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26 jun 2025

Jens Peter Jacobsen. "Niels Lyhne"

Feminismo avant la lettre, novela nórdica del XIX
Esta novela danesa de finales del siglo XIX, Niels Lyhne,  me ha recordado mucho a autores postrománticos y también a algunos realistas y naturalistas. Alguien -no lo creo, pero quizás, alguno haya- podría ver una contradicción en esta sensación, pero diré que en mi opinión la mentalidad positivista y cientificista del autor, un intelectual naturalista, y la vivencia más íntima y subjetiva del sentimiento amoroso hacen que en la época de publicación de la novela (1880) la convivencia de ambas en el alma de la persona hagan nacer sentimientos contradictorios: por un lado decae la trascendencia religiosa bajo la fuerza del razonamiento científico, pero al tiempo la emotividad amorosa parece exigir una especie de superación de la inmediatez de la pura realidad. En esta contradicción se mueve Niels Lyhne un poeta amante de la naturaleza al que las personas sobre las que deposita su amor irremediablemente lo desilusionan: unos, -su tía Edele, su amigo Erik, la señora Boye, su amor Fennimore...-, porque lo abandonan físicamente; otros, es el caso de su esposa Gerda, porque al enfrentarse a la enfermedad y sus consecuencias le pide auxilio espiritual, algo en lo que él, aunque se lo concede, no cree en absoluto.

A mí el tratamiento que hace Jens Peter Jacobsen (1847-1885) del sentimiento amoroso con sus habituales dudas y contradicciones, su quiero y no quiero, me amas y no me amas, el sacrificio por amor versus la comodidad burguesa, etc., etc. unido a la belleza contenida en no pocas de las páginas de la novela me han hecho recordar al Bécquer de las Rimas y quizás, incluso, un poquito a ese otro Bécquer de las Leyendas en las que asoma el tratamiento del miedo y del terror, especialmente ante la muerte, por esa enfermedad que diezmaba las sociedades del momento: la tuberculosis. Es este momento literario, un tiempo de cambios, de transformación, de inseguridades, de probaturas. Y el autor danés lo plasma en Niels Lyhne

Muchos son los temas que se tocan en esta narración de Jens Peter Jacobsen: la creación artística, la inspiración del artista, el artista como un dios creador; el amor, casi el asunto esencial y central en el relato; las creencias religiosas, en especial, el ateísmo, convertido casi, casi, en otra nueva religión; pero para mí, sin duda alguna, es la mujer el asunto que más interés tiene en este relato.

He dicho que en la vivencia por parte de Niels Lyhne del amor hay algo de romanticismo, un romanticismo típicamente masculino (el mismo que se percibe en el preceptor Bigum, por ejemplo), que consiste en entronizar la figura femenina cual si de una diosa o una virgen se tratase. Esto era lo normal; lo que ya no lo era es que las propias mujeres renegasen de esta concepción. En la novela -recuérdese, publicada en 1880- Edele cuando se ve pretendida por el preceptor, al rechazarlo razona de la siguiente manera: 
«No puedo ayudarle, Sr. Bigum, para mí, usted no es nada de lo que le gustaría ser. Si eso le hace desdichado, si sufre, pues sufra, siempre tiene que haber alguien que sufra. Si uno ha convertido a un ser humano en su dios y su amo, tendrá que someterse a la voluntad de la divinidad, pero nunca es prudente crearse dioses y entregar el alma a otro, pues hay dioses que no quieren bajar de su pedestal. Sea sensato, Sr. Bigum, su dios es tan insignificante y tan poco digno de su adoración. Dele la espalda y sea feliz con una de las hijas del pueblo.» (pág. 51).
Otro tanto le dice Fennimore a Niels cuando ambos amantes hablan sobre la condición femenina y la idea de pureza y delicadeza que los hombres vertían sobre ellas y que éstas debían de mantener viva para seguirles el juego: 
«Las mujeres no somos seres tan etéreos como más de un muchacho sueña. Realmente [ellas] no son más delicadas que los hombres. y no son en absoluto distintas al hombre. Créeme, sin duda la arcilla de la que ambos están hechos debió estar un poco sucia.» (pág. 204)
Como se ve, es una clara manifestación de empoderamiento femenino, de sentido igualitario entre sexos. El escritor danés se confiesa a través de sus personajes como contrario al machismo rampante de la sociedad de su tiempo. Es una ruptura clara con el romanticismo, demodé por viejo y falso. pero que sin embargo estaba vivo en el interior del hombre, del propio Niels. Peter Jacobsen pensando en la vida amorosa y también en la vida literaria del personaje (auténtico alter ego suyo) lanza la siguiente reflexión: 
«A veces le parecía que había nacido medio siglo demasiado tarde, otras veces que había llegado demasiado temprano»
En mi opinión aquí reside la auténtica ubicación de esta novela: Romántica al estilo del Werther de Goethe, publicado en 1774, por lo que Niels Lyhne sería una novela romántica tardía; y novela de nuevo cuño (naturalista, impresionista, simbolista...), un tipo de narrativa que ahora se inicia y que se confirmaría en el siglo XX con autores tan definitivos como Thomas Mann, Marcel Proust y otros. Quizás sea la atadura religiosa, -tan cara al Romanticismo y de la que el naturalismo, simbolismo, impresionismo... lograrán finalmente desembarazarse-, lo que marque este estar a medias, este no haber dejado del todo lo anterior y haber internalizado definitivamente lo nuevo. . 

