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30 abr 2022

"La edad de la piel". Ensayos de Dubravka Ugrešić

«En los campos estalinistas, según cuentan, se exterminó aproximadamente a un millón y medio de escritores, artistas y pensadores. Después de la rehabilitación, la vanguardia rusa empezó su segunda muerte, lenta y silenciosa. El verdugo esta vez no tenía un bigote severo. La muerte vino en forma de mercado democrático, libre, reluciente y sobre todo seductor.» (ensayo La la gente)

Dubravka Ugrešić, Ensayo
Tras la lectura de los relatos del ruso Maxim Ósipov gracias a los  cuales  he podido conocer cómo se vive en la Rusia actual, cómo piensan muchos de sus habitantes, cómo actúan las autoridades con los que no siguen sus dictados, cómo la mayoría de los rusos sólo quieren enriquecerse como sea y cómo los que tienen más conciencia y/o inteligencia ansían dejar el país de una vez por todas, ha llegado a mis manos este libro de Dubravka Ugrešić que agavilla una serie de artículos de tono ensayístico escritos entre 2014 y 2018. Aparecieron publicados en la Gazeta Wyborcza polaca, en un portal en línea serbio, en periódicos suizos, y en revistas literarias norteamericanas. El que da título al volumen, el ensayo «La edad de la piel» fue incluido en 2016 en la prestigiosa colección norteamericana «Pushcart Prize» que rinde homenaje a los mejores textos poéticos, de relatos, ensayísticos, etc. aparecidos cada año en pequeñas publicaciones fuera de los grandes circuitos literarios. 

Al tratarse de una escritora nacida en la antigua Yugoslavia me pareció interesante acercarme a esta lectura para ver cómo se vive hoy en aquellos lugares que estuvieron en la órbita soviética. ¿Sería una vida parecida a la de los rusos de la Federación Rusa de Putin?


La escritora
Para entender debidamente el libro y lo que en estos ensayos vierte su autora creo conveniente dar unas breves notas biográficas sobre ella. Dubravka Ugrešić nace en 1949 en Kutina, localidad de Croacia que por entonces era una región de Yugoslavia, país hoy desaparecido por su desmembración en las 8 regiones que lo integraban. Ugrešić es hija de un serbio que cuando Yugoslavia fue ocupada por los nazis se unió a la resistencia; su madre era extranjera. Estos dos datos, padre de la resistencia yugoslava y madre foránea, nunca fueron buenas cartas de presentación en la Croacia que apoyó mayoritariamente a Alemania durante la IIª GM y que en 1941 con el apoyo de Hitler se constituyó en Estado Independiente. Ese estado fue gobernado por el partido ustacha de Ante Pavelić. 

Contra ese Estado, desaparecido tras la derrota de Hitler, luchó en la resistencia el padre de Dubravka Ugrešić. La hija siempre ha defendido el papel jugado por su padre en la Yugoslavia que emergió tras la guerra mundial. Ella consiguió sus primeros laureles literarios antes de la desintegración del país; además, por si lo anterior fuera poco, en 1989 se unió a la Asociación para una Iniciativa Democrática de Yugoslavia, un partido político marginal que se oponía a la independencia de Croacia. Cuando dos años más tarde tras un referéndum popular Franjo Tudman declara unilateralmente la independencia de Croacia es evidente que Ugrešić no puede permanecer en el país que la vio nacer y marcha,  primero a Serbia. Con la guerra 1991-1995 que asoló las regiones de Yugoslavia al tiempo que iban surgiendo países donde antes sólo había territorios o comarcas de una Federación la novelista se instalará definitivamente en Amsterdam, ciudad donde actualmente reside si bien viaja con mucha frecuencia a USA donde ha impartido clases en varias de sus universidades.


La edad de la piel
Tras la lectura de estos ensayos la primera sensación que me invade es la de la dureza que la autora muestra con su país de nacimiento, Croacia, especialmente porque, asegura, el nuevo Estado está acogiendo sin disimulo alguno su ascendiente ustacha, o sea fascista. Franjo Tudman cuando declaró la independencia de Croacia en 1995 en su discurso inaugural la situó como heredera directa de aquella Croacia libre e independiente que entró en los mapas geopolíticos de la mano de Hitler en 1941. Por esto y por la deriva que, según la autora asentada en Amsterdam, los mandatarios siguientes han adoptado para el país, es por lo que la Ugrešić no puede por menos que ser muy crítica.

Dubravka Ugrešić es, como ya he dicho, hija de un serbio que luchó contra la ocupación nazi del país y contra los colaboracionistas nazis que allí en Croacia eran los 'ustachi'. Como su padre, ella vio en la Yugoslavia de Tito innegables avances en muchos campos, especialmente en el de la dignidad de la mujer. Esto y otros elementos de esa época que en general aprueba no la llevan a alabar el brutal comportamiento del padrecito Stalin con su política de hambrunas terribles y de persecución de los enemigos políticos.

Se lamenta muy mucho la ensayista de que los atroces crímenes cometidos por todos los bandos (serbios, croatas y bosniacos) durante la «guerra pasada» (con este eufemismo se refieren en Croacia a la guerra desatada en la antigua Yugoslavia entre los años 1991 y 1995) hayan quedado en su mayor parte sin perseguir e incluso que los asesinos se hayan visto elevados a responsabilidades de gobierno en muchos de los nuevos Estados.
«Nadie ha presentado una enumeración de daños. Cuánta gente murió, cuánta desapareció, cuántos desplazados hubo, cuál fue el perjuicio económico sufrido, cuántas casas se demolieron, cuántas fábricas se destruyeron, cuántas vías férreas, carreteras, hospitales, iglesias, escuelas, monumentos, cuántos libros se quemaron... Nadie ha presentado las cuentas. A las autoridades de la mayoría de los Estados de la antigua Yugoslavia les interesa» [...] (ensayo ¡La arqueología de la resistencia!)
 La política de limpieza étnica que se practicó en plena contienda, ahora en la paz se sigue practicando aunque de manera más sutil: eliminando referentes de uno y otro país (Croacia y Serbia) que pudieran existir en forma de esculturas, realizando una lectura de la Historia totalmente dispar por unos y por otros, e incluso fomentando la belicosidad en estos tiempos de paz a través del deporte: el fútbol y la selección nacional en Croacia, y el tenis de Novak Djokovic en Serbia.

ensayos, literatura croata del exilio,
La autora se manifiesta con bastante neutralidad, si bien no puede dejar de atacar el comportamiento de Croacia, su país de nacimiento, respecto al neoustachismo que ve en alza y la política cultural practicada, la cual ignora a cualquier autor de la época yugoslava así como a aquellos que son críticos con el devenir del país. En este último grupo se ve incluida ella misma.

Muchísimos son los temas que tocan estos dieciocho artículos ensayísticos. Sin lugar a dudas el que más espacio ocupa e interés tiene es el de los perniciosos nacionalismos identitarios. Este asunto es, quizás por su enorme semejanza con otros homónimos que en España se producen, el que más me ha interesado. Que la pertenencia étnica, el dominio lingüístico o la nacionalidad adquirida por el hecho fortuito de haber nacido aquí o allá, estén por encima de cualquier otro mérito es algo que me ha tocado profundamente, pero que no me ha resultado extraño para nada
«Hoy el trabajo se ha desvanecido de la memoria. El único clavo ardiente identificativo al que agarrarse, que hoy en día le queda a la gente es su pertenencia étnica. Por eso los jueces y abogados son en primer lugar croatas y solo después jueces; por eso los médicos son en primer lugar serbios y solo después médicos; por eso también los escritores son en primer lugar croatas, serbios y bosniacos, y solo después escritores.» (ensayo ¡Larga vida al trabajo!)

Tampoco el revisionismo y reescritura de la Historia me coge de nuevas

«Se han derribado las verdades que conocíamos y las han cambiado por otras nuevas. Solo en la pequeña Croacia en la que nací han derribado o destrozado tres mil monumentos que homenajeaban a los partisanos y al movimiento de resistencia yugoslavo. Hoy, un ejército de historiadores no cualificados trabaja para borrar la historia antifascista y legalizar otras versiones.
[...]
Hoy, en el corazón de Europa, en Bosnia y Herzegovina, los niños van a clase separados por etnias, croatas, serbios y bosniacos; estudian la misma historia y la misma lengua con libros de texto completamente distintos.» (ensayo ¡La arqueología de la resistencia!)


Dubravka Ugrešić en La edad de la piel se muestra muy hostil contra la misoginia que ve triunfante no sólo en su país de nacimiento y en las vecinas Serbia, Eslovenia, Macedonia, Kosovo o Montenegro sino también, y mucho, en los Estados Unidos a cuya ciudad de Nueva York acude con frecuencia, y eso que ella siempre se mueve en ámbitos culturales en los que tales comportamientos se consideran proscritos. Las obscenidades que con frecuencia aparecen dibujadas en carteles que anuncian actuaciones de mujeres artistas son equiparables, en su ataque a la mujer, con las descalificaciones que la Susan Sontag, comprometida con los bosniacos de Sarajevo, recibe desde Croacia. En ambos casos es misoginia de alta intensidad. 

