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22 sept 2025

"Memorias de Adriano" (A pares XLVI)

Novela y Teatro. Adaptaciones teatrales de novelas


El pasado domingo día 21 de este mes de septiembre tuve la enorme satisfacción de asistir en el teatro Marquina de Madrid a la adaptación escénica de Memorias de Adriano, la novela histórica de Marguerite Yourcenar que tanto éxito tuvo desde que se publicó en París el año 1951. 

En el Cuaderno de notas, que la autora añadió a la edición de 1974, ella misma explica el proceso de creación de la novela: cómo muy pronto, entre los 20 y 25 años de edad (1924 a 1929), concibió el libro, si bien en 1929 decidió quemar todo lo escrito. Durante años tuvo el proyecto en el olvido, aunque lo recuperó y abandonó varias veces entre 1934 y 1937 («En todo caso, yo era demasiado joven. Hay libros a los que no hay que atreverse hasta no haber cumplido los cuarenta años»), y se puso definitivamente con él en 1948. Durante estos años 'en blancoMarguerite Yourcenar  se documentó exhaustivamente. Fue en 1948, como digo, que decidió abordarlo con pasión, publicando el libro tres años más tarde.  

Novela histórica,
Yo leí la novela, ejemplo de la renovación de la novela histórica en el siglo XX, hará cosa de cuarenta años, en 1984 o así. Su recuerdo me ha acompañado siempre y mi afición a la novela histórica durante bastantes años debe no poco a la escritora francesa, nacida en Bélgica y luego nacionalizada estadounidense. Por eso, cuando el pasado mes de julio vi anunciada la puesta en escena de una adaptación de la novela, supe que la tendría que ver. Me llevaba al teatro el recuerdo de la novela, pero también la personalidad y buen hacer del actor que da cuerpo a Adriano, el barcelonés Lluis Homar. Desconocía cuando compré las entradas que la directora de la obra era Beatriz Jaén, persona que había también llevado a las tablas la novela "Nada" de Carmen Laforet, adaptación y puesta en escena que me había gustado muy poquito [leer reseña aquí] cuando la vi en diciembre de 2024. 

Qué bien que no siempre tengamos todos los datos en nuestro poder. Afortunadamente, estuve ayer en el Marquina y fui testigo de un grandísimo espectáculo. El texto es de una enorme calidad, eso lo sabía desde que leí la novela de la Yourcenar . Pero oír hablar al emperador Adriano por boca de Lluis Homar me llenó por completo. Lluis Homar no sólo dice el texto, Lluis Homar siente el texto, se emociona y transmite dicha emoción al patio de butacas. Un patio de butacas que finalizada la representación prorrumpió en aplausos sonoros y muy duraderos, que hicieron salir a saludar varias veces al actor y a los otros cinco que, admirablemente y como auténticos mimos, siempre en silencio, grácilmente evolucionan por la escena secundando sus acciones.  Los cinco (Cris Martinez, Álvar Nahuel, Marc Domingo, Xavi Casan y Ricard Boyle) estuvieron magníficos. De ellos quisiera destacar a Álvar Nahuel que representó al personaje de Antinoo con una estética, ritmo, belleza y agilidad tales que en mi opinión rompe la distancia que hay con el público al que magníficamente transmite la emotividad y sentimientos que requiere el momento de la definitiva separación de los amantes.

Imagen tomada del blog literario Lluvia en el mar

Quienes fuimos testigos del excelente espectáculo teatral aplaudimos, además de la labor actoral, la estupenda puesta en escena de Beatriz Jaén. Ideó la directora una escenografía en la que  la música, los efectos sonoros, un decorado minimalista en el que las imágenes videográficas replican, duplican e incluso triplican, lo que en persona y sobre el escenario realizan los actores. Una cámara de video en manos de unos u otros actores es testigo mudo de las confesiones de Adriano, hombre poderoso donde los hubiera, pero en definitiva, y de ahí la intemporalidad del mismo, un hombre. Juega la puesta en escena con la trasposición del emperador romano desde su mundo antiguo al nuestro actual en forma de presidente de una nación. Durante los 90 minutos de la representación se presenta en escena la idea de la comunicación a la Nación por parte de su Presidente de algo trascendental: su renuncia al cargo y el designio de su sucesor. Los focos, los micrófonos, los maquilladores, los asesores políticos, la cámara de video o televisión... constantemente están evolucionando alrededor de este hombre que en medio de esta vorágine recuerda su vida ahora que se siente al final de la misma.

