.header .widget { text-align:center;} .header img {margin:0 auto;}

28 ene 2021

Sergio del Molino. La España vacía: Viaje por un país que nunca fue

Pueden vivir en Maipú o en el desierto de Arizona, pero están tan enclavados en el centro de la cultura contemporánea como cualquier residente de un barrio de moda de Nueva York. Al mismo tiempo, aunque habiten en el corazón de Barcelona, tienen su mente en un ayer agrario y primordial. Son viejóvenes.

"La España vacía" de Sergio del Molino es un ensayo en el que el autor indaga desde su personalísima subjetividad sobre la existencia de dos Españas: la vacía y la llena. Para él es un proceso no novedoso que hunde sus raíces en el propio ser que nos caracteriza. Me agrada la solución que viene a proponer que es la de la asunción y convivencia de ambas Españas en una que es donde habitan las personas. No vale hablar 'frente a' o 'contra a' una u otra dado que ninguna es absolutamente culpable ni tampoco en esto España es un país original. 

Sinopsis

Un viaje histórico, biográfico y sentimental por un país deshabitado dentro de España En solo veinte años, entre 1950 y 1970, el campo español se vació. Las consecuencias de este éxodo marcan el carácter de la España de hoy. Un ensayo emocionante y necesario sobre las raíces de un desequilibrio que hace tanto daño a la ciudad como al campo. Un viaje a los pueblos de la España vacía y un análisis de la literatura, el cine y la historia que los relata. Hay que viajar muy al norte, hasta Escandinavia, para encontrar en Europa unas densidades de población tan bajas como las de la España vacía.[Sergio del Molino es un] excelente prosista, capaz de hacer relevante lo trivial con el solo poder de la palabra exacta y la formulación imaginativa. (Ricardo Senabre, El Cultural)

Mi opinión

La España vacía; Viaje por un país que nunca fue, campo y ciudad
Me encanta el paseo que realiza el autor por la historia, sobre todo la literaria, de España para dar una explicación plausible de por qué y desde cuándo se ha producido este vaciamiento. Sergio del Molino se ha documentado en profundidad. No hace afirmaciones a humo de pajas, todo lo que sostiene tiene bases sólidas. El cuerpo de notas que incorpora a su ensayo es extenso. Su opinión, personal y original, no surge de la nada, se construye sobre consistentes cimientos. Tras leer el ensayo se comprende que el sintagma "España vacía" desde que apareció en este libro haya tenido éxito y que esta obra haya suscitado un debate importante en el seno de nuestra sociedad. Si he entendido bien a Del Molino la idea que subyace en la expresión de marras no sólo se circunscribe a  localidades desaparecidas o en vías de desaparición. Tiene un sentido más amplio, más profundo. No habla sólo de poblaciones semidesérticas. A mí, sus planteamientos me han parecido atinados, interesantes y bien traídos. 

Sergio del Molino publica en 2016 este ensayo que indaga sobre el desierto humano en que se está convirtiendo -si no está convertido ya- buena parte del territorio español. El escritor en su afán de concreción llega a circunscribirlo a una serie de provincias, unas 14, que con la salvedad de Madrid -auténtico agujero negro propiciador en buena parte de este vaciamiento- forman una especie de España interior dentro de España ("catorce provincias quedaron heridas de muerte y agonizan hasta hoy. Huesca, Guadalajara, Teruel, Soria, Ávila, Cuenca, Zamora, Burgos, León, Salamanca, Palencia, Segovia, Lugo y Ourense se convirtieron prácticamente en desiertos"). Este vaciado no es producto exclusivo de los últimos años (el "gran trauma" producido entre 1950 y 1970), sino que es un proceso que con mayores o menores altibajos viene sucediendo desde la industrialización de zonas peninsulares a partir del último tercio del siglo XIX; este desarrollo  industrial tuvo sus dos principales polos en Vizcaya (la metalurgia) y Barcelona (el textil) y hacia allí que se desplazó buena parte de la población sobrante en campos y ciudades de provincia de esa España que malvivía. Otros importantes puntos de atracción fueron también Madrid, Valencia o Sevilla.

