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26 jul 2021

Karin Fossum y su novela "Yo veo en la oscuridad"

«Siempre me movía por el centro con gran discreción, mirando a derecha e izquierda antes de entrar en una habitación. Les tiraba del pelo y les arañaba, pero nunca me había visto nadie hacerlo. Y, sin embargo, había notado el ambiente muy enrarecido, las largas y recelosas miradas, como si hubieran sabido algo. No podía entenderlo.»

“Yo veo en la oscuridad” ha sido mi primer acercamiento a esta escritora noruega. Las tendencias narrativas policíaca y negra destacan desde hace tiempo en los países escandinavos donde se mantienen con energía y vigor sin mostrar síntoma de desfallecimiento alguno. Muchos son los autores que las cultivan procedentes de esta zona geográfica de los que conozco y he leído no pocos (Larsson, Nesbo, Mankell, Lackberg, Anne Holt... y tantos otros). A estos nombres puedo añadir a partir de ahora el de Karin Fossum.

Thrillers noruegos, Karin Fossum, Novela negra noruega
“Yo veo en la oscuridad” es un thriller muy entretenido de sesgo psicológico cuyo protagonista, Riktor, trabaja en una residencia de ancianos de la localidad noruega de Løkka. Él mismo es quien cuenta su historia. «Llevo comida, bebida y medicamentos de habitación en habitación, y voy poniendo cruces para indicar lo que los ancianos han comido y bebido, y las medicinas que han tomado», dice de su actividad laboral al inicio; si bien a renglón seguido de esta afirmación, que aparentemente muestra a un ser bueno y honrado, nos deja totalmente anonadados cuando de su propia boca sale que «la realidad es otra muy distinta. Las inyecciones se las pongo al colchón, la comida la echo por el retrete, y el mismo camino siguen los medicamentos»

 ¡Caray. Pero qué individuo es este Riktor! Viendo la realidad de su práctica profesional no queda más que considerarlo un odioso sujeto sin alma, sin principios, un ser detestable. Según avanzamos en la lectura vamos sabiendo de su inaceptable dualidad, de la bipolaridad que alberga en su interior donde conviven prácticas de crueldad horripilantes («Dicen que Nelly Friis está ciega. [Nelly Friis es una anciana residente] Que lleva ciega más de treinta años. Lo dicen sus familiares, una hija y un hijo. […] El pellizcar a Nelly Friis detrás de las orejas y causarle hematomas que nadie ve hace que mi frustración acumulada, mi angustia y mi dolor salgan a chorros de mi cuerpo como el pus de una herida.») con sentimientos de aprecio, diríase cuasi humanos que proyecta fundamentalmente en la enfermera Anna de la residencia. Para él la «enfermera Anna es mi ángel. Es buena, pero también avispada y perspicaz, como una tarta con un baño dulce que esconde en su interior una minúscula y amarga fruta del bosque».

Con el resto de los compañeros mantiene una cierta distancia pero podría decirse que su relación es aceptable. Del Dr. Fischer tiene una buena opinión y muchas veces piensa en él para consultarle ciertos “problemillas” médicos que percibe en sí mismo («Oye, le diría al doctor Fischer. La cabeza me hierve cuando se pone el sol») y también habla bastante de Sali Singh, el cocinero indio de la Residencia («Sali es un hombre grande, la mayor parte de los kilos los acumula en la cintura. Me pregunto qué opinará de Noruega, de los noruegos, en el fondo de su oscuro corazón indio»).

La crueldad que Riktor desarrolla en el ejercicio de su profesión podría explicarse por algún trauma sufrido en su niñez, quizás por haber sido maltratado por sus padres o por alguna otra persona. Él mismo desearía que así fuese, pues es evidente que está insatisfecho con la vida que lleva: «No comprendo del todo mi destino, no entiendo esa sensación de ser siempre un extraño, de no pertenecer, de no estar a gusto en el fluir de las rutinas diarias. Unas fuerzas que no consigo dominar me han alejado de los seres humanos». Pero no hay tal, pues según reconoce «Mi padre era un hombre honrado, que nunca hizo mal a nadie. Es cierto que era distante y poco caritativo, pero no murió colgado de una viga. Murió cuando yo tenía catorce años de un infarto de miocardio fulminante»; también y con un puntito de humor reconoce que «podría añadir, a fin de explicar mis tendencias destructivas, que mi madre solía pegarme con un palo. Pero no sería verdad». Como se ve Karin Fossum realiza, desde mi punto de vista, una genial ruptura de las frecuentes expectativas contenidas en la mente del habitual lector de novela psicológica.

