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14 feb 2022

El ruido de las cosas al caer. Juan Gabriel Vásquez

«Es el ruido de las cosas al caer desde la altura, un ruido interrumpido y por lo mismo eterno, un ruido que no termina nunca, que sigue sonando en mi cabeza desde esa tarde y no da señales de querer irse, que está para siempre suspendido en mi memoria, colgado en ella como una toalla de su percha.»

Juan Gabriel Vásquez, Premio Alfaguara de Novela 2011
Esta interesante novela viene a contar, individualizándolo en una sola persona, la entrada de todo un país, Colombia, en el universo del narcotráfico casi sin enterarse. De hecho los personajes de la narración se ven absorbidos por esta vorágine de una manera no traumática, con suavidad, sin aspavientos, casi sin darse cuenta. Lo que comienza siendo una leve falta o ilegalidad pasable -el menudeo de yerba- irá subiendo de gravedad según vayan apareciendo ceros a la derecha de las cifras obtenidas por lo que decididamente ya es tráfico de estupefacientes. Es entonces cuando las autoridades tomarán cartas en el asunto y los servidores como Laverde de los grandes capos irán siendo atrapados por la DEA, la Agencia antidroga norteamericana, y encerrados en las prisiones estadounidenses por el comercio ilegal.

Sinopsis 
El ruido de las cosas al caer relata la vida de un joven profesor de Derecho, Antonio Yammara, y la relación que sostiene con Ricardo Laverde, un enigmático hombre con el que conversa en un billar de Bogotá y del que se sabe poco sobre su pasado. Sin embargo, la incipiente y fría relación entre ellos dará un giro inesperado el día en que Ricardo sufra un atentado, en el cual Antonio saldrá herido.

La acción de la novela transcurre entre 1996 y 1999, si bien se produce constantemente en la narración -en especial en la última fecha- un retorno al pasado, a los años 70 y 80. Conoceremos a través de las pesquisas realizadas por  Antonio Yammara, narrador y protagonista principal de la novela, la genealogía familiar (padres y abuelos) de Ricardo Laverde, y también el mundo doméstico más cercano de este personaje enigmático (el de su mujer Elaine y su hija Maya). Es, pues, la novela, un constante y desordenado flash-back cuyas piezas Antonio precisa ordenar en su cabeza para dar adecuado sentido a su vida que se ha visto alterada a raíz de su casual encuentro con Ricardo en 1996.

Antonio es un joven profesor universitario que tiene affaires sentimentales con alumnas. Concretamente será con una de ellas, de nombre Aura, con la que formará pareja estable y tendrá una hija, Leticia. Dice de ellas que son la razón de su vida, pero sin embargo y contra todo pronóstico se arriesga a perderlas por ver de entender lo que tres años atrás le sucedió junto a Ricardo cuando éste fue balaseado y él herido.

De esto va en síntesis este relato. Un relato que se engolfa en la tradición de la narrativa colombiana moderna que inaugurara Gabriel García Márquez. De hecho hay frases que parecen tomadas de la novela "Cien años de soledad" («Mucho más tarde, recordándolos para su hija o para sí misma, Elaine tendría que aceptar [...]»), de "Crónica de una muerte anunciada" («El día de su muerte, a comienzos de 1996, Ricardo Laverde había pasado la mañana caminando por las aceras estrechas de La Candelaria, en el centro de Bogotá») y de alguna otra obra del de Aracataca que durante la lectura de "El ruido de las cosas al caer" me han hecho evocar en mi cabeza la literatura de Gabo. Pero más que el empleo de frases que se asemejan a otras empleadas con magisterio por el Nobel colombiano, la similitud mayor con éste he creído hallarla en ciertas construcciones sintácticas como son las repeticiones de frases idénticas para introducir oraciones sucesivas con -seguramente- el deliberado deseo estilístico de producir un efecto rítmico que -ahora sí que sí- recuerda la escritura del creador de Aureliano Buendía y demás personajes de Macondo. 

