«No soporto vivir en Irlanda del Norte. Todas esas chaladuras sobre lo estupenda que es la vida en un sitio pequeño y lo amable que es la gente. Me da vergüenza haberme dejado llevar por ese discurso; a otras personas las mataban como a papá y yo, mientras tanto, era una de esas que decían que Irlanda del Norte es mucho más que los tiroteos y las bombas.» (Sally Quinn)
Una a una en la oscuridad me ha gustado mucho y en esta entrada diré por qué. Antes de eso confieso que desconocía por completo la existencia de Deirdre Madden, autora irlandesa nacida en 1960 en Toomebridge, condado de Antrim [precisamente es Antrim el lugar donde transcurre lo más importante de esta novela], Irlanda del Norte. Mi desconocimiento no es sólo achacable a mi desidia, sino a que sólo hay dos novelas de la autora traducidas a nuestro idioma: una es la que acabo de leer, novela que la novelista publicó en su país en 1996; la otra se titula Los pájaros del bosque inocente y Madden la publicó en 1988.
Una a una en la oscuridad es una magnífica manera de ver desde dentro el "conflicto" irlandés, la lucha entre protestantes (unionistas) y católicos (republicanos) en Irlanda del Norte a lo largo de los 25 años que duró el conflicto, desde 1969 hasta 1994, fecha en que el IRA depuso las armas y abrió el camino para el llamado 'Acuerdo de Viernes Santo' firmado entre unionistas y republicanos en 1998 . La novela, pues, se publica justamente en medio de ambas fechas: 1996.
Aunque el asunto de la lucha armada entre protestantes y católicos es central en el relato, yo no diría que estamos ante una novela histórica. Pienso que estamos ante una cotidiana historia familiar centrada en tres hermanas que se reúnen en Antrim durante una semana. Estas tres mujeres son Cate, que vive en Londres y se dedica al mundo del periodismo que trata de la moda, de Helen, abogada en Belfast ocupada mayormente en causas de terrorismo político, y de Sally, la menor de las hermanas que es maestra en la misma escuela de monjas católicas donde ella y sus hermanas estudiaron. Estas tres mujeres hablan del hoy esperanzado que representa el embarazo de Cate al tiempo que reflexionan y evocan la vida pasada, insertada toda ella en ese concreto momento histórico y socio-político que fue el conflicto irlandés.
Literariamente me ha gustado e interesado mucho la figura del narrador. Es un narrador en 3ª que habla de la vida de estas tres hermanas (Sally, Cate y Helen) y de su madre (Emily) casada hasta que lo asesinaron con Charlie, un buen hombre que no militaba en ningún grupo terrorista, pero que sufrió, como tanta otra gente no implicada, el estar en el momento equivocado en el lugar equivocado. Concretamente, lo confundieron con Brian. su hermano, que sí militaba en el Sinn Fein o algún otro grupo pro-irlandés. Este narrador en 3ª persona cambia de vez en cuando a la generalizadora 2ª identificándose, confundiéndose o permeándose así, él mismo, con el grupo social de los irlandeses republicanos.
Linealmente, la historia que se cuenta dura sólo una semana, el tiempo que Cate y Helen están en Antrim junto a su hermana Sally, su madre Emily, y otros familiares y miembros de la comunidad (el tío Brian y su mujer Lucy, la hija Una, los vecinos que fueron compañeros de escuela, etc.). Como he dicho, durante esta semana, cada una de ellas -también la madre, el padre y hasta el tío Brian- rememora momentos del pasado que las fueron construyendo para hacerlas tal y como ahora son. Es a través de estas vueltas atrás en el pensamiento de unos y otros personajes que nos enteramos de lo sucedido realmente en el seno de las familias comunes de irlandeses del norte a lo largo de los 25 años, desde 1969 en que se marca el inicio del conflicto norirlandés hasta 1994 en que el IRA comunicó el abandono de las armas.
Los personajes están perfectamente desarrollados. Todos ellos son creíbles y los vemos evolucionar desde su tierna niñez, en el caso de las hermanas, a la madurez en que en ese momento están. Pero no solo nos quedamos en las hermanas, también conocemos la niñez de sus padres, Emily y Charlie, de sus hermanos Brian y Peter, aunque menos, e incluso la vida y carácter de algunos otros. Y es que están las abuelas: Kate, por parte de padre y Kelly por parte de la madre; la primera, activa y movida vs la segunda, más pejiguera y siempre protestona. El papel de la iglesia (el cura joven que consuela a Emily, y las monjas del colegio al que asisten las hermanas, en especial Helen) tienen también su importancia en el contexto socio político de la comunidad y en el personal de las niñas. Estas monjas son sor Philomena (proirlandesa) y sor Benedict (más neutral).
Como digo al inicio, a mí Una a una en la oscuridad me ha gustado mucho. Me ha parecido de una enorme frescura. Deirdre Madden escribe de manera fluida, transita desde lo particular de la vida de cada personaje a lo más general y propio de la Comunidad norirlandesa con naturalidad pasmosa. Los problemas familiares que a veces, en especial a Emily, se le antojan irresolubles son análogos en su capacidad de solución al conflicto político que durante esos 25 años tuvo asolada a Irlanda del Norte. Todo en realidad es fútil, todo tiene remedio, nada es imposible, si entre todos ponemos de nuestra parte.