Efectivamente es la religión, la creencia en una existencia más allá de la muerte, el pensamiento en un Dios hacedor y todopoderoso, lo que marca la diferencia entre personajes en este relato. Niels Lyhne es ateo, pero un ateo comprensivo con los creyentes que lo rodean. Curiosamente algunos convertidos al ateísmo como su esposa Gerda, muy intransigente con los que, como ella antes, son creyentes, a la hora de la verdad pedirá auxilio espiritual. ¿Y Niels? ¿También Niels recurrirá a Dios como hace cuando algunas de las personas que ama o ha amado están al borde de la muerte? ¡Ay, amigos! Eso es uno de los suspenses de esta novela, un verdadero acicate para proseguir en su lectura. Una lectura que a veces se hace algo dura por estar poco habituados nosotros, en estos años de lecturas en diagonal, al estilo de este escritor danés.

Sobre el estilo de Jens Peter Jacobsen diría que es muy cuidado, muy poético, quizás  demasiado descriptivo lleno de adjetivos y de un cromatismo tal que llega a ser empalagoso para nuestro gusto actual. Según lo leía me venía a la mente lo que decía Miguel de Unamuno cuando en 1902 y los años siguientes está abordando la renovación de la novela: se quejaba de que las que llegaban a sus manos estaban cargadas de larguísimas y alambicadas descripciones, y que estaban faltas de diálogos... Efectivamente, así es Niels Lyhne: de claro estilo realista-naturalista cuando muestra, por ejemplo, la enfermedad, y de un cromatismo impresionista muy pictórico en las descripciones de la naturaleza que ocupan no pocas páginas de la novela. Lo que, en mi opinión, salva todo esto es la poesía que impregna la prosa en muchos instantes. El autor, conviene saberlo, era poeta; igual que, también conviene recordarlo, era naturalista, y esto se nota en sus descripciones. Disfruta Jens Peter Jacobsen con la enumeración de elementos de la naturaleza: plantas, pájaros, piedras, etc.
«El oro y la incandescencia de la puesta de sol estaban ocultos tras los árboles del jardín, tan sólo en un punto se abría una mancha de color rojo candente entre los troncos que dejaba que un sol de rayos dorados y chispeantes despertar a las tonalidades verdes y las del reverberación bronce en el espeso follaje.
Por encima de las copas, las nubes volaban oscuras sobre un cielo del color de la jadea de grosella y, con las prisas, dejaban atrás pequeños copos de nube, pequeñas y estrechas estrías de nube desprendida que los rayos de sol saturaban de una incandescencia del color del vino.
»
(pág. 117)
No puedo resistirme a colocar otra cita textual para ejemplificar ese estilo colorista, muy pictórico, que recuerda el impresionismo:
«A través de las ramas colgantes de un anciano fresno se filtraban los rayos de sol amarillos que caían sobre la escalera formando en la fresca y diáfana sombra barrotes luminosos que colmaban el aire de un polvo dorado y dibujaban unas manchas claras sobre los peldaños de la escalera, sobre puertas y paredes; una mota de sol junto a otra que parecían resplandecer a través de una sombra agujereada y salían al encuentro de otros resplandores, otros colores: el blanco del vestido blanco de Edele, el púrpura sangriento de unos labios purpúreos y el amarillo como el ámbar de la cabellera marina. Y por doquier, otros cientos de colores: azul y dorado, pardo como el roble, resplandeciente como el cristal de un espejo, rojo y verde.» (pág. 45)
Sólo resta para finalizar esta reseña aludir al culturalismo que está presente en Niels Lyhne. Al ser los dos principales personajes, pintor uno y poeta el otro, es la pintura y la literatura los ámbitos artísticos que más protagonismo tienen en la novela. Erik, el amigo de Niels y marido de Fennimore, es pintor y al hablar el narrador omnisciente de sus gustos pictóricos dice: 
