Pages - Menu

3 jul 2023

"Literatura infantil" de Alejandro Zambra

«No está claro que hayamos, en propiedad, elegido un equipo de fútbol. Para muchos de nosotros ese aspecto de la herencia paterna fue el único que nunca cuestionamos. Y aunque estuviéramos peleados a muerte con nuestros padres, la posibilidad de sublimar los problemas y ver un partido juntos nos proporcionaba cierta dosis razonable de esperanza familiar, una tregua momentánea que al menos nos permitía sostener la ilusión de pertenencia.»

Ensayo, Cuento, Literatura chilena
He llegado hasta Alejandro Zambra, escritor chileno (Santiago, 1975), movido por la lectura de reseñas positivas sobre su último libro titulado Literatura infantil. En ellas se resaltaba el hecho de la transformación íntima sufrida por el escritor a raíz de su conversión en padre. «Cuando tienes un hijo, vuelves a ser hijo», dice el autor en una de las primeras páginas de este ensayo-novela compuesto en realidad de una especie de diario (parte I) y de una serie de relatos (parte II) que bien podrían ser independientes pero que mantienen entre sí una línea de vida, un hilo que los une, que los agrupa en torno a ese hecho: ser padre.

Leer en esas reseñas cómo al hacernos padres reconocemos la labor realizada por los nuestros es lo que me lanzó a hacerme con esta obra. Primero pensé en regalársela a mi hijo, padre primerizo de un niño precioso (¡qué voy a decir yo que soy su abuelo!, pensaréis no sin razón). Haberme convertido en abuelo hizo que rememorara el momento en que yo accedí a la paternidad. Recuerdo que según que mi hijo iba descubriendo el mundo que lo rodeaba, daba sus primeros pasos, balbucía las primeras palabras, mi memoria iba al encuentro de mis padres. ¿Habrían ellos experimentado la misma emoción, el mismo gozo, idéntica enorme ilusión como la que yo estaba teniendo día tras día? Además, algunas preguntas hechas por mi hijo sobre mis reacciones y comportamientos hacia él cuando bebé me animaban a regalárselo. Pero antes de hacerlo, decidí  leerlo yo.

Lo primero que llamó mi atención es su adscripción a un género en concreto. Ni el mismo Zambra tiene claro si la obra es un ensayo o un cuento. Constantemente él se inclina por denominarlo "ensayo" dado -imagino que es por esto-  que responde plenamente a la definición que suele darse de este género: escrito breve en el que de manera personal se reflexiona sobre algún asunto. En este caso la recién adquirida paternidad. Pero verdaderamente ¿qué es?
[Jazmina, la esposa de Alejandro Zambra] «Dice que le gusta mi cuento. Le digo que es un ensayo. Dice que le gusta mi ensayo en un tono que evidencia que cree que es un cuento y que no le gusta tanto.»
El autor en este y otros momentos presentes en el libro lo que transmite es la duda íntima que él mismo tiene. La indefinición de géneros es algo normal en la literatura de hoy día. En su escrito Alejandro Zambra reflexiona en voz alta no sólo acerca de su condición de padre, el recuerdo del hijo que fue, la valoración que ahora mismo le merece la figura de su padre al que en su primera juventud vino a despreciar un tanto, etc. También se hace preguntas sobre lo que en forma de libro está construyendo. Y es que en esta obra hay muchísima metaliteratura. El proceso de construcción literaria está muy presente tanto en reflexiones que le asaltan al propio autor cuando piensa en cómo abordar ciertos relatos (1), como en las indicaciones o consejos que personas de su entorno le dan sobre este o aquel personaje (2)
  1. «Las veces que intenté este relato lo hice en tercera persona.Casi siempre pruebo en primera y en tercera. Y también en segunda, como mi novela favorita, Un hombre que duerme, de Georges Perec. Al final elijo la voz que me suena más natural, que casi nunca es la segunda persona.»
  2. [Jazmina a propósito de la historia que Zambra cuenta sobre su relación con un personaje] «Bueno, haz que Anastasia sea más consistente. No me creo mucho a ese personaje. Hazla más seria.»
Su experiencia paternal hace que especialmente en la segunda parte del libro se centre más en su relación con Horacio, su propio padre ahora abuelo de Silvestre. En esta segunda parte conocemos la propia infancia, adolescencia y primera juventud del autor-personaje, en suma, la evolución y crecimiento del propio Zambra. Una etapa en la que relata conflictos habidos por él con su padrastro, su salida del hogar paterno, su llegada a la literatura a través del fútbol, sus amores, cómo debía ocultar a una novia antifutbolera esta pasión...

