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13 dic 2019

"El corsario del oro negro" (El Albatros, #2). Federico Supervielle Bergés

Acabo de leer la que es la segunda entrega de la serie de novelas de aventuras "El Albatros" escrita por Federico Supervielle Bergés, marino de guerra. En la primera, que reseñé aquí el pasado 31 de enero de este mismo año, este barco civil armado cual si de un patrullero de la Armada se tratara ejercía funciones de vigilancia y antipiratería en la zona marítima del Cuerno de África. Su título completo era "El Albatros y los piratas de Galguduud".

"El corsario del oro negro" (El Albatros, #2), Novela de aventuras
En esta entrega, pese a pertenecer a la misma serie, desaparece el nombre del barco de la portada; es algo muy comprensible dado que en esta novela el buque aparece perfectamente equipado y conformado desde el principio del relato, por lo que el escritor puede prescindir de los muchos capítulos que en la primera de la serie hubo de dedicar a la preparación del navío.

El asunto que se dirime en "El corsario del oro negro" es el de la cada vez mayor influencia del yihadismo en la zona africana del Golfo de Guinea. Como se ve hemos cambiado de área geográfica, hemos pasado del Océano Índico que baña las costas de Somalia al Atlántico de Nigeria, uno de los países productores de petróleo más importantes de la región. Las labores del barco serán las mismas que en el Índico: proteger los petroleros de la Compañía naviera Alps Tankers. El propietario de la misma, el magnate suizo Friedrich Gotthelf, ha vuelto a contratar sus servicios dados los magníficos resultados de su misión en Somalia. La diferencia es que ahora en lugar de piratas los tripulantes de El Albatros van a enfrentarse a un toro más peligroso: los yihadistas de Boko Haram.

Literariamente pocas diferencias esenciales hay entre ambas novelas. En el apartado personajes prácticamente estamos con el mismo plantel: Pablo Marzán, comandante del navío; Gabi, el segundo de a bordo; Paco, el ex-geo encargado de preparar las acciones de rescate, lucha cuerpo a cuerpo; Julián Reyes, el experto en seguridad que intermedia entre Pablo y el magnate suizo; Sergio, un magnífico tirador; etc. Hay alguna baja y alguna que otra incorporación habida cuenta de que en los dos años que han transcurrido entre ambas misiones ha habido tripulantes cuya vida ha experimentado cambios personales de importancia que les impedirán participar en esta nueva aventura. No daré nombres para no matar el interés de la lectura. Basta quedarse con que, como habrá visto quien quiera que conozca la primera de la serie, el grueso de personajes no varía. Sí son completamente nuevos como no podía ser de otra manera los personajes relacionados con los intereses nigerianos.

Destacaría como novedoso en esta narración la historia que en contrapunto se entrevera con la del barco. Se trata de la vida personal y familiar de Pablo, el comandante del Albatros, quien deseoso de enmendar errores personales pasados pretende recuperar los años perdidos de contacto con Diana, su hija. Para lograrlo ha contratado los servicios de un prestigioso bufete madrileño razón por la que deberá compaginar su estancia a bordo del buque con saltos a Madrid donde tiene encuentros con Marta, la abogada del despacho encargada de su caso, y también con sus hermanos Nacho y Javi quienes le apoyan y aconsejan en lo que pueden. Esta segunda trama tiene su interés y es un contrapunto perfecto a la acción frenética que se desarrolla en la zona del Atlántico nigeriano. 

Armada española, Marina y Literatura
Como ya señalé en la reseña de "El Albatros y los piratas de Galguduud" Federico Supervielle es un militar y un marino enamorado de su oficio que disfruta hablando de todo lo que tenga que ver con la mar y la milicia. Se nota esto en el constante uso de términos marineros: 'mandurrias' (martillo o maza de hierro que usan los calafatear para meter o sacar los pernos en los costados de los buques), 'roda' (pieza gruesa y curva, de madera o de hierro, que forma la proa de la nave); y 'aleta' (parte del costado de un buque comprendida entre la popa y el punto que corresponde a la primera parte de la batería) son sólo algunos ejemplos de los mismos. Y otro tanto ocurre con tecnicismos propios de la milicia en guerra: "fuego de supresión", "zona de inserción", "fuego de cobertura", "comprobación de demora", hacer un "fast rope", colocar "el arma en posición de prevengan", etc.

Para finalizar
Todo lo dicho en la reseña de la anterior novela -¡por favor, leedla!- es aplicable a "El corsario del oro negro". Se me ocurre que alguien podría preguntar si conviene leer los dos relatos por orden o si se pueden leer sin problema alguno de manera independiente. No sé, claro, la opinión de Federico, su autor, pero opino que, siendo posible leerlos sin problemas por separado, se comprende mucho mejor lo que mueve a los personajes, hombres apartados ya de trabajos militares, a involucrarse de nuevo en estas aventuras leyendo las narraciones por orden. Vamos, que yo os recomendaría primero conocer cómo se convirtió el Albatros en lo que es -y eso se conoce en la primera mitad de la primera novela- y luego ya disfrutar con las aventuras y las acciones de tipo quasi militar que estos tripulantes desarrollan a bordo de esta nave, quizás la auténtica y principal protagonista de ambas historias.

6 comentarios:

  1. Como ya me pasó con la primera entrega, por una parte me apetece, pero no es mi tipo de lectura favorito y viendo todo lo que se me acumula que me atrae más, prefiero dedicarme a ello y no engrosar mi lista con cosas que no me seducen mucho.
    Un beso.

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    1. Te entiendo a la perfección, Rosa. El autor es un chico novel que además de su profesión (Teniente de navío de la Armada) le gusta escribir y sus acciones reales en Somalia y en Nigeria las ficcionaliza en estas dos novelas. Son novelas muy de aventura, muy bélicas, muy de ambiente militar. No son novelas a las que tú y yo estamos aficionados. Pero a los jóvenes hay que apoyarlos en sus aficiones y pinitos literarios pese a que no sea lo que de continuo uno estuviera leyendo.
      Un beso

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  2. Me parece una lectura interesante, pues trata de un tema muy duro y muy real. Me recuerda a la película protagonizada por Tom Hanks, Capitán Phillips, basada en hechos reales ocurridos en el oceáno índico, frente a las costas de Somalia.
    He leído alguna obra de un autor novel que fue capitán de la marina mercante y las aventuras marítimas no tienen desperdicio, aunque, como en este caso que comentas, la jerga marinera hace difícl comprender algunos términos.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Josep Mª:
      Te diré que para mí -y esto me ocurre desde mi más tierna y ¡muy lejana! infancia- las aventuras de verdad siempre debían de suceder en el mar. Esta novela y la anterior suceden por lógica en el mar. Y sí, tiene su parte de emoción y sirve un poquito para conocer cómo se comportan actualmente los militares en misiones internacionales de vigilancia. La novela no habla de estas misiones de la OTAN y tal pero están directamente inspiradas en ellas dado que el autor ha participado en varias de ellas y de ahí es de donde surgen sus narraciones.
      Un abrazo, amigo

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  3. Genial recomendación y presentación de una serie que desconocía, y no para leerla yo solo sino para regalar estas fechas tan señaladas a alguien a quien le encanta las novelas con marinos de por medio (mi marido). Me has dado una idea estupenda.
    Que el autor sea militar le da un plus de rigor que infunde seguridad.
    Un besote.

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    1. Hola, Paloma:
      Me encanta que mi reseña te sirva además para elegir regalo para tu marido. Creo que le/os puede gustar.
      Un besazo

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