«Nada le agradaba más que Guido Remi, que en aquellos tiempos gozaba de mejor nombre que Rafael y los más grandes [...]. Andrea del Santo, Parmigianino,y Luini, que más tarde, cuando su talento y su persona se hubieran fundido, llegarían a significar tanto para él, le dejaban indiferente, mientras que la prontitud de Tintoretto, la amargura de Salvatore Rosa y de Caravaggio le entusiasmaban» (pág. 65).
Respecto a Niels, el narrador ya desde la niñez de éste habla del influjo que los libros tuvieron sobre él: 
«De la misma manera que las aguas que fluyen se tiñen con cada una de las imágenes que se acercan a su espejo [...] la historia del niño se apoderó de personajes y de sucesos, de vidas y de libros tanto como pudo. [...] Si tomabas uno, llegabas allí, y si tomabas otro, allá; llegabas a Aladino y Robinson Crusoe, a Vaulunder y Henry Maynard, a Niels Klimt y Mungo Park, a Peter Simple y Ulises. Y con sólo desearlo volvías a casa de nuevo.» (pág. 27)
También es rasgo culturalista la utilización de referentes literarios en muchas de las imágenes empleadas a lo largo de la narración. Personajes del Quijote aparecen en algunas:
«Niels acudió, el caballero andante de la amistad en persona, y le fue dispensado, tal como era de esperar, el recibimiento, entre arisco y lastimoso, que siempre les han dispensado a los caballeros andantes aquellos por los que han sacado a Rocinante del acogedor establo.» (pág. 195)
Un 'pero' final
Llego al final de esta reseña con  una pregunta en mi cabeza que se resiste a abandonarme: ¿Qué es lo que ha hecho que a veces avanzar en esta lectura, que esconde tantas cosas buenas, me haya resultado fatigoso o producido disgusto? Creo que esencialmente ello se ha debido a algunos defectos más o menos graves que he percibido en la edición de 2003 cuya traducción firma Ana Sofía Pascual. Señalo algunos de los más llamativos, pero hay bastantes más. Debo advertir que su presencia no es constante; si lo fuera, la lectura sería del todo imposible: 
  • Mala utilización de los signos de puntuación o mala traducción: «Mientras tanto, los otros dos pronto hubieron cargado las embarcaciones de pólvora, en un nido de estopa embreada.» (pág. 70) 
  • Confusiones ortográficas. Una entre varias es la que se produce en la página 93 donde aparece la conjunción consecutiva «conque», en vez de la secuencia preposición «con» más relativo o conjunción «que», que sería lo pertinente en este lugar. 
  • Falta de tildes. En la página 174 el adverbio «» aparece sin tilde con lo que todo el sentido de la frase se viene abajo.
  • Barbarismos. En pág 185 encontramos un extrañísimo verbo ajeno del todo a nuestro idioma: «su alma se hinchió en un (...)»
  • Faltas ortográficas inexcusables. En pág 187:  «aquello había injerido» (?).
  • Excesiva acumulación de signos de puntuación que hace que la lectura de  los periodos oracionales avance como a trompicones: «Fue entonces, cuando Erik y Fennimore, como ya quedó dicho, llevaban dos años casados, en un día de verano, que recibió una carta, medio lastimera, medio presuntuosa, de Erik, en la que se acusaba de haber perdido el tiempo últimamente, pero no sabía por qué, ya no tenía ideas.» (Pág 186)  

Conclusión
Literatura danesa, novela danesa del XIX
El personaje, alter ego del propio autor, es un hombre que cree ciegamente en la ciencia, en el evolucionismo, un positivista de tomo y lomo. Esto es lo que explica que la religión sea puesta en cuestión continuamente al no casar el concepto de trascendencia y la creencia en un Dios hacedor y justiciero con la práctica y videncia científicas, en especial con el darwinismo del que Jens Peter Jacobsen era seguidor absoluto.

La mujer aparece plenamente dignificada en esta novela. La mayoría de ellas son mujeres realizadas,  independientes, que en el aspecto amoroso se entregan o se retraen con bastante libertad y liberalidad teniendo en cuenta, claro, la época que les ha tocado vivir. 

