«El taller Bremen es uno de los nombres por el que (algunos de) los asistentes llaman a un colectivo que se reúne en miércoles alternos para leerse relatos.Primero fue en el sótano de La independiente, la librería de Malasaña; después en La Pródiga, taberna también de Malasaña, hasta que llegó la pandemia y tuvo que cerrar. Las reuniones son ahora on-line, esperamos que por poco tiempo.»
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30 may 2023
Colectivo literario Bremen. Decamerón del siglo XXI
27 may 2023
Un lugar a donde ir. 2ª entrega de la serie "Puerto escondido" de María Oruña
La novela me ha resultado muy entretenida. Me ha gustado volverme a reencontrar con la teniente Redondo y todos los guardias civiles que la rodean en la comandancia santanderina donde trabaja. También me ha gustado esa manera paralela de llevar dos tramas que naturalmente, y tal como sucede en la primera de la serie, confluyen y se funden en una según avanza la narración. Sólo le pondría una pequeña pega: el desarrollo y resolución de la trama me ha parecido algo previsible. El sospechoso máximo se vislumbra con bastante claridad doscientas páginas antes de que la historia concluya. Pero con todo y con eso es una novela interesante en la que se aprenden muchas cosas (de paleontología, de numismática medieval, de venenos naturales, de criminalística, etc.).
Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)
Al igual que señalé en la reseña de su novela anterior [ver aquí], todos los personajes están muy bien perfilados y tienen personalidad propia; hasta los agentes Alfonso Zubizarreta y Marta Torres, más planos en la primera entrega, la tienen en ésta. Del grupo más próximo a Valentina Redondo destacan el subteniente Sabandelle, que sigue con sus características de machista y engreído; el sargento Riveiro, siempre muy implicado en su vida familiar con su mujer Ruth e hijos; el capitán Marcos Caruso, exigente donde los haya y muy nervioso por todo lo que de los casos pueda trascender y perjudicarle; el juez Jorge Talavera, etc. Por la parte de Óliver Gordon, pareja ya mucho más consolidada de Valentina, destacaría a Michael Blake, amigo de la infancia que lo ayuda con la gestión de Villa Marina, la casa rural que Oliver tiene allí montada. Fue precisamente la adquisición de esta casa con los sucesos en ella acaecidos, relatados en Puerto escondido, la primera entrega, lo que provocó que él y Valentina se conociesen. En la órbita de Óliver además está Anna Nicholls, su pareja en la anterior novela, que ahora ya sólo aparece en el último cuarto de Un lugar a donde ir aunque teniendo una función más que relevante en el relato; más perdido en la distancia está Guillermo Gordon a quien Óliver busca con denuedo y que sólo al final aparece por sí mismo y no sólo citado como hasta entonces. Imagino que en la siguiente entrega, quizás Guillermo tenga un mayor protagonismo; una razón más para no dejar pasar mucho tiempo por mi parte sin leer Donde fuimos invencibles, la tercera de la serie. Naturalmente categoría aparte y principal tendrían los personajes de esta novela, segunda de las cinco que por ahora componen el grupo de títulos agrupados bajo el rótulo de Puerto escondido, sobre los que se centra la investigación policial: la medievalista Wanda Karsávina y los espeleólogos Arturo Dubach, suizo; Helder Nunes, portugués; Marc Llanes, español catalán; y Paolo Jovis, italiano. Cada uno con sus peculiaridades, pero los cinco con individualidad y personalidades auténticas y muy diferentes.
- «en un claro de la selva, entre vegetación y abruptas piedras calizas y grises, vieron una pequeña pero ancha pasarela de madera que, como un mirador, se extendía al borde de un impresionante abismo. A ellos, que ya habían visto tanto, les hizo enmudecer su belleza. Su tamaño era colosal, majestuoso. La sensación ante el vacío que se abría ante ellos, indescriptible. Habían legado, por fin, al Sótano de las Golondrinas.»
