertas cuestiones. Que escriba más sobre mi madre, sobre la familia, sobre la chica en la hierba. Que trate de dialogar con los otros fragmentos. Tengo tantas escenas en este bar. Debería dejar de venir, será una novela infinita»
Es en esos fragmentos que le surgen por sus estancias en el Urgel donde aparece el variopinto elenco de personajes secundarios que dan viveza, autenticidad y humor, bastante humor, a la novela. ¿Cómo no reconocer el humor en ese personaje que asomándose a la puerta del bar dice, elevando la voz, que si hay algún maricón dentro que él no entra? ¿Quién no podría identificar en este tipo a cientos de seres de parecido comportamiento? ¿Cómo no ver humor en los diálogos que los parroquianos establecen con la Susanna Griso que predica desde el televisor? ¿Cómo no percibir autenticidad en Paco, el dueño del local, atosigado por su condición de trabajador autónomo al que la enfermedad, suya o de miembros de su familia, le va a hacer plantearse cerrar el negocio?

Esta autenticidad queda reflejada así mismo en el marco urbano donde está radicado el Bar Urgel. Estamos en Madrid, Carabanchel Bajo, zona de Tercio Terol, calle de Blasa Pérez esquina Urgel de donde sale la calle Rascón; un poco más allá la calle General Ricardos que conduce hasta la glorieta Marqués de Vadillo:
«General Ricardos. Locales de kebabs. Clínicas dentales. De inmobiliarias y móviles de segunda mano. Se escucha el cerrojo automático del Mercadona. Las chicas del Pannus, una gitana, otra argentina, friegan el suelo. Se las ve fumar dentro. La luz ácida de las casas de apuestas se desparrama por las aceras, sobre los edificios de enfrente; se cuela por las ventanas donde hay cabezas delante de televisores»
Es de este paisaje urbano de donde salen los secundarios que entran en el Bar Urgel: el ludópata Antoñito, el Comunista, el gitano poliomielítico Ezequiel, el derechista Julio, la niña con síndrome de Down y su madre, Luis el Gordo, etc. 

Sobre la estructura de la novela diré que Pablo Gallego Boutou distribuye el contenido de la misma en seis apartados:
  1.  Presentación del paisaje y del paisanaje
  2.  Profundiza en tres aspectos: la afición a la escritura del protagonista con los consejos que la Puigpi le da; el descubrimiento del sexo con Mateo; y el maltrato que la madre recibió por parte del padre
  3.  El protagonista a través de Grindr contacta con otros hombres para tener sexo sin profundizar en la relación; la muerte golpea a algunos personajes.
  4.  La ruptura con el Urgel y el posible cierre de éste. 
  5.  Final abierto de la relación del narrador con Mariana. Final completamente cerrado de la madre.
  6.  Especie de epílogo. 

Y en estas seis partes en que se estructura la novela aparecen fragmentos literarios de distinta índole: distintos géneros (narración sobre todo, verso, teatro), distintos registros sociolingüísticos (culto, vulgar, coloquial...), distinta longitud y no siempre igual distribución en la página de estos fragmentos, juego con las tipografías y la puntuación, empleo de una buena remesa de imaginería literaria que confiere al lenguaje utilizado la categoría en muchos momentos de auténtica prosa poética, etc.
✔«Junio. Primer mes del verano. Para celebrar las 20 semanas que lleva a mi madre en la cama, los 13 meses que mi padre lleva con los huesos fríos.
Sin curro, sin pasta, hacia la pérdida. A ver qué queda; quién, cuando no quede ni el deseo.
»
✔«Y mamá, parada en la cama, con el pasado anudado a su pupila como un cordón umbilical. Una garrapata.
En medio de un silencio tan denso que parece de metacrilato
»
✔«Soñé que la gracia se posaba en nuestras clavículas. Nos cauterizaba la lengua, la volvía. Luego el salón se iluminaba y tú te ponías en pie y preguntabas
                                                             eres ya tú, amor mío.»

La desarticulación del propio texto es acorde con la propia desarticulación del barrio donde está Bar Urgel y con la variedad de tipos humanos que se dan cita en ese lugar, cada uno de estos seres  con su desarticulación íntima. Quien más, quien menos busca dar un sentido a su vida dentro de la dureza en la que ésta se desarrolla. Yo diría que todos, pero especialmente el personaje-narrador-protagonista que sin mucho miedo a equivocarme vengo a identificar con el propio autor, o como poco a inspirarse mucho en él.


Pablo Gallego Boutou
"Bar Urgel", Premio de Narrativa Diana Zaforteza 2024
Como he hecho con la sinopsis de Bar Urgel, su primera novela galardonada con el I Premio de Narrativa Diana Zaforteza, echo mano de la información dada por Galaxia Gutenberg en la solapa de la portada. Creo que lo que se dice allí de este joven novelista es más que suficiente para entender mejor esta interesante novela. 

Pablo Gallego Boutou (Madrid, 1989) es actor, escritor y mediador cultural. Licenciado en Interpretación por la RESAD, cursa el Máster de Interpretación Cinematográfica por la Central de Cine y el Máster de Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid. Ha escrito los poemarios Oboedescere (XXVIII Premio de Poesía del Certamen Nacional de Jóvenes Creadores de la Comunidad de Madrid) y Nival (XXIV Premio Internacional de Poesía Luis Feria). Su formación continúa en el Nuevo Teatro Fronterizo y en la Fundación Centro de Poesía José Hierro, donde se forma en crítica, autocrítica y corrección de poemas. Como actor ha protagonizado, entre otros, Man Up, dirigido por Teatro en Vilo y producido por el CDN, La Comedia del Fantasma de Plauto, dirigida por Felix Estaire y estrenada en el Festival de Teatro Clásico de Mérida y El Alcalde de Zalamea, dirigida por José Luis Alonso de Santos para Teatros del Canal. A día de hoy, trabaja como pedagogo para la Fundación La Caixa. 