También en esta segunda parte usa todas las personas narrativas e introduce el relato haciéndolo, construyéndolo. Hay personajes que intervienen desde fuera de él aconsejándole cómo hacer, qué añadir, qué suprimir... Estos seres son Jazmina sobre todo, pero también Horacio, su padre, que discrepa del sesgo que Zambra da a algún relato protagonizado por él. En la primera parte, una especie de diario en la que el autor vierte su experiencia de la paternidad, la persona narrativa más utilizada es la primera naturalmente. Es en esta parte más personal donde percibimos al Zambra más frágil, más vulnerable. El amor, los sentimientos despertados en él por Silvestre lo muestran humanamente desarmado, quebradizo...

 El título del libro, Literatura infantil, se justifica en las primeras páginas del ensayo-cuento. Cuenta Alejandro Zambra que su editora no hacía más que pedirle que escribiera un libro infantil. Él hasta el momento no le había hecho ningún caso, en principio porque es contrario a esa afición de los responsables del mundo editorial por parcelar la literatura. 
«Se me hace tan absurda la existencia de una literatura no infantil, de una literatura para adultos, para no-niños, una literatura-literatura, una literatura de verdad; la idea de que hago y leo una literatura de verdad y que los libros que leemos juntos son una especie de sustituto o de sucedáneo o de imitación o de preparación para la literatura verdadera me parece tan injusta como falsa.»
Comparto con él esta reflexión. No hay literatura infantil como no hay literatura juvenil, ni femenina, ni de otras categorías. Sólo existe buena y/o mala literatura. Quizás por esto en este libro, que él está dirigiendo a su hijo de apenas seis o siete años cuando finaliza el relato, hay muchísimas alusiones a otros libros y autores
«Pienso en el extraordinario comienzo de Habla, memoria, de Nabokov: el niño "cronofóbico" que mira una película anterior a su nacimiento y ve a su madre embarazada y la cuna que preparan para él le parece una tumba […] o en los delirios geniales de Vicente Huidobro en Mio Cid Campeador, o de Laurence Sterne en el Tristram Shandy. Pienso en el estremecedor "recuerdo inventado" que da forma a La lengua absuelta, de Elias Canetti, y en fragmentos de Virginia Woolf y de Rodrigo Fresán y de Elena Garro. La lista empieza a volverse interminable […]»
Como tantos otros grandes autores podría decirse que el país donde Alejandro Zambra habita se llama Literatura. Es a ese país al que llega Silvestre y al que él con ayuda de su esposa Jazmina Barreda, también escritora, está haciendo ingresar a su hijo. Poco a poco le va a ir construyendo su biblioteca; esa biblioteca, sólo una balda por ahora, que ilustra la portada de este libro.

Papel central en Literatura infantil que sirve para enlazar las vidas de los tres esenciales protagonistas del ensayo-cuento es la referencia que en él se hace a la novela-libro Nada es para siempre, de Norman Maclean, obra que, recuerda Zambra, su padre, gran aficionado a la pesca, le prestó para que la leyera dado que a él le había gustado mucho. Esta novela inspiró la película de Robert Redford, El río de la vida. La anécdota sobre la lectura no realizada de la misma por Zambra, quien a Horacio le dice que sí la ha hecho, es de gran interés y presenta la emotividad y evolución positivas de la relación Horacio-Silvestre-Alejandro. Muy interesante.