La personalidad de Riktor a mí me ha recordado bastante la de Harry Haller, el protagonista de la exitosa novela de Herman Hesse, “El lobo estepario”. Como Haller, Riktor parece debatirse entre ciertos humanos sentimientos aunque algo desmedidos (¡¡Necesito una mujer!!, grita de vez en cuando especialmente si piensa en la enfermera Anna) con la práctica diaria de la brutalidad. Confunde o mezcla como él los planos real e irreal.

Es en el trabajo donde Riktor se socializa. Su tiempo libre es de una rutina apabullante. O está en su vieja y pequeña casa, construida al final de la guerra mundial junto a otras idénticas dentro del plan de reconstrucción del país, o sale al parque del Mester que tiene cerca de ella. A ese parque, próximo al lago Mester, todos los días «iban acudiendo como animales a la charca, Ebba, Lill Anita, Miranda, Eddie y Janne, el negro grande e infeliz de la residencia para refugiados». Todos ellos más Arnfinn Jagge, un alcohólico, forman el núcleo humano que Riktor observa desde su banco del parque. Los cruces de palabras entre ellos son mínimos y esporádicos. Eddie y Janne son una pareja de adolescentes que constantemente están besándose y acariciándose; Ebba es una bondadosa anciana que hace ganchillo continuamente; Lill Anita y su hija Miranda con parálisis cerebral llaman poderosamente su atención; y el negro grandote e infeliz que vive en la Residencia para refugiados desata en su mente pensamientos variados. Sobre este hombre y sobre el cocinero indio de la Residencia de ancianos Riktor vierte opiniones de corte xenófobo. De todos estos seres será con Arnfinn con quien más interactuará el narrador llegando incluso a –cosa rara en él- dejarle pasar a su casa donde le paliará su síndrome de abstinencia alcohólico ofreciéndole vodka.

Esta es la vida de Riktor, un hombre de 43 años que está solo en el mundo y que a veces piensa que necesitaría una mujer y que la enfermera Anna sería ideal para tal menester. Riktor es claramente una persona con problemas mentales que hacen de él un ser raro, huidizo, bipolar, simulador, que esconde la maldad que no logra dominar y que se cree dotado del poder de ver en el interior de los demás, de adivinar sus pensamientos y deseos. Desde siempre cree ver en la oscuridad, de intuir lo más oculto de los demás. De ahí que su entretenimiento consista en observar a los visitantes del parque e imaginar sus vidas, su interior, su futuro. Él siente desprecio por los desvalidos, por los ancianos, por quienes ya no tienen futuro alguno. En el curso de la investigación que está realizando la policía sobre unas muertes extrañas habidas en la Residencia de ancianos, un psiquiatra forense le pregunta a Riktor
— ¿Qué siente cuando se encuentra ante una persona desvalida, una persona que no puede cuidar de sí misma? 
—Irritación. Desánimo. Me irritan y los desprecio por tener que depender de otros, por suplicar, lloriquear y quejarse.
Junto a una cierta xenofobia, Riktor también padece aporofobia, odio al pobre y al necesitado; por eso no hay cosa que le moleste más que los subsidios estatales que reciben personas desvalidas como los refugiados políticos, los alcohólicos y quienes padecen enfermedades inhabilitantes como Miranda
«Se inclinó hacia la silla de ruedas y volvió a colocarle bien el vestido a la niña. Era un vestido muy bueno, no entiendo cómo la gente puede vestir a sus hijos de esa forma viviendo de subsidios estatales. Porque suponía que ella también vivía de subsidios, igual que el borracho de Arnfinn. Así funciona el sistema: puedes sobrevivir durante mucho tiempo sin trabajar, y algunos lo logran durante toda la vida, sin contribuir a la colectividad»
Novela negra noruega
La acción novelesca discurre en dos tramas -la investigación por la policía de unas muertes en la Residencia de ancianos y la propia del discurrir vital de Riktor- que se solapan, se cruzan, confluyen, se separan, van en paralelo..., y que hasta el final no sabremos en qué pararán ambas. Al hilo de las mismas muchos asuntos se tocan en el relato: la soledad, la necesidad de afecto, el trabajo, la vejez, el inevitable final, la amistad, la crueldad con los débiles y pusilánimes, la inacción, el mundo mental imponiéndose al mundo real, los métodos policiales, el sistema judicial y penitenciario.... Todo esto y más se encuentra en esta novela corta de Karin Fossum,  escritora noruega de 67 años que cuenta en su haber con al menos, según se puede leer en los datos que sobre ella aparecen al final del libro, 20 novelas desde que publicase en 1995 con enorme éxito la primera de ellas, "El ojo de Eva".