Nota final
A punto ya de cerrar la reseña me invade la necesidad de destacar el elevado número de referencias literarias a autores y obras que aparecen en la obra. Pablo Gallego Boutou las pone principalmente en boca de la Puigpi habida cuenta de que ella trabajó durante años en el mundo editorial:
«Hace muchos años, realicé labores de edición. Cortázar, Asturias, Neruda, Paz. Todos ellos buscando el barco que los hiciera arribar a España. Todos muy buenos y muy maricas, como diría Bolaño. Unos culiaos. La literatura hispanoamericana del siglo XX es impresionante y nauseabunda, no te repones después de eso. Verdadera utilidad práctica. ¿Sabías? En la vida, hay dos tipos de editores: los que creen que hay libros que deben ser leídos y los que editan los libros que la gente quiere leer. Yo fui muy competente, no olvides mencionarlo. Por estas manos pasaron infinidad de autores. Cuando te das cuenta de que, como editor, te va a ir mejor siendo del segundo tipo, terminas por darte al oficinismo o buscando ayuda psiquiátrica.»

 Es Carmen la Puigpi la que cuando le da consejos al narrador-autor-escritor-en-ciernes le dice que debe leer a los grandes: «No puedes llegar a ser un escritor si no has leído los cuentos de Mansfield, al Gabo, Cortázar. ¡Por Dios! ¿Conoces a Pedro Lemebel?» Y un poco más adelante, cuando ella ya ve próximo su final le regala varios libros de su propia biblioteca:

«Trató de eludirme, se puso a meter en una caja vacía todos los libros que pillaba. Tengo miedo torero, La hora de la estrella, Las bodas de Cadmo y Harmonía...
—Venga, y éste también. Léelos en el orden que quieras, pero léelos.
—Puigpi. Que no.
—Eres marica, ¿no? Pues venga La biblioteca de la piscina.
—Aquí te va
»

Los títulos que en la cita aparecen pertenecen respectivamente a los escritores Pedro Lemebel, Clarice Lispector, Roberto Calasso y Alan Hollinghurst. Son claramente autores no muy conocidos por el gran público. Pablo Gallego Boutou, a través de estos libros y sus autores, asimismo se muestra ante los lectores como un autor distinto, diferente, que no transita por las veredas acostumbradas y por todos conocidas. Y así lo es en efecto Bar Urgel, una novela distinta, fresca, innovadora, diferente, arriesgada... 
 

17 ene 2025

Aki Shimazaki: "El quinteto de Nagasaki"

«En el bosque, Yukiko me habla del discurso del comandante de su fábrica. Dice:
¿Por qué perder la vida tan fácilmente? Nos dice: “Hay que combatir hasta la muerte. No regresar con vida. Caer prisionero es una vergüenza. Deshonra no solo al soldado, sino a su familia y a todos los parientes”. La familia de los soldados es como un rehén. ¡Pobres soldados! Lo peor es que creen en la ideología estúpida que el Gobierno ha creado para ganar la guerra.
Yo contesto:
—Sí, es cierto. Estamos paralizados por el lavado de cerebro de la nación, como dice tu padre.
Ella adopta un tono grave:
—No aceptes ser soldado, Yukio. ¡Nunca!
»

Cerré diciembre y el año 2024 con la hermosísima lectura de El quinteto de Nagasaki de la japonesa afincada en Montreal (Canadá) Aki Shimazaki. Antes de proseguir diré que como en El corazón de Yamato la novelista escribe su obra en francés a pesar de ser ella japonesa de nacimiento y estar situada la historia también en Japón. Entre nosotros ha sido la editorial Lumen la editora del libro, y ha sido esta editorial la que decidió darle el título de El quinteto de Nagasaki cuando en su edición canadiense original apareció como Le poids des secrets (El peso de los secretos); seguramente a Lumen le pareció más comercial lo de «quinteto de Nagasaki».
 
Personalmente yo destacaría en esta novela la sensibilidad que muestra en ella Aki Shimazaki, la trabajada y delicada estructura que da a la novela en la que el perspectivismo de unos y otros personajes sobre los mismos hechos o las vivencias tenidas por estos o aquellos en el mismo tiempo da lugar a un universo ficticio envolvente en el que como lector he quedado atrapado y subyugado. Subyugado por la historia de amor en sí, por la incardinación del mismo en el devenir histórico de Japón durante el siglo XX (terremoto de 1923, imperialismo japonés -Manchuria, Taiwan...-, guerra mundial, bomba atómica en 1945 sobre Nagasaki...), tradición y modernidad en Japón, relaciones hombre-mujer en Japón, abusos de poder en estas relaciones, etc.

Todo lo anterior tiene lugar dentro de una delicada naturaleza en la que lo floral tiene gran relevancia por el simbolismo contenido en cada uno de los tipos de flores, en especial las 'wasurenagusa' (nomeolvides) que con su colorido marcan todo el relato; también las 'tsubaki' (camelias), los nenúfares y otras más llenan de colorido la novela. Junto a las flores están las luciérnagas, símbolo de la atracción amorosa, de la búsqueda del amor; también las golondrinas que simbolizan la fidelidad.  Luego, ya la autora se deleita ubicando a sus personajes en viviendas tradicionales japonesas, vestidos muchas veces con prendas propias de su cultura milenaria lo que no es óbice para ellos se empleen en trabajos avanzados de investigación farmacológica y demás (convivencia de dos culturas: la tradicional y la occidental impuesta a partir del final traumático de la IIª Guerra Mundial).