Respecto a lo anterior, lo que más lamenta la escritora es la asunción que por tradición, cultura o lo que sea la mujer tiene de su condición de persona supeditada al hombre. Constata con pesar que en general la mujer busca siempre el aplauso masculino pues es él quien la eleva a categoría cultural

«La escritura masculina es siempre plural; la femenina, en singular. Los hombres piensan y dicen nosotros, las mujeres suelen decir yo. [...] Las mujeres se dirigen en su escritura mayoritariamente a los hombres, los hombres se dirigen casi siempre a otros hombres. Girls love boys, boys love boys. Las mujeres son más hábiles con el lenguaje del exhibicionismo corporal, están condicionadas a este tipo de discurso, porque con él han recogido siempre el aplauso masculino.» (ensayo «L'ecriture masculine»)


Asunto no menor al que la ensayista dedica espacio en varios de estos artículos es el del impacto que  las nuevas tecnologías tienen en la sociedad. Según ella frente a la liberación que prometían y el aumento del disfrute cultural que su asunción suponía lo que sobre todo han propagado ha sido la estupidez
«Gracias a los medios, la estupidez se ha vuelto global. Al sustituir los contenidos relevantes por otros irrelevantes, los medios borran la memoria cultural.» (ensayo ¡Más despacio!)
«cuantos más juguetes tecnológicos hay para ayudarnos a registrar la voz, la cara, el movimiento, más veloz y eficaz es el olvido.» (ensayo ¡La arqueología de la resistencia!)

Dubravka Ugrešić posee una enorme cultura y de ella hace gala en sus escritos. Son numerosas las referencias a escritores como Tolstói, Dostoievski, Milan Kundera, Elena Ferrante, Susan Sontag, el checo Bohumil Hrabal... También utiliza personajes y contenidos de obras universales para dar forma literaria a sus artículos (Sherezade y Shariar de los cuentos de "Las mil y una noches", el Hanta de "Una soledad demasiado ruidosa" de Bohumil Hrabal o títulos de Milan Kundera como La lentitud o La despedida). 
Otro tanto se puede decir del Cine. Numerosas referencias a títulos le sirven para, partiendo de ellos, desarrollar un escrito o ejemplificar un comportamiento. Así Promesas del este de David Cronenberg o la oscarizada La La Land, entre las recientes; pero también otras más lejanas como la Ninotchka de Lubitsch.

Frente a esta exhibición de riqueza cultural la autora constata que en nuestra época lo que se impone de manera arrolladora es la incultura: «Los incultos (¡porque ellos, vive Dios, han tomado el poder en todas partes!) ejercen su terror sobre los cultos (por lo demás, ¿no han estado los cultos desde siempre en minoría?).» (ensayo ¡Aquí no hay nada!). Es tal el nivel de desconocimiento, de falsificación del pasado, de ocultación de la verdad, que la escritora, intelectual independiente donde las haya llega a reconocer: «Mirando los programas rusos descubrí también que la dura televisión comunista soviética censurada era incomparablemente mejor que la actual no censurada.» (ibidem)

¿Quiere decir lo apuntado en el párrafo anterior que en "La edad de la piel" Dubravka Ugrešić se muestra como una nostálgica del statu quo anterior a la caída del comunismo? En mi opinión, no; sin embargo esa es la consideración que interesadamente se difunde de ella desde su país natal. Lo malo no es esta calificación, sino que la misma no sea debidamente contestada por altavoces mediáticos importantes presentes en otros países. Ser crítica con un estado de cosas nunca es fácil; quien así se comporta recibe ataques por todos los flancos. Hay que ser muy valiente para mantenerse en pie a pesar del fuego cruzado que se recibe.  

Dubravka Ugrešić es una luchadora por la independencia intelectual, muy beligerante frente a la instalada «cultura del consenso». Paradójicamente, consiste la tal cultura en la reedición en nuestra sociedad y mundo libres del «Homo sovieticus, un Homo duplex, la especie humanoide mayoritaria que, según dicen, vivía en los tiempos comunistas y que se caracterizaba por su hipocresía, por la cautela como regla, la elusión de conflictos como regla y la paranoia, no como diagnóstico, por supuesto, sino como estilo de vida.» (ensayo La la gente). La cultura del consenso se asienta esencialmente en el desconocimiento de las cosas:
«No tener ni la menor idea es, por lo demás, el fundamento sobre el que se sostiene la cultura del consenso.» (ibidem)

 Qué cerca está, si es que no son lo mismo, esta 'cultura del consenso' con lo tan asentado entre nosotros de 'lo políticamente correcto'. Ambos conceptos buscan el sometimiento, la dependencia cultural, el silencio, la autocensura... en aras de una amable convivencia, una confortable integración con los otros si es que se viene de fuera. Hay que procurar no chirriar en el panorama diseñado por quienes mandan, por aquellos que figurarán en el futuro en los anuarios y los reconocimientos.  

Estos hombres importantes, estos próceres, han encontrado una manera de amansar al hombre pequeñoEl hombre pequeño ha sido un figurante en los espectáculos históricos, entregaba su pequeña vida por las grandes victorias, los grandes reyes, emperadores y caudillos, encajaba sus huesos anónimos en las pirámides célebres y en el "futuro radiante"» (ensayo El hombre pequeño y 'La felicidad gitana'). ¿Cómo han logrado hacerlo? Entregándoles la tecnología y haciéndoles creer que son capaces por sí mismos de cambiar las cosas, de que la cultura la hacen ellos, de que lo importante es hacerse cuantos más selfis mejor, conseguir cuantos más likes mucho mejor. 

«Gracias a la tecnología digital, y no gracias a Marx, el hombre pequeño ha puesto un pie en el comunismo. [...] Gente exhausta se troncha en los selfis y repite por milésima vez su felicidad. Ellos se divierten, de veras se lo pasan genial, y no hay nadie que se atreva a apagar la música que suena a todo volumen, a cerrar el grifo del alcohol y a negarse a participar en el olvido colectivo» (ibidem)

 

Para finalizar
Si como señalé en la reseña de los relatos de Maxim Ósipov dar por concluida la misma [leer la reseña aquí] era harto difícil por ser muchos los asuntos que en ellos se tocaban así como diversas las maneras literarias empleadas, qué decir de estos ensayos. Innumerables son los temas que en los 18 escritos que forman "La edad de la piel" aparecen. Resulta imposible abarcar todos en una reseña que por definición no debiera de ser muy extensa. Por eso pongo fin a la misma aquí mismo. Sé que dejo en el tintero muchas cosas, pero el formato utilizado así lo exige. No puedo evitar, sin embargo, cerrarla sin aludir siquiera sea de pasada al asunto de las migraciones al que Dubravka Ugrešić es muy sensible habida cuenta de la historia reciente de su país natal. 

Es una paradoja que tras la liberación e independencia de Croacia varios cientos de miles de croatas hayan tenido que abandonar el país para buscarse la vida. Antes estaban sometidos a los soviéticos y ahora ellos ocupan puestos de trabajo que no quieren los europeos, incluidos muchos rusos.  En Amsterdam la autora conoce a una chica que trabaja limpiando casas y en un avión rumbo a Zagreb habla con Iván que emigró a las islas Feroe. A pesar de estar fuera de su patria ambos la llevan en el corazón y a su manera la mantienen viva
«Me pareció que ese chico era, en efecto, una sombra, igual que lo es Meliha, y también Frank con el solo hecho de autoexcluirse, e igual que, paradójicamente, pese a todos sus actos para incluirse, es una sombra Goran. Ellos, igual que otros millones de personas, llevan una vida paralela. Es gente sin voz y, sin embargo, mueven, impulsan y mantienen la vida en Europa. Son la Europa invisible.» (ensayo La Europa invisible)
limpieza étnica, genocidio étnico, desplazamiento de poblaciones
Frente a estos jóvenes más o menos preparados que para huir de la miseria han tenido que abandonar su tierra, «Por toda Croacia se pavonean antiguos camioneros, generales, ladrones, asesinos, políticos, pícaros, alcaldes y delincuentes laureados con títulos universitarios falsos y doctorados honoris causa.» (ensayo La Europa invisible). Ejemplo de estos aborrecibles tipos humanos es el militar croata Ante Gotovina protagonista principal de la Operación Tormenta por la que, además de la muerte de miles de personas a manos croatas, más de 250.000 civiles serbios tuvieron que abandonar Croacia. El final de esta operación de limpieza étnica es recordada hoy con orgullo en Croacia y constituye una de sus grandes fiestas nacionales
«El general Ante Gotovina, el pilar moral croata por excelencia, icono nacional, es un asesino profesional formado en la Legión Extranjera y conocido porque en la guerra pasada, expulsó de forma pacífica a unos doscientos mil serbios de Croacia» (ensayo Artistas & asesinos)
Como se ve en el texto citado la autora expatriada en Amsterdam tira de ironía, recurso utilizado con frecuencia en sus artículos ensayísticos. 