    • Bien lo sabía él.
    • Bien lo sabía él, que acompañó a Ricardo [...]
    • Bien lo sabía él, que estaba junto a Ricardo cuando [...]
    • Bien lo sabía él, que ayudó con sus propias manos a [...]
    • Bien lo sabía él, que vio despegar el Cessna y [...]
    • Bien lo sabía él.
    • Bien lo sabía él, que doce horas antes de llegar a [...]
De cualquier manera me parece algo excesiva la denominación que algunos críticos literarios dan a Juan Gabriel Vásquez como el nuevo García Márquez. Él mismo sin menospreciar para nada al premio Nobel colombiano de Literatura se defiende de este marbete («Repito aquí lo que ya he dicho en otra parte: ningún escritor colombiano que tenga un mínimo de ambición se atrevería a seguir por los caminos ya explorados por la obra de García Márquez; pero ningún escritor con dos dedos de frente despreciaría las puertas que esa obra nos ha abierto, las libertades que nos ha heredado.»). 

Lo que sí que realiza Vásquez en su novela es un evidente homenaje a la literatura colombiana; un homenaje que, además de las alusiones que hace al escritor nacido en Aracataca y a su obra principal, se evidencia en las directas menciones a literatos colombianos ilustres como José Asunción Silva, León de Greiff y también Aurelio Arturo, el poeta al que hace referencia en el último de los seis capítulos que forman el libro. Es especialmente el poemario "Nocturno" de José Asunción Silva, cuyos versos van entremezclándose con la audición privada que en ese mismo instante Ricardo Laverde está haciendo de una cinta de cassette, uno de los momentos centrales y esenciales en el desarrollo de la novela:

NOCTURNO III

Una noche
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas,

[…]

y tu sombra
fina y lángida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada

[…]

¡y eran una sola sombra larga!

[…]

De cualquier manera lo que sí es remarcable, y para mí una de las características principales de la literatura realizada por Juan Gabriel Vásquez, es el estilo tan personal de su prosa. Me ha encantado leer fragmentos en los que la lengua fluye y envuelve con su magia al lector:
  • «Aura, aquella mujer extraña que se acostaba conmigo en las noches y comenzaba a soltar anécdotas propias o ajenas, y al hacerlo fabricaba para mí un mundo absolutamente novedoso donde la casa de una amiga olía a dolor de cabeza, por ejemplo, o donde un dolor de cabeza podía perfectamente saber a helado de guanábana.»
  • «esos lugares, donde unos veteranos de los Cuerpos de Paz, que acababan de pasar tres años en el Cauca y en Putumayo, se habían convertido de la noche a la mañana en expertos en éter y en acetona y en ácido clorhídrico, y donde se armaban ladrillos de producto que podrían alumbrar un cuarto oscuro con su fosforescencia
Junto a esta belleza formal el novelista nacido en Bogotá en 1973, pese a los serios asuntos que toca en este relato, deja en el mismo algún que otro detalle de humor inteligente: cuando se duerme durante la proyección de una película de culto de Luis Buñuel («había un ciclo de Buñuel, esa tarde daban Simón del desierto, me dormí a los quince minutos)» e incluso en el nombre de uno de los personajes -Maya Fritts- el cual se dedica, como no podía ser de otro modo, a la apicultura. 

Con esta novela he aprendido muchas cosas  que no sabía. Por ejemplo me ha interesado sobre manera las guerras que Colombia mantuvo con Perú. A la que se alude en el relato es la que tuvo lugar en 1932 conocida como el conflicto de Leticia. Indagando sobre ella me he enterado de que la partición en países de las colonias de España en América se realizó siguiendo los límites departamentales fijados por la metrópoli. En el caso del Virreinato de Nueva Granada del que nacieron Colombia,Venezuela, Ecuador y Panamá las cosas no quedaron demasiado claras a raíz de algunas pragmáticas dictadas pocos años antes de la independencia que jamás llegaron a aplicarse. Concretamente hubo un problema aún vivo en la fijación de los límites del virreinato de Nueva Granda con el del Perú. Este problema ha provocado más de cuatro o cinco conflictos entre los dos países, uno de ellos el de Leticia.