- «Quizás fuesen aquellos viajes en barca con su abuelo curioseando cuevas. O quizás fuese culpa de aquel pintor loco, Karl Wilhelm, que había dejado impresa su huella, su esencia, en aquellos cuadros de la cartuja de San Giacomo, en la mismísima Capri. [...] Se habían decidido a curiosear dentro de aquel antiguo monasterio, que se había transformado en un edificio basto y decadente que albergaba un desangelado museo. [...] Hubo un cuadro que lo dejó pasmado, clavado al suelo: Grotta della Minerva; en él, gaviotas y espuma de mar se revolvían en espiral a la entrada de una gruta marina.»
«—Menos mal que se ha levantado la niebla, porque esto parece la ciénaga de los muertos, joder. (dice Riveiro a la Tte. Redondo)—¿La qué?—¡La ciénaga! Pero, bueno, ¿tú no has visto El Señor de los Anillos?»
«—Es verdad, yo vi cómo Batman dejaba a Barbie princesa en el prado.—¿Batman? —preguntó Torres, mirando a Zubizarreta y volviéndose a inclinar al lado de la niña.—Sí, no se veía bien, pero yo creo que era Batman. Lo vi de espaldas, cuando vine a la cocina por la noche.»
«Benditos sean los muertos buenos y las almas arrepentidas [...].Que el sol de los muertos aplaque los sus tormentos y los sus dolores. Amén.Oración cántabra dedicada a los muertos»
«La vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.»
(En la web somosviajeros.com de donde tomo la foto hay un magnífico reportaje sobre esta Cueva cántabra)
17 may 2023
"El retrato de casada" de Maggie O'Farrell
«Recibirían a un varón con gran júbilo y alivio, lo sabe, pero entonces lo moldearían para un solo destino: ser duque. A una niña se le exigiría hacer lo mismo que ha hecho ella, desarraigarse de su familia y de su lugar de nacimiento para arraigar en otra parte en la que tendrá que aprender a medrar, a reproducirse, a hablar poco y hacer menos, a quedarse en sus habitaciones, y a cortarse el pelo, y a evitar las emociones, y a contener la estimulación y a someterse a todas las caricias nocturnas que le salgan al paso.»
Acabo de finalizar El retrato de casada, la última novela de Maggie O'Farrell, que en España ha publicado, como todas las suyas, Libros del Asteroide en estupenda traducción de Concha Cardeñoso.
«Lucrezia agarra el borde del plato con los dedos. La certeza de que él pretende acabar con su vida es como una presencia a su lado, como si un ave rapaz de negro plumaje se hubiera posado en el brazo de la silla»
«Lucrezia pasea con unos zapatos blandos y un vaporoso vestido amarillo. Lleva una cofia azul claro en la cabeza sobre la que caen con curiosidad unos suaves rayos de sol, que se le posan en la coronilla y en la frente como caricias de un animal domesticado.»
- «Una formación de soldados desfila por el puente, tres filas de a dos, con la espada al hombro. Cruzan la plaza y desaparecen por una calle lateral. Un hombre de capa negra se acerca por el puente y el portero le franquea la entrada. Salen dos criadas con sendas cestas, en el centro de la plaza se separan y la más alta le dice algo a la otra, que hace un gesto de despedida con la mano.»
- «Ve el ir y venir de los ferrareses, que cruzan la plaza hacia un lado, después hacia otro. Ve a los niños, que van de la mano de sus padres. Ve a una mujer que lleva una bala grande de tela a la espalda, a un hombre que hace rodar un barril empujándolo con los pies, descalzos y sucios, a una niña tirando de un perro atado con una cuerda, a dos hermanos cargados con haces de leña.»
- sobre las intenciones de su esposo
- «Este hombre sin duda es distinto del que ordenó la muerte de Contrari. No pudo haber sido él. Este es su marido, que la ama, o eso parece; ese fue el gobernador de Ferrara. Son el mismo hombre; son hombres distintos, el mismo, pero diferentes.»