La cuestión "España vacía" no radica sólo en esta emigración, normal en todos los países y habitual a lo largo de los siglos, sino en la cultura que contra los pueblos de origen y sus habitantes existe en España desde tiempo inmemorial, especialmente desde el Renacimiento que contrapuso los valores burgueses radicados en las ciudades que surgían por entonces al ruralismo presente en los feudos que existían así desde hacía al menos un milenio. Se gestó en el XVI una literatura que cantaba lo campesino y pastoril pero idealizado, es decir, visto desde la impostada evocación nostálgica de aquellos que vivían en la ciudad y se sabían procedentes del campo. Era, pues, un mundo falso el de esas églogas y novelas pastoriles; frente a ellas surge también en esa época una literatura realista que llama a las cosas por su nombre y que se patentiza en novelas -la picaresca o el mismísimo "Quijote"- y ensayos como el de fray Antonio Vélez de Guevara, "Menosprecio de corte y alabanza de aldea". Este tipo de literatura extiende la idea de lo rural como mundo embrutecido, feo y peligroso, frente a un universo cortesano refinado y hermoso. Incluso la obra de Vélez de Guevara, a pesar del título, es una reafirmación del mundo urbano; queda la aldea, el mundo rural, sólo como refugio del fárrago ciudadano al estilo de la 'vida retirada' cantada por Fray Luis de León, o sea, el Beatus ille horaciano.

Esas dos visiones del campo son las que pasando los siglos han persistido entre nosotros (y no sólo entre los españoles sino prácticamente en todo Occidente): la visión de Henry David Thoreau de las excelencias de la vida en el campo y la del peligro de vivir en él que sostenían muchos otros autores. Para evitar el peligro sólo quedaba la educación (Rousseau o la leyenda alemana del buen salvaje Kasperhauser). En definitiva, siempre mensajes que no servían para solventar las perentorias necesidades -hambre especialmente- de estas zonas depauperadas o que a lo más las convertían en meros lugares de escapada (segundas residencias, urbanizaciones en medio del campo) para tomar oxígeno y proseguir la vida de urbanitas.

Del Molino reconoce ya esta idea de la España vacía en nuestra literatura (Galdós, Delibes, Cela, Luis Martín Santos, Julio Llamazares...), en nuestro cine (el estudio sobre el documento en imágenes de Buñuel,  Las Hurdes, es fantástico; también es muy reveladora su opinión sobre la película "Surcos" de José Antonio Nieves Conde, así como lo que manifiesta sobre esa serie de películas protagonizadas por Paco Martínez Soria que se burlaban del paleto que arribaba a la gran ciudad y que tanto hacían reír precisamente a esos espectadores que no hacía tanto habían cambiado el mundo rural por el urbano), y plenamente presente en nuestra historia política a partir del siglo XIX, llegando incluso hasta nuestros días.

En nuestro país, como sucede con tantas otras cosas, estas provincias vacías han sido utilizadas políticamente  -lo siguen siendo actualmente- precisamente por aquellos que hablando de favorecerlas y sacarlas de su ostracismo lo único que perseguían era ventaja para afianzarse ellos en los grandes núcleos urbanos que desde hacía años las estaban debilitando. Pone como ejemplo el sistema electoral por circunscripciones provinciales que la Constitución del 78 ideó. En teoría era una manera de favorecer la representación de estos territorios en las Cortes pero en el fondo lo que perseguían los dos grandes partidos era evitar la competencia con otras posibles nuevas fuerzas políticas que pudieran surgir en las grandes ciudades, algo que en estas provincias más tradicionales y conservadoras era impensable que sucediera. Como se ve, de nuevo la gran paradoja -tristemente tan habitual entre nosotros- sigue en su apogeo: con un lenguaje de alabanza de aldea lo que se pretende es consolidar la ciudad (la corte) a expensas de aquella. 

Sergio del Molino es un autor que levanta polémica -sana y enriquecedora polémica, en mi opinión-porque se atreve a agitar cuestiones, ideas, personas o cosas tenidas por muy asentadas y admitidas por todos. Es el caso de, por ejemplo, el análisis que realiza sobre la popularísima frase del no menos popular 'viejo profesor' Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid, proferida en unas fiestas populares de la capital: "A colocarse, y el que no esté colocado, que se coloque y al loro" con la que venía a intentar ganarse a esa base social juvenil procedente de los pueblos que arribaba a Madrid. Si Tierno es un mito que Del Molino racionaliza también hace lo propio con asuntos más vidriosos de nuestra historia como es el Carlismo, movimiento que en el XIX representó la defensa del mundo rural con la exclusiva finalidad de conquistar el trono de la capital. Esta utilización del campo (paisaje y paisanaje) carlista desemboca al decir del escritor en esos nacionalismos que al socaire del Romanticismo y utilizando recursos establecidos por los carlistas (periódicos en las lenguas autóctonas, exaltación del folklore tradicional, etc.) crecerán en nuestro país ocultando -y aquí viene el lado molesto que muestra el autor- que durante la pasada Guerra Civil estos carlistas que están en la base del Nacionalismo vasco colaboraron con el dictador aportando nada menos que 40000 requetés que sirvieron para que los fascistas ganaran con rapidez el frente del Norte.