Quizás lo más desconocido para mí fuera la existencia de los denominados Cuerpos de Paz norteamericanos, creados en 1961 por el presidente Kennedy («[La historia] comenzaba en agosto de 1969, ocho años después de que el presidente John Fitzgerald Kennedy firmara la creación de los Cuerpos de Paz»), entidad formada por jóvenes voluntarios que se desplazaban a países en desarrollo para mejorar la vida de las gentes. Elaine, la mujer de Ricardo, llegó a Colombia en 1969 formando parte de una remesa de estos chicos idealistas. Curiosamente, al estar imbuidos muchos de ellos de antiamericanismo por su oposición a Nixon y a la destructiva guerra de Vietnam en muchas ocasiones hicieron causa con los campesinos colombianos y colaboraron con ellos en la mejora de los cultivos de marihuana para que su rendimiento fuese mayor. Y lo mismo hicieron, instruyéndoles en la fabricación de la pasta de coca, cuando la droga solicitada por los narcotraficantes desde USA fue la cocaína. 

Colombia, Drogas, Violencia, Narcotraficantes
Al tiempo, en la novela abundan detalles que informan de la vida interna de Colombia. Se cita alguno de los asesinatos de políticos realizados por sicarios a órdenes de narcotraficantes como Pablo Escobar. Este capo de la droga paradójicamente era apreciado -y temido- por bastantes de sus compatriotas, muchos de los cuales trabajaban para él; en la novela nos enteramos de que era tal la inmensidad de dinero que Escobar acumuló con el tráfico de drogas que decidió crear una reserva zoológica con animales de todas las procedencias del mundo: la Hacienda Nápoles.
  • «Era la Hacienda Nápoles, el territorio mitológico de Pablo Escobar, que en otros años había sido el cuartel general de su imperio y había quedado abandonada a su suerte desde la muerte del capo en 1993.»
  • «Yo tenía catorce años esa tarde de 1984 en que Pablo Escobar mató o mandó matar a su perseguidor más ilustre, el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla»
Este ambiente general de violencia en el país se completa con las, por toda la ciudadanía, consentidas mordidas. Los funcionarios públicos se dejan comprar por unos pocos billetes. De hecho los avances que realiza Yammara en sus pesquisas indagatorias lo son a base de dejar unos cuantos pesos en manos de policías y vigilantes.

Por todo lo señalado antes, de esta novela, que fue Premio Alfaguara de Novela en 2011, se dice que es un thriller político. Nada tengo en contra de esta clasificación. Pero sí que he echado muy en falta en el relato la nula referencia a las guerrillas y grupos paramilitares que han condicionado la vida del país durante décadas. Estas guerrillas se sufragaban a través del tráfico de la droga. Mientras que el tráfico de drogas es esencial para entender lo que les ocurre a los dos personajes, sin embargo nada se dice de la implicación de capos de los narcos como Pablo Escobar, citado en la novela, en los movimientos guerrilleros. ¿Por qué hace tal cosa el novelista? Sólo se me ocurre una respuesta aceptable: que Juan Gabriel Vásquez entienda que el lector lo sabe y que por ello no hay motivo para expresarlo. Creo que tal práctica elusiva puede ser admisible en un artículo de periódico o en una revista, pero no en una novela que tiene vocación de permanencia en el tiempo. 

Como siempre que se lee literatura hispanoamericana los americanismos de la zona geográfica de procedencia del autor sazonan el escrito. En "El ruido de las cosas al caer", pues, al ser colombiano Juan Gabriel Vásquez, son los colombianismos la peculiaridad léxica destacable en la novela. Por eso, a pesar de saber de la gran diferencia léxica existente en la designación de algunos objetos entre España e Hispanoamérica, verlos vivos en el habla común de los colombianos es algo que me ha gustado por demás. He aquí algunos ejemplos: timón (volante), aventón (acercar a alguien a un lugar), bañadera (tina de baño), ruana (poncho sin mangas), trancón (embotellamiento), berma (arcén), remezón (terremoto pequeño)..., y un sinfín de vocablos más que al tiempo que provocan cierto extrañamiento durante la lectura me producen inmensa satisfacción al comprobar la vitalidad del castellano a ese lado del Atlántico. También aparecen, como es común en la mayoría de los países latinoamericanos, muchos anglicismos: algunos meramente adoptados tal cual como joint (porro), coach (entrenador) o site training (lugar de preparación para algo); y otros con adaptación a la fonética y grafía españolas como overol (mono de trabajo o de vestir) proveniente de unir en un solo término dos procedentes del inglés ('over' y 'all').  Haber impartido clases de lengua española muchos años me ha hecho disfrutar con estos detallitos de orden lingüistico.