Niels Lyhne fue una obra elogiadísima por los autores del nuevo e incipiente siglo XX, aquellos que renovaron la literatura. En especial, como reza la publicidad de Acantilado en la promoción de la novela, Stephen Zweig o Rainer María Rilke, quedaron prendados de la misma. 
  • «La primera vez que leí Niels Lyhne me propuse encontrar al autor y hacer lo posible para convertirme en su amigo. Es un libro inolvidable». (Rainer Maria Rilke, Carta a Rodin)
  • «Niels Lyhne fue el Werther de nuestra generación… Y cuando todavía hoy hojeo algunos de sus pasajes, podría transcribir de memoria palabra por palabra, con tanta frecuencia y con tanta pasión incorporamos entonces aquellas escenas a nuestra vida… Niels Lyhne, ese medio Werther, ese medio Hamlet, ese medio Peer Gynt rebosante de pasión y sin fuerza alguna, con una inmensa voluntad de vivir y que se ve asfixiado por sus sueños y vencido por un pesado cansancio. Ese Niels Lyhne es un hombre con todas las posibilidades, de las que sin embargo ninguna se realiza, siendo por lo mismo su vida un ala irisada en perpetua vibración, pero que nunca se precipita impetuosa sobre la realidad vital». (Stefan Zweig, El legado de Europa)
 

13 comentarios:

  1. Querido Juan Carlos:
    Qué maravilla de reseña has compartido sobre Niels Lyhne. Tu análisis es un verdadero regalo para aprender de literatura y sus matices. La forma en que desentrañas la convivencia entre el positivismo científico y la emotividad romántica en la novela de Jacobsen es fascinante, y me ha encantado cómo destacas esa tensión entre la razón y el corazón, tan propia de una época de cambios e inseguridades.
    Tu reflexión sobre el empoderamiento femenino en la obra, con personajes como Edele y Fennimore desafiando las idealizaciones románticas, es un acierto. Además, la conexión que trazas con Bécquer, Goethe y los grandes del siglo XX como Rilke y Zweig enriquece muchísimo la lectura, mostrando cómo esta novela es un puente entre el romanticismo tardío y las corrientes modernas.
    El estilo poético y pictórico de Jacobsen, con ese cromatismo que describes, suena como un cuadro impresionista que, aunque a veces abrumador, tiene una belleza innegable. Lamento que la traducción haya empañado en parte la experiencia, pero tu capacidad para destacar los puntos fuertes de la obra, como su profundidad psicológica y su tratamiento de temas universales como el amor, la fe y la creación artística, hace que den ganas de sumergirse en ella a pesar de esos tropiezos.
    Gracias por esta reseña tan cuidada.
    Abrazos.

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    1. No sabes, Miguel, lo mucho que me halaga el comentario que me has dejado. Sé de tus conocimientos artísticos e históricos; es por eso que tus reflexiones sobre mis palabras me satisfacen plenamente.
      Por tus palabras y por lo que a través de tus criticas cinematográficas sé de ti, pienso que esta novela te agradaría. No es una novela para leer en el metro, exige encontrar el momento adecuado para así poder disfrutar de todo lo que contiene, que indudablemente es mucho.
      Muchísimas gracias por tus muy amables palabras, estimado Miguel.
      Un fuerte abrazo

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  2. Tres pequeñas notas se me ocurren, al hilo de tu excelente reseña: 1) Me has seducido con lo que cuentas en ella, sobre todo con las referencias al amor y al culturalismo; 2) Los fallos ortotipográficos que subrayas son brutales... y sorprendentes, porque la editorial es exquisita; 3) He comprobado que no tengo ningún libro danés en mi blog. Qué curioso. He leído autores de esa nacionalidad (Kierkegaard, Blixen, Andersen), pero fue antes de inaugurar mi bitácora. Hora de ponerle remedio. '¡¡¡GRACIAS!!!

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    1. Sí que sorprende que una editorial como Acantilado cometa esos fallos. A mí sus libros me suelen gustar entre otras cosas por lo muy cuidadas que son sus ediciones. Por esto ,e he permitido a través de X comunicarles estos defectos en u a novela tan buena. Espero que tomen nota y los eviten en el futuro.
      En cuanto a literatura danesa mis conocimientos son de autores como los que señalas a los que innegablemente yo añadiria a Janne Teller, la autora de "Nada", una novela que ha hecho estragos en el medio educativo danés y de otros países nórdicos. Está claro que el existencialismo el de antes y el de ahora, impregna oda la cultura danesa. Para tu blog este libro de la Teller, si no tienes mucho tiempo (¡es cortito!) o este de Jacobsen, algo más largo aunque no mucho. Mucho mejor, con diferencia, el de Jens Peter Jacobsen.
      Un abrazo fuerte, Rubén