Naturalmente la excelencia de la representación habría quedado reducida a mero trampantojo sin la solidez del texto de Marguerite Yourcenar. Lo que en el teatro es una próxima declaración televisiva es en la novela la escritura de una carta a quien pronto será su sucesor en el cargo: Marco Aurelio. Y mientras la escribe Adriano recuerda su vida y hazañas. Las partes del texto de la novela elegidas por la dramaturga Brenda Escobedo y la directora Beatriz Jaén sirven a las mil maravillas para sin traicionar en nada a la novela, entender la tragedia humana del personaje, su conflicto emocional, la profundidad filosófica de su pensamiento y su quehacer como emperador romano en busca de la paz. Si como he dicho antes sus conflictos íntimos, sus debilidades físicas, sus problemas familiares y sus ansías de poder trascienden al personaje y lo acercan hasta nosotros de manera increíble, la alusión que en un momento se hace (¡y también en la novela, no se vea en esto oportunismo alguno!) del papel que Adriano tuvo en su tiempo en la creación de una entidad política nueva a la que llamó Palestina sobre otra anterior y milenaria de nombre Judea, hace que la obra teatral penetre con fuerza inusitada en la rabiosa y terrible actualidad que todos los días contemplamos en las noticias. 

Imagen tomada del blog literario Lluvia en el mar

Tras ver a Lluis Homar en la figura de Adriano, nada más volver a casa, busqué la novela de Marguerite Yourcenar. La he hojeado y he repasado algunos fragmentos, algunas frases que subrayé en los lejanos días en que la leí. Esto daría pie para otra entrada en el blog. Me refiero al cambio que nuestro ser experimenta de un tiempo a otro. Me explico: al leer alguno de mis subrayados recordé la falta de información que entonces tenía sobre tantas cosas; si no ¿por qué habría yo resaltado ciertas frases? El tiempo, como decía el gran Quevedo, todo lo cambia y lo bazuca (siempre me gustó esta palabra contenida en su escatológico y metafísico poema La vida comienza en lágrimas y caca...). Lo que ha quedado como entonces es la enorme satisfacción que he experimentado al escuchar en el teatro y leer en la novela las reflexiones filosóficas, epicúreas unas y estoicas otras, de un hombre de 62 años que se ve ya al borde de la muerte («Empiezo a percibir el perfil de mi muerte»), que la sabe próxima aunque no inminente. Estoicamente va a afrontarla y ante la idea del suicidio para evitarse dolores decide no adelantarse a su destino: «Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos...»