Para finalizar
Juan Gabriel Vásquez, Editorial Alfaguara
Un autor al que he de volver del que hasta esta lectura nada había leído y que me ha gustado mucho. Una novela interesante por la forma y por los asuntos que toca, tanto los referidos a las vidas privadas de los dos personajes, Ricardo y Antonio, cuanto al marco general del país y del tiempo en que desarrollan sus vidas, paralelas en cierto modo.

Sobre el novelista simplemente añadir que tras el éxito alcanzado con El ruido de las cosas al caer en 2011, sexta novela de las publicadas hasta entonces, aparecerían otros tres títulos: Las reputaciones (2013), La forma de las ruinas (2015) y Volver la vista atrás (2020).  

Además de su faceta como novelista, Juan Gabriel Vásquez destaca por sus relatos. En 2018 vio la luz , Canciones para el incendio, su segunda colección de relatos. La primera se publicó diecisiete años antes bajo el título Los amantes de Todos los Santos.

19 comentarios:

  1. ¡Hola Juan Carlos!
    a mi Gabo me gusta mucho, he leído varias de sus novelas, aunque igual, como dices es excesivo que se hagan comparaciones. Parece muy interesante el tema que aborda la novela de este colombiano, y veo que con ella has aprendido muchas cosas que desconocías (yo también desconozco mucho, casi todo de la vida interna o vida política de Colombia. Para que luego digan que los libros de ficción no enseñan, con los libros se aprende tanto...
    Es curioso, sí, que se le considere un thriller político y no se aluda para nada a las guerrillas y grupos para militares. En fin, en principio no Osuna novela que leeré, no me atrae demasiado para serte sincera, pero me encanta leer como desglosas y destripas el contenido de lo que lees
    Besos

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    1. Hola, Marian:
      Los libros de ficción enseñan muchísimo, entre otras cosas porque se ficciona algo pero casi siempre situado en un marco reconocible o real. Además, muchas veces la ficción es gtrasunto de algo sucedido en la realidad.
      Eres muy amable al hablar positivamente de mi manera de hacer reseña de lo que leo.
      Un beso

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  2. Otra casualidad más que nos vincula: tuve en las manos hace unos días los premios Alfaguara de 2010 (Rivera Letelier) y 2011 (Vásquez). Elegí a Rivera (con su novela estoy ahora mismo). Pero después de leer tu excelente aproximación a la obra de Vásquez creo que continuaré también con ésta.

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    1. Pues si tú te lees la de Vásquez yo me apunto la de Rivera Letelier y si haces reseña de ella estaré atento a ella.
      Un abrazo

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  3. Mi querido Juan Carlos, no te lo vas a creer. Tengo el libro en casa y el otro día cambiando las estanterías lo tuve en la mano y lo dejé en el escritorio. No tenía pensado leerlo, me llamó la atención y lo dejé aparte pero creo que ahora tras leerte no me queda otra sí o sí que leerlo, devolverla a la estantería sin hacerlo sería un crimen.

    Magnífica y completísima reseña, como siempre 💋💋💋

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    1. Sí, mujer, léelo. Seguro que te va a gustar. Es muy interesante.
      Muchas gracias por lo que dices de mi reseña, Yolanda.
      Un beso grande

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  4. Leí esta novela en 2012 a poco de publicarse y ganar el Alfaguara 2011. Me gustó mucho y posteriormente, leí Las reputaciones que también me pareció muy buena. Por casa tengo La forma de las ruinas, Volver la vista atrás y Los informantes. A ver si le entro a alguna.
    Me ha encantado recordar la novela con tu reseña, pues diez años en mi memoria son devastadores.
    Un beso.