Además de la película de Robert Redford en Literatura infantil se citan muchos otros títulos cinematográficos como Chungking Express, la película de Wong Kar-wai, Brokeback Mountain, A river runs through it, Taxi Driver o Seinfeld. Dice el autor en la carta a su hijo que en definitiva es este libro que él conoció Nueva York a través del cine (Taxi Driver, Seinfeld...) y de la música de, sobre todo, Frank Sinatra. Y es que la cultura popular (cine y música principalmente) que le ha acompañado durante su niñez y juventud se la quiere dar a conocer al Silvestre de dentro de quince o dieciséis años si es que en ese hipotético momento su hijo adolescente decide leerla


Por último no querría dejar de aludir a la cantidad de términos chilenos y mexicanos esparcidos por el texto. No hay que olvidar que Alejandro Zambra nació en Chile pero que actualmente vive con su esposa Jazmina Barreda en México DF de donde ella es natural. Quizás para el lector español algunos de estos vocablos sean difíciles de interpretar y dificulten un tanto la lectura de este precioso libro salido de las manos de un poeta como es el autor. En Literatura infantil nos encontramos con términos como garabatos (palabras malsonantes, tacos, palabrotas), chanco (queso gauda o chanco para derretir), quiltra (chucho), copuchentos (mentirosos, maldicientes), fome (aburrido), mi guagua (mi bebé;  también puede ser un pinchito junto a una bebida), pungas (carteristas), paco (policía), marraqueta (pan pequeño con una hendidura longitudinal), chapulines (insectos comestibles en México), etc.

Para finalizar
Carta al hijo, Carta al padre, Amor paterno-filial
Por ley de vida se mata al padre, pero jamás al hijo. En el fondo y sabedor de que esto en algún momento le sucederá a Silvestre, igual que a él le aconteció con su padre Horacio, Alejandro Zambra está escribiendo este libro para que en un futuro impreciso e impredecible su hijo Silvestre lo lea y conozca, sepa del amor hacia él de su padre. 

Quienes han leído más obras del autor chileno detectan en Literatura infantil a un Zambra vulnerable.  No lo puedo corroborar porque es lo primero suyo que leo. Sólo puedo decir que hay momentos en que me he emocionado mucho. Zambra destila sinceridad y eso siempre se agradece. 

Estamos ante un ensayo, o quizás cuento, que su autor escribe a raíz de su conversión en padre. Su nueva condición y los sentimientos que la crianza de su hijo Silvestre despiertan en él le hacen recordar su propia infancia, adolescencia y primera juventud. Especialmente recuerda en el final de su etapa adolescente los desencuentros con su padre. Pero su paternidad le hacen reconsiderar la figura paterna que representó éste y reconciliarse personalmente con él; y digo personalmente porque jamás Horacio, su padre (en realidad era su padrastro, pero para el caso es lo mismo), se sintió alejado de Alejandro, jamás dejó de hablarle.

En definitiva, un libro emotivo muy bien escrito que cura las heridas que los hijos dicen tener con sus respectivos padres. La curación se produce justo cuando ellos a su vez se convierten en padres. En ese momento no pueden por menos que poner en su justo valor los desvelos, sacrificios y esfuerzos que con ellos tuvieron que hacer su progenitores, muy semejantes e incluso iguales o superiores a los que ahora ellos están realizando.

16 comentarios:

  1. Me encanta el título del libro y más si cabe que se hable de la paternidad. En mi caso el ser padre ha sido una de las mejores experiencias y algo que te cambia la vida para siempre. Ojalá llegue también a ser abuelo y lo reciba de tan buena manera como tú lo has recibido. Respecto al libro esa parte de ensayo y esa parte de metaliteratura lo hacen aún más atractivo.
    Un abrazo, Juan Carlos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La maternidad debe de ser fantástica: llevar una vida en el interior, sentirla crecer y desarrollarse debe de ser una experiencia única. Pero convertirse en padre es algo increíble hasta que no se llega a serlo. Te entiendo perfectamente pues es cierto que al hacerte padre "algo te cambia la vida para siempre". Y si cuando te conviertes en padre entiendes mucho mejor a los tuyos, al llegar a abuelo te maravilla ver a tu propio hijo cambiado en su nuevo papel vital. Son maravillosas ambas experiencias, pero sin lugar a dudas la mejor es la de padre aunque tenga sus problemas, claro, algo que cuando llegas a abuelo los esquivas pues para eso la/s criatura/s tienen unos padres (je, je...).
      Del libro, además de la metaliteratura que contiene y las atinadas reflexiones si te gusta la música creo que te agradará también. Por eso he añadido la playlist de la obra.
      Un fuerte abrazo, Miguel

      Eliminar
  2. ¡Hola, Juan Carlos!
    Ante todo gracias por pasarte por mi blog, leerme y seguirme ;)
    Conozco de nombre al autor, pero no lo he leído. Te cuento que las prosas de vocación poética, íntimas, entrañables, suelen engancharme y enamorarme, así como los libros que hablan sobre libros y literatura.
    Me llama mucho la atención este ensayo-novela compuesto de una primera parte distinta de la segunda, esa combinación que mencionas de diario y relatos. Pinta realmente peculiar aun cuando no soy fan de los relatos.
    No tengo hijos, pero evidentemente, tras convertirse en padres, cambia la perspectiva y manera de ver a los progenitores. Estar en su lugar, es vivir en carne propia las preocupaciones y la responsabilidad que conlleva tener un hijo.
    Gracias por esta reseña tan cautivadora y ¡Felicitaciones por ese nieto precioso!
    Sin duda que nadie consiente como un abuelo :)
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El chileno Zambra te gustará, Mava. Prueba a leer algo suyo.
      Aunque la segunda parte puede parecer algo dislocada por estar hecha a base de relatos, te diré que los mismos guardan entre ellos íntima relación y surgen a raíz de la conversión en padre del autor. Quiero decir que no es el típico libro de relatos en el que los mismos no guardan ninguna relación entre ellos. No, aquí todo está relacionado y debidamente justificado.
      La experiencia de la paternidad/maternidad es especial pues se descubre un tipo de amor que se desconoce hasta ese preciso instante, un amor desinteresado por demás, un amor que surge de manera natural e instintiva que no busca nada a cambio más que eso: amar y cuidar a la criatura. Lo comprobarás por ti misma, ya verás.
      Muchas gracias por seguir también mi blog, Mava. Nos leeremos mutuamente a partir de ahora.
      Un beso

      Eliminar
  3. ¡Hola Juan Carlos!
    no conocía este libro ni al autor y conociéndome un poco a mi como me conoces, sabrás que no me atraen mucho ni los ensayos ni los cuentos. El tema tampoco me llama mucho (lo único, que tenga mucha metaliteratura y que se citen pelis, eso sí me gusta), pero me ha encantado leerte y saber tu opinión sobre esta obra que supongo que, a los que son padres les gustará de forma especial.
    Respecto a tu último párrafo te diré que estoy de acuerdo en parte, porque creo que algunas heridas infringidas por algunos padres a sus hijos, no se podrían curar nunca y mucho menos cuando eso hijos se convierten en padres (porque entonces costaría aún mas entender ciertas cosas), aunque entiendo lo de los desvelos y sacrificios que tuvieron que hacer cuando eran bebés y pequeños, pero el papel de padres se supone que es para toda la vida, también cuando tus hijos son adultos.
    En fin, me alegra que hayas disfrutado esta lectura y aunque no creo que lea este libro me encantó leerte
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las experiencias vividas por unos y otros (padres e hijos) son muy personales. Es verdad que hay hijos que nunca podrán perdonar a sus padres si es que estos no se comportaron con ellos debidamente o abusaron de manera indigna. Pero lo más normal es que en un momento de la relación padres-hijos, que suele producirse durante la adolescencia, se produzca un alejamiento de los hijos respecto a los padres. Esto es muy normal y casi casi hasta necesario para la buena evolución de los hijos. Los padres deben asumirlo y con mano izquierda saber ir dirigiendo sin que se les note demasiado la evolución de quienes ya se consideran adultos del todo cuando aún no lo son. Es complicado y siempre hay que confiar en la buena suerte (ja, ja...) pues no hay libros de autoayuda para ser padres. Es cuando el hijo díscolo se hace padre que descubre que su padre no era tan malo cuando le decía, cuando le prohibía, cuando le aconsejaba..., simplemente es que le quería y deseaba lo mejor para él aunque, a veces se haya podido equivocar. Y sí, estoy de acuerdo contigo, un/os padre/s deben de serlo incluso cuando uno es adulto, claro que sí.
      Un beso grande, Marian