Estos y otros desvelamientos más realizados por Sergio del Molino en este ensayo están debida y profusamente documentados, lo que no quita para que desde luego sean opiniones muy personales de este madrileño radicado en Zaragoza, aragonés por origen familiar, y como cualquier opinión personal, muy discutibles. Que un ensayo incite al debate, a la discusión civilizada, siempre es deseable, y desde luego "La España vacía" incita a ello. 

Finalizo destacando algunas frases de entre las muchas que contiene la obra que me parecen especialmente reveladoras:
  • Mi trabajo es literario, y la mirada que lanzo a la España vacía es la propia de un escritor que la ha pisado, la ha conocido, la ha vivido, la ha amado y la ha leído. (p. 41)
  • La España vacía, vacía sin remedio, imposible ya de llenar, se ha vuelto presencia en la España urbana. (p. 249)
  • Hay una España vacía en la que vive un puñado de españoles, pero hay otra España vacía que vive en la mente y la memoria de millones de españoles. (p. 16)
  • A la España vacía le falta un relato en el que reconocerse. Las historias que la cuentan complacen a quienes no viven en ella y halagan dos clases de prejuicios: los de la España negra y los del beatus ille. (p. 87)
  • A la España vacía real no le han quedado más que dos caminos: negar y destruir su propia tradición o representarla en una función ininterrumpida al gusto de aquellos que abandonaron hace mucho sus casas y sus calles. (p. 221)
  • Desde Veruela, Bécquer diseñó la primera cartografía romántica de la España vacía. Con él empezó el mito. […] Con el tiempo, los habitantes de aquellos desiertos hicieron suyos esos relatos y empezaron a vivir conforme a ellos. El turismo lo propiciaba. […] desde el momento en que la España vacía asumió que no le quedaba nada más que pasado. Éste, por fuerza, tiene que ser real. Incluso el Quijote ha de serlo. (pp. 148, 151, 153)
  • La recreación consciente y sofisticada de la mitología de la España vacía. La construcción de identidades originales desde la ciudad con una mirada a los mitos heredados, que se reconstruyen y se reinventan con una libertad enorme. Es el estadio último de la descomposición de un país, una forma sutil y casi invisible de levantar una patria imaginaria. (p. 224) 

Sobre el autor

España desértica, España vacía, España vaciada
Sergio del Molino (Madrid, 1979) es escritor y periodista. Premio Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013), una novela testimonial dura y muy emotiva que hace cosa de dos años leí y reseñé en este blog. Es autor también de otras novelas:  No habrá más enemigo (2012), Lo que a nadie le importa (2014) y La mirada de los peces (2017). El ensayo que he reseñado aquí, La España vacía (2016), fue un auténtico fenómeno editorial en nuestro país donde abrió un debate social, cultural y político inédito. Recibió el Premio de los Libreros de Madrid al Mejor Ensayo y el Premio Cálamo al Libro del Año, y fue reconocido como uno de los diez mejores libros de 2016 en España por la inmensa mayoría de la prensa. En 2013, El Cultural de El Mundo le escogió como uno de los narradores españoles menores de cuarenta años más relevantes. Actualmente colabora en diversos medios de comunicación, como El País, Cadena Ser, Onda Cero, Mercurio o Eñe.

 

26 comentarios:

  1. Hola, Juan Carlos.
    El ensayo es mi género literario preferido y desde luego que Sergio del Molino acertó de pleno en titular con la España vacía. Tampoco me disgusta el término de la España vaciada pues lleva alguna connotación política muy interesante. Desde luego es un libro que me encantaría leer para profundizar en los porqués de esa huida a las urbes. Es cierto, que este fenómeno no solo ha ocurrido en España pero sería bueno indagar en las singularidades locales. Por otro lado, Surcos es una película algo olvidada y en mi opinión es una obra cumbre en la cinematografía española. Tuve la fortuna de verla en el Doré.
    Un abrazo y gracias por tan detallada reseña literaria.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Miguel:
      Lo que dice sobre la película "Las Hurdes" de Buñuel es también muy interesante. Desmonta el mito del Buñuel documentalista veraz colocando el film dentro de la categoría de ficción con base naturalista al estilo de la que por esos años realizaban en Europa y América el Van Dyke de "Sombras blancas en los mares del Sur", autor que luego triunfaría con la serie de películas que hizo de Tarzán. Dice Del Molino que Buñuel quería ser Flaherty y se quedó en Van Dyke. "Surcos" es magnífica. La he visto por televisión una o dos veces; la última en un programa precedido de una presentación en la que alguien afirmó que la película del año 1951 pretendía en cierto modo ralentizar el éxodo tremendo que se estaba produciendo del campo a la ciudad; en cierto modo era una advertencia sobre los peligros de la ciudad intentando que el campo no se quedase de la noche a la mañana sin brazos.
      Muy interesante el libro para debatir, comentar, reflexionar... Te gustará, sin duda.
      Un fuerte abrazo

      Eliminar
  2. Seguro que refleja esa realidad de dicotomía, entre las comodidades de ciudad, por decirlo así, y el enorme vació de tanta superficie del país vacía, pero sin un alma..

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Conozco un poco a Sergio del Molino por otras obras y esta debe ser apasionante. Desde que la vi tengo muchas ganas de leerla.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te gustará y más dado tu amor al senderismo, ¿no?
      Un abrazo

      Eliminar
  4. Tengo el libro en mi estantería hace tiempo, pero aún no me he decidido. El que sea ensayo tiene parte de la "culpa", aunque tampoco es que le haga ascos a los ensayos de este tipo. A ver si con tu reseña, que me ha puesto los dientes largos, me animo cuando termine con algún compromiso que tengo entre manos.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un análisis muy literario. El conocimiento y la documentación del autor son inmensos. Se aprenden cosas y también -esto a mí siempre me gusta- te hace dudar de otras que tenías por muy ciertas.
      Un beso

      Eliminar
  5. Por lo que cuentas el autor ha profundizado mucho en los motivos y el origen de la España vacía (¿no decían que era más correcto decir "vaciada" en este caso?). No sé si animarme con el libro, como le pasa a Rosa, lo de que sea un ensayo me desanima un poco, aunque hace poco leí un ensayo que me entretuvo mucho y con el que aprendí también un montón (El infinito en un junco).
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los ensayos como el de Irene Vallejo que te gustó y me atrevería yo a decir que también este de Sergio del Molino al ser literarios, quiero decir, estar escritos con mucho gusto y un muy buen nivel de todo (conocimientos, literatura, historia, etc.) suelen gustar. Yo estoy convencido de que sin llegar, quizás, a gustarte tanto como "El infinito en un junco", estoy seguro de que te gustará.
      Un beso, Paloma

      Eliminar
  6. Me gustó mucho este libro, lo leí el año pasado. Y después leí La lluvia amarilla de Llamazares. El otro libro que tiene, creo recordar que se titula algo así como Lugares fuera de sitio me gusto algo menos, pero también muy interesante. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un libro muy interesante para una tertulia como la que hicimos un grupo de amigos ayer. Da para mucho. "Lugares fuera de sitio" es un título que alguien ayer sacó a colación y se me había ido de la cabeza. Gracias a ti, Esther, lo acabo de recordar. Muchas gracias.
      "La lluvia amarilla" es brutal por la inexorable desaparición de una localidad. Lo leí hace ya muchos años y la impresión la tengo grabada en mi memporia de manera indeleble.
      Un muy fuerte abrazo

      Eliminar
  7. La temática que abarca, esos orígenes de la España vacía, me interesa. Pero reconozco que me cuesta ponerme con este género, así que no sé si me animaré.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que conste que no es un libro de texto en el sentido de que lo que dice sobre el asunto no es verdad irrefutable. No, él lanza opiniones y explicaciones más o menos plausibles sobre un fenómeno observable. Luego nosotros, sus lectores, sacamos nuestras conclusiones. pero sobre todo lo importante es que nos hace pensar, reflexionar... En fin logra que pretenden siempre los buenos ensayos: remover ideas asentadas.
      Besos