He aquí algunas frases que se me quedaron clavadas tras oírselas en la representación al emperador Adriano, redivivo en la figura de Lluis Homar. Mi mala memoria me ha obligado a buscarlas en su literalidad en la novela de la Yourcenar :
  • «Te ahorro detalles que serían tan desagradables para ti como para mí, la
    Memorias de Adriano
    descripción del cuerpo de un hombre que está envejeciendo y está a punto de morir de un corazón hidrópico
    » 
  • «He formado un proyecto para contarte sobre mi vida. Por supuesto, el año pasado compuse un resumen oficial de mi carrera, al que mi secretario Flegón le dio su nombre. Conté tan pocas mentiras como fue posible; el respeto por el interés público y la decencia, sin embargo, me obligaron a modificar ciertos hechos.»
  • «Lo esencial es que el hombre investido de poder debe haber demostrado posteriormente que merece ejercerlo.»
  • «Humanitas, Libertas, Felicitas: esas nobles palabras que adornan las monedas de mi reinado no fueron de mi invención.»
  • «He sido dueño absoluto solo una vez en mi vida, y sobre un solo ser.»
  • «Aquiles a veces me parece el más grande de los hombres en su valentía, su fortaleza, su aprendizaje e inteligencia acompañados de habilidad corporal, y su ardiente amor por su joven compañero.»
  • «Me he dado cuenta de que el suicidio podría aparecer como un signo de indiferencia, o quizás de ingratitud, hacia el pequeño grupo de amigos devotos que me rodean; no deseo legarles la horrible imagen de un hombre atormentado por el dolor que no puede soportar una tortura más.»
Finalizo señalando la enorme trascendencia que en el mundo literario tiene la novela histórica de Marguerite Yourcenar, verdadera constructora de la misma en el sentido moderno. En el Cuaderno de Notas, al que me he referido al inicio, además de contar las vicisitudes que corrieron estas Memorias hasta que vieron la luz, reflexiona sobre lo que para ella es el género de la novela histórica:
  • «Reconstruir desde dentro lo que los arqueólogos del siglo XIX han hecho desde fuera»
  • «Retrato de una voz. Si decidí escribir estas Memorias de Adriano en primera persona, fue para evitar en lo posible cualquier intermediario, inclusive yo misma. Adriano podía hablar de su vida con más firmeza y más sutileza que yo.»
  • «En nuestra época, la novela histórica, o la que, por comodidad puede denominarse así debe desarrollarse en un tiempo recobrado, animado por la presencia de un mundo interior.» 
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Nota histórica:
Adriano fue emperador romano del 117 al 138 d.C. y es conocido como el tercero de los cinco buenos emperadores (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio) que gobernaron con justicia.

Nota práctica:
Memorias de Adriano se representa en el Teatro Marquina de Madrid desde el día 19 de este mes de septiembre y estará en cartel hasta el próximo día 10 de octubre. Si podéis, no os la perdáis.
Antes de llegar a Madrid se estrenó en el Festival de Teatro Clásico de Mérida de este año. Y tras Madrid, creo que giran por varias ciudades españolas.


18 sept 2025

Aleksandra Lun: "Química para mosquitos"

«Los insectos entienden el tiempo porque tienen muy poco. Su vida es corta. Un mosquito vive una semana. Una mosca, un mes. Una luciérnaga, dos meses. Cuanto más larga la vida, más se pierde uno en el tiempo y menos lo entiende.
En la nave era fácil entender el tiempo porque todo sucedía en el mismo instante.»

Aleksandra Lun
La ficción que se cuenta en Química para mosquitos de Aleksandra Lun se inicia en 1977. Ese año nace la niña que está narrando en 2ª persona su propia historia. Lo que se nos relata sucede en un país indeterminado de la Europa del este que va a pasar en 1989, como sucedió a todos los que estaban al otro lado del telón de acero, a la órbita de las democracias occidentales. En este país escuchamos hablar a una niña que se siente como extraña a sí misma. La extrañeza se marca estilísticamente en el uso de la segunda persona como si ella misma estuviese dirigiéndose a su segundo yo. La sorpresa no queda sólo aquí; mucho más sorpresivo es escucharla hablar de su pseudopadre y de su pseudamadre. Esta denominación es una incógnita en la cabeza del lector que se ve agigantada cuando la madre comienza a cuestionarse si no le cambiarían a la niña en el hospital donde dio a luz. Por si esto fuera poco la niña, de la que no sabemos su nombre tiene una constitución física algo extraña: un brazo demasiado largo y un omóplato del que parece estarle creciendo una especie de miembro alado. Además es una niña enfermiza que se pasa varios meses en un hospital y en una especie de residencia para enfermos con enfermedades raras.
Si la constitución física de la niña ya es extraña, más lo es aún la percepción que ella confiesa tener de lo que comunican con sus cantos pájaros e insectos. 
«Los pájaros cantan historias. Los insectos también, pero mejor, más profundas, más lejanas, [...] El tacto de las patas de las abejas es familiar. Las picaduras son repentinas, arrítmicas. Las abejas cantan sobre el pseudoabuelo, el marido fallecido de Helena, [...]»
Es la narradora una niña distinta, diferente. Del resto de los personajes destaca Helena, la abuela de la narradora, la única persona que entiende que la niña no es como el resto de seres humanos. Quizás sea por eso que su nieta no la considera 'falsa' como a sus ojos lo son propios padres y el abuelo a los que jamás da nombre sino que los despacha con el prefijo 'pseudo' antepuesto a su rango familiar (madre, padre, abuelo).