      Eliminar
  4. Sé de la obra porque el autor estuvo hace poco en Página dos y ya el autor allí logró picarme la curiosidad y mira que de primeras no me llamaba mucho la atención. Y si ahora leo tu reseña, muy emotiva, muy sincera, la verdad es que me dejas con muchísimas ganas de leerla. Pero son tanto los pendientes en la estantería que no sé si lograré hacerle hueco. Pero no me importaría nada si se cruzase.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te diré, Margari, que es un libro cortito (no llega a las doscientas páginas) y se lee en un vuelo. No te llevará leerlo mucho tiempo. Y te gustará, seguro.
      Un beso

      Eliminar
  5. Poca gente habrá que no haya despreciado a su padre en la adolescencia o temprana juventud. Matar al padre es un proceso quasi necesario para crecer uno mismo. Matar al hijo sería matarse a uno mismo y además no es necesario. Salvo que estés como unas maracas.
    Respecto a la etiquetación en géneros es algo que, cuando se puede hacer, está bien, pero si no se puede tampoco pasa nada. hay libros maravillosos difíciles de etiquetar y puede que eso mismo le dé parte de esa maravilla.
    No sé si estoy de acuerdo en lo de que no exista literatura infantil o juvenil. La puede haber buena o mala, pero creo que haberla, hayla. El pirata garrapata que leyó mi hijo cuando tenía unos ocho años es un buen libro, pero mirado desde la óptica de libro para niños. Para un adulto queda... infantil.
    Cuánto me gustó la película El río de la vida... Cada vez que la he visto me ha emocionado y sin embargo a mi hijo le pareció un tostón.
    No sé si este es el libro que más me apetece leer ahora, pero lo apunto porque en otro momento me puede atraer sin remedio.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un libro muy emotivo, Rosa. Quizás si te convirtieras en abuela estoy convencido de que leer este "Literatura infantil" te apetecería mucho más.
      De Alejandro Zambra es lo primero que leo, pero creo que es un autor a tener en cuenta.
      Besos

      Eliminar
  6. Todo un placer pasar por tu blog y como siempre encontrar algo nuevo y refrescante.
    Muchas gracias por compartirlo Saludosbuhos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por dejar este comentario
      Saludos veraniegos

      Eliminar
  7. Hola, Juan Carlos. Es la primera vez que leo el término ensayo-cuento. Muy interesante lo que cuentas de este libro. Y ese título, por favor, qué paradójico todo. Gracias por el aporte. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nada sabía de Alejandro Zambra. Este libro me ha descubierto a un magnífico escritor cuya literatura engloba todos los géneros, de ahí ese término novedoso. En Chile es más tenido por poeta que por narrador; y el ensayo, tú ya lo sabes, tiene muchas similitudes con la lírica.
      Un beso grande

      Eliminar
  8. Vengo viendo mucho este libro por las redes. La tuya es la primera reseña larga que leo (yo sigo prefiriendo las reseñas de los blogs). A pesar de que la sobreexposición suele hacer que ponga a algunos libros en cuarentena o incluso en algunos casos que les coja cierta manía, he de decir que me atrae mucho todo lo que cuentas sobre Literatura infantil, así que si lo hago esperar no será por prejuicios por mi parte, sino más bien porque a mi tiempo le es imposible darle cabida a todo lo que quiero leer.
    Te agradezco tu valoración tanto de lector como de padre, Juan Carlos.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es de los escritores y de las obras que creo que te gustarán, Lorena. LO digo porque leo tus reseñas y sé de tus gustos literarios. Quedo a la espera de ver qué te parece este libro del chileno Zambra cuando le llegue el turno, claro.
      Un beso grande

      Eliminar

Muchas Gracias por dejar tu Comentario.