EL SUEÑO DE ELLIS ("The inmigrant")

"Deja vu", creo que es la expresión que mejor resume esta película de James Gray que en España se ha preferido titular, equivocadamente en mi opinión, como "El sueño de Ellis" quizás para urdir la comparación con la magnífica y aún muy viva en el recuerdo de los cinéfilos de "The inmigrant" dirigida y protagonizada por Charlie Chaplin en 1917.

Pienso que este film, cuyos tres papeles estelares están realizados por Joaquin Phoenix, Marion Cotillard y Jeremy Renner, no perdurará mucho en la memoria de los escasos espectadores que una tarde fría y lluviosa de julio, en miércoles de precio reducido, decidimos entrar en la sala de cine donde la proyectaban. Dejando a un lado la incongruencia climática de este mes de julio, fueron los nombres de los tres actores protagonistas los que me hicieron confiar en que no me equivocaría al elegir esa sala y no otra. Y en efecto son sólo las actuaciones de J. Phoenix, de M. Cotillard y de J. Renner las que logran salvar la discreta dirección que Gray hace del también discretísimo guión escrito por él mismo junto a Ric Menello con quien ya había escrito su anterior "Two lovers" (2008).

Lo que en el guión se plantea no es nada novedoso puesto que los sufrimientos y abusos sufridos por los inmigrantes que en gran número y para huir de las hambrunas europeas arribaron a los Estados Unidos, la tierra de las oportunidades, durante las primeras décadas del siglo pasado han sido tratados


en muchas películas anteriores, algunas tan importantes como la ya citada "The inmigrant" de Chaplin (1917) situada antes de la Primera Guerra mundial, o la famosísima "América América" de Elia Kazan (1963) que trata sobre la emigración turca durante los años treinta. La única diferencia estriba en que ésta que nos ocupa de James Gray (2013) se sitúa en los años siguientes al final de la Primera guerra mundial, concretamente 1921, siendo Polonia el lugar de origen de las dos hermanas protagonistas.

Escena del barco en "The inmigrant"

La película es lenta, premiosa, predecible, y un muy mucho insulsa. James Gray pone todo su empeño de director en unos encuadres bien logrados y en dar a la historia un tono ocre, dorado, en congruencia con lo vieja que la historia se representa en nuestra mente. Menos mal que están esos tres grandes actores, en especial Joaquin Phoenix de absoluta credibilidad en su personaje de rufián que vive de engañar a mujeres que, perdidas en el nuevo mundo al que arriban y del que nada conocen, se ponen en sus manos para lograr del modo que sea lo que allí han ido a buscar: dinero. Phoenix es un seductor, un don Juan que caerá en las redes del amor ante la única mujer que no lo soporta, que lo odia y que además se lo dice en sus propias narices: Ewa Cybulski, el personaje de Marion Cotillard.
Ewa sufre a su llegada a la isla de Ellis, frontera marítima para entrar en EEUU por la ciudad de Nueva York, la dolorosa separación de su hermana Magda a la que se niega el acceso a Estados Unidos por ser portadora de tuberculosis, al tiempo que ella es colocada en espera de ser expatriada por conducta indecorosa durante la travesía (en realidad sufrió una violación). Salvada de ser devuelta a Polonia por la intermediación de Bruno Weiss (Joaquin Phoenix), todo su empeño se cifrará en acumular el dinero necesario para lograr corromper a algún funcionario policial que haga la vista gorda ante la situación de su hermana y permita que entre a USA. Quizás la Cotillard componga un personaje bastante hierático pues apenas descompone el gesto a lo largo de los 117 minutos de duración de la cinta; y esto me parece un defecto grave. La ilusión de Ewa está en el guapo Orlando (Jeremy Renner), primo de Bruno, que la trata con suavidad y amor.

James Gray, el director del film, junto a los tres actores que salvan la película

Como se ve es un clásico triángulo amoroso en el que, como también suele suceder [ya he dicho que la peli es muy previsible], los buenos y los malos no lo son tanto.

Espero que el verano mejore tanto en estrenos cinematográficos como en temperatura porque si el cine estival no es habitualmente para echar cohetes, ello se debe a que el público cambia las salas por las playas. Así que, al menos, que venga el calor.