Helena, la abuela, representa el mundo tradicional en vías de extinción tanto bajo el régimen comunista de economía planificada cuanto ahora en el capitalista. Motyl, un vecino relojero por afición que se emborracha con frecuencia, salvó una vez a la niña de una posible muerte. La madre, química de profesión, viaja a Corea del Norte y recibe al director coreano cuando éste devuelve la visita. Este coreano parece tener una gran preocupación por una central nuclear que hay al borde del mar Báltico. El padre de la niña, trabajador en la empresa química como la mayoría de los que viven en la ciudad es ingeniero en la misma. El trabajo principal de esta industria química es la fabricación de planchas de plástico para las exhibiciones patrióticas de exaltación al líder en Corea del Norte.

Junto a los anteriores personajes están los mosquitos, seres antiquísimos, que al igual que los niños son muy poco tenidos en cuenta a pesar de que en sí mismos alberguen una importante información. La principal de estas informaciones es la consideración de lo que en verdad es el tiempo. Las piezas de ámbar que encierran en su interior a mosquitos paralizados en el tiempo desde hace millones de años y que acompañan a varios de los personajes tienen peso evidente en la historia. El tiempo en el interior de estos dados de resina de ámbar parece haberse detenido, no tener principio ni fin. En el mundo actual la resina es de polímero plástico en cuya superficie también de vez en cuando quedan pegados insectos. Los seres humanos consideramos fallidos las planchas en las que aparecen insectos, no comprendemos la información que estos seres venidos de la noche de los tiempos nos están transmitiendo:
«El tiempo no se puede medir -le decía la niña-, sólo se puede observar. El único instrumento capaz de reflejar el tiempo es un reloj de arena. Un reloj de arena no muestra un momento del tiempo, como los demás relojes. Sólo muestra el flujo del tiempo»
Lo anterior se lo decía la niña a su pseudopadre a propósito de los relojes sin manecillas de Motyl, el vecino relojero. La niña, como Motyl, como el jefe norcoreano, como el padre de acogida francés Luc, como la propia Helena, tienen una concepción del tiempo y de ellos mismos distinta al resto de personas que viven abismadas en el fárrago de las ocupaciones diarias. Frente al tiempo medible  (sistema comunista, luego capitalista; minutos, horas, días, semanas, ....; paso de la agricultura tradicional a la moderna; etc.) está el tiempo continuo, imposible de medir, el tiempo que sólo fluye, en el que todo sucede al mismo tiempo, nada muere porque antes de hacerlo ya está siendo sustituido por otra cosa semejante en todo a la anterior... Este tiempo, que podríamos denominar "eterno", se identifica o se sitúa metafóricamente en la expresión «Nave» a la que la niña alude con frecuencia. («En la nave todo sucedía a la vez, todo estaba unido. Todas las vidas posibles avanzaban simultáneamente en todas las direcciones»). Nave porque en expresión de Helena venimos de las estrellas. 
«Helena sigue mirando el cielo. Vive inmersa en el tiempo de las estrellas, de las plantas, de los animales. Sabe que el tiempo tiene que retraerse para volverse a expandir, como las plantas tienen que marchitarse para volver a crecer y las válvulas del corazón tienen que cerrarse para volverse a abrir. Los átomos se separan, pero siempre se vuelven a unir. El mundo desaparece, pero siempre vuelve a aparecer. Toda vida se expande y se retrae. Helena sabe que está llegando la hora de la retracción.»
Parece mentira que en una novela breve de tan sólo 149 páginas la escritora haya logrado introducir tantísimos asuntos: 
  • Clara crítica al sistema comunista presente en los países de la antigua URSS y sus satélites como su Polonia natal. Nada funcionaba como era debido: «Vivís en una economía planificada; las chaquetas de invierno no se venden en invierno, se venden cuando se fabrican. No se sabe cuándo se fabrican.»
  • Crítica a la transición nada pensada ni meditada del sistema comunista al capitalista que se llevó por delante un mundo como el de Helena, menos productivo pero mucho más humano.
  • Crítica a las energías fósiles que poco a poco van hundiendo el país.
  • Crítica al elevadísimo consumo de alcohol presente en los países de Europa Oriental.
Pero lo mejor sin duda alguna es, desde un punto de vista estilístico, en primer lugar, la manera como la autora sabe utilizar la 2ª persona narrativa prácticamente durante toda la narración. Sólo hay un momento en que la abandona; nos dice el porqué, pero no es una reseña el lugar para desvelarlo. El lector disfrutará descubriéndolo por sí mismo. Y en segundo lugar, cómo mezcla sabiamente el mensaje que pretende transmitir con la forma empleada para ello. Me refiero concretamente a cómo para explicar ese 'continuum temporal', ese tiempo no medible, al que antes he hecho referencia lo ejemplifica ante nuestros propios ojos sin avisarnos de ello, claro:
«La pseudomadre viene a buscarte a finales de agosto. En todo el verano no has tenido anginas. Por la ventanilla del tren ves alejarse los campos. Luego empiezan a aparecer los castilletes mineros. Los vagones pasan a unos pocos centímetros de los edificios de las acerías. En casa, la pseudomadre te mete en la bañera. El cuarto de baño no tiene ventana; al encender la luz, tres arañas patilargas escapan detrás de la lavadora. Te sumerges en el agua caliente. Desde detrás de la lavadora, las arañas patilargas cantan sobre los pseudopadres. La pseudomadre está sentada en un aula de la politécnica. Se abre la puerta, un estudiante llega tarde. El profesor le riñe, le manda sentarse. El estudiante se sienta al lado de la pseudomadre. La pseudomadre se ruboriza.»