Leyendo a Madden no he podido por menos que rememorar a Edna O'Brien y su Las chicas de campo, trilogía reseñada por mí en este blog hace ya tiempo en dos entradas sucesivas [entrada I y entrada II]. Efectivamente el ruralismo propio del condado de Antrim, la necesidad de salir de allí y evolucionar que siente Cate, y al tiempo la atracción que lleva a Helen a pasar en la localidad cada fin de semana abandonando Belfast donde trabaja, o el anclaje de Sally a la escuela a la que ella y sus hermanas acudieron de niñas no para continuar la cadena antigua sino como elemento rompedor de la misma, me han llevado a evocar a Edna O'Brien. Pero he de decir que Deirdre Madden me ha interesado mucho más que la O'Brien. Y esto se debe a que el tema del terrorismo político es algo que también aquí, en España, hemos sufrido durante décadas en el caso del País Vasco. Es por ello que también ha sido "Patria", la novela de Fernando Aramburu, la que en algún momento me ha venido a la cabeza, especialmente cuando Charlie es asesinado por unos jóvenes de la misma localidad donde vive y con los que es seguro ha tenido amigable contacto en bailes y festejos a lo largo de los años. ¡Cómo la ideología política puede emponzoñar las relaciones humanas amables y cotidianas!
La historia que se cuenta se distribuye a lo largo de catorce capítulos que siguen una secuencia, una clara ordenación estructural que es la siguiente: los capítulos impares van titulados con el nombre del día de la semana, comenzando en el 1 con el Sábado, día en que Cate llegó a Antrim procedente de Londres para finalizar el 13 con el día Viernes. Los pares, por su parte, aparecen sólo con el número desnudo salvo el 14, último de la novela, que se intitula 'Viernes noche'. El motivo organizativo es esencialmente el del momento temporal en que suceden los hechos relatados en unos y otros: los impares se centran más en el tiempo de esa semana, mientras que los pares tienen lugar fundamentalmente en el pasado evocado o recordado. Esto no es óbice para que en estos capítulos, tanto impares como pares, haya leves entradas en el tiempo pasado o vueltas al momento presente, aunque lo central en unos y otros sea la información de lo sucedido en el momento actual -los impares- y la evocación del pasado más o menos lejano, en los pares. Esto es lo que explica que el 14º esté titulado, al transcurrir todo él en ese tiempo del Viernes noche.
El asunto "tiempo", pues, como se ve, es importante en la novela. Muchas son las referencias y reflexiones que en ella se hacen al mismo. Una, no menor, es la distinta percepción que se tiene de esta dimensión en el campo y en la ciudad. En el mundo rural, donde nacieron y al que regresan las hermanas Quinn, la vida está marcada por el predecible e inexorable paso de las estaciones. En la ciudad el tiempo adquiere la condición de 'continuum' que en verdad tiene, al no existir claros cortes naturales que sirvan para marcar diferencias en él. Quizás por esto, Emily, aunque no viva en la ciudad, al verse mayor y viuda, se vuelca en la jardinería, para así acercarse más a esa secuencia, a ese paso pautado que delata la evolución de las plantas a lo largo del tiempo.
«La jardinería le volvía soportable el tiempo porque la ligaba al ciclo de las estaciones, y de otro modo el tiempo habría sido una espantosa línea recta, un viaje despiadado y sin curvas a toda velocidad hacia la muerte.»
El otro asunto esencial es el del sentimiento de pertenencia. La familia Quinn vive en su terruño a plena satisfacción. Salvo el tío Brian y algún otro son más o menos ajenos a los problemas políticos, los cuales interfieren en su apacible vida familiar. Así, Cate cuando niña, o sea, cuando aún era Kate, se sintió muy molesta cuando en abril de 1969 la renuncia de Terence O'Neill como líder del partido y primer ministro para Irlanda del Norte interfirió con el parto de la gata Tigger que ese mismo día tuvo una camada de seis criaturitas. Se ve así cómo el contexto socio-político va invadiendo la esfera privada de personas y familias, las cuales van adquiriendo conciencia de quiénes son y a qué facción pertenecen con hechos simples como cuando, en el verano, salen de la localidad y topan con símbolos, colores y banderas que no forman parte de su identidad.
«Y, a pesar de todo esto, sabían que sus vidas, tan plenas en sí mismas, estaban descentradas en relación con la sociedad que se desplegaba más allá de aquellos prados y casas, un desfase que advertían con suma claridad cada mes de julio, cuando solían ir a la costa de Antrim a pasar el día y por el camino, atravesando Ballymena y Broughshane, les asaltaba la profusión de banderas británicas ondeando en las casas, y las banderolas rojas, blancas y azules que adornaban las calles. Los arcos orangistas que se extendían por las carreteras de los pueblos les parecían feos, y un poco siniestros también, con aquellos símbolos tan extraños: la escalera, el cuadrado y el compás, la estrella de cinco puntas. Sabían que no tenían que entender el significado de todas aquellas cosas, como sabían también, sin que nadie se lo confirmara, que el lema que exhibían los arcos, ¡BIENVENIDOS, HERMANOS!, no apelaba a la familia Quinn.»


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