El quinteto de Nagasaki es una pentalogía de novelas cortas o relatos largos que Aki Shimazaki, como es constante en ella, fue publicando de manera independiente para luego darlos reunidos en un solo volumen. Estamos ante cinco relatos-novelas anillados que aparecen como capítulos en el libro que acabo de leer:
  • Tsubaki (camelia): Estamos en los años 80 del siglo XX. Namiko espera la llegada del abogado que le va a entregar dos sobres que su madre, Yukiko, recientemente fallecida, ha dejado. Uno es para ella; el otro es para el tío de Namiko, persona de la que ésta nada sabía y que por la carta a ella dirigida sabrá que se llamaba Yukio, fruto de una relación de su abuelo anterior al matrimonio de éste. Es Namiko la que en primera persona cuenta esta historia que se retrotrae al pasado. 
  • Hamaguri (almeja). De nuevo estamos ante la historia de una madre y un niño que llegan hasta un orfanato para refugiarse en él. El narrador aquí es Yukio. Conocemos su historia y su relación con una niña de su misma edad que jamás olvidará. Estamos en 1933. La madre de Yukio se llama Mariko, está sola en el mundo desde que perdiera a su familia en el terremoto de 1923. En el orfanato el sacerdote católico que lo lleva le ofrece a Mariko la posibilidad de casarse con un buen hombre y así darle un padre a Yukio.
  • Tsubame (golondrina). Es Mariko su narradora. Conoceremos su historia desde la tragedia del terremoto de 1923 hasta la época del momento presente en que vive con la familia de su hijo Yukio y los tres hijos de éste. 
  • Wasurenagusa (nomeolvides). Aquí el narrador es el señor Takahashi, esposo de Mariko y padre adoptivo de Yukio. Su historia en Nagasaki trabajando en un laboratorio farmacéutico, su traslado a Manchuria durante los años de la IIª Guerra Mundial, y los años anteriores al matrimonio con Mariko ocupan esta interesante cuarta parte de El quinteto de Nagasaki
  • Hotaru (luciérnaga). En esta historia final se atan cabos sueltos de las anteriores historias. Estamos ante un relato contado por Tsubaki, la hija menor de Yukio, la cual visita con frecuencia a su abuela Mariko. Yukio puso Tsubaki a su hija porque la camelia era la flor preferida de Yukiko, su amiga de la infancia a la que jamás olvidó.
Estas cinco novelitas con sus distintas historias familiares entreveradas entre sí tienen lugar en el contexto histórico vivido por Japón a lo largo del siglo XX cuyos grandes hitos fueron, como ya he señalado, los siguientes: la colonización de Corea en 1910, el gran terremoto de 1923 que produjo más de ciento treinta mil muertos y una represión fortísima hacia coreanos y socialistas, el imperialismo japonés (Corea, Manchuria, Taiwan...) y, sobre todo, las dos bombas atómicas arrojadas por Estados Unidos: una sobre Hiroshima y otra sobre Nagasaki, que trastocaron la historia del mundo y muy especialmente la de Japón. El trastoque mayor se dio en la occidentalización del país ocupado durante varios años. Esta ocupación puso en peligro las tradiciones niponas, algunas como la búsqueda de cónyuge por parte de los padres afortunadamente han ido cayendo en desuso; en la novela esta costumbre es central en el desarrollo de las dos historias masculinas, la de la familia Horibe y la de la familia Takahashi
«Antes de tu madre me había casado con una primera mujer elegida por mis padres. Les estaba agradecido, porque era hermosa y buena. Pero empezaron a intervenir en nuestra vida y a quejarse de todo lo que mi mujer hacía. Yo soy estéril. No lo sabía. Mis padres, sobre todo mi madre, le reprochaban a mi mujer que no pudiera quedarse embarazada. Yo no lograba defenderla, y ella me dejó.» (le confiesa a Yukio su padre adoptivo)
Pero además de por estos contenidos y estos datos históricos, algunos de ellos desconocidos por mí, lo que más me atrae de esta novela es la manera que tiene de presentarlos. En primer lugar está su estilo puzle, o sea, esa manera de ir encajando unas con otras las distintas piezas que conforman la gran historia que relata formada por historias más pequeñas pero todas ellas interrelacionadas. Luego está, como ya dejé dicho en la reseña que hice de El corazón de Yamato, la delicadeza y sutileza del lenguaje empleado. Aki Shimazaki escribe la novela en francés, pero introduce un buen número de términos japoneses muchos de ellos sin aclarar al lector el sentido que tienen; este hecho hace que según vamos leyendo el libro tengamos que ir al glosario de términos que figura en las páginas finales de la novela. A este respecto debo señalar la gran diferencia que he sentido al leer El quinteto de Nagasaki en formato ebook frente a El corazón de Yamato que lo hice en papel. Mucho mejor la versión en papel que la electrónica pues en ésta se hace difícil y fatigoso el acudir al glosario, algo que en papel no presenta dificultad alguna. 