La autora
Química para mosquitos
Sobre Aleksandra Lun dice la propia editorial:
Aleksandra Lun (Gliwice, 1979) dejó su Polonia natal a los diecinueve años, se costeó los estudios de Filología Hispánica en España trabajando en un casino y en la actualidad vive en Bruselas. Su primera novela, "Los palimpsestos", escrita en español, se tradujo al inglés, francés y neerlandés, y recibió la prestigiosa beca PEN/Heim del PEN America. "Química para mosquitos" (Galaxia Gutenberg, 2024), LIV Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro, es su segundo libro.
Sólo querría destacar el hecho de que la autora escribe en un idioma que no es el de su Polonia natal. Lo hace en castellano. Escribir en un idioma no materno no es frecuente, aunque sí que hay autores denominados escritores exófonos que lo han hecho:  Vladimir Nabokov (ruso a inglés), Joseph Conrad (polaco a inglés), Jhumpa Lahiri (bengalí y otras a inglés), Samuel Beckett (irlandés a francés), Cioran (rumano a francés), Agota Kristoff (húngaro a francés), Chimamanda Ngozi Adichie​ (igbo a inglés), y tantos y tantos otros. Los motivos de unos y otros para hacerlo son de lo más variado: comodidad, prestigio de la lengua elegida, mejor difusión de sus libros... En el caso de Aleksandra Lun es evidente el amor que siente por España y su cultura, que la llevó a estudiar Filología Hispánica en nuestro país y presentar esta novela, considerada por ella misma como su auténtica primera novela, al Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro con el que se alzó merecidamente en 2024.