26 abr 2022

La señora March por Virginia Feito, la 'española inglesa'.

«Vio a un hombre rondando cerca de la valla. Sabía muy bien a qué se dedicaban los hombres que merodeaban cerca de parques y colegios. Su madre le había advertido a una edad muy temprana (antes de enviarla a confesarse por primera vez, cuando tenía nueve años) que nunca debía confiar plenamente en ningún hombre. «¿Y en papá?», preguntó la señora March, suponiendo que él sería la excepción a la regla, sobre todo porque su madre solo hablaba de su padre en términos elogiosos. “Jamás bajes la guardia”, contestó su madre.»

Virginia Feito, novela gótica, thriller psicológico
Con "La señora March" ha debutado en la literatura la española Virginia Feito. Estamos ante un thriller psicológico en la más que evidente línea de Alfred Hitchcock;  de "La señora Dalloway" de Virginia Woolf, en especial de la versión cinematográfica de esta novela que aparece en la película "Las horas" dirigida con maestría por Stephen Daldry en 2002 y que cuenta con un magnífico elenco actoral [en este blog tengo reseña hecha de esta película. Quien quiera leerla que pulse aquí]; y a lo anterior viene a sumarse el desarrollo de una trama con destellos góticos tipo Patricia Highsmith, muy psicológicos naturalmente. Estos mimbres hacen de la novela un producto más que aceptable.

El título y la ilustración de la portada del libro son muy elocuentes respecto a lo que en su interior vamos a encontrar: un personaje central, la señora March, que esconde dentro de su cabeza un mundo oscuro, disociado de ella, que la duplica, que le hace confundir la realidad con lo que imagina, que la perturba profundamente enajenándola por completo, aislándola del entorno, llegando a tocar real o imaginativamente elementos sanguinolentos (de ahí esas gotas de sangre que caen del cuello de las dos caras de la señora March: la visible y la oscura que está dentro de ella. 

El asunto es simple: George March, su marido, es un escritor de éxito que con su última novela ha vuelto a triunfar. Su novela ocupa anaqueles y pirámides de libros en cualquiera de las librerías del país. George, dada su popularidad y las magníficas ventas que su última novela  está cosechando, debe acudir con frecuencia a presentaciones, homenajes, firmas de libros.

La señora March se siente un tanto abrumada por la popularidad y el éxito de su marido. En esta ocasión todos hablan del enorme parecido que existe entre ella y la protagonista de la novela. Esto no pasaría de ser un halago -servir de inspiración al gran novelista-, pero es que Johanna, el personaje central de la exitosa novela que según muchos lectores está inspirado en ella, es...  ¡una prostituta! Para Agatha March (curiosamente no es hasta el final de la novela que conocemos su nombre) esto ya es demasiado. ¿Se reirán todos de ella por ese motivo? ¿Martha, la señora del servicio doméstico que trabaja en su casa, la mira mal por eso? Y George, ¿tendrá una doble vida?, ¿verdaderamente sus viajes y sus fines de semana con su editor Edgar pernoctando en la cabaña que ambos adquirieron en Gentry para ir de caza son ciertos o simplemente una tapadera para encubrir andanzas inconfesables?

La cabeza de la señora March va ganando en inestabilidad según que pasamos las páginas. Mentalmente ella vive en una realidad paralela que le hace imaginar cosas, ver animales como chinches y cucarachas invadiendo su dormitorio, e incluso personas para ella muy reales con las que habla, dialoga y hasta de común acuerdo toma fuertes determinaciones. En su cabeza confunde el pasado de su niñez, dependiente de su madre, y el presente, ahora ya ella misma madre de Jonathan, niño de unos ocho o nueve años al que apenas atiende y por cuyo mal comportamiento será requerida desde el colegio al que acude. Como maníaca depresiva que es todo su mundo se va a reducir a dilucidar, a investigar por su propia cuenta una sospecha que ella ha imaginado en su cabeza: si su marido es el culpable del asesinato de Sylvia Gibbler, una joven desaparecida cuyo cadáver se ha  encontrado cerca de la cabaña de Edgar. Las noticias televisivas sobre este asesinato perturban a la señora March aún más de lo que lo está habitualmente.

Lo que más me ha gustado de esta novela es cómo Virginia Feito sabe conducir con mano diestra la perturbación mental que padece la protagonista. No soy experto en psiquiatría, claro, pero las actuaciones del personaje, sus desdoblamientos, sus visiones alucinatorias, sus faltas de atención a lo inmediato perdiéndose en recuerdos para ella muy vívidos pese a lo muy lejanos que están, me hacen presumir que estamos ante una paranoica esquizofrénica. Quizás alguien que me lea, en este momento esté riéndose a carcajadas por mi ignorancia y mi atrevimiento. Puede ser; mi diagnóstico lo saco de indagaciones realizadas por mí en la literatura divulgativa psiquiátrica y el contacto que a lo largo de mi vida pueda haber tenido con personas de las que se afirmaba que sufrían de ese mal. Nada más y desde luego nada científico. 

Una vez que se tiene ubicado al personaje de la protagonista: una pobre mujer que se encuentra perdida y sola por culpa de su enfermedad mental en medio de una sociedad confortable, como lector sólo mantenía vivo mi interés según discurrían las páginas saber en qué pararía la historia. Es decir, desde aproximadamente la mitad de la novela pocas cosas de ella me iban sorprendiendo; el aliciente para proseguir con el libro era descubrir el final. ¿Sólo eso? Hombre, tampoco es una minucia dado que los thrillers funcionan así: dilatando el descubrimiento final del culpable o la acción insospechada de quien sea. Pero, por otra parte debo de confesar que aunque la novela se lee muy bien, con rapidez, sin dificultad alguna, los grandes elogios dedicados a esta opera prima de la "española inglesa" [algo más adelante aclaro debidamente esta denominación] hicieron que me creara elevadas expectativas que en gran medida no se han visto satisfechas.

Dejando de lado la trama cuyo final no se puede contar, he encontrado en la novela ciertas cuestiones, unas positivas y otras no tanto, que merecen ser señaladas. Entre las primeras destacaría sin lugar a dudas las muchas referencias literarias y cinematográficas que de manera no explícita la novelista deja esparcidas por todo el relato: la película de "La ventana indiscreta" de Hitchcock, las novela "La señora Dalloway" de Virginia Woolf y/o "El talento de Mr. Ripley" de la Highsmith, etc. Del lado positivo también se inclina en mi opinión esa galería de personajes femeninos muy bien diseñados: la madre de la señora March; la doméstica Martha gracias a la que la casa de los March no ha caído en el desastre absoluto; la vecina  Sheila Miller de cuyo hijo Alec Jonathan es muy amigo; incluso la asesinada Sylvia Gibbler tiene una presencia y una identidad relevantes.

Menos arriesgados y ya más dentro del terreno del tópico estarían las alusiones a hombres y mujeres que la novelista deja caer en su narración. Tal es el machismo que Agatha March ve presente en su padre que sólo concebía para ella el destino del matrimonio:
«Había estudiado Historia del Arte (una carrera que su padre había considerado «absolutamente inútil»; seguramente se había imaginado a su hija dibujando las trenzas de sus compañeras de clase todo el día y limándose las uñas mientras esperaba a que apareciese algún marido en potencia)»
Así como el comportamiento y pensamiento masculinos que se ven en la cita anterior entran dentro del lugar común, las mujeres de estos hombres, obsesionadas exclusivamente por su figura («Se sentaron a la mesa, y mientras los hombres atacaban la comida con la velocidad y el silencio que suscitaba el apetito masculino, las mujeres se llenaban el estómago de agua y, de vez en cuando, añadían alguna verdurita al vapor»), pertenecen también al campo propio de los clichés empleados habitualmente para presentar un tipo de sociedad, de parejas, de seres humanos. 

Michael Cunningham, Stephen Daldry, Virginia Woolf
Julianne Moore en la película 'Las Horas'
La pregunta sería la de ¿por qué estos tópicos? Entiendo que su finalidad es la de ubicar en un momento dado la historia que se nos cuenta. ¿En qué época, pues, sucede la acción? Se diría que en la actualidad si no fuese porque elementos tan presentes hoy en la vida cotidiana como los teléfonos móviles, los ordenadores u otros artilugios semejantes no aparecen en esta narración para nada. Mi sensación, leyendo la novela, era la de estar viendo en mi cabeza una película característica del Hollywood de los años 50 del siglo pasado cuya estética y color inconfundibles empleó, a imitación de éstas, Stephen Daldry en la película "Las Horas" para prese,tar la historia protagonizada por  Julianne Moore, en la que la actriz estadounidense se mete en el papel de la señora Dalloway cumpliendo descuidadamente su papel de madre y esposa amantísima por fuera aunque en su interior sufra una tormentosa borrasca que la llevará a cometer cualquier barbaridad. Sí, esa es la sensación que he tenido leyendo esta ópera prima de la Feito: asistir a una historia ubicada en esa época anterior a las nuevas tecnologías, con esa intensa y saturada coloración propia de las imágenes de los filmes de finales de los años 50.