Resumiendo
"Yo veo en la oscuridad" es un thriller en algunos momentos de gran dureza, pero no gratuita. La mente de un psicópata y esquizofrénico cuando pasa a la acción traspasa cualquiera de las líneas al respecto. Afortunadamente son momentos puntuales en los que la escritora no se recrea. El nihilismo, la desesperanza, aparecen en el relato como justificación de la maldad. Riktor, que se cree superior en muchos aspectos a los demás, cuando comete algún acto de crueldad gratuita lo justifica ante sí mismo, dentro de esa oscuridad en la que él cree ver y verse con inmensa claridad: «Esto es una locura, susurré a la oscuridad, todo en esta tierra, todo lo que los seres humanos nos hacemos los unos a los otros. También sucumbirá el piadoso, y no tendremos ninguna recompensa en el cielo. ¿Para qué esforzarse entonces?».La inacción ante la desgracia ajena es también manifestación de este nihilismo en que vive el personaje: un solitario que se siente rechazado por los otros y tiene de sí una excesiva autoestima.


Sobre la autora (tomado de la solapa de la edición en papel de Debolsillo)
Karin Fossum (Sandefjord, Noruega, 1954) es una de las autoras de thrillers más reconocidas en el panorama internacional. Considerada la gran dama noruega del crimen, obtuvo el prestigioso premio Glass Key con la novela No mires atrás (1996), segunda entrega de su famosa serie protagonizada por el inspector Sejer. A esta la había precedido El ojo de Eva (1995) y la siguieron Quién teme al lobo (1997), La luz del diablo (1998), Una mujer en tu camino (2000), Segundos negros (2002), Drapet på Harriet Krohn (El asesinato de Harriet Krohn, 2004), Den som elsker noe annet (Quien quiera algo más, 2007), Den onde viljen (Malas intenciones, 2008), Presagios (2009), Carmen Zita og døden (Carmen Zita y la muerte, 2013), Helvetesilden (Fuego infernal, 2014) y Hviskeren (Susurros, 2016). Siete de ellas han sido publicadas en español y están disponibles en el catálogo de Debolsillo. Yo veo en la oscuridad (2013) es una novela independiente, que no pertenece a ninguna serie. Sus novelas han sido traducidas a veinticinco idiomas y han ganado numerosos premios.
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Nota.
Esta novela me sirve para ir avanzando en el Reto 'Autores de la A a la Z' propuesto por Marisa del blog Lecturápolis

12 comentarios:

  1. ¡Madre mía Juan Carlos!!
    por lo que cuentas me parece una novela de dureza extrema. Mira que a mi me gusta lo duro y macabro, ya lo sabes, pero hay dos temas sobre los que no me siento capaz de leer (tampoco en argumentos de cine o televisión), porque me hace un daño especial, y son el maltrato a los animales y a los ancianos, me supera y por lo que cuentas aquí, de eso último hay de sobra. Vale que la mente de ese individuo es una mente enferma, pero ¿sabes? enfermas o no, estoy convencida de que hay muchas sueltas por el mundo de ese estilo, con esas fobias hacia los pobres, con esa escasa empatía hacia los que lo pasan mal
    Fíjate que me parece una lectura interesante, pero creo que no me voy a animar (aunque nunca digas nunca ¿verdad?, jejej)
    Un beso enorme