- sobre lo que ella, quizás, debería de hacer como mujer que es
- «A lo mejor todo se arregla. A lo mejor se ha equivocado con las intenciones de Alfonso. Podría concebir un hijo, podría darle un heredero, podría seguir siendo la duquesa. Podría.»
«Ahí está -murmura Alfonso, y las palabras llegan a los oídos de Lucrezia, que se encuentra en el lado opuesto, y le sonríe-: Mi primera duquesa -añade»
9 may 2023
Teatro de La Abadía: Andrew Bovell y Juan Mayorga (A pares XXXVII)
5 may 2023
Laura Rivas Arranz. Dos novelas: "Pasos en la escalera" y "Rompecabezas" (A pares XXXVI)
«Aquella mañana, mirando a esa chica, los presuntos logros de las psicoterapias y de la fenotiacina se habían venido abajo. Y lo supo: su vida tampoco existía. Él no existía. Él era tan irreal como la abeja. Siempre lo había sospechado. Lo sabía. Los psiquiatras se equivocaban y él tenía razón. Todo era ficticio. Como una novela. No era más que una novela.» (Pasos en la escalera, pos. 916)
«Los crecidos jugadores de rompecabezas también han llegado hasta el coro. Ellos son siempre los primeros que se apuntan a guitarra, a baloncesto, a los Scouts. También el coro lo dominan. Sofía procura alejarse de todo en lo que ellos estén. Con ellos cerca no puede sentirse bien.» (Rompecabezas, pos. 910)
Pasos en la escalera (1ª edición, julio de 2015) es la segunda novela de una paisana mía, Laura Rivas Arranz, que se dio a conocer con Rompecabezas aparecida en 2013.
Me he adentrado, pues, en la literatura de Laura Rivas Arranz en orden inverso, pero creo que tal alteración no ha sido óbice alguno para degustarla debidamente. He comprobado que el procedimiento fundamental empleado en ambas novelas, dentro de los capítulos en que distribuye su contenido, es la presentación de la trama en breves secuencias o escenas narrativas. Es un procedimiento original que perfecciona en Pasos en la escalera donde suma al mismo el del perspectivismo (enjuiciar un mismo fenómeno, vivir una experiencia, sentir una emoción... desde el diverso punto de vista de diferentes personajes) y el contrapunto. Por contra en Rompecabezas las secuencias narrativas se suceden unas a otras de manera más lineal sin ahondar en otros recursos más que el derivado de la propia evocación por la contemplación de una fotografía de un tiempo pasado.
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«No podría. No lo conseguiría, seguramente no podría pagar el alquiler.***No podría. No lo conseguiría, seguramente no podría aprobar.»
«Releyó las últimas líneas, y volvió a escribir:La radio, los periódicos y la televisión no prestaban atención a su virus. Nadie hablaba ya de él. Encerrado en aquel piso a medio amueblar, se sintió abandonado y muy solo. Tan solo que decidió entregarse.Bruno miró sorprendido a su personaje. Eso no estaba previsto. pero le daba un giro interesante a la historia.»
Además, en esta novela aparecen muchos más elementos que en Rompecabezas. Así el mundo de la Música («El cerebro le canturreaba, desafinado y descontrolado, aquella Suite en Re mayor o lo que fuera del dichoso Bach.»); del Cine en la alusión que se hace a personajes de El silencio de los corderos del director Jonathan Demme, película que Claudia está viendo en el televisor («Y Claudia pensó que al lado de Clarice Starling ella era una inútil total. Ella jamás daría con Bufalo Bill ni recataría a la pobre Catherine.»); del Cómic («Mirando a Batman dentro de la viñeta, Daniel pensó que sí, que Bruce Wayne era un hombre afortunado.»); de la misma Literatura en las referencias a títulos de libros que unos u otros personajes leen sirviendo esas lecturas a la novelista para caracterizar a alguno de sus personajes, de manera que mientras que Claudia lee a J. D. Salinger («Miró la portada de ese viejo libro de bolsillo, que en algún momento debía de haber metido en la maleta, porque ahora estaba allí junto a la radio: "El guardián entre el centeno"») Irene se siente atraída por Lo que el viento se llevó («Miró otra vez el libro. Le consoló que Escarlata tampoco estuviera teniendo un buen día en la novela»)...