Por contra hay cosas que me han parecido reveladoras del momento actual. Una de ellas -recuerdo ahora la magnífica reseña de mi amiga Rosa Berros en su blog Cuéntame una historia- sería el audiolibro que según se lee en un momento de la novela y que yo cito un poco más abajo una voz masculina leía con un relajante acento británico. También me ha llamado la atención el uso que hace la escritora del término 'género' en sustitución del adecuado de 'sexo' para determinar si las personas a las que se refiere son hombres o mujeres:
«Era difícil distinguir sus caras o determinar su género, pues todas iban envueltas en gruesos abrigos y llevaban gorros de invierno calados hasta las cejas.»
Igual que se desprende de la cita anterior considero praxis feminista propia de la actualidad esa cierta morosidad que la escritora practica en las explícitas referencias que realiza a excrementos y fluidos
  • «De unos altavoces salía una voz masculina que leía un audiolibro con un relajante acento británico. Captó algunos fragmentos mientras se subía la ceñida falda y se bajaba las medias con cuidado de no hacerles ninguna carrera. Todavía se percibía el olor que había dejado la mujer que había utilizado aquel cubículo antes que ella. El olor de sus tripas, a carne cruda. La señora March tragó saliva para contener las náuseas y se agachó sobre el inodoro con cuidado de no tocar la taza con la piel, tal como le había enseñado su madre.»
  • «La señora March ahogó un grito y el chorro de orina se desvió hacia el suelo. [...] Se limpió como pudo con papel higiénico antes de subirse las medias [...] una gota de orina se deslizó por su pierna»
  • «comprendió que Martha creía que había manchado las sábanas de sangre menstrual. Se sonrojó. Desde hacía unos meses, su regla («la maldición», como la llamaba su madre) se había vuelto irregular: cada vez se le retrasaba más, y últimamente, además, tenía sofocos frecuentes y le dolían los pechos.»

La 'española inglesa'
Tiene la curiosidad este relato novelesco de haber sido escrito en inglés a pesar de que la novelista naciera en Madrid en 1988. De ahí que yo haya tomado del gran Cervantes el título de una de sus novelas ejemplares y haya llamado a la novelista 'española inglesa'. "Española" porque nació en Madrid en 1988; sin embargo al ser hija de José Luis Feito, economista y exembajador de España ante la OCDE en París, ha tenido la oportunidad de vivir en la capital francesa y viajar en muchas ocasiones a Nueva York, ciudad en la que vivió un año. Su educación la ha realizado en colegios estadounidenses y ese es el motivo de que le aplique el adjetivo "inglesa", dado que al haber sido el inglés su idioma de formación en sus propias palabras se haya sentido «más cómoda escribiendo el libro en inglés». Para publicar su novela Virginia Feito se puso en contacto con editores ingleses y norteamericanos apareciendo la novela en los Estados Unidos en 2021 donde ha sido acogida de manera entusiasta por público y crítica. En nuestro país lleva en las librerías, también con enorme éxito, desde enero de este año 2022. Acabo de consultar un listado de los libros más vendidos en España y "La señora March" de Virginia Feito lleva dieciséis semanas entre los veinte títulos preferidos por los compradores.

José Luis Feito, La 'española inglesa'
Por lo que se lee y se escucha por ahí muy pronto veremos esta novela llevada al Cine dado que sus derechos cinematográficos ya han sido adquiridos por una importante productora. Se sabe incluso que será Elizabeth Moss, la actriz que con tanto éxito protagonizó la adaptación televisiva de "El cuento de la criada" de Margaret Atwood [novela reseñada aquí] quien se meterá en el papel de Agatha March.
 
En definitiva estamos ante un éxito en toda regla, en mi opinión más por lo bien que la autora lleva el desarreglo mental de la protagonista que por una alta excelencia literaria. Creo que Feito en próximas creaciones se confirmará, o no, como una buena autora y sabrá pulir detalles que a mí en esta lectura me sobran o me faltan, según.

22 abr 2022

2022, 23 de abril. Día del Libro



Abro el ordenador al poco de  levantarme y caigo en la cuenta de que hoy, ¡glups!, de nuevo es el Día del Libro. ¿Cómo puede ser así si hace nada que escribí una entrada a cuenta del del año 2021? En fin, de nada vale echar fuera de uno elucubraciones seudo-filosóficas sobre el devenir, el rápido discurrir temporal y tal. Nada, amigos, que un año se va en un bluff, sin percatarnos y menos aún cuando vas cumpliendo añitos, uno tras otro, sin apenas ser consciente de ello.

En fin el caso es que aquí estoy. Quiero seguir la senda iniciada al menos hace ya cinco años de recomendar algún libro para aprovechar los descuentos que se hacen a cuenta de la celebración libresca.

De lo que llevo leído durante este 2022 me atrevo a recomendaros los siguientes títulos [pinchando en la portada de cada uno de ellos podéis acceder a su reseña]:


"Arde este libro" de Fernando Marías


Impresionante novela de no ficción escrita por el autor en 2021. Última obra de su producción pues la muerte sorprendió inopinadamente al escritor el día seis del pasado mes de febrero. Su fallecimiento fue toda una sorpresa.




"Piedra, papel, tijera" de Maxim Ósipov


Diez relatos escritos por este médico y escritor moscovita que sirven para intentar entender -que no justificar- la deriva de Rusia en la actualidad. Excelente literatura. El autor consiguió salir de Rusia para instalarse en Armenia el mismo día que comenzó la invasión de Ucrania.





"El ruido de las cosas al caer" de Juan Gabriel Vásquez


Novela excelente con la que el colombiano Juan Gabriel Vásquez ganó el Premio Alfaguara de Novela en 2011y triunfó definitivamente en el mundo de la Literatura. Colombia, las drogas, el tráfico de sustancias, el amor, las malas influencias... Todo envuelto en un hermosísimo y adictivo lenguaje.






"Casi nunca" de Daniel Sada


Una de las novelas más sorprendentes e innovadoras que llevo leídas este año. Novela escrita por el mexicano Daniel Sada con la que ganó el Premio Herralde de Novela en 2008. Novela experimental cargada de fuerte erotismo.






"Sobre los huesos de los muertos" de Olga Tokarczuk


Aunque leída en diciembre del año pasado la incluyo entre las lecturas realizadas hasta ahora, en los cuatro meses que llevamos de 2022, por haberla releído o repasado someramente para la Tertulia 'más que palabras...' que tuvimos el pasado martes. En esa amigable reunión hablamos largo y tendido sobre esta, sin duda alguna, magnífica novela.



¡¡Feliz 23 de abril!! ¡¡Felices y buenas lecturas!!

17 abr 2022

Maxim Ósipov: "Piedra, papel, tijera". La Rusia de hoy

«—Es asombroso, pero todo se repite. Mis preocupaciones de hace unos treinta años son exactamente las mismas que las de ahora: 1) no ensuciarte, no envilecerte, 2) no ir a parar entre rejas y 3) no dejar pasar la oportunidad cuando llegue la hora de partir para siempre. Y sigo teniendo esa eterna esperanza, ese espejismo: el de que de pronto me despierte y toda esta pesadilla haya terminado.» (cuento Sventa, escrito en enero de 2017)

Libros del Asteroide, Literatura rusa actual, Rusia
Sigo con los rusos. En esta ocasión de la mano de unas narraciones de un autor contemporáneo de 59 años, Maxim Ósipov. Son diez relatos publicados bajo el título de uno de ellos, "Piedra, papel, tijera". La impresión de lectura es muy favorable. Me han gustado especialmente porque muestran la Rusia real de hoy día. Los relatos están fechados entre 2011, los más antiguos, y 2017 los más recientes. Me ha dado la sensación de que en todos ellos se respira una denuncia del sistema socio-político más y más acerada según que los relatos se acercan a nuestro hoy. Otra primera sensación es la del deseo mayoritario en los personajes de los mismos -la mayoría pertenecen a la clase media y están dedicados a actividades artísticas (música, danza...), o son profesores, escritores, guionistas de cine, licenciados en matemáticas, expertos en finanzas...- de abandonar el país. Los menos cualificados, que emigraron antes y ahora retornan, poseen menor formación sin duda alguna.

En muchos relatos se percibe cómo conviven juntas en la sociedad rusa de hoy una cierta nostalgia por la desaparición del antiguo mundo de la URSS y la plena adopción del capitalismo desaforado en que una parte del país cayó a partir de 1989. El cambio de un sistema a otro realizado sin fase de transición dulce o tranquila es algo que también resuena en estos escritos de Ósipov.