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    1. Es durilla cuando se centra en el comportamiento del protagonista en la Residencia de ancianos. Y también en algún otro momento fuera de ella. Pero, claro, Marian, es un enfermo, padece bipolaridad, es un psicópata..., vamos que no es muy normalito que digamos. Pero la novela se lee con agrado (brrrff)
      Me imagino que no habrás vuelto a tener problemas para ver la entrada. A veces Blogger se toma un descansito (ja, ja...)
      Muchos besos

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  2. Hola.
    Pues me ha apetecido muchísimo, pero es la clase de obra que me gusta para el invierno. Me meto más en ambiente.
    La dureza extrema no me importa siempre que tenga un contexto, que no sea gratuita, como bien dices, y que no se recree, como también has dejado claro.
    Tomo nota para un futuro.
    Muchas gracias por la reseña, tan completa e insiradora.
    Feliz semana.

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    1. Todo bien contextualizado y nada hay de gratuito en la novela. Te gustará.
      Te deseo un buen finde y si comenzaras vacaciones pues unas buenas vacaciones. Si no...
      Besos

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  3. No me había animado con esta autor por no meterme en otra serie, pero viendo que esta es independiente, la apunto porque me ha resultado de los más atractivo todo lo que cuentas. A mí Riktor me recuerda a Nick Corey, el protagonista de 1280 almas. Tengo mucha curiosidad por ver cómo termina este hombre y la historia.
    Un beso.

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    1. Pues ahora que lo dices sí es verdad que Riktor se da un aire con el prota de 1280 almas de Jim Thompson. La verdad es que todos los psicópatas con problemas mentales y complejos variadísimos se parecen un poquito, ¿no te parece?
      Te gustará
      Besos

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  4. Pues no me sonaba de nada y tiene muy buena pinta. Me atrae, me atrae muchísimo esta historia.
    Besotes!!!

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    1. Y te va a gustar, Margari. Verás como sí te gusta.
      Un beso

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  5. ¡Hola, Juan Carlos!

    Parece claro que el thriller nórdico ha llegado para quedarse ya sea en novelas, series o cine. Creo además, que la temática de fondo va estar cada vez más de actualidad con el envejecimiento de la sociedad y los cuidados que debemos a nuestros mayores. Por otro lado, no puedo dejar de mencionar la brutal -en el mejor sentido- I care a lot como una de las mejores comedias negras del año que también nos deja una reflexión final excelente.

    Un gran abrazo.

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    1. Hola, Miguel:
      Me gustó mucho mucho "I care a lot". Es verdad que el tema de los cuidados a mayores y los asuntos de herencias o donaciones de los mismos al fallecer van a ir en aumento dado el envejecimiento de las sociedades occidentales. En el caso de la novela de Karin Fossum, el protagonista, un psicópata con problemas claros de bipolaridad, daría rienda suelta a su maldad en cualquier ámbito fuera éste una residencia de ancianos o un orfelinato. Es malo por naturaleza, no tiene sentimientos, se cree superior al resto..., en fin, no tiene remedio.
      Te deseo un buen finde
      Un abrazo

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  6. Me pasa como a ti, que son no pocos los autores escandinavos de novela negra que he leído; y aun así me llama siempre mucho la atención esa obsesión que tienen por aquellos lares con los asesinatos y las "cosas chungas", jajaja. Me apunto la novela, que me llama bastante a pesar de su dureza; y ya puestos me apunto también "El lobo estepario", que es uno de esos libros pendientes desde ni recuerdo cuándo...

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    1. Creo que esta novela te va a gustar, Espe. En cuanto a "El lobo estepario" de Herman Hesse es uno de esos libros que se consideran cuasi imprescindibles. Cuando lo leí hace ya tiempo me costó un poco pero luego fui entrando en él. Si lo lees ya me dirás qué te ha parecido.
      Un abrazo

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