Como ya he dicho algo más arriba es más que destacable el simbolismo contenido en los elementos de la naturaleza que la autora muestra en su novela: las golondrinas representan el amor y la fidelidad («Las golondrinas vuelan siguiéndose una a la otra, como una pareja. Las miro hasta que se vuelven manchas negras en el cielo azul.»), las luciérnagas son tiernas criaturas hermosas que con sus luces atraen a las hembras:
«—Ojîchán, ¿por qué las luciérnagas emiten luz?
Él contesta: —Para atraer a las hembras.
Estoy sorprendida.
—¿Entonces las luciérnagas son machos?
—Sí. Las hembras también emiten luz, pero no vuelan. Al parpadear se envían mensajes de amor.
»
Este hecho le parece muy romántico a Tsubaki, quien en un momento dado de la novela recuerda esta conversación mantenida con su abuela Mariko y una canción infantil que habla del peligro que corren las luciérnagas en sus cortejos luminosos de caer en el agua dulce; es por esto que a su amiga Tamako, que está siendo cortejada por uno de sus profesores con el propósito de seducirla, le advierte:
«—Todavía somos jóvenes. Hay que tener cuidado de no caer en el agua dulce.
Tamako, tranquila, contestó:
—Tienes razón. Reflexionaré.
»
Quizás entre lo más destacable se cuentan las hermosas historias de amor que se presentan en el libro. Vemos a mujeres que aman con libertad y que cuando detectan que su amor puede ser algo tóxico deciden cortar. Luego está la atracción amorosa que se ve imposibilitada por la cuestión biogenética; y también, en una historia que abarca todo el siglo XX, asistimos a la evolución en las costumbres y comportamientos masculinos y femeninos. Hay una gran diferencia de comportamiento entre los tres hijos de Yukio (Natsuko y Tsubaki, chicas; y Fuyuki, chico) y las madres y abuelas de éste y de Yukiko. Eso no quiere decir que también las abuelas fueran mujeres resueltas, pero ciertamente se veían mucho más constreñidas por la cultura tradicional del país. Y no puedo dejar sin citar la denuncia que he detectado en la novela sobre la xenofobia de los japoneses hacia otras culturas, especialmente la coreana y la china, algo de lo que yo hasta el momento no tenía noticia. Afortunadamente parece que estas herencias poco agradables van perdiendo fuerza. 
Un siglo de Imperio japonés
(https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/98/Imperial_Japan_map_1939.svg)

Otros descubrimientos que personalmente he hecho y que me han hecho disfrutar aún más con esta novela son cosas como lo que Yukio le dice a su madre en un momento dado: «¿Sabías mamá que el misionero español que trajo el cristianismo a Japón llegó aquí el 15 de agosto de 1549? Es una coincidencia increíble: esa es también la fecha de la capitulación de Japón en 1945», en definitiva dos momentos en los que Japón vivió evidente peligro de pérdida de su identidad. También el significado de la palabra 'Bon' («la conmemoración por las víctimas de la bomba atómica de Nagasaki) que se celebra todos los años el 9 de agosto, día en que cayó la bomba sobre la ciudad con las consecuencias por todos sabidas. E incluso desconocía la palabra que se utiliza en español para referirse al sonido que hacen las cigarras («sobre mi cabeza las cigarras estridulan ruidosamente»); este descubrimiento lógicamente se lo debo a Alan Pauls, que es el encargado de la traducción del francés al castellano. Alan Pauls es de nacionalidad argentina. Gran parte de la belleza que desprende el libro leído en español es debida a su buen hacer.

Fundamental en El quinteto de Nagasaki es el estilo desplegado en ella por Aki Shimazaki. Aparte de lo ya dicho en esta reseña es muy destacable la manera de presentar la historia a base de oraciones yuxtapuestas en su mayoría con escasa -o ninguna- presencia de conjunciones entre las mismas. El asíndeton, paradójicamente, da tranquilidad al relato y sirve para mostrar una especie de cuadro pictórico de la naturaleza de la que los humanos son constituyente importante, pero no único ni principal:
«Mi madre se detiene ante una casa cercada. Hay hortensias florecidas alrededor. El azul, el rosa, el blanco... Las flores siguen mojadas de la lluvia de esta mañana. Cae el rocío. Encuentro un caracol en la cerca. repta con los cuernos erguidos. Los toco con la punta de los dedos. Los ojos se retiran inmediatamente como la cabeza de una tortuga. Por en cima de la cerca veo a un hombre mayor que va recogiendo piedras y metiéndolas en un balde. Lleva una prenda blanca y larga como un vestido. Entonces oigo a niños que gritan y me pongo tenso. Deben de estar dentro de la casa. Me aferro a las faldas de mi madre.»

Y para cerrar esta reseña pienso que es importante señalar cómo Aki Shimazaki va esparciendo por el texto, cual si de piedrecillas blancas de Pulgarcito se tratase, referencias al número de años transcurridos antes o después de algunas de las fechas inamovibles del calendario histórico nipón: «Ya hace cincuenta años», dice Shizuko a su marido Yukio en referencia al 'Bon' que la televisión dice que se conmemora ese día; «Hoy es primero de septiembre. Se acerca ya la fecha que nunca podré olvidar. Han pasado cincuenta y nueve años desde el terremoto. La desaparición de mi madre y mi tío, mi única familia, transformó mi vida.», piensa Mariko Takahashi en 1982 cuando ya viuda está viviendo en la casa de su hijo Yukio y de su nuera Shizuko; «Llevamos cuarenta y seis años casado, piensa el señor Takahashi cuando recuerda su matrimonio con Mariko en 1933 (estamos, pues, en ese momento en 1979); etc. Así, de esta manera, los lectores vamos ordenando en nuestra cabeza la secuencia cronológica que la autora nos da desordenada en esta hermosísima novela





Reto 25 españoles (edición año 2025)

Por décimocuarto año que no catorceavo (¡no debemos confundir jamás los adjetivos ordinales con los partitivos!) Laky del blog 'Libros que hay que leer' convoca el Reto "25 españoles". El año recién finalizado participé en él con enorme satisfacción por mi parte, si bien no llegué a los 25 títulos requeridos quedándome a dos del objetivo; es por ello que, con ánimos renovados, este 2025 vuelvo a adherirme al mismo. Creo que es preciso apoyar a los autores que escriben en castellano a fin de que la literatura editada en nuestro idioma no esté en inferioridad respecto al enorme número de libros de autores extranjeros que inundan las librerías de nuestro país.
Si queréis conocer todos los extremos de este Reto y así animaros a participar en él aquí os dejo el enlace al mismo.



Mis lecturas:
  1. "Bar Urgel" de Pablo Gallego Boutou
  2. "La invención del amor" de José Ovejero
  3. "Gentes, lances y amores" de Francisco Coronel
  4. "De bestias y aves" de Pilar Adón
 






10 ene 2025

Reto Serendipia recomienda 2025

Mónica Gutiérrez Artero es escritora con un buen número de títulos a sus espaldas que, desde luego, desde aquí recomiendo leer a cualquiera. Pero además Mónica es amiga bloguera y administradora del blog Serendipia, página que desde hace tiempo visito con agrado. Hace ya doce años que desde su blog nos propone participar en una iniciativa lectora que denomina Reto Serendipia recomienda. He participado ya cinco años en la misma si bien no siempre he logrado completar el Reto. Espero que en esta convocatoria, que Serendipia acaba de convocar, consiga acabarlo a plena satisfacción tal y como me ha sucedido en alguna de las ediciones.

Las bases completas del Reto se pueden ver en "Serendipia" que es como Mónica denomina a su blog


En síntesis el Reto consta de dos fases. En la primera hay que recomendar tres libros que te hayan gustado de manera especial para luego, en una segunda fase, leer tres de los libros propuestos por los otros participantes. Para la primera fase hay de plazo hasta el 20 de enero para publicar una entrada como ésta que estás leyendo. Los tres libros que recomiendes deben de ir enlazados a sus respectivas reseñas.

En la segunda fase, una vez que Mónica publique en su blog la lista de todos los libros recomendados por los distintos participantes, tendrás que elegir tres títulos de entre ellos. En la entrada que hiciste añadirás estos títulos y, posteriormente, una vez que los vayas leyendo, deberás enlazar cada título a la reseña que hagas del mismo en tu blog.




Mis tres recomendaciones son:

  • Muerte de una heroína roja de Qiu Xiaolong. Primera novela de la serie negra protagonizada por el inspector Cao Chen. Historia situada en el periodo de transformación económica de China. Conviven tradición y modernidad. Un lenguaje poético, hermoso, embriagador.
  • La noche que llegué al café Gijón de Francisco Umbral. Novela llena de biografismo personal en la que Umbral realiza una íntima introspección. Belleza lingüística, lenguaje próximo al poético. Un paseo por la literatura española de los años sesenta y primeros setenta.
  • Antes de que llegue el olvido de Ana Rodríguez-Fisher. Libro que rompe los marcos que habitualmente se señalan para los géneros literarios. Estamos ante una novela, un ensayo, una carta, una elegïa... Una hermosura de prosa poética.

Y de entre los títulos recomendados por los otros participantes en este Reto elijo los tres siguientes:


8 ene 2025

Nell Leyshon. Del color de la leche

«dije que te contaría la verdad sobre todo lo que ha pasado y te la he contado, y todo es verdad salvo una cosa.
dije que estaba sentada al lado de la ventana escribiendo esto y que miraba hacia fuera y veía los árboles y los pájaros. dije que veía la lluvia cayendo por el cristal.
dije que se veían los prados con la espesura de la niebla.
dije que veía mi propia cara pálida en la ventana.
dije que no podía respirar y que me acerqué a la ventana para abrirla.
cuando dije todas estas cosas no te estaba diciendo la verdad.
»

Novela inglesa actual, Nell Leyshon, Feminismo
Finalicé 2024 con una lectura más que liviana, la de Carmen Posadas titulada "Por el ojo de la cerradura", y he comenzado este año lector 2025 con una novela potente, que me ha gustado mucho. Se trata de "Del color de la leche" de Nell Leyshon, novela publicada en 2012. La historia que relata sucede durante el año 1830, concretamente desde la primavera de ese año hasta la de 1831, momento en que la narradora dice estar escribiendo la carta que pone en nuestras manos y que dirige a un tú genérico, al lector que tenga la oportunidad de hacerlo. El lugar donde sucede la historia es una localidad innominada de la campiña inglesa. Estamos en el siglo XlX, en una sociedad eminentemente rural y nos encontramos con dos familias muy diferentes entre sí:  la de Mary, la protagonista principal, una chica de quince años, está formada por un matrimonio y sus cuatro hijas; es una familia pobre y esforzada de la noche a la mañana en sacar adelante la explotación agrícola-ganadera; para el padre de esta familia, brutal en su relación con las hijas, más patrón que padre, el dinero es el dios supremo. Del otro lado encontramos a una familia acomodada, la del vicario Graham cuya mujer está muy enferma y cuyo único hijo, Ralph, es un poco vivalavirgen. La unión entre ambas historias y familias va a darse a través de Mary, la menor de las hijas del matrimonio agrícola, que va a ir a servir a la casa del vicario para ocuparse, entre otras cosas, de la mujer enferma.
Comparado con el trabajo que tenía que desarrollar en la granja del padre, el de la Vicaría es cómodo para Mary, una chica acostumbrada a estar siempre activa. Pronto la esposa del señor Graham le pide a Mary que se dedique en exclusiva a ella y así lo hace ésta a pesar de las reticencias mostradas por Edna, el ama de llaves, que ve cómo la recién llegada a la casa se está haciendo con el afecto de todos. 
Mary es una chica agradable de rostro, pero su figura se ve  lastrada por la cojera que sufre en una pierna desde su nacimiento:
«algunos dicen que madre estuvo enferma aquel verano y que siguió trabajando en el campo y que tenía un bulto que era yo y que no podía agacharse bien porque yo estaba en medio.
y dicen que se me torció la pierna con el peso  y que ya nunca más estuvo bien.
cuando era bebé me la ataron con un trozo de madera para enderezarla, sólo que me rozaba y me salió sangre y yo grité hasta que me la quitaron y dejaron que mi pierna se fuera para donde ella quería.
y por eso soy como soy.»
Mary es una chica avispada que no se arredra ante nada, que contesta sin miramientos a quien la importuna y que muestra grandes deseos de aprender. A pesar de ser analfabeta como el resto de su familia cuando por deseo de su padre tiene que ir a servir a casa del vicario y ve los libros que éste tiene en su biblioteca se siente atraída por ellos. Cuando el señor Graham le pregunta si le gustaría aprender a leer y a escribir, ella pronto responde que sí. De esta manera se establece entre ella y el Vicario una relación que tiene visos de ir más allá de la meramente laboral.