El escritor
Maxim Ósipov es un moscovita de 59 años. Médico por la universidad de Moscú, en 1990 trabajó como  investigador en la Universidad de California  (San Francisco). Es, pues, conocedor cualificado de la vida fuera de Rusia a donde regresó y donde ejerce la medicina desde entonces. Ha escrito libros sobre cardiología clínica y es el fundador de una editorial especializada en medicina, música y teología. Desde 2005 vive en Tarusa, una localidad a 101 kilómetros de Moscú. Allí ejerce la medicina y escribe relatos por los que en su país ha alcanzado múltiples reconocimientos. En opinión de Patricio Pron (Babelia de 12 de febrero de 2022) con Anton Chéjov «Ósipov no sólo comparte la práctica del adulterio (“la medicina es mi esposa legal; la literatura, sólo mi amante”, afirmó el autor de La dama del perrito), sino también un interés por las vidas “corrientes” de sus compatriotas: maestros de escuela, sacerdotes que tal vez nunca hayan creído, delincuentes comunes, niños, intelectuales acabados, cantantes líricas, pequeños y astutos empresarios y políticos corruptos, porteros».
Su dedicación a la escritura de ficción y de no ficción (textos científicos especialmente) la dio a conocer a partir de 2007. Antes de esta colección de relatos en España apareció, publicado por Club Editor en 2015, su colección de relatos titulada "El grito del ave doméstica".

Preguntado el escritor sobre el motivo por el que reside en Rusia pudiendo vivir como su hija violinista fuera de ella responde que «Fuera de Rusia perdería la comprensión de la vida que me rodea y que tan importante es para mí a la hora de escribir. Supondría también abandonar mi profesión de médico y no es algo que desee hacer». Otra frase suya que leo ahora y que me confirma en el deseo que tuve de leer lo acaecido en Rusia hace 200 años cuando el país luchó contra la invasión napoleónica es la siguiente: «En mi país circula una frase que es mía pero que se le ha atribuido falsamente a un autor del XIX: en diez años Rusia puede cambiar completamente, pero en 200 no cambia nada». Gran verdad que he comprobado por mí mismo con la lectura de "Guerra y paz" de Lev Tolstói, novela reseñada por mí hace pocos días.


Los cuentos
El médico Ósipov me ha recordado vagamente al escritor francés Georges Bernanos, el autor de "Diario de un cura de aldea"; me lo ha recordado no por la religiosidad trágica del francés, no, sino por la ubicación lejos del cosmopolitismo capitalino del escritor moscovita. Desde Tarusa, una pequeña ciudad de provincias inmersa en el mundo rural, en la que su bisabuelo, médico como él se construyera una dacha cuando Stalin le permitió regresar del destierro en Siberia por la falsa acusación de haber intentado asesinar a  Máximo Gorki, es desde donde Ósipov lanza una mirada crítica sobre su país, sus gentes y el momento que vive -o estaba viviendo- Rusia casi 30 años después de la desmembración de la antigua URSS.

Esta colección de relatos fueron conocidos fuera de Rusia en abril de 2019 cuando aparecieron, traducidos al inglés, con el título del segundo de ellos: Piedra, papel, tijera. En España ha sido la editorial Libros del Acantilado la que en enero de este año 2022 los ha sacado traducidos al español por  Ricardo San Vicente.

Como ya he dicho en la breve nota biográfica sobre Maxim Ósipov al hablar de la editorial que fundó, la música está entre las preferencias del escritor. Es con ella con la que cuando habla de sus cuentos encuentra más similitudes. En una entrevista concedida en 2019 a Los Ángeles Review of Books dice el escritor: 
«No soy el primero en observar que la música es la mejor maestra de composición en cualquier arte, incluida la escritura. Hay muchas similitudes entre los cuentos y las sonatas musicales. Ambos duran entre 15 y 40 minutos. "Hacen que nada suceda", como dijo Auden de la poesía. Cuando escuchamos una sonata por primera vez, el propósito es decidir si queremos volver a escucharlo o no. Lo mismo debería ocurrir cuando lees un cuento».
Yo, tras leer con sumo gusto los diez relatos de esta colección, no puedo estar más de acuerdo con sus palabras.

Me interesé por la lectura de este escritor, que me era totalmente desconocido, a raíz de las reseñas que sobre la publicación de estos cuentos aparecieron en diversas revistas literarias que frecuento; concretamente creo recordar que fue en "La lectura", la nueva publicación que el diario El Mundo saca como suplemento los viernes en sustitución de la anterior, El Cultural, ahora en manos del diario El Español. Fue ahí donde el reseñador de turno comentaba el interés de estos relatos breves especialmente por la mostración que en ellos se hacía de la Rusia actual, de la Rusia de hoy mismo. El asunto me interesó muchísimo habida cuenta de la Operación Militar Especial (¡¡vivan los eufemismos!!) que el régimen de Putin acababa o se encontraba en puertas de desatar contra Ucrania.

¿Ha cumplido esta lectura con mis expectativas? Pues he de confesar que las ha satisfecho sobradamente. Creo que desde la enorme distancia geográfica y ahora mismo mental que me separa de Rusia he podido penetrar algo en el pensamiento del común habitante de la Federación Rusa. Digo del común más que nada porque los personajes que se mueven por los cuentos de Maxim Ósipov son seres muy reconocibles: maestros como Yevgueni Lvóvich, que lo es de Historia, o Rafael, de Música, en el cuento Un hombre del Renacimientoel pope Sergui y su mujer, la popesa Marina, en el poético relato Cual ola del mar; dos jóvenes emigrantes a USA, Aliosha y su mujer Surochka, él sale de Rusia para evitar ir a la guerra de Afganistán (relato Cape Cod); los médicos Víktor, ya entrado en años, y Edik, mucho más joven que no puede por menos que reír cuando escucha al colega de más edad la expresión «la clase obrera»: «Pensaba que la clase obrera sólo existía en los libros» -le dice  Edik Viktor- en el cuento El complejo; profesores diversos como Andrei que lo es de guion cinematográfico (Fantasía), o Lyova, profesora e intérprete de música (El amigo polaco); y también personas sin cualificar como Tamerlán, tártaro trabajador de una papelera (El complejo), o Anatoli Ivanovich, capataz de una obra en construcción, en Un hombre del Renacimiento. Como se ve y es natural, dada la profesión y dedicaciones de Ósipov, abundan los escritores, las actrices, los médicos, y así.

Narrativa rusa de hoy, Putin y los escritores rusos actuales
Sí ya el abanico de personajes es significativo para comprender a los rusos de hoy, los asuntos que se plantean en estos cuentos son por demás elocuentes. Uno que quizás sea el que más me ha llamado la atención es el del choque ideológico generacional que se percibe en muchos de los relatos. Muchos personajes, los de mayor edad y otros no tan mayores, añoran el pasado, y los hay que hasta equiparan para sorpresa de algún otro -no muchos en realidad- la relación de continuidad URSS - Federación Rusa:
«—Es un film innegablemente antirruso —sentencia de pronto la hermosa Lidia.
Él sonríe:
—¿Puede que antisoviético?
La pequeña frente se recoge en pliegues:
—Es lo mismo, es exactamente igual.
No, a él no se lo parece. Hay diferencias.» (Cuento Fantasía de 2017)

 La sensación de ser unos elegidos, de tener una relación de continuidad con sus ancestros, de poseer una grandeza que hoy, dicen los nostálgicos, les quieren arrebatar es perceptible muchas veces y a mí me sirve para entender -que no justificar- el comportamiento agresivo de Rusia: 

«—Cualquiera que levante la mano contra nuestro… como lo diría… en una palabra, contra nuestro orden, ¡recibirá su merecido! —Y suelta un golpetazo contra la mesilla: ¡zas!—. Tú y yo les haremos ver que los nuestros, nuestros padres y abuelos, defendieron nuestra tierra. ¡De los alemanes! ¡De los franceses! —Se para a pensar—. ¡Y de los malditos polacos!» (dice Ksenia en  el cuento Piedra, papel, tijera. Ksenia es una mujer nostálgica de la URSS que con su marido enfermo del corazón tiene una cantina en la que trabaja Roxana una tayika muy formada intelectualmente pero a la que por etnia y religión los rusos de este cuento tienen marginada)

El contraste ayer-hoy es clarísimo en las frecuentes alusiones que existen hacia la religión y el cambio en el comportamiento de los dirigentes políticos respecto a ella

«—¿Qué nos dijeron que teníamos que creer? Que después de la muerte no hay nada. En cambio ahora hasta las más altas personalidades están allí con sus velas, persignándose.» (Piedra, papel, tijera)

Los descreídos, muchos de ellos con cargos en el país de antaño, sin embargo ahora visitan los Monasterios y realizan peticiones como las que figuran escritas en los muros del de Novodévichi y que aparecen en Un hombre del Renacimiento:

  • «Madrecita Sofía, ayúdame a comprar un piso más barato y ya reformado. Y con todos los papeles en regla
  • «Ayuda a Anna a recuperar la salud y haz que regrese conmigo para siempre
  • «Ayúdame a olvidar a Vlad»

Desde el punto de vista socio-político los personajes comunes que habitan en estos relatos reflexionan con frecuencia sobre el país que habitan al que no le ven demasiado futuro:

«No parece que a nuestra patria actual, heredera de aquella en la que nacieron Liova y Yasha y Katia y Dódik, le espere una larga vida: en su cuerpo hay un sinfín de grietas; se está descomponiendo, desmoronando. Aunque es posible que al final no pase nada. No hay que inventar nada: mejor que la historia se desarrolle por sí misma.» (El amigo polaco)

Un país constantemente en guerra.