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  3. Magnífica reseña. Una de las que más demuestran que eres un experto en la materia y que te has dedicado a ello toda tu vida. Curiosa la clasificación que haces de la novela debatiéndose entre el postromanticismo, el naturalismo y el realismo. Interesante ese ateísmo que empieza a aflorar de la mano del positivismo y el cientifismo. Pocos dioses soportan de pie la caída de su supuesta magia cuando la ciencia toma el protagonismo. Y sin embargo, tras renegar de dioses y religiones en los momentos finales se vuelve a la oración y a la adoración. No hay nada como el miedo y el por si acaso.
    Respecto a esos fallos que destacas y los bastantes más que dices que hay, más que de traducción, que alguno sí que parece tener esa causa, parecen fallos de edición y tipografía y la verdad, siendo la editorial la que es, me parece una cosa muy rara.
    Un beso.

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    1. Pues sí, Rosa, el miedo hace al ser humano invocar ayuda milagrosa. Es muy normal y muy humano. Por otra parte, a propósito del por-si-acaso, estaría la teoria que expuso Blaise Pascal que en resumen decía: lo mejor es creer en Dios porque si no existe, nada hemos perdido, y si existe pues eso que ganamos, ¡menudo cínico que era el bueno de Blaise!, ¿no te parece?
      Sobre Acantilado y esos defectos ya lo he comentado en la respuesta que hago a Rubén.
      A ver si no pasamos excesivo calor, querida Rosa.
      Un beso grande

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  4. Excelente reseña, como nos tienes acostumbrados, Juan Carlos. Es de ese tipo de libros que de entrada pueden gustarme, entra dentro de mis lecturas. Da mucha rabia que algunas editoriales cuiden tan poco las ediciones. Con Acantilado ya me he encontrado con sorpresas como las tuyas. Una pena. Gracias por la sugerencia. Besos

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    1. ¡Ah! No sabía que Acantilado ya hubiese caído en errores como los que señalo. La verdad es que eso es muy penoso y rompe completamente el encanto del lector que está embebido con una lectura. Por eso las he señalado en mi reseña, porque pienso que no hay derecho a que tal cosa suceda; ni siquiera es admisible en una autoedición, pero mucho menos en una editorial de prestigio.
      Un beso

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  5. Desconocía esta novela y me resulta muy atractiva, pero esos fallos que señalas son graves y, siendo tantos, no me extraña que te costara avanzar en la lectura. Me resulta extraño viniendo de esta editorial.
    Besotes!!!

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    1. Lo e los fallos es un problema grave de la editorial, pero eso no quita nada a la inmensa calidad de esta novela. Es una novela y un autor que yo tampoco conocía hasta que en el Club de lectura al que acudo lo propusieron. Me parece un obrón que no ha perdido actualidad a pesar de ser del año 1880. Te recomiendo su lectura, Margari. Eso sí te prevengo: no es una lectura fácil pues ciertos asuntos y la manera de presentarlos son propios del momento de finales del siglo XIX- Quiero decirte que hay que tener cierto aguante e ir haciéndose con el estilo; una vez que te haces con él, disfrutarás un montón.
      Un beso grande, amiga

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  6. ¡Hola Juan Carlos!
    te cuento que a mi me gusta mucho este momento literario de cambios y probaturas, estoy algo aburrida de lo de siempre y la verdad que agradezco innovaciones literarias
    Me suena mucho eso de que algunas personas en las que depositas tu amor te desilusionen, supongo que todo el mundo ha sufrido una o varias de esas decepciones
    Los temas que se tocan me parecen de lo mas atractivos: sobre todo el tema de la mujer (a pesar de la época para una obra tirando a feminista ¿no?), el amor, la religión y las creencias religiosas, interesante todo...
    La pena son esos fallos que comentas, la verdad que me parecen increíbles que se cometan, que las editoriales no sean más cuidadosas, pero a pesar de ello, creo que es una novela que me podría gustar mucho. Me la llevo anotada
    Besos!!!

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    1. ...y la vas a disfrutar, Marian, estoy seguro. Eso sí busca un momento y un lugar adecuados porque no es una novela que pueda leerse sin prestarle la atención que exige. Pero te va a gustar.
      Un beso

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  7. Prosa poética, temas fundamentales como el amor, naturalismo, impresionismo... Muchas referencias, todas atrayentes como para tener en cuenta al autor y a su obra.
    Abrazos!

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