      Eliminar
  8. Parece un ensayo muy completo y eso me gusta. Sabía de él porque, además, el término de la España vacía ya trasciende su título. De esa España que se ha quedado vacía venimos todos, hasta los que, como yo, no tenemos pueblo. Así que sería bueno tenerla en cuenta y profundizar más en ella. Yo abogo siempre por la conciliación y la convivencia, aunque, aquí, lo de conciliar ambas Españas, refiérase ese ambas al tema que ocupa este ensayo o a otro, nunca se nos ha dado bien.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te va a gustar, Lorena. Y sobre lo de conciliar las dos Españas, largo me lo fiáis, que decía el Tenorio. Ni la de los colores, ni la llena y la vacía, ni... Bueno, ojalá que poco a poco vayamos mejorando.
      Un beso

      Eliminar
  9. Hola, Juan Carlos. Me compré el libro cuando lo publicaron y lo tengo sin leer. Yo es que compro, compro y compro... y claro no me da tiempo para tanto. A esto hay que añadir que los ensayos no es lo que más me guste leer. Pero este ensayo me atrajo por mostrar nuestra identidad, nuestros mitos y nuestros iconos. Muchas gracias por tu reseña, a ver si me animo a leerlo, sé que me gustará.

    Besos y felices lecturas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si te atrae la mostración de nuestra identidad, nuestros mitos y nuestros iconos creo que el libro de va a gustar, sobre todo si eres de mente abierta -sé que lo eres- y admites la desmitificación o el examen de los mismos desde la racionalización.
      Un beso

      Eliminar
  10. Originalísimo ensayo, lo he leído dos veces, una de ellas en un club de lectura donde dio mucho juego. No en vano formo parte, de refilón, de esa España vacía. La Mancha tiene pueblos grandes y poblados, pero nos mantiene vivos Madrid y miles de personas van y vienen a diario o de semana a la capital (de hecho en la primera ola del COVID fue una de las zonas más afectadas).
    Aunque discutible en muchos aspectos, el libro de Sergio del Molino tiene el mérito de la amenidad (no es poco en este género) y el poner sobre la mesa una cuestión que algún día tendrá que abordarse aunque soy pesimista. Después leí "Lugares fuera de sitio", otro de sus ensayos a la altura de "La España vacía". Del Molino es un autor muy accesible, que nadie le tenga miedo porque sus ensayos se leen como novelas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para clubes de lectura es un libro formidable. El jueves pasado hablamos sobre él en la Tertulia que tenemos desde hace años unos cuantos antiguos compañeros y dio un juego fantástico. Coincido contigo, Gerardo, en que aparte de lo que diga o manifieste desde su muy personal punto de vista, Sergio del Molino está dotado de la virtud de la amenidad, algo que como bien dices no es poco en este género.
      Un fuerte abrazo

      Eliminar
  11. Yo también tengo este libro esperando desde hace tiempo a ver si me animo a leerlo con tu reseña, un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A pesar de ser ensayo es muy entretenido y se disfruta leyéndolo. Seguro que no te disgustará.
      Un beso, Rocío

      Eliminar
  12. La verdad es que no me salgo de la novela, últimamente algo de poesía también, pero poco ensayo, aunque este tan nombrado y tan bien valorado me llama y mucho.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues atrévete, da un saltito y léelo. Creo que no te disgustará. Si como dices últimamente lees algo de poesía, el ensayo es en prosa el género que más semejanzas guarda con ella por eso de la subjetividad que el autor muestra en ambos géneros. Ya te digo, cuando lo leas ya verás como Sergio del Molino escribe bien, divulga muy bien y su punto de humor hace que el libro sea muy entretenido.
      Un beso

      Eliminar
  13. Hace un montón de tiempo que no leo ensayo, pero la verdad es que me llama lo que cuentas de este; está genial eso de que fomente la polémica sana y la discusión civilizada. Me ha recordado además a un blog que sigo, sobre pueblos deshabitados. Y también me ha recordado a una novela que me prestó mi padre hace tiempo, sobre el fenómeno de la despoblación; te lo recomiendo, así que por si te interesa, se titula "La lluvia amarilla", de Julio Llamazares. Total para una vez que soy yo la que te pone deberes...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tanto que te lo tiene que haber recordado, Espe. Cuando leas este ensayo de Sergio del Molino, casi en la primera página, verás cómo el autor cita "La lluvia amarilla" de Julio Llamazares: Prácticamente la novela de Llamazares es el punto de partida del autor del ensayo. Los deberes que me pones como soy alumno aplicado ya los tenía hechos desde hace tiempo; ventajas de tener años (ja, ja...).
      Creo que si te agradó la novela de Llamazares este ensayo te va a gustar mucho.
      Un beso

      Eliminar

Muchas Gracias por dejar tu Comentario.