«el país está en guerra, nadie quiere clases particulares. En 1992, el año anterior, hubo cien mil muertos: la cosa no está para bellas letras. Los enfrentados reciben el nombre de vóvchiki y yúrchiki. Su madre se lo explica: los yúrchiki son los comunistas, y se los llama así por —imagínate— Yuri Andrópov. Los apoyan los habitantes del distrito de Kulob, los de aquí del norte, los uzbekos y los rusos. Los vóvchiki proceden de la cordillera del Pamir y la región de Jarm, y son un movimiento prooccidental. ¿Prooccidental? ¿Y por qué los llaman vóvchiki, que es una palabra tan rusa? Lo lógico hubiera sido que los vóvchiki fueran los comunistas, ¿no? No, son vóvchiki: viene de «wahabitas». (Piedra, papel, tijera)

Quizás por esto la actual campaña contra Ucrania no sea motivo de especial preocupación para la ciudadanía salvo por el evidente empeoramiento de sus condiciones de vida a causa de las sanciones económicas de Occidente.

La aspiración de cualquier joven medianamente bien preparado es la de abandonar Rusia y marchar a Occidente. Alemania puede ser un buen lugar como se ve en el cuento En el Spree. En este relato Betty viaja a Berlín para ver si su hermana Elsa, enfadada con la familia desde hace muchos años, accediera a pedir la reunificación familiar en Alemania. Si tuviera ese gesto su padre, enfermo de cáncer de próstata, podría tratarse de su enfermedad allá. Él ansía esta petición pues al haber sido antiguo miembro del KGB no le está permitido viajar libremente a Europa.

«A los que formaron parte del Primer Directorio del KGB (sí, ese KGB), no les dejan viajar a Europa; de hecho, a ninguna parte. Es una prohibición bien pública. El padre soltó todo eso a toda prisa e incluso con tono displicente: eres una chica lista, deja de dártelas de que todo esto te ha sorprendido

Pero por encima de cualquier otro lugar es Estados Unidos el destino soñado. En el cuento Cape Cod la pareja formada por Shúrochka y Aliosha lo tienen meridianamente claro

«En Moscú se vive una intensa tensión social; es 1989 y la gente se está enterando de muchas y diversas verdades. De lo pequeño y privado, la atención se traslada a lo social y común. Hay que darse prisa y los dos, Shúrochka y Aliosha, unen sin esfuerzo sus destinos. Ni siquiera la cuestión de dónde han de vivir, si con los padres de Shúrochka o con el padre de Aliosha, es motivo de conflicto: tienen claro que donde hay que vivir es en los Estados Unidos de América. (Cape Cod

Entre otras razones para marchar a USA, los alistamientos obligatorios que en esos años se realizaban para combatir en Afganistán, empujaban a muchos jóvenes a emigrar pese a no tener formación suficiente como para triunfar en el país de destino. No es el caso de los protagonistas de Cape Cod, especialistas en Genética, ella, y en Petróleos y Gas, él. Con el paso de los años la pareja habrá triunfado en sus respectivos campos y hecho realidad su sueño: comprarse una casa en Cape Cod, lugar donde se conocieron e hicieron el amor por primera vez. Tienen un hijo, Leo. Son o deberían de ser felices. Pero como decía una vieja serie televisiva los problemas crecen y Leo les dará más de un quebradero de cabeza. Alguno de ellos es de tal índole que Aliosha que ahora ha americanizado su nombre se replantea muchas cosas:

« Ahora que Alex tiene mucho dinero y tiempo, y el cuerpo aún aguanta, cada vez se para más a pensar. ¿De qué es responsable cada persona, y de qué son responsables sus progenitores? Y si es responsable la persona, ¿ante quién?» (Cape Cod)

Muchos otros asuntos y peculiaridades de la vida actual en Rusia aparecen en estos diez estupendos relatos de Maxim Ósipov, cada uno de los cuales bien merecería reseña individualizada. Pero no sólo son los temas que se tocan lo que hace que la Literatura del escritor de Tarusa merezca mucho la pena. A mí especialmente me ha gustado mucho la manera de contar, el modo que tiene de iniciar sus escritos, la redondez que consigue dar a algunos de ellos como por ejemplo al titulado Cual ola de mar escrito en 2012 que está dotado de gran poeticidad, mucho humor y conforma una composición hermosamente cerrada. Otro tanto cabría decir del titulado El complejo.

Hay cuentos de cierta longitud estructurados en tres o cuatro apartados con los que logra transitar debidamente por espacios temporales más amplios. Es el caso de los titulados Cape Cod y Un hombre del Renacimiento. También me ha parecido muy interesante el ejercicio metaliterario que se percibe en algunos relatos como por ejemplo en Sventa, («Si quisieras, podrías recordar también las aventuras en la sauna; pero mejor en otra ocasión: esto no es Amarcord, sino la crónica de un viaje.») donde además de emplear la segunda persona narrativa,  como medio para referirse a sí mismo viéndose desde fuera, introduce referencias o elementos propios del quehacer escritural

4 abr 2022

Lev Tolstói: Guerra y paz. Un clásico muy actual.

« —¡Somos rusos y no regatearemos nuestra sangre en defensa de la religión, el trono y la patria! ¡Hay que dejar los desvaríos, si es que somos verdaderos hijos de nuestra patria! ¡Demostraremos a Europa cómo Rusia se levanta en defensa de Rusia!— gritaba.»

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Un clásico de la literatura universal que no había leído aún. Su extensión de 1864 páginas en la edición de Mario Muchnick que he manejado ha hecho que su lectura la haya realizado al tiempo de la de otros libros mucho menos voluminosos y también más actuales. Por esto aunque comencé la lectura el 12 de enero de este 2022 no ha sido hasta el 31 de marzo que la he dado por concluida.

La edición de Mario Muchnick es fantástica con unas anotaciones estupendas consistentes en traducciones de las muchas frases que en francés se dicen los personajes pertenecientes a la aristocracia y alta burguesía de la Rusia del zar Alejandro I. La traductora, Lydia Kúper, declara en "Nota de la traductora" al final del texto propiamente dicho, fechada en 2003, que había puesto en este trabajo toda el alma y que en el curso de su realización comparó, contrastó y consultó no pocas traducciones del texto tanto al español como al francés, italiano e inglés. El resultado, al menos a mí así me lo ha parecido, es de una enorme calidad.

La edición es completísima porque, además del texto perfectamente traducido como digo por Lydia Kúper, incluye un Apéndice que bajo el título de «Unas palabras acerca de "Guerra y paz"» escribió el mismísimo Lev Tolstói (1828-1910) el año 1888 en la revista "Antigüedades rusas" donde el propio novelista justifica el título de la obra, el género al que pertenece («No es una novela ni un poema y todavía menos una crónica histórica: Guerra y paz es lo que el autor ha querido y podido expresar, en la forma en que está expresado.»), el carácter de la época que tantos lectores le criticaron en su momento, el porqué de usar el francés dentro de una obra rusa, la razón de los nombres de los personajes en una novela que mezcla los históricos con los de ficción, su disputa o discrepancias con la visión dada por los historiadores de los acontecimientos históricos mostrados en el relato y, por último, la escasa trascendencia que según su opinión tienen los llamados grandes hombres en los acontecimientos históricos.

En esta estupenda edición de la obra cumbre de la literatura rusa y universal se incluyen dos listados: 1) de los personajes y 2) de los contenidos de los capítulos de la novela. Estas dos listas son muy útiles según se realiza la lectura y a mí, personalmente, me han servido muchísimo para la confección de esta reseña.

Cierra ya definitivamente la edición una extensa confesión del propio editor Mario Muchnick sobre cómo conoció a sus catorce años Guerra y paz en una edición mexicana y cómo quedó subyugado por la acción, las intrigas palaciegas, los bailes y amoríos -estos últimos, claro, lo atraparon mucho menos-. Cuenta en este escrito sus siguientes encuentros con Guerra y paz en inglés, en francés, hasta llegar a una «cuarta lectura de la novela que tuvo lugar en Madrid, en 1998» que le sedujo completamente. Fue a raíz de esta cuarta lectura, efectuada también en inglés, que decidió editarla en español. Como se ve toda una odisea editorial.