A propósito del Cómic, según yo avanzaba en la lectura de la novela no se me iba de la cabeza la semejanza que encontraba entre el edificio viejo de siete plantas donde transcurre la vida de este variopinto grupo de personajes y la exitosa historieta gráfica "13, rúe del Percebe" de Francisco Ibáñez. Al igual que en las historietas ideadas y dibujadas por Ibáñez, en la novela de Laura Rivas Arranz todo sucede de manera simultánea en cada uno de los pisos que ven su actividad interrumpida por el ruido de los pasos de alguien bajando las escaleras, por el portazo de la puerta que da acceso a la azotea, por la discusión en la casa del hijo de la propietaria, etc.
Ya he dicho que la novelista prosigue con el procedimiento de abrir secuencias utilizando las mismas palabras empleadas para finalizar la inmediatamente anterior: una discusión en un piso, el sonido de la televisión, el golpe de una puerta... En alguna ocasión, incluso, se repite toda la serie de palabras con que acaba una para sin solución de continuidad iniciar con ninguna o muy pocas variaciones la siguiente. Este recurso literario, denominado técnicamente anadiplosis, sirve para marcar la simultaneidad temporal de lo que sucede en los diferentes pisos que componen el edificio. Una simultaneidad que transcurre a lo largo de los cuatro meses evocados a raíz del salto al vacío que en enero una persona efectuó desde un piso de ese edificio viejo y destartalado. Estamos, pues, ante una novela que comienza y finaliza en el mismo momento, abriéndose entre el primero y último de los cinco capítulos que forman el relato un paréntesis de cuatro meses durante el que nos enteramos de la vida de cada uno de los habitantes de ese peculiar edificio. Es un procedimiento muy cinematográfico.
Todos los personajes sufren algún problema, tienen alguna carencia. Los hermanos Víctor y Alejandro padecen depresión uno y esquizofrenia el otro; la anciana Catalina, dueña de todo el inmueble, está entrando en fase senil y tiene claros síntomas de alzheimer; su hijo, la mujer de éste, y los hijos de ambos, Cristina y Daniel, representan a una familia tipo con un padre algo agresivo, una mujer que está despertando de su sumisión y unos hijos, en especial, Daniel, que contemplan lo que les rodea con un estoicismo digno de alabanza; Bruno, es un escritor sin posibles que debe mendigar a su hermana para poder pagar el alquiler; Martín, un médico que mantiene una relación en el hospital; Irene, la chica popular menospreciada en parte por sus propios padres ante el éxito profesional de su hermano...Y, naturalmente, Claudia, el ser más próximo en mi opinión a la propia escritora. Todos estos seres se encuentran algo perdidos en el mundo que habitan. Y sobre todo están solos; en ello insisten los dos hermanos Víctor y Alejandro: «Estaba solo. Estamos todos solos».
La soledad, la timidez, la necesidad de plegarse a los deseos de los otros, especialmente a los de los padres como le ocurre a Claudia, son temas recurrentes en la novela. Temas que en cierto sentido ya estaban presentes en Rompecabezas.
Para finalizar
«Asociaciones de vecinos denuncian el abandono del parque de La Alameda. No había fotografía. Pasó a otra página: La artista argentina Marisa Escobar muestra su obra en la Sala Platina.»
«Pasos en la escalera no ha tenido, hasta el momento, mucha suerte. Ha tenido lectores, sí, pero no muchos. Así como Rompecabezas puedo afirmar que es una novela con estrella. Pasos en la escalera ha sido —hasta ahora— más de estrellarse.»