Todos los personajes del relato tienen personalidad propia y Nell Leyshon los define con uno o dos rasgos característicos: la cojera y espontaneidad algo lenguaraz y despierta de Mary; en las hermanas de ésta, la excesiva religiosidad de Beatrice,  la sensualidad y búsqueda de afecto de Violet y «el carácter podrido» de Hope. Luego está el padre, un hombre brusco, violento, que explota a las hijas laboralmente y constantemente se lamenta de que no hayan sido chicos. Por su parte la madre es casi un cero a la izquierda que sigue a pies juntillas las ideas de su marido. Sólo el abuelo enfermo demuestra rasgos de humanidad y afecto con Mary, que es la nieta que lo cuida y se preocupa por su bienestar. Del lado de la casa del Vicario encontramos a Graham, un hombre que malamente puede controlar sus instintos; lo mismo le sucede a su hijo Ralph, joven caprichoso y mujeriego que no se preocupa de los destrozos que sus actividades provocan; sólo la madre enferma demuestra hacia Mary cariño y humanidad sin exigir contrapartida alguna por ello.

Si hay algún asunto importante, aparte del que es objeto de la carta que escribe Mary y que el lector descubrirá durante el transcurso de la lectura, éste es sin duda alguna el de la maternidad. Los personajes son mujeres y esta condición las hace madres voluntaria o involuntariamente. Ellas y sus hijos, sus hijos y ellas, son elemento central en Del color de la leche. La coreada reivindicación feminista del "Nosotras parimos, nosotras decidimos" es clara en el relato. Y también, esta vez expresada por boca de la mujer del Vicario, el convencimiento de que el destino de los hijos es el de levantar el vuelo, dejar el hogar, y que la obligación de los padres (las madres en este caso) es facilitar ese tránsito:
«sabes, me dijo, cuando tienes un bebé te parece que toda tu vida es ese niño y nunca te imaginas que van a crecer y que no te van a necesitar más y que van a querer irse.
no se puede evitar que crezcan, dije yo.
ya lo sé, pero no puedes imaginarte como es. lo dejas todo para cuidarlos y para protegerlos y después se van. es como si te consumieran para conseguir su propia vida.
»
La novela está escrita de manera novedosa enlazando la forma con el fondo y especialmente con la narradora que, como ya he dicho, no es otra que la misma Mary, la cual está escribiendo una carta a un "tú" no identificado. Debido a haber sido hasta hace muy poco analfabeta Mary no domina del todo el arte de la redacción y por ello vemos que no sabe hacer uso de las mayúsculas y que cae continuamente en el polisíndeton de la conjunción copulativa "y", tal y como les sucede a los niños cuando cuentan cosas:
«él estaba en el patio esperándome. no dijo nada. yo no dije nada. caminé hacia la casa y él me miró un momento y entonces dio un paso hacia delante y me agarró del brazo. y me llevó a rastras dentro de la casa. y hope y violet me estaban mirando. y él tiró de mí a través de la cocina. y madre estaba ahí al lado. y yo gritaba y ella estaba ahí y me miraba.»

Esta carta me ha recordado mucho, por su narración en primera persona y por el asunto que relata, al Lazarillo de Tormes. Al igual que en la novela picaresca española de autor incierto la protagonista  cuenta el asunto -el 'caso'- en el que ella se encuentra inmersa en ese momento. También me ha recordado mucho la historia que en ella se narra a la que no hace mucho, y con gran agrado por mi parte, leí en "Precioso veneno", la novela de Mary Webb que hace cosa de tres meses o así reseñé en este blog. Ambas novelas, la de Leyshon y la de Webb, narran historias duras, pero endulzadas en ocasiones con expresiones amables para suavizar la terrible verdad que cuentan. En el caso de la narradora de Del color de la leche, ella, Mary, temerosa de crear en el lector el malentendido de que todo fuera una ficción, una imaginación, en un momento dado aclara (véase la cita que encabeza esta entrada).

Cierro la reseña de esta deliciosa -¡y dura!- novelita con una referencia a las reflexiones metaliterarias que aparecen en ella. Mary, en su inocencia de escritora primeriza alude con frecuencia al acto de escritura que está realizando:
«éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano
[...]
quiero contarte lo que ha pasado pero tengo que tener cuidado de no apresurarme como hacen las vaquillas en la entrada. porque entonces iré por delante de mí misma y puedo tropezarme y caerme y de todas maneras tú querrás que empiece por donde debo empezar.
y eso es por el principio.»
Del mismo modo Mary describe las dificultades del proceso de escritura por las que pasa mientras escribe la carta que tenemos en nuestras manos:
«escribir lleva mucho tiempo. hay que deletrear y copiar cada palabra encima de la página, y cuando termino tengo que volver a mirar para ver si las he elegido bien. y algunos días tengo que pararme porque tengo que pensar en qué es lo que tengo que decir. y en qué es lo que quiero decir. y en por qué lo estoy diciendo.»