Guerra y Paz
¿Por qué he decidido leer esta novela cumbre de Lev Tolstói ahora? Evidentemente, una motivación clara es el conflicto desatado por la actual Federación Rusa (Rusia) con la vecina Ucrania invadida  definitivamente por el país de Vladimir Putin el pasado 20 de febrero de este año 2022. Los amagos e indicios de que esta invasión posiblemente iba a producirse venían ocupando los informativos desde casi finales de 2021. En mi imaginario personal las ciudades de Odesa, Kiev o Jarkov siempre han estado asociadas a Rusia, mejor dicho, al Imperio Ruso. Los cosacos, esos seres tan intrépidos y atractivos literariamente hablando, siempre me agradaron y excitaron mi imaginación. La segunda razón ha sido mi admiración por la literatura rusa entre cuyos nombres más respetados hay no pocos de origen ucraniano (Gógol, Bulgákov, Vasili Grossman, y muchos otros más). Los setenta años que Ucrania formó parte de la URSS hicieron que el gentilicio "ucraniano", igual que el de las otras catorce repúblicas socialistas soviéticas que la integraban, quedase subsumido bajo el genérico de "ruso". Por eso para mí, hasta que no se ha desatado esta terrible e injusta guerra los tres escritores antes mencionados eran tan rusos como Tolstói, Pushkin o Dostoievski. Evidentemente necesitaba aclararme y la lectura de Guerra y paz me ha servido en parte para ello.

La novela la escribió su autor durante cinco años y la fue publicando, al menos las dos primeras partes, en forma de fascículos de revista siendo muy bien acogidos por los lectores. Esto explicó que luego de dos años en este formato (de 1865 a finales de 1867) hiciese aparecer en forma de libro todo lo publicado hasta entonces y prosiguiese la escritura de las campañas de Napoleón en Rusia hasta darle forma completa y definitiva a finales de 1869. El formato de novela por entregas utilizado desde luego sirve para explicar el ritmo ágil y fluido de la novela cuya lectura no es nada pesada para  los lectores actuales a pesar de su enorme extensión, algo más de 1700 páginas.

¿Qué cuenta la novela?
Bielorrusia, Ucrania, Rusia, Kiev, Zelenski, Putin, Jarkov, Mariupol
Desde el punto de vista histórico la novela cuenta las campañas rusas de las tropas napoleónicas. Antes de entrar en Rusia Napoleón al frente de un fastuoso ejército de 600.000 hombres venció en Austerlitz (año 1805) a la Coalición de países formada contra él; hizo lo propio luego, ya en Rusia, en Friedland (1807) y en Smolensk (1812). Tras estas grandes victorias y muchas otras menores, el emperador francés sigue en ese año de 1812 su avance imparable camino de Moscú. Antes de llegar a la capital del imperio del zar Alejandro I tiene lugar la batalla de Borodinó que según algunos ganaron los franceses y según Kutúzov, general en jefe de los rusos, Rusia; posterior al resultado de esta contienda es la entrada de los franceses en Moscú, que los rusos habían abandonado, y el incendio de la ciudad. A partir de aquí se produce la debacle francesa por las enormes pérdidas sufridas en Borodinó, por los agudos problemas de intendencia sufridos por su ejército, por la desmoralización de las tropas, y también pero no sólo, como se ha repetido hasta el hartazgo, por las inclemencias climatológicas.

Lo anterior es en síntesis la parte histórica que Tolstói muestra en Guerra y paz. El resto de la novela está dedicada a contar lo sucedido a una serie de familias y de personajes que viven la guerra cuando ésta se desata pero también vivían la paz cuando se establecía. Son fundamentalmente tres familias las que conforman el abanico, diríamos, social, jovial y festivo en que discurre la vida de los hombres y mujeres que forman parte de las mismas. Sus nombres; los Bezújov, los Roskov, y los Bolkonski. Los hombres y mujeres de estas tres familias sirven para mostrar la vida de lujos y fiestas que llevaba la aristocracia rusa, que además, durante estos años, conformaban el grupo de jefes militares. Las relaciones amorosas entre los miembros de estas tres adineradas familias mantienen viva la atención novelesca del lector.

Es importante señalar que no sólo aparecen en la novela personajes adinerados preocupados por cómo aumentar sus posesiones o satisfacer las deudas que negocios ruinosos puedan haberles ocasionado; también aparece el pueblo llano ruso, que constituían la carne de cañón de esos ejércitos de miles de hombres que se enfrentaban entre sí por voluntad de unos engreídos jefes cuyos proyectos tácticos de batallas rara vez tenían reflejo fiel en la realidad. Los mujiks (campesinos rusos sin propiedades) eran reclutados obligatoriamente para el ejército y caían como chinches en batallas que, en una sola jornada, podían dejar en el campo 20.000 ó 25.000 hombres muertos o, lo que era peor aún, heridos de muerte.

Si la aristocracia social y militar está representada por personajes como Pierre Bezújov (protagonista principal de la novela que filosofa y reflexiona sobre la guerra, la religión, la opresión ejercida por los señores sobre los siervos, etc.) o por Andrei Bolkonski, Maria Bolkonski, Nikolai Rostov, Natasha Rostov, Sonia (prima de Natasha y de Petia Rostov), etc., sin lugar a dudas la voz del pueblo la deposita Tolstói en Platón Karatáiev, «soldado compañero de cárcel de Pierre en Moscú. Símbolo del pueblo ruso.». Pierre Bezújov, hijo bastardo del inmensamente rico Kiril Vladimirovich Bezújov, cuya fortuna heredará íntegramente, es por origen, pensamiento y evolución personal durante el relato el nexo de unión entre las clases dirigentes rusas y el pueblo llano. Sus ideas de pacifismo, de redención social, de filantropía, en definitiva de socialismo, son las ideas que defendía el aristócrata Lev Tolstói en su vida real. Precisamente estas ideas llevaron al escritor a chocar no pocas veces con las de los que serían artífices de la revolución rusa de 1917: Lenin y Trotski

La nómina de personajes es inmensa y no queda reducida a los que acabo de citar. Tolstói hace un fresco completo de la sociedad rusa: el estamento militar que sólo busca los reconocimientos honoríficos personales aunque sea a costa de los intereses de la Nación; las envidiejas y celos que surgen entre los jóvenes candidatos a noviazgo, también los galanteos; los momentos duros vividos por las mujeres durante la crianza de los hijos o el cuidado de los familiares enfermos; así como los vicios que asolaban a no pocos hombres inmersos en las garras del juego, la bebida o la vida amoral; etc.

Leyendo Guerra y paz no he podido por menos que recordar a Pérez Galdós y sus "Episodios nacionales". Entiendo que Galdós cuando inicia sus series en 1872 ya es conocedor de la obra maestra de Tolstói y decide aplicar el esquema y estilo tolstoiano a su trabajo, o sea, la novela histórica renovada. Lev Tolstói la realiza apartándose un tanto de la fundacional novela histórica romántica de Walter Scott introduciendo en ella una mayor dosis de realismo. En efecto -es mi opinión- Guerra y paz es una novela histórica realista. El propio escritor ruso en el Apéndice que en 1888 hizo acompañar a la reedición de su novela es consciente de sus innovaciones y a la pregunta que él mismo se hace de «¿Qué es Guerra y paz?», se responde:
«No es una novela ni un poema y todavía menos una crónica histórica: Guerra y paz es lo que el autor ha querido y podido expresar, en la forma en que está expresado. [...] La historia de la literatura rusa, desde los tiempos de Pushkin, no sólo ofrece múltiples ejemplos de obras que se apartan de esa forma que podríamos llamar europea, sino que no nos ofrecen un solo caso contrario. Desde Almas muertas, de Gógol, hasta La casa de los muertos de Dostoievski, en el nuevo período de la literatura rusa no hay una obra de arte en prosa, por encima de la mediocridad, que se ajuste a la forma de novela, poema épico o relato.» 
Literatura rusa del siglo XIX, Guerra Rusia-Ucrania, Guerras napoleónicas en Rusia
En la respuesta reconoce pues, Tolstói, que su novela, al no ser en lo absoluto ninguna de las tres formas señaladas, es algo novedoso constituido en su unidad por los tres ingredientes juntos. Y eso es lo que Galdós recogió en sus cinco series de los Episodios nacionales: Ficción, Nacionalismo e Historia. Y es lo que engancha muchísimo a la lectura de esta obra ingente que es Guerra y paz: la sabia hilazón realizada entre personajes históricos reales (zar Alejandro I, general Kutúzov, general Barclay de Tolly,  conde Rastopchin, Napoleón, Murat 'el rey de Nápoles', y muchos otros más) y los ficticios creados por el novelista a imitación de otros que podrían haber existido como los Bolkonski, Drubetskoi, Bilibin, pero cuyos nombres y personalidades sólo tuvieron existencia real en la cabeza del autor ruso. Por otra parte la novela es un canto a la nación rusa que el novelista ve latiendo no en unos cuantos héroes individuales sino en el pueblo ruso. Como se ve Galdós tuvo en esta novela un perfecto modelo para su obra magna.

A lo largo de la novela Tolstói insiste en su concepto sobre lo que para él es la Historia rebatiendo las teorías o planteamientos de reconocidos historiadores del momento como Thiers, Michelet y otros. Es Tolstói partidario de una historia "científica", es decir apoyada en documentación fiable y suficiente. Para él, más que los historiadores que se fijan en la fuerza de una sola persona, resultan más fiables y están más en lo cierto aquellos otros «más recientes historiadores, desde Gibbon hasta Buckle», como el alemán Gervinus, que estudian los hechos relacionados con todos los pueblos. 
«Thiers, bonapartista, dice que el poder de Napoleón se funda en su virtud y genialidad; Lanfrey, republicano, sostiene que lo sustentan las mentiras y el engaño del pueblo. Esos historiadores, al contradecirse unos a otros, destruyen la idea de la fuerza que produce los acontecimientos y dejan sin respuesta la pregunta esencial de la historia. Los historiadores que estudian los hechos relacionados con todos los pueblos parecen reconocer la falsedad de los historiadores particulares sobre la fuerza motriz de los hechos. No reconocen que esa fuerza radique en el poder de los héroes o monarcas; para ellos es el resultado de numerosas fuerzas dirigidas de forma diferente. Al describir la guerra o la conquista de un pueblo, el historiador universal no busca la causa del acontecimiento en el poder de un solo personaje, sino en la interacción recíproca de numerosos personajes relacionados con aquel hecho. Según tal opinión, resulta que el poder de los personajes históricos es producto de múltiples fuerzas y no puede ya ser considerado como una fuerza capaz de provocar por sí misma el hecho.»

Estas reflexiones sobre los conceptos de Historia y también otras tantas sobre la espiritualidad, la religión,  las clases sociales, la liberación de los siervos, etc., etc., van apareciendo a lo largo y ancho de la novela puestas en boca de algunos de los personajes, en especial de los más reflexivos, aquellos que como Pierre Bezújov o Andrei Bolkonski se muestran como más torturados dada su conciencia de persona, de seres humanos que desean la redención de todos los hombres. Bezújov entrará en la masonería y adoctrinará a otros como Andrei o Nikolai para que lo hagan, si bien al final se desengaña un poco de esta filantropía masónica que es más que otra cosa una revolución desde arriba que ignora bastante a aquellos que precisamente busca redimir, o sea, al pueblo, verdaderos artífices del movimiento histórico.


¿Cómo lo cuenta?
Desde el punto de vista formal la novela hace uso del narrador omnisciente. Es un narrador-autor que no se oculta jamás, que conoce todo lo que sucedió, sucede y sucederá en el curso de la narración que está presentando, se comporta como si de un dios auténtico se tratara. Constante y conscientemente marca la distancia temporal de más de 50 años que separan los hechos relatados del momento de escritura de los mismos. Con esto quiere marcar al tiempo la literaturización de un momento histórico relativamente reciente y la enorme distancia intelectual que separa ambos periodos. Los avances científicos admitidos ya en 1865 cuando Tolstói redacta su obra eran objeto de burla o simplemente se ignoraban en 1805. Tal es el caso del creacionismo frente a la teoría de la evolución de Darwin Que los hombres han descendido del mono en un período incierto es tan comprensible como el decir que fueron hechos con un puñado de barro en determinada época (en el primer caso la incógnita es el tiempo; en el segundo, el origen).»

Existe introspección psicológica en muchos de los personajes que en una especie de monólogo interior 'avant la lettre' se cuestionan no pocas cosas acerca de su actuar próximo o presente: «La vieja princesa ofrecía vino a su vecina con un triste suspiro, miraba enfadada a su hija y parecía decir: “Sí, querida, a nosotros no nos queda otra cosa que beber vino dulce. Ahora es el momento de esos jóvenes y de su insultante felicidad”. Y el diplomático pensaba, mirando los rostros felices de los enamorados: “¡Vaya tontería todo lo que estoy contando! ¡Como si importara algo! ¡La felicidad es eso!”.» Como se ve Proust, Joyce y demás renovadores de la novela a inicios del siglo XX ya tenían aquí señalada la senda para la renovación, sólo les faltaba pulirla, eliminar lo superfluo. 

Aunque sin duda alguna, leyendo a Lev Tolstói, la sensación que embarga al lector es la de lo contradictorio que se muestra el escritor en no pocas ocasiones: de defensor del más radical cientifismo unas veces a detractor del mismo por la ruptura que éste supone respecto al misterio, magia y espiritualidad inherentes al sentimiento religioso. Y lo mismo acaece cuando escuchamos pregonar la necesidad de la liberación de los siervos y al poco se critica la revuelta de los mismos o se les ve bajar sumisos la cerviz reconociendo así su mal comportamiento. A este respecto quizás sean las conversaciones mantenidas entre Pierre Bezújov y Andrei Bolkonski donde quedan bien a las claras las dudas del propio autor sobre estas cuestiones sociales: Bezújov defiende la mejora de las condiciones de vida de los siervos («¿Qué mal y qué horror hay en impedir que la gente muera de enfermedad, sin ayuda, cuando es tan fácil ayudarlos materialmente y yo les proporciono médicos, hospitales y asilos a los ancianos, cuando es tan fácil hacerlo? ¿Y no es un bien tangible e indudable si doy un poco de descanso y asueto al mujik, a la mujer con niños, que no tienen un minuto de reposo ni de día ni de noche?») mientras que su interlocutor le responde que para un mujik «su única felicidad posible es la de ser animal, de la que quieres tú privarlo.». Evidentemente el escritor ruso se identifica más con Bezújov que con Bolkonski pero en su comportamiento vital, en cierto modo, asumía ambos planteamientos. 

Cuando describe batallas en campo abierto la técnica que utiliza es, diríamos hoy, muy cinematográfica. Tolstói maneja a la perfección  el arte de la narración abriendo el campo focal para hablar de planteamientos bélicos generales para luego, como si de un zoom se tratara,  acercarse a un episodio particular o a la actuación concreta de un personaje. Su maestría al hacerlo así provoca que la lectura sea muy agradable y muy entretenida.


Para finalizar
Federación rusa, Ucrania, Donbass, Crimea
La invasión de Ucrania por orden de Vladimir Putín me incitó, entre otras cosas, a leer esta obra de Tolstói. A lo largo de la lectura he tenido la sensación de que el tiempo -casi 200 años- no había pasado. Las motivaciones de exacerbado nacionalismo que aduce Putin para masacrar a Ucrania son casi idénticas a las arengas que los militares aristócratas rusos lanzaban para incitar al combate contra los franceses [la cita que abre esta reseña es un claro ejemplo]. En una cosa difiere el ayer del hoy: en 1807 - 1812 los rusos fueron los atacados; hoy, ellos son los invasores. Y siendo así no son pocas las similitudes que he creído encontrar, especialmente en los problemas de intendencia sufridos por ambos ejércitos -el francés del siglo XIX y el ruso del XXI- que a la postre llevaron a Francia y hoy, parece, están llevando a Rusia a batirse en retirada. Ojalá que la semejanza prosiga por este sendero.

Como vengo diciendo comencé esta reseña aludiendo a los motivos que me llevaron a leer Guerra y paz. Ahora, cuando decido dar cierre a la misma recuerdo uno más que, pienso, puede servir de colofón a mi comentario. Además de todo lo dicho sobre los penosos acontecimientos bélicos actuales y el de mi admiración por la literatura rusa, el detonador definitivo que me impulsó a buscar la novela de Tolstói fue la lectura que en diciembre del año pasado realicé del ensayo de Sergio del Molino "Contra la España vacía". En un momento dado del ensayo de Sergio del Molino se puede leer lo siguiente: 
 «Bezújov sufre varias metamorfosis en los arcos argumentales, hasta renegar de su pacifismo y convertirse en un patriota. Al final de la novela, protagoniza una de las escenas más emocionantes y salvajes de la historia de la literatura: un paseo alucinado por un Moscú en llamas, incendiado por las tropas de Napoleón. 
Me fascina la complejidad de Bezújov, que trasciende muchísimo cualquier caricatura de progre melifluo y, a la vez (quizá debido a su talla inabarcable), encarna el tópico como nadie. No hay nada declamatorio, inverosímil o arquetípico en él. Contiene la riqueza de Fausto y el temblor dubitativo de Hamlet, pero es muchísimo más humano. En Pierre Bezújov nos reconocemos todos los lectores, porque es frágil de verdad, se asusta de verdad y se desconcierta y desespera de verdad ante un mundo que creía entender y acaba ardiendo ante sus ojos. O ante sus lentes, porque Bezújov lleva gafas, es un ochkastie. Su derrota es un derrumbe humanitario que clausura cualquier ambición espiritual y de mejora del ser humano. El Tolstói religioso empieza en el desengaño de su personaje.»

Sin lugar a dudas buscar a este personaje tan actual, tan contemporáneo, tan moderno y cercano al hombre de hoy, verle funcionando en su propia salsa, o sea en el original de Lev Tolstói, fue el principal acicate para sentarme a leer esta magnífica novela, mejor diría, este novelón en su más amplio sentido de longitud y de calidad, que es Guerra y paz, un clásico en toda regla.