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    1. Ja, ja, ja..., Rosa. Dices que diez años en tu memoria son devastadores, en la mía la cuenta va por meses no por años. Tiene que ser un libro muy muy diferente a otros para que al cabo de los años haya quedado bien fijado en mi memoria.
      La novela en cuestión me gustó mucho. Y como digo en la reseña leeré más de este autor, sin duda.
      Un beso

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  5. Pues es de esos libros que me apunté en su momento, ya veo que hace años, pero aún no me he animado con él. Me lo voy a subrayar ahora, a ver si consigo hacerle hueco entre tanto pendiente, que me ha gustado lo que cuentas, tanto por la temática que aborda como por la forma en que lo hace, que lo has destacado bastante.
    Besotes!!!

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    1. Si tú supieras la cantidad de libros apuntados en su momento que me siguen esperando... Es la maldición del lector. Uno querría leerse el mundo, pero es que el mundo es demasiado grande, ¿verdad?
      Esta de Juan Gabriel Vásquez te va a gustar. Seguro, ya verás.
      Un beso

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  6. Mi ignorancia supina y la lectura de tu entrada, me han hecho descubrir a un autor desconocido para un servidor. Ya, ya se que no se puede abarcar todo: pero un autor al que se compara (no se si como propaganda editorial) con un escritor como García Márquez; es algo así como pecar por omisión. Prometo hacer examen de conciencia y rectificar, o al menos intentar leer alguna de sus obras.
    De momento, gracias.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Javier:
      Como le respondería un director espiritual que se preciara a su fiel seguidor o discípulo, "es lo que deberías hacer, hijo mío" (ja, ja...). Broma es toda la frase anterior, como comprenderás, amigo mío. Sólo te diré que disfrutarás mucho leyendo a este colombiano que se ruboriza cuando se le compara con el más grande de su país e incluso rechaza tal atrevimiento. pero, bueno, algo hay, claro.
      Un fuerte abrazo

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  7. Parece una novela con un estilo muy cuidado (no es malo que un escritor se fije y haya leído a los que vinieron antes que él) y que toca temas interesantes y peliagudos. El tratar un tema como la entrada de todo un país en el narcotráfico a través de la historia de una persona me parece un acierto. Para los que solo lo conocemos por encima, pienso que es más sencillo de abarcar así.
    Creo recordar que me había encontrado ya con anterioridad con alguna opinión sobre esta novela, pero la verdad que no le había prestado atención.
    Besos

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    1. Novela muy interesante, Lorena. Y muy bien escrita. Si la lees, creo que te gustará.
      Un beso

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  8. Hola Juan Carlos no conocía al autor ni la novela y he disfrutado leyendo tu completa reseña. No sé si es bueno o acaba siendo una presión excesiva que te comparen con el grande de los grandes Garcia Marquez pero lo cierto es que alguno de los fragmentos que citan son un auténtico disfrute de las propias palabras y cómo se cuenta.
    En el centro, la problemática de la droga y todo lo que se mueve a su alrededor. La referenica a Pablo Escobar temido y respetado al mismo tiempo y recuerdo haber leído que los campesinos no pueden llevar ni se les permite llevar otra manera de vida porque la droga sí les da de comer y otros cultivos no lo hacen, dificil lo tiene el país porque demasiados intereses se mueven en él y sus ciudadanos no aparecen en primer orden.
    Un abrazo

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    1. Lo que plantea la novela en sentido general para el país y en particular para la vida de los dos personajes es muy impactante. Y la escritura del autor, magnífica.
      Besos, Conxita

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  9. Hola!! Creo que podría estar muy bien la lectura de este título, me lo llevo bien anotado. ¡Gracias por la reseña y por el descubrimiento! Besos!!

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  10. Juan Carlos, el libro, sin duda, tiene una temática muy interesante pero ahora mismo, como tú sabes, no tengo yo la cabeza para historias muy sesudas. Eso sí, me lo apunto para cuando pase mi examen. Besos

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    1. Lo vas a pasar con nota, Marisa. Después vas a poder leer todo lo que quieras y más, ¿no? Ya me dirás cuando la leas qué te ha parecido esta historia colombiana.
      Un beso

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