8 sept 2025

"Décimas para Sara" de Ezequías Blanco para inaugurar el dígito de los 2.000.000 de visitas. ¡¡Gracias, gracias, y gracias!!

El blog de Juan Carlos, Dos millones de visitas

Aunque el poemario de Ezequías Blanco lo tengo en mi poder desde el 30 de mayo de 2025, día de su presentación en Getafe, y lo disfruto desde entonces, he querido dejar su reseña hasta hoy e inaugurar con ella este dígito, nada menos que los ¡¡2.000.000!! (dos millones) de visitantes que acaba de alcanzar este humilde blog. Si Carlos Gardel cantaba aquello de “que es un soplo la vida, que 20 años no es nada” qué voy yo a decir de este número de visitas a mi blog. Algunos dirán -y con razón- '¡pues no son tantas!'. Cierto es, pero a mí bien que me satisface contemplar la rotundidad del número, mucho más en un blog de lo que se entiende que es cultura algo que en el mundo en que vivimos no parece interesar a demasiada gente. Por todo esto estoy muy contento y quiero compartir mi satisfacción con  mi amigo Quías que en su hermoso y emotivo poemario canta a lo importante de la vida: el amor, la familia, los nietos, la inocencia y la verdad de los mismos...

Antes de comentar "Décimas para Sara" haré, siquiera sea brevemente, un rápido repaso de El blog de Juan Carlos. A fecha de hoy los visitantes del mismo pueden acceder a unas 900 entradas, la mayoría de ellas reseñas de libros, otras de representaciones teatrales y algunas menos de películas visionadas. Este cerca del millar de entradas ha recibido unos 15.000 comentarios repartidos entre intervenciones directas de los  lectores y las respuestas que siempre que puedo procuro darles, por eso de convertir la entrada concreta en motivo de diálogo amable. Muchas gracias a todos los comentaristas, visitantes habituales del blog la mayoría de ellos, aunque también nuevos algunos, lo que cada vez que sucede me produce inmensa alegría. 

No sé cuánto tiempo más seguiré alimentando El blog de Juan Carlos. A veces me siento cansado, pues han pasado ya muchos años desde que decidiera crearlo. En algún sitio, creo que cuando celebré el primer millón de visitas en marzo del año 2021, hace ya cuatro años, escribí lo siguiente:
«Un blog que durante sus algo más de diez años de existencia ha ido in crescendo: de las sólo 4 entradas publicadas en 2010 he pasado a 90 en 2016, 86 en 2015 o en los dos últimos años a 79 en el 19 y a 80 en 2020. Creo que no está nada mal. Yo al menos estoy satisfecho porque en conjunto desde su creación en mayo de 2010 son ya 605 las entradas en él aparecidas. 605 entradas que han merecido casi 8000 comentarios por parte de algunos de la millonada de visitantes que con vuestras opiniones me habéis dado a conocer no pocas cosas y descubierto errores en los que sin saberlo había incurrido.»
Cualquiera observará que el número de entradas desde esas 90 de 2016 o las 80 de 2020 han ido reduciéndose poco a poco. Cansancio, quizás hastío, los años transcurridos... En cualquier caso como todo en la vida, El blog de Juan Carlos durará lo que tenga que durar. Es verdad que ahora mismo, muchos otros blogs de literatura optan por pasarse al formato del videoblog o a colgar las reseñas en Instagram y/o Facebook. Son opciones más rápidas, más cómodas, que exigen menos esfuerzo por parte de los internautas. Yo por ahora soy reacio al cambio, si bien como la mayoría de quienes os pasáis por aquí habréis comprobado sí suelo publicitar mis entradas en Instagram, Facebook y X. Pero de ahí a abandonar el formato de Blogger  por ahora no.