Una primera lectura de este nuevo año más que satisfactoria. Una lectura que recomiendo a cualquiera que ame la buena liuteratura. 



5 ene 2025

Carmen Posadas. "Por el ojo de la cerradura"

«Soy de la teoría de que el interés malsano por las intimidades del prójimo es algo muy arraigado en todos nosotros. Es completamente falso que sólo las personas de bajo nivel cultural se sienten atraídos por el chismorreo y la curiosidad malsana; todos, sin excepción, somos voyeurs”.» (Pág 126, artículo ”La era voyeur”)

Hace ya tiempo que me he intentado despojar de todos mis impedimentos y rémoras mentales. Me refiero a esos lastres que normalmente vamos echándonos encima y que nos impiden hacer, ver o enjuiciar algunas cosas si es que no se atienen a unos principios inalterables establecidos por no sé quién o quiénes. Sí, lo he intentado, y he fracasado las más de las veces. Pero ha llegado un momento en que ya todo me da igual. Echo mano de la inteligente frase de Groucho Marx cuando en Sopa de ganso dice eso de "estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros" que ahora, como tantas cosas, descubro que ni se dice en esa película ni tampoco, claro, la dijo Groucho Marx. Así nos va, repetimos como loros sentencias, frases, dichos de unos y de otros que jamás dijeron ni los unos ni los otros.
Y todo este exordio, ¿para qué? Pues simplemente para justificarme por haber evitado durante años los libros de ciertas personas con proyección pública, periodistas muchas veces. Pero ¿por qué me comportaba así? Pues si soy sincero, ni siquiera yo lo sabría explicar. Mi mejor respuesta sería esa inexorable afirmación que dice "pues porque sí", o sea que "habló Blas y punto y final". 

Aclaradas (¿despejadas? No lo tengo yo tan claro) mis ideas, he tomado en mis manos sin ningún problema de conciencia un librito de Carmen Posadas. Sí, ya saben, la misma Carmen Posadas que estuvo casada con el que fuera gobernador del Banco de España, Mariano Rubio. ¡Ah, que no lo sabían! Bueno es que uno ya peina canas en sus sienes y recuerda que hace años la pareja formada por Mariano y Carmen, Carmen y Mariano, aparecía un día sí y el otro también en el papel couché de las revistas del corazón. Que un político y economista se hubiese casado en los años 80 con una guapa uruguaya 22 años más joven que él levantó todo un malsano interés informativo. El trabajo que como escritora de libros y como periodista ella había desarrollado hasta el momento de este casamiento quedaron opacados por el bullicio generado por la actividad de su marido, en especial cuando quedó tocado como figura pública a raíz de un caso de corrupción económica. 

Es el segundo libro que he leído de esta autora que se alzó con el Premio Planeta de Novela en 1998, un año antes del fallecimiento de su marido, con la novela titulada 'Pequeñas infamias'. Anteriormente a Por el ojo de la cerradura leí su novela "La cinta roja" (2008) cuyo título alude al distintivo que los jacobinos ponían a quienes iban a ser ajusticiados con la guillotina. El protagonismo recae en Teresa Cabarrús una aristócrata española que durante la revolución francesa hizo lo posible por salvar al mayor número posible de reos. Me agradó esta lectura y ya mis prejuicios sobre la charrúa comenzaron a desvanecerse; por eso cuando estas Navidades pasé por la Biblioteca de mi barrio en busca de lecturas para las vacaciones y me topé con Por el ojo de la cerrradura me dije «¿Por qué no?» y junto a otros dos libros de más enjundia ('La hija del optimista' de Eudora Welty -reseñada no hace mucho en este mismo blog- y 'Del color de la leche' de Nell Leyshon -cuya reseña haré próximamente-) lo saqué y durante estas Navidades lo he leído.

Se trata de una serie de pequeñas reflexiones en las que la autora habla sobre temas de la actualidad más o menos inmediata al momento de escritura. Tener en cuenta este momento es muy importante para valorar el enorme cambio que ha experimentado nuestra sociedad durante los cerca de 25 años que separan la aparición del libro en 2001 y hoy, enero de 2025, cuando lo he leído. Además, al estar el libro escrito en plan crónica de actualidad, paradójicamente la misma se pierde por el paso del tiempo. El librito se publicó en 2001 y hoy muchas de las referencias a personas entonces conocidas ya no sirven, bien por no estar ya entre nosotros, bien por haber perdido aquello que la Posadas predicaba en este o aquel articulo. Y es que ¿qué joven de menos de 25 años reconoce al político laborista inglés que responde al nombre de Tony Blair? o ¿Quién es una tal Cindy Margolis? Es evidente que 24 años después el mundo ya no es el que era. Según leía yo Por el ojo de la cerradura una pregunta se me venía constantemente, una reiterada pregunta que con insistencia me cuestionaba qué coños hacía yo leyendo ese libro ahora. Y la respuesta no podía ser otra que la siguiente: Pasar (quizá, perder) el tiempo, estaba claro. 

Pero no quisiera ser tajante, dictaminar desde una supuesta posición de superioridad, la bondad o ausencia de la misma en esta obra. Simplemente diré que me ha entretenido de la misma manera que me entretiene ojear y hojear una revista en la sala de espera del dentista, sin más pretensión que hacer más amable la espera. Y en esta espera observo que Carmen Posadas en esta especie de colección de artículos periodísticos o crónicas de sociedad se confiesa como feminista aunque no radical («Yo no soy ni he sido nunca una feminista enragée»). También yo diría que dirige sus escritos a un público eminentemente femenino y lo digo porque para mí nombres como Goldie Hawn o Dyan Cannon, por ejemplo, nada me dicen. ¿Defecto mío? Puede ser, pero lo que sí es verdad es que he llegado hasta aquí, vamos hasta la edad que tengo -la misma que Carmen Posadas- sin necesitar identificarlos. ¿Les ocurre lo mismo a mis amigas? Sería bueno saberlo. 

Distribuye los artículos en seis apartados cuyos epígrafes en mi opinión identifican con claridad el público lector en quien la Posadas estaba pensando mientras escribía su libro, o sea, ellas, las mujeres:  Nosotras, Ellos, Los elegidos de los dioses, Víctimas del look, Dime cómo te vistes y te diré cómo eres, y Reglas de la buena (y la mala) educación. La mayoría de los escritos reflexionan sobre lo inane de la moda, el voyeurismo social, la tiranía del aspecto físico, la fama... La autora es bastante transparente a la hora de manifestar sus fobias y filias hacia algunos personajes de la sociedad. 
«el caso de Ana Obregón, en cambio, me chifla: parece como si tuviera una necesidad compulsiva de ir siempre enseñando sus “lolas” de plástico. Bueno, hasta ahí lo entiendo: si la pobre chica ha sido como una tabla de planchar toda la vida, ahora querrá mostrarnos sus protuberancias, vale, elemental querido Freud, pero ¿y las piernas? Teniendo en cuenta que son como dos palillos, me pregunto yo que afán la empuja a enseñarlas a todas horas» 
En el apartado titulado Dime cómo vistes y te diré como eres pasa revista al look de las mujeres en traje de baño y también al de muchos hombres. De nuevo diré que el tiempo no perdona y estoy convencido de que muchos jovencitos y jovencitas de hoy difícilmente reconocerán los referentes reales de algunos de estos nombres propios, algo que si ella misma lo declara, referido a cuando ella estaba haciendo el libro en 2001, ¿qué no ocurrirá hoy, 25 años después?
  • «Son mujeres que muchos jóvenes se hoy apenas sabrían decir quienes son: Esther Williams con sus púdicos trajes de baño con faldita “acorta piernas”, Raquel Wetch y su bikini saliendo del mar para fundirse con Bond, James Bond, Marilyn Monroe y su estomaguito retenido bien a la fuerza, y luego estaría la mujer de hoy sin miedo, esa gordita que se coloca un bikini porque quiere tomar el sol y bañarse, una mujer que no tiene miedo a nada ni a nadie, que no es prisionera de nadie ni de nada, no siquiera de la moda.» 
  • «los calzones de Fraga en Palomares, el look de José Mari, el de Felipe González, el de Narcis Serra…»
De Por el ojo de la cerradura lo que más me ha agradado es volver a recordar lo mucho que disfruté durante mis años universitarios con la semiología del francés Roland Barthes. El recorrido que Carmen Posadas hace por el mito moderno, la fama, la popularidad, las revistas del corazón, la publicidad y tal me han hecho recordar las indagaciones semiológicas que a rebufo del estructuralismo sesentero hiciera el estructuralista francés en libros que yo durante mis años universitarios disfruté muchísimo; me refiero concretamente a “Mitologías” y “Elementos de semiología”. Pero, amigos míos, Barthes murió en 1980, hace ya 45 años, y me temo que la Posadas, de mi misma edad, se ha quedado un poquito allí varada. 

En conjunto el libro que tenemos en las manos, en especial el último apartado, “Reglas de la buena (y de la mala) educación”, está cercano al ensayo de costumbres. La Posadas se muestra contraria a la desaparición de la gentileza masculina no por culpa siempre de éste, sino con frecuencia por culpa de las propias mujeres que se niegan a ser tratadas como seres frágiles o diferentes al varón. Habla aquí también de estas costumbres, hoy tan extendidas, de besuquear o tutear a diestro y siniestro. Con gracia expone las distintas maneras de besar a los amigos, a los ex, a los desconocidos que nos son presentados… e incluso alude a ese hábito novedoso de besar no con dos, menos con uno, sino nada menos que ¡con tres! Y sobre el tuteo hoy tan habitual defiende el ustedes frente al tú y se critica a a sí misma por haber caído en él a veces por no sabe bien por qué.


Para finalizar
Premio Planeta, Jurado del Premio Planeta
Leyendo esta colección de reflexiones o pensamientos sobre la actualidad redactados hace casi 25 años a mí vez vengo yo a reflexionar sobre el cambio que en este cuarto de siglo se ha producido en lo que a voyeurismo se refiere. Carmen Posadas realiza su crónica voyeur, o sea, mira Por el ojo de la cerradura,  tomando nombres de personajes públicos del corazón, de la música, del cine, del artisteo… Hoy, veintitantos años después este cotilleo, este voyeurismo vergonzante y muchas veces vergonzoso tiene otros protagonistas: los políticos. Son ellos quienes ahora se esfuerzan por ocupar esos programas televisivos que antes eran territorio exclusivo de las intimidades de los famosos. Se han erigido en famosos y hacen lo posible por permanecer allí semana tras semana, mes tras mes, año tras año, hasta obtener su ansiado botín, el voto del espectador anónimo que les haga repetir en el puesto para durante otro cuatrienio volver a machacar con sus veleidades, traiciones, astucias y añagazas.

Por el ojo de la cerradura se cierra con un artículo titulado 'Si yo fuera rica'. En él declara Carmen Posadas con claridad la intención de su libro, entretener y comprenderse a sí misma
«Ser un Voyeur tampoco da la felicidad, naturalmente, pero ayuda a pasar el rato y también a comprender al prójimo, así como entender a ese prójimo tan cercano y a veces tan desconocido que es uno mismo.»