Repito mi agradecimiento: 

¡¡Gracias, gracias, y gracias!!

ooooOoooo
  
Décimas para Sara, Ezequías Blanco
Pienso que más que hacer una reseña al uso, algo que con los libros de poesía no es tarea sencilla, en esta 'reinauguración' del blog, no estaría nada mal para esta entrada trasladar aquí, en la medida de lo posible, la amable sensación que dejó en todos los asistentes la presentación del poemario en Getafe el pasado 30 de mayo. En dicho acto intervinieron, por este orden, el poeta Francisco Caro, que fue quien animó al autor a publicar estos poemas que el propio Quías modesta y equivocadamente tildaba, por el ámbito familiar en que nacieron, de fruslerías; José Cereijo, poeta responsable del prólogo de la obra que atinadamente titula 'La realidad, en fin: La vida'; Eugenio Rivera Claudio, acertado ilustrador de cada uno de los 38 poemas que forman el poemario; y el autor, Ezequías Blanco, quien tras explicar el origen de la estrofa clásica elegida para estos poemas, pasó a hablar de la fuente que los inspiraron: la emoción sentida ante acciones o sucesos de su nieta Sara que luego él plasmaba en versos. 

Cerró el acto de presentación la visualización de un magnífico video (pinchar aquí o en la imagen para visualizarlo) creado por Rufo Pajares en el que distintas personas leen algunos de los poemas contenidos en Décimas para Sara. Es una auténtica gozada escuchar las décimas en boca de declamadores como Matías Muñoz, Ana Rosa Bustamante Morales, Jaime Santos, María de la Vega, Pepe Viyuela, Mariano García, Davina Pazos, o el propio Ezequías Blanco. El fondo musical de la Serenata española de Tárrega que interpreta a la guitarra Jesús Saiz Huedo es un plus añadido a la calidad de los poemas y de las ilustraciones de Eugenio Rivera que en el video acompañan a la letra de los poemas que se recitan.



Dicho y visto lo dicho y visualizado hasta aquí, poco me queda ya por añadir. Quizás sólo reproducir lo que para mí escribí tras una primera lectura:

Un librito delicioso. Ezequías utiliza la estrofa clásica de la décima para celebrar diversos episodios felices o/y sorprendentes sentidos y vividos por él a raíz de convertirse en abuelo. El título viene dado por la estrofa utilizada y por el nombre de Sara, su primera nieta. Sentimos la esperanza ante su próximo nacimiento, sufrimos con su primera fiebre, celebramos sus sucesivos cumpleaños, sus primeras palabras de trapo, sus primeros y vacilantes pasos, su inevitable crecimiento, su cándida crueldad infantil, la llegada de la hermana, etc. En definitiva, Ezequías hace un canto a la vida, a la inocencia infantil, al amor que los mismos inspiran. La estrofa elegida por el autor va como anillo al dedo a los sucesos que suscitan los poemas.

Es un libro ilustrado. Cada poema está acompañado de un dibujo realizado por Eugenio Rivera. Dado la inspiradora de los poemas, la nietita de Quías, Eugenio ha realizado unos dibujos que invitan a que niños de la edad de Sara se sientan atraídos por el volumen. Son dibujos muy simpáticos, muy graciosos, unos dibujos que han sabido captar el sentido de cada una de las décimas; y no sólo el sentido directo que los niños seguro que saben entender, sino también otro más profundo, más adulto: el que quien quiera que sea, padre o abuelo, habrá experimentado en carne propia al tener un bebé en sus brazos; un bebé que va creciendo y pasando por cada una de las fases que leemos en esas estupendas espinelas que Ezequías ha pergeñado como regalo para su querida nieta.

Recomiendo la lectura del poemario por su belleza, por su verdad, y por la emoción que transmiten todas y cada una de sus composiciones. Es vida auténtica.


Algunas páginas del poemario:

Décimas para Sara

Décimas para Sara

Décimas para Sara, Ezequías Blanco

Décimas para Sara, Ezequías Blanco


Para adquirir este hermoso libro editado por Mahalta ediciones basta con pinchar en la imagen que aparece a continuación: